6
Recién cuando quitó el último trocito de vidrio que encontró, iluminado por la linterna del celular de Mew, logró empezar a respirar con normalidad. Cada vez que rozaba la piel de Mew, Gulf sentía que sus dedos se prendían fuego.
– ¿Te sientes bien? ¿Por qué tiemblas?
Mew iluminó con su celular las manos de Gulf y se mordió un labio, nervioso.
– ¡Estás sangrando! – dijo Mew– No debiste arañar esa puerta. ¡Qué tonto eres!
Gulf soltó las manos de Mew y se alejó tan de prisa que chocó su espalda contra la pared del fondo.
– ¿No puedes hablar sin criticar, sin menospreciar a las personas que tienes delante?
Mew apagó su celular y lo miró. La luz de la Luna Rosa que entraba a raudales por la ventana rota era suficiente para que pudiera ver en detalle el rostro de Gulf.
Mew notó que era un rostro afligido, tenso, con labios temblorosos y ojos húmedos, cargados, haciendo un evidente esfuerzo por no llorar.
Caminó hacia Gulf despacio. Acercó su rostro a sólo un centímetro del suyo y con suavidad le secó una lágrima que mojaba la mejilla pálida de Gulf.
– Lo siento... Hablar así...es una costumbre para mí...
– Una costumbre horrible...– Gulf se sentía extrañamente valiente– ¿Acaso tus padres no te han enseñado nada?
Mew lo miraba fijamente. Y a Gulf le pareció que se había acercado aún más.
– Mi padre...fue quien me enseñó a hablar así... Idiota, inútil, marica eran mis apodos cuando era niño. Idiota o inútil eran sus favoritos. Y cuando mi madre le pedía que no me llamara así, él decía que sólo era en forma cariñosa... Y marica me decía siempre que yo lloraba, porque le tenía miedo a las tormentas o porque extrañaba mucho a mi madre cuando ella viajaba por negocios, o porque él me golpeaba, porque yo no era tan bueno como él en los deportes...
Gulf podía sentir el aliento cálido de Mew en su rostro. Y se repetía a sí mismo que aquello realmente estaba sucediendo, que no era producto de su imaginación.
– Eres el capitán del equipo...– susurró Gulf– Y el mejor de la clase...y el más popular... Y también...
Gulf iba a decir el más lindo pero se frenó a tiempo. Y no pudo evitar suspirar cuando Mew se dejó caer sobre unas cajas y lo invitó a sentarse a su lado.
– Tú hablas...y yo te quito los trozos de vidrio... – dijo Mew.
Y sin previo aviso le quitó la camiseta deportiva de un tirón. Gulf quiso ponerse de pie pero Mew no lo dejó. Lo atrajo hacia él y comenzó a quitarle los cristales del cabello.
– Te escucho... – volvió a decir Mew.
– ¿Qué quieres que te diga...?
– Todo... Quiero saberlo todo sobre ti...
Gulf sintió que si abría la boca iba a acabar diciendo cosas de las que seguramente se arrepentiría el resto de su vida.
Optó por el silencio. Y clavó su mirada en la Luna Rosa que ahora brillaba de manera mucho, mucho más intensa iluminando su pecho dolorosamente agitado...
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