Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8: El brillo de otras noches

A más de 320 kilómetros de la ansiosa espera de Margaret en el tejado de la mansión, se encontraba el cabecilla de la familia Von Drácula. Albert se dirigía a un hermoso valle ornamentado de árboles marchitos que por suerte conservaban sus ramas secas y de un color negruzco. Cerca de allí se encontraba una entrada a la Tierra misma. El vampiro se adentró a la cueva notando la misma plagada por una manada de lobos. A su llegada, ellos despertaron de su reparador sueño nocturno y sin dudar lo atacaron por invadir su territorio.

Él trató a los animales como quien espanta una mosca, ya que solo le bastó un movimiento de su mano para hacerlos caer y huir del miedo. Solo usaba una mano pues en la otra cuidaba celosamente un bellísimo ramo de flores, lirios blancos para ser exactos. En cuanto todos los animales salvajes huyeron, Albert pudo sentir la paz de su soledad y, a paso lento, se fue adentrando más en la penumbra de la cueva.

Muy en lo profundo se erguía una hermosa cripta con un nombre escrito en coloridas piedras preciosas: Zaphira. El vampiro se adentró en la construcción hasta divisar la tumba en la que descansaba la mujer de sus recuerdos. Vestida con un fino vestido blanco de tirantes, sucio por el polvo y el pasar del tiempo. En su pecho un agujero enorme la atravesaba, siendo el mismo la causa de la muerte de tan bella mujer.

Su cuerpo se había endurecido hasta sentirse como piedra su santificada piel. Sus manos, juntas sobre su vientre, fueron el lugar en el que Albert colocó con delicadeza el ramo de flores que había guardado para este momento. Haciendo una pausa, miró al rostro sin expresión y apagado de la chica. Le acarició las frías mejillas con toque suave y nostálgico.

-Zaphira, no entiendo a esta chica tan extraña. Fue humana como tú, y aún así, no se comporta como vampira. Tú eras tan ansiosa, tan amante del poder, eso fue lo único que conservaste de tu alma humana.

Albert bajó la mirada, recordó con más claridad la escena que anteriormente le había provocado jaqueca.

-Ay, Zaphira, si solo ella tuviera tu sed de sangre…

Se puso de pie y cerró la tapa de la tumba para después llevar sus dedos a sus propios labios y dejar un beso en esta y depositarlo en la esquina de la tapa. Saliendo de la cripta, antes de perder de vista la tumba de la joven de sus recuerdos de solo Dios sabía cuánto tiempo, se volteó hacia el lugar de descanso de la joven.

-Pero, ¿sabes? Ella me ha enseñado algo que tú nunca me diste: sentimientos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro