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Tiempo de espera.

Pasado

Había pasado mucho cuando la lluvia comenzó a caer, la oscuridad de aquella noche nublada le hiso sentir nauseas, estaba mal, bajo sus ojos grises apagados se pintaban con recelo dos mancha moradas, el cansancio en muy mirar era mas palpable que la misma tristeza y frustración que sentía y llenaba su delgado ser. No había 'pasado mucho desde que cumplió los quince años, su familia estaba complacida al ver una hermosa alfa de pelaje gris y de carácter cambiante correr y dando carreras con sus amigos, pero después del primer mes, el tormento de ser una alfa "adulta" le había arruinado planes.

- Una vez más – ella suspiró relajando sus rígidos y tensos hombros, sus largas y blanquecinas manos se movieron con torpeza en las delgadas hileras blancas de las cuales, ella desconocía el material del cual estas estaban hechas – No – soltó un quejido bajo mirando sus manos delgadas y finas

- Ya no quiero – trató de levantarse pero su maestro se interpuso haciéndola caer sentada y algo aturdida regresó en aquella posición

- Vamos, otra vez – sin embargo esta vez tampoco paso nada, solo eran notas ahogadas, sueltas y sin sentimiento alguno – eres imposible – dijo el hombre sentado en posición de loto con los ojos cerrados frente un escritorio de madera

- ¿Por qué? – se preguntó ella mirando sus manos algo llagadas haciendo que sus cejas se unieran levemente, pero al instante regresaron a su lugar , se levantó al percatarse de que la clase había finalizado por lo que salió después de una reverencia

- "no te rindas fácil" – la voz de su madre resonó como eco en su mente y soltando un suspiro cansado comenzó a caminar por los caminos fríos y blancos, debido a la nieve, de Lan Feng.

- Ah, LanFeng – se quejó la chiquilla paseándose, mirando y olisqueando por todo el lugar.

Lan feng es el nombre de uno de los pueblos rojos* más antiguos y aun en existencia desde hacía un siglo, los asentamientos ocultos entre montañas blancas por la nieve y algunos lugares que se alzaban en las mismas montañas se podían ver a los brucolaco* correr y perderse de la vista de cualquier ser humano, ella se encontraba en una parte media alta, donde la nieve llegaba comenzado el otoño una vez terminado el caluroso verano que ahí, en aquello rincones de Dadu* se pintaban de blanco, gris y azul.

- Es inútil – después de caminar y perderse entre caminos, lagos cristalinos mirando y analizando sus manos las bajo cuando llegó al fin de una pequeña montura en la montaña donde ella practicaba el guqin

- Justo así – escuchó la voz de un hombre no muy lejos de donde ella estaba – oh, maravilloso – volvió a escuchar exclamar – espléndido – adentrándose entre las ramas y los arbustos quedó pasmada al ver aquella escena, sus ojos se abrieron al ver a sus compañeros tocar aquel instrumento que ella aun no lograba dominar, se quedó unos segundos observando, analizando cómo sus cuerpos de inclinaban hacia delante con un vaivén leve, sus ojos cerrados y sus dedos bailar con delicadeza sobre las cuerdas blancas, sintió su pecho oprimirse sintiendo enojo y frustración al saber que ella apenas le salían un par de notas.

Pasó más tiempo del debido observando la manera gentil y delicada en la cual los dedos de los brucolaco jugar y rozar sobre los finos hilo

- Excelente – susurro el hombre vestido con finas capas morada y azules en colores pálidos, una sonrisa satisfechas se coló en sus labios finos y rosados dejando salir la punta de sus colmillos

- Técnica – murmuró antes de salir se su esocndite y correr a su habitación que se ubicaba al lado de los gemelos quienes estaban a cargo de su cuidado en las horas libres sin clase, en su recorrido montaña abajo, salido a las personas con un leve reverencia llevando el gran y hermoso guqin en la espalda envuelto en una manta blanca.

Después de correr alrededor de cuarenta minutos montaña abajo, llegó a donde los dos hermanos la esperaba sentados con la piernas cruzadas y sus ojos cerrados

- JiXian, YingZhan – exclamó la menor al llegar frente a ellos mientras abrían los ojos – ne...necesito – trató de hablar mientras regulaba su respiración – Prac... - pasó saliva – práctica – su respiración errática y sus palabras entrecortadas causó que ambos se miraran confundidos – estuve... estuve ... yo... - su voz salí agitada causando gracia en los gemelos

- Necesita práctica y desarrollar su propia técnica – la chica asintió a las palabras de su profesor de música – pero también necesita sentir la música, conectarse con las notas y la melodía – el hombre a su lado la miró con desaprobación retirándose lentamente hasta la gran construcción color blanco y detalles azules

- No es tan sencillo – dijo JiXian levantándose – tienes que pasar por mucho para que puedas sentirlo, práctica, conección con tu lobo, así como nosotros lo hacemos con las plantas, el viento, la tierra – la menor lo miraba atenta

- Escucha Tae, lo que nosotros aprendimos en quince años tú lo quieres hacer en quince días incluso más extremo quince horas o minutos, eso es imposible Yuèguāng* - fue entonces cuando aquel apodo le hiso estremecer ya que estaba al tanto de la relación de su nombre con aquel apodo tierno con el que su abuelos paternos le llaman, sintió su cuerpo sufrir leves, pero muy leves espasmos debido a descargas eléctricas que aquellos recuerdos de su estancia de cortos cinco escondida entre mantas, telas y cosas que ya no recordaba le causaban, no fue hasta que fue encontrada por, en aquel entonces líder, Lan XueLiang, aquel hombre despiadado y de mirada atroz que denigraba y odiaba a los cambiaformas lobo, y ella no fue un excepción, pero gracias tío de los gemelos, hermano de aquel cruel hombre, Lan XieNing la escondió en los calabozos oscuros y húmedos varios días hasta que los padres de la niña finalmente aparecieron en un lugar boscoso y viejo, perteneciente a la manada Eurus desde hacía tres siglos.

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