12: Volviendo a empezar
Durante breves segundos el ambiente se mantiene en tensión, nadie se atreve a hablar en el escenario, los espectadores murmuran un montón de frases inentendibles sobre lo que está sucediendo, creando una que otra teoría que explique ese silencio. Y bajo la tarima, se ha creado un caos que está provocando más de una lágrima e histérico grito.
Pero mantenerse inmóviles no va a solucionar el problema, pues los chicos se han olvidado mencionar que están siendo transmitidos a nivel nacional e internacional. Por eso, sin otra opción que improvisar, Diego toma la mano de Dustin caminando a paso firme hacia la pareja protagonista de todas esas murmuraciones. Aunque extrañamente finge tropezarse y caer en el escenario, con el pelinegro sobre él.
—¡Bésame! —exclama el más bajo cuando se ha cerciorado que su micrófono está apagado, haciendo lo mismo con su sorprendido amigo que se niega a sus palabras—. Te he dicho que me beses —suelta en una suave orden para hacer reaccionar al otro.
—¿Estás demente?, eso nunca lo haré porque Osmar me mataría —responde el asustadizo muchacho intentando levantarse, pero es detenido por el contrario.
—¿Y tú crees que Damián no lo hará conmigo?, seguro me tomará algunos días buscar su perdón —responde Diego observándolo fijamente—. Pero esto es por el bien del grupo y por ayudar a Alberto —suelta para en un movimiento rápido atrapar los labios ajenos con los suyos, provocando más de un grito sorpresa.
Aquella arriesgada jugada ha provocado un pánico más grande en el staff, que desde diferentes habitaciones observa el "desastre" que están ocasionando sus niños.
—¡NOOO...!, con esto no existirá nicho que lleve mi nombre, lanzarán mi cuerpo al espacio y lo harán desaparecer con radiación —grita Felipe fingiendo taquicardias y algunos espasmos, ante los histéricos gritos de Serena por calmarlo.
Pero sucediendo todo lo contrario a lo que muchos esperaban, porque el pronóstico era escuchar algunas pifiadas, ver sobre el escenario cerros de papeles u objetos que demostrarán la decepción del público; o en el peor de los casos, que todos terminarán por retirarse. Sin embargo, nada de eso ha ocurrido.
Una ola de efusivos gritos que muestran la emoción de los fans se ha levantado en toda la plaza, junto a aplausos y algunos flashes de cámaras que destellan por todos los alrededores.
—Infidelidad en el BL801 —se escuchan unas fuertes voces junto a otras que piden acción, palabra que ni yo mismo comprendo—. ¡CASTIGO!, ¡CASTIGO!, ¡CASTIGO! —se escuchan coros de furor, mientras algunos piden escenas prohibidas de escribir.
Con toda esa conmoción, los otros tres muchachos comprenden las intenciones de Diego, tomando Benjamín la iniciativa para continuar con el espectáculo que han creado.
—¡No puedo creerlo!, mi pequeño e inocente novio de grupo está siéndome infiel con mi mejor amigo, ¿es eso posible? —pregunta dirigiéndose al público que responde con un efusivo sí, gritando a toda voz que merecen un castigo.
—Creo que nuestros tres novios merecen esta noche un fuerte y censurado castigo —suelta Leonardo en cierto tono malicioso, provocando que la temperatura de sus admiradores se eleve a niveles inimaginables.
—Me siento lesbiana —se escucha por el auricular de Dustin mientras se separa de Diego, generando fuertes carcajadas.
—Eso te sucede por abandonar a tu hombre que pueda darte más que un simple roce de labios —continúa Jun acercándose al mencionado para ayudarlo a levantarse y tomarlo entre sus brazos, aprisionándolo de la cintura.
El vocalista de JJ.Baby se une a la improvisada actuación, fingiendo haber sido descubierto por un enojado Leonardo que abraza a Alberto, haciéndolo reaccionar al momento. Los chicos aprovechan la oportunidad para dirigirse a su público entre actuaciones y algunas bromas que terminan por eliminar los rumores, creando la teoría de una "planeada actuación" para darle un realce a su nuevo éxito, que parece se volverá inolvidable.
Con las emociones calmadas y con Paulino desaparecido entre el público, nuestros seis artistas se preparan nuevamente para interpretar Luna Llena, una canción romántica con cierto tono melancólico, que genera más de un suspiro de amor junto a efusivos gritos por el videoclip que muestra a seis preocupados y tristes muchachos que sufren por un amor no realizado.
Contra todo pronóstico, el evento ha sido un éxito para los admiradores que han disfrutado del espectáculo, pero sobre todo de tan buena actuación para complacer sus fantasías. Solo queda esperar la opinión de los medios, aunque con tan buena recepción, el presagio es favorable. Hasta los mismos involucrados, incluyendo a Felipe, han quedado satisfechos con la repentina intervención del grupo para ayudarse. Aunque eso no ha evitado que Alberto se lleve una buena regañada por ponerlos en tal momento de preocupación.
Con la llegada de la noche y con el cansancio invadiendo el cuerpo de todos, deciden que es momento de marcharse a casa para descansar y que las celebraciones se realizaran el día siguiente, después de los comentarios en los reportajes.
—No puedo creer que haya hecho eso, soy quien debe sentirse lesbiana por besar a su hermana —Diego gesticula expresiones de horror.
—¡Cállate!, por tu culpa mi querido Osmar no me quiere hablar —comenta Dustin caminando cabizbajo, al recordar como el mencionado se ha marchado a casa sin esperarlo.
—¿Y crees que Damián está feliz?, llevo una hora marcándole al teléfono, pero no me responde —Diego extrae el celular de su bolsillo, para llevarse con la sorpresa que sigue sin recibir respuesta después de sus 96 timbradas—. Hasta me deja en visto los mensajes —comenta copiando la misma expresión del otro.
—Lamento haberlos metido en ese problema —Alberto se disculpa apenado, aunque no puede ocultar sus risas al ver esas expresiones de abatimiento, porque sabe que "esas peleas" no durarán ni un día. Pues los orgullosos muchachos han demostrado no poder estar más de veinticuatro horas, sin probar los besos de sus chicos, como suelen llamarlos.
—¡Qué va!, ni te disculpes que no tienes la culpa de nada —responde Diego recuperando repentinamente esa efusión que lo distingue—. El culpable de todas nuestras desgracias es Paulino, espera que me lo encuentre y escuchará unos buenos reclamos de mi parte —dice mostrando sus frágiles puños alzados al aire.
—Y no solo eso, también recibirá una paliza de nuestra parte —agrega Dustin mientras camina y voltean en una esquina—. Quisiera tener ahora mismo a Paulino frente a mí para que conozca mi verdadera furia. ¡Oh sí!, porque estoy realmente furioso —copiando el mismo gesto del más pequeño.
—¿Querían verme?, pues aquí me tienen —una gruesa y sobria voz detiene los pasos de los tres, asustándose por encontrar frente a ellos, al dueño de sus quejas y lamentos. Su terror se eleva cuando chocan miradas con esos ojos grises que muestran cierto enfado.
Pero Alberto ha decidido no perderse nuevamente en esa imagen, sin importarle que quiera expresarle esa mirada. —¡Vámonos chicos! —comenta para seguir su camino y pasar por un costado del trigueño que lo observa enojado. Sin embargo, una mano sobre su brazo detiene sus movimientos, sorprendiéndose al observar una extraña desesperación en esos orbes que le piden quedarse. O al menos, eso ha entendido.
—¡Necesitamos hablar! —Paulino de un tirón lo acerca a su cuerpo, tan cerca que sus rostros quedan distanciados por pocos centímetros.
—No tenemos nada que hablar, debo marcharme a casa para llegar temprano —desesperado intenta soltarse porque de seguir sintiendo ese aliento golpear su rostro, teme que en cualquier momento cederá a ese capricho y a las sensaciones que parecen estar reviviendo.
—Pues no te dejaré ir hasta que hablemos, sea a la buena o a la mala —agrega sin intenciones de soltarlo, mientras va acercándolo más a su cuerpo.
Diego y Dustin intentan intervenir, pero esa fría mirada los hace detenerse por miedo, sintiéndose inútiles al no tener la valentía para ayudar a su amigo. Claro que el menor se esconde detrás del pelinegro por si la situación empeora.
Alberto suspira al entender que Paulino no piensa dejarlo marcharse sin antes conversar, y tampoco quiere meter en más problemas a sus amigos que han hecho mucho por él en estos días, demostrándole su verdadero amor con la improvisación de hoy.
—¡Está bien!, hablemos camino a mi casa —acepta de mala gana, soltándose de su agarre—. Es mejor que vayan a casa e intente hablar con sus novios, seguro están esperando para perdonarlos —se acerca para hacerlos reaccionar, regalándoles una sonrisa al notar sus confusas expresiones.
Intentan negarse a dejarlo solo, aunque cuando lo escuchan decirles que ha tomado una decisión y deben respetarla, sueltan un par de suspiros para resignarse a marcharse. —Además, no me va a comer ni nada que se le parezca —suelta en una graciosa risa, provocando el mismo efecto en los otros dos.
Sin otra opción, comprenden que es mejor dejar que Alberto termine por aclarar esa situación, para que de esa manera no siga agobiándose como en los últimos días.
—Pero si te atreves a lastimarlo otra vez, ten por seguro que te buscaremos y te daremos una buena paliza —comenta Diego intentando poner su cara más agresiva, aunque la sonrisa de Paulino indica lo contrario.
—Mientras no te rompas tus delicadas manitas, acepto la propuesta —responde causando un fuerte sonrojo en el mencionado, mostrándose ofendido.
—Ven acá y terminemos con esto —pero Dustin lo toma por la camisa, arrastrándolo por el camino contrario—. Le diré a Damián que me estás molestando para que te busque, él me vengará... —se escucha como esa voz se va perdiendo en la lejanía del camino, desapareciendo ambos en el atardecer que ha invadido la ciudad.
Alberto se siente más tranquilo con sus amigos marchados, aunque no negará que hubiese preferido tenerlos cerca para no estar nervioso. Sus manos tiemblan por encontrarse ansioso y en su cabeza muchas ideas lo fastidian; pero sin ceder a sus emociones, camina pasando por un costado de Paulino, sin darle ninguna indicación ni mirada. Pero sin necesitar decirlo, el trigueño sigue sus pasos de cerca.
Por unas cuantas cuadras, quizá unas cuatro o más de seis, la pareja se ha mantenido caminando uno al lado del otro, manteniendo un incómodo silencio que solo consigue aumentar sus evidentes nervios. Al menos nuestro muchacho, aunque mantiene las manos en sus bolsillos puede sentirlas mojadas por el sudor, hasta un tic ha invadido su labio inferior porque suele morderlo suave en momentos como estos.
—¿Cómo te ha ido en estas dos semanas?, ¿los ensayos han sido difíciles? —Paulino se atreve a preguntar para romper esa tensionada atmósfera que estaba rodeándolos—. Tengo que felicitarte por el concierto, estoy seguro que ha sido un éxito.
Pero el rubio se detiene sorpresivamente, —¿eso querías preguntarme?, porque si tu respuesta es sí, no veo necesario que me acompañes hasta casa —confrontando la mirada de su acompañante para mostrarle la incomodidad que está generándole la situación. Ante el repentino silencio del otro y al notar como esquiva su contacto visual, deja escapar un pesado suspiro para retomar su camino y alejarse de ese momento que solo crearan recuerdos que terminaran por perjudicarle. Sin embargo, nuevamente esa calidez sobre su brazo le hace tensarse y ser traicionado por esas emociones que se disparan en todo su cuerpo.
—No tengo intención de fastidiarte, quería disculparme adecuadamente por nuestra última conversación y por casi arruinar tu concierto hoy —el trigueño vuelve a conectar sus miradas, mientras utiliza esa suave voz que logra perturbarlo, enviándole una electrizante sensación que recorre toda su espina dorsal.
—S-si solo era solo, todo está bien, son cosas que suceden y no podemos evitar —responde ignorando todas esas sensaciones y soltándose del agarre para tomar su distancia.
—Quiero aclararte mis acciones, no quiero que sigas distante conmigo —Paulino intenta proseguir cuando es detenido por su acompañante, indicándole que no son necesarias las explicaciones—. ¡Joder!, claro que son necesarias porque te has vuelto alguien importante para mí —responde alzando el tono de su voz, causando un ligero sonrojo que el otro intenta ocultar.
Ante ese comentario, esta vez nuestro protagonista asiente, dándole cabida a su acompañante para que camine junto a él, mientras una disimilada sonrisa se dibuja en sus labios.
—Cuando te confesé que en nuestro primer encuentro te besé porque me recordaste a una persona especial, no estuve mintiendo —Alberto no quiere escuchar aquello, no otra vez. Pero Paulino no piensa dejarlo marcharse hasta que termine de oírlo—. Yo mismo intenté engañarme que ese beso ocurrió porque te pareces a esa persona, pero no fue así. Las sensaciones, esas emociones que experimenté no fueron las mismas.
—Creo que es mejor dejar todo hasta aquí, eso está claro y no te guardo rencor —aprieta los puños para controlar ese cúmulo de emociones que amenazan con convertirse en lágrimas y que entiende no podrá controlar.
—¿Es que acaso no has entendido? —Paulino lo toma del brazo para adentrarlo en un callejón cercano con poco transeúntes—. No quiero que pienses que te he mentido, porque las veces que salimos, que nos reunimos y nos divertimos, fueron reales y nunca estuve fingiendo —empezando a desesperarse por la terquedad del otro—. Solo en nuestro primer beso quise creer en una mentira, pero mis propios pensamientos me traicionaron al mostrarme la verdad. Tú me brindas otra calidez que me hace olvidar todo, incluso de él.
Sin embargo, la testarudez del rubio es mayor, piensa que seguir oyendo es seguir lastimándose, por eso se cierra a toda lógica y razón. Sus miedos le gritan que es mejor dejar la situación como está, evitar comprender esas palabras porque su significado terminará por volverlo más frágil. No escucha, no quiero hacerlo.
—¡Joder que eres terco!, ¿no entiendes que estoy celoso? —arroja un puño contra la pared mostrando el enfado que ha estado conteniendo por recordar ese momento—. No me gustó para nada cuando ese idiota te besó frente a todos, como si estuviera proclamándote suyo.
—No soy ningún terco y Javier no es un idiota —responde frunciendo el ceño.
—¿Solo has escuchado esa parte? —pregunta el trigueño alzando una ceja, provocando que ambos aligeren la tensión con una risa.
Paulino se concentra en esos ojos color ámbar que tiene a escasos centímetros, experimentando un sinfín de emociones que le han devuelto la tranquilidad y que ahora comprende no quiere perder.
—Estos días me han servido para poner en claro mis pensamientos —con su dedo índice sella los labios ajenos para evitar interrupciones—. Te soy sincero cuando digo que esa persona sigue presente en mi vida, sigo recordándola a pesar del tiempo. Pero no quiero seguir aferrándome a ese recuerdo que me está dañando —sus miradas se conectan disparando en ambos, sensaciones que en cualquier momento los hará desmayarse—. Quiero que me permitas experimentar estas nuevas emociones contigo, descubrir porque mi corazón se acelera cuando estás como ahora, tan cerca de mí —toma la mano del contrario para colocarla sobre su pecho.
Nuestro muchacho escucha como los latidos de su acompañante se han acelerado, retumbando a la misma velocidad que los suyos y creando una hermosa melodía para su deleite. Sentir esa respiración tan cerca de su rostro, hace que sus mofletes se tiñan de un suave color carmesí.
—Quiero ser egoísta al pedirte que me des otra oportunidad para conocerte, quiero que continuemos con lo que iniciamos y descubramos que sentimos en realidad por el otro —Paulino aligera su expresión mostrando esa ternura que logra ablandarlo—. Porque si lo nuestro va más allá de una amistad, ten seguro que seré el primero en aceptarlo y defenderlo —lo toma del mentón para conectar sus miradas.
Alberto siente sus piernas flaquear, un nudo se ha formado en su garganta evitando que las palabras fluyan como en otras ocasiones, se encuentra atónito ante la expectante seriedad de Paulino que espera por una respuesta.
—No te promete felicidad porque soy un chico difícil, puede que te haga llorar o termine metiéndote en muchos problemas; pero... —el trigueño suelta un suspiro tomando valor para continuar con esa confesión que provoca que sus mejillas suban de temperatura—. Pero quiero volver a enamorarme y averiguar si esa persona eres tú, si eres tú quien me ayudara a superar ese pasado que tanto me ha atormentado.
—¡No quiero ser un reemplazo! —esa idea ha cruzado los pensamientos de Alberto.
—¡Vaya qué eres tonto! —ese comentario provoca una graciosa risa en ambos—. Nunca permitiría que seas un reemplazo, ten por seguro que si mis sentimientos no son los mismos, no dudaría en decirlo para evitar ilusionarte —Paulino muestra sinceridad en su mirada—. ¿Qué dices?, ¿quieres continuar? —mostrándose impaciente por una respuesta.
Alberto coloca sus manos en el pecho ajeno, alejando un poco para tomar distancia y empezar a caminar, movimiento que ha sorprendido a su acompañante al considerarlo como una negación.
—¿Me acompañas a casa?, a mamá no le gusta que llegue solo por las noches, siempre me pide que me acompañe con un amigo —nuestro chico ha girado para observar a un sorprendido trigueño.
—Verás que esta vez no te defraudare —responde Paulino acercándose, para juntos emprender rumbo hacia la casa del primero, caminando por las oscuras calles que son iluminadas por un hermoso claro de luna llena que se alza sobre ellos.
Al día siguiente, los demás chicos del BL801, así como Felipe junto con Edward, fueron las principales personas que pagaron el precio de su felicidad; porque desde muy temprano los ha llamado, pidiéndoles reunirse en la empresa con suma urgencia, por tener que entregarles algo realmente importante.
Y todo porque ha pasado la noche en vela pensando en lo sucedido, desbordándose toda su emoción cuando pasada la medianoche recibió un mensaje de Paulino deseándole las buenas noches; transformándose esa descontrolada alegría en una canción.
—¡Detente!, es el nombre de la nueva canción para nuestro próximo álbum —menciona con una extensa sonrisa, mientras entrega unas hojas con la letra del que parece será un nuevo éxito del BL801.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro