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01: Primer encuentro

—No olviden llegar mañana a primera hora, necesitamos afinar los últimos detalles antes del lanzamiento —un delgado hombre se dirige a seis muchachos mientras se despide con una ligera sonrisa, pues la alegría no es una de sus mejores cualidades.

El grupo de chicos sonríe ante el intento de sonrisa por parte de su entrenador, murmurando lo tierno que puede verse cuando sin querer se lo propone; porque en cada uno de sus días, es un ogro que solo les exprime hasta la última gota de sudor.

—Es realmente un abusivo cuando se lo propone, pero debo admitir que tiene sus momentos de ternura —resalta un chico de cabello ondulado y color azabache, de facciones finas que combinan con su reluciente piel blanca; mientras quita unos rebeldes mechones que intentan cubrir sus profundos ojos marrones.

—¡Vamos Dustin!, que ese comentario salga de tus dulces labios es muy cruel porque sabemos que nuestro entrenador te prefiere —contraataca otro muchacho de su misma estatura mientras se acerca a abrazarlo. Otro chico realmente guapo y de facciones muy similares, a diferencia de su cabello laceo color caoba que resaltan la inocencia en su mirada de ojos marrones.

—¡No molestes Jun!, mejor vámonos que no debo llegar tarde a casa —responde el primer muchacho fingiendo incomodidad, intentando ocultar el sonrojo de sus mejillas por las risas de sus amigos.

—¿Qué hacen por aquí tan tarde?, ¿no se supone que deberían haberse marchado hace diez minutos? —se escucha una sobria voz haciendo que las risas del grupo se detengan todas al mismo tiempo—. Si siguen perdiendo el tiempo, mañana no se despertarán y eso los hará merecedor de un buen castigo.

Los seis jóvenes observan asustados a la persona que los mira desde arriba, pues es mucho más alto que logra intimidarlos. Aunque no solo es su altura, también ese inexpresivo rostro que nos le muestra qué está pensando o sintiendo.

—Además, si llegas más tarde de lo usual, ten por seguro que tu primo se enfadará conmigo —el recién aparecido coge a Dustin de las orejas, tirando de ellas con fuerza que logra hacerlo caminar a pesar de su negación—. Y ustedes empiecen a caminar sino quieren que le avise a su renegón jefe —solo bastaron esas palabras para que el miedo invadiera el cuerpo de los muchachos, empezando a despedirse antes de marcharse.

Jun corre detrás de Dustin y el misterioso hombre, logrando alcanzarlos y uniéndose a las quejas del primero porque en su opinión, ha sido grosero con él. Mientras que los otros tres jóvenes toman un taxi para compartir gastos, además que sus domicilios están en el mismo recorrido.

Esto deja solo a nuestro principal protagonista, que a pesar del cansancio de su cuerpo decide que es mejor caminar hasta casa para despejar un poco la mente. Pues las noches silenciosas como esta, donde una hermosa luna llena aparece en medio de ese oscuro cielo, rodeada de tantas pequeñas estrellas; son momentos que suelen cautivarlo para distraerse un rato y recargar energías para iniciar el siguiente día. ¡Sí!, sabe que es un pasatiempo muy extraño, pero desde pequeño ha sido su perdición.

Colocándose sus audífonos, reproduce una canción en el celular para escuchar una suave introducción de piano que viene acompañada de una agradable voz. — Estoy caminando bajo la luna llena que me enseñaste esa noche de amor, mientras observo las estrellas me pregunto si me recordaras... —tararea la canción mientras sonríe orgulloso al saberse su compositor.

Alberto es un muchacho de diecisiete años que en un par de meses cumplirá la mayoría de edad. A pesar de no ser muy devoto de los cumpleaños, no puede negar que se divierte y guarda buenos recuerdos desde que empezó a celebrarlo con los chicos de su grupo.

En su opinión, se considera un chico bastante normal, con una estatura considerable para su edad y de contextura delgada; pues los agotadores ensayos a los que está acostumbrado, de cierta manera le ayudan a mantenerse en forma. De cabello laceo color rubio gracias a los inventos modernos y que combinan con sus ojos color ámbar. De una piel blanca y bien cuidada, pero esto último por la imagen que debe presentar ante sus admiradores.

¿Y por qué admiradores se preguntarán?, pues la respuesta es sencilla. Este chico pertenece a una de las bandas masculinas más populares del país, el conocido BL801 que destaca por su música al estilo pop combinando mensajes positivos, a pesar de sus letras muy sentimentales. Una combinación algo extraña para su público y también para la crítica, pero que ha ayuda en el renombre del grupo.

Pero eso no es todo, otro detalle importante y que en opinión de muchos ha influido, es que esta agrupación representa exclusivamente a la comunidad LGBT; donde existen rumores que los seis integrantes pertenecen a este colectivo, además de existir un romance entre ellos, ideas fundadas a causa del fanservice que realizan en sus presentaciones. Pero para la desdicha de muchos, no existe alguna confirmación.

Es cierto que resulta extraño que siendo un chico tan conocido entre los medios de comunicación, se aventure en caminar a solas por oscuras calles, pues eso lo hace un blanco fácil para cualquier admirador acosador. Pero no, esta agrupación y sus seguidores tienen códigos de respeto que les permite a los muchachos a pesar de ser famosos cantantes, tener un poco de privacidad, porque después de todo siguen siendo adolescentes.

Por eso Alberto se concentra en la canción que viene reproduciendo más de siete veces, perdiéndose en la hermosa letra que le provoca más de un suspiro. «Debe ser lindo encontrar a una persona especial que te acepte como eres», piensa mientras observa fascinado la luna, como si esa perla plateada pudiera entenderlo. «Aunque también debe ser triste encontrarla y dejarla ir por cobarde», suelta otro suspiro mientras deja que sus pies lo guíen hasta casa.

Aunque ha notado algo extraño desde hace un par de cuadras, pero ha decidido no prestarle atención. No puede creerse tan importante como para pensar que unas personas están siguiéndolo, «a lo mejor su camino es el mismo que el mío», se dice a sí mismo mientras vuelve a repetir la canción. Además no se encuentra realmente solo, porque aunque muy pocas pero hay personas caminando por las calles. Talvez jovenes que acaban de terminar sus estudios o adultos que han alargado sus horas de trabajo. Así que si hubiese algún peligro real puede pedir ayuda en cualquier momento, ¿cierto?

Lo único importante ahora y que no abandona sus pensamientos es la canción que ha creado y que en un par de meses estará siendo lanzado oficialmente en todos los medios, para que semanas después se lancé el disco oficial. Se encuentra realmente nervioso porque es la primera vez que compone una canción, pues el grupo tiene su propio compositor que ha creado maravillas que los ha llevado más de una ocasión a ubicarse en el número uno. «¿Realmente le gustará a nuestro público?, ¿notarán algún cambio en la distribución?», empezando a sentir el miedo y la inseguridad porque es la primera vez que se ubica como uno de los tres vocalistas principales.

«¡No te preocupes!, todo saldrá bien, recuerda que somos el BL801». «Nunca dudes de tu talento, somos buenos en lo que hacemos y estoy seguro que todo saldrá de maravilla», son algunas palabras que sus amigos le dijeron intentando levantarle esos ánimos y de desaparecer esa inseguridad que suele presentar en momentos cercanos a eventos grandes. Recordar esos mensajes y las sonrisas de los demás chicos, le devuelve la tranquilidad y deja escapar algunos suspiros que desaparecen esos nervios.

—Estoy seguro que nuestro público aceptará bien esta canción —utiliza un tono seguro en su voz para inyectarse esa misma confianza—. Después de todo somos el BL801 y sabremos hacerla brillar.

Sintiéndose emocionado y más calmado, porque parece que la caminata está dando los resultados esperados, deja que su mente se pierda en la profundidad de sus pensamientos mientras que el sonido de la música retumba en sus oídos. Es un momento de mucha distracción que no se percata que alguien se acerca demasiado a él, tomándolo desprevenido de un brazo para de un fuerte y rápido jalón arrastrarlo hacia dentro de un pasaje.

De la sorpresa no puede gritar porque su mente se encuentra procesando de forma lenta lo sucedido, aunque un fuerte golpe en la espalda lo hace reaccionar, asustándose al ver como un sujeto se abalanza sobre él, tomándolo del cuello mientras que con la otra mano lo silencia. Una segunda persona ríe como desquiciado celebrando lo que llama atrapar al asustado gatito y un tercero lo observa curioso mientras se lame los labios.

—Será mejor que no te atrevas a gritar si no quieres terminar lastimado —dice el primer tipo con una ronca voz que le hace temblar ligeramente del miedo—. Un solo paso en falso y esa linda carita termina mal, ¿entendiste?

Alberto solo asiente como respuesta mientras que la respiración del sujeto deja de golpearle el rostro, sintiendo también como su cuello y labios son liberados.

—Pueden llevarse el bolso y todas las cosas que tengo, prometo no hacer nada —habla casi en un susurro mientras siente la extraña mirada del primero recorrerlo—. ¡Por favor!

—¡Vamos!, no hemos venido aquí a perder tiempo —interrumpe el tercero mientras que el segundo continúa riéndose sin razón aparente—. Divirtámonos y larguémonos de aquí —solo bastaron esas palabras para sentir recorrer un escalofrío por su espalda, dándole un mal presentimiento.

—No queremos tus cosas o tu dinero niño bonito, eso lo podemos conseguir en cualquier momento —el primero lo toma bruscamente de las mejillas, recorriéndole el cuello con la lengua e infundiéndole más pánico—. Solo queremos que te quedes calladito y nos entregues lo que estamos buscando por esta noche —y cuando unas manos invaden su pierna, pasando por su muslo hasta llegar a su trasero, se da cuenta qué realmente va a sucederle.

Con la mente en blanco y con un profundo terror recorriéndole el cuerpo, asiente lento mientras observa como el tipejo le muestra una sonrisa maliciosa, soltando un poco la presión y acercando los labios a su cuello para empezar a recorrerlo con la lengua y provocarle una extraña sensación. No solo es miedo, también siente asco del rastro de baba que baja desde su mejilla hasta enterrarse en sus hombros, no puede pensar en nada más que sea salir corriendo de ese lugar. Así que en un impulso levanta la pierna con rapidez y precisión, acertándole un rodillazo en la entrepierna para hacerlo soltar maldiciones y quejidos mientras se aleja para sobarse esa parte.

Su cuerpo le indica que es oportunidad para escapar y sus pies sin esperar una orden, han empezado a movilizarse sin dirección aparente. Pero repentinamente una fuerza lo hace retroceder, viendo como el tercero ha tomado su morral y con una fuerza descomunal, de un solo tirón lo ha hecho caer de espaldas; provocando que un fuerte golpe le recorra desde la cabeza llegando a todas partes del cuerpo.

Sin esperarlo, el primero se sube sobre él para observarlo desde arriba con una penetrante mirada que detiene sus movimientos. —¡AUXILIOOO...! —en otro impulso intenta gritar por ayuda pero un fuerte púm en su mejilla le hacen morderse la lengua y callar todo sonido.

—¿Eres imbécil o qué?, te dije que no gritaras y es lo primero que haces —suelta el primero con rabia en la voz mientras golpea su otra mejilla para volver a manotear la otra—. ¡Deténganlo! —y con un movimiento de cabeza les indica a sus compinches que le movilicen las piernas y brazos para detener sus intentos de escape.

—No es justo que te diviertas primero, nosotros también queremos probar algo fresco —el tercero le sujeta ambas piernas con una sola mano pero con tanta fuerza que le provoca dolor, mientras que con la otra le recorre por debajo de la rodilla, provocándole extrañas sensaciones.

Pero la amenazante mirada del primero que parece ser el líder lo hacen callarse, atemorizándolo por ser alguien de mayor contextura y tamaño. —Si te gustaba rudo me hubieras avisado para empezar así desde un inicio —aprieta las mejillas de un confundido Alberto que intenta hablar, pero por el miedo solo balbucea palabras—. No te hagas el asustado, porque a los maricones como tú les gusta que machos como yo les den duro —suelta en una risa macabra mientras le muestra una navaja.

Aterrado, con los labios sellados y sin poder moverse, nuestro chico intenta buscar la forma de escapar; pero sabe que no puede hacerlo, no hay forma de liberarse. Por eso solo observa como el sujeto le rompe el polo con una navaja, arrancándoselo y dejando su torso al descubierto.

—Creo que esta vez voy a probar algo delicioso —suelta mientras sus asquerosos labios recorren su cuello hasta bajar por su pecho—. Un cabrito joven y rico es lo que andábamos buscando —esas sucias manos recorren su cintura mientras van tocando cada parte de su desnudo cuerpo.

No entiende porqué esos desconocidos están haciéndole algo tan horrible como eso, porque le dicen ese tipo de insultos. Se siente asustado, se siente asqueado y sobre todo confundido ya que no entiende porqué su cuerpo está reaccionando, al menos su entrepierna parece hacerlo aunque él quiera oponerse, no desea nada de eso. «¡No, por favor!, ¡no, por favor!», suplica para sus adentro deseando que todo sea una horrorosa pesadilla de la que rápido va a despertar. Pero cuando siente como el frío filo de una navaja baja por su desnudo torso hasta enredarse en el comienzo de su short para desgarrarlo de un solo corte, entiende que todo es real.

Su cuerpo tiembla, muchas imágenes pasan por su cabeza. Sus padres, sus amigos, su entrenador, sus admirados, no entiende porqué pero siente que está defraudándolos.

—Veo que un amiguito por aquí está caliente —dice el tipejo mientras aprieta sobre su bóxer, provocando que un grito quede atorado en su garganta—. ¡No tengas miedo!, veras que cambias de opinión cuando me tengas dentro de ti desgarrándote rico —esas palabras solo logran perturbarlo más, experimentando un miedo que nunca antes ha sentido.

—¡Ya quiero estar dentro!, ¡ya quiero estar dentro! —repite el tercero mostrando su poca capacidad para pensar y decidir por sí mismo, mientras que el segundo muestra una mirada de lujuria sin abandonar esa asquerosa y trastornada risa.

—Si te portas bien acabará rápido y sin mucho dolor —con esas palabras el primero empieza a invadir su parte más íntima, siendo su único desfogue las lágrimas que salen a toda prisa, nublándole la vista.

Pero un fuerte púm junto a una maldición a medias, le hacen abrir los ojos con inseguridad para encontrarse con el primero siendo tomado de la capucha, para que de otro púm impacte contra un enorme barril de basura. El segundo se encuentra a un lado inconsciente mientras que el tercero recibe un golpe en la mejilla con una especie de palo, para terminar cayendo en el mismo estado.

Sus lágrimas no le permiten distinguir bien qué sucede, pero puede notar como su cuerpo ha recuperado su libertad, mientras que frente a él puede observar a una persona dándole la espalda.

—Los tipejos como ustedes me dan asco, deberían encontrarse todos muertos y pudriéndose en el infierno —escucha la gruesa voz de la persona que parece haberlo ayudado.

—¿Quién mierda eres?, ¿por qué te metes en lo que no te importa? —suelta con desprecio el primero mientras escupe sangre a los pies del muchacho—. Ese cabro nos pidió el favor y tú nos interrumpiste en la mejor parte —pero esas palabras parecen solo enfurecer al reciente aparecido porque aprieta con furia el palo que tiene entre las manos.

—¡Estoy en lo cierto!, las lacras como ustedes solo merecen la muerte —para de un ágil movimiento propinarle un fuerte golpe en la entrepierna, sacándole más de un quejido—. Agradece que no me volveré un desgraciado como tú —son las últimas palabras que el tipejo escucha antes de recibir un impacto en el moflete, tan fuerte que lo hace caer inconsciente.

Con el corazón latiéndole a prisa, con el miedo que aún no abandona su cuerpo, con un ardor en el rostro y con la mente nublada. Alberto no reacciona a ninguna palabra, ni siquiera al sonido que hace el palo al estrellarse contra el suelo.

—¿Te encuentras bien?, ¿esos tipos llegaron a hacerte algo? — alza la mirada al escuchar esa voz, encontrándose con unos profundos ojos grises que le transmiten calidez—. ¿Puedo hacer algo por ti? —entiende esas palabras, pero su garganta no emite sonido alguno.

Sin embargo, el tacto de una mano sobre su mejilla activa todas sus defensas, sus miedos recobran fuerzas y su cuerpo vuelve a tensarse.

—¡¡¡SUÉLTAMEEE...!!! —Alberto retrocede aterrado mientras su espalda choca contra una pared—. No te atrevas a tocarme —grita mientras un temblor no abandona su cuerpo y su mirada muestra odio.

—Es peligroso que te vayas en esa forma —cuando observa como el muchacho intenta acercarse solo deja que sus piernas lo guíen, intentando correr lejos de ese lugar. Pero como si siempre hubiese algo que detenga sus movimientos, siente como unos brazos lo aprisionan con tanta fuerza que lo levantan ligeramente del suelo—. Es mejor que te tranquilices antes de marcharte.

Pero no puede entender esas palabras, no comprende la situación porque su mente se encuentra confundida y su cuerpo solo le pide alejarse de ese lugar. La misma extraña sensación de hace un momento lo invade y los recuerdos de lo sucedido golpean con violencia su mente.

—¡SUÉLTAME!, ¡SUÉLTAME!, ¡¡¡SUÉLTAMEEE...!!! —solo deja escapar esas palabras mientras patalea intentando liberarse de su captor, sin importarle que este lastimándolo o que empiece a quejarse por una profunda mordida que le ha plantado en el antebrazo.

—Tienes buenos dientes —suelta el muchacho en tono burlesco mientras Alberto sigue moviéndose desesperado intentando zafarse, aunque con cada movimiento va perdiendo las pocas energías que le quedaban, comenzando a disminuir el ritmo por empezar a cansarse.

Luego de casi cuatro minutos de estar en ese agitado movimiento, nuestro protagonista siente como sus piernas pierden fuerzas, cayendo agotado en los brazos ajenos que evitan su caída.

—¿Te encuentras bien? —le pregunta el joven mientras va soltando el apretón para voltearlo y verlo directamente a los ojos. Su respiración se va regulando y su cuerpo también empieza a calmarse, pues parece que su mente está entendiendo la situación—. Es mejor que te abrigues porque la noche ha empezado a helarse —dice quitándose la casaca para colocársela, tapándole su desnudo torso y ayudándolo a apoyarse contra la pared.

Pero un ruido cerca de dónde se encuentran los tres sujetos lo hacen alertarse, provocando una sonrisa divertida en su protector que no deja de observarlo.

—¡No te preocupes!, esos tres no despertaran en un buen rato —dice observando hacia sus inconscientes cuerpos—. Y tampoco están muertos por si te preocupa, solo procure darles un buen golpe para que no fastidiaran —y con eso respondió la duda que se mostraba en la aterrada mirada de nuestro chico, pero que no se atrevía a preguntar.

Con la mente más despejada y encontrándose un poco más calmado, Alberto siente como sus lágrimas vuelven a caer por sus mejillas. —¡Gra-gra-gracias! —suelta en un susurro mientras se abalanza sobre el cuello ajeno, apretándose con fuerza mientras sollozos escapan de sus labios.

—Ahora todo está bien, nadie te hará daño, ¡lo prometo! —las grandes manos del chico acarician su cabello en un intento por calmarlo y parece estar lográndolo, aunque las lágrimas no cesen.

Una reconfortante sensación parece ser la culpable de su calma, una emoción similar a cuando tus padres te abrazan transmitiéndote un implícito estás bien porque eres pequeño y estás asustado de dormir por el monstruo del armario o por algún fantasma que está penando. O cuando tus amigos te aprietan con tan fuerza que logran calmar la tensión que puedes estar atravesando, transmitiéndote una verdadera seguridad.

—Yo... ¡gracias! —susurra mientras deja caer su frente en la ajena, conectando ambas miradas.

Pero puede notar algo extraño y no entiende porqué, el muchacho parece estar incomodándose, escuchando como suelta una maldición que le hace preocuparse.

—Sé que no debería y en realidad lo siento mucho, pero ya no puedo —con esas palabras y con sus labios atrapados en un beso, Alberto siente como sus lágrimas dejan de caer mientras que el miedo se esfuma. Su mente vuelve a nublarse, aunque esta vez la sensación que recorre su cuerpo es diferente, realmente diferente.

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