8. Luna Creciente:Luna de miel
Lunade miel
Tan dulce como amar a una flor.
«Toda esta información la saqué observando y, preguntándole cada tanto, a "mi mona"
Al colgar, compré algunas cosas para la casa de mercado y, habiendo pagado, me devuelvo prácticamente corriendo, ella debe de tener hambre doña Marcia, ella se pondría a pitar de hambre y a esa mujer le da por pelear cuando está así.
Entonces, mientras pensaba, le rogué al cielo de que Amatista no tuviera una hija, que fuera mejor un niño, porque, real y lastimosamente en aquel tiempo, ser mujer era como ser objeto de intercambio y más para la familia de dónde venían ellas... la maldición se cumpliría. Y no quiero dolores.
Al llegar y poner todo en la cocina de la casa, vi cómo ella se había quedado dormida con un libro en la mano, tenía los pies subidos en las almohadas dejando ver sus piernas forradas en una piel hermosamente blanca, me imagine que se encontraba cansada después de tener el trapeador ocupado todo el día.
Realmente supuse que jamás la iba a ver organizar algo en la casa, cosa que no me importa, ya que, por mí, haría todo, dado que sé, que pronto, y estoy completamente seguro, llegaré a conseguir la fuente de dinero necesaria para tener a alguien que nos ayude debíamos conseguir, pues un apartamento más grande o una casa construida para nosotros sería ideal para la futura familia que formaríamos.
Me queda mirándola por un rato el silencio, admirándola de una forma adorada, ¿Cómo la luna puede ser tan bella y tan cálida para darnos el simple suspiro de vida? Este país se derrumba y yo lo hago contigo, a ciencia cierta, y a veces me pregunto si es un sueño o una realidad imaginada, porque, desde lo más profundo del ser, no me imagino otro mundo sin vos»
«Aquellos pensamientos eran de un tonto enamorado, pues, las veces en que la soñé, solo pude botar todo a medio camino porque a mí se me van las letras, pero no puedo ponerlas en el papel. Puedo improvisar versos muy bonitos y delicados, pero no puedo pasarlos al papel de una libreta, me resulta difícil adorarla y, al mismo tiempo, tener mil cosas por decirle cuando la tengo en frente, no soy capaz porque me falta el talento que bien tenía mi abuelo.
—Tengo tantas cosas que decirle —susurró dentro de mí mientras que hago recuento de los daños y de mi historia personal.
Ser medio latino y medio europeo, a veces, trae sus glorias y a mí me encanta ser artista al lado de ella, me encantaría que me perdonara, en algún momento, por todo lo que le hice pasar, pues nunca imaginé que me iba a enamorar tan profundamente debido a que jamás creí en el amor.
Mariela jamás volvió a aparecer en mi vida, ni por la oficina, ni por el barrio, ni por ningún lado.
Y fue como si se lo hubiera tragado la tierra y realmente le agradecía al cielo que así fuese la señorita Granada, ya no era bienvenida a mi casa después de todo lo que supe y después de entender que mi mal carácter y mi mal entendimiento hacia la señorita abadía, habían sido el jodido punto de rechazo hacia lo que realmente éramos un par de locos enamorados.»
—Mi abuelito era un romántico de aquí a la luna, ¿de verdad me parezco tanto a él? —una que otra lágrima salió de la nada.
—Lo extraña tanto.
—Sí mita.
—Yo también, lo extraño.
(Esta escritora también extraña a su abuelito. Y Goku, igual)
La abuela, contaba tranquilamente desde la punta de lo aprendido, de conocido y lo ya vívido
—Nosotros no tuvimos el ejemplo que yo traté de darle a usted, con su abuelo, la verdad Alana, a veces pensé que todo lo que hicimos era una consecuencia de nuestros padres, mi papá no quería a mi mamá y el papá de su abuelo detestaba a la mamá de don Jonás. —La joven escuchaba tan atenta como era posible, enseñándole como siempre que el amor era algo más profundo y más entendido al bienestar del ser amado.
—Nosotros y sobre todo yo —susurro mirando a su abuela con emoción —hemos tratado de amarnos de verdad. Es que en serio, esos dos me hacen tan feliz. Son un par de gigantes tan tontos.
—Lo tengo claro, esos muchachos. Han cambiado para bien y eso bueno. Que me la quieran bien y no a medias...
«Con el ejemplo de mis padres bastaba y sobraba, pues el señor, padre mío, era una persona bastante fría con mi madre, pese a que ella era un cielo de persona y murió por un virus que no se le descubrió a tiempo. Al dolor de la pérdida se sumaban los maltratos, especialmente una vez que mi papá me dio con un fuete porque, pese a que me levanté a las cuatro de la mañana, no tenía listo el desayuno y eso lo molestó. A los once años me fui a vivir con mi abuelo "el extranjero", él vivía en una casa hecha de madera hecha cerca del pueblo donde conocía mi adorada Marcia y bien podría considerarse como el punto de partida de la historia con la señorita.
El anciano era un artista, escribía y hacía pinturas, sus manos eran prodigios porque hacía cosas de madera tan increíbles y yo, desgraciadamente, no heredé nada de eso, solo el modo de hablar y conquistar el mundo únicamente con el don de la palabra. Además, mi abuelo, me contó en sus momentos más lucidos que la familia Salerno, nos ayudaría cuando se lo pidiésemos, pues en algún punto de la historia. Mi abuelo, Luca, tuvo que ver mucho para que los Salerno y la Organización, entraran a las costas de Latinoamérica.
Aquel elemento fue con el cual conquisté a la mayor de las hijas de la señora Franco, sin importar que me matasen porque ella era menor de edad y me tocara esperar unos años más.
Cabe señalar que, de igual manera, no iba a cometer un delito, aunque sí se veía como tal, y fue por eso que la esperé hasta cuando estaba en el último año de bachillerato para amar como deseaba.
Tras la pelea con su padre, ella se rebeló y decidió estudiar Administración de Empresas en la capital de Caldas, Manizales, donde nos encontramos por cosas de la vida y la existencia: ella con un vestido ancho con boleros, pelo suelto y tacones de plataforma, mientras que yo, como un dandi bastante organizado, ya estaba trabajando y cumpliendo mi primer año como abogado junto a Aurelio.
Él y yo estábamos dando que hablar abriendo ollas y desmintiendo las verdades del capitalismo, obviamente, del socialismo y, también, porque debíamos ser neutrales aprendiendo a congeniar con todos, pues eso fue lo último que le escuché a mi abuelo decir cuando llegué a la casa. Después de algún tiempo, cuando me avisaron que estaba muy enfermo, él quiso pasar los últimos días conmigo.
Al verme llegar, o sentirme hacerlo, Marcia me pregunta como toda una mujer curiosa:
—¿Quién era? —se estira como un gato para preguntar otra vez—. ¿De casualidad era esa vieja?
Estaba celosa y lo, note de inmediato, se refería a Mariela... Sus ganas de matarla eran tan evidentes, pero sabíamos que no era buena idea meternos en camisa de once varas, pese a que, conociéndola como la conozco, con pelos y señales, entendía que las cosas no se iban a quedar así. Y es que la situación llega al punto que Mariela y Marcia tendrán que encontrarse en algún momento, pues el pueblo de Manizales era una ciudad pequeña y, más en esos momentos, apenas estaban construyendo nuevos edificios, carreteras y demás edificaciones donde bien podrían cruzarse, sabía yo que no iba a ser nada bonito, pero era necesario, muy necesario.
—No, esa muchacha se desapareció de la faz de la tierra, como si supiera que yo estoy con usted —y ya empieza a reírse como una loca.
—Por fin entendió cuál es su lugar, la muy mujerzuela —sonrió con amargura—. Pero, dígame, ¿quién era entonces?
Pregunto más ávida de conocimiento que antes, por lo que yo me le arrimé sentándome al lado de ella para hablar y contarle.
—Su hermana, Amatista, la llamó para preguntar por usted y me contó que está embarazada —mi novia solamente se pegó en la cabeza muy sorprendida, no podía creerlo— También me dijo que su papá estaba enfermo, muy enfermo, y que tanto su hermana como su mamá son muy malas con ella.
—¡Que pecadito! —exclamó inmediatamente, quizá se sentía culpable por no estar con ella en ese momento e importarle cinco lo que pasaba con el papá, yo le entiendo perfectamente.
La cosa es que, en ese momento, no podíamos decir que nos íbamos a ir al pueblo y más sabiendo que en cualquier momento aparecería Benjumea. Lo más sensato era que ella se fuera sola, porque a mí me daba miedo dejarla machar, ya que el país estaba en plena Guerra Fría y no era muy conveniente viajar, más porque el Estado no daba garantías y la cosa es que no hay como organizar esto sin matar a alguien.
Frentes políticos, presidentes, abogados, gente de la farándula y todo el mundo que tuviera cierto poder se podría considerar enemigo del pueblo, pero, ¿quién subió a esta gente? El mismo pueblo.
Estas y otras preguntas son las que me hago todos los días. ¿Y por qué todo eso? Porque somos un pueblo sin memoria y volvemos a repetir lo mismo una y otra vez, siendo ahí donde me pregunto ¿estaría bien tener hijos y después nietos? No sabía qué preguntarle a Marcia, pero tenía la obligación de darle todo mi apoyo como "su novio", debía de proveer seguridad, por lo menos, y sensatez sobre eso es que no era tan sensata, demasiado emocional, demasiado diría yo. Indudablemente, aquello era lo que nos complementaba, dicen por ahí: que un loco tiene que estar con un cuerdo y eso era bastante ejemplar en nuestra relación.»
Alana, solo leía, tratando de entender por qué su alma y corazón, sin saberlo, eran de Daniel Hoyos y de Derek Borges aún más al escuchar a su abuela decir.
—Yo adore a su abuelo sin remedio... lo ame desde mi adolescencia, entregándome a él cuando recién cumplí mis 18 años.
—Puedo preguntar —la abuela sentada al lado de su nieta a la cual crio pudo asentir, sabía cuál era su duda. –abue, si mi "Pito", no se hubiese muerto, él me hubiera hecho conocer a mi Dan, ¿verdad?
—No, el abuelo, jamás nunca, la hubiera obligado a estar con alguien que usted no quisiese. Y la sabia que usted ama y amaba al joven Borges, a pesar de tener el trato con los Salerno.
La joven Marco volvió al cuaderno, pensando otras cosas.
—Y no estaría decepcionado, por las decisiones que ha estado tomando desde siempre, antes, al contrario, estaría tranquilo porque usted escogió su camino, solita. Como yo.
Eso hizo que se relajara y continuara leyendo.
—Los abuelos tratamos de remediar los daños con nuestros nietos, aunque no lo queramos aceptar. —Eso le partió un poco el corazón a la señorita Alana.
Recordando a una adolescente que amo a un chico lobo y que es una mujer con una herida inmensa de la cual nunca se arrepentiría. ¿Por qué arrepentirse si lo adoro como lo contaban las leyendas?
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