26. Luna Menguante: Ojitos verdes
De las estrellas y el firmamento
—¡Ay abuelo, si usted supiera! —Exclamó la dulce escritora sintiendo un apretón en su cadera, —ustedes no son tan Santos señoritos—se hizo la indignada... Definitivamente, era un encanto descarriado aquella muchacha—, tú me dejaste por miedo y estuviste en esa maldita a puesta con el pendejo de Montero —miró a Derek, algo sería y después señalo a Daniel —y tu padre y la maldita perra de tu ex me quieren matar.
Doña Inés y Marcia, esperaron una respuesta sensata y madura, pero solamente encontraron algo de mal chiste. —Ali, perdona a estos pendejos.
—Alana definitivamente tiene a esos dos muchachos a sus pies —dijo Inés con una voz extrañamente suave.
—No los tiene a sus pies, los tiene entre las piernas—doña Marcia miraba como si fuera una película cómica—y eso es más que suficiente para que esa muchacha gobierne durante mucho tiempo la vida de esos dos. —susurro con una sonrisa, antes de separar a la joven Alana de los chicos—están muy juntos, trío de niños, groseros.
Los chicos de inmediato se quedaron quietos, como tres niños juiciosos y aplicados, los cuales no tenían idea de lo que estaba pasando y lo que estaban haciendo porque los 3 habían aprendido a fingir bastante bien, cómo era adaptarse a la sociedad, sin ni siquiera darse cuenta de que a veces les valía madre lo que pasa alrededor.
«Casarse con alguien que fuese totalmente distinto y que realmente valorará su libertad, su empuje y su fuerza, porque si no iba a venir a jalarle las patas al tipejo en cuestión no iba a permitir que pasase lo mismo qué pasó con Greta y sus hermanas mayores.
Alana merecía alguien que la mirara y que le adorara tal y como lo que era una «niña diosa» No iba a permitir yo que después de tantas cirugías y de tantas cosas que sabía yo que iba a pasar la señorita presente le pasara algo más que un sufrir del corazón, por eso entiendo que Alana sería demasiado buena para el chico Daniel...»
***
Las páginas pasaban, hasta el momento en que Alana cumplió. Quince años
—miren chicos, aquí dice algo sobre mi cumpleaños, ese cumpleaños en que conocí a mí a lobo, todo elegante, todo bonito.
—¿Te parece que estaba elegante? —, preguntó Derek sorprendido, la verdad ese día estaba vestido lo más casual con pantalones rasgados, unos guantes maltrechos, también una camisa a cuadros de color negro y rojo
—Sabes que me gustaba la onda, de "Nirvana Forever" — eso hizo que rieran aún más—Para la Alana de ese momento, parecías un rey —de esta manera haciendo sonrojar a los chicos—. Tenía quince años y era la diferente del colegio
«31 de marzo del 2018
Y aquí estamos después de hartos años y hartas cosas sucedidas para con la señorita Alana besándole los pies, en sus 15 años... Conocía a mi gente, perfectamente bien y sabía que Alana no le gustaba estar en la iglesia, es que si a mí no me gustaba como podría exigirle algo así a la niña.»
(Palabras del señor, ¿son como proféticas?)
«Ver Alana, hablando con los chicos y más con dos hermanos era bastante interesante, pues no creía o no pensaba verlo, en esta vida. Ya que ver a la señorita siendo objeto de deseo así cómo así y de la nada, de repente se me volvió dificultoso, entender que mi hermosísima nieta iba a destronar el reinado de mi esposa, sobre todo de las mujeres más bonitas de todo Caldas, pues con los años Alana sería bastante bella, y yo tendría que calmarme a fuerza de lidia para "no ir a matar y comer muerto", no quería volverme como Francisco eso nunca sencillamente. Acontecía una cosa que me preocupaba, que era la llegada de Daniel Hoyos a la vida de Alana, recuerdo que lo había invitado, pero no tuve confirmación.
Ali podría ser una reina de belleza en esa silla de ruedas o podría ser la Emperatriz del Milenio de plata, según su anime favorito... Con ella me toco leer mitología griega y reírme de mi mala suerte, ya que después de los quince veremos un gran cambio, era interesante escucharla, hablar, expresarse y definitivamente, a pesar de que su movilidad no era la mejor, había sacado una gran imaginación y un gran porte para pensar y analizar. Esa niña tenía ideas locas en la cabeza, y por eso Genoveva, alejo a mi sobrina de Alana, tanto que, aunque vivíamos en el mismo pueblo, no se llegaron a ver, ni a despedirse cuando por una extraña razón la joven Jaramillo fue sacada del país.
Le pregunté a la Marcia a ver si podríamos ayudar a la niña, pero cuando lo íbamos a hacer su hermana y ella habían tenido una pelea del siglo, por algo que mi esposa no quería decirme y lastimosamente no pude remediar eso, recuerdo perfectamente cómo fue que alana había llorado se había sentido totalmente sola sin su primita... Pero yo sabía cuál era la razón del corazón dolido de mi nieta.
(Jonás, no me sorprendería nada que usted supiera lo que pasaba entre esas dos las apoyaba),
Alana creció como una flor de loto alrededor de muchas cosas horribles, y siendo quebrada y dañada muchísimas veces y no solamente por su padre, sino también por mí, por su abuelo. "Las cosas no se aprenden fáciles" eso fue lo último que le dije cuando la regañe por una discusión que tuvo con su mamá "las cosas buenas tardan tanto tiempo cómo escribir un libro" y allí en esa conversación y después que un muchachito de la familia Ríos fuera malo con ella, la joven decidió sin pensarlo en dedicarse a eso: a escribir.
Se la pasaba en esas, en el colegio, en las citas médicas y hasta a veces en la misa, esa cosa que nos hace reaccionar como borregos.
Recuerdo una tarde estaba leyendo en voz alta...
Era una voz cálida y pausada, parecía que estaba muy concentrada en lo que hacía esa niña, era mi orgullo»
Derek, quería morir de vergüenza, no obstante, era feliz. A la final él también fue parte de la vida de la joven desde siempre, pero siempre había algo punzante en el corazón el daño hecho a su hermano, David Cruz estaba profundamente enamorado de ella, en ese entonces de la mujer que ahora gobernaba y adoraba sus estrellas.
Daniel le tenía un poco de envidia a suegro- abuelo, que ahora entendía por qué su estúpido padre hacía lo que fuera para que él no conociera el resto de Caldas, el señor Hoyos le carcomía la cabeza, saber que su bastardo conociera alguien que, si lo protegería de él o como estaba pasando ahora, que se volviera enamorar de la "linda bebé" a la que ahora podía someter y amar como loco. Recuerda que ese día su padre lo inicio en el "negocio", impidiendo que fuera a la fiesta que lo habían invitado.
—Y por eso él me le dio esos cursos de gramática y de ortografía —, Marcia fue a su cuarto y le pasó su diario, el primero además de un cuaderno viejo y maltratado, Daniel, Derek y hasta doña Inés se encontraban maravillados. —Estos textos fueron los primeros que Alana Marco escribió.
—¡Mita! ¿Por qué me entrega esto? —estaba avergonzada, aunque fuese raro que pareciera Alana.
—Es bueno que sus "maridos" conozcan esa parte de usted, — esa palabra les hizo sonrojar —no vengan con que les da pena porque eso yo no se los creo.
—Mita —busco defenderse de su abuelita con la otra.
—Marcia tiene toda la razón—dejando en evidencia todo lo que le agradaba molestar a su nieta.
—Pero es que esa palabra es demasiado... no me gusta. —Entonces prefiere que llamemos al joven Borges como su "mozo" —en definitiva, esa palabra era peor.
Si las abuelitas podían ser sarcásticas y burlarse de ella, entonces ella lo haría sin pretensión y dificultades.
—Ellos son mis amantes —Marcia estaba sorprendida, era una descarada —básico, cuando yo me vaya a casar con Daniel, —señalo a Derek, con un poco de morbo— aquí el muchacho será mi amante, nuestro amante.
«Quisiera saber que es lo que pasa por esa cabeza» —pensó Daniel, para tomar las riendas de los pensamientos de su novia.
—Ali, Tranquila —susurro Daniel, recordando en donde estaban... en la casa de la abuela Marcia, sentados en un mueble rojo, mirando lo maravilloso que era tenerla sentada sobre él, además de ver ese vestido de tela delgada muy bonita de un estampado de flores, como ella trataba de bajarla para que sus abue, no los regañaran y él la movía para que se subiera... —ellas están bien con esto, qué era lo que realmente, le tenías miedo, ¿no? A no contar con el apoyo de ellas, ¿verdad?, sabes deberías darme clases de cómo convencer a los abuelos.
—Sí, lo sé... mis abuelas son alcahuetas y eso ya es sorprendente. Pero ahora que lo pienso es solo que me aman mucho —sonrió, mirándole directamente a los ojos, hablando suavecito, para prevenir que sus abuelas, escucharan lo que joven, Hoyos quería hacerle y ni hablar de Derek, ese en sus silencios, recordaba todas las piruetas que hacía con ella en aquel mueble rojo, cuando eran más jóvenes, más inocentes y menos capaces de entenderse, —pero lo que no saben es lo que tú me quieres hacer. Y si supieran tenlo por seguro que te echarían a palazos. —continuó hablando sin sospechar ese sentimiento bonito—. Debemos mirar cómo vamos a hacer con tu abuelito y con tus hermanos, por qué así podemos tener más fácil control sobre tu padre.
—Como siempre tú tienes toda la razón Alana, sobre como vamos a ser para que mi padre deje de molestar—beso un poco a la joven de una manera provocadora—. Tú me estás provocando con esas piernas que de verdad tienen una gran necesidad de ser marcadas por mi boca —le habló el pianista.— No te tomé con fuerza ayer.
—¿Que no hiciste qué? — dijo Alana escuchando con cinismo —te recuerdo quien no me quería dejar parar de la cama y quien me tenía amarrada de la cama.
Derek Borges, no solía meterse cuando ambos estaban ensimismados en su perfecta burbuja, pero teniendo en cuenta que estaban en un lugar público o bueno, con dos personas que no les gustaba la actitud de ellos, debería ser el adulto responsable, y medio regañarlos; sin embargo, tenía quejas claras que no valía regañarlos.
—¿De qué están hablando ustedes par de pervertidos? —Hablaba Borges, mientras se sentaba al otro lado del mueble, para subir las piernas de Alana a sus piernas. Se había retirado unos minutos para llamar a su abuelo y decirle que estaba en el pueblo y preguntarle si podía visitarlo, ya no pasaba tanto tiempo con sus abuelos porque pasaba más tiempo con Daniel y Alana, además de ver el nuevo proyecto que se estaba cocinando entre ellos y Jhon Caicedo. Una Editorial.
—Nosotros, de las ganas que tienen en cogerme —contesto de una manera tan segura, la señorita Alana los conocía muy bien y se conocía también bastante y no podía negarlo y no era justo negarlo —¿Si vas a ir a donde tu abuelo?
—Bonita, no lo sé, mi madre está en la casa —suspiró un poco mal. Esa señora le sacaría canas verdes, moradas. Más de las que la joven Marco ya les había dejado—y la verdad no la quiero ver. Después de todo mis abuelos tenían razón—Alana lo abrazo, sabía bastante bien que las relaciones con los padres de ellos eran peores que la relación que ella tenía con Isaías—es que si tus abuelitas no estuvieran aquí—los tres miraban a las ancianas antes cerca de la cocina, de que notaran la conversación tan sexual que tenían—te pondría en cuarto y te cogería dándote nalgadas, hasta que salga de ti toda esa miel que se está acumulando.
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