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25. Luna Menguante: Me llamas

La luna nos mira, sin querer mirar.

Daniel no podía con tanto, las estrellas con el universo se alumbraron como los ojos de Alana, frente a ellos y ahí en ese momento se configuró, se armonizó para qué Dan y Derek, fuesen recibidos con gusto en la familia de la chica, doña Inés, los abrazo, diciendo. Mientras que Alana estaba pensando rápido en esa situación no sabía como sentirse, hace unos años conoció la verdad y la había aceptado con todo y el desdén, pero al leerlo era un poco angustiante.

Marcia, conocía perfectamente el mutismo de su nieta, por ende decidió darle un poco de ánimos.

—Solo espero, que se amen y que se ayuden en todo —y por fin Alana estaba tranquila y confiada de todo... aunque no le quedaba duda que su abuelo, había educado a la mujer para Daniel, no para ser libre.

—Miren, muchachos. Yo conozco a mi gente, en este caso a mi nieta —Marcia acariciaba la cabeza de su Ali. Con una sola mirada comprendió todo —por eso nosotras y sobre todo yo, me ofrezco a ayudarlos. —trataba de no reírse de su abuelita, Alana conocía bastante bien a su abuelita y temía escuchar esa condición o el compromiso que pondría. —pero... —la joven la detuvo enseguida.

—Alana, usted y estos muchachos —Daniel y Derek, miraron a la adulta, un poco aturdidos —no pueden vivir juntos, hasta que usted se case con Daniel.

Las señoras conocían mejor a su nieta y por eso, aunque influían en demasiadas cosas en la vida de la escritora, tenían claro que ella iba a romper todo compromiso por tenerlos juntos... sabía que una era un acto disonante a lo que le habían enseñado, pero era una "Prueba falsa."

Lo que estas señoras no sabían era que Alana les había enseñado bien a sus amantes, es por eso que los dos tomaron un lugar en el sitio delante de la escritora, Daniel y Derek, también podían jugar a ese juego de niños de bien... como dice por ahí.

—Claro que sí. —sonrió Borges, tratando de sonar convincente —después de todo lo importante es velar por el bienestar de su nieta, la amamos mucho —explico emocionado —. Doña Marcia me conoce desde hace mucho y sabe todo lo que amo a su nieta. He cometido muchos errores, pero eso ya es pasado.

Ella solamente sonríe en una pequeña mueca —«Han aprendido bien»

Sin embargo, se sabía que ninguno lo iba a cumplir porque la verdad, eran un trío perfecto, los dos chicos eran un engranaje alrededor de una joya verde y esa definitivamente era Alana. 

Los jóvenes comprendían bastante bien que ya no tendrían oportunidad de la vida enamorarse todos los días de una misma persona, pues, la señorita Marco era el centro de su universo, se podría decir que era codicia, pero sinceramente era más allá de ese sentimiento, era una necesidad, si la necesidad de protegerla hasta de ella misma.

Es que ambos la vieron quebrarse de mil maneras, por ellos, por ella y por los otros y ahora entendían más al saber un poco de la historia de una de las señoras que tenían a la frente, doña Marcia era el claro ejemplo de tenacidad, fuerza y poder y de lo que posiblemente la joven escritora del año sería sin mirar cuál fue su repercusión en un futuro lejano.

Y si esos dos aprendieron a comunicar todo y a tenerle paciencia, sobre todo a ella.

Se dieron amor y se sanaron en todo lo que se debía, pues en definitiva era mejor una verdad real a una mentira de esas en las que Alana perdía la cordura, para siempre.

Sabían lo difícil que era ella cuando estaba de mal humor o quería gritar todo lo que los amaban y no podía, por el miedo a que les hicieran daño.

Daniel y Derek, se volvieron literalmente su soporte, pues comprendieron que ella sí era una granada, pero era la granada más fuerte y destructiva que ambos pudieron tomar en las manos.

Por eso "cumplir" aquel compromiso, se les hacía un chiste de mal gusto, pero conociendo a la joven escritora se lo haría cumplir, por lo menos entre besos y caricias, se comprometieron a estar con ella en todo momento, y en todo lugar si no pasaba algo extraordinario, algo que podría desear no vivir otra vez porque, aunque la situación era un poco tóxica bueno es que eran ellos o eran ellos, no había demás.

Ya no podrían herir de más, eran de una forma poética, eran fuego, calor y amor incansables.

***

(cof, cof... unas nietas... más rebeldes que su abuela. ¡Quizás!)

«El padre de Aurelio, guardo silencio aún más cuando me senté al frente de él, obviamente el respeto estaba todavía, pero en ese instante estábamos en una igualdad irrompible, éramos abuelos.

—Jonás, ¿cuéntame en que puedo ayudarte?

Saque el testamento, la carta, además del preacuerdo matrimonial—, quiero que usted me ayude a destruir a su hijo...—el doctor, suspiro con amargura, sabía que decirlo era el primer paso para hacerlo—sé que ese niño en la sala, es el futuro Heredero de la familia Salerno y por la mujer que lo estaba cargando debe de ser su mamá.

—Lo sabes, ¿cierto? —asentí, él no pudo disimular lo angustiante que era saber eso—dime que quieres.

—Quiero que mis cosas, la parte del bufete de abogados, los negocios a mi nombre y la distinción que tengo en la familia Salerno, se los pasen a Alana Marco Casanova. Mi nieta mayor.

—No sabía qué tenías una nieta pequeña. —el más adulto sonrió, feliz, le encantaban los niños.

—Y tengo una propuesta —El jefe de la familia Salerno, me miro y espero a que yo hablara —quiero que mi nieta y el pequeño que está en la otra habitación se casen. Es mejor que todo quede en casa, ¿no? —sabía que debía de tenerle respeto —, y quiero que si a mí o mi esposa, nos llega a pasar algo, usted se encargue.

—Lo haré, Jonás Casanova. Ahora bien, ¿en dónde se encuentra la princesa?

Sabía que las mujeres de mi casa, me matarían, pero es algo que hice para proteger a ambos bandos, aunque quizás cuando les comente la razón entenderán. Después de aquello me retiré con los papeles firmados y todo lo que pudiera acontecer frente a esta nueva situación que estábamos a punto de vivir.

Unas horas más tarde en el hospital, me encontraba con las tres mujeres más importantes que tengo, a la pequeña Alana ya le habían desconectado de algunas cosas, eso me ponía mucho más tranquilo.

Habíamos quedado que, después de las tres de la tarde, nos veríamos en aquel sitio, lo primero que vi al encontrarnos fue a don Daniel cargando al niño de ojos azules muy similar a Aurelio y me saludó con unos aparatos en sus piernas y en su mano, aquello me dolió hasta el alma.

—¡Hola!, mucho gusto —El niño tenía un bracito que se podía ver sin una movilidad normal—mi nombre es Dani.

——Mucho gusto Dani, soy Jonás, y soy abuelito de la bebé que está en la incubadora—. Estaba sorprendido, pues la facilidad de hablar de aquel niño de cuatro años me hacía entender que era muy inteligente a pesar de su condición física y eso le dio mucha más tranquilidad a mí que adulto soy responsable de ellas.

—¿Puedo conocerla? —habló el niño, era realmente un amor de ser y yo lo cargué en la habitación. —Hola bebé—saludó el pequeño.

—¿No te parece que es una niña muy bonita? —, preguntó.

—Sí, don Jonás... me gustaría abrazarla. Pero sé que no puedo porque está enfermiza, me gustaría verla y conocerla cuando sea más grande, ¿puedo invitarla a un helado?

—Claro que sí, cuando quieras puedes irnos a visitar y conocerla y jugar con ella —Hablé cargándolo con el permiso de su abuelo para que conociera a la niña. Con entusiasmo porque Alana merecía conocer a más personas como ella, para entender y tener más fuerza de voluntad en lo que iba a pasar más adelante... — de pronto más adelante, Ali sea tu amiga»

***

Mientras que Alana leía, Daniel recorría algunas cosas de su infancia y que realmente hacían el cambio, ante lo que el abuelito de Alana estaba contando y lo maravilloso que se sentía tener al frente de él, ese amor bonito.

(Don Jonás, esa no va a hacer solamente la amiga de Daniel, será la mujer que destruirá a Francisco en su nombre. Y todos digamos amén.)

—¿Cómo pude olvidarte? —Reaccionó Daniel abrazando totalmente a la chica, la joven era tan chiquita que podía atraparla con todo su cuerpo— ¡Dios mío!, doña Marcia, he amado a su nieta desde hace mucho más —dijo soltando algunas lágrimas.

Y una satisfacción grande se hizo entre ellos.

—Y ¿mi helado? —Preguntó la mujer joven Sentándose descaradamente en las piernas de Daniel sin más remedio que aguantar la risa al ver cómo sus abuelitas no estaban muy felices con la actitud de la jovencita, pero entendían que era algo que no tenía remedio, ella con ellos era una pervertida.

Entonces el joven sonrío diciendo algo muy por fuera de contexto, pero para que las otras mujeres no escucharan y no ocurriera escándalo mal buscado. El chico de ojos azules dijo en el oído de la joven—. Obvio que te daré un helado de dos leches y me pedirás más, cuando el helado este dentro de ti, dentro de tu boca... eso sí que te gusta, ¿verdad? —apretó su muslo, dejándole una marca de su mano.

Y los ojos de la señorita brillaron con intensidad, y deseo de una forma grata. En definitivamente se lo hubiera comido ahí, pero no, estaba con sus abuelas y no quería tener problemas con ellas, no todavía.

—¡Daniel Ricardo! —grito un poco duro y un poco con vergüenza —como se te ocurre decir eso. Mis abuelas están acá —estaba fingiendo, pues de solo imaginarse ser tomada por ambos tan duro como se le hiciese posible, le encantaba y no le daba miedo.

Y en esta parte de la situación que estaba viviendo, la señorita escritora se había dado cuenta de que el destino era de verdad y que existía como lo hacía ella, aunque toda la vida supo que había alguien para ella, pensó, que era Derek... pero en este caso la dirección que tomaba su propia vida era de lo más grandioso de todo.

—Eso espero, Dan. —susurró después de que sus abuelas se distrajeran.

***

«Y bueno, ya que todo, se encontraba en tensa tranquilidad, empezamos con sacar los papeles de la notaría, me pidieron una carta en donde hablará, más allá de las cosas materiales... deseaba que ella fuese tan fuerte para serle frente a los hombres que vinieran, también al Troilo de papá.

—Espero que tu nieta, esté mejor, la verdad es una bebé muy bonita —habló el papá de Aurelio quien, desde la muerte de mi amigo, había optado por vestirse de color blanco...

—Eso espero, mi niña merece ser feliz, sin tanto enrollo pendejo —hable demasiado claro—cuide a este niño —le dije de vuelta sosteniendo al pequeño Daniel.

—Lo haré o, mejor dicho, trataré con todo lo que tengo. Hacerlo —sonreí, pues sabía que así sería. Lastimosamente, sería difícil, pero para nada imposible, el niño Daniel era bastante extrovertido, habló con Gretta y realmente me encantó que fuese un niño tan distinto a lo que normalmente iba a rodear a mi hermosa nieta.

Lo siguiente que iba a pasar era qué íbamos a hacer era que las cosas mías y las cosas de la familia, mis bienes indiscutiblemente iban a pasar hacer de ella de Alana, pero para dejársela un poquito más difícil y que evolucionará decidí ponen una condición, que de pronto se le iba a ser difícil o tal vez no... Pero antes Marcia me miro con ojos de interrogación y a mí se me enfrió hasta el cerebro.

—¡Jonás Casanova Alba, ¿me puede decir que hacía el padre de Aurelio aquí?!—, me pregunta mi mujer

—Hice el testamento y hable con Daniel, para que me ayude a ordenar algunas cosas»

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