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Capítulo 13

Según los conocimientos teóricos adquiridos sobre el Arte de la Cama en todo el tiempo que llevaba en ese mundo, Jimin sabía muchas cosas. Había presenciado de primera mano incluso ceremonias de algunos lunasios al culminar las enseñanzas, su ahora esposo había esclarecido muchas de sus dudas, pero todo fue muy diferente en su caso. Para comenzar, el hecho de ser humano ya cambiaba muchas cosas. Ese fue tal vez el motivo por el cual las cosas no fueron como él esperaba.

Hasta el momento, algunas se sintieron menos mágicas y otras, simplemente sobrepasaron sus expectativas. Por un instante sentía el tiempo volar deprisa y después, fluir lente como un riachuelo calmo. Todo estaba en constante contraste, pero a decir verdad, él no se percató de la mitad de las cosas que pasaron después de la primera vez que tuvo intimidad con Yoongi. Como parecía ser costumbre desde que llegó a Luna Dorada, él perdió la consciencia y dio en sí días más tarde. Eso de que el tiempo pasaba volando era una analogía que nunca sintió tan cierta.

El primer rostro que vio al despertar fue el de su esposo, quien lo observaba con cierta preocupación, sonriendo una vez que sus miradas se encontraron. Tras cerciorarse que estaba bien, procedió a cambiarle los filtros de la nariz, boca y oído, ya que tenía cambiarlos regularmente para asegurarse de su buen estado, de eso dependía la salud de Jimin en su mundo.

— ¿Cómo te sientes, mi Atemin? — Elevando la comisura de sus labios, Jimin se incorporó, asintiéndole, confirmándole sin necesidad de palabras que se encontraba en perfectas condiciones. — Eso me alegra. — Respondía mientras acariciaba su cabello. — ¿Crees que puedas levantarte?

— Puedo, estoy perfectamente bien, Minrey.

— De acuerdo, entonces vamos a uno de los salones, es bueno que ahora camines un poco, pero también debes guardar energía para los siguientes días.

— ¿Qué ocurrirá en los siguientes días? Por favor, no me digas que nuestra luna de miel serán puros entrenamientos. — Yoongi rodó los ojos, mas no pudo evitar reír.

— No es eso. — Frente a esto, el terrestre suspiró aliviado. — Te sobrecargaste de energía y a tu cuerpo le tomó algunos días procesarla, además de también tener que comenzar a mutar varias partes internas. Es un proceso un poco más largo para ti. — Jimin asintió una vez más, recordaba todo lo que le habían explicado y advertido antes de la boda, de su unión. — Y todo esto sin haber cerrado el lazo aún.

— Lo cerramos. — Bueno, sus recuerdos estaban un poco difusos. — ¿No está cerrado? —preguntó Jimin, algo confuso. Recordaba haber leído sobre los lazos en los textos que había estudiado, pero había tanta información que algunos detalles le habían pasado desapercibidos.

Yoongi negó lentamente, sus ojos mostrando una mezcla de comprensión y paciencia.

— No lo hicimos, yo te hice el amor, entré en ti, pero tú no has entrado en mí. Para que nuestro lazo esté completamente cerrado, ambos debemos entrar en el otro —explicó con delicadeza—. No es suficiente con que yo haya entrado en ti; tú también debes hacerlo en mí. Es una reciprocidad que simboliza la igualdad y el compromiso total entre nosotros.

Jimin parpadeó, recordando vagamente haber incluso escuchado sobre eso, pero en ese momento, casi lo había pasado por alto, como un dato menor. Sin embargo, ahora, con Yoongi frente a él, se dio cuenta de la importancia de ese aspecto en su unión.

De repente, otra mezcla de recuerdos y sentimientos inundó la mente de Jimin. En la Tierra, siempre había asumido un rol pasivo, acostumbrado a recibir en lugar de dar, especialmente en el ámbito íntimo. Tenía poca experiencia en lo que Yoongi le estaba pidiendo ahora y la idea de hacerlo le parecía tanto extraña como intimidante. Yoongi, percibiendo la tensión y la duda en los ojos de Jimin, sonrió de forma tranquilizadora, acariciando suavemente su mejilla.

—No te preocupes por eso, Atemin. Lo harás bien — comentó con voz firme, pero reconfortante—. No hay prisa, y si después de cerrar nuestro lazo decides que prefieres no hacerlo de nuevo, eso estará bien. Podemos seguir como estamos.

Las palabras de Yoongi, llenas de comprensión y paciencia, aliviaron un poco la preocupación de Jimin. Pero aun así, no podía evitar sentirse un tanto nervioso ante la idea. No era solo por la falta de experiencia, sino también por la importancia del acto, sabiendo que cerraría su lazo con Yoongi de una forma que iba más allá de lo físico. El terrestre tomó aire profundamente, intentando calmar su mente. Sabía que confiaba en Yoongi, y eso era lo más importante en ese momento.

¿Por qué lo estaba pensando tanto?

Jimin no solía pensar tanto en ese tipo de cosas, lo que pasara y fluyera en el momento estaba bien. Al parecer, el estar recién levantado, unido a Yoongi, en otro punto, estaba haciendo cosas en su mente. Suspiró una vez más y sonrió, aceptando la caricia de su esposo en el dorso de su mano.

—Gracias, Yoongi —susurró Jimin, apoyando su frente contra la de él—. Solo necesito un poco de tiempo para acostumbrarme a la idea y a todas las cosas que me están ocurriendo ahora mismo.

—Tómate todo el tiempo que necesites, mi hombrecito terrestre —respondió Yoongi con suavidad—. Estoy aquí para ti, siempre.

Jimin asintió, sintiendo cómo el apoyo de ese hombre considerado extraterrestre en La Tierra, le daba la confianza y paz que necesitaba para enfrentar este nuevo aspecto de su relación y todos los retos que se avecinaban. Sabía que, aunque el camino por delante podría ser complicado, lo recorrerían juntos, como iguales y compañeros, dispuestos a enfrentarse a cualquier desafío que Luna Dorada les presentara.

El día continuó con la siempre inesperada llegada de dos figuras al palacio. Jimin estaba sentado en el salón principal, tratando de asimilar todos los cambios recientes en su vida, cuando las puertas se abrieron de par en par y entraron dos personas que, a simple vista, irradiaban una energía similar a la de Yoongi. Eran los dos hombres que procrearon al suyo, uno con una presencia imponente pero cálida, y el otro con una sonrisa suave que le recordaba mucho a su esposo.

— ¡Mi Agustus finalmente se ha unido a su alma gemela! — Exclamó con júbilo el hombre de la sonrisa suave mientras se acercaba a Yoongi con los brazos abiertos.

— Mafa, Fada — respondió Yoongi con respeto y afecto, inclinándose ligeramente antes de abrazarlos.

Jimin observó la escena con una mezcla de sorpresa y nerviosismo. No esperaba visitas, y menos aún de la familia de Yoongi. Pero lo que más lo desconcertaba era la actitud del mafa, quien parecía estar a punto de estallar de emoción. Ese sujeto siempre le había dado miradas de pocos amigos, se había mostrado distante y hasta cierto punto frío. Sin embargo, parecía que lo habían cambiado de un momento a otro.

— Fue tan bonito verlos unirse, casi lloré — espetó el mafa con una sonrisa radiante, mirando a Jimin con ojos no muy llenos de cariño, pero todavía cálidos. En comparación con el trato de ante, este parecía estar bañado en miel, aunque en Tellus todavía podía ser considerado algo distante y casi frío.

Se debía señalar algo y esto era que no fue el repentino cambio de actitud aquello que más sorprendió a Jimin. No, lo que lo tenía todavía procesando fueron las últimas palabras del mafa de su rey. ¿Verlos? Una vez más, el terrestre parpadeó, sintiendo que el calor subía a sus mejillas.

—¿Ver... vernos? — Su voz tembló ligeramente, temiendo la respuesta.

—Sí, sí. — El mafa asintió con entusiasmo, sabía que el telluano todavía no sabía muchas cosas, por lo que al ver su confusión, procedió a explicarle. — Es un vínculo único que tenemos los mafas con nuestros hijos. Desde el momento en que los concebimos en nuestro vientre, una parte de nosotros siempre permanece conectada a ellos. Y cuando se unen a su alma gemela... bueno, podemos ver ese momento tan especial. Esto es algo que solo ocurre con los descendientes de la realeza, claro está. —Añadió con una risita.

Jimin sintió que sus piernas flaqueaban a pesar de estar sentado. La idea de que el padre de Yoongi los hubiera visto en un momento tan íntimo lo dejó completamente desorientado. ¿Cómo era posible algo así? ¿Verlo? ¿Realmente lo vieron follar con Minrey? Se llevó una mano a la frente, intentando procesar la información. Yoongi, notando el evidente desconcierto de Jimin, se acercó y le tomó suavemente la mano.

— No te preocupes, mi amor. Tu pudor sigue intacto — le comunicó, con una sonrisa tranquilizadora. — Únicamente lo vio mi mafa. Nadie más.

—¿Únicamente? — Repitió Jimin, todavía abrumado. — ¿Te parece poco?

Yoongi rio suavemente, inclinándose para darle un beso en la frente.

— No tienes de qué preocuparte. Para mi mafa, fue como revivir el momento en que me trajo al mundo. Es un vínculo muy especial entre nosotros.

El mafa asintió con un rostro mostrando evidente diversión. — Así es, querido. No hay nada que yo no haya visto antes — dijo con un tono juguetón, tratando de aliviar la tensión.

¡Maldición! Había protagonizado un porno para sus suegros y ni siquiera se había dado cuenta. ¿Qué retorcida situación extraterrestre era esa? Jimin no pudo evitar frotar su rostro con frustración, mirando incrédulo a su esposo que parecía no haber escuchado lo mismo que él. El fada de Yoongi que siempre estaba callado, se acercó para sonreírlo y Jimin no tuvo más que fingir sonreír también, como si estuviese lleno de ternura por la situación, aunque todavía sentía un leve atisbo de vergüenza. Sin embargo, cuando Yoongi le pasó un poco de energía, sintió cómo el alivio inundaba su cuerpo, estabilizándolo. Respiró profundamente, sintiéndose más tranquilo.

— Bienvenido a la realeza y a la familia, Atemin — habló el fada con una sonrisa cálida, rompiendo la leve incomodidad que quedaba en el aire.

—Gracias... Es un honor estar aquí — respondió Jimin, inclinando la cabeza con respeto.

A pesar de la inusual bienvenida, Jimin sintió que había encontrado un hogar en Luna Dorada, uno donde la conexión entre los seres queridos trascendía lo físico y lo terrenal. Y aunque la idea de ese vínculo aún lo desconcertaba un poco, sabía que estaba rodeado de amor y comprensión por parte de su esposo.

El ambiente en el salón, que había estado impregnado de una mezcla de alegría y afecto, comenzó a cambiar cuando el mafa de Yoongi, con una expresión de seriedad que contrastaba con su actitud anterior, se dirigió a su hijo.

— Ahora que están unidos, deben apresurarse para darle un heredero al reino — dijo, sin rodeos, cruzándose de brazos con un aire de autoridad.

Yoongi, que había mantenido una sonrisa hasta ese momento, se tensó al escuchar esas palabras. La atmósfera se volvió más densa, y su mirada, normalmente tranquila, se endureció.

—No empieces con eso, mafa — respondió con un tono seco, casi cortante. — Todavía no sabemos si eso funcionará. Jimin es de otra especie y su cuerpo aún está en mutación. No puedes presionarnos por algo tan incierto.

Jimin estaba listo para una respuesta que sus propios padres hubiesen tildado de grosera, pero para su sorpresa, Yoongi parecía estar tomando todo más tranquilo que otras veces. Al menos no les había recordado que a él no se le daban órdenes, lo que mostraba que tenía deseos de llevar la fiesta en paz. La fricción entre padre e hijo siempre era palpable; ahora se estaba creando una tensión que parecía al borde de estallar. El mafa, aunque había mostrado una faceta amable ese día, tenía un carácter duro y poco flexible. Pero Yoongi, con su propio temperamento fuerte, no estaba dispuesto a ceder, especialmente cuando se trataba de Jimin.

— El reino necesita un heredero, Agustus. Es tu deber y el tiempo apremia — insistió el mafa, su voz impregnada de la autoridad que sólo un padre acostumbrado a mandar podía poseer.

—Es fácil para ti hablar cuando no debes, ¿verdad, Atamin? — Oh, Jimin había celebrado en su cabeza un poco antes de tiempo. Yoongi replicó con un brillo peligroso en los ojos. — Pero estás haciendo comentarios no pedidos o autorizados por tu rey, si estuviese pidiendo tu consejo, lo hubiera dejado claro. Esta es nuestra vida, nuestro futuro, y Jimin no es un simple medio para un fin.

Jimin, sintiendo cómo la tensión aumentaba con cada palabra, intervino rápidamente, colocando una mano suave en el brazo de Yoongi.

— Por favor, no se peleen — comentó en un tono conciliador, mirando a ambos hombres. Apenas estaba en su fase de luna de miel, no quería problemas. — Estoy seguro de que todos queremos lo mejor para el reino... y para nosotros mismos.

El mafa y Yoongi se quedaron en silencio por un momento, intercambiando miradas intensas. Fue Jimin quien logró romper el hielo, su presencia y palabras suavizando lo que podría haberse convertido en una confrontación mucho más seria. Finalmente, Yoongi suspiró, pero no sin una última chispa de desafío en su tono.

— Mafa, Fada, tenemos cosas que hacer. Agradezco su visita, pero creo que es mejor que se marchen por ahora. Cuando todos los ritos y ceremonias estén terminadas, les daré aviso para que se vuelvan a presentar en el palacio. Hasta entonces, espero que se mantengan lejos.

El mafa apretó los labios, claramente no satisfecho, pero no dijo nada más. Con una ligera inclinación de cabeza, él y el fada se despidieron de manera formal, y Jimin les devolvió el gesto con cortesía. Cuando los antiguos reyes cerraron las puertas y los actuales se quedaron solos, Jimin se volvió hacia Yoongi, sus ojos llenos de preguntas.

—¿Por qué no les dijiste que yo, como hombre humano, no puedo concebir? — Indagaba Jimin con suavidad, buscando entender la situación.

Yoongi se tomó un momento antes de responder, pasando una mano por su cabello en un gesto de frustración contenida.

— Todo esto es... Es un asunto muy importante para el reino, Jimin. Necesitamos un heredero y nadie estará contento si les doy una respuesta definitiva, si anuncio que no habrá un heredero de mi parte. Kore no está presente y sin ella, Hedas es el siguiente en el trono. — No quería pensar en todos esos problemas, no ahora. — Todo está muy reciente... — Dijo con un tono más suave, pero cargado de preocupación.— Y no podemos descartar la posibilidad completamente después de todo. Eres el primer humano casado con un lunasio. No sabemos cuánto puede llegar a cambiar tu cuerpo en realidad.

Por mucho que cambiara, seguiría siendo un hombre terrestre, pero Jimin no dijo nada, no quería matar por completo las esperanzas de su esposo. En cambio, asintió, comprendiendo la gravedad del asunto. El peso de la responsabilidad que recaía sobre Yoongi era enorme, y ahora, sin saberlo, también recaía sobre él. Decidió no insistir más en ese momento, en lugar de eso, rodeó a Yoongi con sus brazos, buscando confortarlo.

— Sea lo que sea que pase, lo enfrentaremos juntos — susurró el telluano, apoyando su cabeza en el pecho de Yoongi.

El rey relajó sus hombros y abrazó a Jimin con fuerza, sintiendo cómo su tensión se desvanecía, aunque fuera solo un poco.

—Juntos — repitió Yoongi, su voz volviendo a su tono habitual, lleno de calidez y determinación.

+++

Al principio, Jimin no sintió mucha diferencia tras su despertar. Aunque sabía que su vida había cambiado radicalmente, su cuerpo parecía seguir siendo el mismo. Sin embargo, en los días siguientes, empezó a notar pequeños detalles que le recordaban las palabras de Yoongi sobre los cambios que podría experimentar.

Primero, comenzó a sentir una ligereza en su cuerpo que nunca había experimentado antes. Se movía con una facilidad sorprendente, como si el peso de la gravedad en Luna Dorada no afectara su cuerpo humano de la misma manera. Incluso correr se sentía más como flotar, y saltar era como deslizarse por el aire. Su velocidad al caminar o correr había aumentado significativamente, lo que le permitió recorrer los vastos pasillos del palacio en un abrir y cerrar de ojos.

Su fuerza también había aumentado, aunque en un inicio no lo notó de inmediato. Fue solo cuando, sin esfuerzo, levantó un pesado jarrón de mármol para cambiarlo de lugar, que se dio cuenta de que su capacidad física había mejorado. Sus reflejos eran increíblemente rápidos; al intentar atrapar un objeto que se caía, sus manos se movieron antes de que su mente procesara el hecho de que algo estaba en caída libre.

Además de estos cambios físicos, sus sentidos se agudizaron. Su vista se tornó más nítida, permitiéndole observar detalles en las distancias más lejanas. Los colores eran más vibrantes, los contornos más definidos, como si hubiese estado viendo el mundo a través de un filtro opaco toda su vida y, ahora, por fin lo veía en su plena gloria. Su olfato también se volvió más sensible, permitiéndole detectar los aromas más sutiles, como el perfume de flores lejanas o el olor metálico de la sangre en el campo de entrenamiento. Su piel, al igual que sus otros sentidos, se volvió extremadamente receptiva, sintiendo cada textura, cada cambio de temperatura, con una intensidad desconocida.

Con estos cambios vinieron nuevas responsabilidades. Como esposo del Atemin, Jimin debía participar en varias ceremonias y ritos que eran fundamentales para mantener el equilibrio en Luna Dorada. Una de sus tareas principales era acompañar a Yoongi en las ceremonias lunares, donde su mera presencia como consorte humano se consideraba un símbolo de unión entre los mundos. Además, debía aprender las costumbres y tradiciones de su nuevo hogar, un proceso que incluía tanto estudio como práctica.

Otra de sus tareas era presidir, junto a Yoongi, las reuniones del consejo de ancianos, donde se discutían los asuntos más importantes del reino. Aunque su papel al principio era principalmente observar y aprender, con el tiempo se esperaba que aportara su perspectiva única como humano, lo cual podría ser clave en las decisiones que afectarían a toda Luna Dorada.

Por último, pero no menos importante, sus entrenamientos...

Jimin jadeaba, sintiendo cada músculo de su cuerpo arder mientras intentaba mantener el ritmo en el entrenamiento que Yoongi le había impuesto. El sudor parecía escarcha en su frente, y sus piernas temblaban ligeramente, pero no se permitió detenerse. Sabía que este entrenamiento no era solo una prueba de fuerza física, sino también de voluntad.

El rey se movía con una agilidad y precisión que siempre dejaban a Jimin asombrado. Cada golpe que lanzaba, cada esquiva, cada bloqueo, eran ejecutados con una perfección que solo podía venir de años de experiencia y disciplina. Sin embargo, a pesar de la disparidad en habilidad, Jimin había logrado mantenerse en pie, resistiendo y devolviendo los ataques lo mejor que podía.

Finalmente, tras un último intercambio, el Atemin se vio obligado a retroceder, sus rodillas cediendo ante el agotamiento. Yoongi, con un movimiento rápido y fluido, se colocó detrás de él, envolviendo su torso con un brazo y sujetándolo antes de que pudiera caer por completo.

— Lo hiciste bien —murmuró Yoongi con una voz baja y profunda, la respiración aún controlada, a diferencia de la de Jimin que estaba agitada. — Has mejorado mucho, Atemin. Estás listo para un entrenamiento más fuerte.

Jimin alzó la vista, encontrando la mirada penetrante de Yoongi sobre él. No pudo evitar un gemido de protesta, agotado y algo frustrado.

—¿Más fuerte? — Jadeó el menor, todavía intentando recuperar el aliento. — Apenas logré seguirte el ritmo esta vez y ya quieres subir la dificultad. ¿Es en serio? ¿Esto es un plan para quedar pronto viudo?

Yoongi no respondió de inmediato. En cambio, una sonrisa lenta y peligrosa se extendió por su rostro, un destello travieso en sus ojos que hizo que el corazón de Jimin latiera con fuerza. Con una suavidad engañosa, se inclinó hacia él, sus labios rozando los de Jimin en un beso lento y profundo que hizo que el cansancio del entrenamiento se desvaneciera momentáneamente. El terrestre sintió cómo las manos contrarias descendían por su espalda, hasta que una de ellas se cerró con firmeza sobre su trasero, apretándolo con una mezcla de posesividad y deseo.

— Aún tenemos entrenamientos por delante, mi hombrecito terrestre — susurró contra sus labios, su tono seductor y cargado de promesas. — Pero antes de eso, hay otras cosas que debemos terminar. — Mordió su cuello, luego sus labios mientras acercaba sus cuerpos. — Es hora de cerrar nuestro lazo.

El calor subió por el rostro de Jimin al escuchar esas palabras, sus ojos abriéndose ligeramente al entender lo que Yoongi insinuaba. El cansancio que sentía hace unos instantes fue reemplazado por una mezcla de anticipación, nerviosismo y excitación. Aunque lo sabía desde hace tiempo, escuchar a Yoongi decirlo con esa firmeza y certeza hizo que todo pareciera mucho más real.

Jimin tragó saliva, sintiendo cómo su pulso se aceleraba.

—Yoongi... —empezó a decir, su voz apenas un susurro.

Yoongi lo interrumpió con otro beso, esta vez más exigente, pero aún lleno de la suavidad que caracterizaba sus caricias hacia Jimin. Cuando finalmente se separaron, Yoongi lo miró directamente a los ojos, sus manos aún firmemente sujetas en su cintura.

— No tienes que preocuparte — murmuró el luniano, su voz llena de confianza y determinación.— Lo haremos juntos, como siempre. Confía en mí.

— Oh, si no me preocupo, he tenido el tiempo suficiente para pensar en todas las cosas que quiero hacerle a este... — Apretó él esta vez con fuerza el trasero del lunasio. — A este delicioso culo.

💜💜💜

No puedo creer que una vez más, después de eones, haya podido escribir un nuevo capítulo para esta historia. No podía sentir la emoción en mis últimas actualizaciones, sentía que Luna Dorada carecía de la magia de Amor Lunar. No me gustó el capítulo 12 y luego de eso muchas cosas pasaron, entré en bloque de escritor, pero aquí estoy de regreso. Para las personitas que todavía leen esta historia, espero que disfruten este capítulo.

LORED

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