Nueva familia
Edward subió la escalera lentamente. Esa casa le recordaba a aquella en la que vivió cuando era niño, junto a sus abuelos. Pero todas esas casas se parecían.
Entró al cuarto de John intentando no hacer mucho ruido. Era muy pequeño, pero ordenado y limpio. Había un armario en la pared detrás de la puerta, mismo que abrió para elegir un poco de ropa para su nuevo cuerpo.
Las prendas estaban organizadas por tipo y por color. Edward sonrió, era como estar viendo su propio armario, excepto por el tono festivo de algunas telas, ya que él tendía a ser un tanto monocromático. Siempre le gustaron los tonos oscuros, grises, negros o azules.
Abundaban ahí los pantalones de mezclilla.
-La llave del agua caliente es la de la izquierda -le informó Will, quien por la sorpresa lo hizo sobresaltarse.
-Gracias, Will.
-Deberías llamarme papá, ya sabes, para que nadie sospeche que eres un usurpador de cuerpos.
-No pienso quedarme mucho tiempo.
-¿Qué? ¿Piensas irte?
-Sí. Tengo que irme. Tengo un hijo y necesito estar con él.
-¿Tienes un hijo? ¿Qué edad tiene?
-Está por cumplir los venticuatro.
-Ya es un adulto. No creo que te necesite demasiado. Deberías quedarte.
-Tal vez soy yo quien lo necesita a él. Así como tú necesitas a John.
-Creí que te quedarías -comentó con tristeza.
-Lo siento, Will, de verdad no puedo.
-Solo viniste para llevarte el cuerpo de mi hijo ¿no? ¡¿Qué tal si no te lo permito?! ¡¿Qué tal si les digo a todos que eres un usurpador?! ¡Empezando por ese reportero que te quiere entrevistar!
-Me iré de todas formas. Will, mi hijo está en peligro, por eso hice esto. Necesito protegerlo ¿Entiendes?
-¿Cómo lo hiciste?
-Con la ayuda de alguien.
-¿Por qué elegiste a mi hijo?
-Porque estaba disponible.
-¿Y te está gustando?
-¿Qué pregunta es esa? Creo que... Es un... buen cuerpo.
-Siempre fue muy saludable. A veces fumaba, pero lo dejó. No tenía ningún vicio que yo supiera. Era un gran muchacho -la voz se le quebró al terminar esa última frase.
Edward no pudo evitar conmoverse y le dio un abrazo.
-Haré buen uso de este cuerpo, te lo prometo, no tendrás queja de mí.
-La ropa interior está en aquel cajón.
Informó antes de salir.
Al meterse a bañar, buscó un rastrillo, pero decidió conservar la barba un poco más, al menos mientras estuviera cerca de Will para permitirle conservar a su hijo un poco más de tiempo antes de quitárselo de forma definitiva. También necesitaba con urgencia una manera de comunicarse con Gil, pero había un problema: No tenía idea de cómo hacerlo.
En su habitación, Wilson echaba de menos a Edward. Había pasado más de una semana desde la última vez que habló con él y era deprimente que la única persona con la que se sentía en confianza, era el fantasma del marido de su patrona. Deprimente y patético, pero así era.
Belél, como un gesto de amabilidad, se le manifestó en ese momento y una hermosa y exótica mujer africana apareció frente a Frederick.
-¿Edward?
Belél estalló en una carcajada ante esa idea.
-Claro que no. Mi nombre es Belél.
-Belél, claro, la mujer con la que él siempre habla... Al fin nos vemos, señora.
-Hola Frederick.
-Sabe mi nombre.
-Cuando escuchas a Edward quejándose y haciendo berrinches al menos cuatro veces al día, empiezas a conocer a la gente.
-¿Y dónde está? ¿Le ha pasado algo? Si es que eso es posible.
-Edward está bien, pero no volverá.
-¿Por qué?
-No como lo has conocido hasta ahora. Digamos que él ha trascendido de alguna forma y no regresará.
-¿Fue por lo que pasó? ¿Porque se adueñó de mí? Vaya, eso no sonó bien...
-En parte. Pero no te preocupes, él está bien y te envía saludos.
-Estoy confundido. No sé si estar triste o feliz por lo que me dice.
-Dime Frederick ¿Quién es Edward Green para ti?
-Es...es... No sé cómo catalogarlo.
-¿Amigo?
-Creo que existen muchos intereses para considerarnos de esa forma, pero supongo que sí.
Brenda se acercó a la puerta para escuchar mejor, sabía que entablaba comunicación con alguien y quería saber.
-¿Qué intereses?
-No importa, ella nunca se va a fijar en mí, solo soy una obra de caridad para ella.
-¿Emily?
-Sí, ella, así la llama él. Estaba dispuesto a darle prioridad a su amistad, por eso. Creo que no tengo oportunidad con ella y prefiero conservar un amigo.
-Muy noble de tu parte.
-Pero ahora ni eso, si dice que ya no volverá. Me siento muy solo aquí ¿sabe? El chico me odia, ella apenas si me tolera y todo aquí es tan raro. Odio estar aquí.
-Te entiendo, pero debes quedarte, Wilson. Si te vas, estarás en serio peligro. Tienes un enemigo oculto que quiere acabar contigo. Frederick, las cosas no son como tú crees.
-Usted no sabe cómo creo que son.
-Ella no es muy efusiva, pero te aseguro que te aprecia y si estás aquí, es porque te considera parte de su familia y te va a proteger. Si te vas, algo muy malo te sucederá.
No le gustaba mucho mentir, pero la presencia de Wilson era muy importante. No podía irse, no debía irse.
Wilson era muy perspicaz y no estaba segura de que le hubiera creído.
-Me gustaría que me explicara por qué resulta que soy tan importante.
-Porque eres el último de los Green que queda. De los Green más puros.
-¿De qué habla? Yo soy...
-Tú eres bisnieto de Edward Green. Y el último miembro puro de su descendencia. Descendencia de la que él nunca tuvo conocimiento pues como vampiro, él creía que era infértil. Al menos antes de concebir un hijo con Emily Rose. No digas nada, ella está detrás de la puerta escuchando.
🌟🌟🌟🌟🌟
Henry casi se va de espaldas cuando quien creía John McDonald abrió la puerta.
-¡Oh mi Dios! ¡Era cierto!¡Estás vivo! -Exclamó el hombre con emoción al verlo.
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