Médium
Brenda miró a Wilson con una profunda lástima y eso lo enfureció todavía más.
—¿Quién te dijo que quería un asesino? Yo no quería que te convirtieras, para empezar. Pero ya que sucedió, quería encausarte hacia una mejor forma de ser lo que eres. Pero es obvio que no tienes lo que se necesita.
—¿Cómo? ¿Gritándome? ¿Humillándome cada minuto?
—¡Ya sabes que no tengo paciencia! Y tú eres un llorón, me desesperas «No quiero matar» ¿Acaso así te ponías a lamentarte en la policía? Esto es exactamente lo mismo, acabas con los malos, proteges a los buenos.
—¿Y entonces vino a buscar al escocés porque yo no sirvo y él sí?
—No lo conozco, Wilson, no puedo decir si sirve o no todavía.
—¿Es todo? ¿Ya me descartó? ¿No habrá otra oportunidad?
—Nunca pretendí que nos convirtiéramos en «Batman y Robin». Yo cazo sola, trabajo sola y así estoy bien.
—No le creo.
—Es tu problema.
—¿Por qué no me dice lo que quiere? ¿Cuáles son sus requisitos? Puedo adaptarme.
—¡Entiende, no los hay! No estoy reclutando.
—Lo he hecho, he hecho eso que dice. Mate a un gordo que maltrataba a su familia y sus perros. Y lo sentí, puse sentir ambas cosas. La sed de sangre y la de justicia. Pero él era paciente y no me gritaba en cada frase.
—¿Él? ¿A quién te refieres?
—A Edward, su marido.
Brenda recordó las veces que lo escucho hablando «solo» en su habitación. Incluso afuera, cuando creía que nadie lo miraba.
🌟🌟🌟🌟🌟
Cuando Edward salió del cuerpo de John, éste sufrió un breve desmayo. Belél se apresuró para tratar de atraparlo antes de que cayera y lo arrastró hasta el sofá para recostarlo. Le preocupaba mucho el efecto que las ocupaciones estaban teniendo sobre su frágil salud.
Green se sintió un poco culpable, lo que menos quería era hacerle daño, pero si alguien tenía que ser sacrificado, prefería que fuera el obrero.
Belél acarició su cabeza. Se veía muy pálido. Temía que no soportara otra descarga de energía como esa.
—Deberíamos llamar un médico —murmuró Will—.Lo van a matar si siguen haciendo eso.
—No se preocupe, Will. No puedo fabricar ropa de la nada, pero sí hay algo que puedo hacer por él.
—A menos que...
—¿A menos que qué, Edward?
—Qué alguien lo convierta. Así no podría morir y soportaría todas las descargas. Por cierto, a mí también me duele. Siento como si me arrancarán la piel cuando salgo.
—Pobrecito...
—Lo sé.
—No tú. Él. Parece tan frágil.
—Es un humano, obviamente lo es.
—Las personas deberían tener dos corazones, por si alguno de ellos falla —caviló.
La bella bruja colocó sus manos sobre el pecho de John, recito algunas palabras en un idioma desconocido para ellos.
—¿Qué haces? -preguntaron el fantasma y el anciano al mismo tiempo.
—Reanimación cardiopulmonar al estilo de mi tribu. Un pequeño soplo de vida para que pueda recuperarse más pronto.
—No está muerto, ¿verdad? —quiso saber Will.
—No, pero está débil. Ahora sí me permiten, yo también debo recuperarme -dijo y se acomodó en el otro sofá. A los pocos minutos, John abrió los ojos pero algo había cambiado. Miró a su alrededor. Estaba su padre, estaba Belél reposando en el otro sillón y estaba un rubio alto de ojos azules. Tan rubio, fuerte y atractivo, qué parecía el maldito Capitán América.
🌟🌟🌟🌟🌟
Brenda seguía impactada con la declaración de Frederick.
—¿Puedes verlo?
—No solo verlo, también hablar con él.
—¿Desde cuándo? —preguntó, dando la vuelta a su alrededor sin quitarle la vista de encima. Él la detuvo sujetándola del brazo.
—Por favor, está mareándome. ¿Recuerda la visita que me hizo en el hospital? ¿Cuándo perdió su anillo? Apenas se fue, él se me presentó.
—¿Por qué a ti? ¿Por qué no a mí?
—No lo sé. Tal vez por el anillo.
—¡¿Por qué no me lo dijiste?!
—¿Me hubiera creído?
—Posiblemente. Yo antes veía a mi suegra. Ella me acompañó por mucho tiempo y me ayudó a superar la muerte de Wes.
—¿Wes?
—Un amigo al que asesinaron. Mucho más que un amigo, de hecho.
—¿No será de casualidad Wesley Johnson?
—No -mintió ella. ¿Quién es Wesley... eso?
—Wesley Johnson. Creí que lo sabría. Cada vez que entró aquí ese nombre se repite en mi mente una y otra vez.
—Ni idea. Pero sígueme contando —lo arroja al sillón más cercano— ¿Qué te ha dicho Edward de mí?
🌟🌟🌟🌟🌟
El rubio no era del todo nítido. Un poco traslúcido, pero con los rasgos bien definidos y ropa elegante pero antigua, no como esos fantasmas aterradores que solía ver en YouTube. Estiró la mano para tocarlo, pero Edward dio un par de pasos atrás.
—¡No! Yo qué tú, no haría eso.
También podía escucharlo. ¿Cómo era posible? Los enormes irises marrones de John lo incomodaban y no dejaba de verlo totalmente asombrado.
—¿Quién es usted? —preguntó.
—Edward Green.
—¡¿Puedes verlo?! —exclamó Will emocionado— ¡¿Puedes ver al irlandés?!
John asintió. Así que él era quien lo ocupaba.
—Veo que ya se están conociendo —se acercó Belél satisfecha. Sin embargo, ninguno de los dos parecía sentir simpatía por el otro.
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