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Hola y adiós

Antes de volver a casa, John decidió cobrar el cheque. Se trataba de una cantidad considerable y posiblemente no podría cobrar tan fácil. Pero no quería llegar a casa con las manos vacías.

Después de tantos días fuera de casa, la despensa estaría vacía. Depósito el cheque en su cuenta y saco lo suficiente para pasar al supermercado y buscar el traje qué tanto deseaba.

Para su legendaria mala fortuna, el traje ya no estaba y al tratarse de un diseño exclusivo, era carisimo y no se habría atrevido a comprarlo de todos modos.

Mejor utilizó ese dinero para comprar cosas para la casa y víveres.

Dos horas y varias señoritas después, regreso a la casa paterna.

Will estaba sentado en la sala viendo el noticiero cuando la llave accionó la cerradura. John entro cómo si no hubiera pasado nada, cómo si no hubiera estado días desaparecido quién sabe en dónde y también cómo si su camisa no estuviera manchada de sangre en la parte del cuello.

—¡Vaya, hasta que al señor le dió la gana volver! 

—No pensaba hacerlo. Pero no tengo otro lugar donde vivir.

—La bruja dijo que estabas con la rubia. Te hubieras quedado allá. ¿Qué es todo eso?

—Comida y otras cosas.

John negó con la cabeza. Su padre jamás iba a cambiar. Si pudiera provocarle otro infarto, seguro qué lo haría gustoso. Llevo las bolsas a la cocina y se dispuso a acomodar las compras en las alacenas, pero no había espacio. Todo estaba a reventar. Abrió el refrigerador y lo mismo.

—Fue esa demonio rubia. Ella trajo todo esto —respondió Will a la pregunta qué John nunca formuló.

—No es un demonio, papá.

—Ella te convirtió en un chupa sangre.

—Porque yo sé lo pedí.

—¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? Mataste a alguien ¿Lo recuerdas?

—Sí. Pero no fue mi intención. Ella me enseñó a comer sin matar.

—Pero no a comer sin mancharte la ropa, por lo visto.

—Daré todo esto a la caridad.

—Esa es una gran idea, hijo.

John se sorprendió. Creyó que iba a negarse y a reclamarle solo por pensarlo.

—¡John, volviste! —Bajó Belél corriendo y lo abrazó. De verdad estaba muy contenta.

—Cómo dije, no tengo otro lugar a dónde ir. Aunque tal vez me mudé pronto.

—¿A dónde?

—No lo sé, tal vez rente algún cuarto para mí solo.

—No tienes qué hacerlo, hijo. Esta es tu casa.

—No es eso lo que llevas años diciéndome. Pero ahora tengo para buscar otro lugar. 

—¿Un cuarto para ti solo? ¿O la casa de ella?

—No. De ahí vengo y me vine porque casi mato al chico y muero de vergüenza. Después de todo lo que ha hecho la señora por mí...

—¿El chico? ¿Gil está aquí? —preguntó la bruja conteniendo su alegría.

—Sí, creo que así se llama.

—Vaya, al fin la familia está reunida...

—¿De qué habla?

—Yo me entiendo, Will. Tengo qué salir.

—Vaya. Y no es necesario qué vuelva, eh.

—Ni lo sueñe, Will, ni lo sueñe.

Belél salió de casa de los Mcdonald extremadamente feliz. Todas las fichas se estaban acomodando por sí solas.

Todo era felicidad en su camino, hasta qué una mano delgada y blanca la sujeto por el cuello y la sometió contra la pared.

—¿Cuántos siglos, perra traidora?

—Cuidado, tío, si le haces daño cambiará de cuerpo otra vez —advirtió la joven que lo acompañaba

Belél tosió cuando Charles la liberó y observó a Katherine. Era muy parecida a Emily Rose, o mejor dicho, Sharon. Sonrió burlona al mirarla.

—Rayos, Charles, parece qué algunas cosas nunca cambian contigo. ¿Cómo me encontraste?

—Tampoco es que te ocultes muy bien qué digamos, bruja estúpida.

—Era cuestión de tiempo. Si me encontraste, es porque yo quería que lo hicieras. Ahora hablemos.  Te tengo grandes noticias Charles querido.

💀💀💀💀💀

Brenda tenía días vigilando sutilmente a Wilson. No era que lo conociera mucho, pero no se comportaba igual qué siempre. Sin bargo, optó por fingir.

Los tres estaban reunidos en torno a la mesa, disfrutando una cubeta de pollo frito.

—Sabe más bueno allá —declaró Gil, luego de asestar la mordida a un piernil.

—Se supone qué es la misma receta, debería saber igual en todas partes —agregó «Wilson».

—A mí me sabe igual —dijo Brenda, disfrutando enormemente de su pieza de pollo— bien pinshes delicioso.

—Veo qué no has perdido el gusto por la comida humana.

—Eso nunca. Menos tratándose de este pollito. Qué el Dios en el que no creo, bendiga al coronel.

Gil soltó una risita.

A pesar de no poder ser él mismo, Edward disfrutaba esa reunión familiar. Solo faltaba su padre para completarla.

—¿Y el escocés?

—Regresó a su casa. No puede vivir lejos de su padre. Y el viejo tan mal qué lo trata, pero siempre ha sido así. Quiero decir qué, cuando era Wes, era igual. El infeliz borracho de su padre de ese entonces lo lastimaba horrible, pero cómo un perrito con su amo, era fiel hasta la muerte. Por eso dudo qué se hubiera fugado conmigo. Espero qué después de todo lo que le mostré a Will, al fin haya recapacitado.

—¿Tú le mostraste? ¿Cómo? —preguntó Gil curioso.

—Deja me acabo esto y te enseño.

—¡No! Los humanos no están preparados para tanta información, puedes hacerle daño.

Gil le dió una patadita de advertencia a su padre para que disimulara.

—Pero si quieres —corrigió—. Después de todo, no se perdería gran cosa más que un chamaco sangrón y todo feo.

Gil rio.

—¿Y tú cómo sabes eso, Wilson? —indagó Brenda. ¿Lo has hecho?

—Bueno, no, no lo sé. Imagino que podría estallarle la cabeza o algo.

—Es verdad, me ha pasado. Pero solo le iba a explicar, no le iba a meter ciento cincuenta años de historia en su cabecita de brócoli.

—¡Oye!

—Will ha olvidado para siempre muchas cosas, por eso pude lograr qué aceptara más datos sin daño. Además, es viejo y no durarán mucho ahí.

—¿Crees qué muera?—preguntó el joven.

—Cualquier día —respondió ella, buscando otra pieza con las manos sin encontrarla—. Es tiempo de que John sea libre.

—No sabrá qué hacer con tanta libertad. Se nota que son muy dependientes uno de otro —opinó el joven.

—¿Tú cómo lo sabes?

—Recuerda qué me atacó y por ende, me tocó y he averiguado algunas cosas sobre él sin querer.

—¿Y qué averiguaste, Gil? —quiso saber Edward.

—Nada que no sepamos. Papi John de Escocia —Edward le regresó la patada—, tenía una novia a la que dejó por cuidar a su jefe. La mujer no quiso cargar con Will y se fue, lo abandonó. Le dió a escoger y adivinen a quien eligió. No muchos hacen eso.

—Eso es porque Will, a pesar de todo, ha sido un buen padre. Es solo qué ahora es viejo y los ancianos se ponen así de necios y quejumbrosos a veces.

—Y John un buen hijo. Otro tal vez lo hubiera abandonado —concluyó Gil.

💀💀💀💀💀

John regreso a su cuarto cuando su padre estuvo en el propio. No sabía si debía hacer algo ahora. La comida humana era buena, pero no sé sentía satisfecho, seguía con hambre. Cuándo se levantó, pateó su zapato debajo de la cama sin querer, por lo que tuvo qué agacharse para buscarlo. Fue cuando a tientas, encontró una caja, misma qué sacó y abrió.

Había toda clase de cosas extrañas entre collares de cuentas, puros, huesos, velas de diferentes colores y...una foto. Una foto suya.

😮😮😮😮😮😮😮

¿Será un amarre? ¿O qué hace una foto de John entre las cosas de Belél entonces?

Ahora qué se ha reencontrado con Charles Walters, nada bueno está por pasar.

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