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El dueño

"Un alma pura siempre reconoce a otra alma pura".

Candy White

En cuanto pudo, y dado que era el mayordomo, Jean Phillip se apoderó del manual y lo devolvió a su dueño, advirtiéndole que no debía caer en manos de Brenda. Al menos no hasta que sucediera lo que debía suceder.

—¿Y de verdad crees que lo logré? -preguntó el joven no muy convencido.

-Me extraña que lo dude, joven. Aunque le advierto que podría no reconocerlo al principio. Pero que lo hará, puedo garantizarlo.

-Me gustaría ver eso -rió-. Y Wilson pensando que tiene el camino libre, pobrecito ¿Pero, y si me lo pide? Es muy necia, no va a dejar de dar lata hasta que se lo dé.

-Lo sé. Le pediré a Belél que lo oculte de su vista. Pero joven, el día de su regreso se aproxima.

-¿Qué tan pronto...?

-El plan está andando ya.

-No me gusta ocultarle las cosas.

-Lo sé y es buena señal. Pero es necesario. Digamos que el señor quiere darle la sorpresa.

-Y sin duda lo hará. A todos.

-Joven Gil, me preguntaba si aún tiene sangre de vampiro en su poder.

-Sí.

-¿Y la consume con regularidad?

-Diario.

-Por favor, no deje de hacerlo, por su seguridad. Si algo le sucediera, madame podría enloquecer y todo el esfuerzo para reunirlos no valdrá la pena.

-¿En serio? ¿Por qué?

-Porque así debe ser, así debió ser siempre.

-¿Quién lo dice?

-La profecía. No me pregunté más, solo esté preparado.

-¿Cuál profecía? -Jean Philipe se encoge de hombros-. ¿No sabes o no me quieres decir?

-Ambos.

Edimburgo, Escocia

Luego de su desvanecimiento, llevaron a Will a una clínica cercana donde se determinó que había su presión sanguínea había descendido gracias a la impresión sufrida.

Sin tener a dónde ir, Edward se quedó velando su sueño hasta que se recuperó y despertó.

-Oh no, es usted... Creí que había sido una pesadilla.

-¿Cómo lo sabe? Quiero decir ¿En qué lo nota?

-Su mirada, el abrazo ese tan frío. Mi John se habría emocionado de verme mejor.

-Tiene razón. Siento mucho no ser quien esperaba.

-¿Quién es usted y por qué tiene el cuerpo de mi hijo?

-Es una larga historia.

-Adelante, tengo tiempo... Todavía.

-Necesitaba un cuerpo y este estaba disponible, eso todo.

-¡¿Es todo?! ¿Y si mi John quiere volver?

-Lo siento, eso no va a pasar.

-¿Usted cómo lo sabe?

-Tranquilo señor.

-¡Will! -corrigió.

-Tranquilo, Will.

-¡Quiero a mi hijo!

-Will, estamos en un hospital, si no se calma, le pondrán un tranquilizante y no podré decirle lo que quiere saber.

-¿Quién es usted? ¿Un extraterrestre?

-No, no soy un extraterrestre.

-¿Qué pasa si mi hijo quiere su cuerpo de vuelta?

-Will, eso no va a pasar. Cuando encontré este cuerpo, ya estaba vacío. Si hubiera habido alguien todavía en él, yo no habría podido tomarlo. Lo siento.

El hombre comenzó a llorar. Edward, auténticamente conmovido, le dio un abrazo para consolarlo. Poco después llegó una enfermera y lo puso a dormir un rato.

Había sido una odisea sacarse a los reporteros de encima con la promesa de una exclusiva de su historia de resurrección, pero podría ser una buena oportunidad para enviarle un mensaje a su familia.

-No me acostumbro a verte así -confesó la bruja al observarlo con el cuerpo de otro ser.

-Tampoco yo. Pobre hombre, Belél. Debió ser muy triste tener tanta esperanza y en un minuto, perderla de nuevo. Desearía ser su hijo ¿Por qué me afecta tanto? -Terminó la frase con la voz quebrada y luego comenzó a llorar.

Belél se enterneció, pero tenía que explicarle algo respecto a la ocupación.

--Edward... Recuerda lo que te dije. Al adueñarte de un cuerpo, el cuerpo también se adueña de ti. Poco a poco, conforme el tiempo pase, los rasgos del otro, los sentimientos, las manías, etcétera, se filtrarán en tu alma.

-¿Qué? ¿Eso que quiere decir? -se limpió la nariz con un poco de papel higiénico.

-Algo de John está en ese cuerpo todavía.

-¡No me dijiste eso antes!

-¿Estás seguro? ¡Nunca me prestas atención!

-¿Dejaré de ser yo?

-En algunos años. A menos que mueras.

--¿Y si muero? ¿Qué pasará?

-Todo terminará.

-¿Solo moriré?

-No lo sé, Edward, no poseo todos los secretos. Jamás había pensado en eso, porque esto jamás había sucedido.

-¿Entonces como sabes eso?

-Es lo que dice la teoría, las advertencias en los antiguos grimorios. Memoria celular le llaman actualmente. Muchos científicos lo niegan, pero también niegan la magia, niegan la existencia de los vampiros y los licántropos. Pero muchos otros lo aceptan y le han dado ese nombre.

-Entonces, si terminaré convirtiéndome en él, espero que el tal John McDonald haya sido una buena persona.

-¿Quién es esa mujer? -preguntó un Will adormilado.

-¿Cuál mujer, Will?

-La morena estrafalaria con la que hablas.

Ambos se miraron sorprendidos y Edward decidió responder.

-Es Belél, una amiga.

-Dile que me regrese a mi John...

-Delira.

-No lo creo. Will -Se acercó Belél-, tu hijo ha trascendido y ya no es posible que regrese. Era su tiempo.

-¡Mentira! ¡Todo fue para que éste se robara su cuerpo!

-No, te doy mi palabra de que tú John ya está en un lugar mejor. Tienes suerte ¿Sabes? otro buen chico ocupó su lugar. Míralo, Will. Si Edward fuera una mala persona ¿Estaría aquí velando tu sueño mientras te recuperas y puedes regresar a a casa?

-¿Edward te llamas!

-Así es. Ya te lo había dicho, pero con la conmoción lo olvidaste

-Edward, de Irlanda, ¿verdad?

-Sí, Edward Green, de Dublín. Espero que no tengas problema con eso, Highlander.

-Ninguno -intentó acariciar su cara, pero se detuvo.

-Adelante, si eso quieres -lo animó Edward-. Sigue siendo tuyo, solo te lo pido prestado por un tiempo.

-¿Te vas a quedar conmigo, Edward de Dublín?

--Si eso quieres, Higlander.

Will ríe.

-Sí, sí quiero.

En cualquier otra circunstancia, habría sido una locura confiar en un usurpador de cuerpos, pero la mirada de Edward era tan profunda y sincera como la de su hijo. Parecía verdad, si Edward no fuera un buen chico, lo habría abandonado sin importarle nada. Y ahí estaba. Tampoco podía alegar interés, ya que su ropa roída, sus zapatos gastados y sus calcetines con agujeros, revelaban que no era un viejo con dinero.

Esperaba tener razón y si no, ya no tenía mucho que perder tampoco.

En cuanto a Edward, Will le recordaba mucho a su padre, quien si estaba en algún buen lugar, tal vez ya habría conocido al hijo de William McDonald.

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