Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6. Desde cero

Wilson se sentía devastado. Aquella pequeña esperanza que conservaba de volver a las calles para reanudar su carrera policial, se había esfumado definitivamente. Entristecido miraba la parte vacía bajo la sábana en donde debía estar el resto de su pierna, esa que le arrebató ese repugnante monstruo del pantano.

También sentía un poco de culpa por no estar más triste por la masacre de la que fue víctima su familia. Pero era demasiado; demasiadas cosas para digerir en tan poco tiempo.

Madeleine siempre había estado enamorada de Frederick desde que recordaba, pero fue a partir de la adolescencia que empezó a obsesionarse con él y ahora estaba ahí, de pie frente a su cama de hospital observando su silueta bajo las sábanas.

Delgada, tal vez demasiado, con el cabello castaño oscuro y tez clara, sus ojos aceitunados se posaron sobre el bulto vendado bajo la sábana. Lentamente se acercó y colocó la mano encima.

—¿Te duele? —Paseó la mano de arriba avía abajo sobre el muñón.

—No -p—respondió seco, apartando la mano de la mujer de ahí. Le molestaba su presencia, le molestaba su mirada y sobre todo, que se atrevieran a tocarlo.

—Ya llamé a Jonas y lo puse al tanto. Vendrá pronto, dijo.

—¡No tenías que hacerlo!

—Tiene derecho a saber. Eres su hermano favorito.

—Si, pero... Bien, como sea. No tengo ganas de discutir.

—Vas a estar bien, Fred. Yo te voy a cuidar —se inclino para darle un beso en la boca que él esquivo volteando la cara.

—Gacias Mad, pero no necesito que nadie me cuide, saldré adelante yo solo.

—No tiene que ser así. Seguimos siendo una familia. Ay Fred —suspira—, siempre has sido así. Crees que puedes hacerlo todo solo y no. Déjame ayudarte, permíteme cuidar de ti, al menos un tiempo.

—Agradezco tu disposición, pero regresaré a casa.

—¡Estás en casa, somos tu familia! ¡Deja de rchazarme!

—¡Baja la voz! Te agradezco tu visita, pero quiero descansar.

—¿Me estás echando?

—Por favor...

—Está bien. Eso me saco por estúpida.

Madeleine salió indignada. Estaba harta de su actitud.

🌟🌟🌟🌟🌟

Sacando dinero hasta de las piedras y con la ayuda de algunos amigos, Gil juntó lo necesario para los servicios funerarios de su madre. En cuanto a los dos canallas que invadieron su casa, el servicio forense, al no encontrar huellas de violencia, determinaron que aunque extrañas, las muertes de ambos, había sido natural; debidas quizás, a alguna reacción alérgica. Además, no necesitaban otro escándalo de esa índole.

Sin sus padres, sin dinero y seguramente sin trabajo luego de haber faltado tantos días, Gil se encontraba en una situación desesperada. Y aunque el pesar y el estrés no le provocaba hambre, perder la salud era lo último que necesitaba.

Se obligaba a comer lo poco que quedaba comestible en el refrigerador, pero ante tan triste panorama, un acceso de llanto lo obligó a cerrar la puerta del aparato para dar rienda suelta a su pesar.

Nueva Orleans

Emily se presentó en la casa de los Mikaelson. Odiaba ir a ese lugar, sentía las miradas de todos sobre ella, pero debía dar por terminada su relación "laboral" con Klaus. No podía irse sin hacerlo, pues podría interpretarlo como una huída y no lo era.

—No tenías que molestarte, cariño. Sabes que tengo ojos en todos lados y ya me han puesto al tanto.

—Entonces me voy —sentenció.

—Te tomas demasiadas molestias por gente a la que no le importas y que si fuera posible, entregarían tu cabeza a la primera oportunidad.

—Lo sé, pero Edward así lo hubiera querido.

—Edward era...

Klaus no terminó la frase. Una mirada de ella, era suficiente para advertirle del peligro de hablar mal de él en su presencia.

—Eres tan sentimental. Supongo que ésta es la despedida.

—Supones bien.

—No me guardes rencor, querida. Tarde o temprano habrías terminado matando "inocentes" en algún lugar, bajo las circunstancias propicias. Pero en éste mundo, nadie lo es completamente. Lo que no entiendo, es por qué quieres volver a ese lugar. Ya nada te ata ahí, puedes ir a dónde quieras.

—Ahí es a donde quiero ir. Hasta nunca, espero.

—Hasta siempre.

Emily salió de ese lugar sin mirar atrás, sin despedirse de nadie. Lo único que quería era marcharse cuanto antes para regresar a donde su instinto le decía que tenía que estar.

Sin embargo, había algo que no la dejaba tranquila. La visión de un hombre en una cama de hospital. Mismo que no tardó en reconocer, a pesar de que su cara y su ropa estaban llenas de barro.

A pesar de su urgencia por irse, las visiones le dieron suficiente información para ir ahí y terminar el trabajo, como debió hacer esa noche. Si algo había aprendido de Damon, era que los cabos sueltos al final terminaban siendo una innecesaria molestia.

🌟🌟🌟🌟🌟

En un mundo y en un país donde la honestidad y la honradez eran vistas más como un defecto que como una virtud, los valores que su padre le había enseñado, parecían más un obstáculo. La colonia, la ciudad, el país, todo estaba lleno de crimen e impunidad. No había nada que frenará ese mar de delincuencia.

Los mayores hablaban de una feliz época en la que el crímen bajó casi a cero. No había rateros, ni narcotráfico y ni hablar de violadores, todos parecían haber desaparecido. Aunque claro, no gracias a los cuerpos policiacos.

No, era una hermosa chica rubia, decían unos. Otros hablaban de un hombre joven alto y apuesto. Pero lo que más recordaba la gente de ese periodo, eran los ojos de ambos, la mirada. Una mirada que helaba la sangre o reconfortaba, según de que lado estuvieras. Y claro, aquellos horribles baños de sangre y cadáveres de lo que parecían haber sido humanos, regados por toda la ciudad.

Ángeles, les llamaban los religiosos. Ángeles de la muerte. Y algunos, desesperados por su regreso, llegaron a levantar altares en su honor para rogar por su pronto retorno.

El caso más conmovedor, fue el de una anciana mujer que guardaba una foto de Edward recortada de un diario, la que rodeó de cruces y velas eléctricas con focos que asemejaban una flama. Le contó a un  reportero que oraba diario por él, para que estuviera bien y regresara pronto.

Gil guardó el reportaje sobre la señora, pues le había parecido muy gracioso y muy tierno. Tenía la esperanza de enseñárselo a su padre alguna vez, cuando volviera. Ahora todos esos recuerdos y esperanzas rotas, lo hacían llorar sin parar. Se sentía solo, incluso, desamparado. Tanto, que lúgubre idea había estado rondando su mente.

🌟🌟🌟🌟🌟

Brenda entraba a cualquier lugar, a la hora que le daba la gana y ahí estaba. Su olor la había guiado hasta su habitación. Frederick dormía, pero no era un sueño profundo. Por eso cuando abrió los ojos, esos enormes ojos color verde olivo, no pudo más que sonreír al mirar a la mujer de sus sueños frente a él, pero tener idea de cuáles eran sus intenciones.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro