Brenda se negaba a dejar solo a Gilberto, más en medio de una crisis existencial tan grave. El muchacho estaba solo sin recursos. Peor aún, viviendo en ese deprimente micromuladar.
No, después de instalarse y darse un buen baño, regresó al horrendo barrio ese, a pesar de que ya había enviado a dos de sus hombres para cuidarlo sin que se diera cuenta.
Aprovechando el viaje y estando enterada de la intolerable ola de delincuencia que se había desatado durante su prolongada ausencia, empezó a limpiar el área.
Los gritos desgarradores y los alaridos de dolor, no se hicieron esperar. La gente más nueva se espantó, pasando una noche terrible. Las personas mayores sabían que esos ruidos y los cadáveres que encontrarían por la mañana, eran solo una incomodidad pasajera comparada con la tranquilidad que vendría después.
En una casa cercana, una viejecita encendía una veladora circundada por agua adentro de una bandeja, sobre la que había, además de varias imágenes religiosas, una fotografía que algún reportero anónimo le tomó a Edward transformado en vampiro.
—¡Volvió, viejo, él volvió! —Exclamó la anciana, emocionada, entrelazando las manos-
El hombre no le hizo mucho caso y continuó leyendo el periódico.
—Yo sabía que no nos iba a dejar solos con estos malditos malandros ¡Ahora sí, que se agarren los desgraciados!
Aunque Green solía ser muy cuidadoso, era imposible escapar siempre a las miradas curiosas. Sobre todo, cuando esas miradas se ocultaban tras una cortina a altas horas de la madrugada. Fue así como Chonita logró verlo una noche, dando cuenta de los viciosos del barrio.
Casi pasa inadvertida, pero Edward se dio cuenta de que lo miraba. Sin embargo, no le dio importancia. Para él no era problema ser sorprendido en medio de su labor, bastaba con hacerlo aún más rápido y luego perderse frente a sus ojos. Había veces incluso, en qué le gustaba ser visto. Después de todo, un excelente trabajo necesitaba algo de reconocimiento y difusión.
Para Chonita, Edward era un ángel. No estaba vestido de blanco, ni llevaba una espada de fuego, pero estaba plenamente convencida de que lo era porque se dedicaba a proteger a la gente de bien. Por eso, lo había incluido en aquel altar ante el que ahora encendía esa veladora.
Pero no, la vieja señora se equivocaba. No era él, pero también parecía uno. Un bello, cruel y sanguinario ángel que no escatimaba en recursos para provocar un tormento intolerable y despiadado.
Gil se acurrucó debajo de su cobija. Esperaba que la noche terminara para poder dormir. Sabía perfectamente lo que pasaba y que todos esos gritos, terminarían al amanecer.
No lo soportaba ¿Cómo podría ser parte de algo que le provocaba tanto rechazo? Su padre era quien era, estaba acostumbrado a esa vida. Pero por más que lo pensaba, no podía imaginarse haciendo lo mismo.
Una cosa era haber arrojado a ese maldito gordo pervertido por las escaleras, y otra muy distinta, hacer de eso su profesión. No se arrepentía, pero no lo volvería a hacer. No si podía evitarlo.
Por unas horas, Wilson creyó que había dado alucinando debido a los medicamentos y que, todo ese asunto del marido fantasma era eso, una alucinación. Tranquilo, cerró los ojos disponiéndose a dormir.
Todos dormían, eran las tres treinta y tres de la madrugada cuando una voz grave, sin duda masculina, pero dulce y melancólica, entonaba una canción muy bella que alguna vez escuchó antes, pues le resultaba familiar.
When I look into your eyes
It's like watching the night sky
Or a beautiful sunrise
So much they hold
And just like them old stars
I see that you've come so far
To be right where you are
How old is your soul?
I won't give up on us
Even if the skies get rough
I'm giving you all my love
I'm still looking up...
Edward concluyó su canto con un suspiro. Pensaba en el motivo por el que Emily le perdonó la vida al "maldito cojo", como llamaba a Wilson con desprecio. Reflexionaba acerca de las posibilidades y entre más pensaba, más lo aborrecía. Pero Lorraine lo había advertido, le diría algunos secretos para ayudarse en su "vida" como espíritu, pero tenía estrictamente prohibido usar esos poderes para hacerle daño a Frederick, so pena de provocarle daño a su madre.
No era una amenaza, no era maldad, pero tampoco iba a permitir que Green dañará a un inocente por causa de sus celos enfermizos. Edward jamás le haría un daño deliberado a Diane y Lorraine contaba con eso. Además, lo conocía desde siempre, aunque él no lo supiera.
—¿Eres tú, fantasma? —susurró Wilson, para no despertar a los otros pacientes.
—Me llamo Edward.
—Ay, "Edward", y luego me criticas por mi nombre.
—Soy Irlandés.
—Yo... Yo no sé de dónde soy, pero cuando me adoptaron los Wilson, a los tres años, me dieron ese nombre, no es mi culpa. Después, cuando crecí, fui a España para conocer mi origen, pero no lo logré. Tú no hablas como Irlandés.
—Viví mucho tiempo en México.
—¿Con tu esposa?
—Por supuesto.
—¿Sabes por qué quería matarme?
—Supongo que tenía hambre.
—¿Hambre?
—¿Sabes lo que es un vampiro?
—No me jodas —se burla.
—Tienes media vida conviviendo con gente rara que se convierte en perros rabiosos cuando hay luna llena, pero no crees que existan los vampiros. Estás hablando con el fantasma de uno.
—No estoy muy seguro, sigo pensando que eres algo de mi mente, algo producto de los medicamentos.
—Ya verás que no cuando salgas de aquí. Duérmete.
Edward desapareció de su campo visual. Era un tipo enigmático y muy, pero muy antipático. Su mirada le helaba la sangre, aún tenía ese poder. Sin embargo, algo en él, hacía que no le desagradara del todo. Cerró los ojos de nuevo y pronto se quedó dormido otra vez.
Contrario a lo que muchos esperaban, solo algunas manchas de sangre evidenciaron la carnicería de la noche anterior. No hallaron cadáveres grotescamente desmembrados o destripados sobre aceras; o colgando de los árboles. Solo una columna enorme de humo que salía de una montaña de cenizas y cuerpos semi calcinados.
La cadena local de noticias fue la única que se interesó en el hecho, ya que el resto siempre pareció no solo no querer dar relevancia a la situación, sino hacer todo por ocultarla, pues evidenciaba la incompetencia de las autoridades que les pagaban por su silencio.
Para las corporaciones policiacas, el nombre de Edward Green era veneno. Él lo sabía, por ello se aseguró de proteger muy bien a Gilberto. Pero ahora que sabían quién era y dónde encontrarlo, sacarlo de esa casa era vital.
Un pick-up blanco de doble cabina, se estacionó frente a la casa de Gil, con el pretexto de investigar lo sucedido.
Unos fuertes golpes en la puerta, despertaron al muchacho, quien casi acababa de conciliar el sueño. Modorro y despeinado, introdujo la mano bajo la tela de su pijama para rascarse y después fue a abrir la puerta.
—¡Ya voy!
En cuanto abrió la puerta, intentó volver a cerrarla al ver de quienes se trataba. Al parecer, todos esos estaban de acuerdo y nunca lo iban a dejar en paz.
—¡Lárguense! ¡¿Qué quieren aquí?!
Uno de ellos lo empujó, haciéndolo caer
—¿Cómo estás junior, por qué tan nervioso? ¿Acaso tuviste que ver algo con lo que pasó allá afuera?
—¡No sé de qué hablan! ¡Lárguense, no tienen derecho a estar aquí!
—Pues yo lo veo muy nervioso, González, creo que nos lo vamos a tener que llevar...
Ambos se acercaron amenazadores para apresarlo, pero Jean Philip apareció frente a ellos de la nada, los atrapó por el cuello apretándolos muy fuerte y los lanzó por la ventana aunque la reja impidió que salieran y solo se estrellaron cayendo adentro. El mayordomo se asomó por la ventana y blanqueó los ojos al ver por qué había fallado.
—Salga joven, yo me encargo —aconsejó a un Gilberto muy confundido.
—No los vayas a matar.
—Yo no mato, pero si se mueren, no será por mí.
Levantó a ambos por la ropa, los subió al vehículo en el que habían llegado y a cachetadas despertó a uno convertido en vampiro.
—¡Escuche! ¡Si vuelven ustedes o alguno más para molestar al chico, les voy a sacar los huevos por la garganta a cada uno! ¡¿Escuchó?!
—Pago por ver eso —bromeó Gil.
—¡Largo de aquí!
El más despierto trató de encender la unidad con las manos temblorosas. Luego de algunos intentos, lo consiguió y ambos se fueron.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro