IV
NEFDAC ASSNAM
Año 1836, Ketar fue azotada por una poderosa tormenta, Leflón le llamaron los creyentes de Kerá, Dios de la furia y el sufrimiento, y significaba "no olvidamos". Aseguraban los ancianos, que era un aviso de los antiguos espíritus para aquellos que se habían olvidado de sus costumbres y adoptado otras extranjeras.
Esa misma frase estaba escrita con sangre en la tumba del Kitnar, en la Capilla de las Auroras. Vi el momento justo en que él la escribió. Mi mente vuelve a su mueca diabólica, a su gesto de picardía.
¡Que los Dioses me perdonen!, pero desearía tanto que su muerte si hubiese sido concebida aquel día.
Deseaba tanto que no existiera, que todo fuera producto de mi imaginación y que mañana despertaría de esta pesadilla. Son las cuatro de la madrugada, me encuentro sentada al pie de la lápida, envuelta en un abrigo de lana observando el mensaje del sujeto.
¿Cómo pudo encontrarme? ¿Cómo supo que vivía en Ketar? Tal vez fue él quien le contó a...
NO!
SERÍA INCAPAZ!
NO
NO
NO
Golpeé la cabeza varias veces contra una viga del lugar, queriendo sacarme estas teorías de mis pensamientos.
-No, no, no Nefdac, no caerás otra vez.
Me repetí en voz baja, necesitaba estar segura de mí misma, confiar en mis instintos ahora no ayudaría. Isahac me lo decía, debía despertar de mis pesadillas, un día podrían consumirme.
Luego de que mi madre me sorprendiera en la habitación con con el puñal ensangrentado, me escapé de sus reclamos. Por suerte estaba todo oscuro y no notó el líquido en el arma. Me excusé con que estaba asustada y que lo tomé de la cocina.
Salí de la capilla, estaba descalza, con una bata, el albornoz y el abrigo. Demasiado fría la noche, nadie se atrevería a salir, excepto yo. Él sabe que no puede pasar a esta zona de noche, es consciente de donde dice PELIGRO.
Caminé un poco por el jardín, había un minilaberinto de arbustos, una fuente y un cuervo. Tomé asiento a su lado y cuando volteó, casi me muero del susto. De su lado izquiero de la cara le faltaba el ojo y parecía tener cesos colgando, más el ala que le faltaba. Tomé una roca y lo maté. Lo hice por instinto, ya había comenzado a asustarme, este lugar es seguro y a la vez no. No entiendo como seguía vivo en tales condiciones. Tal vez fue un oso... no, los osos no comen cuervos.
Pero los lobos sí.
Lacé la piedra luego y me vi salpicaduras de sangre en los pies y el abrigo. Miré en dirección al bosque y parecía asechante, si pretendía intimidarme lo logró, porque juro por Kenar que dos ojos me miraron con furia y desaparecieron en segundos.
Un aullido.
Pájaros revoloteando
Yo corriendo a toda prisa porque ni muerta me quedaba esperando al mismísimo demonio ahí fuera.
Llegué a la cocina, todo estaba oscuro y en silencio, solo se escuchaba mi respiracion agitada. Subí las escaleras y observé que provenía una luz de la biblioteca. Me acerqué con sumo cuidado.
-Aquí tambien los tengo -susurró Nessa.
-No creía que lo que me contó Safir fuera cierto, pensé que era uno de sus flashback con Yahesem.
Ahora habló la señora de la casa, según la leyenda, Yahesem era el padre de Heasem Kitnar, El Guerrero Rojo. Fue uno de los conquistadores, con más de cien fieles navegantes y un barco de catorce velas.
Me asomé un poco más hasta alcanzar a verlas.
-Primero fueron los colmillos, luego las garras y ahora esto -murmuró la chica mientras se acomodaba loa vaqueros y la camisa.
¿De qué rayos hablaban? No entendía un anzuelo de lo que decían. ¿Tenían un perro o algo así?
-Pensé que el último había sido Northam... -mencionó la vieja con resignación y se puso de pie.
-Abuela, crees que... logre ya sabes... ¿salir?.
-Sois cuatro, contener uno es difícil, y teneis carácteres diferentes y Glesha es la más débil. Pero contenerlos no es nada fácil, peor que dejarlos salir. Northam casi muere en ello, por suerte tenía a Kitnar como padre.
-Y nosotras te tenemos a tí.
Se abrazaron y comenzaron a caminar hacia la puerta, corrí despacio a mi habitación y me dormí.
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-¡Nefdac Assnam! ¿Se puede saber por qué anoche entro y te encuentro con un puñal y amaneces con salpicaduras de sangre en los pies?
Los gritos de mi madren me agujerean los oídos.
-Dios sabrá en qué andas metida!
-Hasta eso le envidias a dios.
-Nefdac...- advirtió.
-Madre...
Luego de explicarle la trágica muerte del cuervo y decirle unas diez veces que no necesitaba un lavado de espíritu con el cura, fui al pueblo por sal.
Paseé por el mercado, hablé con Cala, una excompañera de escuela; nos pusimos al día en cuanto a lo que realizaba cada una. Ella estudia filología y podrá asistir gratis a la universidad privada para hacer una maestría.
Luego fui al puesto de frutas a comprar unas naranjas, las estaba echando en la cesta cuando alguien tropezó conmigo. Iba de espaldas, llevaba una capucha roja y creo que ya sabía quien era.
-Ey, TÚ! ¡Para dar golpes si que no tienes problemas en la vista!
El extranjero se detuvo miró hacia un costado y prosiguió su caminata doblando en la esquina. Yo me olvidé de las sal y las jodidas naranjas, corrí tras él buscándolo entre el gentío. Pasé la tienda de Amarah, la escuela, el camino de luces.
Me detuve cuando llegué al lago, me di cuenta de la distancia que había recorrido, de que estaba sola en, prácticamente, medio de la nada. Me senté en el pasto. Tenía puesto el uniforme y unas zapatillas. Me acomodé el cabello y me recosté totalmente sobre el suelo. La corrida había valido la pena; tenía paz y tranquilidad. Solo se escuchaban los sonidos de las aves, los árboles y el trote de algún venado. El lago era expectacular, aunque tenía los ojos cerrados me imaginaba probando sus deliciosas aguas.
-Ahhh!
Ahogué un grito cuando sentí un par de manos ejerciendo presión sobre mi cuello. Abrí los ojos y no era más que el encapuchado al que venía siguiendo.
El extranjero.
Comencé a patalear, grité aún sabiendo que nadie vendría a socorrerme, ejerció más presión sobre mi cuello, comenzó a dolerme.
Intentaba respirar y era imposible. El hombre se colocó a horcajadas sobre mí. Aprisinó mis brazos con una mano mientras con la otra controlaba mi oxígeno. Sentí mi alma desprenderse de mi cuerpo, sentía angustia de querer morir y acabar con esta cosa frustrante.
La mano apretaba cada vez más.
Mis pulmones pedían respirar.
Yo... vi todo ponerse en blanco, vi la luz y me desvanecí.
Corríamos por el Valle, si mi madre nos atrapaba aquí me obligaría a llevar vestidos hasta el tobillo por el resto de mi vida. Isahac venía detrás de mí, pronunciando mi nombre mientras me ordenaba detenerme. Éramos felices lejos de nuestros mundos de mentiras improvisadas.
‐Pequeña, jamás serás más veloz que yo.
Dijo cuando llegó frente a mí y me cargó al hombro como un saco de patatas. Mi risa inundó el Valle. Tenían razón al llamarlo tierra maldita. Todo aquí era negro. Éramos lo único colorido, lo único que tenía vida.
Luego sentí que caí al piso, las risas cesaron, estaba en el suelo, Isahac había desaparecido y una extraña forma oscura me arrastraba por los pies, mientras me golpeaba con las ramas y las raíces de uno y otro árbol muerto.
-Déjame!
Grité.
-Súeltame maldita sea!
Luego todo se detuvo y la sombra se lanzó sobre mi rostro volviéndolo todo oscuridad.
Estaba mareada, la claridad me impedía abrir los ojos. Cuando pude hacerlo, divisé una figura frente a mí. Fui recuperándome poco a poco y orientarme con lo que había pasado.
Me encontraba atada a un puto árbol!
-Hola.
Era el extranjero, fue el a quien seguí, quien casi me mata y ahora me ata a un árbol.
-¿Hola? Osea, tratas de asesinarme, luego me crucificas, ¿y me dices un simple hola?. ¿Qué cojones quieres de mí?
‐No quiero hacerte daño Jessar.
Ese nombre, ese maldito nombre.
No
No
No
Él estaaba muerto y él no me traicionaría. No sería capaz.
-No soy Jessar, te has equivocado de persona. ¡Ahora suéltame!
‐Desearía tanto equivocarme de persona, pero no. Sabes mejor que yo que en Ketar solo hay una Jessar.
Podía ver su rostro mejor, no tenía cabello, sus ojos no eran tan claros ahora, su piel oscura, tenía algunas marcas negras en el cuello.
-Suéltame por favor.
-Lo haré, en cuento me des lo que necesito Jessar.
Tragué en seco, sabía el significado de esa frase ligada a ese nombre. Ese jodido nombre. Las cosas empeorarán muchísimo en Ketar.
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Lo prometido es deudaaaaa.
Cuántos quedaron🤡 jaja.
Bueno en Instagram subiré la historia de Kenar, diosa de la lujuria.
Quiero hacer una sesión de preguntas en instagram, dejenme saber en los comentarios si la hago o no. Sería el domingo en la noche.
Los amo
Que querrá el extranjero?
Aún no sabemos su nombre pero....

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