
Capitulo 1; El dolor de la traición
Camino por el camino del jardin lleno de pétalos de rosa, tomada del brazo de su suegro, con la mirada de los invitados puesta en ella y con una sonrisa tan radiante que podría eclipsar el sol. Un atardecer maravilloso en los jardines de un hotel junto a la playa, el mar de fondo, las flores blancas. Cuando apenas faltaban unos pasos para llegar al arco de rosas rojas donde el cura esperaba centro la vista en Cristian. Su marido, si, a partir de hoy seria su marido. El tomo su mano y la beso levemente, le sonrió y juntos se colocaron frente al altar blanco.
El olor a rosas inundaba todo el lugar, miro de reojo hacia atrás y distinguió la mirada iluminada de su madre. Su hermana estaba sentada junto a ella y a su lado su mejor amiga Fátima, ambas eran sus damas de honor.
Cuando el padre comenzó a hablar Aurora fijo la vista en su ramo de flores y comenzó a recordar todos los momentos felices que había pasado junto al hombre que amaba. No tenia duda alguna, era el hombre de su vida y estaba segura de que seria la mujer mas feliz del mundo.
Tras el si quiero y la colocación de los anillos, el cura los declaro marido y mujer y al fin pudieron juntar sus labios por primera vez, por primera vez como marido y mujer.
Todos los presentes se levantaron de sus asientos aplaudiendo y lanzando pétalos de rosas a los novios.
Al otro lado del jardin las grandes mesas redondas con manteles blancos y centros de flores rojas les esperaba. La orquesta tocaba, los camareros comenzaban a descorchas las botellas de vino y los novios seguidos de sus invitados caminaron hacia el lugar.
La felicidad inundaba el ambiente mientras Aurora comía junto a su marido, brindaba con el y de vez en cuando juntaban sus labios cumpliendo las peticiones de los invitados. Al lado de ella se encontraban sentadas su madre y su hermana y al lado de Cristian la madre y el padre de el.
-Cariño tu tía Clara me dio un dinero para ti –Agnes sonrió a su hija mostrando una bolsa blanca pequeña –Lo guarde en tu bolsa
-Gracias mama –Aurora miro a su madre y asintió
-Yo voy al servicio –Bárbara se levanto de la mesa y se dirigió al interior del hotel
-Bueno creo que ha llegado el momento de que mi hermosa esposa y yo bailemos ¿no crees cariño? –Cristian se levanto de su lugar y le tendió la mano esperando con una sonrisa
-Claro –Aurora tomo su mano y tras levantarse le siguió hasta la pista y una vez entre sus brazos comenzaron a bailar
Agnes observaba a su hija con lagrimas en los ojos, su pequeña se había casado y ahora su vida cambiaria tanto. Con una sonrisa tomo el teléfono que se encontraba en la mesa, el de su hija Bárbara e hizo una foto de ellos bailando. El problema estuvo en el momento de buscarla entre las imágenes, fue entonces cuando vio la foto ¿Qué hacia Bárbara con el vestido de novia puesto? Su hija siempre había sido una cabeza loca, suspiro negando con la cabeza. Se dio cuenta que esa foto había sido enviada a alguien y frunciendo el ceño abrió el mensaje. Mientras su respiración se aceleraba, sus manos temblaban sujetando el teléfono ¿Qué significaba esto? ¿Qué hacia Bárbara mandando esa foto al marido de su hermana? ¿Y ese mensaje? No pudo soportar lo que vino a su mente, se levanto bruscamente del lugar y busco a su hija mayor entre la multitud. Al verla saliendo al jardin corrió hacia ella.
-¿Me han llamado? –Bárbara observo el teléfono en manos de su madre, pero en lugar de obtener una respuesta sintió como ella la agarraba fuertemente del brazo.
-¿Cómo has podido hacer esto? ¿Cómo? ¿A tu hermana? –Agnes sentía las lagrimas saliendo de sus ojos mientras miraba enfurecida a su hija -¿Desde cuando? ¿Desde cuando te estas acostando con el marido de tu hermana?
-No era su marido entonces –Bárbara se soltó del agarre de su madre y le quito su teléfono –Y ya no importa. Estan casados ¿no?
-¿Cómo puedes ser así? –Agnes la miro horrorizada –Es tu hermana
-Off –Bárbara suspiro –Déjame ya mama –y se alejo dejando allí a su madre
Después del baile llego la hora de compartir momentos con los invitados, Aurora charlo animadamente con la familia de el y la suya. Cristian la acompaño durante un rato hasta que se retiro, camino hacia el interior del hotel y entro a la sala en la que tenían sus cosas. Se quito la corbata cansado y suspiro, solo tenia ganas de marcharse de una vez de viaje de novios, eso era lo que necesitaba. Tener al fin a su mujer en su cama.
-¿Cansado ya? –Bárbara entro tras el mirándolo sonriente
-¿Qué haces aquí? –Cristian la observo con el ceño fruncido
-Tu mujer me pidió que dejara el velo aquí –camino hacia la mesa y dejo sobre ella el velo que su hermana le había entregado -¿No me digas que crees que te estaba siguiendo?
-¿Lo hacías? –Cristian camino hacia ella mirándola con una ceja levantado -¿Tendré que cuidarme de ti?
-No creo –Bárbara alargo los brazos para tocar el cuello de su camisa -¿Quieres divertirte un poco en tu boda?
-Sabes que yo no rechazo ninguna diversión –Y con una sonrisa se acerco a ella y la beso, envolvió su cintura con los brazos y la pego a su cuerpo
-Esto sobra –Bárbara tiro de la chaqueta quitándosela y mas tarde de su camisa dejándola caer al suelo. Rápidamente el la levanto y la sentó sobre la mesa, justo donde antes ella había dejado el velo.
-Mama ¿Estas bien? –Aurora observo a su madre preocupada -¿Por qué lloras?
-Estoy bien cariño –Agnes evito mirar a su hija a la cara, limpio sus lagrimas y bebió un poco de agua –No es nada
-¿Estas segura? –cogio la mano de su madre estrechándola con cuidado
-Si –Agnes suspiro, ¿Qué debía hacer? Eran sus hijas y no quería traicionar a ninguna Lo que Bárbara hizo no estuvo bien pero y si tenia razón. Y si ya había acabado. Puede que tras la boda todo quedara olvidado y Aurora no tuviera que sufrir –Solo es la emoción
-¿Consolando a la madre? –Christopher, el padre de Cristian se acerco a ellas sonriente –No llores consuegra, piensa que no pierdes una hija ganas un hijo.
-Christopher –Aurora se levanto de la silla y sonrió
-Estaba buscando a mi hijo –El saco de su bolsillo un sobre –Esto es para vosotros
-Gracias –tomo el sobre y lo abrió, ahí estaban Dos billetes de avión para las Islas Fiji, las reservas del hotel. Su Luna de Miel, todo organizado tal y como sus suegros le habian prometido regalarle –Muchas gracias
-No hay que darlas hija –la abrazo con cariño –Estoy seguro de que harás muy feliz a mi hijo y espero que el te lo haga a ti
-Ya lo hace –Aurora limpio una lagrima que salía de su ojo –Ya soy muy feliz
Dejo a su madre acompañada por su suegro y se dirigió a la sala donde estaban todas sus cosas. No encontraba a su marido por ninguna parte, así que decidió ir a dejar los billetes a la sala y después le buscaría. Sin dejar de pensar en lo que les esperaba, en el viaje llego a la puerta y con una sonrisa la abrió despacio.
Allí parada en la entrada, con los billetes que la llevarían al paraíso y su sonrisa borrada totalmente de su cara vio la imagen que mas dolor podría causarle. Sintió como su mundo se desvanecía, como su corazón se partía en pedazos. Su hermana en brazos de su marido ¿Eso estaba pasando? Bárbara estaba sentada sobre la mesa, sobre su velo, y Cristian entre sus piernas, rodeándola con los brazos y medio desnudo. Vio la camisa en el suelo, la cremallera del vestido de ella bajada. Pero no era capaz de reaccionar, de hacer nada, solo observarles, se besaban, se acariciaban. Y por la forma en que lo hacían no era la primera vez.
-¿Aurora? –Bárbara abrió los ojos al verla y entonces Cristian se alejo de ella nervioso
-Cariño, escúchame –el dio unos pasos hacia la puerta, vacilando
¿Cariño? ¿Cómo se atrevía a llamarla así? Apretó el sobre en su mano y fue entonces cuando se dio cuenta de que había estado aguantando la respiración. Las lagrimas estaban cayendo de sus ojos y sus brazos temblaban. Ni ella misma sabia si sentía mas furia o mas dolor. Solo sabia que las dos personas en las que mas confiaba en este mundo la habian traicionado.
-¿Cuánto tiempo? –la pregunta salio de sus labios sin pensarlo, al ver que los dos la miraban sin saber que decir supo la respuesta. Demasiado tiempo, pero ella quería oírlo de sus labios. Quería saber que el dolor que sentía era tan real como el sonido de sus voces -¡¿Cuánto?!
-Cinco meses –Bárbara evito mirarla mientras respondia en voz baja
-escúchame –Cristian volvió a dar un paso hacia ella –Ya se acabo, ahora estamos casados. Tu serás mía y esto no volverá a ocurrir. Seremos felices
-¿Felices? –Aurora cerro los ojos ¿De verdad pensaba que podrían ser felices? ¡Se había acostado con su hermana! ¡Cinco meses! Cinco meses durante los que ella pensaba que era el hombre perfecto –Me dais asco
Y sin volver a mirar a ninguno de los dos salio corriendo de allí, al salir al jardin algunos invitados la miraron preocupados pero ella ni siquiera se dio cuenta. Ahora mismo nada importaba, su mundo no importaba porque todo era mentira Atravesó la fiesta sin dejar de llorar y cuando llego a la arena se paro a respirar. Miro el mar y sintió que ahora mismo podría ahogarse en el sin importarle nada. Era el hombre de su vida, el hombre que amaba y ella era su hermana ¿Acaso no se sentían culpables? ¿Cómo había podido el pedirle matrimonio? ¿Y ella acudir a su boda? Callo de rodillas a la arena sintiendo como el dolor la desgarraba por dentro, como su garganta se secaba, como sus pulmones quemaban.
-¡Nooooooooo! –Grito con toda su alma, como si el mundo se derrumbara, como si su vida se acabara. Y eso era lo que sentía. Su mundo se había acabado.
-¡Aurora! –Agnes se arrodillo en la arena junto a su hija -¡Hija! ¡¿Qué ocurre?!
-¡Mama! –Aurora se abrazo a su madre desesperada, solo podía llorar. Enterró una mano en la tierra mientras trataba de aplacar su furia, su dolor.
-Oh Dios mío cariño –ella levanto el rostro de tu hija –No hagas eso, es tu marido. Estáis casados, esta es tu boda
-¿Qué estas diciendo? –Aurora entrecerró los ojos ¿no hagas esto? -¿Tu? ¿Lo sabias?
-escúchame cielo –Agnes sintió que estaba traicionando a su hija, pero por otro lado no quería que se dejara llevar. Cristian la amaba ¿no? Quizás solo era que no pudo controlarse, pero ahora estaban casados. Estaban en su boda –Esta es tu boda, os habéis casado y lo demás no importa.
-¡¿Que no importa?! –como pudo se levanto en la arena -¡Se han estado acostando mama! ¡Con mi hermana! ¡Engañándome! ¡Se han burlado de mi!
-¡Aurora! –Cristian corria hacia ella con la chaqueta en su mano -¡escúchame por favor!
-¡No! –ella le miro furiosa -¡¿Qué vas a decirme?! ¡¿Perdón por acostarme con tu hermana?! ¡¿Perdón por estar haciéndolo en nuestra propia boda?!
-¡Yo te quiero! –camino hacia ella pero paro al ver como daba un paso atrás
-¡¿Quererme?! ¡¿Quererme?! -¿Cómo podía decir eso? En su propia boda estaba liándose con su hermana
-Hija escúchale –Agnes tomo a su hija del brazo
-¡No! ¡No! –se alejo de ambos mirándolos con dolor -¡No quiero escuchar! ¡No quiero ver! ¡No quiero sentir! ¡Me habéis engañado! ¡Me habéis tratado como una estupida! ¡Me traicionasteis! ¡Todos! ¡Mi vida no ha sido mas que una burla! –Se quito los tacones y los lanzo al mar, miro al cielo con rabia -¡Una mentirá! –volvió a mirar a su madre y a su marido –Pero se acabo, todo se acabo –y giro sobre si misma para salir corriendo por la arena de la playa. Corriendo como si huyera de todo, como si al alejarse lograra olvidar lo que sentía
-¡Aurora! –Escucho la voz de su madre, pero eso solo le causaba mas dolor. Su madre lo sabia ¡Lo sabia! Corrió por la arena arrastrando su vestido, ignorando las miradas de la gente con la que se cruzaba, solo mirando a la nada. Nada, eso era lo que ella sentía. Ahora no sentía nada.
Al fin llego al paseo y corrió hacia la carretera, por suerte aquella era una zona muy transitada y no le fue difícil conseguir un taxi ¿A dónde? No tenia a donde ir, salvo su casa. Aunque sabia que allí tendría que enfrentarse a su madre y a su hermana.
El ama de llaves se sorprendió al verla llegar, pero ni siquiera le dio tiempo a hablar, cruzo la entrada, subió las escaleras y entro a su habitación. Se giro hacia la puerta y la cerro, poniendo el seguro. Solo entonces pudo parar, allí, de pie, sola. Miro sus manos, aun tenia los billetes de avión en su mano, lanzo el sobre al suelo. Despacio camino hacia el centro de la habitación y entonces vio la foto sobre el comodín. Agarro el cuadro con rabia y lo lanzo contra la pared.
-¡Te odio! –miro las trizas en el suelo y después levanto la vista para verse en el espejo, su reflejo -¡Te odio! ¡Te odio!
Lo que vio reflejado le dolió aun mas si cabía, estaba vestida de novia, era el día de su boda. Un vestido blanco, precioso y en su rostro debería estar reflejada la felicidad, por el contrario solo podía ver dolor.
-¡¿Por qué?! –Se abrazo a ella misma y su desesperación exploto. Se asfixiaba, ese vestido la asfixiaba. Llevo las manos a la cremallera y tiro de ella, pero no podía bajarla, no podía abrirlo. Tiro de el hasta romperlo y los deslizo hasta el suelo, lo miro con odio y en un impulso agarro la fina tela y comenzó a tirar de ella. Lo rompió trozo a trozo, lo desgarro como su corazón estaba, hecho trizas. Destruyó aquel ideal como había sido destruida su ilusión. Y cuando ya no quedo casi nada del vestido que había llevado las fuerzas la abandonaron y cayo sobre la tela desgarrada, llorando sobre su mundo roto, sobre su vestido roto, sobre su corazón roto. Así estaba ella, Rota.
Ese era el dolor de la traición, una traición que jamás lograría perdonar porque nunca lo podría olvidar.
ES ASÍ CON EL DOLOR, LA RABIA Y EL ODIO COMO COMIENZA ESTA HISTORIA, LA AVENTURA DE AURORA
UNA LUNA DE MIEL FUERA DE LO COMÚN, CLARO QUE AUN NI ELLA MISMA SABE LO QUE LE ESPERA LA VIDA ES DEMASIADO IMPREDECIBLE Y NUESTRO MUNDO SE PUEDE DESTRUIR EN TAN SOLO UN SEGUNDO
ESTA ES MI NUEVA HISTORIA OS DEJO UNA FOTO DE AURORA VESTIDA DE NOVIA
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro