8 ~ Destino~
"No son las estrellas las que contienen nuestro destino, sino nosotros mismos"
~William Shakespeare~
Los minutos transcurrieron y Lorenzo no podía apartar su mirada de Gabriela. Ella después de darle las gracias, volteo hacia la ventanilla y después de un rato se acomodó y cerró los ojos. Estaba cansada y deseaba poder volver a dormir un rato, pero la presencia de ese hombre se lo impedía, simplemente no podía ignorarlo. Cuando se cansó de tener los ojos cerrados, decidió sacar su libro para leer un rato.
−Gaby, cuéntame... ¿viajas a Italia por negocios, o por placer? −preguntó Lorenzo antes de que ella abriera el libro. No era la primera vez que viajaba al lado de una mujer hermosa, pero si era la primera vez que alguien lo dejaba así de cautivado e intrigado, por ello necesitaba saber más sobre ella. A demás de que, por alguna extraña razón, esa joven hizo que surgiera su instinto masculino de protegerla, y cuidarla. ¿De qué? No lo sabía, pero tenía la esperanza de descubrirlo en las nueve horas que estaría sentado a su lado; porque no iba a estar tranquilo hasta describirlo.
−Es mi viaje de... luna de Miel. −mencionó lo último casi en un suspiro, tratando de mantener a raya sus emociones, debajo una sonrisa nerviosa.
−Es broma, ¿verdad? A demás de ser bella, tienes sentido del humor, eso es bueno. −aseguró con una sonrisa seductora. Sin embargo, al ver que ella negó mientras dejo de sonreír, se dio cuenta que no estaba bromeando.
−¿Es en serio?
−Sí. −aseguro al tiempo que confirmaba lentamente con su cabeza.
−¿Luna de miel? −preguntó dirigiendo la mirada a su mano izquierda, la cual no tenía anillo de compromiso, ni de matrimonio; lo cual afirmaba lo que ella dijo. El único anillo que llevaba era una banda delgada con zirconitas que formaban una cruz.
−Mmmmmm. −respondió con una sonrisa tímida.
−¿Estoy sentado en el lugar de tu esposo?
−Sí y no.
−¿Viajaron separados, se van a encontrar allá? −quiso saber ya que no espero escuchar esa respuesta de ella. Hacía tiempo que una mujer no llamaba su atención lo suficiente como para interesarse en ella, y justamente ahora que lo había hecho, resulta que estaba recién casada.
−No, viajo solamente yo. −respondió tranquilamente.
−¿Luna de miel sin esposo? Me puedes aclarar eso un poco más, porque realmente me tienes intrigado. −pidió, girando su cuerpo hacia ella y dispuesto a escuchar esa historia.
−Sí, estas sentado en donde se suponía que iría mi esposo, pero al no haber boda, tampoco hay esposo. −dijo, sintiendo alivio al afirmarlo. Todavía no estaba segura cómo mantenerse firme en su decisión sin dañar la relación con su mamá, pero si estaba segura de que haría todo lo posible para que así fuera.
−Lo siento, lamento que las cosas no hayan resultado. −No supo que más decir, lo cierto era que en el fondo se alegraba de que no estuviera casada.
−No tienes porque, pero gracias. −mencionó mirándolo a los ojos y volvió a perderse en ese azul intenso y relajante a la vez. No podía mantener su mirada aparatada de él, todo de él le atraía, nunca había sentido esa atracción hacia el sexo opuesto, ni siquiera con Ismael.
−Disculpa que te pregunte, pero ¿vas a disfrutar del viaje, recorriendo los lugares que ibas a conocer con quien iba a ser tu esposo?
Gaby sabía que no estaba obligada responder; sin embargo, deseaba hacerlo. Algo en él le daba confianza y tranquilidad, no sentía que estuviera hablado con un desconocido, era como si lo conociera de siempre.
−Descubrir su infidelidad me dolió, pero no tanto como para cancelar el viaje...Sabes, siempre soñé con conocer Italia y planeé este vieje con mucha ilusión. Él ni siquiera sabía a donde íbamos a ir, por eso decidí hacer el vieje sola.
−Lo siento mucho −expresó sorprendido por la tremenda declaración de Gaby−. ¿Cómo pudo ser tan tonto para engañar a una mujer como tú?
−Le pusieron el cuerno a Beyonce y a Jennifer López, ¿Qué no me lo pusieran a mí? –dijo riendo, mientras levanto los hombros.
−¿Cómo puedes decir eso?
−Porque es la verdad... Sabes, lo peor no fue el engaño. −confesó avergonzada, sin saber si debería cambiar de tema, o sacar lo que su corazón sentía con alguien a quien no volvería a ver.
−¿Hay algo peor que el engaño?
−Sí. Ver lo feliz que era como ella... lo peor fue que a pesar de no quererme, intento...forzarme para verme obligada a casarme con él. −confesó, y el recuerdo de ese día la hizo estremecerse de coraje e impotencia con sólo recordarlo.
−Tranquila. −pidió, mientras acaricio su mano hasta que sus facciones de su rostro se relajaron. −Lo bueno es que te libraste de alguien que no vale la pena. −aseguró resistiéndose a dejar de acariciar su mano, mientras luchaba consigo mismo para no abrazarla y acercarla a su pecho; para que supiera que no estaba sola y que había hombres que estarían dispuestos a protegerla y cuidar de ella.
−Lo malo es que todavía no lo hago. Tanto él, como sus padres y mi madre se negaron a cancelar la boda; insisten en que me case con él. No sé en qué se beneficien, pero ya no podía con el estrés por la presión de todos ellos, y sobre todo con el cinismo de él. Esa es la segunda razón por la que hice el viaje, porque necesito descansar y planear que voy a hacer con mi vida.
−No pueden obligarte a casarte y menos con alguien que te engaño.
−No es fácil decirle a mi mamá que no, sobre todo cuando ella ha sacrifico tanto por mí.
−¿Lo quieres, estarías dispuesta a perdonarlo?
−Quise al hombre que creía que era. Descubrir su engaño me dolió, porque me di cuenta del tipo de hombre que es, porque duramos cuatro años y porque fue mi único novio. Lloré por la decepción y de coraje... podría decir que me siento feliz, si no fuera por la presión que me están poniendo para que continue con la boda.
−¿Cuantos años tienes?
−24.
−¿Y solamente has salido con él?
−Sí, mi mamá es muy estricta con eso de las amistades. Además, durante mi niñez y adolescencia mi único enfoque fue ser la mejor en todo para que mi mamá se sintiera orgullosa y para poder tener un buen trabajo y sacar a mi mamá de trabajar. Siempre estoy ocupada con cosas de la escuela, la iglesia o el trabajo. No tengo tanto tiempo para vida social,
−¿No crees que tu mamá tiene mucho control sobre ti?
−Es muy buena mamá y también es muy sobre protectora.
−¿Únicamente sobre protectora? −preguntó con una encantadora sonrisa, para que ella no lo fuera a tomar a la defensiva; lo cual funciono.
−Siendo honesta, creo que también es un poco controladora. –dijo riendo.
−No dudo que sea una buena mamá. Me alegro de que veas y llames a las cosas como son. Creo que eso te va a ayudar a tomar las decisiones que tengas que tomar. −mencionó dejándola pensativa.
−El matrimonio es una decisión que se debe de tomar basada primordialmente por amor, el cual tienen que cultivarlo y mantenerlo vivo para poder sobre llevar los problemas y los contratiempos que llegan con los años. El éxito de un buen matrimonio no se basa en no tener problemas, sino en mantenerse unidos y saber sobre llevarlos juntos.
−¿Estas casado?
−No. Pero sé que la vida de pareja no es fácil y sin amor no quiero ni imaginarme lo difícil que sería sobre llevarla.
−Lo sé. Créeme que es lo último que quiero hacer.
Después de esas sabias palabras, Gaby se quedo callada y pensativa, Lorenzo le dio un tiempo y cuando ella volteo a verlo, comenzó nuevamente la conversación.
−¿Mencionaste que este es el segundo vuelo, donde tomaste el primer vuelo?
−De Ontario... California.
−¿Eres originaria de allí?
−No, nací en México y llegué a California con mi mamá cuando tenía 5 años.
−Que bien.
−Bueno Enzo, tú ya sabes muchas cosas de mí, ahora cuéntame de ti.
−¿Qué te gustaría saber?
−¿Vas a Italia por negocios o por placer?
−Por ambos.
El rostro de sorpresa de Gaby hizo que Lorenzo soltara una carcajada.
−De placer porque vengo a visitar a la familia de mi mamá y también vengo a ver lo de un trabajo. −aclaró omitiendo que el trabajo era en la empresa familiar. Hasta ese momento, ella parecía no tener idea de quien era él; ya que ella era de la costa del oeste y eso le gusto.
−¡Cuéntame! ¿cómo se conocieron tus padres?
−Mi padre vino por cuestión de trabajo a Italia, conoció a mi mamá, salieron durante los meses que él estuvo ahí, se enamoraron, después él regreso a Estados Unidos y seis meses después cuando regreso y pidió la mano de mi mamá, la condición para que mis abuelos le permitieran casarse, fue que cuando tuvieran hijos nos dejarían pasar con ellos las vacaciones de verano y que mi mamá viera a visitarlos un par de semanas por lo menos una vez al año.
−¡Que hermosa historia!¿Tus padres siguen juntos?
−Si, continúan igual de enamorados. Nos da más pena a mis hermanos y a mi verlos que a ellos. −dijo sonriendo.
−Eres afortunado por tener a ambos padres juntos y, sobre todo, porque continúen amándose y no les importe demostrar su amor.
−Eso dices porque no los has visto. Mi papá no pude mantener sus manos alejadas de mi mamá, a veces es vergonzoso ver esas muestras de afecto entre ellos; sobre todo cuando sabes cómo van a terminar. −hablo y rio al ver que al parecer Gaby no había entendido a lo que él se refería, lo cual se le hizo extraño.
−¿Dónde te gusta más?
−Me gusta más el estilo de vida de Italia, es más relajado, más acogedor. Si por mi fuera me quedaría allí.
Poco después, Gaby fue al baño y cuando regreso, Lorenzo la recibió con una copa de Champagne en la mano.
−¿Tomas? – preguntó al verla dudar.
−No debería. −dijo no muy convencida.
−No tienes por qué aceptarla, pedí una para mi y no quise ser descortés. Yo me tomo las dos.
−Gracias. −dijo Gaby, extendiendo la mano para tomar la copa.
−No tienes por qué hacerlo, ni mucho menos sentirte obligada.
−No lo hago por eso. Quiero beberla, y voy a empezar hacer lo que quiero. —dijo antes de darle un sorbo.
−Salud, por el placer de coincidir en este vuelo.
−Salud, por el placer de conocerte. −dijo ella con una tímida sonrisa.
Entre platicas y anécdotas Lorenzo y Gaby se terminaron una botella y al poco rato ella termino profundamente dormida. Cuando despertó, sonrío al verlo.
−¿Descansaste? −preguntó él, con una sonrisa.
−¿No te dormiste?
−No, un par de copas no me hace nada, un par de botellas a la mejor.
−No tomo y además he dormido muy poco las últimas semanas.
−¿Por qué aceptaste las copas?
−Porque toda mi vida he hecho lo que se ha esperado de mí. Lo que es correcto, lo que estaba bien, lo que manda la biblia, lo que me dice mi mamá. ¿Y todo para qué?Para que el que fue mi novio me llame santurrona y con esa escusa justifique su infidelidad. Además, para que mi mamá y los padres de él se sientan con el derecho de decidir sobre mi futuro, sin importarles lo que pienso, o siento, o quiero.
Lorenzo no supo que decir ante lo que acaba de escuchar, una parte se alegraba de que ella comenzara a ver por sí misma, y la otra le daba pena la situación por la que estaba pasando y por imaginar cómo se sentía.
−Soy bueno juzgando a las personas, y puedo ver que eres una buena mujer. No permitas que lo que sucedió te haga tomar decisiones que después puedes lamentar.
−No pienso hacer nada malo, simplemente pienso vivir mi vida como cualquier otra joven de mi edad. No pienso hacer locuras, o cosas indebidas...no podría hacer algo que vaya en contra de mis principios, sólo quiero comenzar a hacer cosas que me hagan feliz a mí.
MUCHAS GRACIAS por continuar leyendo, y por su paciencia.
Los quiero,
Lynn Baez
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro