
5 ~Miedo~
Dedicado a: VioletaEvergardem
~Busca un hombre que te arruine el labial, no el rímel~
"¿En realidad iba a comenzar Ismael la plática de "supuesta" reconciliación con un reclamo?" "Tremendo cínico" − pensó Gaby.
−¿Hasta cuándo piensas seguir fingiendo interés? −preguntó Gaby, con un tono más alto de lo que pensó−. Cuando en realidad a quien quieres a ella. −terminó la frase con un tono neutro.
La respuesta de Gaby sorprendió a Ismael y lo dejo sin saber que responder por un par de segundos.
−Deberías de enfocarte en los últimos preparativos de la boda, en vez de perder el tiempo en alguien que no es tu incumbencia. −dijo él, tratando de no sonar molesto, pero fallo al no controlar su expresión, ni la tensión en su cuerpo.
−Tienes razón, no es de mi incumbencia que sigas viéndote con ella, ni que sigas satisfaciendo "tus deseos carnales con ella". −dijo haciendo énfasis en las últimas palabras.
−¿Estas celosa... será qué ahora si estas dispuesta a complacerme?
"Ya quisieras, idiota"
−No, lo que tú hagas o dejes de hacer con ella, es cosa de ustedes; ya me quedo claro que son tal para cual. Con respecto a complacerte, si no lo hice antes que creí estar "enamorada", mucho menos ahora que no somos nada y que sé cómo eres en realidad.
−No te permito.... −dijo molesto sujetándola del brazo.
−Suéltame −gritó molesta al sentir el escozor de los dedos en su brazo−, la que no va a permitir que continues viniendo a mi casa, soy yo. Tú y yo ya no somos nada, y no quiero que tú, ni a tu familia vuelvan a venir aquí.
−Gaby. −hablo él, pasando su mano por el cabello, tratando de contener el enojo que tenía en ese momento, ya que no quería empeorar las cosas; no le convenia hacerlo.
−¡Gaby nada! Se acabo tu juego, sé que sigues viéndote con esa joven. Y aunque no lo hicieran, de todas formas, no voy a regresar contigo.
−Gabriela, tenemos todo listo para la boda; no puedes cancelar. −dijo levantando la voz.
−Claro que puedo. –respondió sin preocuparse en cuidar su tono de voz; no tenía caso, ni tenía ganas de seguir siendo amable o amigable con él−. Tengo suficientes razones para hacerlo y No. Lo. Voy. Hacer. −finalizo, mirándolo a los ojos para que viera que estaba hablando en serio.
−Tú no puedes. – dijo levantando aún más la voz y acercándose a ella amenazante con la mano alzada.
Al verlo tan molesto, tuvo un poco de miedo, pero al ver que detrás de él, estaban las ventanas abiertas, sintió un poco de calma y por primera vez se alegró de vivir en un lugar en donde todo se escuchaba, ya que podría pedir ayuda si llegaba a necesitarla.
−Atrévete a ponerme una mano en cima, y me encargo de refundirte en la cárcel y de que lo sepan en tu trabajo, y en la iglesia. −Ni siquiera sabía si había sido una buena idea amenazarlo con eso.
−Gaby, perdóname. Tú sabes que yo no soy así, últimamente sacas lo peor de mí. −Sus palabras sonaban más falsas que un billete de treinta dólares; sobre todo porque se veía que estaba encorecido. Lo veía en su rostros y en sus puños apretados al punto de estar casi blancos, conteniendo la ira para no golpearla.
−Te desconozco Ismael; no eres el hombre que yo creí que eras. "Me das miedo" No sólo eres infiel y finges tener interés en mí, ahora pretendes que todo siga igual a pesar de que ya no creo, ni confió en ti... No tenemos nada mas de qué hablar. Vete por favor y no vuelvas. −dijo lo último poniendo distancia entre ellos.
−Gaby, ya tenemos todo para la boda.
−Eso hubieras pensado antes..., es más, cásate con ella. Después de todo dejaste muy claro que estabas conmigo únicamente para darle gusto a tus padres.
−Gabriela, no me hagas perder los estribos. – mencionó nuevamente amenazante mientras la sujetaba fuertemente por los brazos.
El tono de voz que utilizo Ismael, sus gestos y sobre todo la mirada de odio; fueron el detonante de recuerdos suprimidos de su infancia. Sin poder evitarlo, comenzó a estremecerse y a llorar sin poder controlar las lágrimas o el temblor de su cuerpo. En ese momento sumergida en sus recuerdos, volvió a sentirse una niña de cinco años.
Volvió a la realidad cuando sintió una mano de Ismael deslizándose por dentro de su blusa y apretando bruscamente uno de sus senos.
−Suéltame, no me toques. –gritó histérica, al tiempo que intento apartarse de él dándose la vuelta.
Situación que Ismael aprovecho para tomarla por la espalda e inmovilizarla colocando uno de sus brazos debajo de la altura del busto, para apretar y manosear a su antojo uno de sus senos, mientras intentaba meter la mano debajo del brasier. Mientras que la otra mano que tenía a la altura de sus muñecas, comenzó a masajear y apretar el área de su pelvis. La impotencia por no poder soltarse de él; el coraje porque estaba tocando su cuerpo de esa manera y sin su autorización; además del dolor físico que le estaba causando, provocaron temor y un pánico al grado de no poder moverse ni hablar. La repulsión que sentía al ser toca de esa manera la hizo sentir tan mal que comenzó a sentir nauseas.
−No Ismael. −pidió cuando finalmente logro que su voz se escuchara; a pesar de que intento que sonara firme, su voz salió más como un susurro temeroso.
−¿Por qué no? Es lo más normal, entre un hombre y una mujer.
−No Ismael, no quiero. –dijo Gaby intentando apartar sus asquerosas manos de su cuerpo, pero fue inútil. Entre más resistencia ponía ella, más brusco era él; al ver que no pudo apartarlo, intento algo más, al tiempo que le pedía a Dios que no permitiera que abusara de ella.
−Espera Ismael..., estoy en mis días. −hablo tratando de sonar lo más convincente. Eso lo distrajo por un momento y segundos después aparto la mano de su centro. Sabía que, por lo general la sangre de la menstruación les producía asco a los hombres; él era enfermero, pero hombre al final de cuentas.
−Aún podemos pasarla bien, sin necesidad de llegar a tercera base. −menciono después de unos segundos, elevando la otra mano por debajo de su blusa; con una sonrisa maliciosa. Lo supo cuando giro brevemente su cuerpo con la intención de poner distancia entre ellos, y fue ahí cuando lo miro a los ojos y lo que vio no fue deseo, si no malicia. No era tonto, sabía que, si Marina se enteraba de que ella se dejó tocar por él, la obligaría a casarse con él; para salvar su honra.
−Espera Ismael, aquí no... Mi mamá puede llegar en cualquier momento. –dijo tratando de que su voz sonara tranquila y segura. Cuando en realidad lo que quería era gritar y llorar por el miedo que sentía en ese momento; sobre todo después de que él abrió a la fuerza su blusa, rompiendo algunos ojales y botones, mientras otros salieron volando.
−Tu mamá va a tardar mucho, por lo menos una hora. Tenemos tiempo de sobra.
Gaby avergonzada y llorando, intentaba cubrirse.
−No seas tímida, vas a ser mi esposa y tu cuerpo me va a pertenecer. Es mejor que vayas aprendiendo a complacerme. −dijo mientras la giro y pego la espalda de ella contra la pared.
Gaby nunca imagino estar en una situación así, ella sabía que debería de pelar y tratar de defenderse; no debería de permitir que nadie la tocara de esa manera sin su consentimiento. Lo cierto era, que el miedo que sentía en ese momento inmovilizo su cuerpo y al parecer, también sus cuerdas vocales.
No podía hacer nada, lo único que pudo hacer fue rezar, y rezar; mientras se movía incomoda entre sus brazos. Cuando los besos y mordiscos de él comenzaron a descender, Gaby comenzó a sentir su saliva espesa y más asco sintió al momento de sentir ese sabor repugnante en su boca; las náuseas fueron más fuertes y terminó vomitando enfrente de él.
El disgusto, el asco y el enojo que sintió Ismael en ese momento, fueron la oportunidad perfecta de Gaby para correr al baño cubriendo su boca; no sin antes localizar su celular para entrar con el al baño.
Después de vomitar lo que había comido, y de enjugar la boca para después lavarse los dientes. Mientras dejaba que el agua corriera hizo una llamada.
−¿Oly, estás ocupada? −preguntó Gaby temerosa.
En el momento en que recibió su llamada tuvo un mal presentimiento, al no escuchar su tono de voz alegre, ni el habitual saludo; supo que algo andaba mal. De inmediato alerto a su novio Fernando y le hizo señales para que la acompañara afuera para poder escuchar mejor.
−No −respondió, poniendo la llamada en alta voz para que Fernando también pudiera escuchar−.¿Qué pasa, estás bien...?−preguntó al escucharla casi susurrar y tardando en contestar.
−No. −respondió sin poder contener el llanto.
Unos fuertes golpes de la puerta se escucharon, seguidos de los gritos de Ismael reclamándole lo sucedido y exigiéndole que saliera para que se encargara de limpiar de desastre que había hecho a su ropa y zapatos.
−¿Es Ismael? −quiso saber Oly, más que molesta. Desde que lo conoció, nunca le cayó bien y después de saber que le era infiel y un descarado, mucho menos.
−Sí.
−¿Te hizo algo, te lastimo?
−Está enojado porque no quiero casarme con él...,creí que me iba a ... rompió mi blusa y me manoseó.
−No te muevas de ahí, ni le abras la puerta. ¿Quieres que llame a la policía?
−No, no es necesario. Sólo ven, pero no vengas sola.−habló temerosa, tan solo de pensar que Ismael pudiera hacerle algo a su amiga.
−¿En dónde estás? −preguntó preocupada al escucharla su voz entre cortada y llorando.
−En el baño del departamento.
−Enseguida voy para allá.
−No vengas sola, ven con Fer. Espero que al ver a otro hombre aquí se vaya...
−No te preocupes, estamos saliendo para allá.
−Di que vienes a traerme algo, o no se... inventa algo.
−No te preocupes por eso.
Poco después, llegó Oly acompañada de Fernando y del hermano de él, quien era policía y estaban juntos en una cena familiar; al saber lo que sucedió insistió en acompañarlos y esperarlos en la calle, en caso de que llegaran a necesitar algo.
Antes de llegar al apartamento, alcanzaron a escuchar los gritos y maldiciones de Ismael; al tocar la puerta, no les sorprendió encontrarse con un muy mal humorado Ismael.
−Hola Ismael, necesito que Gaby me pase unas fotos... ¿en dónde está? −dijo Oly, entrando después de saludarlo de secamente.
−Se sintió mal y está en el baño, algo de lo que comió le hizo daño. −comentó viendo a Fernando, quien no dejaba de verlo y observar todo alrededor; para cerciorarse de que no hubiera muestras de estragos.
−Que bueno que llegaron, para que no se quede sola.
− ¿No te vas a quedar a ver si necesita algo? −preguntó Fernando, molesto.
−Ahora que ustedes están aquí, no es necesario. Tengo que irme, pero cualquier cosa que se ofrezca no duden en llamarme. –dijo poniendo una cara de pena por no poder quedarse.
El nerviosismo y enojo de Ismael fueron evidentes. Pero eso era lo que menos les importaba en ese momento, Oly encontró a su amiga temerosa, avergonzada y quebrantada.
−Vamos a tu cuarto para que te cambies. – sugirió Oly, sacándola del baño. Las lágrimas y la afición en el rostro de su Oly preocupo a Fernando y llamo a su hermano.
−Gaby, Omar estaba con nosotros cuando nos llamaste y nos acompañó. ¿Puedo contarle lo que paso? Él mejor que nadie, sabe qué hacer en casos como este.
Gaby dudo por un momento, pero termino accediendo; prefería no tener que ser ella la que relatara lo que pasó. Poco después se reunió con ellos en la sala.
−Hola Fer...,hola, Omar... siento haberlos interrumpido.
−Ni lo menciones, para eso estamos los amigos.
−Podemos ir a levantar una denuncia. −sugirió Omar.
−No quiero denunciarlo, no tiene caso. Dudo que lo detengan, va a ser su palabra contra la mía y si lo hago únicamente se va a enojar más.
−Por desgracia tienes razón. Las lesiones fueron muy leves y ya que no hubo penetración o intento de penetración, saldría en un par de horas.
−Al menos servirá para que tenga una mala reputación en el trabajo y en la iglesia. —Sugirió Oly.
−Si no quieres levantar una denuncia, te sugiero que al menos vayas a levantar un reporte. Quisiera decirte que esta fue la primera y la última vez, pero por desgracia no va a hacer así. Al menos si hay un reporte de su agresión, y si pasa a mayores, ayudara para tener un caso más sólido; inclusive para poner una orden de restricción hoy mismo si gustas.
Muchas gracias por la espera y por continuar leyendo.
Mil gracias a mis nuevos seguidores, en especial a quienes me regalan una estrellita, me hacen comentarios o me ayudan a corregir la ortografía.
Los quiero,
Lynn Baez
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