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3 ~Engaño~

~Lo irónico de las mentiras es que quieres descubrir una, y acabas descubriéndolas todas ~


Gabriela era una hija ejemplar, de niña siempre fue bien portada, y de adolescente fue sensata y obediente. Deseaba poder bajar la cabeza, disculparse por su conduta e irse con su mamá; tal como lo hizo la única vez que reclamo que otra niña de la iglesia había tomado su muñeca favorita sin su consentimiento. Esa vez tuvo tragarse el coraje al ver como la otra niña agarra su muñeca por el cabello, que ella tanto cuidaba y peina. Por petición de su mamá, se disculpó y compartió su muñeca, sólo para encontrarla con el vestido roto y la cara y manos ralladas de lapicero.

Esta vez todo en ella le gritaba que el hombre que juraba amarla, y con quien había pensado que formarían una familia, le estaba siendo infiel. En ese momento se desconocía ella misma, no sabía que le dolía más, si el sentirse engañada o el haber confiado en él y haber creído que iba a formar una familia a su lado. Lo que si sabía, era que se sentía avergonzada por seguir ahí, y por estarse comportando como una niña caprichosa, y berrinchuda a quien le arrebatan su juguete favorito.

La mirada inquisidora de Marina, le dejó claro lo sorprendida y avergonzada que estaba de ella. En otro momento le hubiera dolido mucho ver el reproche, y decepción en la mirada de su madre. Pero ahora no, menos después de ver como lo defendía a él, quien descaradamente estaba mintiéndoles a las dos.

Odiaba sentir que estaba haciendo el oso de su vida, por alguien que claramente no valía la pena; pero tenía la necesidad de demostrarles que ella tenía razón. Sabía que si se iba de ahí sin aclarar todo, seguramente tanto su madre como Ismael iban a pretender que no pasó nada. Algo que ella no estaba dispuesta a pasar eso por alto. Al ver la mirada de complicidad de Ismael y Marina, decidió sentarse en el piso, afuera de la puerta, para evitar que se les fuera ocurrir llevarla a fuerza a la planta baja.

−Gaby, levántate de ahí y vámonos a la casa. No quisiera que los padres de Ismael llegaran y te vieran en ese estado.

− ¿Y cómo quieres que este? si mi prometido tiene a una mujer en su recamara. Y encima tiene el descaro de negarlo.

−Estoy segura de que es un mal entendido, lo pueden arreglar después; ¿verdad hijo? −volteó a ver a Ismael.

−Por favor, Gaby, no está bien lo que estás haciendo. −dijo él sutilmente, tratando de convencerla de que todo estaba bien. Al ver que sus palabras no surtieron efecto, cambio de táctica−. No apruebo tu conducta, y mucho menos quiero que mis padres vean este espectáculo que estás haciendo, sobre todo no quiero que vean la falta de respeto que me tienes.

−¿Me estás hablando de respeto, tú que metiste a una mujer a tu recamara? −preguntó mientras se levantaba molesta y señalándolo con su dedo índice–. Y me estas reclamando estar haciendo un espectáculos, cuando tú tienes esas trazas, tienes labial embarrado y, por si fuera poco, apestas al perfume de mujer. –reclamó, dejándolo sin saber que decir.

−Puedo explicártelo.

−Hazlo. Habla, vamos quiero escucharlo; tengo todo el tiempo del mundo.

−Lo voy a hacer, pero no aquí, ni ahorita. −dijo al no saber que más decir.

−¿Entonces cuando?

−Hazme caso, y vete a tu casa y hablamos cuando estes más tranquila.

−Me voy en cuanto abras la puerta. Entre más pronto le digas a tu amiguita que la abra, mas pronto te libras de mí.

−No me voy a prestar a tus juegos Gaby, te estas comportando como una niña malcriada; no sabes cómo me decepcionas.

−Te entiendo..., créeme que te entiendo perfectamente y por lo mismo no me voy a ir, porque encima de que me estas poniendo los cuernos, ahora me estas tratando como si fuera una tonta que no sabe lo que dice. 

−Amor, no es lo que piensas. −dijo Ismael tratando de abrazarla.

−No me toques, ya no tiene caso que lo niegues, ¿Quién es, ¿cómo se llama? 

−¿Qué más da su nombre, ya te dije que ya se fue?

−Tú y yo sabemos que no es verdad, al menos ten el valor de aceptarlo.

−¿Por qué tienes tanto interés en saber su nombre?

"Porque no recuerdo el nombre de tu ex, solo necesito escucharlo para saber que es ella"

−Porque sospecho que es alguien muy importante para ti.

−Gaby, Ismael tiene razón; debemos de irnos.

−Mamá, por favor no. Te quiero mucho, pero te voy a pedir que no te metas; esto es entre Ismael y yo. −dijo con lágrimas en los ojos antes de voltear para a ver a Ismael.

−Saben tienen razón. Esto es humillante, yo no tengo nada que hacer aquí; está claro que si no abres la puerta es porque me estas engañando y siendo así. No tengo nada más que hacer aquí.

−No es lo que piensas. −dijo él tratando de tranquilizarla.

−Entonces acláramelo, dame una razón para no cancelar la boda. 

−Más tarde cuando vaya a tu casa.

−No es necesario que vallas, no quiero volver a verte. –aseguró, con el corazón hecho trisas dirigiéndose a las escaleras.

−Gabriela espera.

−Hijo, déjala que se tranquilice, más tarde hablan.

−No mamá, conmigo ya no tiene nada que hablar. −hablo, regresando al lado de ellos.

−Gaby, te estas precipitando. Ve como estas.

−¿Cómo quieres que este, si mi prometido me está poniendo el cuerno y tú optas por ignorar los hechos y pretender que aquí no ha pasado nada? −preguntó molesta, frustrada y, sobre todo, decepcionada.

−¿Qué está pasando aquí? –la pregunta de la madre de Ismael los hizo darse cuenta de que había llegado la familia de él y estaban al pie de las escaleras.

−¿Gaby, que sucedió, estas bien? −preguntó Samuel.

−Pregúnteselo a su hijo.

− ¿Qué está pasando Ismael, porque está llorando Gaby?

−No es nada, sólo es un mal entendido, que vamos a aclarar más tarde.

Con reproche Gabriela miro a Ismael, sin poder creer lo cínico que era. Pensaba irse, pero después de escucharlo, decidió encararlo y terminar con eso de una vez por todas.

−No es ningún mal entendido. Para mí todo está más que claro, tú y yo no tenemos nada mas de que hablar. Ve con tu amiguita y terminen su platica. −mencionó señalándole su habitación.

−Lo lamento, ya no habrá boda. –dijo mirando, a los padres de él.

−¿Gaby, porque tomaste esa decisión? −preguntó Samuel, consternado al verla así. La conocía desde que era una niña; le tenía una gran cariño y aprecio.

−Papá, no le hagas caso. Está un poco mal. −su frase se vio interrumpida por su padre.

−Le estoy preguntando a ella, tú y yo vamos a hablar más tarde.

Apenada, Gabriela comenzó a relatarle a Samuel, lo que había pasado, incluyendo el hecho que le pidió a Ismael que abriera la puerta de la habitación.

−Marina, saben que las aprecio mucho y que quiero a Gaby como una hija más, por eso mismo en este momento vamos a salir de dudas. 

−Samuel, no tienes por qué hacerlo. Sería mejor que ellas se vayan y que lo que tengamos que hablar con nuestro hijo, lo hagamos a solas. —pidió la mamá de Ismael.

−Mujer, no pidas que sea imparcial. Se que debemos de ver por nuestro hijo, pero es necesario que le de a Gaby el lugar que merece. 

−Pero Samuel.

−Pero nada..., si tu hijo no tiene nada que ocultar y si sabe lo que le conviene, va a abrir esa puerta.

−Abre la puerta. –exigió Samuel.

−No tengo llave, se cerró con mis llaves adentro.

−Mujer, ve por la llave.

Minutos después cuando abrieron la puerta, la primera hablar fue la madre de Ismael.

−¿Tú..., que haces en mi casa? Te prohibí que volvieras a poner un pie en esta casa. De que manera tengo que pedirte que dejes en paz a mi hijo.

−Mamá.

−Nunca me gustaste para mi hijo. −dijo la madre de Ismael.

−Ahora te queda claro porque no la quería para ti, no te conviene.

Mientras la madre de Ismael le reclamaba a la joven, a la cual ella parecía conocer muy bien, Gabriela observaba el aspecto de la mujer. Su blusa estaba arruga y los botones estaban mal abrochados, el labial ahora estaba embarrado alrededor de sus labios al igual que los de él. El cabello de ella parecía una maraña y cobertor de la cama dejaba claro, lo que ellos habían hecho sobre ella.

−Lo sabía..., sabía que tenías algo que ver con ella. –habló conteniendo las lágrimas−. No te quiero volver a ver. –dijo al momento en que le entrego el anillo de compromiso a Ismael.   

−Gaby no heches a la borda su amor por un error insignificante. −sugirió su futura suegra

−¿Perdón? −preguntó más que molesta.

−Vamos hija, no puedes cancelar tu boda por un error de juventud.

−Señora, no puedo creer que este solapando a su hijo y encima de todo lo quiera justificar como si fuera un jovencito de catorce o quince años.

−No lo solapo, hija. Sólo que no creo que valga la pena terminar una relación por algo así.

−¿Una infidelidad no le parece razón suficiente?

−Fue un error, todos comentemos errores. No somos quien para juzgar.

−Tiene razón señora, no soy nadie para juzgar. Con todo el respecto que se merece, permítame aclarar un par de cositas.

−Gabriela. −la llamo Marina queriendo fulminarla con la mirada.

−Lo siento mamá, no es mi intención avergonzarte. Únicamente quiero aclarar algo.

−Señora, los errores se comente en uno o dos segundos, por error se toma una cosa por otra, o se confunde uno: de lugar, de nombre o persona. Un descuido o un error pasa en un segundo, y su hijo trajo a esta mujer con plena conciencia; sabía perfectamente lo que estaba haciendo. Vaya a saber cuánto tiempo estuvieron solos antes de que mi mamá y yo llegáramos. Vea el aspecto que tienen ambos, vea como está la cama; por dios nada de lo que ellos hicieron fue un error, es más que obvio que fue algo que ambos deseaban.

−No te permito que pongas entre dicho la moral de mi hijo.

−La que no va a permitir que le sigan viendo la cara de tonta, soy yo.

−Me decepcionas Gaby, creí que eras una mujer abnegada y sumisa como la biblia lo manda.

−La biblia también habla del respeto a la mujer, y condena a los mentirosos y a los infieles.

−No vuelvas acusar a mi hijo de infiel. Acaso tu mamá no te ha enseñado que una buena mujer se debe de someter al esposo.

−¿Como pudiste hacerle esto a Gaby? −reclamó Samuel a su hijo.

−No se lo hubiera hecho si ustedes no me hubieran obligado a dejar a Maritza para casarme con Gaby.                                   

− ¿Cómo te a treves hablarnos así? –reclamó dándole una cachetada a su hijo.

−Tú mejor que nadie me debería de entender, tú como hombre sabes que tengo necesidades, de las cuales mi futura esposa parece no tener ni idea. O es eso, o es una frígida. 

Gaby estaba en shock, no podría creer que ambos padres de él estaban al tanto de la relación que tenía con esa mujer, y que encima de eso, él la hubiera llamado frígida. El sonido de una cachetada la hizo volver a la realidad.

En esta ocasión fue Marina la que le dio una cachetada a Ismael.

−Mi hija es una mujer valiosa y de principios, que juro guardar su pureza para su esposo. Es una lástima que tu no valores eso y que prefieras a las mujerzuelas.

−No le permito que la ofenda. −hablo Ismael. 

−Mamá vámonos, no tenemos nada que hacer aquí. −sugirió Gaby sin mirar a nadie más.

Gaby estaba a punto de abrir la puerta de su coche, cuando Ismael apareció.

−Cometí un error, lo siento. Ella no significa nada para mí, tú eres la mujer que quiero a mi lado, es contigo con quien me voy a casar.

−No Ismael. Engañarme fue tu elección, no fue un error.





¿Qué les pareció este capítulo?

Gracias por continuar leyendo.

Los quiero,

Lynn Baez

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