Capítulo 45
Bruna caminaba junto a Elisey, cada paso hacia la Torre Beta incrementaba la tensión en su pecho. La Avenida del Océano parecía más larga de lo normal, y los pensamientos de lo que estaba por venir revoloteaban en su mente. No era solo una caminata más, sino un recorrido hacia un posible conflicto. Aunque Elisey lo notaba, Bruna intentaba mantener una fachada de calma.
—¿Qué es lo que te inquieta realmente? —preguntó Elisey, su tono directo pero con un sutil toque de comprensión.
—Sabes que no es una simple reunión —respondió Bruna, evitando la mirada de Elisey mientras se frotaba la nuca. —Voy a ver a Crystal, y a Omy... No sé cómo reaccionarán. Después de todo lo que pasó, no tengo claro si esto será un desastre o no.
Elisey soltó una pequeña risa, algo que rara vez hacía, pero sabía que Bruna necesitaba aflojar la tensión.
—La Beta Mallomy es sensata, Bruna. No saltes a lo peor. Entiende que no vas con segundas intenciones. —Elisey le lanzó una mirada tranquila. —Y la omega Crystal... sabe que sus encuentros son necesarios. No tienes por qué sentirte atrapada.
Bruna resopló, aunque la lógica de Elisey era impecable, no podía evitar sentir el nudo de ansiedad en el estómago.
—Sí, pero si hago que Crystal llore de nuevo... Omy no va a quedarse tranquila. Y ya sabes cómo es, cuando se trata de su mate no hay espacio para errores.
Elisey asintió con la cabeza, su expresión serena pero llena de comprensión. Conocía las complejidades de la situación mejor que nadie.
—La Beta Mallomy protegerá a su omega, eso es seguro, pero no va a precipitarse a juzgarte sin escuchar primero. Y si las cosas se complican, estaré ahí. No permitiré que se salga de control.
Bruna levantó la vista hacia Elisey, agradecida por su inquebrantable presencia. A pesar de su orgullo, la seguridad que sentía a su lado era un consuelo que pocas veces admitía en voz alta.
—Gracias, Elisey —murmuró, aunque en el fondo no sabía si sus palabras lograrían apaciguar la tormenta que se avecinaba.
Elisey detuvo su andar por un momento y la miró directamente.
—Tienes quince minutos antes de que se acabe el tiempo de privacidad. Solo recuerda, Bruna, no tienes que cargar todo esto sola. Habla con claridad, no dejes que los fantasmas del pasado te controlen.
Bruna asintió. Aunque las palabras de Elisey tenían razón, sabía que el desafío no era enfrentarse solo a Crystal, sino a sus propios temores. Iba a ser un momento crucial, pero de algún modo, la presencia de Elisey hacía que el camino se sintiera menos solitario.
—Lo sé, Elisey —susurró Bruna mientras seguían caminando hacia la Torre Beta.
No era Nika quien los acompañaba esta vez, sino Leo, el Beta y mano derecha del Alfa Elisey. A medida que avanzaban hacia la habitación de la Beta Mallomy, murmullos y risitas comenzaron a resonar en los pasillos de la Torre Beta, esta vez más pesados y cargados de desdén. Bruna sentía el ambiente hostil; las Gammas que se encontraban en la Torre eran conocidas por su burla y desprecio, especialmente hacia ella, la humana que había capturado la atención de su Alfa.
Los comentarios sobre su falta de experiencia a sus propias habilidades como al propio lenguaje alemán no hacían más que incrementar la frustración de Bruna. Contó hasta diez en su mente, tratando de mantener la calma y evitar que la rabia la consumiera. Sin embargo, la paciencia tenía un límite.
Elisey, al percibir el ambiente tenso, esperó un momento, pero al no escuchar retractaciones, gruñó con autoridad.
—¡Silencio! —impartió, su voz resonando con fuerza que dejó a los presentes en un silencio incómodo.
Pero justo en ese instante, la prima de Elisey, Rose, se lanzó a abrazarlo sin previo aviso. Bruna sintió cómo la molestia ardía en su nuca. La imagen de Rose, con su piel clara y pelo pelirrojo, era suficiente para activar su instinto protector.
Con un movimiento rápido, levantó las manos, dispuesta a invocar el agua de su guía elemental, el Seelie etéreo que descansaba sobre su cabeza. Con un simple gesto, hizo que el agua se deslizara por el cuerpo de Rose, envolviéndola como una manta antes de empujarla a un lado, alejándola de Elisey.
—¡RESPETE SU LUGAR! Soy la Luna de esta manada, y esas no son formas de tratar a su Alfa, Gamma Rose —gritó Bruna, su voz imponente resonando en el pasillo. Sus ojos brillaban en un matiz combinado de dorado y azul eléctrico, reflejando su poder elemental.
La atmósfera cambió drásticamente; las Gammas que antes se burlaban ahora temblaban. La Luna no solo parecía una gran loba, sino también una poderosa habilidad elemental que había domado su Seelie con firmeza. Todos los murmullos se apagaron, y el respeto comenzó a pesar más que las risas. Bruna se sintió satisfecha al ver que su autoridad, aunque no buscada, había sido reconocida, y que su conexión con Elisey se volvía cada vez más evidente.
Elisey notó la tensión palpable en el aire y se acercó a Bruna, su rostro mostrando preocupación.
—Mi Luna, respira —dijo, tratando de calmarla con un tono sereno—. No dejes que esto te consuma.
Bruna, sin apartar la mirada de Rose, que se mantenía distante pero con actitud desafiante, apretó los puños. Las Gammas murmuraban entre ellas, creando un ambiente hostil.
—¿Respirar? —replicó, su voz cargada de indignación—. ¿No viste cómo se lanzó a ti como si no hubiera nadie más? Eso no se hace. Eres mío.
Elisey, consciente de la tormenta emocional que enfrentaba, se acercó más, buscando establecer contacto visual.
—Entiendo tu rabia, pero no puedes permitir que Rose te provoque así. Ella busca precisamente eso.
Bruna giró la cabeza hacia él, su frustración evidente.
—No se trata solo de ella. Se trata de cómo me ven, como si fuera una intrusa y tonta en mi propia vida.
—Eres mi Luna, y eso no va a cambiar —dijo Elisey con firmeza—. Tienes más poder del que crees. No dejes que ellas te hagan sentir menos.
Bruna sintió que las palabras de Elisey la atravesaban, pero la presencia de Rose seguía pesando en su mente. Se centró en su respiración, tratando de recuperar la compostura, aunque la ira aún latía dentro de ella.
[...]
El Alfa Elisey y Bruna fueron guiados por el Beta Leonard hacia la habitación de la Beta Mallomy. Mientras avanzaban por los pasillos de la Torre Beta, Bruna sentía la tensión en el aire tras el pequeño desliz con Rose. La pelirroja, claramente avergonzada y furiosa, se quedó atrás, susurrando entre las Gammas que la observaban con desdén.
Elisey, consciente del malestar de Bruna, trató de aliviar la situación.
—Lo siento por lo de Rose. No sé qué le pasa a veces —dijo, buscando hacerla sentir más cómoda.
Bruna, con los brazos cruzados, respondió con un tono helado.
—No se trata solo de Rose. Se trata de cómo me ven aquí. Como si fuera una intrusa, dijiste que me adaptaría fácil pero no lo hacen sencillo.
Leonard, que había estado escuchando, intervino.
—No te preocupes por lo que digan. Eres parte de esta manada ahora, y ellos tendrán que aceptarlo.
Elisey asintió, pero Bruna seguía frunciendo el ceño.
—Quizás sí, pero eso no cambia el hecho de que me ven como una debilidad.
Al llegar a la puerta de la habitación de Mallomy, Elisey se detuvo.
—Tienes más poder del que crees, Bruna. Solo tienes que recordarlo.
Bruna tomó una respiración profunda, intentando dejar atrás la frustración.
—Está bien, pero no pienso dejar que se salgan con la suya.
Elisey sonrió, complacido con su determinación.
—Eso es lo que quiero escuchar. Ahora, entremos y hablemos con la Beta Mallomy.
Abrieron la puerta, listos para enfrentar lo que viniera, pero Bruna sabía que su lucha no solo era contra las miradas de desprecio, sino también por encontrar su lugar en un mundo que parecía querer rechazarla.
—No puedo simplemente ignorarla. Ella seguirá intentando hacerme sentir inferior.
Elisey dio un paso adelante, bloqueando su vista hacia Rose.
—Si vuelve a intentar algo así, yo me encargaré. Tienes el poder de domar no solo a criaturas elementales, sino también a tu propia vida. Recuerda quién eres.
Bruna sintió una oleada de fuerza al recordar su habilidad como Domadora de criaturas elementales y mágicas, así como su conexión con el agua. Se obligó a respirar profundamente, dejando que la tranquilidad de Elisey la envolviera un poco.
—Está bien... —dijo finalmente, aunque la tensión seguía latente—. Pero no prometo que no le haré pagar si vuelve a intentar algo.
Elisey sonrió, aliviado de que su Luna comenzara a calmarse.
—Eso está bien. Solo recuerda que siempre estaré a tu lado. No estás sola en esto. Tu poder es formidable, y las demás lo saben.
Bruna asintió, sintiendo una renovada determinación. Sabía que no solo era la Luna de su manada, sino también una Domadora capaz de enfrentar cualquier desafío. La lucha con Rose apenas comenzaba, y estaba lista para demostrar su fuerza.
El Beta Leo tocó la puerta de la Beta Mallomy, quien los recibió con un gesto de vergüenza y silencio. Al abrir, reveló a Crystal, la omega trans, durmiendo plácidamente en su cama. La escena generó un aire de respeto y comprensión entre ellos.
—Parece que no es el mejor momento —murmuró Leonard, intercambiando miradas con Elisey y Bruna.
Elisey asintió, dándose cuenta de que tal vez hoy no sería la conversación que tanto necesitaban. —Volveremos otro día —dijo, con un tono amable—. No queremos interrumpir su descanso.
Bruna se sintió aliviada, sabiendo que Crystal necesitaba su espacio.
—Sí, hay tiempo para hablar más adelante —añadió, su voz más suave.
Elisey miró a Bruna y sonrió.
—¿Qué te parece si vamos a cenar por el pueblo? Con un buen postre incluido, por supuesto.
La mención de la cena hizo que Bruna sintiera un cosquilleo en el estómago.
—Eso suena perfecto —respondió, su humor mejorando de inmediato—. Tal vez un helado de menta.
Leonard, alegre ante la idea, los guió hacia la salida.
—Vamos, entonces. ¡A comer se ha dicho!
Mientras caminaban, Bruna sintió que, aunque los desafíos no se desvanecían, momentos como este le recordaban que no estaba sola en su lucha.
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