Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 35

Una vez nuestros estómagos habían quedado satisfechos, regresamos a la habitación. Le pedí a Elisey, apenada, si podía acostarse en la cama y yo acurrucarme en su torso. Él pareció encantado con mi sugerencia. Aunque su mirada mostraba preocupación, también anhelaba aligerar ese peso que veía en sus ojos, esos ojos bonitos que me daban paz y seguridad. Desde que llegamos juntos al Pueblo Rudeltlantik, lo había visto más a la defensiva y preocupado por mí.

Acurrucada en su Alfa, escuchando los latidos de su corazón, me sentía más relajada, como si todo lo que él representaba finalmente pudiera ser una realidad y no un sueño.

—Me encanta escuchar tus latidos; me hace sentir que no estoy viviendo en un sueño —susurré con voz calmada.

—Queremos ser tu refugio... —susurró conmovido el rubio de ojos azul celeste.

—Lo están siendo más de lo que he tenido en toda mi vida —susurré agradecida, levantando la mirada para verlo, encarando esos ojos que buscaban respuestas pacientemente en mí—. Gracias por respetarme tanto... Me hace sentir muy querida.

—No tienes nada que agradecer, es lo que mereces sentir, preciosa.

Mi garganta soltó un quejido de vergüenza plena por la cálida y cariñosa sensación que envolvía mi corazón. Sentía calor en mis orejas y mejillas; tal vez nunca me había visto sonrojada, pero sabía lo que significaba sentir esos calores en el rostro, sobre todo con las emociones a flor de piel que me embobaban.

—¿Qué fue ese sonido tan... dulce? —preguntó Elisey con una sonrisa conmovida, sus ojos asombrados como si hubieran escuchado un sonido único y auténtico.

—No sé cómo lo hice, pero... Solo sale cuando me ataca la sensación de ternura y cuando recibo mucho amor, algo... Algo que no comprendo del todo, y tampoco puedo digerirlo en silencio —admití avergonzada, evitando su mirada.

—Eres tan hermosa, Bruna.

La mención de mi nombre sonaba tan delicioso al oído con su acento alemán, uno que me tenía encantada, enamorada y extasiada de escuchar palabras tan bonitas. Con una sonrisa nerviosa clara entre mis labios, opté por actuar infantil, cubriendo sus labios como si pudiera callarlo solo para que mi corazón se calmara. Sentía cómo mis manos temblaban, sudaban y el calor me hacía entender cuánto me volvía loca el amor incondicional que solo palabras, miradas, voz o actitud podían capturar en mi corazón amante del romance y la fantasía, sabiendo que él era un hombre lobo, mi pareja destinada, y yo su luna.

—Por favor, no me digas tantas cosas bonitas de repente, que mi corazón se endulza y yo... Yo estoy muy oxidada en mostrar cariño romántico que hasta pena me da serlo —suplicé nerviosa, encontrándome con esa mirada divertida en Elisey, quien había comenzado a reír ahogadamente.

Preocupada por asfixiarlo, liberé la boca del rubio alemán. Sin darme cuenta, me había colocado encima de Elisey, cubriéndole la boca para evitar que mi corazón se desbordara con tanto amor.

—Todo lo que venga de ti será un honor recibirlo. No hay mayor perfección que la imperfección —dijo Elisey en un murmullo, con una mirada especialmente cálida en esos ojos azul celeste tan infinitos como el cielo.

—Eso solía decir mamá al ver mis dientes —reí un poco ante la casualidad de escuchar esa frase de otra persona que no fuera mi madre.

—¿Lo ves? Estaba escrito en el destino que coincidiera con nosotros; cada día escucho más coincidencias entre tu vida y las cosas que digo —dijo Elisey orgullosamente, encantado.

Negué divertida ante la ocurrencia, pero sabía que había mucha verdad en ello.

—Tal vez así siempre debió ser. Solo que nos demoramos unos años en coincidir —acerté a decir, sin elevar demasiado ese orgullo.

Elisey volvió a reír, viendo cómo sus facciones se relajaban poco a poco. Sin poder evitarlo, deslicé mi mano para acariciar su barbilla y labios medianamente carnosos.

—Quiero que sigas feliz... Necesito verte disfrutando de mi compañía. Verte preocupado y alerta todo el tiempo me... me hace sentir muy culpable... Quiero multiplicar la dicha, no restarla —pidió suplicante a Elisey.

El rubio miró conmovido y comprensivo a Bruna, su pequeña Luna, quien parecía estar mucho mejor en cuanto al ánimo, a diferencia de unas horas atrás. La calma que había traído el almuerzo y las palabras de consuelo estaban ayudando a aliviar el peso de sus emociones, pero aún había una tensión palpable entre ellos.

—Te ves mucho mejor ahora, Bruna —dijo Elisey, con una voz suave y reconfortante—. Me alegra que estés comenzando a relajarte.

Asintió, aunque aún podía ver en sus ojos azul celeste un atisbo de inquietud. Sabía que compartir su pasado más profundo, lleno de ocurrencias, era algo que no podía seguir ocultando por más tiempo. Pronto tendría que ver a Omy y Crystal.

«Aunque aún no entiendo por qué están tan lejos de México. ¿Cuál podría ser la relación entre ellas para estar en el pueblo donde acabo de llegar? Es un hecho muy extraño», pensó intrigada. Sin embargo, trató de no fruncir el ceño, ya que no quería arruinar la tranquilidad que había logrado en Elisey.

—Elisey, hay algo que quiero decirte —comenzó, decidida a hablarle sobre sus antiguas amistades, susurrando apenas—. No sé cómo decirlo, pero siento que es importante que lo sepas.

Elisey la miró con total atención, su preocupación transformándose en una disposición firme de escuchar. Se acomodó ligeramente para que ambos estuvieran más cómodos, ofreciéndole toda su presencia y apoyo.

—Dime lo que sea, Bruna —dijo Elisey, con tono lleno de confianza y seguridad—. Estoy aquí para escucharte, sin importar lo que sea.

Bruna tragó saliva, sintiendo el peso de sus palabras antes de soltarlas. La sinceridad en los ojos de Elisey le dio el valor para continuar.

—Mallomy es la chica de la que te hablé antes, quien sin querer terminó gustándome... pero pasaron muchas cosas entre nosotras. Jamás recuperamos la relación romántica, sino que... nos quedamos varadas en una amistad fortalecida por años de contacto virtual —explicó Bruna, su voz temblando levemente—. Y... Crystal fue mi pareja hace poco a año y medio. Terminé con ella porque llegué a odiarla por todo lo mal que pasé al enamorarme de una persona en transición. Éramos tan iguales en carácter que nos repelíamos. Con el tiempo, aceptamos que la amistad era lo único que nos unía.

Elisey asintió, su mirada suave pero firme, mostrando que estaba completamente dispuesto a escuchar.

—Entonces nunca se vieron en persona, siempre fue virtual, ¿no? —le preguntó Elisey, con un gesto tranquilizador—. Debo admitir que eso me tranquiliza bastante.

Bruna soltó una risa nerviosa al escucharlo.

—Ya te lo dije una vez, y te lo repetiré: "mi resentimiento y rencor no me permiten volver a una relación que dejé atrás. Así que no te preocupes por eso, ni por asomo"—dijo clara y concisa.

Elisey sonrió más aliviado. Levantó la mano y le acarició la mejilla, en un gesto posesivo y feliz.

—Entonces, ¿por qué te pusiste tan mal cuando la Beta Mallomy anunció que es la compañera de la Omega Crystal? —preguntó confundido.

—Porque me va a costar verlas juntas. Mira, las dos son mis amigas actuales, pero en el pasado fueron mis parejas románticas. Verlas besarse me va a descolocar varias veces porque Omy siempre ha tenido flechazos por mujeres, y a Crystal... la conozco como el creador del pañuelo. ¡Es irreal! Aunque, de cierta forma, es normal verlo, pero... no sé, me dio acidez saber que la vida dio ese giro inesperado en la conexión de mis amigas. No es algo común de ver —aclaró nerviosa, hablando rápido por la incomodidad que sentía en el estómago—. O tal vez, solo un poco, me molesta que Crystal tenga una conexión tan profunda y funcional cuando pudo haberla tenido conmigo, si no hubiera sido tan estúpida.

«Diría que me molesta que hable de un chico frente a nosotros, pero incluso yo me siento mal por el disgusto que nuestra Luna siente hacia la omega», pensó Björn, sorprendido de no sentirse celoso, sino aliviado.

Dejándolos a ambos, anfitrión y lobo interior, sumamente confundidos.

—La quisiste mucho, pero tu tono de voz y la forma en que la nombras me dicen que sigues teniendo el rencor por las nubes —comentó Elisey.

—Es que ella... me confundió tanto que logró hacer lo que jamás quise: odiar de todo corazón y sacar lo peor de mí para defender mi roto corazón. Te juro que, si mi madre no la quisiera tanto, cuando la vea pronto, le daría su merecido por los años que me hizo sufrir —gruñó, frustrada, recordando su relación con su ex.

Elisey sintió más alivio al verla así. Eso significaba que la omega no era una amenaza para él.

—¿Y qué hay de la Beta Mallomy?

—Ella ya recibió su escarmiento en su momento. A pesar de que el rencor sigue presente, sé que solo la quiero como amiga y nada más. Ella ya me lo ha dicho varias veces: me quiere como amiga, y yo también. No hay nada que pueda volver a unirnos en una relación amorosa —aclaró con menos frustración al hablar de la Beta—. Ella es una cachorra a la que no quiero perder de vista. Es ocurrente, y no necesito aprender otro idioma para entenderla.

Elisey negó con la cabeza, divertido por la ocurrencia de su Luna.

—Bien, creo que puedo sobrellevar esta situación si lo hablas así de claro —dijo el Alfa mientras acariciaba las mejillas de su Luna, deleitándose con su suavidad y con lo que parecía haber desbloqueado algo más interesante. Sus caricias parecían traerle gran paz y felicidad.

—¿Eso quiere decir que me dejarás ir a conocerlas y pasar tiempo con ambas en persona? —preguntó emocionada.

Elisey, aún confundido, trató de sonreír ante la ternura y la versatilidad de su Luna Bruna.

—Si voy yo las primeras veces, sí.

Su Luna pareció reflexionar un poco, mostrando en su hermoso y suave rostro un ceño fruncido.

—¿Y por qué tienes que ir tú?

—Porque así me aseguro de que no te pases tres hectáreas con ese rencor que le tienes a la Omega —sugirió Elisey, divertido, aunque en el fondo le picaba la curiosidad de verla rencorosa, siempre y cuando no fuera hacia él.

—A lo sumo, le daría un zape. Tampoco soy tan poderosa, Elisey.

—Corrígete otra vez —sugirió risueño Elisey, viendo la incredulidad transparente en el rostro de su Luna.

—No usaría a Seelie —bufó, ofendida.

—Pero sabes que no puedes controlarte, cariño. En serio, necesito que te recuperes pronto —dijo Elisey mientras acariciaba suavemente su mejilla—. Eres muy explosiva, y si te atacaran, no sé qué sería de mí.

—Pero dijiste que no eran primitivos. No sucederá nada.

Björn vibró con tentación, deseoso de demostrar su actitud posesiva y protectora hacia su Luna. Elisey sonrió, divertido por la sensación de desafío inocente que su Luna les planteaba.

—Tengo un buen autocontrol. Pero como siempre te he dicho y me has dicho, no todo se puede controlar. Sé que, aunque no haya tocado mi límite contigo, intuyo que no podría resistirme a protegerte, aunque supiera que estarías bien «sin nosotros» —dijo Elisey, mencionando también a su lobo interior, Björn.

—Bien, trataré de no ser tan impulsiva. ¿Te sirve eso? —preguntó optimista.

—Me sirve, aunque debes cuidarte mucho cuando recorras la manada. Hasta que no te marque y te presente formalmente, la gente seguirá desconfiando de tus habilidades, aunque vaya en contra de nuestros valores —advirtió Elisey, accesible.

—Tranquilo. Apenas salga de la cuarentena de reposo, me puedes comer, lobito —dijo Bruna entre bromas sugerentes.

Siendo así como ese cuarto día, finalizó ya más tranquilo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro