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Capítulo 14

Che Corazõ = Mi corazón

Hace un rato, habían salido a comprar algunos artículos indispensables para el viaje. Había acordado con Elisey que al día siguiente comenzarían los preparativos para el viaje a Alemania. Aunque para su fortuna, este viernes se mostraba bastante ameno, hacía calor suficiente como para disfrutar de un tereré, y Elisey mostró gran curiosidad por la bebida refrescante.

Seguía sonriendo al sentir la mirada de Elisey sobre ella, encontrándose interesante.

Che Corazõ, si me sigues mirando así pensaré que me ha salido un grano y no sabes cómo decírmelo —bromeó con tono jocoso.

—¿Ah? Eh... No es eso, preciosa.

—¿Y si no es eso, qué es entonces? —preguntó con total curiosidad mientras se servía más agua de su termo de forro lila. Llenó la guampa con yerba fresca y agua, empapándola hasta el borde. Acercó sus labios a la bombilla de metal y sorbió un largo trago, seguido de algunos sorbos más.

La mirada del rubio no dejaba de fijarse en ella. «¿Será que quiere probar otra vez?» pensó emocionada.

—Quiero volver a probar el terreré.

Tereré. La pronunciación no es complicada, Elisey, solo es con una r —corrigió con una expresión dulce y divertida—. Si no lo vas a escupir como la primera vez, te invitaré.

El rubio la miró intensamente, aceptando la corrección y dispuesto a intentarlo nuevamente.

—La primera vez fue un error mío, no lo volveré a hacer —respondió decidido.

—Bien, recuerda que con esta bombilla de metal, que es el término más estándar, se sorbe el agua y la parte de la pala filtra la yerba para que no la digieras, aunque a veces un poco puede escapar si sorbes muy fuerte —explicó con paciencia, mientras movía la bombilla para volver a colocarla bien en la guampa. Sirvió un poco de agua, no tan llena como ella la toma, sino lo justo—. Ten paciencia, no te desesperes. Solo deja que el agua pase y trágala como cualquier bebida. Al final, es solo agua.

Elisey parecía apreciar cada detalle de la explicación y asintió mientras aceptaba la guampa. Acercó sus labios a la bombilla y sorbió poco a poco, con cierta cautela.

—No es tan malo. Es refrescante, ¿verdad?

—En verdad que sí. Me imagino que lo llevarás contigo a Alemania, ¿no? —preguntó curioso.

—Así es. No podría vivir allí sin esto. Es la única forma de mantenerme constantemente hidratada. Además, no perderé mis costumbres, por más extrañas que parezcan. Amo las cosas con las que crecí —confesó con cariño.

—Comprendo. Si te hace feliz, me aseguraré de que siempre lo tengan en la casa —dijo Elisey, acariciándole la mejilla suavemente con su pulgar áspero.

Ella cerró los ojos, con una suave sonrisa en su rostro, encantada con la caricia cálida.

—Gracias... —murmuró, cohibida por la mirada tan atenta de Elisey—. ¿Podré cocinar también allá? Me gustaría invitarte a comidas típicas de aquí, mis costumbres... Aprenderé las que tú tengas, por mi curiosidad.

Elisey sonrió con ternura.

—Todo lo que desees compartir conmigo, intentaré probarlo. Aunque no prometo hacerlo siempre, no todas las cosas se me dan para comer —respondió sinceramente.

—¡Perfecto! Entonces ya es ya.

El momento de convivencia cambió repentinamente cuando su celular comenzó a sonar con la canción "Pure Pop Punk". Se llevó la mano al corazón por el susto, y Elisey fue directamente hacia el celular, descubriendo que era una alarma.

El título era sencillo: «Llamada Familiar, Gambaré!»

—Es tu alarma, con un idioma algo extraño.

—Oh, ya es hora —comentó, tomando una gran inhalada de aire y exhalando.

—¿Quieres que te deje tu espacio para hacerlo o prefieres que me quede? —preguntó cortésmente Elisey.

Sus manos temblaban ligeramente, pero las apretó con determinación. El miedo y los nervios no podían invadirla ahora.

—¿Puedes elegir tú? Mi cabeza está tratando de formular la noticia de manera general y enfrentar el tsunami que vendrá después —admitió, sonriendo nerviosa mientras sentía cosquilleo en la nuca.

—¿Qué es lo que te tiene tan nerviosa?

—La reacción de mi hermano mayor.

El rubio se mostró inocente.

—¿Cuántos hermanos tienes?

—Una hermana mayor y un hermano del medio. Somos tres en total.

—¿Y tus sobrinos, de quiénes son?

—De mi hermana mayor.

—Ya veo, es interesante. Tendré tiempo para conocerlos antes de presentarme oficialmente —comentó con una sonrisa que reflejaba tranquilidad.

—No somos muchos, la verdad. No tenemos contacto con las familias paternas ni maternas debido a conflictos familiares, así que mi familia es pequeña pero bastante disfuncional —explicó pensativa mientras le pedía su celular—. ¿Me lo das?

—Sí, claro. Lo siento —contestó torpemente, dándoselo.

Rápidamente se dirigió a su cama, se sentó en el punto exacto y adoptó una posición de loto, con las piernas cruzadas y la espalda curvada.

—No me distraigas, y estoy segura de que nadie armará lío por tu presencia aquí conmigo. Nadie sabe que tengo pretendiente, a menos que Bárbara le haya contado a su madre y el efecto dominó haya sido peor de lo que supongo —aclaró mientras abría WhatsApp, buscaba el grupo familiar titulado "Familia Dávalos" y tocaba el ícono de teléfono, escuchando el pitido de llamada en espera.

—Bien, pero recuerda que no soy solo un pretendiente más, preciosa. Somos más que eso, soy tu pareja para el resto de tu vida y toda mía —aclaró Elisey, no muy conforme con lo que había dicho.

El tiempo de cada uno de los integrantes uniéndose a la llamada interrumpió la necesidad de debatir sobre su relación, dejándola con el corazón en la boca.

—¡Mi hijita preciosa! Qué agradable recibir tu llamada por fin —fue la primera voz que se escuchó al unirse cada uno de los familiares.

Siendo las seis de la tarde, decidió que era una hora razonable.

Tata, cálmate un poco. Quiero saber qué nos quieres decir —se escuchó una segunda voz, claramente Barbie atendiendo desde su celular junto a su mamá.

—¡Hijole, Brunita! Llamas justo a tiempo. Acabo de llegar a casa. ¿Cómo te ha ido? —dijo otra voz femenina, su hermana Silvia.

—Hola, hermanita. Todo bien por suerte, con el trabajo a full, la verdad —contestó con cierta nostalgia. Llevaba tiempo sin escucharla o verla—. No te angusties tanto, Barbie, todo lo diré con calma. Mamá, también he extrañado escuchar tu voz.

En la llamada se escuchaba la interferencia doble del celular de Barbie, quien se quejaba por impaciencia. Silvia reía ante la situación, y su mamá miraba con un brillo especial en los ojos.

—¡Hola! ¡Hola, familia! —saludó una voz varonil con cansancio, pero la felicidad reflejada en el hombre, que era diez años mayor que ella—. ¡Hermanita, por fin llamas! Qué mayor te ves, tan madura...

Sonrió encantada, con los ojos ardiendo con ganas de llorar al ver a su familia reunida en la llamada virtual, cada uno con su caos de fondo.

—¡Aisn, hermanito! ¡Cuánto te he extrañado! El trabajo me ha absorbido tanto que no he podido hacerme tiempo para verlos, pero te aseguro que cada momento sacrificado ha valido la pena —contestó con los labios temblorosos, tratando de contener las lágrimas.

¡Bien, bien! ¡Cuánta emoción entre todos! Pero, en serio, quiero saber por qué llamas —exclamó impaciente Barbie, con la interferencia duplicando y molestando su voz.

Elisey hizo una mueca y se acarició la oreja, mientras ella mordía su labio inferior, tratando de no mirar demasiado a Elisey.

—Barbie, habla desde el teléfono de mamá, haces demasiada interferencia —pidió con un gesto de pesadumbre.

El chasqueo de lengua de Barbie se hizo presente, y se colgó una llamada para comenzar a escucharse su voz desde la cámara de su mamá.

Bien, listo. Ahora cuenta el chisme.

Las miradas extrañadas de sus hermanos mayores hicieron que se sintiera más segura para aclarar la noticia.

—¿Chisme?

Preguntaron al unísono Diego y Silvia.

—Sí, hay una buena noticia. ¡Me voy a Alemania! Gané un concurso literario de historia corta, y ya he canjeado el dinero para el pasaporte. El viaje está todo pagado, y la residencia donde me hospedaré también está organizada. Esto me llevará cuatro meses, pero estoy muy feliz por esta oportunidad. Me costó mucho esfuerzo y tiempo obtenerlo, pero ya está todo confirmado.

El silencio se hizo presente, seguido de exclamaciones de sorpresa, felicitaciones, y algunas bromas. El mayor aplaudía mientras las voces de sus hermanas se alzaban en preguntas.

¿Cuándo viajas?

—¿Qué harás mientras estés allá?

—¿Cuándo regresas?

Y el ruido de fondo creció, envolviendo la llamada en un caos general.

—Primero, tengo que comunicarme con todos y organizar mi agenda. No tengo la fecha exacta aún, pero será dentro de unos meses, alrededor de diciembre. Aunque la fecha está un poco incierta, me aseguro de tener todo listo para disfrutar del viaje y el programa de residencia.

—¡Qué felicidad, hermanita! —exclamó Silvia emocionada—. ¡Estamos muy orgullosos de ti!

—Gracias, familia. Aprecio mucho el apoyo que me dan. Sabía que en algún momento encontraría una oportunidad así, y es el momento adecuado para aprovecharla. Estoy contenta por todo esto —dijo con sinceridad.

¡Y si te va mal allá, sabes que siempre te esperaremos de vuelta! —añadió Diego con una sonrisa alentadora.

Elisey estaba intrigado por la conversación y la intensidad de las emociones de la familia de su amada.

¡Sí! ¡Nada te detendrá! ¡Vamos a celebrar y hacer una gran fiesta cuando vuelvas! —anunció Barbie.

Las conversaciones continuaron y, después de media hora, ella se despidió de su familia para guardar un poco de calma.

—Eso fue todo, mi Luna. Ahora puedo ponerme al día con lo que hemos hablado y seguir con nuestros planes —dijo Elisey, mirándola con ternura y apoyo—. Estoy aquí para ti en cada paso del camino.

Ella lo miró con una sonrisa sincera, sintiéndose aliviada por el apoyo y el amor que Elisey le brindaba.

—Gracias, Elisey. Tu apoyo significa mucho para mí. Vamos a hacer que este viaje sea increíble juntos.

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