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Capítulo XXVI: Un Mal Presentimiento


Capítulo XXVI: Un Mal Presentimiento

Para ser sinceros, en el fondo, siempre deseé y anhelé tener una hermosa familia. Incluso en los días en los que no quería saber del amor. Hace dos meses me enteré de que sería papá. Increíblemente no me llené de miedo, al contrario, supe que esta bendición había llegado en el tiempo correcto. Luna y yo estamos en nuestro mejor momento; tenemos estabilidad económica y emocional, y lo más importante, nos amamos el uno al otro.

Estos meses han sido estresantes, no solo por las hormonas revolcadas de Luna, sino por mi temor constante a que algo le pase a nuestra Lunita. Aunque aún no sabemos el sexo del bebé yo estoy seguro de que es una niña. Dentro de dos semanas lo sabremos. Luna apenas tiene dos meses de embarazo, pero ya tiene una barriga enorme. Sinceramente se ve hermosa en su estado. Ella me contradice y dice que soy un embustero, pero Dios sabe que digo la verdad.

La puerta del cuarto se abre. ¡Al fin! Luna lleva dos horas arreglándose. Hoy se casa la hermana de Rebeca.

Cuando logro verla por completo mi mandíbula cae al suelo. ¡Qué hermosa! Las dos horas de espera han valido la pena.

— Wow— es lo único que logro articular.

— ¿Te gusta?

— Me fascina — digo—. Y yo que pensaba que la que se casaba era Coral.

— Por Dios, exagerado — me dice virando los ojos.

Sonrío y camino hasta ella para darle un abrazo. Le acaricio la barriga y luego me arrodillo para hablarle a mi bebé.

— Tu mami y tú están preciosas.

— ¿No has pensado que puede ser varón?

— Negativo. Es una intuición.

Ella mueve la cabeza en negativa y posteriormente nos marchamos a la iglesia donde se llevará a cabo la ceremonia.

Llegamos al destino y ya se encuentran las personas más importantes en la vida de Coral y de su futuro esposo Néstor.

—Tengo mucho calor Felipe. Me siento incómoda. Siento como si algo malo fuera a pasar. Es un mal presentimiento.

— Debe ser el embarazo, mi amor. ¿Qué malo puede suceder en este día tan hermoso? El sol brilla en todo su esplendor, una pareja que se ama están a punto de unir sus vidas delante de Dios, y yo, estoy viendo la Luna misma a plena luz del día— le dije en un intento de calmarla.

Se le nota muy nerviosa y tensa. Paso mis hombros por los suyos y le doy un beso en la frente.

La música de fondo indica que el desfila comenzará. Las damas de honor y Rebeca hacen su entrada. Comienza la marcha nupcial y Coral entra cogida el brazo de un hombre. No puede ser que ese sea el que yo creo que es.

Mis sospechas se confirman cuando veo que Rebeca palidece en su lugar y posteriormente sale corriendo. Intento detenerla, pero se me es imposible.

El hombre que entró junto a Coral definitivamente es el padre de Rebeca; el cabrón que la maltrataba de pequeña.

No entiendo por qué diablos está aquí y porque la hermana de Coral hizo una cosa como esa. ¿Acaso no sabe el infierno que les hacía pasar de pequeñas?

Miro a Luna incrédulo y en su rostro se refleja real preocupación.

— Katia lo hizo.

— ¿Qué? ¿De qué hablas?

— Ella estaba aquí y salió huyendo. Estaba aquí junto al ex de Rebeca.

Miro hacia todos lados en busca de esa infeliz, pero no logro verla. Diviso a Charlotte halando por el brazo a Coral. Néstor está a su lado mirando con recelo al papá de Rebeca. La iglesia es un absoluto caos. Nadie parece entender nada. Luna y yo caminamos hasta afuera de la catedral, que es donde Charlotte arrastró a Coral. Esta le grita fuera de sí.

— ¿Tú no estás entendiendo? No sabes lo que es monstruo le hizo a tu hermana. Revolcaste su pasado. Tenías que haber preguntado. Eres una niña estúpida.

— Es que no entiendo nada— dice Coral en llanto desesperado.

— ¿Qué va entender una mocosa como tú?

— Ey, Charlotte bájale dos. Ella en su momento entenderá— intervengo.

— ¿Qué está pasando?— Escucho detrás de mí. Es el padre de Coral y Rebeca.

— Papi, no sé qué pasa. Ellos no me quieren decir.

— Jah, ¿papi? ¿De cuándo acá este señor se ganó ese título? — Dice Charlotte.

Él no dice nada.

— ¿Cuál es tu problema? — Refuta Coral.

— Ese puerco que está ahí ese es mi problema. A que no le cuentas la verdad a tu hija. Ah, cobarde. Tuviste que llenarle la cabeza de musarañas. ¿A qué viniste?

— Creo que debemos enfocarnos en buscar a Rebeca. Ella estaba muy mal— dice Luna y le doy la razón.

Luego de miradas cruzadas decidimos ir en busca de Rebeca. Coral, Luna y yo decidimos ir en mi carro. Y Charlotte en el de ella. Quiere evitar roces con Coral. Está muy molesta con ella como para estar en el mismo carro. De camino, Coral está llorosa y Luna la consuela. Ambas están en la parte de atrás.

— Te voy a contar una historia, Coral. Sé que esto no me corresponde, pero tienes que saber la verdad para que entiendas a tu hermana. Si ella te mintió fue para protegerte.

— ¿Pero protegerme de qué?

— Del pasado y de la verdad— dice Luna.

— Ella me había dicho algo parecido.

— Bien, pues no te mentía. Te voy a contar lo que ella me contó. Espero no quitarle ni una coma ni un punto a la historia.

«— Papi, no, por favor... Duele. Para... No lo vuelvo a hacer, te lo juro.

La punta de la fusta se clava en mi pequeña espalda y duele mucho. Quiero que se detenga, pero papi no lo hace... Sigue pegándome sin detenerse. Mami observa desde un rincón, pero no dice ni hace nada. Mi hermanita llora en su cuna desesperadamente, los gritos de Coralita siempre logran enfurecer a papi, pero una parte de mí agradece que no se atreva a tocarla... Tal vez porque es muy pequeña aún... O porque realmente me porto tan mal, que solo yo merezco que me castiguen. Sé que esta vez merezco el castigo, pues misis Rivera le contó a mi papi que yo me hacía pis y caqui encima. Es que me da tanto miedo alzar la mano para pedir permiso.
Siento un líquido espeso y cálido bajando por mi espalda. ¿Sangre? La fusta atestó un golpe en mi ojo; de seguro se me formará un cardenal.

Cuando papi termina por descargar todo su furia, no soy capaz siquiera de pararme. Me duele tanto, no siento mis piernas y mi espalda arde mucho. Me hago un ovillo y mi cuerpecito tiembla involuntariamente. No sé cuánto tiempo llevo sollozando tirada en el suelo, casi el sueño me atrapa cuando siento las manos de mami en mi frente. Con cuidado me toma en sus brazos y me lleva hasta mi cama. Ella rebusca algo en una cajita roja con una cruz dibujada encima. Saca una pomada y comienza a untarla en mi adolorida y mutilada espalda. Mientras me cura yo sigo preguntándome porqué me merezco los golpes de mi padre.

— No debiste ensuciarte encima, Rebeca— dice mami con voz seca.

— Es que no me atrevo a pedir permiso...— admito triste.

—Pues vas a tener que hacerlo... Mira las consecuencias...

—Merezco los golpes por eso? — pregunto inocente.

Mami no dice nada... Solo continúa curando mis heridas hasta que me quedo profundamente dormida. »

— ¿Ahora entiendes? — Le pregunto una vez concluyo la historia que Rebeca me hizo hace apenas unas semanas atrás.

— Eso no puede ser... Eso no fue lo que pasó. Fue por ella que nos separaron de nuestros padres. Ella mintió y sigue haciéndolo.

— ¿De verdad crees eso, Coral? Qué poco conoces a tu hermana. Ella jamás mentiría. Si el Estado asumió la custodia de ustedes fue porque su padre la maltrataba. Ella no quería que tuvieras un pasado que te atormentara. Si no me crees, cuando la encontremos busca las marcas que ese viejo, al que llamas "padre", le hizo.

Ella solloza aún más.

— Coral, necesito saber una cosa. ¿Cómo diste con tu padre?

— Katia... Ella me dio su número.

Aprieto el volante con todas mis fuerzas.

— ¡Esa puta! — Grito. Luna y Coral pegan un respingo.

Veo a Luna agarrarse la panza.

— Mi amor, ¿Qué pasó? ¿Todo bien? Perdóname, no quise asustarte.

— No te preocupes, yo estaba a punto de gritar lo mismo, solo que te me adelantaste.

— ¿Pero estás bien? ¿No tienes hambre? No has comido nada. Me voy a parar más adelante para comprarte algo de comer.

— Un mantecado y unas papas con queso y bacon estarían bien.

— ¿Tú quieres algo también, Coral?

Ella niega con la cabeza.

— Anda no sea tímida, un mantecado no se le niega a nadie. Te levantará el ánimo— dice Luna.

— ¿Cookies and Cream?— Le pregunto a Coral; ella asiente—. A ti ni te pregunto, mi amor. Fresa y vainilla, ¿cierto?

— Que sea triple bola.

— ¡Pero qué golosa nena! ¿Con las mías no te bastan?

— Payaso.

Ella sonríe y yo me bajo del auto. Antes de entrar les digo por la ventanilla:

— No se vayan a bajar, quédense dentro del carro.

Pido la orden y espero pacientemente. Una vez la tengo, salgo del establecimiento. Veo a Luna y a Coral hablando amenamente a un costado del carro. En cuestión de segundos escucho la aceleración de otro vehículo y un chillido de gomas. No me da tiempo ni de gritar que se salgan del medio, pues ese Corolla viene directo hacia ellas. Tiro las bolsas de comida y salgo corriendo. De primera instancia veo mucha sangre, luego a Luna inconsciente y escucho a Coral preguntando una y otra vez qué había pasado. Mucha gente se aglomera alrededor de la escena. Saco el celular, llamo al sistema de emergencias y grito por una puta ambulancia. Tiemblo incontrolablemente. Trato de hacer reaccionar a Luna, pero ella no responde. Miro por encima de su vestido y tiene mucha sangre.

Luna, mi bebé, Luna, mi bebé...

***

Estoy en una esquina del hospital pensando en lo sucedido horas atrás y en lo poco que pude hacer por ellas. ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Por qué ese carro fue directo hacia mi carro? Me bajé un momento para comprar un puto helado. Un maldito instante y estoy a punto de perderlas. Encontraré al responsable y lo mataré, lo juro.

— Sé que estás pensando en una locura... Solo concéntrate en tu novia y tu bebé, hijo mío.

— Papá, es que no dejo de pensar en cómo ese auto fue directo a hacer el daño... No frenó... no...— . Se me comienza a quebrar la voz.

— Cálmate, hijo. Todo estará bien.

Mi papá me da un leve apretón en el hombro. Abrazo a mi viejo y por un segundo encuentro paz.

— Deberías ir a casa a descansar, papá. No quiero que tu salud empeore en este lugar tan deprimente— le digo luego de unos segundos abrazado a él.

— No me iré hasta saber la condición de mi yerna y nieta—. Me limito a asentir.

Veo al doctor salir de la sala de operaciones e inmediatamente todos los presentes nos reunimos con él.

—La señorita Quiñones está fuera de peligro. Pudimos controlar la hemorragia. No hay señales de algún trauma cerebral. Tampoco lesiones graves. Dentro de unos minutos será trasladada a un cuarto— es lo primero que dice.

— ¡Bendito sea Dios!— exclama el padre de Rebeca. Todos ponemos sendo poker face.

— ¿Y Luna? ¿Mi hija, doctor?— Pregunto desesperado. El doctor hace una pausa y suspira antes de hablar.

— ¿Usted es el esposo?— Me pregunta.

— Sí...— le digo aunque aún no nos hemos casado. Pronto lo haremos—. Dígame doctor, ¿cómo están?

— Venga conmigo, necesito hablar a solas con usted.

Mi corazón martillea frenético en mi pecho. A juzgar por la mirada del doctor, algo está muy mal. Una vez apartados del resto, el doctor decide hablar.

— Seré lo más breve y claro posible; su esposa tiene una hemorragia interna, una costilla le traspasó el pulmón y también el impacto del golpe hizo que la placenta se desprendiera; tanto su hijo como su esposa corren peligro. Necesitamos operarla, pero la anestesia causará serios daños al feto. Para ser sincero, no sobrevivirá y si no atendemos la hemorragia de su esposa, ella tampoco lo hará. Le decimos todo esto porque debemos actuar de inmediato, pero con su consentimiento.

— ¿Qué? — No puedo procesar toda la información que acabo de recibir. Siento que el mundo a mis pies se está cayendo — ¿Me está pidiendo escoger entre la vida de la mujer que más amo y la de mi bebé?

— No, le estoy diciendo que si no nos da su aprobación, tanto su hijo como su esposa morirán. Su hijo no tiene ninguna probabilidad de sobrevivir, con o sin la intervención quirúrgica. Su esposa tiene probabilidades de sobrevivir si usted nos autoriza a proceder con la operación.

Me estrujo la cara con mis manos desesperado... Esto no puede estar pasando.

Nota de Autora:

Para que entiendan bien estas escenas les recomiendo leer La Chica del Pelo Rizo, historia que se encuentra en mi perfil. Recuerden que Felipe y Luna son personajes de la LCDPR. Gracias por esperar pacientemente cada capítulo.

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