Que débiles podemos llegar hacer, cuando de verdad queremos mucho a alguien.

Nuestra debilidad no es el amor, es el miedo a perder a la persona que amamos, y es tal que nos obligamos a pensar y analizar más de diez veces nuestras acciones, por el simple hecho de no querer lastimarla, por no ser uno el culpable de sus lágrimas y esa mirada triste, por miedo a que por un error; el más insignificante, nos cause el odio de dicha persona.

Y estamos tan enfrascados en ese miedo que nos olvidamos de nosotros, nos olvidamos que nosotros también podríamos salir heridos por esas mismas personas, nos olvidamos que una palabra o una traición de una persona querida es la mal letal de cualquier herida.

Dicen que la confianza se construye poco a poco, con miles de actos y varios años, pero se destruye en un segundo cuando te hacen daño, y créeme, por más que esa persona lo intente y tú así lo desees, jamás podrás volver a confiar en ese ser.

El engaño y la traición tienen fecha de vencimiento y al final todo se descubre, y en ese momento es cuando la confianza muere... para siempre.

Justamente por eso no debes dar todo de ti, no confíes en las personas tan fácilmente porque sin importar cuantos meses o años lleves conociendo a alguien, jamás podrás conocerlas del todo, incluso la luna tiene un lado oscuro, ¿no? y si somos sinceros, todos tenemos un lado oscuro que no le mostraríamos a nadie...

¿Acaso tú no tienes uno?