Un vestido blanco con flores rosas, unas zapatillas, sus accesorios y sus pequeñas trenzas atadas en una coleta alta, amaba verse tan linda. La mañana era hermosa, hace mucho no veía ese tipo de cielo que tanto le encantaba. Con un suspiro alegre comenzó a caminar en dirección a aquella cafetería que tanto frecuentaba, su amiga le esperaba allí para ponerse al tanto de sus semanas casi meses donde no pudieron verse. Un café frío, un pastel y una charla, el sábado ideal.

Entró al café y el rico aroma de los granos de café inundaron sus fosas nasales abriéndole el apetito, cómo amaba ese aroma.

"¡Buenos días, señorita Bahía!" La saludaron tan pronto escucharon la campanilla de la puerta.

"Buenos días a todos." Saludó ella de regreso con una radiante sonrisa yendo a su mesa de siempre, la última mesa a un lado de el ventanal.

Mientras esperaba a su amiga decidió pedir lo mismo de siempre: Café helado y pastel de vainilla con fresas. No fue mucho después cuando se le dió su pedido, ella agradeció y tomó un sorbo de su café, luego tomó un pedazo de pastel. Grabe error, sintió cómo su estómago se revolcaba y le daban nauseas repentinas, prefirió dejar el pastel de lado.

"¡Mar!" Exclamó una chica tan pronto cruzó la puerta con una sonrisa.

"¡Hola!" La morena no dudó en regresarle el saludo de la misma forma para levantarse y darse un abrazo.

Al separarse del abrazo la chica miró hacia abajo con confusión, no que Mar lo notara. Volviendo a su silla no dudó en comenzar a contarle todo lo que le había sucedido en los últimos dos meses, desde que estaba buscando un mejor trabajo que no fuera de oficinista, hasta que su pequeño negocio de pasteles había ido mucho mejor. Genuinamente se le veía animada y eso era algo que no se veía desde meses antes de terminar su relación con aquel chico.

"Mar, ¿no hay algo más que me quieras contar?"

Ante la pregunta la chica le miró confusa. "No realmente, no." Dijo.

"Mar..."

"¿Qué?"

"Tus manos están hinchadas y tu rostro también. ¿No lo habías notado?" Se notaba du preocupación en su rostro.

"No... ¿O sí?" Rápidamente se miró las manos.

"Y ahorita que te abracé..." carraspeó. "Tu panza ha crecido un poco."

"He comido mucho pastel." Sonrió inocentemente sin más. No comprendía la preocupación de su amiga.

"Mar, ¿cuando fue tu ultima menstruación?" Los ojos de Mar se abrieron enormemente ante la pregunta. Era cierto. Hace bastante no había tenido que comprar toallas ni nada.

Se llevó sus manos a su panza y la notó diferente. Nunca había visto diferencia hasta ahora que su amiga lo señaló, era cierto, estaba hinchada y su panza estaba muy redonda y algo abultada.

"Fue... hace tres meses." Murmulló.

"¿¡Tres!?"

"Lo siento, yo— Debo irme." Con rapidez Mar tomó sus cosas y se fue corriendo a su auto. Al subirse comenzó a conducir a la farmacia más cercana, no podía ser verdad, no había forma.

[...]

Frente al espejo de el baño de la farmacia estaba esperando por el resultado en la prueba de embarazo. Sus manos temblaban ante la idea de tener que llamar a su ex novio para decirle que estaba embarazada, desde la ruptura no habían vuelto a hablar, apenas y sabían uno del otro.

La relación entre ellos acabó por la monotonía tan continua. Fueron dos años donde al principio todo era lindo y de color rosa, pero al final, nada les volvió a sentir ese amor tan fuerte. No es que no se amaran, lo hacían, pero ya no se veía por ningún lado. Intentaron arreglarlo pero no funcionó, ni en esa ultima noche que pasaron juntos bajo las cobijas, luego de esa misma noche decidieron que no había salvación para la relación tan opaca que tenían. Terminaron sin más y tomaron caminos separados para no volver a verse.

Mar nunca tuvo el valor para borrar su número de teléfono, así que tan pronto la prueba marcó dos líneas se vió obligada a marcarle...

Un tono...

Dos...

Fue hasta el tercero que escuchó como contestaban.

"¿Bueno?" De fondo se escuchaba ruido y hasta risas, estaba interrumpiendo algo, era claro.

"Alexis, soy yo." Su voz temblaba. "Soy Mar."

"¿Mar?" Del otro lado de la línea se escucharon las voces más distantes hasta que ya no se escuchó tanto. "No esperaba una llamada tuya." carraspeó.

"Necesito hablar contigo." Pidió la morena.

"¿Ahora?"

"Sí, debo— Tiene que ser en persona y ahora mismo." Ante la insistencia él no pudo negar y sólo suspiró.

"Te enviaré mi localización, ¿eso está bien contigo?"

"Sí, sí." Rápidamente asintió aunque no pudieran verle.

"Bien. Estaré en la banqueta esperando, podrás verme." Luego de enviar la localización por mensaje volvió a carraspear. "Nos vemos."

Mar colgó la llamada y soltó un enorme suspiro que llevaba reteniendo por minutos continuos. Iba a volver a verle luego de tanto tiempo... Le daba terror tener que hacerlo por el simple hecho de que no sabía cómo iba a reaccionar.

Pero debía hacerlo.