*ૢ Extra I, pt. 3*ૢ
Las caricias en el cabello azabache de Jungkook no cesaban. El menor se sentía adormilado bajo los mimos de su fantasía al tener su cabeza acomodada en el regazo impropio, mientras el castaño leía un libro del género de romance vampírico. Jeon tenía cuidado de no moverse mucho para no lastimar el vientre abultado de su pareja. Por lo que estaba permitiéndose caer en los brazos de Morfeo sin poner la mínima resistencia.
El ambiente era sumamente pacífico para la pareja que disfrutaba del cómodo silencio. Los fines de semana eran los momentos que más ansiaban, porque les recordaba al tiempo compartido en la casa del bosque. En la que vivieron el inicio de su preciosa historia de amor, y el fin de la terrible maldición del doncel.
El par de enamorados hubiera continuado en su propio mundo de no ser porque una terrible molestia atacó al mayor. Sacándole un quejido que alertó al azabache entre sus piernas.
—¿Qué sucede, cariño?
—M-Me duele...
—Deben ser las contracciones. Aguanta, Tae.
El joven de piel canela asintió, dejando en la mesa el libro que había estado leyendo para comenzar a respirar como le habían enseñado para hacer más soportable el malestar que lo atormentaba. Jungkook se incorporó lo más rápido que pudo, por lo que no se lo pensó dos veces antes de ir corriendo hacia su habitación para buscar el bolsito que prepararon con anterioridad para su bebé.
Cuando el menor estuvo de vuelta, ayudó a su pareja a levantarse con cuidado y guiarlo hacia su automóvil para ir al hospital en donde estuvieron controlando su embarazo por todos esos meses. Jeon no podía permitirse que los nervios le ganaran, por más que le angustiaba en demasía ver la expresión agónica en el joven de piel canela.
—Eres fuerte, cariño, ya mismo llegamos—lo animó, agarrando con fuerza el volante y estando pendiente del resto de vehículos que le rodeaban—. Resiste Tae, por favor.
Taehyung no respondía por el simple hecho de que se encontraba ocupando todas sus fuerzas para no desmayarse en el proceso. Acariciando su vientre abultado con constancia, mientras en su interior le pedía a su hija que también soportara un poco más antes de su ansiado encuentro.
Diez minutos pasaron antes de que Jungkook y Taehyung ingresaran al hospital, en los que el azabache le comentó a una de las enfermeras presentes lo que pasaba con su chico.
—Bien, a partir de aquí nos encargaremos de su pareja en lo que mi compañera contacta al doctor que va a atender el parto.
—Muchas gracias.
Jungkook acunó el rostro del doncel, dándole un beso en su frente para que se sintiera reconfortado al no poder acompañarlo.
—Te amo muchísimo, Tae. Los estaré esperando con ansias para cuidarles cómo se merecen ¿sí?
—G-Gracias Jungkookie, yo también te amo—correspondió besando castamente los labios ajenos—. Nos vemos en un rato...
—Sí, mi amor.
Luego de esa significativa despedida momentánea, el azabache vio cómo se llevaban a su chico en una silla de ruedas para que no se cansara tanto hasta entrar al quirófano.
Con sus manos temblando, Jungkook les escribió a sus padres y a sus hyungs para avisarles que la primogénita de la familia Jeon-Kim estaba por nacer. Como pudo redactó el mensaje, y esperó a que las respuestas positivas llegaran.
Necesitaba con urgencia un apoyo moral hasta tener a sus dos amores a su lado.
En menos de un minuto consiguió lo que quería. Decidiendo tomar asiento en la sala de espera para no hacer otra cosa más que pedirle al cielo que todo saliera bien y que al final de ese día pudiera gritarles a los cuatro vientos que se había convertido en padre.
Consiguiendo ese deseo gracias a su amado, Kim Taehyung.
💙
El reloj marcaba cuatro horas cumplidas desde que el mayor había comenzado la labor de parto. Sus hyungs ya habían llegado en menos de media hora para hacerle compañía. Y sus padres sin importarles nada más que ver a su hijo, a su yerno y a su nieta, tomaron el primer transporte hacia Seúl desde Busan, apenas consiguiendo su objetivo.
—Pudieron esperar a más tarde... Ni Tae ni yo nos hubiéramos resentido.
—Claro que no, hijo. No podíamos hacer eso—la señora Jeon negó repetidas veces, muy convencida de su creencia—. Estamos hablando de nuestra primera nieta.
—Tú madre tiene razón, Jungkook-ah. Todo lo demás puede esperar, pero el nacimiento de nuestra princesa jamás.
—Está bien, papá. Igual les agradezco hasta el infinito que vinieran.
Los progenitores del azabache le dedicaron una suave sonrisa a su hijo, mientras escuchaban de fondo al resto de menores presentes decirle que era muy lindo que ellos pudieran estar ahí a pesar de la distancia que les separaba.
Jungkook apreciaba con el corazón aquel gesto de sus padres, porque esa era la mejor demostración de que, aunque él ya hubiera armado su propia familia, las dos personas que le dieron la vida seguían pendientes de las buenas cosas que sucedían en su día a día.
La ensoñación del joven de piel nívea se disipó cuando vio salir al doctor de la sala de parto. Su corazón parecía querer escapársele del pecho, mientras sus pies se movían para ir al encuentro del hombre con ese traje quirúrgico.
—¿Cómo están?
—Muy bien. No tiene de qué preocuparse—el hombre aseguró, bajando su cubre bocas—. En unos minutos lo llevarán a su habitación, y ahí podrá conocer a su bebé.
—Qué alivio. ¿Mi pequeña está sana? Es decir, ¿está con el peso y tamaño adecuado?
—Sí, tranquilo. Sé que son los nervios de padre primerizo, pero si le digo que ha salido de maravilla es porque así es, Jungkook-ssi.
—Lo siento, lo siento. Es que sigo muy nervioso.
—Lo comprendo, por eso no lo juzgo—el profesional de la salud le calmó—. Sin embargo, los detalles generales prefiero decírselos a ambos padres.
—Entonces esperará. Mil gracias doctor, Shin.
Una reverencia fue lo que el profesional de la salud obtuvo antes de darle unas palmaditas en el hombro al azabache que se convirtió en el padre de una hermosa niña de cabellos castaños, y con esa acción, Jeon sintió que pudo volver a respirar con normalidad.
Aproximadamente media hora pasó antes de que una enfermera guiara a Jungkook a la habitación destinada para Taehyung, siendo apoyado moralmente por sus mayores y sus queridos progenitores.
—Ya está más consciente, y de paso acabó de alimentar a la pequeña.
—Entiendo, ¿cuánto tiempo tengo para estar con ellos?
—Puede quedarse con él por el tiempo que desee porque es su pareja, y lo necesitará mucho. Aunque eso no aplica para el resto de visitas, pues cada persona que entre aquí solo podrá estar por unos quince minutos.
—Ya veo. Entonces... ¿puedo tomarme el atrevimiento de pedirle que avise a las personas que se encuentran en la sala de espera?
—Por supuesto. Yo les digo, por ahora disfrute de un tiempo a solas con su pareja y su hija hasta que el doctor venga, y por consecuencia sus familiares comiencen a ingresar a la habitación.
—De acuerdo, gracias señorita.
La fémina asintió con una leve sonrisa, dirigiéndose hacia el lugar que el azabache le había dicho. Jungkook tomó una bocanada de aire y por fin entró al inmaculado cuarto de paredes blancas.
En la cama se encontró a su chico con lágrimas de felicidad en sus ojitos claros. Detallando a la bebé que yacía recargada en su pecho, completamente embelesado que ni siquiera notó su presencia.
La imagen era tan perfecta que Jeon hubiera deseado tener una cámara de alta definición para capturarla en una foto.
—Son preciosos.
—¡Jungkookie! —al mayor se le iluminó más la mirada (si es que eso era posible) cuando pudo iniciar un preciado contacto visual con su pareja—. Ven, mira a nuestra osita.
—No tienes que repetírmelo dos veces, cariño.
El joven de piel nívea se acercó a su familia, quedando encantado con la hermosura y fragilidad del dulce ser en los brazos de su fantasía. Su hija estaba adormilada en su totalidad, pues ni siquiera podía abrir completamente sus parpados.
El poco cabello que tenía demostraba que había sido heredado del doncel, pero su piel era igual de clarita como la suya a pesar de que en unos lugares se podía apreciar un tono sonrosado.
Todavía era muy pronto para decir a quién de los dos se parecía. Sin embargo, algo le decía que sería la perfecta combinación de lo mejor de los dos.
—Gracias por traer a nuestra osita sana y salva.
—Gracias a ti por haberme cuidado tan bien durante estos meses, Kookie. Tus esfuerzos se ven reflejados ahora que el doctor ha garantizado que nuestra chiquita está bien en todo sentido.
—Sí, y por eso estoy muy feliz. Pero tú... ¿cómo te sientes?
—No me imaginé que una cesárea pudiera ser tan dolorosa—confesó, mordiendo sus labios al moverse un poquito en su propio lugar para mayor comodidad—. No obstante, creo que el parto natural sería mil veces peor. De la que me salvé por vivir en esta época.
—Ya lo creo, hiciste un gran trabajo bonito.
—Todos en la sala lo hicieron—aseguró, dándole crédito a las enfermeras y doctor que le atendieron—. Pero con tener a mi niña conmigo, estoy más que satisfecho y dispuesto a lidiar con los estragos que quedarán grabados en mi cuerpo.
—¿Te refieres a la cicatriz y a las estrías? —cuestionó con cuidado, acariciando el cabello ajeno, recibiendo un asentimiento.
—Sí, mi cuerpo no será igual, pero...
—No se te ocurra terminar la frase, Tae. Eso es lo de menos para mí, ya que siempre serás hermoso con o sin marcas. Comprendo que puedas tener inseguridades, pero me encargaré de que las olvides pronto—prometió, besando su frente con delicadeza, consiguiendo que el joven de piel canela cerrara sus ojos de forma momentánea—. Porque cuando pueda volver a tocarte, adoraré cada una de ellas por el simple hecho de que te pertenecen y son la muestra del amor y sacrificio hacia nuestra osita.
—Te amo tanto, mi suerte, no me cansaré de repetírtelo.
El castaño expresó con amor desbordante cuando volvió a conectar su mirada con la ajena, sintiendo el brazo del menor acomodarse detrás de su espalda.
—Ni yo, TaeTae, ni yo. Te amo, los amo—declaró con sinceridad, mirando con cariño a su bebé. Mientras tocaba su pequeña manita hecha puño con fascinación y cuidado—. Dejando eso de lado, ¿ya decidiste el nombre de nuestra niña?
—Sí, lo hice mi vida.
—Entonces...
—Es el nombre que tú propusiste.
—¿Lo dices en serio?
—Siento que es el más adecuado para ella, los que yo tenía en mente dejaron de convencerme cuando la vi por primera vez—Taehyung explicó, meciendo a su primogénita con suavidad—. ¿O no, mi linda Dayeon?
Jungkook sonrió en grande al escuchar el nombre que le pertenecía a la niña de sus ojos, reafirmando que le quedaba de maravilla como su chico había dicho.
—Sí, Jeon Dayeon se escucha encantador.
—Estoy de acuerdo. Ambos aremos un gran trabajo con ella. No le faltará amor y siempre podrá confiar en nosotros.
—Exacto, es un esfuerzo mutuo, mi amor. Pero eventualmente tú también deberás cumplir tus metas, y ahí es cuando yo con gusto me haré cargo de nuestra osita para que puedas abrir tus alas y aventurarte por ti mismo.
—Lo sé, pero por mientras me dedicaré a ella y cuando sienta que es el momento, volveré a trabajar y estudiar. Es solo cuestión de acomodar mi tiempo como Jiminnie me dijo.
—Estoy tan orgulloso de ti, mi fantasía.
—Yo lo estoy más. Gracias por darme la oportunidad de comenzar de nuevo.
—Y gracias a ti por darme una nueva vida llena de alegría.
La pareja se dio un beso esquimal, deleitándose con la calidez que los rodeaba al ser conscientes de que una nueva etapa en su vida se llevaría a cabo. Siendo alentados por tanta gente que los quería, pero, sobre todo, dándole prioridad a su intenso amor que sería uno de los pilares para garantizará la armonía en su querida familia.
Tal y como el destino quería, desde que se juró juntarlos una vez en vida para que tuvieran su merecido final de cuento de hadas.
Fin del extra...
Aquí terminamos el primer extra basado en la bebé de Tae y Kook, pero los extras todavía no terminan. Ojalá puedan seguir acompañándome hasta que este fic esté terminado por completo. La historia que Tae está leyendo es una referencia a mi nuevo fic llamado bad (Good) decisions, por si les interesa. Gracias por leer, cuídense mucho. Los quiero un montón.
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