*ૢ Capítulo 44*ૢ
Jungkook fue el encargado de levantar a Taehyung de la cama luego de emplear diversas cosquillas sobre las partes más sensibles de su cuerpo. El castaño rio a más no poder, pues el menor lo tomó completamente desprevenido con su divertida acción. Sin embargo, Kim se dejó hacer con verdadero gozo.
Minutos después, la pareja iba con dirección al baño para limpiar el desastre que provocaron mutuamente. Disfrutando de la dulce intimidad de compartir aquel espacio, mientras se mimaban el uno al otro.
Con Taehyung adorando masajear la cabellera oscura, pasando sus falanges por las hebras, creando mucha espuma, mientras Jungkook se deleitaba con la suavidad de la dermis canela que amó marcar con su boca y que ahora yacía cubierta por el jabón con aroma floral.
Cuando sintieron que estaban satisfechos con su baño, salieron del lugar cada uno ocupando un albornoz. Y en medio de una amena charla, se vistieron uno frente al otro. Ya que después de todas las cosas que habían vivido en su privacidad, no existía el mínimo ápice de vergüenza. Ahora eran una pareja formal.
Lo que era muy reconfortante para sus corazones enamorados que tanto anhelaron a su persona especial.
Jeon escuchó con claridad cuando el estómago de su chico se quejó por un poco de alimento, por lo que tal y como le prometió, hizo uso del servicio de comida a domicilio. Los novios con solo una mirada se decidieron en pedir una barbacoa coreana con sus respectivos acompañantes como arroz y verduras, los cuales compartirían entre ellos sin problema.
En cuestión de media hora la comida llegó y el menor fue quién salió a recibirla, mientras Kim preparaba la mesa con parasol, porque lo que más quería era probar comer al aire libre, disfrutando del bonito jardín que la casa tenía. Además, Jeon no se sentía capaz de negarle ese capricho a su doncel. En definitiva, se podía apreciar lo domésticos que eran. Completamente acostumbrados a la compañía ajena después de la bonita convivencia en la casa del bosque.
Como toda pareja enamorada, que parecía estar viviendo una pequeña luna de miel, se dieron de comer en la boca. A veces riendo porque se manchaban los labios y con coquetería se robaban besos para disque limpiar sus pequeñas travesuras.
Comprobando por centésima vez, que ese estilo de vida sería algo a lo que podrían acostumbrarse con facilidad.
Y cuando terminaron de almorzar, la pareja se dedicó a ordenar todo, mientras conversaban sobre cualquier trivialidad. Pero en ese preciso instante, fue cuando Jungkook recordó un detalle muy importante, por lo que no demoró en hacérselo saber a Taehyung.
—Fantasía, mi despensa está casi vacía, ¿qué te parece si vamos al supermercado? —cuestionó con una pequeña sonrisa al ver la expresión ilusionada del mayor ante la sugerencia—. Porque si no lo hacemos, mañana no tendremos nada que comer en el desayuno.
—Claro, Kookie. Yo encantado te sigo a donde gustes.
—Bien cariño, gracias—el menor dejó una caricia en el pómulo ajeno, observando embelesado como Taehyung se inclinaba hacia su toque—. De paso caminamos un poco para no sentirnos tan llenos por la comida.
—Eso me parece genial, porque un poco más y siento que reventaré.
El azabache rio con ganas, tomando la mano de su chico, demostrando lo ansioso que estaba por mostrar desde el lugar más simple hasta el más genial de la ciudad a su querida pareja, mientras Kim se alegraba por haber provocado esas risas tan dulces para su sentido auditivo.
Los tortolitos salieron del hogar del menor a pie, con sus dedos entrelazados, disfrutando del sector tan pacifico en el que vivía Jeon. Para su suerte el supermercado al que se dirigían no quedaba muy lejos, así que ir cargando algunas bolsas no sería el mayor problema que tendrían en las próximas horas.
Porque ninguno de los dos se esperaba lo que estaban a punto de vivir en esa fresca tarde.
Taehyung había recuperado ese brillo lleno de curiosidad por descubrir aquel nuevo mundo, a la par que el azabache se regocijaba por ser quien se lo mostrará. En el pasado lo único que Kim conoció era comprar productos en la plaza comercial, pero desde que su suerte le comentó que existían los supermercados, en él nació el gran deseo de visitar alguno. Y eso era lo que estaban haciendo con auténtico entusiasmo.
Dicho lugar era inmenso y no solo se conseguían alimentos, si no todo tipo de cosas que una persona pudiera necesitar en cualquier tipo de circunstancia.
—Wow, este lugar es impresionante—musitó anonadado, con su mirada yendo de un lado al otro. Analizando hasta el más mínimo detalle, incluidas las personas que parecían muy metidas en lo que fuera que estuvieran buscando en aquel supermercado—. Yo creí que solo se podían comprar cosas de comer, pero veo de todo un poco.
—Bueno, si existen supermercados donde solo hay alimentos, pero en este de aquí puedes encontrar cualquier cosa. Por eso está dividido en secciones—explicó con suma tranquilad, enumerando con sus dedos cada uno de los ejemplos que daría—. Como electrodomésticos, ropa, accesorios, maquillaje, perfumes, libros y de más.
—De verdad me siento feliz por ver algo así con mis propios ojos. Yo no conocía nada igual.
—Pero ahora lo estás haciendo, y apenas es el principio, cariño.
El castaño le regaló una de sus sonrisas cuadradas, y se dejó llevar por el menor que ya había tomado un carrito de compras para colocar los productos que compraría. Iban caminando por el pasillo que tenía expuesto todo tipo de verduras, legumbres, hortalizas y frutas, hasta que Kim sintió una mirada muy pesada sobre sí mismo.
Y cuando encontró a la persona que se la estaba dando, solo pudo arquear una ceja, confuso.
Era una chica de piel pálida, con una cabellera negra lacia tan larga que le llegaba hasta la cintura. Su ropa consistía de un vestido sencillo de dos piezas de color rosa pastel, cubriendo su parte inferior con un cárdigan negro de pelusa.
Parecía una muñeca humana. Pero sus ojos eran tan intensos y sombríos que podría aplicar la frase de si las miradas mataran, ya estaría tres metros bajo suelo.
—Tae, ¿si me estás escuchando? —cuestionó, sin observar al castaño, pues sus ojos estaban concentrados en algo más—. Te pregunté si querías que comprara tomates normales o los cherry, a los que llamas tomates bebé.
Pero al no obtener respuesta, giró la cabeza con dirección a Taehyung, y sin querer la vio. A esa mujer que casi acabó con su estabilidad emocional, haciéndolo perder su esencia y culparse de tantas cosas que nada tenían que ver con él.
—Tú...
No es que le afectara volver a verla, pero temía que dirigiera algunas palabras hirientes a su chico. Porque lastimosamente ella era del tipo de personas que les importaba muy poco insultar al resto sin con eso lograba verse como alguien superior.
Que mal le sabía haber sido tan ciego por tanto tiempo y compartir un periodo de su vida a lado de alguien como ella. Lo que más recuerda eran sus sutiles humillaciones, disfrazadas con humor, pero ni eso les quitaba lo hirientes que eran. Siempre las hacía con el afán de ofender. Sin contar que la mujer parecía verle como un simple proveedor y ya, del que se podría aprovechar y conseguir más y más, hasta saciar su ego tan enorme como el Everest.
—¿La conoces, Jungkookie?
Y como si la pregunta de Kim fuera lo que la fémina estaba esperando, esta no vaciló en presentarse con un aura dominante.
—Claro que me conoce, querido. A la perfección diría yo—el tono burlón de la pelinegra molestó al doncel, pero no quiso interrumpirla para escuchar lo que quería decir y más importante, a donde quería llegar con sus palabras pasivo-agresivas—. Soy Lee Jieun, su expareja.
—Oh...
—Sí, soy yo. La que estuvo a punto de ser la señora de Jeon—alardeó con aires de grandeza, acomodando su flequillo—. Pero que bien que me di cuenta a tiempo con quien estuve antes de compartir tal compromiso, un simple mentiroso. Porque ahora veo que no se tardó nada en cambiarme. Que feos gustos, Jeon Jungkook.
Jieun lo miró de pies a cabeza, como juzgándole, dándole a entender que notaba lo poca cosa que era. Pero ni siquiera con esa aguda mirada logró su objetivo de intimidar al castaño.
—¿De verdad? Pero eso no debería ser problema tuyo, porque como tú misma lo dijiste, eres su expareja. Conoce tu lugar, querida.
El doncel imitó el tono sarcástico que había estado empleando, impresionando a la chica por tal atrevimiento. Que maleducado.
—Conoce tu lugar, igualado—atacó venenosa, pero solo con eso consiguió que Taehyung riera con latente diversión—. Que pareja tan insolente te conseguiste, Jungkook. Alguien que se cree mucho como para faltarme el respeto.
Y eso bastó para colmar la paciencia del azabache, quien se sintió con todas las ganas de decirle unas cuantas cosas a la verdadera insolente. Porque en el pasado ella podía no haberle respetado, pero no permitiría ningún mal trato para su dulce fantasía. Sin embargo, el mencionado lo silenció poniendo un dedo sobre sus labios. Dedicándole una mirada que transmitía el claro mensaje de que él se encargaría con gusto de la situación.
Lo aceptó sin más, sumiso ante al castaño que parecía querer comerse viva a la fémina, además de que le causaba mucha emoción e intriga escuchar lo que su chico diría.
—¿Tanto te arde que me quedara como un hombre tan bueno como Jungkook? Estás dando patadas de ahogada con esta actitud, Jieun-ssi.
Kim estaba más que dispuesto a soltar la rabia contenida por el daño que esa mujer le hizo a su Jungkook. Ya que recordaba algunas anécdotas que el menor le relató en confianza, y que lastimosamente, en un intento de no verse tan patético ante él, justificaba diciendo que quizá era su culpa por no poder ser más digno para sus exparejas.
El doncel percibió la manera en que el cuerpo ajeno se tensaba en su sitio, con los puños apretados a cada lado de su cadera. Seguramente la mujer nunca en su vida se imaginó que alguien pudiera ponerla en su lugar, pero él con gusto podía encargarse de esa tarea.
—Y no te atrevas a interrumpirme—advirtió impasible—. Porque tengo unas cuántas cosas que decirte.
—¿Así? ¿Qué cosas? —su ceño fruncido mostraba su molestia por los comentarios de ese joven de piel canela que parecía no tener filtros para hablar. Ella en serio creyó que se encontraría con alguien igual de sumiso como lo fue Jungkook en su momento.
—En primer lugar, no te metas en relaciones ajenas. Que la tuya no haya funcionado no es mi problema, mucho menos si tú fuiste la culpable al tener actitudes tan estúpidas con tu pareja. Segundo, no intentes querer hacer ver a mi novio como el malo, porque como te dije al inicio, tú eres su pasado, y yo soy su presente—declaró con orgullo, provocando a la pelinegra—. Y con confianza, te digo que también seré su futuro.
Jieun se mordió el labio, resentida ante la realidad que la golpeaba de lleno.
—No es de tu incumbencia con quién, ni el tiempo que haya tardado en volver a darse una oportunidad en el ámbito romántico. Y, por último, sé más humilde y deja de creerte la única bebida en el desierto. Perdiste un gran pretendiente, pero si algo tengo que agradecerte es que hayas desaprovechado la oportunidad—expresó, sonriendo de lado—. Así que ahora déjame disfrutar de mi dulce, amable, atento, guapo novio, y próximamente adorado esposo, al que cuidaré con todo el amor del mundo, justo como tú no hiciste.
La mujer estaba que sacaba humo por las orejas, con el rostro rojo por la vergüenza de haber sido humillada frente a las personas curiosas que detuvieron su andar solo para presenciar la particular escena.
La había dejado sin palabras, ni argumentos con los que si quiera pudiera defenderse. O tal vez si tenía una que otra excusa que inventar, pero su conciencia no le permitió hundirse más. No después de quedar en ridículo por su propia culpa, cuando lo que debió hacer fue ignorarlos.
—Ahora sí vámonos, Kookie. No quiero ningún tomate—el doncel respondió con seguridad, y el azabache asintió, sin dejar de admirarle con fascinación por su elegante comportamiento. Ya que Taehyung en ningún momento rebajó a su ex con comentarios hirientes, solo se expresó con la más pura verdad, evidenciando su horrible actitud. En pocas palabras le propinó una cachetada con guante blanco—. Suficiente tuve con ver la cara roja de esta mujer tan patética.
Y el mayor se dio la vuelta con un porte elegante, mientras Jungkook le siguió de cerca, jalando el carrito de compras en el que ya habían puesto algunas verduras con anterioridad, por lo que sin ningún inconveniente podrían pasar directamente al área de las carnes.
Lo último que el azabache vio fue a Jieun saliendo a toda prisa del supermercado, muy enfurruñada, mientras la gente que se había amontonado en esa sección se iba disipando. Para después fijarse en como Taehyung se entretenía analizando las bandejas plásticas con carne en su interior.
Su chico no dijo nada más al respecto, pero él necesitaba expresarle lo que sentía. En su gran mayoría agradecimiento, no obstante, también quería hacerle saber que le hizo sentir muy feliz por sus palabras.
—Gracias por eso, Tae. No sabes lo mucho que significó para mí que me defendieras de esa forma—el menor se posicionó a su costado, haciéndolo girar sobre sus pies para tomarlo entre sus brazos. Abrazándole con fuerza e intensidad—. De verdad eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
—Oh Jungkookie, no fue nada. Lamento haberte silenciado, porque vi en tus ojos que tenías la intención de responderle, pero al saber que se trataba de tú última expareja no pude contenerme—con mucha suavidad Taehyung acarició los pómulos ajenos, y con esa voz hecha de terciopelo confesó—. Créeme que, si tu otro ex, el tal Yugyeom también se presentara de esa manera, no vacilaría en contestarle de la misma forma.
A Kim le hervía la sangre con solo pronunciar el nombre de esos dos, pues ellos fueron los más crueles con su suerte.
—Bueno, siendo sincero a la única que podía ver capaz de hacer eso era Jieun, Yugyeom a lo mucho te hubiera dado una mala mirada. Pero como tú mismo dijiste, ella se cree la última bebida del desierto y por eso es que sucedió esto. Sin querer se lo buscó, y no imaginó que alguien le contestaría como se lo merece.
—Y que lo digas, no me agrada la gente egocéntrica—musitó rodando los ojos, consiguiendo que Jungkook le sonriera con esa sinceridad tan característica que poseía.
—¿Te han dicho que te ves tan atractivo cuando estás enojado?
—Ughh, no me gusta estar así, Kookie.
—Entonces te daré un beso para que se te pase, ¿quieres? —propuso con coquetería, acercándose con lentitud al rostro del doncel. Sus alientos chocando, provocando una sonrisa en el mayor.
—Por supuesto.
Taehyung cerró los ojos y no tardó en sentir los suaves belfos ajenos sobre los propios en un dulce contacto. Sus labios encajando como dos piezas de un puzzle.
—Gracias, bonito—Jungkook acarició la nariz de Taehyung con la propia, en un beso esquimal que calentó ambos corazones—. De todo corazón espero que esta sea la última vez que nos la encontremos, porque no quiero volverla a escuchar hablar así de ti, tampoco merece que tú te desgastes respondiéndole. Dudo mucho que ella algún día pueda cambiar, pero si lo hace, que sea para bien.
—Aprecio la preocupación, cariño. Y si eso te deja más tranquilo, esperemos que así sea.
El joven de piel canela le tranquilizó, separándose del agarre de su chico de ojitos de ciervo, solo para seguir con lo que habían estado haciendo antes de ser interrumpidos, es decir, buscar todos los alimentos necesarios para llenar despensa y refrigeradora.
Media hora más tarde ya tenían todo, por lo que la pareja iba con dirección a la caja para pagar. Sin embargo, de un momento a otro, Taehyung sintió que Jungkook estaba un poco inquieto con algo.
—Cariño, ¿estás bien?
—Sí, Tae, pero hazme un favor—pidió y el susodicho aceptó sin dudar. Si podía ayudarle en algo, lo hacía con gusto—. Espérame aquí un ratito, ya vengo, ¿sí?
—Kookie, ¿qué pasa si ya llega nuestro turno? —inquirió, refiriéndose a la fila que tenían por delante—. Yo no sabría qué hacer.
—No te preocupes, es lo suficientemente larga. Volveré antes de que puedas darte cuenta—dejó un beso en su frente y se fue corriendo con dirección a quien sabe dónde según el castaño que se quedó de una sola pieza. Suspiró rendido, no le quedaba más que rogar porque fuera tal y como Jeon le había dicho, o estaría perdido.
El joven de piel nívea se fue con dirección a la sección de electrodomésticos, más particularmente a la parte donde se encontraban los dispositivos electrónicos, por lo que un joven que atendía en la caja que había en dicha zona, no dudo en ofrecerle su ayuda al ver su aspecto interesado.
—Buenas tardes, ¿le interesa comprar algún móvil o accesorio?
—Sí, quiero este modelo de smartphone—Jeon sacó del bolsillo de su gabardina su móvil, mostrándoselo al joven que asintió, y procedió a buscar la caja que contenía el dispositivo nuevo.
—El precio es de 990.000 wons. ¿Va a quererlo?
—Sí, y dígame que si puedo pagarlo aquí mismo.
—Claro, el supermercado implementó el servicio de caja en esta sección para que los cajeros no tuvieran complicaciones al momento de cobrar algo de tanto valor.
—Genial, eso me va de maravilla. Muchas gracias—el azabache con facilidad le extendió su black card, y el trabajador la tomó, cobrándole la suma de dinero correspondiente.
—Gracias por su compra. Tenga buen resto del día.
Jungkook recibió en sus manos la bolsita con la caja que contenía el regalo de Taehyung. Hábilmente la guardó en su gabardina, agradeciendo que la caja no fuera tan gruesa como para delatarlo, hasta que pudiera dejarlo en un lugar seguro. Siendo este regalo lo que se le había ocurrido de último momento y que ayudaría mucho a la nueva vida que viviría su fantasía.
Pero mientras Jeon se sentía complacido por aquel detalle, Taehyung estaba a punto de tener un colapso mental por encontrarse tan cerca de su turno, sin dinero y sin poder pedir ayuda. El sudor frío recorriendo su frente por los nervios. Que horrible sensación.
Ah, qué vida tan difícil a la que debía acostumbrarse, dejando de lado lo bonito de la convivencia con su chico, porque esa experiencia era maravillosa.
Sin embargo, antes de que la última persona antes que él se retira, Jungkook apareció con una gran sonrisa en la cara.
—Hola, mi vida. Justo a tiempo—susurró cerca de su oído, erizándole la piel—. Tal y como te lo prometí.
—Casi muero del susto, Koo. Pensé que no llegarías—contestó en voz baja, reprendiéndolo, para no llamar la atención de la cajera—. Tendrás que recompensarme con un beso.
—Los que quieras, fantasía. Te los daré en lo que reste del día.
Jungkook prometió y Taehyung aceptó satisfecho por eso.
Una pelirroja fue la encargada de atender a la pareja, pasando cada uno de sus productos por la caja, para luego cobrarles y finalmente despacharles, después de que su ayudante metiera las cosas en sus respectivas bolsas plásticas.
La pareja finalmente agradeció y se retiró cargando sus compras. Conversando de todo y nada, hasta llegar al hogar que ahora compartirían.
A su nuevo nido de amor.
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Entre los dos con eficiencia acomodaron la comida en la nevera y en la despensa. Y mientras Taehyung estaba tan despistado en dicha labor, Jungkook fue a esconder el smartphone que le entregaría esa misma noche antes de que se fueran a dormir.
El azabache revisó el reloj en la pared de la cocina, y sonrió contento. Apenas eran las seis de la tarde, lo que significaba que todavía podían ir a dar una vuelta por la ciudad. Por eso, Jeon no se lo pensó dos veces antes de proponérselo a Taehyung, y este tampoco dudó, aceptando encantado.
¿Cómo negarse después de que Jungkook le diera a entender que sería la primera cita oficial de muchas que tendrían?
Era imposible hacerlo, pues lo que más quería era continuar creando lindos momentos con su chico.
El castaño tomó el brazo del menor, y ambos caminaron hasta el garaje donde el Mercedes Benz de Jungkook yacía estacionado.
—Es genial, Jungkookie—halagó el mayor, pasando su mano por la superficie del lujoso automóvil—. No sé mucho sobre el tema, pero me gusta como se ve.
—Eso no será problema, yo con gusto te explico la razón por la que es de mis pertenencias más queridas—el doncel asintió con ilusión—. Pero lo mejor es que experimentarás de primera mano, TaeTae.
—Estoy ansioso. No perdamos más tiempo, mi amor.
Jungkook dejó un dulce piquito en sus labios, dando inicio a la promesa que le hizo a su fantasía en el supermercado, para luego como todo el caballero que era, abrirle la puerta. El joven de piel canela tenía las mejillas sonrojadas y el corazón a mil por los lindos gestos que el contario tenía con él.
Porque se sentía tan bien, genuinamente amado y cuidado. Era el sentimiento más precioso y satisfactorio que alguna vez pudo imaginar experimentar, incomparable con lo que creyó sentir por Seojoon en el pasado.
No sabía a donde el azabache le llevaría, pero si él lo quisiera lo seguiría hasta el fin del mundo.
Taehyung detallaba Seúl desde la vista que su ventana podía ofrecerle, escuchando de fondo la manera pacífica en la que su Jungkook le explicaba las razones por las que amaba su auto, con él cada tanto aportando sus dudas para hacer más fluida la conversación.
De la misma manera en la que a veces se desviaba del tema, preguntándole al menor acerca de los lugares por los que iban pasando. Siendo los grandes edificios los que más le llamaban la atención.
Estaban tan encantados con su charla, hasta que el joven de piel detuvo el auto con el único objetivo de estacionarse.
—¿Dónde estamos, Kookie?
—En un lugar al que siempre quise traerte desde que me di cuenta lo mucho que te gustaron las películas.
—¿Películas? —el mayor se tapó la boca para no soltar un grito de emoción. Reconociendo solo por esa palabra el lugar al que Jungkook hacía referencia.
—Sabía que te iba a gustar—expresó complacido por la reacción contraria—. ¿Listo para tu primera experiencia en el cine?
—Sí, mil gracias, Jungkookie.
Cuando Jeon apagó su auto y salió del mismo, se comportó como un príncipe de cuento de hadas, abriendo la puerta de su pareja y extendiéndole la mano para que pudiera aferrarse, aunque no fuera necesario.
Los novios se regalaron una mirada cariñosa antes de entrar al inmenso centro comercial que tenían en frente. Taehyung no pudo evitar quedar con la boca abierta ante la variedad de locales que sus ojos captaron.
—Ya tendremos más ocasiones en las que pasar por cada uno de ellos, de eso no te preocupes fantasía. Por el momento vayamos a comprar los boletos de la película que más te atraiga, ¿sí?
—Está bien, cielo. La ventaja es que tenemos todo el tiempo del mundo.
Jungkook le dio la razón, y mientras Kim leía las sinopsis de las películas en proyección, el azabache tomó su rumbo hacia la sección donde vendían bebidas y palomitas de maíz. Eligió el combo de cine que más le convenció para compartir con su pareja, teniendo en cuenta el gusto que Taehyung desarrolló por las palomitas con sabor a mantequilla en esa única vez que pudo degustarlas, gracias al menor que se tomó las molestias al hacerlas de esa forma.
Y cuando las tuvo en su poder, fue en búsqueda del castaño que continuaba analizando las películas que tenía a su disposición.
—¿Encontraste alguna que te gustará bonito?
—Sí, me llamó mucho la atención esta de aquí—el mayor señaló la cartelera, más específicamente una película de suspenso y comedia de acción. Jungkook sonrió sin querer, pues su chico se había vuelto adicto ese tipo de películas en conjunto a las de ciencia ficción. Y él no era nadie para decirle que no, ya que también las disfrutaba en demasía—. Pero si quieres ver otra...
—No, esa está muy bien, TaeTae. Acompáñame a comprar los boletos antes de que se nos haga más tarde, ¿sí?
El doncel estuvo de acuerdo, siguiendo de cerca a su novio, pues la última función de ese día estaba a solo diez minutos de empezar. Para su buena suerte, la pareja alcanzó a conseguir los respectivos boletos en unos maravillosos asientos (justo los de la parte de atrás), donde podrían disfrutar al máximo de la experiencia de la pantalla grande y el sonido envolvente que llenaría toda la sala que compartirían con una buena cantidad de personas.
La película había sido realmente entretenida como lo prometía su sinopsis. La pareja rio cuando tuvo que hacerlo, vivió la misma tensión que los protagonistas, y se impactó con el dinamismo de las escenas de lucha. Hasta que llegó el momento en el que el filme acabó, dejándolos con la emoción de presenciar una continuación.
—Estuvo genial, ¿no lo crees, Jungkookie?
—De maravilla, cariño—aceptó cuando salieron del cine, ubicándose a un costado de la colorida boletería—. Hiciste una gran elección.
—Gracias, pero la próxima la eliges tú—Taehyung demandó con una linda sonrisa cuadrada surcando esos labios que el azabache amaba besar, pero que sin esperarlo cambiaron a una triste expresión—. Y la comida estuvo deliciosa, solo que error mío al terminármela antes de que la película si quiera llegará a la mitad.
—Te lo advertí, TaeTae, pero no me quisiste escuchar.
El joven de piel nívea por más que estuviera regañando al doncel lleno de arrepentimientos por no contener sus ganas de comer, no se privó de tomarlo entre sus brazos para darle consuelo. Enterrando su rostro en la curvatura del cuello ajeno, dejando un húmedo beso en una de las tantas marcas violáceas que dejó esa misma tarde.
—Kookie... Me haces cosquillas.
—Esa es la idea. Eres muy sensible, TaeTae—recalcó, sintiendo como el mayor se tensaba y su dermis se erizaba—. Tan sensitivo a cada uno de mis toques.
—Si tu plan era distraerme, lo estás logrando.
—Más bien quería consolarte.
—Parece que ambos distamos de tener el mismo concepto de consolar—el castaño bromeó, dejando un besito en la coronilla de su suerte—. Pero no importa, igual me hiciste olvidar mi remordimiento.
—Me alegra escuchar eso, porque planeo llevarte a comer algo.
—¿De verdad? Pensé que la cita terminaba aquí.
—No, al menos una buena cita en el cine finaliza cuando después de la función la pareja va a comer a un restaurante de comida rápida.
—Oh cierto, ya me habías platicado de esos lugares.
—Sí y tú me dijiste que si tuvieras la oportunidad irías, así que eso es lo que vamos a hacer.
—Si que pensaste en todo. Gracias por tantas invaluables experiencias.
—Es un honor para mí, Tae. Y no me cansaré de esforzarme por seguir creando estos momentos a tu lado.
El par de enamorados se sonrieron con felicidad pura, y por consiguiente se separaron para ir en dirección al McDonald's que se encontraba en la segunda planta del inmenso centro comercial.
Aquel lugar estaba con poca gente, por lo que pudieron hacer su pedido en menos de cinco minutos, confiando en la elección que hizo Jungkook para Taehyung, quien tendría su primera vez probando una hamburguesa big mac, crujientes patatas fritas, y un oreo mcflurry, acompañadas por su respectiva gaseosa.
El azabache no podía esconder la expresión de satisfacción en su rostro al ver al doncel devorando su comida. Había dado en el clavo totalmente y se alegraba por eso. El azabache también se tomó su tiempo para degustar la deliciosa comida que probaba cada cierto tiempo por puro capricho, ya que a pesar de todo cuidaba su dieta.
Pero como dicen por ahí, una vez al año, jamás hará daño. Y eso era lo que estaba haciendo en compañía de su castaño favorito.
—¿Te gustó todo lo que pedí para ti?
—Lo amé, una vez más gracias por todo, Jungkookie.
El mayor tomó la mano ajena por sobre la mesa, dejando una dulce caricia en los nudillos del azabache.
—No hay de qué, TaeTae. Esto no es nada comparado a lo que te mereces.
Un beso fue lo que el joven de piel canela sintió en el dorso de su mano, sintiendo las maripositas revolotear en su estómago, mientras su chico le observaba con esos ojos llenos de estrellas. Lo malo es que no pudieron mantenerse así por más tiempo, pues al restaurante le faltaba media hora para cerrar.
Por lo que no les quedó de otra más que deshacer el tierno contacto para poder incorporarse de la mesa y dejar cada una de las bandejas que les habían entregado en su respectivo lugar, después de haber botado cada uno de los plásticos en la basura.
Ambos agradecieron la atención, recibiendo una respuesta positiva por parte de los amables empleados del local de comida rápida. Jungkook colocó su brazo sobre los hombros de Taehyung, mientras el doncel se permitía afianzarse de la estrecha cintura que el menor poseía.
Algunas personas observaban fascinados a la pareja, pues cualquiera de ellos podía afirmar lo bien que se veían estando juntos. Sin embargo, los mencionados ni siquiera prestaron atención a ese detalle por estar tan perdidos en su propia burbuja de amor. La cual duró hasta el momento en que ingresaron al Mercedes de Jeon, donde tristemente cada uno tuvo que ubicarse en su propio asiento, resintiendo no poder seguir gozando del calor ajeno.
No obstante, el viaje a la casa de la pareja fue igual de ameno, charlando sobre la película que no pudieron comentar en el momento por respeto a las otras personas de la sala, mientras escuchaban una suave música de jazz en la radio del automóvil color negro.
Minutos más tarde Jungkook ya había guardado su preciada posesión en el garaje, y se disponía a salir rápidamente para una vez más abrirle la puerta al doncel y darle la mano. Taehyung con verdadero gusto aceptaba sus dulces atención, teniendo en mente sorprenderle al día siguiente en recompensa a lo que había vivido aquel día.
Estando ya dentro de la bonita casa, Jeon comprobó que todo estuviera bien cerrado, y cuando estuvo satisfecho, le entregó su brazo al castaño para que subieran juntos al segundo piso donde su habitación aguardaba por ellos.
En menos de quince minutos tanto Jungkook como Taehyung estaban con sus respectivos pijamas en medio del cuarto de baño, lavándose los dientes frente al gran espejo. Para después de terminar con esa acción, irse a dormir y recuperar las energías perdidas.
Aunque siendo sincero, Taehyung jamás imaginó que Jungkook le impediría acostarse en la cama, con la excusa de que antes de eso debía mostrarle algo.
—¿Qué es? —le preguntó curioso, a pesar de morirse de cansancio—. ¿Ahora qué te traes entre manos Jungkookie?
—Solo cierra los ojitos, Tae. Es algo que te gustará mucho. Confía en mi palabra.
—Lo hago—aseguró, acatando su pedido—. Los abriré cuando tú me digas, ¿te parece?
—Estoy de acuerdo. Solo dame un minuto.
El silencio no tardó en ocupar el ambiente, mientras a la lejanía el doncel escuchaba como Jungkook se movía de un lado al otro, como si estuviera buscando algo.
—Extiende tus manos, cariño.
El azabache pidió cuando volvió a lado de su pareja. El susodicho hizo lo pedido, y sintió como lo que parecía ser una caja (lo dedujo por la forma y por su peso) le era entregado.
—Ya puedes abrir tus ojos, espero te guste.
En ese preciso instante en el que el castaño se quedó viendo con ojos cristalizados y la boca abierta el empaque que contenía su dispositivo móvil, Jungkook se permitió sonreír en grande.
—¿D-De verdad esto es para mí?
—Por supuesto. Elegí el mismo modelo que el mío solo porque ya sabes cómo manejarlo, pero el color es distinto para que no nos confundamos.
—Es verde y el tuyo es morado, tan lindo...
—Así es, mi amor.
Jeon casi cae al piso de no ser por su buen equilibrio, pues de un salto Taehyung se le subió encima. Enrollando sus piernas en su cadera, y abrazándose a él como si fuera un koala luego dejar el móvil en la mesita de noche.
—¡Tae, un poco más y termino en el suelo! —exclamó con diversión en su tono de voz—. ¡Me asustaste!
—Perdón por eso, Jungkookie, pero no lo puedo evitar—argumentó, besando repetidas veces su rostro—. Deja de enamorarme tanto o voy a llorar—el azabache rio suavecito, meciéndose levemente como si estuviera arrullando al doncel que parecía no querer separarse de su anatomía por nada del mundo—. Eres muy dulce conmigo. Te lo devolveré con creces.
—Ya, cariño. Como te lo he dicho durante todo el día, esto no es nada—Jeon acarició el pómulo de Taehyung con su nariz, provocando una risita en el mayor—. Lo hago porque me nace hacerlo. No sabes lo feliz que me hace ver la alegría impregnada en tu bello rostro, además de que será una herramienta que te servirá mucho en tu nueva vida.
Porque de esa forma su fantasía podría comunicarse, divertirse, aprender y mucho más. Todo eso gracias al smartphone que ahora era de su propiedad.
—Con cada cosa que haces compruebo que el apodo que te di te queda perfecto cariño. Porque desde que apareciste en mi vida cambiaste mi mundo para bien, mi suerte.
—Mientras que tú me regalaste una nueva visión de ese mundo gris, al que le devolviste el color sin siquiera esforzarte, mi fantasía.
—Y créeme que lo haré hasta que dé mi último respiro.
—Yo también, bonito. A fin de cuentas, lo que une el destino nadie lo separa.
Los enamorados compartieron un suave beso antes de dejarse caer a la cama, y darse varios mimos bajo el edredón, hasta caer rendidos en los brazos de Morfeo, quien los acogió en un sueño reparador y rebosante de la paz que mutuamente se daban.
A la mañana siguiente, Taehyung se levantó antes que Jungkook. Le observó dormir plácidamente, y aunque quiso seguir a su lado compartiendo lecho, se animó a sí mismo a levantarse para preparar la sorpresa que se le ocurrió el día de ayer.
Agradeciendo el hecho de que él también participó en la organización de la despensa, buscó los ingredientes que ocuparía para preparar un delicioso desayuno. Con verdadera destreza se desempeñó como lo había estado haciendo en la casa del bosque, siendo consciente de lo mucho que mejoró, pero manteniendo el deseo de seguir esforzándose con el pasar del tiempo.
La suave melodía de una balada romántica en la radio era lo único que sus oídos escuchaban, por lo que no notó cuando Jeon hizo acto de presencia en el marco de la puerta.
Porque cuando el azabache abrió los ojos se sintió extrañado al no palpar el cuerpo de su chico a su lado. Un espacio vacío en su cama fue lo que lo motivó a no pensárselo dos veces antes de incorporarse de la cama con el corazón acelerado, tratando de convencerse de que seguiría ahí con él. Llenando su vida de felicidad y amor.
El miedo de perderlo seguía ahí, pero cuando lo encontró en la cocina, confió en que solo sería cuestión de tiempo para acostumbrarse a la idea de que su Taehyung no desaparecía de su lado en muchos años.
Como todo un romántico se había acercado con sigilo, abrazándolo por detrás.
—¡Jungkookie! ¿En qué momento...?
—¿Me desperté? Cuando extrañé tu calor y noté que ya no te tenía en mis brazos.
—Ohh, lo siento por eso. Pero quise sorprenderte—contó, picando algunas verduras que usaría para el pajeon—. Y te adelantó que preparar nuestro desayuno será mi rutina a partir de ahora. No escucharé objeciones de ningún tipo.
—Como gustes, pero del almuerzo me encargo yo. Y en la cena podemos turnarnos, ¿sí? —Taehyung aceptó con una sonrisa y Jungkook dejó un beso en su nuca—. Bien, déjame decirte que huele delicioso.
—Gracias, amor. Si quieres adelante a poner la mesa, mientras yo termino con esto.
—De acuerdo.
El ambiente doméstico les quedaba tan bien, que sus corazones vibraban por las sensaciones tan bonitas que les causaba convivir y hacer cosas cotidianas en pareja.
En pleno desayuno fue el momento en que Jungkook aprovechó a hacerle una proposición a Taehyung que no pudo denegar, porque le emocionaba en demasía.
—¿Quieres ir a ver a Namjoon y Jin hyung? Podemos hacerles una visita sorpresa para no esperar hasta el próximo fin de semana.
—¿Pero no estarán ocupados?
—No lo creo, Namjoon hyung iba a iniciar sus vacaciones y cuando eso sucede Jin hyung aprovecha para darle el trato de un rey, así que lo deja dormir hasta tarde, para luego ambos levantarse a prepararle un rico desayuno a Soobin.
—Ya veo. Entonces supongo que estará bien. Deseo mucho conocerlos y agradecerles personalmente su ayuda. Y también cumplir la promesa que le hicimos al pequeño, Binnie.
—Y lo vas a hacer cariño—confirmó, tomando un bocado de la deliciosa tortilla de verduras con sus palillos—. Aprovecharemos el día hasta que Yoongi hyung me dé los detalles de la cena con Hobi y Jimin hyung. Pero antes de eso, haremos un poco de tiempo configurando tu móvil hasta que sean las once de la mañana, el cual es el momento justo para partir al hogar de los Kim.
—Me parece fantástico, Kookie. Ya quiero descargar los mismos juegos que tú tenías en mi móvil.
—Sí, bebé. No hay porque perder más tiempo. Mereces gozar de tu regalo.
El castaño asintió repetidas veces, completamente pletórico. La pareja terminó su desayuno mientras su conversación llena de trivialidades fluía como el agua de un río. Para después de limpiar todo, arreglarse y vestirse, disponerse a hacer lo que Jeon le prometió al mayor. Consiguiéndolo con éxito y teniendo a un doncel extasiado con el nuevo aparato inteligente.
Hasta que ambos jóvenes salieron de su hogar con el plan de caerles de sorpresa a las personas que más les ayudaron a conseguir un buen resultado con la maldición del castaño, sin hacerse a la idea de que los sorprendidos serían ellos.
Continuará...
Este capitulo quedó bien largo, pero espero les haya gustado tanto como a mí. La cita fue muy linda, pero en lo personal yo amé mucho como Tae defendió a Kook de su ex. Disculpen la demora, y les pido disfruten mucho de las ultimas partes que esta historia les dará. Gracias por sus lecturas, cada vez falta menos para los 100k y eso me emociona como no tienen idea.
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