*ૢ Capítulo 41*ૢ
Jungkook todavía seguía procesando lo que había vivido con Taehyung. Por fin su fantasía era libre. Sin problema creería que todo fue un sueño, de no ser porque el ardor de su mano le recordaba que el corte que tuvo que hacerse.
Lo mismo aplicaba para el castaño, solo que este no podía evitar borrar la sonrisa en su rostro. Su nueva vida estaba a nada de comenzar, y no podría estar más agradecido por ello. Cuando llegaron al que era el hogar provisional de Jeon, se dedicaron a curarse mutuamente la herida que yacía en la palma de sus manos.
Porque a pesar de ser muy leve, y haberla desinfectado con anterioridad, decidieron aplicarse un ungüento que el azabache había traído en su maleta. Para después cubrirlas con una bandita que evitaría que el proceso de cicatrización se viera afectado por cualquier tipo de circunstancia.
Teniendo ese detalle listo, Jungkook decidió ponerle un mensaje de texto a su primo Seokjin para avisarle que todo había salido de maravilla. Prometiéndole que lo más pronto que pudiera, iría en compañía de Kim a visitar a su pequeña familia y contarle a detalle la experiencia vivida. El menor fácilmente pudo hacer una videollamada, pero en ese instante sentía la impetuosa necesidad de compartir tiempo Taehyung.
Había estado a nada de perderlo, y quería seguirse convenciendo que esta era su nueva realidad. La más preciosa, y que esperaba disfrutar hasta el último de sus días como le prometió al mayor. Sus hyungs lo entenderían, de eso no le quedaba la más mínima duda.
No tardó en recibir una respuesta por parte de Seokjin, quien a nombre de su pareja y suyo, les dieron sus más sinceras felicitaciones. Y pidiéndoles que por favor no tardaran en reunirse con ellos, porque Soobin estaba más que ilusionado en conocer a Taehyung y ellos anhelaban conocer los detalles a fondo de la que sería la situación más increíble que pudieron vivir en carne propia, o al menos participar en esta, pues sus protagonistas eran la parejita que decidió arriesgarse a creer nuevamente en el amor.
Sin importar las circunstancias, solo ese sentimiento que los hacía sentir más vivos que nunca.
—Bien, llegó la hora de cumplir mi palabra—Jungkook anunció con esa linda sonrisa de conejito surcando su rostro, luego de dejar a un lado su móvil—. Ven aquí, Tae, quiero darte tus merecidos mimos.
El susodicho quien estuvo esperándole con paciencia en el sofá, se movió hasta llegar a la otra punta donde su pareja tomó asiento, esperándole con los brazos abiertos.
El castaño se acomodó en el regazo ajeno, recargando su cabeza en el hombro del menor, que no demoró en apresarlo entre sus cálidos brazos. Con la única intención de besar cada parte posible de su carita, robándole risas y suspiros al joven de piel canela.
—Es impresionante todo por lo que tuvimos que pasar, ¿no lo crees? —preguntó Taehyung cuando el contario se detuvo solo para apreciar mucho más ese rostro celestial que se encontraba a centímetros suyo. Con una de sus manos acariciando con ternura el costado ajeno.
—Ni siquiera lo pongo en tela de duda, pero si recapitulamos... Creo que hubiéramos podido disfrutar más de este tiempo desde el momento en que nos dimos cuenta de nuestros sentimientos.
—Puede ser, pero igual no me arrepiento del proceso que experimentamos—confesó con honestidad—. Eso ayudó mucho para que nos conociéramos y comprendiéramos más. Notáramos nuestras fallas y trabajáramos en ellas, para al final llegar a ese punto en el que ambos profesamos estar juntos para siempre.
—Tienes razón, fantasía. En pocas palabras nuestra historia no se asemeja a ninguna y eso es lo que más especial la vuelve—Taehyung asintió, y dio un rápido beso en la mejilla del chico, mostrándole que estaba completamente de acuerdo con esa conclusión. Mientras que Jungkook no dejaba de observarlo con ojos de corazón.
—Aunque para ser honesto contigo, existieron momentos en los que creí que rehuías de mí. Porque cuando sentía que dábamos un paso, sucedía algo y parecía que retrocedíamos tres, por ejemplo, cuando comenzamos a dormir juntos.
—Eres tonto, Jungkookie—se quejó un tanto ofendido. El castaño no podía concebir la idea de que Jungkook creyera algo así. Y por esa misma razón es que no logró controlar las palabras traviesas que se escaparían de su boca—. Si me separaba era porque no quería ceder a las ganas que tenía de tirarme encima de ti y besarte hasta robarte el aire. Aunque no me lo creas, fue algo muy difícil para mí.
Las mejillas de Jeon se colorearon de un intenso rojo, mientras Taehyung caía en cuenta de lo que había dicho. Su boquita abriéndose y cerrándose como un pececito fuera del agua. Sus mofletes estaban igual o más rojos que los ajenos.
Solo a él le pasaban estas cosas tan vergonzosas.
—Y-Yo...
—Si en esas estamos, ¿cómo creías que me sentía con tus comentarios indecentes a la Señora Choi? —soltó para no sentirse más avergonzado que Kim—. Cada vez que decías algo sentía que se me iba la vida.
—¿De qué m-me hablas, K-Kookie? —lo cuestionó, tartamudeando—. ¡Una cosa es hacerlo, y otra muy distinta pensarlo!
Uy, y que cosas no había pensado... Pero no lo juzguen, estuvo mucho tiempo reprimido y convivir con un hombre tan bueno como Jeon en todos los sentidos existentes había sido muy difícil para alguien tan débil como el castaño. Aunque el joven de piel canela no mentía ante la acusación del menor, pues era alguien muy ingenuo por lo que nunca notó el doble sentido a sus palabras cuando la señora Choi les visitó.
Seguía siendo puro...o bueno, seguiría siéndolo por unos minutos más.
—¿O sea que pensaste cosas indecentes sobre mí? —interrogó curioso y emocionado a partes iguales. En cierta parte, su corazón se sentía más liviano al no ser el único con ese tipo de deseos, pero, de cualquier forma, estaba más que dispuesto a esperar a que su novio estuviera listo. Por eso solo vio esto como una manera de molestarlo y ya.
Le encantaba verlo sonrojado, aunque tenía muy presente que si Taehyung lo atrapaba con la guardia baja, lo podría poner realmente nervioso.
—No te conocía esas mañas, Taehyungie.
—¡F-Fue lo normal! —se removió lo suficiente como para quedar con las piernas a cada lado de los muslos ajenos, con la única intención de encarar al menor. Sin embargo, una vez más no era consciente de las consecuencias que podían traer sus descuidadas acciones.
—¿Cómo no hacerlo si fuiste mi caballero de brillante armadura que llegó a mi vida para devolverme la felicidad que creí perdida y rescatarme de la soledad? —inquirió un tanto sobresaltado y con un puchero en sus carnosos labios—. Eso será algo que siempre te voy a agradecer, por más que ahora quieras hacerte el santo conmigo y no admitir que seguramente hiciste lo mismo.
—Yo jamás dije eso, fantasía—aclaró con seguridad, sintiéndose lo suficientemente confiado para ser sincero con su pareja—. Cuantas veces no soñé con tomarte de la nuca y atraerte hacía mí en un apasionado beso. Son tantas que ya perdí la cuenta—sonrió con suavidad, acariciando la cadera del mayor con sus grandes manos que le sirvieron como soporte al susodicho.
Detalle que no duraría más tiempo, pues con tremenda confesión Taehyung se dejó caer de lleno en el regazo del contrario, sintiendo algo, que sabía muy bien que era, presionar sobre su trasero. No estaba despierto, pero no le faltaba mucho para hacerlo.
—Pero no te preocupes, Tae, eso es lo de menos, porque me basta saber que nuestros sentimientos son recíprocos. Así que también me disculpo por mi actitud idiota cuando nos besamos. La situación me superó por el simple hecho de lo contrariado que me sentía, porque cuando creía que tenía un mínimo de esperanza, esta desaparecía por completo.
—Shhh... —lo silenció luego de salir de la impresión inicial, con su dedo rozando los belfos finos de su pareja—. No te disculpes por eso, porque ambos cometimos errores. Eso nos pasa por ser unos tontos enamorados, ¿no crees?
El azabache asintió quedito, tan embelesado por la preciosa estampa frente a él. Porque tener a Taehyung con una mirada coqueta sobre su regazo debería ser considerado como un regalo del mismísimo universo hacia su persona.
—Sí...
—Yo te acepté tal y como eres, Jungkookie, con tus defectos y virtudes, porque sé que puedo confiar en ti, ya que harás lo mismo por mí—aseguró, acunando las mejillas del menor con ternura. Pero a la vez, con ese tacto que aceleraba el corazón impropio—. Algunas personas nos han dañado, pero hemos podido ver la belleza que yace en nuestras almas—confirmó con una sonrisa labial—. Ninguno es perfecto, eso es una verdad universidad que aplica para todos. No obstante, contigo puedo sentirme como la mejor persona del mundo y eso es algo que no cambiaría por nada.
—Porque nos complementamos como dos piezas en un puzzle.
—No veo fallas en lo que dices. Es así, por lo que estoy más que ansioso para empezar de cero a lado de mi suerte.
—Concuerdo contigo, mi dulce fantasía.
El ambiente era tan suave entre ambos, pero después de cierta sensación que se acomodó en el vientre bajo del castaño, algo le incitaba a tomar las riendas del asunto. Un objetivo se había formado en su cabeza, y por más loco que le parecía, también sentía la gran necesidad de llevarlo a cabo.
Porque no se arrepentiría. Su mente estaba tan llena de ese joven de piel nívea, y su corazón parecía hacerle perder el poco juicio que le quedaba. Pero ya había comprobado de sobra que la vida era una sola, y no se pondría a pensar en las consecuencias. No cuando el coraje era el suficiente para llenar sus venas, y palpar la adrenalina con el simple hecho de estar en esa comprometedora posición.
—¿Ya te había dicho que el lunar bajo tu labio me inspira?
De la boca de Jeon se escapó un jadeo por la sorpresa, claro que se lo había dicho, pero ahora era distinto. Ninguno de los dos estaba bajo los efectos del alcohol, por lo que esta la tomaría domo su primera vez.
Sus párpados se cerraron segundos atrás al rendirse a las mimosas caricias del mayor, pero cuando ese tono de voz más suave que el terciopelo se hizo presente, sus ojos se abrieron de golpe. Logrando capturar la forma tan sexy en la que su fantasía mordía su belfo inferior mientras detallaba sus labios.
Cuando Kim notó que había logrado su objetivo al ver esos ojos más oscuros de lo normal, decidió continuar con su inocente provocación. Pues recordaba que esa pregunta se la había hecho cuando le dio aquel primer beso, aunque estuviera fingiendo demencia al estar complacido de mencionarlo sin poseer vino en su organismo.
—Desde este ángulo se puede apreciar mucho mejor y eso me encanta. Pero también me gustaría tener el honor de probar tu boca.
—Nada te detiene de hacerlo—informó con seguridad—. Bésame, lo necesito tanto como tú.
Acto seguido, Taehyung se abalanzó hacia los labios impropios y se perdió en el sentimiento satisfactorio de comenzar un beso húmedo con Jungkook.
Era el mismísimo cielo.
Sin embargo, su mente voló al sentirse así mismo iniciar un vaivén sobre la erección contraria que se despertaba más que gustosa por la exquisita fricción. Sus manos fueron a parar a los mechones azabaches, jalándolos levemente por la emoción que lo recorría, o, mejor dicho, la excitación que nublaba sus sentidos y le impulsaba a continuar con esa locura.
Pero su fin llegó cuando sintió las manos de Jeon posarse sobre sus muslos, levantándolo sin el mayor esfuerzo mientras él enredaba sus piernas en la cadera del chico.
Como pudo Taehyung se encargó de apagar la luz de la sala, sin separarse del joven de piel nívea. Ya que solo lo hacían para tomar el aire suficiente para continuar con sus besos desordenados. Mientras Jungkook iba subiendo las escaleras con completa destreza, asegurándose de dar pasos firmes para llegar a salvo al piso de arriba.
Donde la cama que compartieron por algunas semanas les esperaba.
Tenían la noche entera por delante. Varias horas que serían lo suficientemente largas para que la pareja le diera bienvenida a ese paso tan importante en una relación, donde unirían más sus corazones, y con la luna como la mayor testigo del amor que se profesaban.
Ese momento perfecto que desde ya declaraban que sería inolvidable.
💙
(Contenido +18, si no es de tu agrado, puedes saltarte esta parte y continuar en el próximo capítulo. Muchas gracias)
El castaño no tardó en sentir la suavidad del edredón bajo su cuerpo. El menor lo había acomodado con tanta delicadeza, todavía adorando sus labios que yacían hinchados por el constante contacto. El amor podía sentirse en el aire, pero también era una realidad que el ambiente se estaba volviendo demasiado caliente. Eliminando cualquier rastro de raciocinio en esos amantes que deseaban probar más del otro.
Pero cuando la mano de Jungkook se dio el lujo de acariciar la piel de la espalda baja de Taehyung, Jeon pudo salir de su ensoñación y detenerse antes de que su autocontrol terminara por perderse. Hace unos minutos supo expresarle al mayor que esto poco le importaba, no quería hacerlo sentir que avanzaban tan rápido, teniendo todo el tiempo del mundo por delante.
Apenas habían formalizado su relación, y él era demasiado respetuoso como para incitarle a que siguieran con algo así.
Por más que lo deseara como el agua que alguien anhela mientras recorre el desierto más caluroso o como el oxígeno que piden sus pulmones para continuar funcionando.
No quería escuchar de la boca de Taehyung que se arrepentía de entregarse a él.
Porque eso le dolería más que cualquier otra traición.
Por eso debía parar. Sus pies se habían movido por pura inercia, y su mente embotada del joven de piel canela no le dejaron pensar con claridad para sopesar la situación en la que se vieron envueltos de un momento a otro.
De verdad no resistiría que el mayor creyera que solo lo deseaba para esto.
Kim notó como Jungkook se alejaba, y ese tacto que le hizo delirar también dejaba de aventurarse por su dermis necesitada de sus caricias.
¿Acaso no quería que esta situación escalara a más por temor a dañarlo?
Porque era más que obvio que el problema no era la atracción que sentían, pues el castaño pudo palpar en cada beso la pasión que su chico estaba dispuesto a entregarle sin vacilar. Por lo que debía hacérselo saber, antes que la creativa cabecita del azabache comenzara a irse por otros rumbos.
—Hagámoslo, no te detengas.
—¿Seguro? —cuestionó.
La seguridad brillaba en la mirada ajena. Esos bonitos ojos claros cubiertos por espesas pestañas le indicaban que estaba más que cómodo con lo que sucedía, pero quería ser precavido.
—No quiero apresurar esto, Tae. No estás obligado a complacerme si no lo quieres.
—No te estoy complaciendo solo a ti, porque ambos lo vamos a disfrutar—lo calmó, acariciando los pómulos ajenos con cariño—. Tienes mi permiso para continuar, Kookie. Yo quiero esto, estoy más que seguro de eso, porque confío en ti con mi alma.
Jungkook suspiró, su aliento caliento chocando en el rostro ajeno. Y sus brazos que yacían ubicados a cada lado del mayor, se destensaron al escuchar las sinceras palabras.
—Pero si llega un punto en el que quieras que me detenga, lo haré. Solo debes decírmelo—pidió en un susurro—. Por favor, fantasía...
—Claro, aunque no creo eso llegue a pasar—aseguró el doncel, quien ya sentía como su lubricante natural comenzaba a empapar la parte trasera de su ropa interior, gracias a esos besos subidos de tono, donde su lengua había jugado con la ajena, llevándolo al mismísimo cielo—. Estoy bajo tu cuidado mi suerte, sé que lo harás genial.
Jeon asintió ante el tierno cumplido, besó la frente ajena transmitiéndole seguridad y encontrase más confiado, inició un camino de besos en ese cuello que tanto le gustaba.
Pasando con lentitud por las clavículas que apenas podía apreciar por la molestosa tela de la ropa ajena, pero dejando que sus oídos captaran los delicados sonidos de satisfacción que escapaban de la boca del mayor.
Lamió, chupó y beso con vehemencia, mientras las traviesas manos ajenas se colaban debajo de su ropa como él hizo en un principio. Acariciando la fuerte espalda, clavando sus uñas en su tersa dermis, provocando corrientes eléctricas en el joven de piel nívea, quien temblaba por el exquisito tacto de su castaño.
Taehyung sonrió con satisfacción, con los ojos entrecerrados al dejarse llevar por esos besos húmedos que se impregnaban en su piel.
La ropa de ambos comenzó a estorbarles segundos después, por lo que mutuamente se fueron quitando las prendas, quedando solo en ropa interior. Suaves risitas y besos castos demostraban la complicidad entre la pareja que se daba el tiempo de apreciar la anatomía impropia. Sentados uno frente al otro, para que ningún detalle pasara desapercibido.
Los dedos curiosos de Taehyung comenzaron a recorrer los músculos de ese pecho fornido, paseándose por esos botoncitos oscuros que yacían igual de despiertos que la erección que tenía atrapada bajo la ropa. Tomando valentía, los besó, mordiéndolos con cuidado, robándole un gemido ronco a Jungkook.
Una fuerte mano lo atrajo hacia el cuerpo ajeno, su miembro rozando con el abdomen marcado del menor. Sentado justo en la dura erección de Jeon, encajando a la perfección sobre los tonificados muslos.
—Tae, no juegues de esa forma con mi cordura... Porque te puedes quemar.
—¿Quién dijo que no quiero hacerlo? —cuestionó fingiendo inocencia. Esa noche como nunca antes estaba deseando rebasar los límites del azabache que lo trataba como la más delicada joya—. Demuéstrame de que eres capaz.
Jungkook sonrió de lado, atacando los labios del castaño una vez más. Tomándolo de las caderas firmemente para que este iniciara un vaivén sobre su pelvis. Ambos se restregaban lo más que podían, creando esa fricción que los llevaba a la locura, y a que estuvieran a punto de correrse.
Sin embargo, este no era el plan de ninguno de los dos. Querían hacerlo cuando pudieran sentirse con tanta profundidad, que hasta terminaran olvidándose de sus propios nombres.
—Prepárame, Kookie—rogó el joven de piel canela, mordiendo el belfo inferior de su chico—. No perdamos más tiempo.
—De acuerdo, cariño.
Jeon aceptó el pedido del doncel con obediencia y para llevar a cabo sus acciones de una forma más cómoda, lo ubicó boca arriba sobre el mullido colchón. Sus manos jugaron con el elástico del bóxer impropio, hasta que lentamente lo fue deslizando por esas piernas canela. Revelando la desnudez del chico que había robado su corazón, y que ahora le quitaba el aliento. En definitiva, tenía un ángel frente a sus ojos.
Y tendría el honor de probarlo hasta no poder más.
El toque que Kim sentía sobre su dermis era mágico. La humedad de la boca de Jungkook al besar cada porción de su piel era increíble. Ni siquiera tuvo tiempo para sentirse cohibido, porque se concentró en como su pareja trazaba figuras imaginarias con su sinhueso que iba subiendo poco a poco, hasta perderse en su miembro necesitado de atención. Y cada tanto regalándole miradas con las que trataba de asegurarse de que le gustaba lo que le hacía
La felación que Jeon le regalaba lo tenía en el borde del abismo. Con la respiración entrecortada y con los gemidos saliendo como la música más hermosa que pudo llegar a los oídos del menor.
—Y-Ya para... Me voy a...
En ese instante Jungkook se separó de su novio. Estuvo demasiado inmerso en la salinidad del pre semen del doncel que perdió su objetivo en cuestión de segundos. Había querido mimarlo un poco, pero también deseaba cumplirle el deseo a su lindo novio de sentirlo hasta el fondo.
—Lo siento, fantasía. Me desconcentré—se disculpó, lamiendo sus labios bajo la atenta mirada de su doncel. Tomó las piernas canelas, atrayéndolo lo suficiente para poder detallar la entrada empapada en fluidos.
El hecho de que aquel lubricante hiciera presencia ya ayudaba mucho a su labor, pues eso significaba que el castaño estaba lo suficientemente excitado como para recibir su virilidad. Con un dedo fue tanteando la zona, ingresándolo muy despacio en el caliente espacio.
La espalda impropia se curveó por la intromisión, pero no demoró en acostumbrase debido a que sus fluidos permitían que se deslizara con facilidad en su interior. El proceso se repitió con dedos más, hasta que la habitación se llenó de gemidos más altos que los anteriores.
El azabache siendo tan habilidoso realizaba diversos tipos de movimientos, en tijeras o en círculos, hasta que por fin encontró ese punto dulce que hizo gritar al cuerpo tembloroso que tenía a su cuidado.
Satisfecho, y con una sola mano bajó su ropa interior oscura. Su miembro punzaba con intensidad, y la tela que lo mantuvo oculto le quemaba, pidiendo por su pronta liberación. Cuando el joven de piel canela recuperó el aliento, como pudo tomo el falo de su chico, masturbándolo. Agradeciendo la cercanía que existía entre sus cuerpos.
Todo lo hacía por puro instinto, y estaba más que feliz al notar que a Jeon le gustaba.
Los sonidos tan deliciosos también escapaban desde lo más profundo de la garganta ajena, provocando que el doncel se sintiera complacido al saber que eran provocados por nadie más que su persona. Aumentó la rapidez sobre el eje del azabache, sin ningún ápice de piedad. Quería que le pidiera parar, así como él lo hizo en su momento.
—Fantasía... —gimió su apodo, pero no pudo evitar su liberación segundos después. La mano del mayor quedando cubierta por el líquido blanquecino, dejándole impactado por el encantador resultado.
Su jugueteo había sido más fuerte que su lindo novio. Sin embargo, el miembro ajeno a pesar de la liberación seguía manteniéndose firme.
—Todavía puedo seguir, bebé, prepárate—gruñó. las palabras desbordantes de lujuria hicieron que el castaño asintiera completamente de acuerdo. No quería que el azabache se detuviera. Quería más y más.
Tomó un pañuelo de la cajita que yacía en la mesita de noche y se limpió la mano para poder continuar acariciando la piel del contrario. Su novio le esperó pacientemente, mientras se recuperaba del orgasmo que le atacó.
Su fantasía era jodidamente poderosa como para provocar que algo así sucediera, pero su sentido de la competitividad no estaría tranquilo hasta devolverle el mismo sentir con creces.
Había despertado a la bestia.
—Estoy más que preparado, amor—avisó, y de inmediato sintió la masculinidad de Jeon rozando su entrada, su glande rojizo presionando y restregándose en la zona. Cubriéndose por los fluidos que se desbordaban de la estrecha abertura y que anteriormente dejaron sus dedos sumamente mojados.
—Mmmh... —Kim se quejó cuando sus paredes internas le dieron la bienvenida por primera vez a un intruso bien dotado que se hizo paso hasta el fondo de su cavidad. El joven de piel nívea adoró sentir la suavidad de la dermis contraria, con sus manos sujetándose con firmeza en la cintura estilizada.
Sus finas piernas se enredaron atrapando la cadera ajena cuando el menor se inclinó lo suficiente para besar la carita del doncel, tratando de distraerlo para que la nueva sensación fuera lo más llevadera posible. Rogando en su mente soportar lo suficiente como para no dejarse llevar, pues ese interior lo estaba abrazando con tanta fuerza que podría gritar de la euforia. Sin nada de por medio que evitara sentirlo tan directamente.
—Me moveré cuando tú me lo digas, cariño—lo calmó—. Tranquilo...
—E-Está bien, solo es una leve incomodidad, pero estoy seguro que se disipará cuando te muevas.
A fin de cuentas, era su primera vez, por esa razón Jungkook estaba tratando de tratarlo con suma delicadeza, para que lo disfrutara como merecía.
—De acuerdo, bebé, iré lento.
Besó los párpados del chico, y su ceño fruncido se fue disipando conforme un ritmo se iba marcando gracias a la pelvis del azabache. Era lento, suave, pero lo suficientemente profundo para tocar ese punto que lo hizo lloriquear bajito.
El dolor se había ido para dar paso al absoluto placer. Abrasador como el fuego, pero cálido como el sentimiento que inundaba su corazón.
—¿Estás bien, Tae? —cuestionó en voz baja y estuvo a nada de detenerse, cuando la mano de Taehyung fue a parar en su cabello, entrelazando sus falanges entre las hebras oscuras.
—N-No pares, se siente bien. Más fuerte por favor, mi amor.
Taehyung hizo su mayor esfuerzo para que la frase saliera clara, y Jungkook pudo apreciar ese hecho, por lo que con decisión comenzó a arremeter con más fuerza. Embistiendo con todo lo que tenía, robando gemidos y suspiros, que se dedicó a callar con sus besos.
Ambos disfrutando tanto del contrario, con la luz de la luna bañando sus pieles brillantes por el sudor.
Estuvieron así por un buen rato, hasta que la mano de Jeon cubrió la erección del doncel, y comenzó a estimularlo, así como él lo había hecho. Los dos estaban tan cerca, con el calor arremolinándose en sus vientres bajos. Solo que esta vez se dejarían ir al mismo tiempo, dedicándose la más pura mirada de amor y entrega.
Porque este no era un simple encuentro carnal. Ellos tocaron sus almas en el proceso y adorado sus cuerpos hasta volverse uno solo. Y no existía el mínimo atisbo de arrepentimiento.
Cuando Jungkook notó que Taehyung no resistiría más, incrementó la velocidad de sus estocadas, hasta que en cuestión de segundos su esencia se liberó con fuerza en el cálido interior que lo mantuvo atrapado tan exquisitamente, de la misma manera en la que la humedad del contrario empapaba su abdomen.
Un gemido ronco fue lo único que Kim escuchó antes de gemir en alto el nombre del hombre que robó su corazón, encantándole con su personalidad inefable y su tierna sonrisa.
Su mayor delirio, su otra mitad, la persona con la que compartiría su vida por la eternidad.
En el instante en que pudieron regular su respiración se limpiaron mutuamente, entre besos robados y suaves caricias. Sintiéndose adorados con cada una de esas acciones. Jungkook se acomodó en el pecho de Taehyung, calmándose con los latidos ajenos que iban recuperando su ritmo normal. Los cuales estaban igual de acelerados cuando se amaron en medio de esa mullida cama. El dedo del mayor se enredó en uno de los mechones, jugueteando, mientras suspiraba ante las caricias que sentía en la piel de sus caderas.
Los brazos ajenos le rodeaban con protección, mientras el edredón con el que lograron cubrirse los protegía del frio nocturno. En definitiva, probaron el mismo paraíso, y ahora estaban más que tranquilos disfrutando del calor que se brindaban en ese instante.
Las palabras sobraban, pero, aun así, no pudieron evitarse decirse esas palabras.
—Te amo tanto, Jungkookie...
—Yo te amo mucho más, TaeTae—el azabache levantó su rostro para plantar un beso casto en los labios ajenos. El doncel le correspondió, todavía manteniendo ese sonrojo natural en sus mejillas a causa de la pasión que su novio y él experimentaron.
Pero cuando se separaron, el deseo de seguir descubriendo nuevas sensaciones no había desaparecido.
—Ahora que ya lo hicimos... ¿volvemos a hacerlo otra vez?
Jungkook esbozó una sonrisa ante la pregunta de su novio, elevando una ceja por la sorpresa, pero contento por la confianza del mayor.
—¿Eso es lo que quieres?
—Sí tú quieres... —puntualizó con una pequeña sonrisa—. Y si no, también podemos dormir. Nos lo mereces después de tanto ajetreo.
—Será como ordene mi fantasía, yo gustoso de llevarlo a las estrellas.
Y luego de esa confesión, sola luna supo lo que aconteció en esa larga noche en la que los amantes se fundieron en el otro. Sin restricciones y en diferentes posiciones, experimentando de todo un poco. Adorándose hasta que el sueño los llevó a los brazos de Morfeo.
Siempre fortaleciendo su intenso amor.
Continuará...
Aquí cumpliendo la promesa de que este capitulo sería muy bonito, un balance entre lo soft y lo hot, así que espero lo hayan disfrutado. Deseo leerlos en comentario, porque todos aquí sabemos la consecuencia que traerá esta noche de mucha pasión. Jungkook si debió aceptarle la propuesta a la señora Choi, pero ya está hecho y ninguno se arrepentirá, por más que todos deben tener presente que siempre es bueno llevar gorrito a la fiesta.
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