*ૢ Capítulo 36*ૢ
—Fantasía, es suficiente por hoy—murmuró Jungkook al notar como los ojitos de su chico se habían cristalizado al estar abriendo su corazón sin miedo a ser juzgado—. Tranquilo, estoy aquí para ti.
El azabache lo atrajo hacia su pecho, abrazándole con fuerza como si el mayor fuera a desaparecer de sus brazos. Porque sabía que además de su cercanía, esto era lo que Kim necesitaba para no dejarse consumir por las heridas que se abrían una vez más en su alma. Dejó un beso en la coronilla ajena, y sintió como Taehyung se relajaba por completo.
En algún momento se puso tan tenso que sin querer el nerviosismo se apoderó de Jeon, pero no quería impedirle desahogarse. No cuando el peliceleste parecía tan seguro de hacerlo desde que inició el relato de su pasado.
Sin embargo, al verle verdaderamente afectado cuando llegó al tema de Seojoon, supo que lo mejor era parar. Lo más seguro era que tendría que hablar de esa cuestión cuando sus hyungs les dieran la información para romper su maldición, así que lo más coherente para el joven de piel nívea era que el susodicho guardara fuerzas para ello.
—G-Gracias por escucharme, Kookie—susurró acomodando su rostro en el cuello ajeno. Deleitándose con el ambiente íntimo que los rodeaba y el exquisito aroma de la colonia del menor. No tenía constancia de cuantas veces le repitió la misma frase, pero nunca parecía ser suficiente.
—Ya te había dicho que no era nada, gracias por confiar en mí, TaeTae.
Acarició la espalda ajena, y decidió dar su punto de vista con respecto a lo que ahora sabía de su fantasía. No le juzgaba, porque él también sabía lo que era amar entregando todo para luego quedarse con las manos vacías.
No obstante, tenía presente de que debía tener tacto para tratar con esos tormentos que seguían doliendo, pero que eran parte del joven de piel canela.
Y que le influenciaron a ser la persona que era en la actualidad.
Tan hermosa, con errores que mostraban que era como cualquier otro ser humano que podía fallar y hacer daño a la gente que más ama, pero que no se queda estancado, y decide enmendar sus equivocaciones.
Poniendo de ejemplo que a pesar del miedo que le carcomía por aceptar lo que sentía, hiriéndole en el proceso, al final tuvo la suficiente valentía para aclararle que su intención no era esa. Y para Jungkook eso ya significaba mucho.
—Justo ahora no sé a quién detesto más—declaró sacando de su trance a Taehyung, quien se removió para establecer contacto visual con su suerte. Intrigado por lo que diría—. Si a esos mocosos que sembraron tantas dudas, inseguridades, y temores en ti, como para que perdieras la de fe de lo que eras capaz de lograr o ese desgraciado que te condenó, engañándote con hermosas palabras y jugando con tus ilusiones, sentimientos y sueños.
Taehyung se lo pensó con detenimiento, no demorando en responder.
—Ambos por igual—declaró—. Porque si no hubiera perdido mi camino gracias al miedo que sembraron en mí, tal vez mi amor propio pudo haberme ayudado a darme cuenta de las señales de peligro en torno a Seojoon. Pero no, me dejé cautivar y mira donde estoy. Aunque ya sé que el hubiera no existe Jungkookie, aprendí la lección y quizá por esa razón es que a pesar de mi dolor la vida me dio el honor de conocer a alguien tan bueno como tú.
—Tan bueno y tan herido como tú—le corrigió—. Pero eso es lo que nos ha hecho reflexionar y darnos cuentas de nuestra valía, ¿no es así?
—Definitivamente. Sin embargo, eso no evita que me siga sintiendo como la peor escoria del mundo—confesó, dejando caer en silencio las lágrimas retenidas—. La relación con mis hermanos se fracturó los últimos días que pude compartir con ellos. Les dije tantas cosas hirientes, porque estaba cegado. Me comporté como un idiota a pesar de que ellos estuvieron a mi lado dispuestos a que abriera los ojos, sin importar que yo me enojara.
—Pero aprendiste de tu error, Tae. Y muy en el fondo sabías que tu comportamiento era cuestionable.
—¿De qué servía que lo supiera si nunca pude disculparme con ellos?
Taehyung sabía que Jungkook estaba tratando de consolarlo con sus palabras, pero en ese momento no pudo evitar sentir la impotencia que le recorrió en el momento exacto en donde la verdadera cara de Seojoon se mostró y notó que sus hermanos siempre tuvieron razón.
—A-Aunque pensándolo bien, ellos fueron mejores que yo al no ceder al chantaje que les impuse cuando la rabia me consumía al creer que no se alegraban por mí—sollozó como un niño chiquito—. Fui un t-tonto, muy tonto Kookie...
—El amor también puede transformarte en alguien que no eres. Puede sacar lo mejor de ti, o lo peor, y eso fue algo que descubrí por las malas. Porque cuando más herido estuve, fue cuando toqué fondo y me di cuenta que no merecía padecer por alguien al que no le importaba en lo más mínimo.
Sus exparejas fueron tan horrorosas y crueles, que Jeon llegó a tener el pensamiento de que él era el problema y por eso merecía sufrir de esa forma.
—Tú estabas abrumado por una bella ilusión y yo me volví un sumiso que se conformaba con las migajas que mis parejas acostumbraron a darme. Pero logré salir de ahí, y darme mi lugar. Me puse a mí primero y aunque me encerré en el trabajo, puedo afirmar que mi mente estaba más tranquila y no me atormentaba a mí mismo las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.
Jungkook explicó esbozando una suave sonrisa mientras limpiaba las lágrimas que bañaban esas bonitas mejillas de pan del chico que le robó el corazón.
—Pero lo que tuviste que vivir era mucho para cualquiera, Tae. Por eso jamás debiste creer que podrías lidiar con todo. Nunca está mal pedir ayuda cuando sientes que no puedes más, ¿sí?
El mayor asintió quedito. Siendo reconfortado por las sabias palabras del bonito azabache que siempre le observaba con fascinación.
—Eso no te hace menos fuerte. Y cuando todo inició eras un adolescente inexperto y con miedo a decepcionar a la gente que te rodeaba. Te habías enterado de tu nueva realidad y eso trajo consigo muchos cambios para ti.
El peliceleste cerró los párpados. Jungkook dejó un tierno beso en su nariz y continuó con su monólogo.
—Al principio actuaste como debiste, pero luego de que te llenaran la cabeza de tonterías fue cuando te dejaste llevar por lo que podría sucederte, siendo secundado por tus padres que tampoco supieron cómo llevar la situación. No los juzgo del todo porque nadie nace sabiendo cómo ser padres, y estoy seguro que lo que hicieron fue por el miedo de perderte, pero ellos se equivocaron al no darte un voto de confianza para que tú pudieras sobresalir.
Taehyung escuchaba con completa atención cada una de las palabras del azabache. Realmente cada una de ellas venía cargada de comprensión por lo que su corazón después de tanto pudo sentirse menos pesado.
—Porque eres alguien muy talentoso, dedicado y aprendes rápido, Tae. Por eso estoy seguro que hubieras llegado muy lejos en tu época, a pesar de llevar el estigma de ser doncel. Tuviste que callar tu voz y lo que querías hacer, conformarte con lo que dijeron que podías hacer, cuando tu potencial era otro. No obstante, ahora que estás a mi lado me encargaré de que puedas brillar como siempre debiste hacerlo.
El mayor con lentitud abrió los parpados y acomodándose correctamente en el regazo impropio, juntó su frente con la ajena, dejando un beso esquimal que calentó el alma de Jeon.
—No cabe duda que mis hermanos te hubieran adorado, Jungkookie.
Porque Jungkook se había dado el tiempo de conocerle y enamorarse de él, aunque no supiera muchas cosas, tampoco tenía nada que ofrecerle y para empeorar la situación cargaba con una terrible maldición.
—¿Tú crees? Porque me hubiera preocupado mucho de lo contrario—respondió perdiéndose en esos orbes cubiertos por espesas pestañas—. Pero si tú me lo estás confirmando, puedo sentirme más tranquilo. Aunque no dudes que hubiera hecho de todo para ganármelos.
—Y ellos hubieran valorado eso. Viéndolo de forma más objetiva, Seojoon era educado, pero nunca quiso involucrarse más de lo necesario con ellos, aun sabiendo lo importantes que eran para mí.
—Se equivocó en grande. Con razón no le tenían confianza, aunque algo me dice que eran de esas personas lo suficientemente observadoras para darse cuenta de que algo anda mal.
—Sí, y a pesar de ello no quise hacerles caso. Eso es lo que más me pesará toda la vida.
—Ay fantasía, quiero encerrarte en una burbuja y mimarte hasta el cansancio para que no te atormentes más con eso—Jungkook hizo un puchero alejándose lo suficiente para poder detallar mejor el rostro ajeno. Taehyung esbozó una pequeña sonrisa, y un tierno sonrojo apareció en sus mofletes. Amaba mucho el apodo cariñoso que le puso el azabache, y que se lo dijera tan seguido lo hacía sentir en las nubes.
—Pero eso es imposible, Kookie. Aun así, aprecio tus buenas intenciones. Prometo que trabajaré en eso.
—Y yo estaré a tu lado para apoyarte en cada paso que des—declaró con seguridad—. Sin embargo, eso te sirvió para que te volvieras más cuidadoso con tus acciones.
—Viéndolo así, es cierto. Aunque por un momento casi me deje llevar por la razón olvidando a mi corazón—dijo, haciendo referencia a que casi había dañado todo entre los dos, pero el joven de piel nívea nunca le reprocharía aquello. No cuando él también había tenido miedo al rechazo.
—Entonces puedo decir que esto nos enseñó a que siempre es bueno buscar un equilibrio entre las dos, TaeTae. Razón y corazón deben estar juntas para que una relación pueda prosperar, no importa si es romántica, amistosa o fraternal.
—Eso mismo, al igual que el valor de la reciprocidad y la comunicación—le secundó con la tranquilidad inundando el ambiente entre los dos. Jungkook asintió muy convencido de las palabras del mayor. Porque siempre sería bueno ver lo positivo antes que lo negativo en las situaciones que se presentan en nuestras vidas.
—Hemos pasado por mucho, pero ahora que nos encontramos nos trataremos como merecemos.
—Concuerdo contigo, mi suerte.
Kim recibió un casto beso en su boca, producto de un impulso que Jungkook tuvo al escucharlo llamarle de esa forma tan bonita.
—¿Fue por el apodo?
—Por todo, siento que no tengo duda al decir que me puedo volver un adicto a tus labios.
—Por Dios, Kookie... Creo que si eres más desvergonzado que yo.
—Tal vez—canturreó observando divertido como el mayor se cohibía ante su intensa mirada y traviesas palabras. Y sin poder evitarlo, sus ojos se posaron en esa media luna que resplandecía en lo alto del cielo, y cuya luz se colaba por la ventana que yacía abierta. Reviviendo en su alma un deseo oculto que tenía.
Para Taehyung fue imposible no notar como su chico se quedaba sin habla, por lo que por inercia volteó la cabeza para ver con sus propios ojos ese algo que captó su atención.
—Es muy bonita, ¿no?
—Mucho—afirmó Jeon volviendo a concentrarse en el peliceleste que le miraba curioso—. ¿Por qué me miras de esa manera Tae?
—Mmm... No sé, porque siento que algo atravesó tu mente cuando te fijaste en ella. ¿Hay algo que quieras decirme?
—¿Acaso lees mentes? Que interesante.
—No, pensé que te había quedado claro lo despistado que soy—rio bajito y prosiguió interrogando al joven de ojos infinitos—. Vamos, no tengas vergüenza. Puedes decirme lo que sea, no te juzgaré por ello.
—Es que es una tontería...
—Nada que tenga que ver contigo es una tontería, Kookie—aclaró, acariciando el mentón impropio—. Te escucho.
—Desde hace mucho tiempo tengo la ilusión de acurrarme junto a mi persona especial mientras la luna nos acompaña hasta que el sueño se apodere de nosotros.
Kim abrió la boca con sorpresa. Eso era exageradamente tierno y cursi. Justo ahora quería dejar muchos besos en la carita ajena y ser él quien le repitiera que quiere encerrarlo en una cajita y mimarlo hasta el cansancio porque era demasiado bueno para este mundo.
—Muy ñoño, ¿verdad? —Jungkook se sonrojó y quiso regresar el tiempo para no soltar esa tontería. Sonaba muy estúpido como para que alguien quisiera aceptarlo sin antes reírse o burlarse un poco—. Olvida lo que dije por favor.
—¡Claro que no! Eso es muy lindo, Jungkookie—Taehyung pasó los brazos por el cuello de Jeon y ahora fue él quien le robó un beso—. ¿Me harías el honor de compartir ese deseo contigo?
El azabache salió de su ensoñación después de ese cálido gesto. Asintió repetidas veces causando la dulce risita del mayor, esa que era música para sus oídos.
—No deberías ni preguntarlo, Taehyungie.
La vida le entregó a la persona correcta para cumplir ese sueño. Y dentro de su alma se alegró de que fuera el primero, y estaba más que confiado en que también sería el último.
Cuando los jóvenes consiguieron todo lo que necesitaban y se pusieron sus respectivos pijamas, colocaron en el suelo un futón que había de repuesto en la casa y luego se acomodaron sobre él. Taehyung quien cargaba el suave edredón con el que se cubrirían, lo acomodó sobre sus cuerpos con diligencia.
Jungkook sonrió conmovido y al asegurarse de que su chico terminó con su trabajo, lo atrajo hacia su pecho. Kim se acurrucó lo más cerca que pudo, y entrelazó sus piernas con las ajenas mientras dejaba su mano en los firmes pectorales ajenos. Trazando figuras imaginarias sobre la piel cubierta por una suave tela de algodón.
- ¿Estás cómodo? ¿O cambiamos de posición?
—No, estoy muy cómodo, ¿y tú? —cuestionó el peliceleste, levantando su rostro para poder conectar miradas—. Sé honesto, Kookie.
—También lo estoy, me encanta. Es tal y como me lo imaginé, o hasta mucho mejor...
Y sí que lo era. El contacto entre ambos cuerpos que se acoplaban tan perfectamente, la chimenea abrigándoles del frio de la noche y la luz de luna viéndose tan majestuosa conformaban el mejor panorama que Jungkook pudo tener en años.
—Me alegra mucho saber eso, esto es muy lindo y especial. De verdad aprecio que me lo hayas dicho, me gusta lo romántico que eres, Jungkookie.
—Porque entre románticos nos entendemos, ¿no?
—No lo podrías haber dicho mejor.
El par de tortolitos se sonrió y compartieron un dulce beso antes de dejarse llevar por Morfeo. Se la habían pasado conversado por tanto tiempo que ya eran más de las dos de la madrugada. Pero bueno, a ninguno de los dos les importó porque sabían que eso sucedía cuando se está con personas importantes para ti.
Jamás se arrepentían de perder algunas horas de sueño sin con eso podían perderse en la compañía del otro.
—Buenas noches, Tae.
—Descansa, Jungkookie.
Por fin podían disfrutar de un descanso entre los brazos ajenos sin temores tontos y confiando en que ese mañana que prometía ser bueno para ambos enamorados estaba cada vez más cerca.
💙
Jungkook abrió los ojos con pesadez, pero cuando se recuperó, desvió la mirada hacia esa persona que descansaba tan plácidamente sobre su pecho.
No había sido un sueño. Tenía a Taehyung con él. Durmiendo juntos sin la mínima distancia, y aunque no era la primera vez, ahora ninguno esta cohibido.
El peliceste estaba abrazado a su cuerpo como un koala, parecía que no lo quería soltar por nada del mundo.
Una tonta sonrisa no tardó en cruzar sus labios. Dejó un besó en la frente ajena, y con voz suave comenzó a llamar al mayor para sacarlo de su estado de sueño.
En otras circunstancias lo hubiera dejado dormir un poco más, pero no podía hacerlo, pues se encontraban en una situación de incertidumbre al no saber que sucedió con la videollamada de sus hyungs.
—Tae, fantasía... —susurró Jeon, acomodando los mechones rebeldes que caían por la frente impropia—. Despierta por favor, bonito.
A lo lejos el joven de piel canela escuchó como pronunciaban su nombre. Sus párpados se abrieron por inercia, encontrándose con el rostro de la persona más preciosa en todos los sentidos.
—Mmm... Kookie, ¿qué hora es? —preguntó llevando su mano hasta su rostro para tallar sus ojitos que apenas se acostumbraban a la luz del día.
El menor apenas caía en cuenta de ese detalle, por lo que no le quedó más que separarse un poco para tratar de visualizar el reloj que yacía en una de las paredes de la sala. A la par, Taehyung se incorporaba en su lugar, resintiendo el hecho de ya no tener a Jungkook brindándole su calor corporal.
—Son las once y media de la mañana. Nos hemos quedado profundamente dormidos.
Jeon se pasó la mano por el cabello, tratando de no entrar en pánico, porque era lo más lógico luego de quedarse tanto tiempo despiertos. Ahora solo rogaba que sus hyungs ya le hubieran dado señales de vida mientras estaban dormidos.
—Oh, debimos imaginar que podía pasar. Pero no nos pongamos nerviosos antes de tiempo Jungkookie—le tranquilizó tomando su mano.
El azabache sonrió por el gesto, más enamorado que ayer.
—Tienes razón, Tae, no ganamos nada con ello. Voy a revisar mi móvil por si acaso.
—De acuerdo, Kookie...
—Pero antes de eso, ¿dormiste bien? —interrogó y el mayor asintió expresando en su rostro lo bien que había pasado aquellas horas de sueño.
—De maravilla, me sentí muy bien durmiendo a tu lado ahora que ambos conocemos de nuestros sentimientos.
—Yo también lo disfruté. Algo tan simple como tu compañía es igual a un bálsamo para mí. No lo olvides nunca TaeTae—pidió con la ternura desbordada en su voz, dejando un beso en una de esas manos que poseían las uñas más perfectas que había visto—. Ahora sí, me levantaré o las ganas de quedarme más tiempo aquí contigo terminarán por vencerme.
El peliceleste no pudo contener una suave risita mientras observaba como el joven se alejaba. El sentimiento que invadía su corazón con cualquier cursilería que le decía Jeon era realmente reconfortante. Era tan dulce como la miel, y atrayente como el polen para las abejas.
Ese joven tan dulce le hacía tanto bien. Para su alma, para su corazón y para todo lo que conformaba a su persona.
Sí, había estado enamorado de Seojoon, pues este le decía muchas cosas bonitas, pero después de que la venda cayera de sus ojos fue capaz de notar que todas eran palabras vacías.
Porque jamás le podrían hacer sentir lo mismo que las que salían de Jeon.
Por ejemplo, Seojoon le repetía incansablemente que era lo más hermoso del mundo, pero nunca lo justificaba diciendo que era debido a sus cualidades o por el simple hecho de ser él mismo, más bien siempre enfocaba esos halagos basándose en su belleza externa y no la de su corazón.
Algo que el azabache había hecho sin querer desde que lo conoció, dándole seguridad en el proceso. Él no podía estar equivocado esta vez. Esta vez sí se enamoró de la persona correcta, y sería muy feliz a su lado, hasta que diera su último suspiro.
Solo así podría afirmar que todo su calvario valió la pena.
Jungkook fue a buscar su móvil, y mientras volvía donde Taehyung le esperaba, desbloqueó la pantalla. Lo primero que captó su atención fue que sí había unos nuevos mensajes disponibles.
—Jin hyung me escribió—informó antes de darle click al mensaje. Taehyung se levantó lo más rápido que pudo y se colocó a un lado del menor que comenzó a escanear con la mirada el contenido de aquel texto.
—¿Qué les sucedió, Jungkookie?
—Buenos días, Kook. Lamentamos mucho no haber podido hacer la videollamada, tuvimos unos problemas con el servicio de internet y apenas se está normalizando, por eso apenas puedo enviarles un mensaje de texto.
El azabache leyó en voz alta para que su chico estuviera al tanto.
—Como Nam y yo sabemos que no podemos perder el tiempo en la situación de Tae, en la tarde iremos a su oficina y desde ahí comenzaremos con el plan adiós maldición, pues ya tenemos todo para resolver este problema y cuando sepan la solución se quedarán de una pieza. Caritas riendo...
Jungkook puntualizó lo último robándole una sonrisa a Taehyung, ya que le pareció cómico que estuviera respetando todo el contenido del texto, hasta con los emojis que había puesto—. Ok, este no es momento de chistes tontos. Estén al pendiente de nuestra llamada, ahora sí disfruten de este pequeño descanso antes de que TaeTae vuelva a tener la vida que se merece. Muchos corazones. Cambio y fuera.
—Entonces no queda más que esperar...
—Así parece, Tae—el menor guardó su móvil e inició un contacto visual profundo con el otro joven—. Confío en ellos, y si dicen que podemos estar tranquilos es porque tiene que ser de esa manera. Por lo que no será necesario alertar a nuestros otros hyungs.
El azabache hizo referencia a la llamada que la noche anterior habían quedado de hacerle a Yoongi y Jimin si no tenían respuesta de Namjoon o Seokjin. Con suavidad tomó de la cintura a Kim y este se relajó, descansando su cabeza sobre su hombro.
—Lo sé. Yo también confió en ellos y en el trabajo que han hecho, Kookie.
—Bien, igual faltan unas cuantas horas que estoy seguro se pasarán volando. Preparemos algo de comer y luego aprovechémoslas al máximo estando juntos, ¿te parece?
—Sí, es una idea perfecta—el peliceleste alzó su rostro y dejó un beso en la mejilla del joven. Jeon sonrió, sus ojos perdiéndose en medio del gesto.
Una vez más sus manos se entrelazaron, y subieron a la habitación que compartieron en esos días para cambiarse la ropa de dormir. Cuando estuvieron listos con todo, entre risitas suaves y conversaciones sin sentido bajaron a la cocina a preparar un delicioso y sostenido almuerzo, porque desayunar tan tarde era en vano.
Con esa complicidad que los caracterizaba en menos de una hora terminaron de hacer unas deliciosas brochetas de cordero y japchae. Acomodaron la mesa, y cada uno se sentó en su lugar para degustar aquellos platillos.
—Gracias por la comida—expresó Taehyung comenzando a llevar algunos fideos a su boca, mientras Jungkook asentía y daba su primer mordisco en la exquisita carne.
—Nos quedó muy bien. No te vayas a atragantar por no comer despacio, fantasía—bromeó el azabache—. Disfrútalo mucho.
El peliceleste afirmó sin querer parar de comer. El japchae le encantaba.
—Tranquilo. Lo tengo controlado.
Jungkook sonrió y siguió entretenido con su propia comida, hasta que se le cruzó por la mente tocar un tema antes de que se le olvidara.
—Tae...
El mayor hizo un ruidito con su garganta, haciéndole saber que lo escuchaba, por lo que el contrario continúo con el tema del que quería conocer más.
—Nunca me imaginé que podrías bordar. Y no lo digo porque no crea que seas capaz, pero nunca se me pasó por la cabeza—aseguró con verdadera emoción, conmoviendo a Taehyung—. Me parece algo genial. No conozco a nadie que lo haga, por eso me impresioné un poco.
—Gracias, Kookie. Si me gustaba, pero para ser sincero, a pesar de que me dediqué a ello por años, siempre me llamó más la atención la cocina. Aunque en ese tiempo no pudiera hacer la gran cosa, porque era algo que solo hacía la servidumbre—informó, sabía que eso ya no era visto de esa manera, pero le parecía importante recordárselo a Jeon—. Lo bueno es que en la actualidad a las personas que se dedican al arte culinario se les da el reconocimiento que se merecen.
—Ya veo. No importa a lo que te dediques, con que te guste basta y sobra. Ahora hay mucha gente que trabaja duro para volverse grandes chefs y tener sus propios restaurantes, porque es un arte que jamás podrá desaparecer y al que debes ponerle mucho cariño.
—Sí, es una experiencia muy bonita. Por eso disfruté mucho estos días en los que pude poner en práctica las técnicas que he aprendido viendo varios programas de cocina.
—Y yo puedo dar fe de ello, Tae. Tienes buena mano con eso, y te aseguro que todos los que prueben tu comida te dirán lo mismo que yo.
—Muchas gracias, mi suerte. Pondré todo de mí para seguir mejorando y que te enorgullezcas de mí, Koo.
—Ya estoy lo suficientemente orgulloso de ti, pero con eso solo harás que mi admiración siga creciendo. Así que lo espero con ansias, bonito.
Taehyung esbozó una sonrisa tan encantadora, que Jungkook no pudo evitar suspirar. El joven frente a él a pesar de sus errores, poseía el alma más pura y bonita, por eso no descansaría hasta verlo llegar lejos. Lo animaría y apoyaría para que no se rindiera antes de conseguir lo que merece.
Unos minutos después limpiaron las cosas que usaron y se fueron hasta la sala para ver cualquier tontería en la TV. Sin embargo, no le estaban poniendo la atención merecida por estar concentrados en el contrario.
Era imposible cuando Jeon había descubierto lo cómodo que era el regazo de Taehyung. Tan solo quería ganar tiempo para cuando llegara la hora de la verdad. Jungkook ya tenía cargado su móvil, así que nada podía fallar.
El peliceste acariciaba su cabello, y cada tanto dejaba besos tiernos en el rostro del menor que tenía los parpados cerrados al sentirse en completa paz.
A Taehyung le encantaba tener esa imagen tan pacifica de Jungkook para él solo, por eso de un momento a otro quiso ayudarle a descansar mucho más a gusto.
Haciendo uso de su melodiosa y aterciopelada voz, comenzó a cantarle una canción distinta a la que el azabache escuchó el día que lo encontró por primera vez.
Una más dulce, con una letra menos angustiosa, y que podría ser comparable a una canción de cuna.
—¿Cómo podría saberlo?... Que un día me despertaría sintiendo algo más. Pero ya había llegado a la orilla—su mano acarició con delicadeza una de las mejillas conforme su voz salía de sus labios rojizos, mientras Jungkook parecía haber caído en un profundo sueño—. Supongo que éramos barcos en la noche, noche, noche...
—Es una canción muy bonita—murmuró Jungkook sonriendo levemente, sin la mínima intención de abrir sus ojos, pues quería seguir gozando de las dulces caricias—. Y como siempre tu voz es un deleite auditivo.
—Creí lograr que te quedarás dormido. Pero gracias por el cumplido.
—¿Acaso ese era tu plan desde el principio? —cuestionó con diversión—. ¿Qué pensabas hacer, travieso?
—Me gusta verte tan tranquilo. No tengo ninguna intención aparte, tonto—le regañó sintiendo calor en sus mejillas—. Más bien explícame por qué el sueño no logra apoderarse de ti.
—Está bien—el chico abrió los ojos, mostrando sus iris color chocolate que escondían una de las más brillantes constelaciones, aquellas que el contrario aprendió a apreciar con toda su alma y corazón—. A mí me encanta escucharte cantar, por eso no creo verme capaz de quedarme dormido, ya que prefiero escucharte.
—Mmm... Lo seguiré haciendo hasta que nuestros hyungs llamen, pero antes déjame ir a buscar unas fresas, me dio un poco de hambre.
—De acuerdo—el menor puchereó, la posición era demasiado cómoda, sin embargo, más importante era que Taehyung saciara su apetito. El azabache se incorporó y el joven de piel canela copió su acción, yendo con dirección a la cocina.
Con la mente en calma, y el corazón acelerado por la felicidad que le inundaba, Taehyung llenó un recipiente de cristal con su fruta preferida. A paso lento fue caminando a donde dejó a Jungkook, sintiéndose confiado de que para la noche ya no tendría preocupaciones.
El azabache ya había arreglado todo su equipaje, por eso luego de ese fin de semana Kim comenzaría una nueva vida a su lado y estaba seguro de tal y como el menor le había dicho, cumpliría todos sus sueños que se vieron truncados por culpa de Seojoon.
Sí, al fin podría vivir sin arrepentimientos. Sin cargar con esos tormentos, más bien, aprender a vivir con ellos para seguir trabajando en ser una buena persona para sí mismo y para su pareja.
—Kookie, traje un poquito más por si también quieres comer...
El susodicho volteó su cabeza hacia ese chico de cabellos celestes cuando le llamó, pues mientras lo esperaba se entretuvo con la pantalla de la sala. Pero antes de agradecerle por sus atenciones con él, su rostro cambió a uno de completo terror.
El sonido del cristal rompiéndose al impactar en el suelo, y Taehyung cayendo desmayado a un lado fue suficiente para hacerlo gritar.
Esto no podía estar pasando. No cuando faltaba tan poco para ser felices.
Continuará...
No me odien mucho, ¿si? Espero les haya gustado el capitulo largo, y seguramente el resto serán igual o un poco más extensos hasta que lleguemos al final. La canción que cantó Tae es Sweet night, y como dato curioso, la que Koo escuchó la primera vez cuando le conoció era Singularity (por su letra triste). Gracias por el apoyo, no olviden recomendar este fic, y por si no lo sabían el japchae es un plato típico de la cocina coreana elaborado de batata y fideo celofán (abajo la imagen referencial). También si gustan denle una oportunidad a mi pequeño fic nyctophilia, el cual planeo actualizar diariamente hasta finalizarlo.
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