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*ૢ Capítulo 28*ૢ

Ambos jóvenes se acomodaron una vez más en el sofá de la acogedora sala. Jungkook le pasó las copas a Taehyung, quien no tardó en llenarlas de aquel apetitoso vino tinto, mientras el azabache se dedicaba a poner música instrumental de fondo en la tv a petición del mayor, que le sonrió complacido por su dulce gesto.

—¿Te gustaba escuchar música cuando bebías alcohol?

—Fueron contadas las veces que lo hice, pero sí, lo disfrutaba mucho. Aunque en mi tiempo no existía ninguna maravilla tecnológica con la que escuchar música—explicó refiriéndose a la tv, aprovechando a entregarle la copa al menor en las manos—. Más bien, se requería que una persona en el fondo de la habitación tocara alguna melodiosa pieza con ayuda de un instrumento tradicional como el gayageum.

—Ya veo, debió ser una experiencia bonita.

—Lo era, pero usualmente yo no lo disfrutaba tanto por el contexto en el que se desarrollaba dicha situación.

Taehyung expresó con sinceridad, los recuerdos golpeando su mente. Movió con lentitud la mano con la que sostenía su copa, por el puro placer de ver como el líquido también lo hacía.

—Oh, ¿en serio? ¿Puedo saber a qué te refieres?

El mayor asintió despacio, dando el primer buen sorbo al líquido rojizo que había acercado hasta su boca.

—Sí, como era de una familia noble, mis padres me llevaban a muchas de sus reuniones con otras personas importantes, por lo que me tenía que sentar y escuchar como hablaban por horas y horas sobre algún tema aburridísimo.

—Bueno, también me pasaba cuando era un niño.

—La cuestión es que a mí no me pasaba solo de niño, sino hasta que era mayor de edad.

—¿Qué? —Jungkook casi devuelve el sorbo que había tomado hace segundos atrás—. ¿Cómo puede ser eso posible? ¿Acaso no podías opinar en esos temas?

El rostro del azabache era la mejor demostración de lo que sentía en esos momentos, completa impresión. No creía lo que escuchaba.

—No porque no quisiera, era algo que no tenía derecho de hacer Kookie—y con eso, el peliceleste le dio otra probada más al alcohol—. Según ellos solo se podía opinar en temas de adultos cuando tú también lo eras.

—¿Y eso cuando se suponía que era Tae?

—Cuando ya habías desposado a alguien—afirmó con el semblante serio. Sin querer la lengua se le estaba soltando de más al sentirse más relajado—. Algo que nunca hice por obvias razones, aunque también era posible si lograbas algo que llenara de orgullo a tu familia. Como un puesto de trabajo con el emperador o que al menos tuviera relación con eso, por ejemplo, siendo parte de los soldados que defendían a la nación.

—Y tampoco pudiste hacer eso... ¿cierto?

Jungkook no se hacía ni una idea de lo que estaba preguntando, pues eran temas demasiados delicados para Taehyung, quien por más que le estaba compartiendo un poco de su pasado, no se sentía del todo listo para abrir su baúl de los recuerdos.

Recuerdos que en su mayoría le recordaban lo ingenuo que había sido como para caer en una trampa que duraría siglos por culpa de un mal amor.

—No, pero prefiero no recordar lo patético que era en ese tiempo, ¿te parece si mejor conversamos sobre tus hyungs? —preguntó, tratando de que su voz no se quebrara en el proceso. Todavía había tiempo para evitar seguir dándole pie a Jungkook, como para que siguiera interrogándole—. A fin de cuentas, se supone que estamos celebrando, ¿no crees Jungkookie?

El azabache estuvo de acuerdo con el mayor, bebiendo un poco más de vino para no concentrarse en la forma en la que los dedos del contrario hacían presión en el cristal de su copa.

Sí, no era necesario que le contara cosas que todavía no quería decirle, y él sabía leer muy bien el ambiente como para no cometer la estupidez de creerse que tenía algún derecho de seguir indagando en ese pasado que parecía más que sellado.

Él sabía respetar el silencio de los demás. Mucho más si se trataba de algo que seguía doliendo tanto como para que Taehyung le quitara la mirada.

Impidiéndole perderse en sus preciosos orbes avellana.

Varios minutos pasaron hasta que los jóvenes recuperaron un ambiente tranquilo entre los dos, donde Jungkook aprovechó para contarle más anécdotas personales sobre sus hyungs, sobre él mismo, y algunas otras cosas triviales que se le ocurrieran en el camino.

La botella empezaba a quedarse vacía conforme las agujas del reloj se movían.

💙

En algún punto, el vino también les afectó, pero más a Taehyung, quien había creído que podría seguir aguantando el alcohol como antes.

Tal parecía que el peliceleste había olvidado que hasta hace muy poco recuperó su cuerpo y por lo tanto, eso aplicaba a su capacidad para digerir las cosas.

Jungkook notó que algo andaba mal cuando Kim comenzó a reír después de terminar cada una de sus frases. A veces soltaba cosas un tanto incoherentes mientras sus carcajadas resonaban por toda la sala. 

Definitivamente estaba borracho, y ya no debería seguir tomando. Sin embargo, al susodicho poco le importaban los regaños de Jungkook, pues en algún punto le quitó la botella para servirse a sí mismo.

—Tae... No creo que sea prudente que sigas tomando—advirtió, sintiéndose más en su sano juicio que el contrario—. Mírate cómo estás. Tú me dijiste que si tolerabas el alcohol.

Le regañó con una mirada severa, pero ni siquiera eso inmutó a Taehyung.

¿Quién se suponía que era el mayor aquí?

—C-Claro que l-lo hago—tartamudeó—. Estoy m-más fresco que una l-lechuga. No seas aguafiestas, Kookie...

Y sí que lo hacía, pero bueno... ¿qué se podía esperar de un cuerpo que no había ingerido alcohol por años? Obviamente se emborracharía con más facilidad que cualquiera.

—No puedes ni terminar una frase sin trabarte.

—Shhh... —Kim puso uno de sus dedos sobre sus labios, como una clara señal de que no diga nada más. Jungkook solo rodó los ojos por su terca actitud—. Ya, d-déjame tomar este poquito, ¿mmm?

El peliceleste se sirvió lo último que quedaba en la botella, luego de recibir un asentimiento por parte del chico. Cuando terminó con su cometido, Jeon no tardó en quitársela, dejándola en la mesita del centro, evitando que se le cayera y pudiera hacerse daño con los cristales rotos.

El menor detalló como Taehyung bebía hasta la última gota del líquido rojizo, saboreando el último trago de ese delicioso vino. Ya habiendo finalizado, el peliceleste limpió la comisura de sus labios con el dorso de su mano. 

Acto seguido, se inclinó hacia adelante, tambaleándose un poco, pero consiguiendo dejar su copa a lado de la que era del azabache, que yacía desde hace minutos atrás en la superficie de caoba que tenían a su disposición.

—¿C-Contento? —le cuestionó y Jungkook suspiró, cruzándose de brazos—. No te enojes, Kookie. No c-creas que te mentí, este tipo de vino se me da bien, aunque es m-mejor a los que consumía en el pasado.

—No estoy enojado, estoy preocupado por tu estado. Pues yo también cometí el error de sugerir esto, sin detenerme a pensar si sería adecuado dada tu condición en la que hace apenas unos días volviste a ingerir alimentos.

Había sido un inconsciente, por lo que esperaba que aquello no le hiciera daño a Taehyung, porque jamás se lo perdonaría.

—Solo me siento f-feliz, no creo que pase a m-mayores—le aseguró risueño a la par que sus ojitos cubiertos por espesas pequeñas se hacían pequeñitos, dándole un semblante mucho más tierno—. Te lo p-prometo, Kookie.

—Bien, entonces vamos a dormir. Ya es tarde, Tae.

—Noooo—se negó, y un puchero se estableció en sus labios—. Todavía es pronto—señaló el reloj con determinación. 

El peliceleste tenía razón, apenas eran las de ocho de la noche, pero aun así Jungkook sentía que el tiempo se les fue volando y ni cuenta se dieron, porque sin la mínima intención de que eso sucediera, hasta la hora de cenar se les pasó—. H-Hagamos algo por mientras.

—¿Quieres comer? -inquirió, no ocurriéndosele algo mejor, pero el mayor negó convencido. Comida era lo menos que deseaba en ese instante—. Me lo imaginé, a mí tampoco me entraría nada en el estómago, lo siento revuelto.

—Y-Yo igual, pero valió la pena. Tal vez d-debimos preparar algunos bocadillos para acompañar al vino.

—No cabe duda de que debimos hacerlo, los fideos instantáneos que comimos a media tarde mientras conversábamos con los hyungs no fueron de gran ayuda al parecer—el peliceleste afirmó con un movimiento de cabeza, por lo que Jungkook no perdió el tiempo antes de interrogarle—. ¿Qué propones, Tae?

—¿S-Sabes bailar?

—¿Bailar? —Jungkook se quedó pensativo por tal proposición—. ¿Q-Quieres bailar conmigo? ¿Un b-baile de p-pareja?

Hasta Jungkook se puso a tartamudear de un momento a otro de tan solo imaginar que su acompañante quería bailar con él. Ya que por obvias razones la distancia entre los dos se acortaría, provocando que rozaran la línea imaginaría que los separaba para que no cedieran a lo que sentían una vez por todas.

—Si n-no quieres, no hay problema—se apresuró a decir. Que bochornoso se estaba volviendo el ambiente cuando debería ser lo contrario, porque se suponía que al beber te volvías desinhibido—. Es una t-tontería, mejor vámonos a dormir, ¿sí?

Cuando Kim quiso levantarse de golpe la comodidad de sillón, tratando de no fallar en el intento por los efectos del alcohol; el azabache fue más rápido al tomarlo de la muñeca para detener cada uno de sus movimientos, logrando que en menos de un abrir y cerrar de ojos Taehyung quedara atrapado entre sus fuertes brazos.

—Sí quieres hacerlo, lo haré con gusto para ti. 

Sí, esa era la parte impulsiva del menor hablando por él, luego de creer que por más tonto que fuera esta podría ser la oportunidad perfecta para declarar sus sentimientos.

—Está b-bien...

Taehyung se acomodó correctamente, posando sus brazos en los hombros ajenos, rodeando la nuca del menor, mientras el otro lo tomaba fijamente de la cintura. Sus rostros quedando tan cerca gracias a que poseían la misma altura. No obstante, a primera instancia Taehyung no se sintió capaz de sostenerle la mirada a Jungkook, por lo que la quitó para no avergonzarse más.

El azabache no le dio la mayor importancia, comenzando a moverse con lentitud. Guiando los pasos del mayor al compás de la suave música instrumental que seguía reproduciéndose.

No sabía por cuanto tiempo harían esto, pero Jeon se prometió disfrutar del calor del cuerpo del contario contra el suyo y de sus manos que encajaban a la perfección en la fina cintura. De la misma forma en la que Taehyung en silencio gozaba de la sensación de protección que solo Jungkook fue capaz de darle, porque ni a quien juró amar hasta el final de sus días logró hacerlo sentir tanto en el tiempo que compartieron.

Algunos de sus pasos se sintieron desordenados, pero sabían que era porque no estaban en sus cincos sentidos. Aunque eso realmente no importaba. No cuando las risitas comenzaron a brotar con tanta naturalidad entre ellos cuando la tensión inicial desapareció por completo. 

No era como que estuvieran realizando el mejor baile, pues no se habían movido tanto, porque sus pies se desplazaban en un solo lugar, pero de todas maneras lo gozaban en demasía.

Cuando el par jóvenes se estaban dejando llevar por la particular situación en la que se vieron envueltos, con la atmosfera poniéndose tan romántica que no había nada mejor que seguir acortando la distancia entre sus anatomías, Jungkook no pudo aguantarlo más y con sumo cuidado se separó lo suficiente para que Taehyung pudiera verle a la cara, pues la estuvo escondiendo en la curvatura de su hombro por varios minutos, mientras él se recargaba sobre la contraria, logrando embriagarse más por el olor a fresas que poseía el peliceleste.

El alcohol en su organismo siendo el responsable de otorgarle el coraje suficiente para declararse de improvisto.

—Tae, quiero decirte algo.

—¿Sí? —los ojitos de Taehyung estaban brillando más que de costumbre, causándole ternura a Jungkook, quien se veía reflejado en ellos.

En el momento en que Jungkook captó la atención del mayor, comenzó a buscar las palabras adecuadas para continuar con aquella confesión atrapada en su pecho. La mirada de Taehyung fue a parar directo a los labios impropios que se veían más tentadores que cuando se encontraba en sus cinco sentidos.

—Yo...

Por un instante los ojos del azabache se perdieron en la pared como si fuera lo más interesante del mundo, sin fijarse en un detalle increíble que solo fue capaz de notar cuando su mirada se posó en Taehyung, el cual no había estado observando su rostro, sino más bien sus labios entreabiertos que querían formular al menos una frase coherente para su declaración.

"Me está viendo los labios, cuando se supone que debería verme a los ojos que están más arriba".

Fue lo que pensó al quedarse en silencio, pero antes de que pudiera decir algo, fue abruptamente interrumpido por Taehyung.

—¿Y-Ya te había dicho que el l-lunar que tienes debajo de tu labio me i-inspira?

—¿Eh? No...

Se sentía alagado, tanto que los colores rojos no tardaron en inundar su rostro, pero a la misma vez lo sintió como una forma para esquivar el tema.

Aunque lo cierto era que Taehyung no lo estaba haciendo a propósito. Quería ser sincero con respecto a una de las cosas que más le gustaba del hombre que le enamoró sin hacer mucho esfuerzo.

—T-Tenlo p-presente, ¿sí?

Antes de que Jungkook pudiera contestarle, Taehyung dirigió una de sus manos a la fina camisa del azabache, con la intención de atraerle hacía sí mismo y besarle como tantas veces quiso desde que fue consciente de las mariposas que producía en su estómago. Cerrando sus ojos para disfrutar de la tierna sensación de sus labios unidos a los de Jungkook.

Jeon abrió los ojos con gran sorpresa al sentir los belfos del peliceleste estampados sobre los suyos, pero en menos de una fracción de segundos ya había cerrado sus parpados, acostumbrándose a la dulce experiencia con el objetivo de gozarlo como era debido.

Era un beso suave que no tardó en corresponder de manera torpe por la sorpresa que le causó, degustando del leve sabor al vino que tomaron minutos atrás, y de paso comprobando que aquellos belfos eran más suaves que los pétalos de una rosa.

Dicho contacto parecía no tener la intención de subir de intensidad, o eso fue lo que el joven de piel nívea creyó al principio, pues lo sentía igual a una dulce e ingenua caricia entre personas poco experimentadas.

Sin embargo, no se hacía una idea de lo que estaba por venir, ya que jamás imaginó que Taehyung podría comportarse tan atrevido.

Kim fue el que con destreza ingresó su lengua en la cavidad contraria, transformando aquel inocente beso en uno más húmedo, pasional y fogoso, capaz de mandar el raciocinio de ambos muy lejos del lugar en el que se encontraban.

Y con eso Jungkook pensó que con cada cosa que sucedía, sus esfuerzos por contenerse seguían yéndose a la mierda con una rapidez impresionante.

Le fue imposible resistirse, o poner distancia, por lo que terminó cediendo al deseo de probar mucho más de Kim Taehyung; aquel peliceleste que llegó a su vida para poner su mundo de cabeza hasta crear en su cabeza y corazón muchas ilusiones de un amor de cuento de hadas, digno de alguien tan fantástico como el mayor.

Jungkook apretó la espalda baja del contario, a lo que el susodicho le empujó hasta el sofá. Sin separarse en ningún instante, pues con destreza se acomodó a horcajadas sobre los gruesos muslos ajenos. Ahora estaban en el amplio sillón, pegaditos el uno al otro como si sus vidas dependieran de ello. 

Tomando aire cada tanto para sus pulmones agonizantes que se los exigían, pero sin dejar de comerse la boca y darse una que otra caricia indecente sobre la ropa. Quizá un tanto superficial pero que demostraba lo anhelantes que se encontraban por haber llevado a cabo uno de sus mayores anhelos.

EL azabache se sentía flotar en las mismas nubes. Lo poco que le quedaba de cordura se estaba esfumando gracias a los movimientos certeros que Kim realizaba sobre su regazo, incitándole a que tuviera una fuerte erección que necesitaría una pronta liberación. 

Prácticamente lo podía comparar a encender un mechero, que hace tanto tiempo había estado en completo desuso, apagado, sin que nadie pudiera ser capaz de prender la llama que rogaba por volver a surgir y quemarlo todo a su alrededor.

Jungkook de verdad quería hacer probar a Taehyung lo que conllevaba el fuego abrasador de su pasión y amor.

No obstante, lo que hizo volver a la realidad al menor fue cuando tomó las riendas del caliente beso, dándose el gusto de mordisquear el labio inferior del peliceleste. Dejándolo más rojito e hinchado, provocando que un dulce gemido se escapara de la boca del joven de piel canela.

Taehyung se encontraba hecho un desastre, sus cabellos se mantenían desordenados sobre su frente, su pecho subía y bajaban por la respiración acelerada. Sin contar que su mirada perdida se lo confirmaba. Su propia consciencia le hizo notar lo mal que esto estaba, a pesar de que sus orbes yacían oscurecidos por la lascivia que le produjeron esos besos, a los que les faltaban muy poco para escalar a un nivel en el que podrían hacer algo de lo que se arrepentirían al día siguiente.

Y eso era lo menos que Jeon deseaba, porque si le pedía una oportunidad a Taehyung, era para que ambos hicieran las cosas bien, y no porque las circunstancias así lo habían decidido.

Así que, con lo último que le queda de fuerza de voluntad, Jeon decidió parar lo que sea que estaban haciendo, porque ni el mismo lo entendía. Su mente yacía embotada por un millón de pensamientos gracias a los últimos hechos acontecidos recientemente.

Hace apenas unos minutos estuvo consiguiendo el valor para declararse, y luego tenía al susodicho sobre sus piernas, besándolo como si no hubiera un mañana.

En definitiva, todas las cosas que le pasaron en el último mes eran de locos.

Y aunque Jungkook lo disfrutó con ganas, hubiera querido que su primer beso con el chico fuera distinto. No solo por la emoción del momento, pues todo indicaba que el peliceleste le correspondió por pura inercia.

Ya que tal como se lo imaginó, Taehyung ni siquiera podía formular palabra, y cuando sus ojos hicieron el mínimo contacto visual con los de Jungkook, el peliceleste terminó cayendo sobre el hombro impropio, siendo vencido por el intenso sueño que lo consumió de a poco.

El azabache suspiró con pesadez, dejando unas caricias en la espalda de su acompañante cuando fue consciente de que se volvió un peso muerto. Con destreza y sin querer moverlo mucho como para asustarle, Jungkook lo acomodó en sus brazos para cargarlo como a una princesa.

A paso lento salió de la sala, dirigiéndose a las escaleras que lo conducían al segundo piso, donde se encontraba la habitación que estuvieron compartiendo por varios días. Con cuidado, el menor abrió la puerta para que esta no hiciera ruido, y con delicadeza dejó al peliceleste sobre la mullida cama, donde lo arropó con las abrigadas cobijas.

Jeon le observó por varios minutos con el alcohol desvaneciéndose de su organismo en el proceso, asegurándose de que no le pasara nada por beber tanto. Pero al notar que el peliceleste descansaba de lo más tranquilo, Jeon terminó retirándose de la habitación, dejando entreabierta la puerta como para escucharle por si llegaba a necesitar algo.

Bajó nuevamente al primer paso, donde en silencio y en modo automático apagó la televisión, las luces, y la chimenea que la mayoría de veces pasaba encendida para calentar su hogar provisional. Fue hasta el fregadero de la cocina para lavar las copas que ocuparon para después dejar en el bote de la basura la botella del vino consumido.

Cuando estuvo listo, sintiéndose mucho más calmado respecto a la calentura que el peliceleste avivó en su ser. Porque para su buena suerte aquello no llegó a más que unos simples roces. El menor se dirigió hasta el cuarto que se suponía Taehyung ocuparía en primera instancia, recostándose boca arriba en la cama mientras su mirada se perdía en el techo color blanco.

Muchas emociones le invadían, pero lo cierto era que por el momento lo único que quería era entregarse a los brazos de Morfeo, y no pensar en nada más. Apreciando lo que había vivido de manera efímera, pero que a la misma vez era inolvidable para su corazón enamorado.

Mañana sería un nuevo día, y esperaba que, para ese entonces, lo que sentían pudiera ser aclarado por las dos partes. Ya que, a fin de cuentas, una acción generaba una reacción. 

Y eso beso lo significó todo para el menor.

Por lo que el joven de piel nívea se permitió soñar con el momento en que Taehyung le decía que lo suyo era recíproco y que podían comenzar a crear un futuro juntos luego de que la maldición desapareciera. Una sonrisa formándose en su apacible rostro, mientras se entregaba a un descanso de varias horas en las que se permitiría fantasear con su romance de ensueño.

Porque tendrían su final feliz, ¿no es así?

Eso era lo único que quería Jungkook, no pedía nada más.

Continuará...

El gayageum es un cordófono de cítara de caja de cuerda pulsada tradicional de que se utiliza en una variedad de géneros cortesanos y folclóricos como conjunto, acompañamiento vocal e instrumento solista. Es este de aquí:

Espero el capitulo haya superado sus expectativas, era algo que ya se veía venir, pero... ¿será para bien o para mal? Jajaj, sin más me retiro, gracias por sus comentarios, votos, y por recomendar la historia, los adoro.

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