*ૢ Capítulo 19*ૢ
—¿Ya lo estás llamando?
La voz de su pareja captó la atención del más pálido, quien se encontraba sentado en el escritorio del estudio que ambos compartían. Yoongi dirigió su mirada hacia el bonito chico que apenas estaba levantado. Justo ahora yacía en el marco de la puerta con una de sus manitas hecha puño, tratando de quitar los rastros del sueño en el que había estado hace unos minutos atrás.
—Justo eso iba a hacer, Mimi—Yoongi extendió su mano, invitando al menor a que se acercara lo suficiente para tenerlo a su lado. Jimin no tardó en comprender lo que su gatito quería, por lo que acató aquel pedido silencioso sin rechistar—. Pero antes de eso dime, ¿Cómo estás tú? ¿La siesta que tomaste te ayudó?
—Un poquito sí. Todavía no entiendo qué es lo que me pasó...
El rubio poseía una mueca de confusión en el rostro, mientras Yoongi estaba preocupado por su bienestar. Jimin desde siempre se había caracterizado por tener un estómago muy fuerte. Rara vez algo le hacía daño.
Por lo que ninguno de los dos se explicaba la razón por la que después del almuerzo que ambos prepararon en la comodidad de su hogar, el menor tuviera tantas náuseas que terminaron en intensos vómitos. Jimin quedó agotado después de esa tortuosa experiencia a la que nunca estuvo (ni estaría) acostumbrado, motivo por el que Yoongi le sugirió que durmiera un rato para que se le pasara.
—Ni yo pollito, fue muy raro—Yoongi ubicó a Jimin en su regazo, dejando suaves caricias en su cabello dorado, conforme el menor descansaba su cabeza en el hombro del contrario—. ¿Comiste algo más? Tal vez eso te hizo daño.
—No gatito, no hemos comido nada afuera, solo nuestra comida casera.
—Entonces si no se te pasa hasta mañana, te llevaré al doctor así no quieras Mimi—le advirtió con seriedad, porque conocía de más el recelo que el rubio les tenía a los hospitales. Nunca le gustaron, pero cada cierto tiempo era necesario hacerse un chequeo general—. No me arriesgaré a que sea lo que tengas, se complique. Mil veces prevenir que lamentar.
—No me gustan los doctores, Yoon—el joven de mirada felina observó como el rubio, inflaba sus mejillas en un tierno puchero que demostraba su descontento—. Solo es la fatiga por el exceso de trabajo que hemos estado experimentando, luego de que Kook se fuera a sus vacaciones. Mejor compremos algo en la farmacia, y ya verás que se me pasará. Estaré como nuevo en un abrir y cerrar de ojos.
El de labios regordetes trató de convencer al mayor con su discurso, pero fue en vano, porque cuando Yoongi tomaba una decisión, muy difícilmente podías hacerle cambiar de opinión.
—Claro que no. No dejaré que tomes medicina sin que antes un experto te la recete—Yoongi aseguró con determinación, dejando por un segundo de mimar a su chico. Ganándose que este levantara su cabeza del lugar donde se encontraba, solo para dedicarle un resoplido—. Es mi última palabra, Jiminnie.
—Ay, está bien, tú ganas gatito.
Su respuesta era afirmativa, pero su rostro no expresaba lo mismo.
Su Jimin también podía comportarse como todo un mocoso malcriado. Tan necio, como un niño cuando quiere ganar una discusión con alguno de sus padres. Dejando de lado su personalidad tranquila que era su pan de cada día para con Yoongi, y por supuesto estaba esa otra faceta que poseía que vale recalcar volvía loco al mayor. Esa que demostraba lo dominante que podía ser y que ocupaba cuando atendía su trabajo de CEO, en una de las empresas más grandes de Corea del Sur.
No obstante, al pelinegro no le importaba como Jimin se mostrará ante él. Porque el conjunto de todas esas actitudes conformaba su precioso ser, su admirable persona, dejando a la vista sus defectos y virtudes. Siendo tan humano, sin intentos de lograr una falsa perfección.
Y eso jamás dejaría de ser su adoración.
Porque en ese mundo donde mucha gente fingía ser lo que no era, Jimin era de las personas más transparentes que tuvo el gusto de conocer. Porque él no tenía miedo de ser juzgado por esa sociedad que se creía con derechos de opinar en la vida ajena, y gracias a eso llegó tan lejos.
Cerrando unas cuantas bocas en el trayecto. Siendo prudente y constante, firme en cada una de sus convicciones.
El joven de mirada felina se sentía muy orgulloso de él.
Desde que Yoongi conoció al rubio, tuvo ese presentimiento de que aquel bonito chico de mejillas regordetas sería su otra mitad. Porque él era una persona que muy directa, frontal y sincero, por lo que alguien como Jimin era su complemento perfecto, quien también podía evitar que gracias a su honestidad se metiera en problemas.
Park era su refugio y contención.
—No te enojes conmigo. Mejor dame un beso, ¿sí? —pidió con cariño—. Eres muy bonito como para andar con el ceño fruncido.
—No estoy enojado.
Sí lo estaba, claro que lo estaba. Pero muy dentro suyo sentía que era una sensación que se le escapaba de las manos. Era cierto que podía ser alguien muy volátil, no obstante, rara vez se comportaba de esa forma con el pelinegro. Porque cuando se trataba de él, su carácter era tan suave como el algodón, pues Yoongi era un amor.
Tan dulce como la miel.
—Minnie...
Yoongi suavizó su mirada, ahora sí que parecía un gatito que acababa de ser regañado por su dueño. Jimin rodó los ojos, suspirando.
—No puedo ni intentar enojarme contigo Yoongi, deja de usar tus encantos conmigo. Me lo pones difícil y eso es trampa.
—Lo siento precioso, pero entiende que es por tu bien, ¿bien? Jamás te pediría hacer algo que pudiera afectarte.
—Lo sé...
—¿Entonces?
—No sé—Jimin se quejó y el pelinegro negó con la cabeza, acomodando un mechón dorado detrás de su oreja—. Lamento ser tan cambiante, ni yo mismo me entiendo en estos momentos.
—No me pidas perdón, pollito. De seguro es porque acabas de despertar.
—Posiblemente—Jimin dejó un suave y casto beso en los finos labios de Yoongi, tomándolo de improviso—. Ahí está el beso que querías gatito, tómalo como una recompensa por darme apoyo moral mientras toda la comida se iba por el inodoro.
—Para eso estamos—imitó el acto de Jimin, dejando un rápido piquito en sus abultados y apetitosos belfos—. Siempre que quieras, es un honor para mí ayudarte—Yoongi aseguró con un tono divertido que contagió a Jimin.
—Eso sí que es verdadero amor, mucha confianza ¿no?
El ceño fruncido despareció para dar paso a la bonita sonrisa del rubio.
—Así es, por eso no debes ni ponerlo en tela de duda, y sí, pero la confianza entre nosotros es algo que nos sobra.
—Tienes razón, Yoongie, pero eso me encanta.
—A mí también, tanto como tú.
—Dios... Si todavía no me sintiera así, te pediría que hiciéramos algunas cositas—el rubio insinuó coqueto, con esa picardía que le caracterizaba y que Yoongi amaba.
—Opino lo mismo, pero no me tientes Jiminnie, justo ahora estaba en el algo importante—le recordó, señalando con un movimiento de mentón el móvil que reposaba en el escritorio.
Jimin soltó una risita por eso. Era cierto. Y por estar conversando, ya le había quitado tiempo a Yoongi, quien por poco no pudo dormir esperando que llegara el día siguiente para llamar a Jungkook.
—Oh sí, llama a Jungkook antes de que te olvides.
—Creo que eso sería imposible—Yoongi musitó, tomando su móvil con una mano, mientras la otra seguía afianzada en la cintura del menor.
Con destreza, buscó el contacto de Jungkook, bajo la inquisitiva mirada del rubio, y cuando esto a punto de realizar su cometido, la mano de Jimin lo detuvo.
—¿Qué sucede, pollito?
—Espera, ¿por qué no aprovechas a hacer una videollamada? De esa forma podrás comprobar con tus bonitos ojitos que Jungkook-ah está bien, ¿no crees? Eso es mejor que disponer solo del audio.
—Que buena idea mi amor—besó su frente, y Jimin cerró sus ojitos por el dulce gesto—. Eres tan inteligente.
—No te lo voy a negar.
Yoongi sonrió y de forma inmediata le dio a marcar.
Ahora solo debía mantener la fe para que el azabache le respondiera.
💙
La pantalla del móvil de Jungkook en seguida mostró la imagen de uno de sus hyungs más queridos, no obstante, se topó con la sorpresa de que no estaba solo.
¿Eventualmente esto podía volverse peor?
Una persona más tendría que ser testigo de sus mentiras piadosas.
Quien estaba acompañando al joven de mirada felina era su pareja, y jefe de la gran empresa en la que trabajaba.
Park Jimin, un rubio de labios rellenitos, amigable, trabajador, honesto, responsable, y con una de las personalidades más cambiantes que pudo conocer a lo largo de su vida. El susodicho era de esas personas que nunca podían mantenerse quietas, y siempre buscaban alternativas para conseguir los mejores resultados. Algo que vale señalar admiraba mucho del mayor. Pero eso era lo de menos justo ahora.
Si bien su mente se quedó nuevamente en blanco por esa razón, una parte dentro suyo creyó que Jimin podría llevarse de maravilla con Taehyung como si de almas gemelas se tratara. Por lo que, gracias a ese pensamiento se obligó a retomar consciencia de lo que estaba pasando.
El azabache cambió su semblante sorprendido, pero antes de que cualquiera de sus hyungs pudiera intervenir, aclaró su voz. Ya que ellos también se mantuvieron en silencio al notar a un llamativo peliceleste detrás de su dongsaeng.
—Hola hyungs...
—Jungkook, hola—el pelinegro saludó un poco receloso por ese joven espesas pestañas que le observaba con timidez. Jimin notó la actitud de su pareja, la cual en la mayoría de veces lo metía en problemas, porque cualquiera podría pensar que era una persona difícil. Por ese motivo, el rubio no se lo pensó dos veces antes de tomar la palabra para que el ambiente no se pusiera raro.
Sí, a los dos les impactó ver a una persona acompañando a Jungkook en las que se suponían eran sus vacaciones para desconectarse del mundo cotidiano y del resto de personas. Sin embargo, no podían hacer nada en contra de eso. El menor tendría sus razones y lo más seguro es que se las explicaría más adelante.
—Hola, Kook-ah. ¿Cómo estás? No sabíamos que tenías visitas.
Jungkook sintió por una milésima de segundo que el brazo le tembló y que su móvil se movió un poco. Ojalá creyeran todo lo que Taehyung les diría. Así como el peliceleste vio que aquella era su oportunidad para presentarse, por lo que no la desaprovecharía por nada del mundo. Sería capaz de disimular a la perfección.
—Mucho gusto, soy Kim Taehyung—el joven hizo una pequeña reverencia que apenas y pudo ser captada por la cámara frontal—. Pueden llamarme por mi nombre con total confianza, ¿sí? Soy un amigo que Jungkookie hizo durante su estadía en este lugar.
—Oh sí, él es un buen a-amigo que me visita muy seguido estos últimos días.
—Se nota, por algo ni siquiera contestas las llamadas—soltó Yoongi con su sinceridad característica, capaz de traspasar cualquier pantalla. No tardó en recibir un codazo por parte de Jimin.
—¿E-En serio? Es por la mala señal, no por otra cosa. Te lo juro, no es como que estuviera evitando tus llamadas o algo así...
Taehyung se contuvo de hacer un facepalm, gracias a la exasperación que le produjo esa respuesta.
—Lo que Jungkookie quiere decir Yoongi-ssi, Jimin-ssi, es que en este lugar es muy difícil poder contar con señal, ya que estamos rodeados por la naturaleza en todo su esplendor. Por eso es un milagro que hasta ahora no se haya cortado la videollamada.
El tema pasó a segundo plano después de que aquel peliceleste los llamara por sus nombres. Aparentemente sabía quiénes eran, y al menos el más pálido se lo haría notar.
—Taehyung-ssi parece que no fue necesaria nuestra presentación ya que conoces nuestros nombres.
—Oh, sí, Jungkookie me ha hablado mucho de ustedes—expresó con total confianza, como si aquello fuera de lo más normal. Cuando la realidad era completamente distinta.
Yoongi y Jimin se observaron de reojo, comprendiendo lo que el otro pensaba como si se leyeran las mentes. Jungkook jamás contaba nada de sí mismo a otras personas de no ser porque realmente fuera importantes para él, como había sido el caso de sus exparejas.
Interesante, ese chico era muy interesante para ambos.
¿De qué se habían estado perdiendo por tantos días?
Mientras que a Jungkook le iba a dar un colapso mental en cualquier momento.
Había estado de acuerdo con Taehyung cuando este le dijo que no se preocupara, que manejaría bien la situación, que no sería como con la señora Choi. Pero él cometió el terrible error de no decirle que debía actuar como si apenas los estuviera conociendo. Muy contrario de lo que el peliceleste hizo segundos atrás.
Porque el azabache intuía muy bien lo que sus mayores suponían, luego de ver el semblante lleno de asombro en sus rostros.
Ellos tampoco eran buenos disimulando.
—¿En serio? Me parece genial eso... Y si gustas puedes hablarnos con total confianza. Los amigos de Jungkook-ah también son nuestros amigos.
El susodicho juró creer ver una sonrisa cínica colarse en los labios finos del pelinegro. En definitiva, estaba haciéndose otras ideas, y ya sentía un monólogo donde le repitiera "Te lo dije, nadie puede ser capaz de evitar el amor. Porque no es algo que tú escojas, pues aparece de forma espontánea. Y no pudiste resistirte por más que quisiste".
Demonios, el dicho de que la boca paga era tan verdad.
Porque sí, Jungkook volvió a enamorarse, y aquello era una vuelta sin retorno.
—¡Entendido! Será un honor—Taehyung le regaló a la pareja una de sus bonitas sonrisas cuadradas. Esas que eran tan únicas, llenas de una calidez indescriptible, y sobre todo tan reluciente, como si de perlas se tratara.
—Bueno, me parece genial que se hayan conocido, pero... ¿a qué se debe la llamada?
—Mocoso maleducado, obviamente es porque estábamos preocupados por ti—puntualizó Yoongi y el rubio rodó los ojos sin que nadie se diera cuenta.
"Solo tú, porque a veces actúas como el padre de Jungkook en lugar de su hyung".
Eso fue lo que Jimin pensó con total sinceridad. No obstante, si le apoyó con la idea era para que su pareja pudiera estar tranquila, ya que, si por él fuera, tendría un motivo muy de peso para dejar descansar a Jungkook todo lo que quisiera hasta el final. Porque cuando retornara a la empresa, le esperaría mucho trabajo pendiente del que solo él podía encargarse.
—Lo siento, hyung, no lo quise decir con esa intención—el azabache se disculpó—. Pensé que había pasado algo más...
—Bueno, Kook, ya sabes como es este hyung—comentó Jimin abrazando a su pareja, la cual estaba a su costado—. Puede ser muy intenso cuando se lo propone, entonces lo conversamos la noche anterior y acordamos que lo mejor sería que te llamara lo más pronto posible. Para que comprobara con sus propios ojos que estás vivito y coleando.
—Ya veo. Gracias por preocuparte tanto, hyung.
—No hay de qué, Kook—respondió ya más calmado, gracias a la calidez de su pareja con esa simple acción—. Como dice Mimi, puedo ser intenso, cabeza dura y muchos más adjetivos parecidos, pero solo quería asegurarme de que estuvieras bien. Ha sido raro no tenerte por aquí.
"Mi gatito puede ser tan tierno cuando expresa lo que siente sin tapujos".
Jimin descansó su cabeza en el hombro del contrario y sintió una mano rodear su cintura. Era la mano libre de Yoongi, pues con la otra estaba sosteniendo su móvil.
- ¿Hyung me extraño?
Jungkook interrogó feliz por las palabras tan conmovedoras que el mayor expresó en voz alta. El susodicho no tardó en sonrojarse un poquito, siendo demasiado consciente de que no podría disimularlo porque su piel era tan blanca como la nieve. Así que no le quedó de otra que asentir. Eso sí, como un extra se permitiría soltar uno de sus comentarios llenos de franqueza.
—Te extrañé, lo acepto. ¿Contento? Solo no tientes mucho tu suerte, mocoso.
—Está bien, hyung, no te enojes. Me alegra saber eso.
Taehyung no pudo contenerse de volver a sonreír. Le gustaba mucho esa expresión en el rostro del menor. Esa que mostraba lo feliz que se sentía, tan sincera, tan pura, tan real. Podría observarlo toda una eternidad, y seguiría causando la misma reacción en él.
—Ya, lo bueno es que falta poco para que puedas regresar.
—Ni lo menciones, este lugar me gusta mucho. Es mágico.
—Pues nos hace feliz de que lo estés disfrutando—Jimin intervino y Jungkook rápidamente le respondió con total seguridad—. Lo hago, y mucho.
El azabache le dedicó una mirada suave a Taehyung, quien había estado observándole fijamente sin decir nada. Sin embargo, Kim ahora contaba con un semblante un tanto conmovido por la afirmación que había dado frente a los mayores.
Porque sin querer, Jungkook también se la pasaba admirando al mayor cada que podía.
Y obvio notó como su expresión cambió luego de las palabras de Yoongi. Haciendo desaparecer esa sonrisa que una vez más adornó su rostro, gracias a esa charla que estableció con sus hyungs.
El azabache sabía de sobra a qué se debía, porque jamás sería capaz de olvidar ese detalle en particular. Por eso quiso fingir que no le importaba y le pareció una mejor idea, optar por darle confianza con sus palabras al peliceleste. Porque ni el mismo sabía lo que iba pasar cuando sus vacaciones terminaran. Su última esperanza dependía de una respuesta positiva al mensaje que envió aquella mañana a cierta persona.
Se jugaría todo o nada. Y deseaba que, a partir de ese momento las cosas fueran para bien para ambos.
Ojalá el destino también pensara lo mismo, y fuera benevolente. Porque era lo único que el corazón de Jeon anhelaba con fuerza después de tanto tiempo.
Continuará...
Dios mío, perdonen la tardanza, este capitulo estaba a la mitad desde hace tanto, pero no tenía tiempo de completarlo por una o otra razón, pero aquí lo tienen, y un poquito más largo de lo normal. Viva el yoonmin, si no te cuidan cuando estás enfermo, ahí no es. Trataré de volver actualizar pronto, no me gusta dejarles esperando.
Gracias por seguir aquí, valdrá la pena, al fin y al cabo, ya que después del capitulo 20 las cosas se pondrán intensas, con el único objetivo de ir directo al punto culminante de esta historia, así que lamento si esta historia les pareció lenta o algo parecido, pero desde un siempre esa fue mi intención y lo puse en la aclaración, hasta les di el ejemplo de que lo sintieran como un dorama. Háganme saber si les gusta con una estrellita o un comentario.
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