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GOODBYE.

Tipo de narrador: Omnisciente.

La brisa helada se estaba tomando Londres con la llegada del último mes del año el cual alberga los aires de paz antes de la guerra.

Hay cosas que por mucho que quieran evitarse, van a pasar y así el mundo esté en contra se llevan a cabo llueva, truene o relampaguee. Así arda, duela o lastime se hacen y punto. 

Muchos estaban molestos por ser fichas de juego siendo reyes, otros por la falta de compromiso en una promesa dada en medio del desespero, pero lo que más les frustraba era que no podían detener lo inevitable. 

Por su parte, Alex también estaba furioso tanto con su hijo como con su nuera. El primero había matado en la casa de su amigo con la ayuda de una banda criminal que le asqueaba. No habían nacido los mellizos y ya el coronel los había condenado al lado siniestro de los Morgan.

Rachel por su lado había jugado con el Boss de la mafia rusa con el fin de cumplir sus caprichos, algo que nunca esperó de una persona tan ejemplar como ella, una mujer criada con valores en una familia digna de admirar.

—¿Ya hiciste los votos? ¿Tienen claras las promesas de pareja? —le pregunta Alex a su hijo mientras revisan el holograma del comando— ¿O es más importante estar matando gente a diestra y siniestra?

—Si.

Christopher no se preocupa por ponerle atención, ni en dar una explicación coherente ya que lo único que quiere es volver a Londres. 

—Si, ¿Qué?

Se queda callado como si le hablara a un cualquiera logrando que el ministro se mueva a encararlo.

—Andamos aplicando la lógica de que una manzana descompuesta pudre a las otras —habla Alex—¿La Rachel de hace tres años hubiese mandado a matar a una persona solo porque le estorbaba?

—No, por eso me voy a quedar con esta y no con la de hace tres años —confiesa el coronel.

O son un dúo de malos o un dúo de buenos, pero malo y bueno no. Como tampoco el coronel será lo segundo.

—Estás mal —Alex sujeta el brazo de su hijo cuando se dirige hacia la puerta.

—Estoy perfectamente, gracias por preocuparte —se zafa de su agarre.

— ¿Qué le pasó a Rachel en la espalda? —pregunta el ministro— ¡¿Por qué te encierras tanto en esas malditas jaulas?! ¡¿ Qué es lo que tanto quieres aislar?!

—¡Eso a ti no te importa!

Vuelve a tomarlo furioso.

—¿Que le pasó? —insiste el ministro. 

—Ya dije que no es tu asunto.

Los ojos de padre e hijo se encuentran, un tono idéntico en dos Morgan que nunca han estado de acuerdo en nada.

—Le llego a ver un moretón, un rasguño o si me llego a enterar de que pones en riesgo la vida de mis nietos, te juro que te mato Christopher —el ministro lo amenaza seguro— De ponerme a elegir entre tú y ellos, los elijo a ellos.

Suelta a su hijo señalándole la puerta para que se largue. Christopher es una amenaza latente, imparable y peligrosa.

El coronel no se molesta en mirar la cena que le sirvieron y dejaron en su alcoba, solo se cambia y ejercita durante tres horas en el saco de boxeo antes de ducharse y acostarse solamente en boxer. En la madrugada había peleado recibiendo un mal golpe en las costillas que todavía lo tenía adolorido.

Eso mezclado con el vómito constante y la mala alimentación lo tienen vuelto mierda. Encima el glande empapado le toca el borde de la cintura con la tortura constante que denota la falta de sexo con Rachel.

Le tiene tantas ganas, tantas ansias que hasta él reconoce el riesgo de penetrarla en este estado. El hambre le quita el control, lo apaga por completo y lo único que quiere es embestir, saciarse, derramarse en el canal de la madre de sus hijos sin importarle si es violento, brusco o perjudicial.

Mete el brazo bajo su nuca. «Es solo una mujer» se convence apretando la mandíbula con la electrizante sensación que lo recorre, es que Rachel le gusta más ahora que antes. Haces tres años tuvo sentimientos, pero su nobleza mermaba el impacto, pero ahora...

La punzada en el miembro lo hace tocarse con el dolor que causa, de la nada quiere largarse, ir por ella y romperle la ropa. Le gusta que haya matado a Liz, que sienta celos de otra. Le prende que no quiera compartirlo con nadie, que le pida dinero dándose los lujos que le apetezcan con su dinero.

Le gusta ser la envidia de todos teniendo la mujer que anhela la mayoría, pero que solo lo ama a él y da todo por él. Los masajes sobre su polla lo van poniendo mal trayendo las fantasías que le agitan el tórax volviéndolo más animal de lo que ya es.

En Londres, Rachel tenía meses sin pararse de la cama con una sonrisa en el rostro. Se sentía feliz en medio de una bomba de toxicidad extrema que le valía un reverendo pepino, solo estaba pensando en los mellizos, en lo mucho que le seguía alegrando la muerte de Liz, en la boda de sus sueños y en su deseado prometido.

Sus pies tocan el suelo, se suelta la coleta que le ata el cabello, se quita las bragas antes de sacarse la bata plantándose frente al tocador totalmente desnuda y con el teléfono en la mano.

Acaricia su cuello tomando la foto que le envía al coronel con un "Mi amor, buenos días". La toma perfecta la cual le demuestra a su futuro marido lo mucho que lo desea y la herramienta que lo mantendrá pensando en ella todo el día. 

Sin saber el daño que le causa al coronel quien ve la foto en medio de la junta que mantiene con el equipo de cada candidato. Es como mostrarle un filete a un lobo hambriento que cuando la vea se le lanzará encima sin medirse.

El aire le asfixia, la ropa le pica y termina saliendo quitándose la chaqueta acalorado. Se toma un tiempo afuera respirando múltiples veces.

Medio se recompone y vuelve a la sala rogando que la reunión acabe pronto. Gema llegó anoche para estar presente en dicho evento, pese a estar dolida y haber perdido a su mejor amiga, la teniente Lancaster sigue siendo la fórmula electoral del coronel que ama y que mañana se casará con otra. Boda a la cual piensa asistir solo para ver como Christopher es obligado a ir al altar gracias a la vieja técnica de "Estoy embarazada".

Merece ser infeliz después de todo el daño que ha causado y ella irá a ver eso; la cara de Rachel, que por muy pomposa que sea la boda, no va a evitar obviar un matrimonio obligado ni que Christopher la vea como una simple yegua la cual le va a parir la descendencia.

Irá con la cabeza en alto demostrando que es mil veces mejor mujer que la teniente James. Quiere que el coronel la vea en primera fila y le pese el haberla perdido como pareja, ya que una mujer como Gema no se consigue en cualquier lado.

—He de ponerme mi mejor gala mañana —comenta Leonel— Nuestro colega se casa.

—En buena hora —secunda Kazuki. 

Christopher y Leonel han empatado en las últimas encuestas, la diferencia con Kazuki es de un 2%, la reunión continúa y en este punto cualquiera de los tres puede ganar.

—Seguimos lamentando lo de tu colega Liz Molina—comenta Leonel mirando a Christopher— La mafia sigue demostrando que lo detesta, coronel.

El ambiente se tensa y Cristal anuncia los días de ausencia del coronel, ya que al contraer nupcias tanto él como Rachel tienen una licencia matrimonial.

Esos días deben ser en High Garden, Rachel ha estado expuesta a distintos episodios de estrés y Cho ya advirtió que de no cuidarse puede sufrir una amenaza de aborto. Si Rachel es consciente se los tomará en la mansión, ya que viajar con Christopher en su estado es perjudicial.

La paciencia del ministro no está para entrar en debate con nadie, su hijo puede ser lo que sea, pero las órdenes las sigue dando él y por ello lo mantendrá ocupado hasta el día de la ceremonia que es mañana por la tarde.

◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆

Dalton e Iván tenían una muy buena carrera militar en la alta guardia, Cuando conocieron a Rachel, Dalton prefirió no meterse en la trifulca que le faltaba el respeto, por su parte Iván se fue contra el piso cuando lo humilló en público.

El segundo soldado contó con suerte porque de querer Rachel hubiese podido sacarlo de la guardia con un simple chasquido de dedos. Iván la había ofendido siendo la nuera del ministro, pero ella no le dijo nada ni a él ni a su novio. 

Sin embargo, el ministro estaba furioso con ellos y los tenía en periodo de prueba debido a los últimos acontecimientos.

Fue claro y directo: "Una falla más y no vuelven a ejercer en la milicia".

Alex los tiene caminando en línea, a cada nada llama, acosa y pide informes de lo que hace su nuera. No quiere errores, fallas, ni complicaciones en el embarazo.

Ambos escoltas siguen a la teniente que se pasea por la tienda de novias, Iván le sujeta el bolso mientras ella mordisquea una de las asquerosas barras nutritivas que le enviaron desde Hong Kong. Ya se midió el vestido de novia que desató una tanda de gritos e hizo llorar a ella y a sus amigas estresadas que tratan de darle el mejor día de su vida.

Ahora estaba eligiendo el vestido de la recepción, pero Rachel sentía que nada le bastaba, iba a tener una de las bodas más espectaculares y ninguno de los vestidos exhibidos le parecían acorde a lo que ella deseaba.

—Tiene una llamada, mi teniente —le avisa Iván.

El soldado le pasa su teléfono personal el cual anuncia una videollamada de su hermana menor, desliza el dedo en la pantalla y el fondo la hace deducir que están en la avioneta familiar.

—¡Holiiiiiii! —saluda Emma al otro lado— ¡¿Cómo está la novia más sexy del planeta tierra?!

—¿Ya vienen? —pregunta Rachel emocionada.

—Obvio y nos estamos puliendo en el proceso —Emma muestra a su papá acostado en el sofá dejando que Sam le masajee las sienes mientras cuida que no se le caiga el pepino de los ojos — No queremos que Alex lo opaque y por eso lo estamos poniendo hermoso.

—Siempre me he visto mejor que Alex —se queja Rick desde el asiento— Y estoy haciendo esto porque me están obligando.

—Lo que tu digas —Emma le guiña un ojo a su hermana— Miss Arizona también se está poniendo bella, aunque no le parezca moralmente correcto —murmura entre dientes— Es team Luciana.

Sam le tira uno de los cojines mientras Emma muestra al sacerdote que aguarda paciente en una de las sillas.

—¿Y mamá? —pregunta Rachel cuando no la ve.

Se hace silencio, a Emma se le olvida que está grabando y termina haciéndole muecas a su padre.

—No lo vas a creer, pero estuvimos en un restaurante indio y comió un plato que le provocó una infección intestinal —miente Sam en la cámara— Es contagioso y por eso...

—Cree que venir enferma es dañarte el momento —concluye Emma con una sonrisa mal fingida.

—Ok. Las veo aquí, ¿Vale? —se despide la teniente.

Los James no aceptan a Christopher. Rick aprecia a Alex, pero no al hijo de éste y si viaja es por su hija ya que está en la obligación de apoyarla. Sam tampoco está de acuerdo, debido a que aún le resulta extraño que Rachel se case con un asesino.

Emma solo quiere que su hermana sea feliz, cómo o con quién no le interesa.

Sin embargo a Luciana sí le pesa, porque Alex nunca ha sido de su agrado y Christopher es una versión desmejorada de este. Por eso prefiere quedarse sin importarle qué tanto daño le hace a su hija mayor quien siente que las cosas no son lo mismo sin su madre.

La teniente James lo único que heredó de Luciana fue la belleza, de ahí para allá son demasiado distintas. Aún así Rachel anhelaba tenerla ese día ya que, con discordias y todo, la adora y quería que por primera vez Luciana hiciera un sacrificio por ella.

Respira hondo abanicándose la cara e inmediatamente sus damas la rodean animándola a que mire todos los vestidos que escogieron. Sara aparece saludando desde lejos para no verse como metida en el grupo de extrañas, pero Rachel va donde ella saludándola con un beso en la mejilla.

—Disculpa ser tan inoportuna —dice Sara— Pero hay que ir a ver la recepción, del decorado de la iglesia ya me encargué. 

  —Oh, claro —responde la teniente.

—Te daré la dirección —rebusca en su bolso...

—¿No vas a venir conmigo?

Rachel entiende que Sara no sea del agrado de Laila, pero a ella le cae bien su suegra, se ha portado bien siendo o no su nuera.

—¿Es algo que quieres?

—¡Por supuesto! —la toma del brazo para que la acompañe.

Siguen con la búsqueda. Sara no tiene mucha confianza con Rachel, sin embargo, la teniente le habla con soltura contándole sobre la última ecografía mientras la chef nota como le brillan los ojos llenos de ilusión.

Ha pasado por tantas cosas que la chef siente que la madre de sus nietos se merece todo lo bueno. Por eso contrató a Mariano, quiere compensarla desde ya dándole algo bonito ya que con Christopher nunca se sabe. Es sincera consigo misma y el coronel no se merece a la teniente James. 

—Ya quiero verlo —concluye Rachel apoyando los labios en la pantalla del teléfono que muestra la foto de su prometido. 

—De eso quería hablarte —comenta Sara — Con Alex estamos de acuerdo en una cena entre él, Luciana y Rick para limar asperezas y tener un día pacifico mañana.

La cara de Rachel le da a entender a Sara que algo no va bien.

—Mamá no va a venir y no creo que a papá...

—A mí me parece buena idea —se acerca Luisa— No te queremos con Christopher hoy, que él y Rick arreglen sus líos.

—¡Joder, si! —secunda Laila — El que dañe el evento de mañana le pego un tiro.

—¡Apoyamos la moción! —aseguran Brenda y Alexa.

Iván arruga las cejas entendiendo porque  la teniente hace tantas pendejadas, la gente que la rodea no parece normal, su padre, su prometido, su hermana menor no se queda atrás y la única que parece normal es Sam James. Iván la atrae a su cabeza recordando las bonitas piernas que vio en el sofá mientras leía.

—Ten —Rachel le entrega el teléfono rompiendo el recuerdo.

Siguen con el asunto de los vestidos y Mariano elige uno que a Rachel le parece bonito, pero no la convence, es de color marfil, entallado en los senos y suelto de ahí para allá.

—¿Empacamos este?

La teniente sacude la cabeza fijándose en el que las asistentes cuelgan en un maniquí, se apresura a verlo cuidando de no arrastrar el vestido que tiene puesto.

—Quiero probarme ese.

—El protocolo... — Mariano sacude la cabeza.

—No me interesa el protocolo...

—¡Pero esa no es la tradición! —parece que Alexa va a entrar en colapso.

—Repite conmigo —le pide Rachel— La madrina siempre...

—Apoya a la novia —mira el vestido con tristeza—... ¿Si conoces el agüero?

Las chicas contienen el grito de frustración, ese vestido es todo lo que no se puede usar en una boda, pero Rachel se lo prueba y al ver como se le ciñe, como la resalta y como denota sensualidad, es orden suficiente para decir:

—Me lo llevo.

Sara se preocupa por la cara que va a poner Alex, ya que hace poco le comentó que le preocupaba el modo de vestir de Rachel debido a que usa ropa demasiado ajustada y tacones altos, cosa que para él es "Perjudicial".

Pide que se lo empaquen y siguen con la lencería la cual se elige con esmero, pasan a los zapatos y a lo que falta, incluyendo los anillos que llevan el grabado que mandaron a hacer por separado y es Alexa la que se encarga de guardarlos.

Terminan y salen de la tienda a almorzar antes de trasladarse a la recepción.

Esto siempre es un dolor de cabeza para los escoltas ya que Rachel se pone terca, nada de lo que tiene permitido le gusta. Dalton le ordena el almuerzo y ella se levanta a cambiar el pedido en la barra.

—¿Por qué te empeñas en amargarme el día? —la teniente regaña a su escolta— Dalton, tengo hambre y quiero algo grasoso.

—Estoy muy enojado con usted, así que no me pida que le tape nada —la devuelve a la mesa— Mi puesto está en riesgo por su culpa.

Los espárragos le dan nauseas al igual que el hígado y lo peor es que no se le permite comer nada dulce ya que, según los nutricionistas, no hay que correr el riesgo de que padezca problemas de azúcar.

Los escoltas reparan cada bocado que se mete a la boca mientras las amigas de Rachel observan el esfuerzo que está haciendo para no vomitar. Ella extiende la mano tratando de robar una patata del plato de Brenda y el manotón de Iván la hace desistir.

—Amigo, relájate un poco —pide Luisa. 

—Teniente, coma y déjese de pretextos —advierte Iván ignorando a Luisa.

—Si dejas que Rachel me robe una patata —habla Brenda — Yo dejaré que le robes un beso a Laila.

—¡¿Y quién dijo que me gustan los besos robados?! —se altera Laila— Se me hacen una falta de respeto, así que ni se te ocurra.

Tira la servilleta en busca del baño, pero se devuelve.

—Además es el día de Rachel, no el día de buscarme pareja.

—Tranquila que mi interés está en otra —se defiende el escolta y Dalton se pellizca el puente de la nariz harto del entorno. 

La teniente Lincorp procura relajarse en el baño ya que se asquea cada que recuerda el beso que le dio Ali, compartir con Sara tampoco es  cómodo. Es la ex esposa del hombre que le gusta y no es el tipo de mujer que dé méritos para que la odien.

Luce mejor que cualquier mujer de treinta, su porte es alto, destaca con ropa a la moda y se esfuerza por complacer los caprichos de su nuera. El almuerzo acaba, Brenda y ella se van a preparar la despedida mientras que Luisa, Alexa y Sara se van a ultimar los detalles de la recepción.

El día tiene dos prioridades:

"Ofrecer la despedida que Rachel se merece"

"Separar a los novios hasta el gran momento"

Es necesario que se extrañen y así evitar contiendas antes de marchar al altar, ya que para que Rachel y Christopher peleen no se necesita mucho y por eso nadie quiere que se vean.

Mientras el séquito de Rachel se esmeraba para todo estuviera perfecto, el capitán Dominick Parker ansiaba que la boda pasara rápido. Ese par de tóxicos jodían hasta indirectamente, Brenda lo puso a caminar por horas en busca de la iglesia, terminaba con sus labores y se ponía a culminar planes como si fuera su matrimonio.

Patrick era otro fastidioso que lo incluía en todo. Se enteró que Rick admiraba a Dominick como soldado y por eso lo hacían partícipe de todo para que el general James esté satisfecho viendo que su yerno también se junta con gente ejemplar como Simón, Patrick y Parker.

Brenda le envía un mensaje a su novio pidiéndole el favor de que recoja a Harry y este rápidamente se dirige al edificio.

No le molesta Harry para nada, pero ahora tendrá que llevarlo al aeropuerto ya que sus abuelos quieren tomar el té con él y él quiere mostrarles una de las pinturas que hizo para la vivienda que tienen en Múnich.

Los niños ya están saliendo y Harry toma su maleta cuando ve a su mentor.       

—Que tenga buena tarde, maestra —se despide el niño tomando la mano del capitán.

Empieza a arrastrarlo con afán.

—¿Cuál es la prisa? — pregunta Parker.

—Debemos inscribirnos al torneo de fútbol — dice el pequeño — Si no nos apuramos, no vamos a quedar en un buen equipo.

Lo lleva a una pequeña fila sin soltarle la mano, Parker saca su placa para el registro y Harry tira de su playera acercándolo a la mesa.

— Mi papá y yo queremos inscribirnos —dice dejándolo fuera de foco.

El de las inscripciones no oculta el gesto de pesar, el comando sabe que el papá de Harry murió y que le diga papá Dominick afirma que el niño no está viviendo la realidad como se debe.

El capitán firma lo que se requiere sin saber qué decir. Ha sido el mentor del niño desde que entró a la academia, ha estado pendiente de todos sus procesos y, aunque sea pareja de Brenda, su vínculo fue primero con Harry, así que siente que la teniente Franco no tiene nada que ver en su modo de verlo.

Salen de la fila y él se arrodilla frente a Harry que está un poco achantado por la palabra que se le salió.

—Perdón — se disculpa mirándose los zapatos— Mamá dice que papá está en el cielo, pero yo quiero un papá que esté en la tierra como los de Abby y Peyton.

El capitán pasa el ardor que le recorre la garganta.

—Si aprendo alemán ¿Cree que todos me verán como su hijo?

Le saca una sonrisa empañada de lágrimas haciéndolo sentir tan orgulloso que apoya los labios en la frente del niño antes de abrazarlo con fuerza.

—No tienes que aprender alemán, a mí me satisface que mi mejor amigo me quiera como un padre —le dice— Al igual, yo también te quiero como un amigo, hijo o lo que tú quieras que sea. 

Chocan los puños antes de levantarse e irse al aeropuerto. Ya no hay tiempo de llevarlo a casa, así que se lo termina presentando a su abuela que lo llena de besos. Los abuelos están de paso viendo el patrimonio que tienen en Inglaterra, solo tomarán té con su nieto y se irán a su hotel.

—¿A qué me dijiste que se dedicaba tu madre, pequeño Harry? — pregunta la abuela mientras Parker conduce.

—Es teniente y la mejor mamá del mundo —responde el niño.

La anciana mira a Parker por el espejo retrovisor, él le tiene respeto a su abuela quien siempre ha querido una buena mujer para él, le presentó a Angela una vez y no le agradó.

—Ha de ser una mujer ejemplar si crió un niño tan amable y educado como tú —dice la señora — Espero conocerla pronto.

—Después, hoy está ocupada con la boda de mi tía — responde Harry.

Se estacionan frente al edificio y el capitán les abre la puerta a los ancianos ayudándolos a bajar, los guía adentro y a la abuela le cae tan bien Harry que sujeta su mano mientras suben en el ascensor.

Parker abre la puerta encontrándose con un enorme pastel en forma de verga en la mesa principal y alrededor dos bandejas de galletas con la misma figura.

—¡Capitán nalgadas! —empieza a gritar Brenda en la cocina— Tengo cinco llamadas que no contesté, así que quiero mi castigo por ser una zorra desobediente...

La teniente calla de golpe cuando sale y nota a las personas en el vestíbulo, los abuelos de Parker la reparan con rareza mientras Harry corre a darle un beso.

—Mamá, te presento a los abuelos de mi papá —le dice y Brenda no sabe que la deja en shock, el ver a los abuelos o por lo que dijo su hijo— Salúdalos.

— ¿Como están? —Brenda se apresura a darles la mano, pero la atención ahora esta en el pastel que dice: 

"Atragántate perra"

—Mi amiga se va a casar mañana y me pidieron que guardara esto —se disculpa Brenda— Pero ya me lo voy a llevar.

—¿Quieren una galleta? — ofrece Harry y Brenda le quita la bandeja.

—De estas no, cariño —lo reprende su madre— Son más ricas las que estan en la cocina. 

Parker no sabe cómo pararse cuando intenta sacar las cosas al mismo tiempo, a los abuelos se les hace raro que siendo tan serio termine con un mujer la cual carga un pastel en forma de verga y galletas obscenas. 

—Fue un gusto conocerlos —dice Harry — Mamá dile adiós a los abuelos.

—Que tengan buena tarde.

La teniente obedece saliendo con su hijo y con su novio que la ayuda a sacar las cosas, cierran la puerta y los abuelos captan el:

—¡¿Por qué mierda no me llamas?!

—Te llamo y nunca me contestas....

Bajan a la recepción y ella sigue avergonzada por haberlo hecho quedar mal, Parker es tan correcto en todo que no quiere dañar la imagen que todos tienen de él.

—Lamento lo de Harry —le habla despacio — Hablaré con él, te lo prometo.

—No quiero que lo hagas —la besa en el ascensor — A mí no me molesta.

—¡No está bien! — refuta ella saliendo del aparato— Harry, espérame en el sofá.

—Si mami —el niño acata la demanda.

—Dominick, no quiero que te sientas comprometido ni que él se haga ilusiones, porque si lo nuestro se acaba... No estoy diciendo que se vaya a acabar, pero... Definitivamente no quiero que te diga así.

—Brenda, mejor sal de aquí con ese pastel que estás avergonzándome con los residentes —contesta él.

—Se honesto con Harry —pide ella y él la saca dejando que el niño la siga — Te estoy hablando en serio.

Bajan al estacionamiento y la ayuda a acomodar las cosas en el auto. Harry siempre lo mira con tanto amor hablándole de sus cosas y él escucha atento como si todo fuera importante. Lo mete en el auto mientras ella sigue pensando en la palabra papá.

¿Y si Luisa y Rachel piensan que Harry olvidará a su verdadero padre? ¿Si se enojan con ella y el niño por eso?

—Compartiremos en la gran mesa de los novios —Brenda cambia el tema— Ya que le caes bien a Rick...

—Brenda, por favor...

—Es para que hables con él y mermemos la tensión en la fiesta, Patrick también estará con el mismo plan junto a Simón.

Se lo dice con un tono tan preocupado que el capitán evita refutar.

—Discúlpame con tus abuelos —le pide también.

—Lo haré si dejas de decirme capitán nalgadas.

—Entonces no me disculpes —contesta ella.

Él le da un último beso y ella se pone en marcha mientras su hijo practica el idioma secundario que eligió cantando en alemán. Se debe tener la charla de madre e hijo, pero debe ser en el momento adecuado en un sitio donde los dos estén cómodos.

Brenda llega a su edificio y Julio el portero la ayuda con lo que trae, su vecina Felicia los socorre con la puerta vistiendo de negro ya que su esposo murió hace unos meses.

—Gracias —le dice Brenda siguiendo con el niño.

—De nada —la sigue la vecina — Me enteré que Rachelita se va a casar, en buena hora, esa niña es un amor.

—Si —Brenda sube las escaleras.

—Hoy harán una fiesta para ella —se le sale a Harry mientras Brenda aprieta el paso a su piso.

—¡¿Puedo ir?! —le pregunta Felicia dejándola quieta...

—Pues...

—Tú siempre tan linda Brendis, sabiendo que Rachelita es como una hija para mí —se devuelve la anciana— Me cambio y te espero en la recepción.

—Oiga...

—Estaré puntual, no te preocupes.

Felicia sabía que sus vecinas eran zorras que siempre se andaban liando con hombresotes y ella también quería ser una zorra recuperando los años que perdió en la juventud casándose con su difunto esposo.

◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆


Que Luciana no asistiera a la boda de su hija estresaba a Luisa, o sea, hasta los Banner iban a venir y Luciana no, sabiendo lo importante que era para Rachel.

Lou la había llamado durante todo el día y Luciana rechazó todos los intentos hasta que terminó apagando el celular.

Se calma, todo va bien y nada lo va a dañar. El presente es lo que cuenta y todo esta listo para la despedida en el bar que estaba lleno, les unieron dos mesas para la celebración y las hermanas de la teniente hacían parte de la fiesta. Emma se había unido a la elección de hombres mientras que Sam esperaba en el sofá.

La menor de las James había sumado sus ahorros para que le dieran buenos hombres a su hermana. Alexa y Angela eran las únicas que faltaban ya que Brenda acababa de llegar con cara de tragedia.

—Tenemos problemas —dice la morena mientras Luisa elige a los hombres adecuados.

—¡¿Qué?! —se altera Lulú— ¡¿El tinieblo nos vino a cagar la fiesta?! 

—¡Lou, qué radiante estás!

Todos se vuelven hacia la mujer que saluda alegre. Lulú y Luisa miran a Brenda mientras Felicia, la vecina del edificio donde convivieron las tres, entra en confianza repartiendo besos y alagando atuendos.

—Teodoro murió y se la pasa encerrada, me dio pesar cuando quiso que la trajera.

Emma suelta a reír con la señora de edad que descoordina en el ambiente.

—Llévala a su casa —pide Luisa molesta— Si a esa señora le da un infarto, ¿De quién crees que será la culpa?

—¡Déjala disfrutar! —pide Emma— Es más divertida que Sam.

—Te estoy oyendo, Emma —se queja su hermana.

—Parezco un dinosaurio entre ustedes —se acerca Felicia.

—¡Claro que no! —la anima Emma colocándole una balaca fluorescente la cual tiene dos penes en forma de cachos— Nunca se es viejo para divertirse.

Alexa llega supervisando que todo esté bien, es la que más ha sufrido con los preparativos. Los padrinos de boda tienen que lucirse, por ende, ella y Patrick se han esmerado por eso.

—El coronel ya llegó a Londres y Patrick intervino las líneas para que no puedan comunicarse.  —avisa Alexandra— Hasta ahora no han discutido y nadie ha intentado huir. Pero estoy muy nerviosa...

—Cariño cálmate —le pide Luisa.

—¡Christopher siempre arruina todo! —se preocupa— No quiero escándalos antes de la boda. 

Todos estaban paranoicos con eso ya que ninguno de los implicados quería que la inmadurez de los novios dañase el esmero grupal.

Angela se une, los del bar acomodan lo que trajo Brenda mientras que Laila avisa que Rachel está por llegar y rápidamente preparan a los hombres que le darán la bienvenida.

—No hay propina para los que no le refrieguen la verga —demanda Lulú.

—¡Rodéenla y sean un banquete visual! —pide Laila y entre todas se los comen con los ojos deleitándose con lo bueno que están.

—Tu tanga está un poco corrida —Felicia ayuda a uno sacándosela del trasero y el bailarín se siente un poco intimidado con la anciana.

—¡Ahí viene! —grita Emma.

Rachel se adentra en el bar atestado con solteras luciendo un sexy vestido rosa, tacones altos y el cabello bien recogido

—¡Nos dijeron que acaba de llegar una sexy novia y esta es su última noche de soltera! —avisan en los altavoces y empiezan los gritos de:

—¡Good bye soltería!

Dalton e Iván asumen que será una noche larga con el escándalo. Rachel baja los escalones yéndose donde sus amigas que envían a los bailarines que ella no se molesta en reparar al ver las galletas y el pastel que hay en la mesa.

La boca se le llena de saliva empujando al que le corta el paso, las galletas se ven tan coloridas que se llevan toda su atención logrando que sus amigas se miren entre ellas cuando actúa como si llevara años sin comer.

Los stripper le bailan mientras Dalton trata de arrebatarle la galleta que intenta llevarse a la boca, las chicas intervienen y el escolta siente una verga en la pierna enfureciendo en menos de nada.

—¡Oiga! ¡¿Qué le pasa?! —reclama empujándolo— ¡¿No ve que estoy trabajando?!

—Pues yo también amigo...

Rachel se atiborra la galleta y Dalton está tan furioso que se las arrebata. 

—¡Bueno, pero cálmate! —pide Luisa y...

—¡No puede comer eso!

—Dalton, son de dieta —aclara Sam desde su puesto— Yo me aseguré de que la receta no le afectara.

Rachel se le burla y el escolta se alisa el traje molesto, aunque la dicha de Rachel no dura mucho ya que las galletas no están tan deliciosas como se ven. 

—No nos presentaron, pero soy Felicia —a Dalton se le atraviesa una anciana que lo mira con ojos maravillados.

Felicia no se ha equivocado al deducir lo que se encontraría y es ¡Oro, señores!

—¿Qué trago tomas? —le pregunta Lulú a Dalton.

—Estoy trabajando —reitera parando a Iván del sofá que comparte con Sam — ¡Ambos estamos trabajando!

Lulú se empina el trago que le iba a ofrecer mientras Rachel saluda a los bailarines con besos sin soltar la bandeja de galletas.

—¿Ese aceite es de chocolate? —pregunta paseando la nariz por el cuello del bailarín. 

—Si preciosa —alardea el cuerpo esculpido y ella avanza a saludar a sus amigas incluyendo a sus hermanas que la abrazan al mismo tiempo.

Felicia se acerca también explayando los labios en una arrugada sonrisa.

—Stefan es tan afortunado —comenta la vecina mientras Rachel toma asiento.

—No es Stefan —responde Rachel sin perder de vista el pastel

—¡Tu ex! —asegura Felicia—Él es tan buen mozo.

—Tampoco es Bratt

Felicia se queda extrañada ¿Con quién se va a casar esta zorra? Si más parejas no tenía, cae en cuenta de que...

—¡No me digas que es el ladrón follón!

—Si. 

—¿El ladrón follón? —repiten Sam y Emma.

—Si, el que se coló y rompió su ventana —empieza Felicia— Una noche pensé que la iban a matar, pero resulta que no y ...

La vecina cuenta hasta detalles que Rachel no conocía mientras Sam analiza todo lo malo del relato, empezando porque que alguien rompa tu ventana ya lo hace peligroso. Por su parte, Emma está muerta de la risa mientras Rachel come las desabridas galletas que se traga a la fuerza al estar muerta de hambre.

Sigue tragando observando a los bailarines que le coquetean y ella aluda mientras Lulú les coge el culo, Angela los llena de billetes y Felicia se deja hacer el sándwich entre torsos musculados. 

Los tragos van llenando la mesa e Iván admira a la única chica que no se comporta como una demente. «Sam»

—¡Como quisiera ser hamburguesa para que me eches de tu mayonesa!

La futura doctora sacude la cabeza con los piropos de Lulú e Iván se convence de que es perfecta. 

—Le preguntaré a Sam si quiere algo —dice Iván y Dalton no lo deja.

—Deja que los meseros se encarguen —ordena su superior— Creo que para eso les pagan. 

Rachel y Emma se le sientan a cada lado, ambas rodean el cuello de su hermana mientras uno de los stripper le baila haciéndola sonrojar. No es que Sam sea amargada, es que este tipo de ambiente no le divierte, una verga grande no la impresiona.

Las horas pasan con hombres para todos los gustos, Alexa está feliz por lograr que Rachel ni se acuerde de su teléfono y espera que Patrick esté logrando lo mismo con Christopher.

—¿Todo bien? —le pregunta a Angela— ¿Has visto algo sospechoso? 

—Parte sin novedad, teniente —contesta la Alemana—  Serás la madrina del año. 

Alexa la abraza y el espectáculo de los bomberos prende a varias, pero Rachel está más concentrada en comer que en mirar. Angela la anima a la pista y todas la siguen entrando en ambiente.

—Mujer, es de mala suerte no revolcarse con un desconocido antes de la boda —Lulú regaña a Rachel.

—¿Quién dijo eso? —pregunta Angela.

—Yo —contesta Lulú.

Rachel anima a Sam a bailar y a Felicia no hay que arrastrarla ya que la señora está feliz con su balaca fluorescente con penes. Hay muchas mujeres hermosas, de eso no hay duda, sin embargo, aunque el bar esté a reventar, es inevitable entrar y no fijarse en las tres hermanas que comparten en pleno centro. 

«Rachel, Sam y Emma » Tienen una sensualidad tan propia que se ven bien haciendo cualquier actividad, hasta cuando chupan un pene de caramelo dietético como Rachel ahora.

Los tragos empiezan a notarse, Felicia está perdida aprovechando a todos los que se dejan tocar a cambio de dinero, ella quiere ver qué hay bajo los pantalones, sin embargo, los bailarines pueden hacer eso solo en privado y a ella el dinero no le alcanza para eso.

—¡Hora del perreo! —grita Laila en una mesa logrando que el Dj inicie una tanda de canciones que las termina de enloquecer.

«No se cansan», se exasperan los escoltas, las cámaras de humo los hacen toser. De un momento a otro despejan la pista, le entregan un tarro de crema batida a Rachel y un bailarín empieza a quitarse la ropa incitándola a que lo unte. 

— ¡Quien fuera mono para encaramarse en ese palo! —grita Lulú.

Arman un círculo que hace retroceder a los escoltas, Angela intuye lo que quiere Rachel yendo por la bandeja con galletas mientras que la teniente agita la crema batida.

—¡Úntalo, úntalo! —piden las mujeres a coro.

Se llena la boca con la crema dejando que Angela le ofrezca las galletas. Rachel rodea al bailarín echándole crema batida en el hombro, pone las galletas encima y se atiborra antes de esparcir la crema a lo largo de su cuerpo.

—¡Señora! —la regaña Dalton abriéndose paso, pero no lo escucha.

La multitud es agobiante y empiezan a apartar a las mujeres.

◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆

Horas antes.

Patrick da por terminada la hora de caricaturas dejando a su hija en la cama. 

—¿Cuándo voy a tener un hermanito? —le pregunta— Me lo prometiste en navidad, ¿Ya viste en internet?

—Pronto —le hace cosquillas— La cigüeña tocará a tu ventana diciendo aquí esta tu hermanito.

La arropa, en la FEMF no es conveniente tener un solo hijo, porque si los padres faltan los hermanos son los que se hacen compañía.

—Por ahora, confórmate con los hijos de Christopher que compartirán mucho con nosotros.

—¡Cierto! —se ilusiona ella— ¿Puedo ser el hada madrina que les dé don de nacimiento?

—¡Por supuesto! —Patrick vuelve a hacerle cosquillas— Te voy a comprar un disfraz para que seas la mejor hada madrina del mundo.

Le da un último beso a su pequeña antes de apagar las luces para que se duerma.

—Duerme bien —cierra la puerta.

Desde su móvil revisa las redes asegurándose de que Christopher y Rachel no tengan contacto alguno.

—Lo están esperando —avisa la empleada y él avanza al vestíbulo encontrándose con Angela quien luce un vestido de fiesta.

—El cheque —recuerda él devolviéndose por la chequera.

Con Alexa estuvieron de acuerdo en pagar el artista que cantará en la fiesta, Angela les ayudó a conseguirlo ya que conoce al representante. Firma el papel asegurándose de que la cifra sea la correcta.

—Todo tuyo —se lo entrega.

—Dile Alexa que la veo en la casa de Brenda.

La alemana recoge su bolso.

—¿Y qué van hacer? —pregunta Patrick al verla tan arreglada.

—Una cena con vino, fondue —ella le resta importancia— Ya sabes... Lo típico de siempre, ¿Qué harán ustedes?

—Oh, lo mismo —contesta él— Jugar billar, póker, cervezas...

—Genial —Ángela le da un beso y un abrazo antes de irse.

Obviamente Patrick no le va a decir que tiene un show privado para su mejor amigo el cual incluye 55 stripper profesionales quienes bailarán toda la noche. Se acomoda el cuello frente al espejo de la sala notando que Angela le marcó el cuello con labial color ciruela.

Podría quitárselo, pero no está mal jugarle una broma Alexa y por ello se lo deja entrando a la alcoba donde ella se está colocando los tacones. 

—Pero qué esposa más hermosa tengo —la aluda— Adoro como se te ve ese atuendo que te compraste en Venecia.

—Gracias chiquito.

Ella le tira un beso yéndose al closet.

—¿Y qué van a cenar? —se acerca él queriendo que vea el labial.

—¿Cenar? —contesta Alexa— No vamos a cenar, vamos a ir a un bar de stripper.

Contesta como si nada logrando que Patrick desdibuje la sonrisa.

—Pero Angela dijo...

—Lo de la cena es la coartada de Lulú, Brenda y Luisa que no quieren problemas con sus parejas.

—¿Con sus parejas? —repite él.

Y él ¿Qué es entonces? Él no le dijo lo de las stripper para que no se molestara, ¿Por qué su esposa no le miente también? Se acerca al closet en busca de una chaqueta mientras se acomoda el cuello el cual desatará la escena de celos.

—Estos cuellos pican —comenta para que vea, pero ella se aleja. 

—Recuérdame comprarte otra marca.

—Christopher ya llegó —avisa él.

—Asegúrate de que no lo arruine, Rachel no puede tener disgustos. 

La vuelve a detallar y se ve hermosa con la blusa de lentejuelas, tacones y vaqueros ajustados. Le impacienta el que no lo interrogue ni se preocupe por lo que hará.

—Chiquita perdóname, pero no te conté que hablé con una cabaretera y le pagué un show con mujeres a Christopher —confiesa— Son muy tetonas y culonas también.

Alexa se distrae con el hilo que se le soltó a la blusa.

—Ten claro que no podemos dejar que se vean —dice ella— Como son, se ponen a pelear y cancelan todo.

¿Es en serio? Patrick se acerca a darle un beso de despedida para que note el labial, pero tampoco comenta nada y termina buscando la salida decepcionado. 

—Chiquito —lo llama Alexa y este sonríe a la espera del escándalo — Tienes labial aquí.

Quita la mancha antes de devolverse a buscar su neceser de maquillaje.

¿Qué es Patrick? ¿Su hermano? ¿Su mejor amiga? Alexa va por la vida como esos hippies que temen dañar su aura. ¿Es que nunca le molesta nada de él? ¿No tiene miedo de perderlo?

Sube a su auto informándole a Hela que se vaya preparando, la casa de Simón no está lejos de la suya, así que se estaciona y empieza a pitar para que salga con Dominick.

Todo está planeado hace días, ya Christopher está en High Garden y, según el itinerario de Alex, no estará en la mansión esa noche como tampoco Sara. 

Espera que los capitanes metan el licor atrás y arranca de nuevo con Simón al lado, con el animo por el piso, Alexa actúa de una forma tan rara que en ocasiones se pregunta si tiene a alguien más.

—¿Sus parejas son celosas con ustedes? —pregunta Patrick de la nada y Simón toma una bocanada de aire.

—Me echó de la casa porque creyó que tenía una vida y un hijo con otra —contesta— Solo porque tardaba en el baño y le puse clave a mi celular.

Ambos voltean a mirar a Parker a la espera de una respuesta.

—No le doy motivos para que lo haga, Brenda tiene que sentirse feliz, más no celosa.

Tuercen los ojos, Dominick Parker se cree el partido perfecto.

—Qué respuesta más estúpida —bufa Simon— ¿Es muy difícil decir si o no?

—Cierta vez tuvo celos de Angela —reconoce el alemán— Diría que todavía no se siente cómoda con ciertas cosas.

Patrick se concentra en la carretera, la única relación anormal es la de Alexa y él que son como mejores amigos los cuales tienen una hija. El capitán se siente herido ¿Quién no quiere un esposo como él?

Mientras el capitán conduce, Hela, la nórdica, coordina a las 55 mujeres que le pidieron, material de primera para un espectáculo digno de Las Vegas. Muestra la foto del implicado y todas asienten con los disfraces variados que van desde policía a vendedora de helados.

La camioneta de Patrick se estaciona y Hela de inmediato revisa la cajuela asegurándose de que hayan traído el licor solicitado.

—Esto no durará más de una hora —se queja la nórdica— No hacemos espectáculos mediocres.

—Dijiste dos cajas—se defiende Simón.

—Dos docenas de cajas —lo corrige— Vayan por el que falta que es importante para el cuarto show, nosotras esperamos.

El capitán Linguini mira su reloj, todo está programado para que el personal desaparezca a la hora acordada y sea Christopher el que tenga que abrir la puerta.

—¿Cuánto dura el primer show que está elaborado solo para él? —pregunta Patrick.

—Media hora.

—Mientras lo hacen nosotros vamos por el licor —asegura el capitán.

—Las esposas que nos prometiste —pide Hela.

Parker le entrega cuatro pares para que le sirvan a lo largo de la noche, Christopher es un agente así que no pueden limitarlo con esposas comunes.

—Exijo un buen show ya que se va a casar con una mujer que probablemente pierda el interés en él en algunos años— empieza Patrick— Nadie nos asegura que será un hombre el cual solo reciba atención de su hija pequeña y que probablemente su esposa lo oiga decir que se va con putas y a esta no le importe.

—Como si esas cosas le pasaran a Christopher —la respuesta de Simón hace que la herida arda más.

Hela manda a las chicas a la camioneta y Patrick aborda su BMW yéndose a conseguir el licor que falta.

Lo compran y mientras las mujeres se alistan, él prepara los paneles de las cámaras que carga en la camioneta. El coronel aparece trabajando en el despacho de la mansión y el personal empieza a desaparecer en tanto las mujeres salen de sus respectivos vehículos acercándose a la puerta.

—Ya quiero ver la cara que va a poner ese hijo de puta —se ríe Simón.

Las profesionales sueltan los gabanes impactando la vista de los capitanes; hay morenas, rubias, mulatas. Acomodan el enorme pastel sacando juguetes como cintas, sillas, toallas y plumeros.

—Como que me siento sucio y voy a necesitar que me limpien —comentan absortos en lo que hacen.

—Patrick —habla Parker señalando la cámara número 17, cámara que los pone pálidos en un dos por tres.

¡Mierda! 

  —¿Qué hace Rick James ahí? —se alarma Simón— ¡¿Y Alex?!

—¿Eso es un sacerdote? —inquiere Parker con el dedo en la pantalla y a Patrick no le queda de otra que hundir el pie en el acelerador.

Los James se iban a quedar en un hotel, pero Sara se opuso alegando que en la mansión estarían más cómodos. Por su parte, Alex canceló sus compromisos ya que estaba cansado y no quería lucir agotado mañana.

Sale del jardín adentrándose a la mansión con su antiguo colega, siguen siendo buenos amigos, aunque Rick anhele ver a Christopher tres metros bajo tierra.

—Debemos tener fe en el cambio —comenta el sacerdote que dirigirá la boda—Rick me comentó que a tu manera lo hiciste Alex, dejando de lado lo adúltero.

—Los años son un despertador —contesta Alex— Dan madurez y te cambian el modo de pensar.

—¿Consideras esa etapa quemada? —pregunta el padre— ¿Crees extinto el demonio de la lujuria?

El ministro miente asintiendo. Ya no es un adúltero, sin embargo, la lujuria es algo que vive en su apellido, aunque claro está que él si se controla y no actúa como un puto animal.

—¿Ves Rick? —continúa el padre— Si Alex pudo, ¿Por qué no has de darle una oportunidad a tu yerno?

—Toma los consejos del sacerdote —pide el ministro— Mi familia ya no es la misma de antes.

El timbre resuena y los hombres sigue con su charla, nadie abre y resuena tres veces, el ministro lo ignora e insisten con desespero.

—¡¿Es que no hay empleados en esta casa?! —grita Alex y nadie le contesta mientras el timbre sigue sonando.

Alex se apresura a la puerta maldiciendo al personal seguido de Rick y el sacerdote.

—La humildad no ha tocado a su puerta —murmura el padre.

El ministro avanza a grandes zancadas aferrándose a la cerradura sin ver quién es siendo atropellado por un tumulto de mujeres que se le van encima entrando con un altavoz que pone a vibrar los vidrios de la casa.

Lo besan, le plantan el culo en una silla esposándolo y rompiéndole la camisa mientras las mujeres hacen lo mismo con los hombres que lo acompañan.

—¿Qué carajos...? —le tapan la boca con una cinta y una rubia se le sube al regazo refregando el coño desnudo.

La ropa sale a volar, el sacerdote ora mentalmente preguntándose en qué manicomio se acaba de meter al ver como pasan la lengua por los pectorales de Rick que también le han roto la playera.

—Eres un sugar muy delicioso —confiesa una mulata plantándole las tetas en la cara — ¿Quieres ser mi papi?

Rick no puede hablar y Alex forcejea en una silla cuando le vacían un frasco de aceite esparciéndolo a lo largo de su torso.

Las llantas de la camioneta de Patrick rechinan en el asfalto cuando frena frente a la mansión, corren a la entrada abriendo las puertas y la escena es como para matarse. Mujeres desnudas, hombres esposados y Alex mirándolo como si los quisiera matar.

—¡Oigan! —grita Parker tratando de parar— ¡Apaguen todo que...!

Un grupo de cinco se le va encima quitándole la chaqueta al aleman, a Simón lo empujan al sofá, Patrick trata de apagar la música, pero no lo dejan ya que cuatro mujeres lo ponen contra la pared mientras el pastel estalla mostrando a una morena llena de crema que... El ruido cesa de golpe y...

—¡¿Qué está pasando aquí?! —la voz de Sara truena en la sala con el bolso colgado en el brazo y el cable del altavoz en la mano.

«Bendito sea Dios» Alex tiene una rubia en la entrepierna la cual le soltó el pantalón dejando ver el bóxer. Su ex esposa se lo quiere comer con los ojos y sus tacones son lo único que resuena cuando se adentra en el vestíbulo.

—Alex —Christopher baja la escalera despacio— ¿Qué no habías curado ya tu gusto por las mujerzuelas?

Hela se pega en la frente al darse cuenta que se equivocó, tomó al que no era y ahora tenía una castaña a punto de estallar. Empiezan a liberar a los hombres quitándoles la cinta de la boca.

—Asumo la culpa —Patrick levanta las manos— Esto era para Christopher...

—O sea que mi hija se va a casar con un hombre que necesita cuarenta mujerzuelas para satisfacerse.

—Señor James son 55 —se mete Simón— Y no se preocupe que por muy cabrón y degenerado que se vea tiene amigos que lo guiarán a lo largo del matrimonio.

Recuerda las palabras que le dijo Luisa que comentara ayudándolo a  levantar mientras terminan de soltar al ministro.

—Para eso estará el padrino, para enseñarle que es lo correcto.

—¿Quién diablos es el padrino? —pregunta Rick confundido.

—El que contrató a las mujerzuelas —contesta Simón y el general sacude la cabeza auxiliando al padre. 

El ministro se levanta con el torso untando de aceite y Sara nota como pese a haber metido la pata, las mujeres lo siguen mirando con ganas. Ese es el puto problema, que en hombres como él nunca puedes confiar.

—Sara no tengo idea de...

—Les juro que no era mi intención —Patrick trata de disculparse— Solo fue una pequeña confusión que...

—¡Largo de aquí! —lo echa Sara— Las mujerzuelas y todos ustedes se largan ya mismo de mi casa.

—Pero si es culpa de estos zoquetes —refuta Rick.

—¡Todos menos el sacerdote se salen ya mismo! —demanda Sara con más firmeza.

—¡Pero esta es mi casa! —se enoja el ministro.

—¡Si digo que te largas, te largas!

Alex trata de refutar, pero Sara lo termina empujando. Salen todos y Christopher se devuelve a seguir trabajando, pero su madre se le atraviesa empujándolo también.

—¡Dije que todos!

Le estrella la puerta en la cara mientras el padre busca la manera de desaparecer. 

—¡¿Tiene hambre, padre?! —le grita al sacerdote. 

—No hija, tranquila.

—¡Nada de tranquila! —contesta alterada— ¡Ándese a la cocina que le voy a preparar algo!

—Pero...

—¡Que se ande a la cocina! —le vuelve a gritar arrojando el bolso al sofá. 

El pobre sacerdote la sigue asustado mientras los escoltas que se habían escondido se las apañan para conseguirle una camisa a Alex y a Rick.

—Están suspendidos todos ustedes —impone el ministro afuera— Y tú Linguini, ¡¿Por qué no maduras de una puta vez?!

Christopher está tan tenso con su problema que ni importancia le da al asunto.

—¿Cuántas mujeres son suficientes para ti Christopher? —le pregunta Rick.

—¡No es lo que usted cree! —lo defiende Patrick temiendo a dañarlo más— No eran mujeres lo que contrate y él no es un promiscuo.

Parker sacude la cabeza cruzándose de brazos con la estúpida excusa que acaba de sacar Patrick.

—Ah, ¿No? ¿Entonces qué eran?

—Eran machos —miente seguro— Machos disfrazados de mujeres, yo no le alcoholito que le sea infiel a Rachel.

Simón se tapa la boca queriendo contener la risa cuando Alex se limpia la boca recordando que lo besaron antes de ponerle la cinta.

—Sentí cinco vaginas en la rodilla en menos de cuatro minutos... Así que —confiesa Rick— Si lo detestaba a él, ahora los detesto a todos ustedes también partida de depravados sin oficio.

—Necesito un trago —dice el ministro hastiado. 

—Te acompaño —Rick aborda la camioneta con él.

Rob arranca y ambos se terminan de abotonar las camisas que les dieron.

—¿Cuántas mujeres llevaste a mi despedida? —le pregunta Alex a Rick.

Rick se encoge de hombros logrando que Alex se ría, lo de Patrick fue una novatada a comparación con lo que hicieron ellos.

—Por eso nunca quise mujeres, los hombres se divierten más —dice el ministro agradeciendo que el gen Morgan siempre engendre varones.

Hela se esfumó con las mujeres al notar que se había equivocado feo y Patrick estaba tan frustrado que sacó una botella de la camioneta impidiendo que Christopher se fuera cuando le ordenó a su guardia que lo llevara a su casa.

—¡La fiesta no se va a dañar! —demanda Patrick— ¡Vamos a bebernos este maldito licor!

—Suerte con eso —el coronel trata de meterse al auto y Simón se atraviesa también.

—Soportarlos no tiene nada de divertido y prefiero auto despedirme en otro lado. 

—Un par de tragos —insiste Simón— Es tu ultimo día feliz.

Le entregan la botella que bebe antes de pasar a las manos de Parker, empujan a Christopher a la camioneta de Patrick que pone música mientras descorcha otra botella bebiendo como si su vida dependiera de ello.

—Oye, no es para tanto —le dice Parker— El que quedó mal fue él no tú.

—¡Tenemos que embriagarnos como se debe! —se molesta Patrick— No somos nenazas para andar durmiendo en una despedida de soltero.

Le alzan el volumen a la radio mientras Sara recibe una llamada de los vecinos que no tardan en poner una queja por el ruido, el padre está orando con las manos sobre la barra y ella tira el teléfono subiendo las escaleras con una cubeta de huevos en la mano.

—¡Christopher, deja de incomodar a los vecinos con tus inmadureces! —grita desde el balcón— ¡Apaga eso y lárgate!

El coronel se empina la botella y mete la mano en el vehículo aumentando el ruido.

—Mejor vámonos —pide Parker y el coronel no se inmuta.

—¡Christopher! —le grita su madre

—No te oigo cobarde...

Se vuelve hacia su madre y esta corta la oración arrojando el huevo que evade e impacta en la camioneta de Patrick.

—¡Ten los huevos que te faltan para respetar a tu madre!

A Dominick le cae uno en el hombro y Simón empuja a Christopher adentro mientras Patrick se pone al volante.

—¡Medícate! —le grita Christopher a Sara antes de cerrar la puerta. 

—Vamos a terminar presos o muertos —se queja Parker con la velocidad que toma Patrick seguido por la guardia.

—En un buen bar es que vamos a terminar —Patrick sigue pegado a la botella acabándosela por completo— Busquen los mejores bares para una despedida de soltero.

—Esta mañana me encontré una tarjeta —dice Simón y Patrick se la arrebata.

—¡Vas a tener la mejor despedida, ya lo vas a ver! 

 No es solo la despedida, si lo deja solo Christopher irá por Rachel y no es una suposición, es así. Saciarse es lo que quiere el coronel.

—Me siento muy mal, ¿Saben? —el capitán se vuelve a empinar la botella. 

—Nadie te está preguntando, Patrick —responde Christopher con dolor de cabeza—De hecho, nadie te está pidiendo que hagas nada.

Patrick ignora las pendejadas de su amigo, solo acelera y se estaciona frente al Hot seducers. El bar los recibe y entre todos pagan la mejor mesa para Christopher.

—Patrick, déjalo estar —se desespera el coronel.

—Deja de ser tan tóxico y no chingues a tu mujer —lo regaña Patrick — ¡La avergüenzas todo el tiempo, que pereza!

—¿Me ves cara de payaso?

—Siéntate y cállate —lo empuja Simón— No la ves y ya está.

No es tanto eso, es que también le duele la cabeza, está cansado y le duelen las costillas. Le ponen una botella mientras Patrick elige a las bailarinas.

El sitio está dividido ofreciendo servicios para hombres y mujeres (Sin mezclarse claro está). El coronel recibe el cigarro que le ofrece Parker mientras Simón se levanta a ayudarle a Patrick.

—Superarlo tiene que ser una meta de los dos —comenta Parker deslizando el encendedor en la mesa — Es difícil pero no imposible.

—Aja —contesta el coronel. 

Parker sí había podido, en un momento creyó que no, pero si y eso lo hacía sentir pleno. El coronel absorbe la nicotina antes de darle un sorbo a una de las cervezas que les pusieron también.

Los tragos van y vienen al igual que los shows, coqueteos y bailes sobre la mesa, pero el único que está preocupado por embriagarse es Patrick que a las dos horas no deja de decir barrabasadas.

—Tu mejor amigo siempre he sido yo ¿Sabes? —abraza al coronel con el nivel de alcohol por las nubes.

—¿Estás en la fase donde te conviertes en un marica? —le dice Christopher.

—A Bratt solo lo considerabas porque había crecido contigo, pero siempre me has querido más a mí y por eso me mandaste a buscar ya fque él no era suficiente. 

—Le salvó la vida más de dos veces —comenta Simón—No te hagas el de la vista gorda.

—Me vale verga, cabrón —Patrick se levanta con la botella en la mano— Yo lo amé y amo más que Bratt, si fuéramos mujeres yo lo elegiría coronel, sin prejuicios y sin excusas sería suya.

—¿Por lo atractivo? —pregunta el coronel.

—¡Por tu dinero pinche pendejo! —exclama— De ser mujer seria puta, pero no estúpida.

Sueltan a reír. Patrick ebrio le gana a cualquier comediante, se deja caer en el brazo del sofá de Parker rodeando el cuello de Dominick con el brazo.

—Tu serías mi segunda opción —le dice.

—¡Beso, beso! —empieza Simón a modo de broma.

—Ven aquí y que sea de tres —dice Patrick siguiéndole el juego— Necesito amor ¡Porque a nadie le importo, guey! ¡Nadie me pone atención!

Se para a bailar con la botella en la mano y las bailarinas no tienen que hacer ningún sacrificio a la hora de toquetearlo en la pista.

Se devuelve por Simón que se le une dejando que le coloquen un sombrero de vaquero. Este tipo de espectáculo le recuerda a Parker porqué no sale con esta gente.

Bailan cuatro canciones seguidas antes de irse al baño que limita con el de las mujeres, Parker se les une tambien ya que ha bebido demasiada cerveza y el coronel es el único que se queda harto del ruido. 

Enciende otro cigarro lidiando con el agotamiento, la ansiedad y el dolor de cabeza mientras Tyler presta guardia en la puerta con Make. 

Patrick es el primero que sale del baño de hombres, sigue molesto con Alexa y para colmo sus ojos captan a Angela saliendo del baño de mujeres. 

—Patrick —lo llama Dominick. 

Pero Patrick sigue a Angela por inercia atravesando las cortinas que muestran un ambiente lleno de mujeres sudando las cuales llenan los pantalones de los strippers, entre esas su esposa que está alzando billetes agitando las manos eufórica.

Estos sí merece su atención, pero él no. ¿Es por qué no está tan bueno como esos hombres? 

—¿Qué haces? —le pregunta Simón atrás y Patrick lo ignora avanzando a la tarima.

Rachel estaba mareada por comer tanta crema chantilly, quería irse, pero las amigas no la dejaban trayéndole cuanto hombre bello veían. La señora Felicia estaba ebria junto con Emma y Lulú.

—Pon atención a lo que viene —Alexa la acerca a la pista— Un espectáculo con el himno.

Get busy se toma el ambiente y con ello un grupo de hombres vestidos de obreros que empiezan a quitarse la ropa avivando al público, todas sacan billetes mientras se van desprendiendo de la ropa y la cosa va bien hasta que la música se corta cuando Patrick aparece con el micrófono que le arrebató al presentador.

—¡Señor, baje de la pista!

—¡Ningún señor! —grita— ¿Les gustan estos novatos? ¡Supongo que si partidas de calenturientas que vienen a pagar a un bar, pero que en casa ignoran al marido!

Todas miran Alexa que está con la boca abierta impactada por la estupidez que está haciendo su esposo.

—Cuiden a sus maridos que pueden irse con otras por no ponerles atención  —sigue— ¡Aférrense a ellos y más si están como yo!

—¡No hables, demuestra que vales la pena! 

Le grita Lulú y el capitán estrella el micrófono. 

—¡Venga la música que voy a enseñar cómo es que se hace esta mierda!

El DJ obedece y Patrick empieza a moverse como todo un profesional contoneando la pelvis mientras se saca la camisa reluciendo el abdomen de piedra, soltando pasos a loJustin Timberlake. Alexa trata de subir, pero Lulú no la deja perdida en lo bien que lo hace. 

Él aprendió a encuerarse mientras bailó en una misión que tuvo cuando era un sargento en las Vegas. Se lleva las manos a la nuca con movimientos que alivianan hasta la saliva de Sam, vuelan los zapatos, se tira al piso y vuelve a ponerse de pie sacándose el pantalón, los boxer le marcan el paquete y...

—¡Déjanos cantar con ese pájaro! —sigue gritando Lulú. 

Mete los dedos en el elástico y... 

—Va a... —Laila se lleva la mano a la boca cuando pasea las manos por su abdomen sacándose el bóxer que deja a la vista la polla que ve todo el mundo y no le basta, se da la vuelta volviendo al piso mostrando el culo también.

Patrick se sentía orgulloso del público enloquecido que se subió a la tarima tocándolo. Todo el mundo lo besaba sujetándole la cara, empieza a sentirse mal y otra lo besa metiendole la lengua en la garganta 

—¡Señora, por favor! —le grita Alexa. 

Patrick corta al sentir las mejillas arrugadas que lo hacen reaccionar y Simón en vez de ayudar se está meando de la risa en la entrada del escenario. Las mujeres se bajan cuando el capitán vomita mientras que Felicia le acaricia la espalda...

—Chiquita —el capitán extiende la mano tratando de que Felicia entienda que está casado, pero Alexa lo toma clavándole la llave peruana que lo lleva al piso dislocándole la muñeca en menos de cinco segundos.

El alcohol se esfuma con el dolor que le recorre todo el brazo cuando sigue ejerciendo presión limitando todo tipo de movimiento.

—¡Me vas a partir el brazo! —se queja él y Laila se la quita mientras los de seguridad le dan una bata a Patrick para que se cubra.

Y así la noche se convierte en lo de siempre, en un jodido caos. Brenda le reclama a Parker el porqué de dañar el momento y este contraataca con la mentira de la "Cena" 

—¡No le veo nada de gracioso el dejar que alguien se encuere en pleno escenario! —se molesta Luisa con Simón que no ha logrado controlar el ataque de risa desde que Patrick empezó a encuerarse.

Laila está discutiendo con Lulú que pese a lo que pasó sigue bailando como si no pasara nada y Emma le está reclamando a Sam el porqué de tener que decirle a su madre que se embriagó mientras Angela es la única que se está ocupando de Patrick entrando en discusión con Alexa que se quiere ir sin auxiliar a su marido.

—¡Oigan! —Sam detiene la trifulca— ¿Donde esta Rachel? 

◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆

A Rachel lo menos que le apetecía era oír los gritos y el caos que iba a desencadenar la presencia de Patrick en el escenario, sin embargo, le alegró porque si su padrino de bodas estaba ahí el coronel tambien. 

Toma sus cosas en busca de la división que separa los dos establecimientos, abre la cortina reparando el entorno y sus ojos lo encuentran solo y con la cabeza recostada en el sofá.

Sonríe por inercia acercándose por detrás, paseando las manos por la camisa negra que trae mientras besa la boca que extrañó desde que se fue, se le eriza la piel con lo húmedo que es, con la viveza que emerge de la lengua del coronel.  

—Pedí tres, no una —dice él con los ojos cerrados y ella se aparta de inmediato rodeándolo y enfrentándolo con braveza.

—¿Disculpa? —reclama— ¿Es que no se va a casar mañana, coronel?

Christopher tira de su mano sentándola en sus piernas, uniendo sus labios en un nuevo beso el cual demuestra las ganas que se tienen, él reconoce los besos de Rachel en cualquier lado. 

—¿Me está asediando, teniente? —pregunta apretándole las caderas.

El deseo ya está y el desespero de tenerse uno al otro sin ningún tipo de limitaciones. Christopher ansia tanto a su mujer, pero pese a eso respira hondo frenando las ganas de romperle el vestido frente a todos.

—Me llevas a comer —dice ella contra su boca— Tengo mucha hambre.

—¿Ahora soy proveedor de comida?

—Si.

Se levanta tomándolo de la mano, no sin antes indicarle a Iván que se quede y asegure de llevar a sus hermanas a la mansión mientras que para el coronel es difícil obviar el vestido que se le ciñe resaltando todo lo que gusta.

Le pasa las manos por el trasero besándola antes de subir a la camioneta y en el interior vuelven a unir sus bocas demostrando lo mucho que se extrañaron. Rachel lo siente tenso y prefiere dejar las cosas claras para que no ande montando pataletas como las que hacia Bratt. 

— No estaba haciendo nada malo, así que no te pongas serio...

El deja caer la cabeza en el asiento cuando la jaqueca vuelve. 

—¿Que pasa? —se preocupa ella. 

— Me duele la cabeza, es todo —contesta.

—Tienes que ir a un medico —pide ella— Siempre es lo...

—Olvídalo. 

Posa el brazo en los hombros de Rachel lidiando con el vértigo repentino y ella no lo molesta discutiendo, solo se concentra en el teléfono en el trayecto mientras él ve lo que escribe y vuelve a borrar un centenar de veces. 

Cada que Rachel tiene espacio hace lo mismo tratando de buscar las palabras adecuadas las cuales definen lo que son. 

—Detente aquí —le pide a Make cuando nota que están en la zona de comidas rápidas.

Rachel intenta bajar, pero Christopher la detiene besándola de nuevo por largo tiempo y con besos que no son para nada decentes, sus manos le recorren la espalda mientras ella se aferra a su camisa complaciendolo. 

—Vamos —ella toma su mano sacándolo del auto. 

Entran al establecimiento, Dalton se atraviesa cuando se acercan a la barra y...

—Teniente.

—No jodas que no estoy de genio —manifiesta el coronel.

—El ministro...

—Lárgate o te consigo un reemplazo —Christopher no lo deja refutar.

El padre de los mellizos es el coronel y no el ministro, por ende, no tiene que opinar en lo que no le incumbe. Dalton se mueve, puede pelear con Rachel, pero no con su superior.

—Una hamburguesa extra grande, por favor —pide Rachel frente a la barra—Échele todo por partida doble, pepinillos, salsas, queso... Y también quiero una malteada de esas que tienen helado y chip de chocolate, si me puede servir dos bolas de helado aparte sería estupendo.

—¿Papas también?

—No, debo cuidar que el vestido no me apriete mañana.

Vuelve a enfocarse en el teléfono mientras el coronel paga. Rachel ya tiene sus propias promesas y espera que Christopher tenga las suyas, pero falta algo primordial y son palabras que le digan al mundo lo que son.

Él se va al baño en lo que traen la comida y Rachel no es tonta como para no saber lo que tiene. Vuelve sentándose frente a ella que ha empezado a comer con ansias sintiendo que la comida chatarra es lo único que necesita para subsistir en el embarazo.

—¿Quieres? —le pregunta a su prometido.

—No.

—Está deliciosa.

—Tanto como tú, no creo.

Años, un centenar de sexo sin tabúes y se sigue sonrojando como la primera vez que le dijo de frente que la iba a follar.

—¿Soy deliciosa, coronel? —pasea el pie a lo largo de su pantorrilla.

—Demasiado —se acomoda el miembro que tiene acorralado contra el pantalón mientras ella sigue comiendo.

Le ofrece, pero él sacude la cabeza.

—Mi amor, por favor —le pide ella— No estoy tranquila cuando sé que no has comido nada.

—No tengo hambre.

—Prueba un bocado y veras que se te despierta —insiste— Aprecia el sacrificio de tener que dejarte la mitad con lo deliciosa que está.

La recibe para que puedan irse rápido, empieza a comer procurando no vomitar, en tanto ella le comparte la bebida también. Quién diría que la despedida individual terminaría con los novios comiendo hamburguesa.

Regresan a la camioneta y Rachel vuelve a concentrarse en el móvil logrando que el coronel se exaspere y se lo termine quitando.

—Oye...

Se queja, pero él teclea mientras los llevan al pent-house. A diferencia de ella, no borra y le termina devolviendo el aparato cuando llegan a la recepción del edificio.

Rachel lee lo claro que tiene las cosas, la facilidad con la que puede describir su relación sin tantos peros.

—Me gusta, es muy nosotros —confiesa amando el párrafo— tengo que endulzarlo un poco, pero...

—Da igual, es lo que sabemos hace mucho —Christopher inserta el número de piso en el ascensor— Es una tontería desgastarse.

—Para mí es importante —contesta ella— Al fin seremos una pareja...

—Hace mucho que somos una pareja, que tú le dieras vueltas al asunto es otra cosa.

—Ok, entonces el "Nunca apostaría por ti" —reclama Rachel— ¿Era una forma de decirme que me querías a tu lado?

—El romanticismo siempre me ha parecido una pendejada.

—Si, claro.

Rachel se adentra en el Pent- House molesta y él la sujeta de la cintura antes de recorrerle el abdomen mientras le besa el cuello llevándola a la alcoba.

—Mia eres desde que te monté por primera vez y es lo que importa. Lo demás sobra. 

Sube el vestido recorriéndole la cara interna de los muslos logrando que Rachel se humecte los labios girando en sus brazos, uniendo sus bocas en un beso largo que le deja soltar los botones de la camisa en tanto él la obliga a retroceder haciendo que toque la cama.

Le desnuda el torso, se quita los vaqueros y él le saca el vestido tratando de no agitarse, pero es inevitable y termina yéndose contra ella sin dejar de besarla con lengüetazos vivaces que la hacen contonearse excitada.

—Nena, abre —pide él soltándole el sostén, pero ella lo detiene.

—Desde Red Hills no sé lo que es dormir —confiesa— Quiero dormir y verme bonita mañana...

—Rachel...

—Lo necesito —le da un beso — El embarazo me quite energía, entiéndelo por favor.

Christopher se acomoda en su puesto tragándose la rabia. Se necesitan, si y mucho, la dureza de Christopher es dolorosa y la humedad de Rachel es desesperante.

Pero Rachel pese a desearlo quiere que descanse, así como quería que comiera. Si tu cuerpo no está bien, tu mente tampoco lo estará y por eso es que él se desconecta tan abruptamente. 

—¿Te enoja? —pregunta Rachel cuando se tapa los ojos con el brazo.

Claro que le molesta, pero también le molestan las disputas y no quiere oír el pretexto de "Soy un pedazo de carne" Las peleas que ya lo tienen harto y seguramente lo terminaran de empeorar. 

Para Rachel, tenerlo al lado basta para sumergirse en las horas de sueño que tanto necesita. Apaga las luces dándole la espalda y no ha terminado de poner la cabeza en la almohada cuando él la abraza llevándola contra su pecho.

—¿Tienes frió? —pregunta ella girándose quedando de cara contra él. 

Rachel se conforma con tenerlo al lado, pero él no, él tiene que tenerla entre sus brazos cerciorándose de que nadie se la va a quitar.

*

Una vez más volvemos a comprobar que nadie detiene lo inevitable. Solemos ir en direcciones contrarias, pero se nos olvida que el mundo es redondo.

La nieve cae en Londres mientras Angela y Laila dejan a Patrick en su casa después de que su esposa le dislocara la muñeca. En su hogar Luisa y Simón sostienen a Peyton frente a la ventana mostrándole la nieve que ha empezado a caer.

Brenda y Parker caminan por la calle tomados de la mano muertos de la risa recordando lo que pasó, Rick abraza a sus dos hijas en High Garden mientras Patrick comparte cama con Abby y Alex le muestra las cámaras a Sara explicando lo sucedido. 

¿Que les espera mañana? No se sabe, el futuro suele ser incierto, sin embargo el destino tiene más cosa pactadas. Lo inevitable no es solo que acabamos de ver y asi como llegó esto vendrán muchas cosas más. 

*Imaginemos que se cierra el telón* 

El capitulo se publicara entre 6 y 8 pm.

Chic@s esta narración es supremamente nueva para mí, asi que disculpen los errores, en fin luego vemos que hacemos.

FELIZ CUMPLEAÑOS A: 

Masielle, Victoria, Grecia, Dahiana, Variana, Marbelis, Julissa, Maria Alejandra, Stefany. 


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