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EN OTRO LADO

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Mientras Rachel se hacía los análisis con el ministro. 

Luisa.

Dejo la carta en la mesa esperando la llegada de mi cita, tiene diez minutos de retraso y me he tenido que entretener con el show en vivo que ofrece el establecimiento. Le doy un sorbo a la copa de vino y lo veo bajando los escalones buscando la mesa.

Nos hemos estado mensajeando, empezamos con un tema casual y poco a poco fuimos hablando de temas en común en plan de amigos con coqueteo disimulado por parte de él.

—Hola, hola —saluda Alan tomando asiento— Perdona el retraso con lo de Phillippe todo está de patas arriba.

—Descuida —le doy otro sorbo a mi vino— Quise esperarte para ordenar.

—Que, considerada, gracias.

El entorno es agradable, un restaurante brasileño propiedad del tío del soldado.

—¿A qué debo el honor de la invitación almorzar? —pregunto.

—Quería compartir con la psicóloga más sexy del comando —contesta galante— Los mensajes son divertidos hasta cierto punto.

Alan es un buen manjar para la vista, alto, moreno, acento sexy y cuerpo de modelo de comercial para ama de casa.

—Bien, no creí que fuera de tu agrado, pero...

—Luisa, todas las mujeres son de mi agrado ... ¿Te puedo llamar Luisa a secas? —inquiere— Las mujeres intelectuales son una maravilla y no solo ellas... Las altas, delgadas, graciosas, gorditas...

Me hace reír.

—Es bueno saber que no eres un hombre con perjuicios. La nueva era está llena de idiota superficiales.

—Sácame de esa lista; Yo lo único que busco en una mujer es que me pueda reír y ser yo ¿De qué me sirve la supermodelo si me va a poner perjuicios todo el tiempo?

—Pienso lo mismo, mi crush en la preparatoria fue un fraude. Me enamoré de él porque era el chico más lindo —comento— Logre una cita y por poco me vomito, era un idiota sin un gramo de inteligencia.

—Que decepción...

—Total.

Ordenamos la comida y el almuerzo transcurre entre anécdotas sobre citas desastrosas, me saca varias carcajadas, ya habíamos salido antes, pero su enfoque ese día era Brenda sin embargo nos dio un buen espectáculo bailando música de carnaval.

—¿Qué harás en la tarde? —indaga— Yo tengo el día libre para ti si te apetece.

Dejo que me sirvan más vino.

—¿Pediste el día libre por mí?

—Quedaría como un mentiroso si te digo que no.

Dejo que me sirvan más vino y...

La atención de todos se concentra en los cuatro policías que entran encaminándose a nuestra mesa.

—¿Alan Oliveira? —preguntan

—¿Sí? —contesta el moreno.

—Tiene usted una orden de captura

Lo levantan.

—¿Que? ¿Por qué? —trata de buscar la placa y le entierran un bofetón que lo toma desprevenido.

—¿Oiga qué le pasa...?

—Usted también tiene orden de captura, así que cállese señora.

Me ponen de pie esposándome las manos.

—Suélteme...

—¡Cállese!

Me muestran una hoja que ni alcanzo a leer.

—¡Oiga, oiga no sea idiota y deme una explicación de lo que está pasando! ¿Por qué me está arrestando?

—Es un caso reservado.

—¿De qué habla?

El tío de Alan se opone, se arma una algarabía y paso la vergüenza de mi vida cuando me sacan llevándome a la patrulla.

—Llame a mi superior —le pide Alan a su tío— No pueden arrestarme, así porque sí.

Forcejea.

—Debo saber qué diablos está pasando...—intenta decir y lo vuelven a abofetear...

—¡Guarde silencio!

—Ni siquiera me ha leído mis derechos... De hecho, no sé porqué me está arrestando...

—¿Tiene idea de los derechos que está violentando? —me quejo— Trabajo para una entidad judicial.

Me meten al vehículo a la fuerza, a Alan le ponen una bolsa negra en la cabeza y entro en pánico cuando noto que es un secuestro, Alan forcejea también y le entierran un puñetazo que lo deja inconsciente.

—¡¿Que le hicieron imbéciles?! —grito asustada—¡¿Alan?! ¡Alan!

Empiezo a patalear asustada cuando no reacciona.

—¿Lo mataron? ¿Qué clase de policías son ustedes?

—¡Cállese señora!

Encienden la sirena y le grito a Alan que despierte, pero no me escucha la patrulla sigue en marcha y siento que me voy a mear cuando se desvían del camino que lleva a la estación de la policía.

—¡¿Me van a secuestrar?! —grito despavorida— ¡Auxilio!

Frenan en la parte de atrás de un edificio agrietado el cual era la antigua penitenciaria. Me niego a salir del vehículo, me toman de los pies, pataleo y me sacan a las malas echándome sobre el hombro del policía. El sitio apesta, esta oscuro y da miedo con las paredes a punto de caer.

—¡Mi papá es un francotirador y les va a volar los sesos si me hacen algo! —sigo pataleando.

Arrastran a Alan que despierta forcejeando.

—Si me está arrestando debe saber quién soy y exijo hablar con mi superior ¿Me oye? —exige— Demando la presencia de mi capitán Dominick Parker.

Nos meten a una celda quitando las esposas y uno de los supuestos policías le pide a Alan que se arrodille.

—¿Que va hacer? —me opongo— ¡¿Muéstreme su placa?!

Se niega, lo obligan y le ponen un arma en la cabeza.

—Tus últimas palabras imbécil...

Me le voy encima apartando el arma y me sujetan mientras arrojo patadas. Disparan el arma en el aire, Alan empieza a llorar y se me salen las lágrimas a mi también.

—¡Manada de cabrones suéltenlo!

—¡Quiero hablar con mi superior!

—Tus últimas palabras imbécil —insisten recargando el arma.

Alan colapsa con el cañón en la cabeza gritando mientras yo suplico que no lo maten. Llevan el dedo al gatillo y...

Deslizan la reja dándole paso a Parker, Simón y Patrick. Dejo de patalear con la mandíbula descolgada.

—¿Qué es esto partida de idiotas?

—¡Mamá! —sigue gritando Alan con la lona en la cabeza.

Parker le quita la bolsa y este sigue llorando.

—Ya cállate.

—Oh ... ¿Que está pasando?

—Ya paso, cierra el pico...

—No puedo....

Esta en shock y sigue gritando.

—¡Que ya! —Parker le da un bofetón para que reaccione.

—¿Pero con qué clase de retrasado anda Brenda? —le reclamo— ¿Por qué mierda lo abofeteas?

—No sé quiere calmar y ni siquiera sé que estoy haciendo aquí.

—Capitán gracias a Dios —no deja que Alan lo toque...

Simón se mantiene serio en la mitad y encuella Alan poniéndolo a su altura.

—No vuelvas a mandarle mensajes a mi esposa.

—Yo no soy tu esposa...

—¡Guarda silencio! —me ordena Patrick.

—¿Si saben que esto se llama abuso de autoridad?

—Si —contestan los tres.

—No es personal, pero estoy harto de que andes abejorreando mujeres ajenas y esta va ser mi última advertencia —Simón le entierra otro bofetón a Alan — No te quiero ver molestando a la mamá de mi hija.

—Si hermano parala ya —se mete Patrick— Búscate una soltera y no chingues a la mujer de Simón y advierto desde ya que a la mía ni la mires.

—¿Lo tienes claro? —pregunta Simón y Alan asiente— Bailes, almuerzos y coqueteo quedan prohibidos y es una orden ¿Lo entiendes?

Lo suelta.

—Sí capitán.

—Tanto que jodes y te vi en Tik tok.

—¿Me está espiando?

—Qué asco hermano —secunda Patrick regañando a Alan— Déjate de mariconadas ¿Es que no tienes cojones?

—Como capitán a cargo voy a encargarme de eso —Parker saca a Alan— Lo que te falta es que te recuerde porque estás en la milicia.

—¡Largo todos! —exige Simón.

Patrick se va tras ellos seguido de los hombres armados dejándome a solas con el que se hace llamar el padre de mi hija.

—Estoy muy enojado contigo, ya me tienes hasta la coronilla con tus pendejadas no eres una mujer soltera y yo no soy ningún pelele pintado en la pared.

Trae unos vaqueros ajustados, botas y playera la cual reluce las placas del ejército.

—¿Ah sí? —pongo los brazos como jarras— Pues yo también estoy muy enojada ¿Sabes?

—No me digas...

—Y cachonda también, porque me prende mucho tu papel de capitán...

—¿sí? ¿Te prende zorra infiel? —acaba con el espacio que nos separa— Pues quítate la ropa desgraciada.

Se endereza.

—Es lo que voy hacer.

—Ah pues yo también...

Se empieza a desnudar mientras yo siento que la vida se me va haciendo lo mismo, queda como Dios lo trajo al mundo, me alardea la polla sacudiendo la mano sobre ella y me le voy encima dejando que me alce mientras lo beso dejando que nuestras lenguas jueguen con intensidad, el tacto de su mano sobre mis muslos termina de mojarme y se va conmigo al suelo con su cuerpo entre mis piernas.

—Toca lo que te vas a meter —me baja la mano para que le toque la erección— No te quiero oír gemir porque te voy a dar duro. 

Hago caso derritiéndome con la dureza que siento y la acomoda en mis bordes arrancándome el primer gemido.

—Capitán...

Me tapa la boca dándome una estocada que arroja pálpitos por todo mi cuerpo.

—¡Guarde silencio señora Miller! —dice mientras me embiste— Mi condena es que se tragara todo lo que le provoca mi polla griega en su coño americano.

Posa las manos bajo mis brazos follandome con un ritmo fuerte y constante dejando que la corona de su miembro toque los puntos claves de mi sexualidad complaciéndome con los 21 centímetros que se carga, me lame la garganta y pone mis muñecas contra el piso.

Su lengua juega en mi boca y me aprieta contra él recordándome porque me enamore, porque me idiotice con el chico despistado que va por la vida sonriéndole a todo el mundo.

—Te eche mucho de menos —jadeo y no recibo respuesta— Simón...

Baja a mi cuello marcándome con los dientes y pone un poco de distancia llevando los dedos a los pliegues de mi sexo recogiendo el jugo que solté, se lo pasa los labios y se relame con la lengua sin dejar de embestirme antes de besarme otra vez.

—Simón...

No me habla, sigue en lo suyo enganchándose mi pierna en el brazo y me pone sentimental el que solo estemos follando y esto solo sea una prueba la cual define si nos superamos.

Nuestras miradas se conectan y me muerde la barbilla embistiendo mientras me aprieta los glúteos ¿Lo supere?

Lo obligo a que me vuelva a mirar provocando que mi corazón se acelere al detallar el rostro del que me enamore, me surge un vacío del tamaño del océano encharcándome los ojos... Yo lo...

Lo amo ¡Jesús bendito! Amo que Peyton sea su hija y amo haberlo escogido como esposo.

—Córrase señora Miller —me toma la cara— Y es una orden.

Nos uno cuando lo abrazo con todas mis fuerzas disfrutando las estocadas que me da, oculta la cara en mi cuello y me clava las uñas en los hombros acompasando el orgasmo que nos toma a los dos.

Se pone de pie poniéndose el pantalón y me quedo en el piso, soy de las afortunadas que tiene la delicia de tener un esposo como el papá de Peyton. El abdomen de lavadero me vuelve a prender, pero me arroja el vestido para que me lo ponga.

—Vístete que te llevaré a casa.

—Oye tú a mí no me mandas y te dije algo y ni siquiera me respondiste.

Frunce el cejo abrochándose la correa.

—Si no lo capte es porque no me intereso.

—¿Qué te pasa? —lo desconozco.

—¿Amnesia señora Miller? Así era cuando me conoció —se defiende— Vístete.

—No...

Me lanza una mirada que me pone de pie demostrándome porque es un capitán en el ejercito élite. Sale dejándome en la celda y empiezo a vestirme molesta sintiéndome insegura por su actitud.

Salgo recogiéndome el cabello, Alan no esta y Simón me toma del brazo metiéndome en la patrulla, Parker espera en el asiento delantero y Patrick atrás.

Es el momento más vergonzoso que he podido pasar. Todos están serios y lo único que hago es mirar a la ventana mientras conduce. Entramos al vecindario atrayendo la mirada de los vecinos cuando ven a la patrulla con las sirenas encendidas.

—Salga señora Miller —ordena Simón cuando se estaciona frente a nuestra casa.

La sirena sigue con la algarabía, la cara me arde de rabia cuando baje.

—No vuelva a cometer infracciones —me dice por los altavoces— Las consecuencias serán más graves.

Sigo caminando.

—¿Le quedó claro señora Miller?

No volteo.

—Señora Miller ¿Le quedó claro?

Los vecinos detienen el paso.

—Señora Miller...

—¡Si maldito cabrón! —volteo queriendo que la tierra me trague y escupa en Arizona.

Me encamino a la casa y...

—Señora Miller.

Vuelve hablar obligándome a voltear.

—Yo también la echo de menos —me dice y contengo la sonrisa— Ahora entre a la casa.

La empleada me abre mirándome raro y veo a Laila, Brenda y Alexandra en la sala, se supone que vamos a visitar a Rachel.

—Parker es un abusador —le reclamo a Brenda— Y Patrick un alcahueta.

Corro a la escalera.

—¡Todos los hombres de la elite son una partida de trastornados!

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Alex.

Stefan me da un resumen de todo lo que sucedió en el quiosco estilo balcón que tenemos en el segundo piso, da una vista deslumbrante a los jardines y Rachel esta reunida con sus amigas en las tumbonas que tenemos a pocos metros.

—Rachel no quería que la tacharan de traidora por eso no vino antes. Estaba buscando la manera de llegar con pruebas para que usted se dejara hablar —me explica— Paul me llamó en el aeropuerto avisándome que la iban a matar y que no había marcha atrás en ese momento Naomi se me soltó cuando se orinó y salió corriendo al baño.

—¿Quién la cortó?

—Con el capitán Lewis revisamos las cámaras del aeropuerto y vimos que una sospechosa seguía a Naomi desde que entramos al aeropuerto —aclara— La mujer entro al baño detrás de la niña cuando huyó y salió con una navaja ensangrentada, supongo que en ese momento la obligó a decir que era Paul.

Le doy una calada a mi cigarro.

—La mafia es una gangrena que se está comiendo todo el sistema judicial, no se sabe quién esta con quien y mañana soltaran a Liz. No hay pruebas las cuales demuestren que haya envenenado a la hija de Kazuki. Que estuviera con la niña no dice mucho —comento— Ahora solo confió en los que sé que no me fallaran, soldados que se han mantenido fiel a mí y a mi hijo. La pregunta es si puedo confiar en ti Gelcem.

—Haga lo que su corazón le diga. Mi lealtad siempre estará con Rachel ella se quedó sin una libra por mí. Me saco de Paris con escasas semanas de conocerme y son pocas las personas que dan tanto por un aparecido —se encoge de hombros— Me hubiese podido ir, me hubiese unido al bando de casos internos y no lo hice pese a que ellos me hubiesen podido ofrecer un mejor cargo como a Paul, pero no me mantengo con Rachel y siempre será así.

le doy otra calada al puro.

—Tenía que irme y sacar a Naomi porque la iban a presionar con la niña para que no peleara, ella se iba a preocupar porque nosotros saliéramos —aclara— Paul me pidió la computadora cuando fue el apartamento y yo le dije que Rachel se la había llevado. Cuando Naomi dijo que era él supe que mentía porque Paolo nos dijo que Phillippe había entrado a la FEMF a los doce y Paul entró a los siete... Sospeche de Derek enseguida y lo comprobé cuando mande Naomi a la sala, la niña se llenó de miedo.

Respira hondo.

—Rachel empezó atar cabos rápido por eso se dejó quitar las llaves, si no era Paul era Derek ya que después de él Derek también estuvo varias veces en el apartamento —continua— Nos estaban distrayendo sabían que ella estaba recelosa con Paul y Derek brindo "La mano" Para que Rachel le diera la información, pero no contaron con que Rachel conectara el ordenador a su móvil... Rachel le pregunto cuanto se demoraba derrumbando el sistema y le dijo "Dos horas" Ella le dio cuarenta minutos y estaba tan afanado por borrar todo que no se percató de que Rachel estaba viendo todo.. A los veinte minutos ya había derribado el sistema y Rachel lo noto, de ahí para allá solo fue cuestión de analizar —explica— Le hice creer a Paul que estaba de su lado, saque el auto y espere a que Rachel saliera porque sabía que iba a salir, embarazada no se iba a dejar matar. Esa pelea no la iba a ganar conmigo y con Naomi.

Asiento.

—Yo la voy apoyar en lo que ella necesite, así como ella ha estado conmigo en las buenas y en las malas.

A Stefan Gelcem los bajones de la vida le enseñaron apreciar las cosas buenas que le brinda y Rachel es eso. Vivió una infancia de pobreza, se hundió con los Fersi, la FEMF lo tomó de esclavo y Rachel de amigo.

—Puedes retirarte.

—Como ordene.

Se va y me quedo viendo los jardines, Phillippe Mascherano se largó al igual que Paul y el concejo me pidió que me quedara en el cargo. Me hicieron la propuesta de seguir gobernando debido a la situación que atraviese la FEMF.

Todavía no doy una respuesta, pero creo que será un sí. Por mi hijo y por mis nietos, si lo analizo es la mejor forma de seguir teniendo el control. Yo no puedo dejar que me arrebaten a nadie más y Rachel es una vela la cual espanta las sombras que casi me llevan al suicidio.

—¿Mala noche? —se me acerca Laila.

Apago el puro.

—Para nada —contesto. No miento la noticia me tiene tan ilusionado ya que pese a los problemas me emociono cada que recuerdo que seré abuelo— Estoy disfrutando lo que se siente estar de vuelta.

—Me alegra... Con tantos acontecimientos no tuve tiempo de darte el sentido pésame siéndote sincera lo lamenté mucho.

—Lo era —ignora el dolor que me late en el pecho— Era el mayor y el menos serio, pero así lo queríamos, así lo adoraba yo.

La herida está demasiado reciente como para obviarla y Laila lo nota, posa la mano sobre la mía y no la aparto.

He tenido muchas mujeres y de todas puedo decir que ella llego lejos, pero no a la meta.

—¿Como estás tú? —le pregunto.

—¿Te soy sincera o miento?

—Al ministro no se le puede mentir.

—Me enamoré —confiesa apoyando los brazos en la baranda como si estuviera hablando con un viejo amigo— Conocí a un hombre delicioso... De esos que ves pasar y dices "Hey a dónde vas bon bon"

—Interesante.

—La fantasía de todas; Joven, vieja, adolescente aquí no hay quien se salve, porque es el hombre más espectacular que me he podido topar.

Me roba una sonrisa.

—Lo extraño. Echo de menos que me llame y me diga, estoy abajo así que vístete y baja —se va acercando— Es un ministro, yo soy una teniente y aunque no lo parezca puede ser mi papá, pero mi cerebro no asimila nada de eso y lo quiere, aunque no se pueda.

Le acaricio la cara, es muy bella y me gusta la forma que tiene de enamorarse de la vida.

—El efecto Morgan debería ser un delito —me dice.

Se empina a besarme la boca, un beso casto que intenta profundizar, pero no le correspondo.

—Explícame si es porque no sientes lo mismo o porque tienes miedo de volver a escribir una nueva historia.

—Me gusta la que ya escribí y aunque marcaras un cambio ella sigue siendo mi poema favorito.

Me acaricia el brazo.

—No te noto muy seguro ya que me veo en tus ojos y... Hay algo que me invita hacer lo que estoy haciendo ahora preguntándome ¿Si ella no estuviera qué hubiese pasado? ¿Qué pasa si no me doy por vencida y llegó a la meta?

Le doy un beso en la mejilla.

—Descansa —la dejo.

Las amigas de Rachel se callan cuando las interrumpo. La empleada les trajo una bandeja de té y la teniente James esta acostada en el sofá con la cabeza en las piernas de Alexandra.

—Tápate —advierto— La noche esta fría y te vas a resfriar.

—Si —me hace caso poniéndose el cobertor en los hombros.

Mi olfato capta el olor a tarta cuando salgo al pasillo, bajo la escalera encaminándome a la cocina confirmando mis sospechas. Sara actuando como la loca de los platos.

Stefan esta con ella anotando los trucos que le da. Están tomando vino y Sara le da un sorbo a su copa.

—Yo no tuve apoyo de nadie —comenta Sara— mis papás querían que estudiara administración   por el negocio de la familia.

—La cadena hotelera —concluye Stefan.

—Sabes todo de mí ¿Eh? —toma un cuenco batiendo crema.

—Soy su admirador número uno.

Hay cuatro tartas en la barra y Stefan se pone a decorar una.

—¿Que estás haciendo? —pregunto cuando entro del todo a la cocina.

—Desaforando mi felicidad —contesta Sara— Tengo que contener esto o me volveré loca... Son dos...

—Shhh —la contengo.

—¡No me lo quiero callar!

Respira hondo y Stefan se ríe.

— Quiero que salga en los titulares, ir de compras anunciarlos los eventos y que el mundo se entere que Sara Harts va ser abuela...

—Sara...

Suelta lo que está haciendo y me toma la cara estampándome un beso en la boca.

—¿Tienes idea de hace cuanto no nos sentíamos así? —confiesa con los ojos llenos de ilusión— Tu estabas vuelto pedazos y mírate ahora... Estoy feliz por eso, porque trajo de vuelta al Alex que has sido siempre y eso que nos acabamos de enterar.

Vuelve a besarme.

—Imagínate cuando crezca la panza, cuando sepamos que sexo es y podamos decorar las habitaciones —se muerde los labios— ¡Quiero que sea ya! Yo voy a estar aquí para todos los antojos, mi mamá decía que cuando se complacen todos se tienen niños hermosos.

—Por favor, ya se sabe que serán hermosos son mis nietos.

Me pega una palmada en el pecho.

—Mi ADN también tiene lo suyo, así que no te lleves todo el crédito...

—¿Que? Christopher no se parece a ti y por ende...

—Tiene mis nachas...

Suelto a reír y termina muerta de la risa conmigo.

—Los niños siempre traen felicidad —comenta Stefan.

—A mí también me alegra mucho la noticia —confieso— Necesito la dulzura y la ilusión que conlleva todo y no solo eso... Es legado de mi único hijo, dos personas se fueron y dos personas vienen...

—¿Quién viene? —Christopher dejando a todo el mundo en silencio— ¿Que está pasando aquí? ¿Adoptaron este pedazo de mierda y no me entere? ¿Stefan Morgan?

Barre con la copa de vino y lo empujo para que no se le vaya encima. Sigue bebiendo y ya me está colmando la paciencia.

—Lárgate de mi casa —echa a Stefan.

—No —habla Sara— No se va ir.

—¡Tu no opines!

—Si opino porque es mi casa y al igual que tu soy libre de disponer —se impone— Rachel y él van a vivir aquí porque necesitan protección y si no te gusta no vengas, al igual no entiendo que haces en la mansión si se supone que nos detestas...

—Lo mejor es que me vaya... —se disculpa Stefan recogiendo los apuntes que le dio Sara— Que tengan buena noche.

Sale por la puerta del jardín para evitar contiendas.

—No voy a malgastar palabras contigo —contesta Christopher— Ninguno de los dos vale la pena... Ninguno de los tres...

Se apoya en la barra alcanzando una de las tartas, toma una cuchara y empieza atiborrarse de pastel.

—Todos ustedes me valen un quintal de mierda...

Sigue comiendo llenándose la boca, por muy hiriente que sean sus palabras nada apaga la felicidad que tengo ahora, lo observo comer y no sé ni porque estoy orgulloso.

¿Por qué me va hacer abuelo?  ¿Por qué me salió semental haciendo dos?

Me eleva el ego que se parezca a mí y aunque me odie el que me dé nietos hace que lo quiera más, es como si me hubiese dado el mejor regalo que se le da un padre.

Lo observo mientras come evocándolo de pequeño, de bebé fue bastante apegado a mí pese a que no estaba. Era una bola de grasa la cual llenaba de besos hablándole como idiota «Que vergüenza» Reece se me burlaba y yo me burlaba de él cuando lo sorprendía haciendo lo mismo... Hasta Regina cayó una vez.

Sonrio y no sé ni porqué...

—¿Que? —se pone a la defensiva— No habías notado lo bello que soy ¿o que carajos te pasa?

Sara disimula la sonrisa.

—Sigue comiendo —le señalo la tarta— Parece que llevas días de hambruna.

Acaba con lo que hay pasando todo con una botella de whisky...

—No es agua.

—Me voy al pent-house, allá es donde tengo que estar...

No me pongo a discutir, dejo que se vaya y Sara se me acerca ubicando las manos en mi cintura.

—Como que quiero desaforar la emoción viéndote sin ropa —me besa— Deberías irte y ponerte cómodo, a lo mejor subo y te hago compañía un rato, hay unos asuntos del restaurante que debo comentarte como los socios que somos.

—Ok... Lo negocios no se pueden posponer, así que te espero...

—Tienes razón.

Me topo con las amigas de Rachel en el vestíbulo, se despiden con un buenas noches y me aseguro de que Rachel este en su alcoba, la encuentro sentada en el tocador.

—¿Todo en orden? —pregunto— ¿Dolores, síntomas de alarma? ¿Hambre, algo que te apetezca?

—Todo está en orden, gracias —se pone de pie y el pendiente vuelve a llamar mi atención.

—Oye eso no me convence todavía —lo señalo— ¿No te duele? ¿Como los vas a consentir si duele cada que te pasas las manos por el abdomen?

—No señor, no me duele.

—Dime Alex, ya te dije que puedes tutearme.

—No me duele ni incomoda, Alex —contesta— Lo tengo desde los 18.

—Lo voy a debatir con Rick cuando lo sepa —vuelvo a la puerta— ¿Tomaste el medicamento?

—Si.

—¿Cenaste?

—Si.

—¿A qué horas?

—A las siete.

Miro el reloj, ya son las diez.

—Le diré a la empleada que te suba algo para merendar y no te acuestes muy tarde tienes que descansar eso es muy importante.

—Ok.

Cierro la puerta. Todo esto tiene que salir bien, cueste lo que cueste voy a tomar todas las medidas que se requieren. Le doy la orden a la empleada, tomo una ducha y me coloco un pantalón de pijama.

Reviso las novedades mientras llega Sara, Christopher sigue en primer lugar, sin embargo, mantenernos a salvo es lo que importa ahora y por ello voy a retirarlo de la candidatura. Es un riesgo, pero dejarlo también lo es.

—Señor ministro —llega Sara.

Sostiene una carpeta y se puso los lentes de lectura. La madre de mi hijo se vuelve hermosa con los años, es del tipo de mujer que ves en la calle y confundes con una de 37, la melena castaña se mantiene tal cual como la conocí, se cuida manteniendo la figura y el estilo de una mujer de negocios la cual es una figura reconocida en el mundo de la gastronomía.

Se quita los tacones subiéndose a la cama y la sigo ubicándome a su lado.

—Tres ciudades me pidieron un restaurante y no sé por dónde empezar. Tenemos Marbella, Lisboa y Darwin —me explica— Me dieron las estadísticas de cada una, pero ya sabes como soy con los números y cálculos... Como mi socio quiero que me aconsejes.

Con la nariz le aparto el cabello de los hombros.

—Creo que no voy a poder, porque los únicos cálculos que puedo hacer ahora son los que definen si te lo hago tres o cuatro veces esta noche.

Busco su boca abriéndome paso dentro de ella va pasando las manos por mis costillas y los papeles van quedando de lado cuando caemos en la cama, ubico el cierre de su vestido y...

—¡Joder que asco me dan! —replica Christopher en la puerta— ¡¿Que mierda hacen?!

Sara se incorpora avergonzada.

—¡Ándate a tu alcoba! —echo a Christopher.

Salgo de la cama.

—¡Primero explícame qué diablos está pasando! —reclama — Si uno se está besando en la cama es porque...

—¡Bingo! ¿No creerás que la cigüeña te trajo al mundo?

Se lleva la mano a la boca corriendo a mi baño. ¡No me lo soporto! Sara se apresura socorrerlo y este se aferra al retrete vomitando todo.

—¡Christopher lárgate a tu alcoba y no me jodas en mis momentos de descanso!

—¡Esta mal es que no te das cuenta! —me regaña la mamá.

—Solo esta ebrio y no que se iba...Que puto fastidio ya me tiene harto.

Sigue vomitando y me aparto al sofá, parece que no lo voy a dejar de criar nunca. Sara lo saca del baño y este se tambalea mientras camina.

—Si te das cuenta —Sara señala los papeles— Estábamos hablando de negocios.

—¿Por qué le das explicaciones?

—Oh sí negocios —Christopher se viene a la cama— Yo quiero saber como andan cosas, así que sigan con lo suyo.

Se acuesta en mi sitio.

—Los oigo.

Sara toma los papeles retomando el tema y a mí la molestia no me deja ni escuchar, explica varios puntos y Christopher termina dormido con el brazo sobre los ojos.

—Lo voy a cuidar, está muy ebrio y me da miedo que le pase algo.

Busca sabanas en el armario y le quita los zapatos antes de taparlo.

—¿Que? ¿Va a dormir aquí? Tiene su propia alcoba.

—No seas berrinchudo y ándate a otra alcoba o duerme en el sofá. Pero no lo voy a dejar solo y tampoco lo voy a mover.

Aniquila la poca paciencia que tengo, esto es ridículo a estas alturas. Me pongo una playera de mala gana.

—Yo no voy a dormir en otro lado, me quedo aquí.

—Alex por favor...

—Quiero dormir con mi esposa.

Apago las luces y Sara se acomoda en la mitad dejando que la abrace, se ríe entrelazando nuestros dedos y le beso la coronilla dejando que el sueño me tome mientras planeo como le voy a decir a Christopher que lo voy a retirar de la candidatura.

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