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CAPITULO 89


https://youtu.be/DPk-LXs1BeQ


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FORTUITO.

RACHEL.

Siete meses y medio, treinta semanas, doscientos diez días con los mellizos en mi vientre en medio de altos y bajos que me esmero por aguantar, aferrandome a la tasa en la que bebo el menjurge amargo, fuerte y espeso que me hace querer vomitar, pero no puedo devolver y lo termino pasando antes de echar la taza al fuego rabiosa por lo horrible que es.

Siento que la cabeza se me va a reventar, que los oídos me van explotar mientras que la sangre arde bajo mi piel en medio de los efectos del Taipan, compuesto que corre por mis venas.

Soy Rachel James Mitchels; políglota, francotiradora, criminóloga, rescatista, teniente de la tropa Alpha, «¡Puedo con esto!».

Me mantengo sentada sobre mis piernas dobladas frente a la chimenea con mi ropa de yoga, el sudor corre a través de mi piel y siento que me estoy prendiendo fuego con los mellizos moviéndose dentro, sin embargo, no me paro porque soy un soldado, estoy entrenada y preparada, ya que mi título de teniente no me regalaron, me lo gané con sudor, sangre y entrenamiento.

No hay energía eléctrica por la tormenta, el perro se mantiene a mi lado y mis pulmones se achican cada que respiro. Recibir oxígeno es una tortura cuando mi odio hacia Antoni entra en duelo con las porquerías que me ha suministrado sumandose lo que viaja por mi cuerpo.

—¿Dónde está Christopher? —le pregunto a Tyler en medio de la agonía que me condena a la bala de oxígeno.

—Recuestese, mi teniente —pide, pero me niego a que me levante ya que la cama me debilita más.

Los truenos retumban, el agua golpea el techo acompasandose con la tempestad y parece que estuviera en el maldito infierno. Los huesos me duelen, la vista se me oscurece a ratos, parece que tuviera la peor de las fiebres y los mellizos no dejan de moverse como si estuvieran padeciendo el mismo calvario.

—¿Dónde está Christopher? —vuelvo a preguntar.

No me gusta su silencio, son casi las dos de la mañana, no me ha hablado desde que se dio el resultado y desde ese momento no he podido contactarme con nadie.

—Tyler —entra Make—, ven por favor.

Entra a levantarme, pero me niego con el suplicio que estoy viviendo y Make no entra en contienda ya que Pucki se pone a la defensiva y termina alejándose, dejándome con el animal que me lame la panza descubierta.

—Buen perro, Hodor —trato de distraer la cabeza, pero en el fondo sé que algo está pasando, ya que Dalton e Ivan están prestando guardia bajo la tormenta.

Esta sintomatología aparece cada que me dan brebajes y no sé si me quiere curar o matar. Los movimientos adentro son bruscos y no resisto la posición levantándome como puedo.

«Italiano hijo de puta». La manguera del oxígeno es larga y me acerco a la puerta apoyándome de las paredes harta de tanto misterio.

Los escoltas están reunidos en el piso de abajo y Death está con ellos empapado por el agua de la lluvia al lado de la rubia. Me quedo en la esquina de la segunda planta cuidando de que no me vean mientras clavo la frente en la pared.

—No se sabe nada a ciencia cierta —informa Death—, solo que Gema está al frente de la FEMF junto al presidente del Concejo y el ministro está preso al igual que parte de la Élite.

Mis latidos aumentan al igual que el desespero que me eriza la piel lanzándome al abismo del miedo de que lastimen a mis seres queridos.

—Entramos en alerta tipo 5—añade Make—, Antoni Mascherano escapó de Iron Walls.

Me tambaleo y la contracción es inminente con la descarga de oxitocina que libera mi cerebro llevándome a la baranda de la escalera en la cual me cuesta sostenerme.

—¿Que huyó quién? —me dejo ver y todos se apresuran a mi sitio— ¡¿Donde está Christopher?!

La última oración de Make se repite en mi cabeza y la imagen del coronel, de mi familia, de mis suegros y de mis colegas me hunde en un pozo, «Si quieres mi ayuda vas darme tu palabra prometiendo venir a mí sin que tenga que buscarte».

—¿Escapó? —le vuelvo a preguntar a Make queriendo que mienta, pero asiente confirmando la noticia.

—Cálmese...

Las palabras prometidas al italiano son una puñalada que me marea desatando otra contracción que me quita las fuerzas a la vez que una oleada de agua tibia avasalla mis muslos con un suplicio más intenso y agresivo que todos los anteriores.

—¡Rompió la fuente, llévenla a la cama! —pide la rubia y el dolor es demasiado, tanto que siento que me están desgarrando por dentro. El sudor me abarca y ella da órdenes claras llamando a la mujer que le ayuda en los quehaceres.

—¡Para esto! —exijo con las contracciones que se unen al ardor que me quema las venas.

—Respira —pide ella y grito cuando no soporto los espasmos.

El viento de la tormenta abre los paneles de la ventana y los truenos retumban mientras me retuerzo queriendo morir.

—Te voy a anestesiar y procederé con la cesárea — informa la rubia y sacudo la cabeza.

Si no estoy consciente no sé qué harán con ellos y yo los quiero nazcan como nazcan. Siento que el oxígeno no es suficiente y que todos mis huesos están siendo fracturados al mismo tiempo.

—¡Los voy a parir asi me muera! —dejo en claro— ¡No quiero ninguna anestesia!

Traen toallas, agua, gasas, encienden velas y no sé que es más tortuoso; si las contracciones que me quitan la capacidad, la idea de sopesar que he perdido al coronel o el saber que mi peor pesadilla está afuera.

Los truenos disfrazan mis gritos, Death atiza la chimenea y el perro no deja de ladrar ferozmente al pie de la cama. La rubia tarda frente a los implementos haciendo no sé qué, pero no deja que se cierren las ventanas mientras hago lo posible por resistir, por no desmayarme.

—Hombres, fuera —pide antes de desnudarme de la cintura para abajo y la casera que le ayuda se posa a su lado alistando lo que falta.

Me limpio la sangre que me sale de la nariz y cierro los puños en la sábana. Tengo miedo de que los pueda matar, de que no sobrevivan y todo esto haya sido en vano.

—Puja cuando te lo diga.

El dolor llega a los niveles nunca antes alcanzados y pujo, pero no surge nada y no entiendo lo que me dicen con el zumbido que tengo en los oídos.

—¡Puja! —me indica ella, pero fallo en el nuevo intento cuando el vértigo me resta la capacidad de coordinar.

La tormenta no cesa y vislumbro los relámpagos en la pausa mientras que mi cabeza no deja de pedir una sola cosa y es que salgan bien. Me mareo en medio del llanto, no lo logro con la cuarta vez y mis ojos empiezan a cerrarse.

—¡Rachel! —la voz de Christopher llega a mis oídos a la vez que sus manos toman mi cara— ¡Reacciona y hazlo ya!

Me aferro a sus brazos esperando la contracción que me levanta y debilita al mismo tiempo. No funciona e intento tres veces más mientras mi corazón amenaza con detenerse.

—¡Una vez más! —exige él.

Los muslos me tiemblan, el coronel no me suelta, a pesar que está empapado por la lluvia. Pujo de nuevo y en medio de la tormenta, de los truenos, relámpagos y ladridos sobresale el llanto y dicho llanto suave hace que Christopher se aleje a recibir al bebé que emerge de mí después de que la rubia le haya cortado el cordón.

—Falta —me tomo un minuto.

Vuelvo a pujar más débil, pero con la misma ganas de oír al otro. Los brazos se me cansan, mis pulmones se queman y hago todo lo que puedo, pero su llanto no me llega cuando sale.

—No lo oigo...

La casera se encarga de mí mientras la rubia se lleva al bebé que sigo sin escuchar. Me pide pujar una vez más expulsando las placentas. Continúa sacando lo que falta y limpia rápidamente antes de darme los puntos de sutura necesarios.

—¡Ven ya! —llama al coronel.

Christopher se apresura a entregarme al bebé que tiene en los brazos, el cual sigue llorando y una ola de emoción mezclada con felicidad me abarca con el perfecto ser que toco sintiendo como mi corazón saca raices envolviendo su imagen en mi ser. Estoy débil, cansada, enferma, pero tengo a la criatura más bella que he podido conocer sobre mi pecho.

Sonrío como una idiota con lágrimas en los ojos revisando sus manitas, las piernitas y están completas al igual que su rostro y las hebras negras.

—¿Y mi otro bebé? —pregunto, pero el coronel se afana a tomar la bala especial de oxígeno— Christopher....

Débilmente trato de consolar al que tengo, sin embargo, no estoy completa y la paranoia me toma entrando en crisis. Ella desenfunda una jeringa y quiero oponerme a que se la entierre, pero lo hace, espera, le pone varias gotas en la boca, lo vuelve a inyectar otra vez y tres minutos después su llanto se complementa con el que tengo en los brazos, pero no me lo da. Me quitan el que tengo conectandolos a ambos al montón de cables que se enlazan con los monitores.

Los llevan a la incubadora que encienden con el motor eléctrico de emergencia y el coronel viene a mi puesto buscando mis labios.

—¿Está bien? —le pregunto por el que no vi y duda, pero asiente— Quiero cargarlo.

—Luego.

—¿Es...? —no quiero hacer la pregunta.

—Un Morgan —me dice llevándome contra su pecho y sabe que eso no es lo que quería preguntar. Necesito saber si le falta algo, si es tan perfecto como el que ya vi, pero me pide que me recueste.

—Antoni —vuelvo a sangrar por la nariz y me voy quedando sin la capacidad de respirar —. Le prometí...

—¡Lo voy a matar! —me regaña queriendo que me tranquilice — Me voy a encargar, pero tenemos que irnos de aquí, ¿Lo entiendes?

Asiento dejando que me abrace con fuerza sintiendo que el lazo que nos une ahora es cinco veces más fuerte.

—Hallalo antes de que él me encuentre a mí —es lo último que le digo antes de que mis ojos se cierren y lo último que veo son las incubadoras donde yacen mis hijos conectado a un sin fin de monitores.

Caigo en una pesadez profunda que no me deja reaccionar y solo siento como me mueven. Estoy ardiendo en fiebre y de un momento a otro paso de estar en la casa a estar acostada en la cama del Jet que ya reconozco.

Los labios se me mueven para preguntar por los mellizos vislumbrando a Christopher frente a ellos, inyectando a uno de ellos tal cual lo hizo la rubia. El avión se alza en vuelo, el cansancio vuelve a ganarme y no puedo despertarme por más que lo intento. Solo escucho voces lejanas...

"Polonia", "Mellizos aislados", "Malformación".

—Traelos —le pido a él, pero no pueden salir de la incubadora.

—Luego.

Logro abrir los ojos cuando bajan la camilla semi levantada que me adentra en el nuevo sitio después de los bebés que ya tienen un médico y siento que el cansancio se va por unos segundos al ver parte de la Élite, entre ellos Patrick, Alexa, Dominick, Brenda, Angela y Stefan que están con varios amigos de Death.

Mis amigas son las primeras en abrazarme rompiéndose sobre mí y siento que entre las tres no se sabe quién la está pasando peor.

—Muevanse —exige Christopher—. Cada quien con sus problemas.

Se tranquilizan como las mujeres de la milicia que son.

—¿Qué pasó? —Pregunto débil— Alex, Sara, mi familia, el resto...

—Luego lo hablamos —me dice Brenda con los ojos hinchados al igual que Alexa. Supongo lo mal que deben estar por Abby y Harry.

Step se apresura a ayudar con todos mientras intenta ocultarse del coronel que está dando órdenes por teléfono con Patrick y Parker a su lado preocupados.

—Íbamos en el mismo auto cuando intentaron capturarme —explica Angie mirando a Stefan—. Es fiel a ti y me dejó claro que está con nosotros, que quiere ayudar en lo que se requiera.

Asiento dejando que me suban a la habitación especial donde el dolor de cabeza resurge obligándome a cerrar los párpados perdiendo la noción de todo.

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Antoni.

El silencios, la oscuridad y la noche se prestan para crear lo más bellos poemas a partir de las estrellas que brillan trayendo el inexorable crecimiento de las sombras de un alma melancólica, que en vez de inspirarse componiendo versos, se imagina lo bien que se vería un escandaloso crimen con semejante luna tan hermosa.

Italia es mi casa, mi orbe, mi sitio. Extiendo los brazos disfrutando del viento que trae a mí el olfato el delicioso aroma del alcornoque. Huele a elegancia, sangre, desastre, caos y destrucción.

Saboreo el nombre de Rachel James y siento el tacto de su piel en mis dedos, sus fogosos labios sobre mi boca, imaginándome sobre ella desnuda entre pétalos rojos.

¿Quién puede olvidar a esa bella obra de la creación?

—¿Ya se puso en contacto? —le pregunto al hombre de mi izquierda,

—No, los cuervos están trabajando.

Sigo avanzando, espero que sea una mujer de palabra, porque las promesas no se rompen y ella juró venir a mí por voluntad propia.

He viajado todo el día, ya que Phillippe no quiere que esté en su "zona". «No ha notado que el juego de los dos acabó y que su hermano mayor quiere de nuevo su tablero de ajedrez».

Me aislo para reponerme en lo más recóndito de Positano. Las ruinas del antiguo castillo destruido por la FEMF hace años aparece frente a mí y me adentro en este reparando mi antiguo hogar. Las entradas secretas son las que están habilitadas, por ende, no se sospecha de que se esté viviendo aquí

Los Halcones lo han dejado "habitable" y las grandes puertas se cierran tras de mí, obviamente esto no es digno del líder de la mafia, pero con paciencia todo se puede. El grupo me está esperando manteniendo la debida postura y se nota que han pasado hambre con la persecución que tenían encima.

—¿Dónde está él? —le pregunto Alí que se mueve dejándome en el centro de la sala.

Vuelve rápido tirando del brazo al niño que se revuelca en el piso gritando, pataleando y manoteando. Intenta tomar el puñal que tiene Ali en el pantalón y su actitud ensancha mis labios.

—Damon —susurro antes de acercarme y mi tono lo deja quieto logrando que Alí lo suelte.

Junto las palmas quedándome a su altura y no puedo estar más feliz con el negro siniestro que albergan sus ojos, «genes heredados». No me conoce, no lo conozco, pero podría dejarle todo ya mismo con el mero hecho de verlo, ya que no hay duda de que compartimos el mismo lazo y es el hijo que supuse que me darían para idolatrar.

Mi presencia lo deja estático dejando que le revise los brazos, el torso y la piernas que me hacen respirar hondo con las cicatrices que tiene por la difunta Dalila que en paz no descansa, ya que mis cuervos han de estar picándole los ojos en el infierno.

El cabello castaño y liso le cubre la frente, la nariz es delgada y en su rostro se denotan los rasgos italianos. Se ve que será alto y sujeto sus manos pequeñas besando el dorso de estas, conciente de que tocarán mucha sangre.

—Il mio piccolo diavolo, el escándalo te quita misterio y elegancia — le hago saber—, pero paciencia que papá ya está aquí dispuesto a pulirte como el hermoso cuervo que eres.

«Il mio piccolo diavolo : Mi pequeño demonio». Le peino el cabello con las manos antes de traerlo a mi pecho dándole un beso en la frente y lo abrazo como también me hubiese gustado abrazar a Lucian.

El legado lo es todo para quien tiene sangre única, sangre que no tiene la plebe. Alzo el mentón de mi hijo quien tiene la suerte de que su padre sea un genio capaz de convertirlo en algo maravilloso.

—Me hubiese gustado que bebieras sopa con sangre de engendro —de haber estado libre se llevaría ese placer.

Me pongo en pie respirando hondo antes de tomar la mano del niño, el cual no deja de mirarme dejando que lo lleve a mis antiguos laboratorios seguido por Alí.

Lo subo al mesón y de la vieja caja fuerte escondida entre ladrillos saco los pocos componentes que tengo del HACOC.

—Observa Diavolo —le digo—, tienes muchas cosas que aprender.

Dejo que Alí me ponga al tanto de todo mientras miro el reloj contando las horas que ella tiene de retraso. «Rachel», como toda diosa caprichosa quiere que siempre la vaya a buscar y por mi parte solo espero que sus aberraciones ya estén en el sanitario.

Trituro los componentes en el mortero metálico volviendo a mirar el reloj, no soy paciente cuando de ella se trata y mi cabeza tiene un tic tac que me hace pensar en las miles de formas en las que puedo llamar su atención, pero como me hizo una promesa quiero creer en ella.

—¿Alguna llamada? —vuelvo a preguntar y Alí sacude la cabeza.

Hecho el polvo en los tubos experimentales sacando las fórmulas que hice en prisión, un buen distribuidor siempre tiene crear nuevas ideas.

—Dame detalles de lo que ha pasado —le pido al Halcón.

Ya sabía ciertas cosas, pero con más tiempo puedo enterarme con más detalles. Me hacen asentir y detener la tarea un par de segundos asimilando que la mayoría ya anda actuando como su naturaleza lo exige.

—Entonces, ¿El Boss se retiró de la pirámide? —indago— ¿Con permiso de quién? A mi no me consultó en ningún momento.

—Lo conoces, no le agradaba el líder.

—Pero el líder nunca ha sido Phillippe y él lo sabe.

Mi hermano es un estulto. Mi abuelo tardó años en crear treguas entre la mafia rusa y la mafia italiana, pero ahora se le dio por quebrantar uniones justo cuando gobierna la cabeza más grande que ha tenido la Bratva y cuya persona me pone en riesgo en el lado de la mafia.

Mezclo los componentes creando lo que más atrae, en eso se me va toda la noche. Mando a Damon a descansar para que no se le desgaste la capacidad cerebral y prosigo a anotar e inyectar a las personas que me traen con el fin de comprobar los efectos mientras el HACOC sigue en proceso de elaboración.

Unos mueren mientras que otros son encerrados en cuartos experimentales que me permiten ver la evolución. Extraigo sangre, realizo estudios, compruebo efecto y funcionamiento mezclando una sustancia con la otra logrando resultados perfectos. Tengo una libreta con futuros experimentos y patento uno de los que tenía pendiente con el tic tac en mi cabeza, el cual me empieza a impacientar.

Ella ha de estar depurando el veneno después del aborto. Sin células prenatales en su sangre las toxinas empiezan a desaparecer dejando una que otra secuela que puedo reparar a largo plazo.

—Señor —me llama Alí y mi atención no se centra en él, sino que se centra en el cuervo entrenado que entra volando con un pedazo de gasa ensangrentada en el pico. Planta las patas en la mesa y me apresuro a arrebatarle lo que tiene estudiándolo rápidamente.

—Nacieron —digo con la ira en máxima potencia, la cual me hace buscarle solución a la falla y es despedazarlos en este mismo mesón.

«Terca al esforzarse, el veneno lo depura ella, no ellos»

—Ahora recibiremos a tres en vez de uno, pero solo uno se quedará —informo.

Odio tanto que me lleve la contraria pariéndole a ese inculto mal nacido. Y es que no puedo vivir sabiendo que tienen ese vínculo el cual nunca se deshace, ya que los hijos recuerdan que se tuvo algo y no quiero que comparta nada con él porque es mi Dama, no la de él.

—Cotiza hombres y armas —le indico Ali—. Hay que ir por la hermana de la principessa... Ya sabes, para motivarla a salir de la madriguera.

El cuervo la perdió de vista y termino de fabricar mi moneda de cambio, el cual es el HACOC que fabrico durante los tres días siguientes. Y mientras yo trabajo, ella sigue sin llamar, sin aparecer, sin saber que las promesas son muy importantes para mí.

Dedico los dos próximos días a fabricar grandes cantidades de la droga que empaco y distribuyo a cambio de armas. Patento las nuevas creaciones y le doy de comer a mi gente banquetes que los fortalezcan queriendo que el resurgimiento me tome en un buen estado.

—¿Alguna llamada? —vuelvo a preguntar.

—No señor, no hay pistas de ella todavía.

Tomo aire por la boca, le gusta que haga las cosas a las malas. Los James están resguardados en Londres y la carnada más fácil está en Polonia, por ello me muevo a dicho sitio siguiéndole los pasos a Ilenko, ya que está en Varsovia con el Underboss y su esclava, «Emma James».

Me traslado a dicho sitio complaciendo mi vista con la viveza de la ciudad. Vladimir Romanov lleva unos días en uno de los mejores establecimientos de limpieza y depuración acompañado de su padre y sus voyevikis. Los rusos no visitan hospitales, pero el HACOC obliga a usar equipos que no son caseros ya que deja toxinas que si o si deben quitarse.

Hay un helicóptero en el helipuerto del centro el cual doy por hecho que es el que los traslada, ya que ser un mafioso de alta categoria nos da nuestros lujos. Entro al edificio elegante y presuntuoso como un ciudadano más dejando que mis hombres hagan su trabajo, me avisan lo que tengo que saber y me voy al puesto de los diarios esperando lo que no tarda en aparecer.

Ilenko y Vladimir Romanov con Emma James quien sostiene las pertenencias del Underboss siendo tratada como una esclava más, la cual luce los collares de la Bratva. Aborda el ascensor con el rubio y sus voyeviki mientras Ilenko es dirigido a una oficina.

Esto hay que hacerlo rápido. Me entregan los pines de traspaso entre pisos y subo las escaleras mientras Alí hace lo mismo con las armas resguardadas.

—Habitación 3385—me avisan.

Acomodo mi traje para que la damisela no se lleve una mala impresión tomando el largo y ancho pasillo, caminando como uno de los tantos empresarios que visitan el sitio.

Mis hombres lucen igual de elegantes que yo y Ali se baja silenciosamente a los dos voyevikis que cuidan el área siendo atacados por la cautela que manejan los halcones.

El resto de hombres está dentro con el Underboss y la puerta de la alcoba se abre dándole paso a la hermosa jovencita de cabello negro que sale con una carpeta en la mano.

Lee dando unos cuantos pasos hasta que nota a los hombres que están en el suelo y levanta el rostro mirando a mi sitio, «El esplendor le da una belleza única».

—Ciao —saludo e intenta devolverse aterrada apresurandose a la alcoba, pero le cierran la puerta en la cara con la maniobra de defensa de los voyevikkis que se enfoca en proteger al Underboss al percatarse de la llegada de la mafia italiana.

—No tengas miedo, bella doncella —le ofrezco mi mano mientras avanzo a su sitio—. Vamos a ver a tu hermana que ha de extrañarte.

Intenta correr hacia la otra punta del pasillo, pero vuelve a frenarse con el hombre que aparece con varios hombres atrás.

—Christopher —se desespera por llegar a su sitio, pero él alza el arma mientras yo alzo la mía.

—¡Vamos a ver qué es lo que te vas a llevar y con qué es lo que va a joder al otro ahora!

Espeta soltando la tanda de disparos contra la doncella obligándola a empujar la puerta que tiene atrás al verse amenazada por la bestia que se hace llamar "cuñado".

—¡De nada te vas a valer ahora! —advierte.

Desencadena el cruce de balas en pleno pasillo y me cubro cargando mi arma. Sabe a lo que vine y por ello prefiere matarme la carnada. Sube la adrenalina con los proyectiles que traspasan paredes.

Mis hombres responden y mientras se da el intercambio de disparos busco la puerta por la que huyó ella, la cual lleva a la salida de emergencia. En los pisos de abajo se están enfrentando mis hombres con los del londinense y la menor va escalera arriba impulsandome a que la siga corriendo veinte pisos hasta que la alcanzo en uno de los descansaderos, tumbandola y metiéndole el arma en la boca cuando le aprieto la garganta en el suelo.

—Como no amar esta bella obra del creador —le beso los ojos celestes absorbiendo su aroma mientra las balas siguen tronando abajo y la levanto sujetandole la playera listo para llevarmela, pero me forcejea con brío volteandose con un giro violento que no me esperaba.

La abofeteo haciendo que su cabeza se estrelle contra el escalón abriéndole la sien, mi pié se hunde en su abdomen inmovilizandola y me vuelve a dar pelea evadiendo la bala que lanza Christopher desde abajo antes de empezar a subir.

Un proyectil me perfora el traje, le respondo con furia y ella aprovecha para empujarme continuando con la huida que me hace seguirla.

—¿Pero por qué les gusta que siempre sea por las malas? —no se detiene— ¡No hay escapatoria, doncella!

Abre la puerta de acero y toco el concreto de la azotea logrando que corra más rápido al ver lo que va a hacer y es lanzarse por la orilla del edificio «Cagna».

Es tan veloz que mis balas se estrellan en el pavimento cada que le atino a las piernas y la sigo persiguiendo, pero la nariz del Mi-28 que resurge desde abajo moviendo las aspas me detienen cuando se acomoda de lado mostrándome al Boss que arremete contra mí mientras ella no deja correr lanzándose a los brazos del ruso que la recibe.

—¡No te metas con mis mierdas!

Advierte el Boss saltando del helicóptero cayendo sin tambalear, alza su arma de nuevo contra mí y el subfusil que tiene me mueve al containers de metal cuando ataca con violencia al punto de Christopher, que se resguarda tras la puerta de acero que acaba de abrir.

—¡¿Muy ardido por que no te la mato frustrándote el plan de proteger a tu puta, maldito hijo de perra?! —sigue arremetiendo sacando el arma que tiene atrás atacando el container sin dejar de apuntarle a la puerta.

—¡No te veo de rodillas ante el líder! —le grito enardecido por su osadía a la hora de atacarme.

—¡No tengo líder, no tengo rey; mis únicas reglas son las de la Bratva y no perteneces a ella! —manifiesta.

«¡Esto era lo que tenía que evitar Phillippe, ya que unidos era más fácil ganar!»

La basura sale disparada por los proyectiles y aprovecho para acabar con el coronel disparando a su sitio, ya que Ilenko no deja de acorralarme.

Mis municiones se acaban, cambio el cargador y en esos segundos escucho la patada que hace volar la puerta a la vez que el londinense tira un explosivo y, mientras se cubre con la plancha de acero, me tiro al suelo al igual que el ruso esperando el estallido que no tarda nada en llegar haciendo que mi arma salga a volar lejos con la caída. Los paneles solares se destruyen en millones de pedazos al igual que el containers en el que me escudaba.

El ruso se levanta con un cuchillo en mano. Tomo el tubo de acero que tengo cerca queriendo acabar con esto de una vez por todas en tanto agarro la navaja con la otra mano. La primera patada impacta en mi pecho empujándome hacia atrás a la vez que suelto el tubo.

Christopher arremete contra mí atinando con el puñal que carga y lo evado logrando que me roce el brazo. Se percata de la cercanía del ruso y se da la vuelta recibiendo el impacto del puño de Ilenko en el mentón, devuelve el golpe y el ruso realiza una llave rodeándolo, tomándolo del pelo listo para desgollarlo, pero el coronel le da un cabezazo que lo hace tambalear cayendo al piso.

Va por él batiéndose en un duelo de puños y rodillazos violentos que sacan la sangre de ambos dándome tiempo de estrellar con fuerza el hierro en las costillas del coronel que cae mientras lanzo una puñalada al pecho del ruso, pero el cuchillo arremete en el pavimento cuando se mueve mientras el londinense me lanza un codazo a la mandíbula e ilenko se pone de pie soltándome una patada en el abdomen en tanto sujeta el cuello de Christopher, éste le saca el brazo usando la llave que lo hace impulsarse en él para atacarme en el pecho con una patada.

Aprovecho su maniobra para mandarle el puñal al hombro mientras que el ruso lo derriba e intenta arrancarle la mandíbula en el suelo y mi puñal atina a la garganta del Boss sin resultados, ya que sujeta mi muñeca.

Arremeto una vez más con varios rodillazos que le hacen soltar al coronel y me voy contra Ilenko dándole con la punta del tubo en el estómago haciéndolo encorvar.

Christopher lanza dos fuertes puñetazos que me hacen sangrar y le atino dos rodillazos seguidos, uno en el estómago, otro en la mandíbula y el codazo del coronel me manda atrás antes de que el Boss lo tome distrayéndose, cosa que aprovecho para enterrarle el puñal en el muslo. Christopher intenta mandarme su cuchillo en el ojo mientras trata de zafarse de Ilenko que está por llevarlo al suelo hasta que...

El grito de "Alto Servicio de Seguridad especial polaca" por medio de los altavoces hace que me mueva en dirección contraria apresurándome a saltar al piso del edificio vecino de mi derecha mientras el coronel hace lo mismo con el de la izquierda y el ruso corre a lanzarse al helicóptero blindado que lo recoge.

La ira me deja agitado y me limpio la sangre que emana de mi labio mientras que cada uno se queda en su punto por una fracción de segundos donde nos miramos con ira antes de desaparecer dejando claro que esta nueva contienda apenas acaba de empezar. 

════ ⋆★⋆ ════

Las amo.

Besitos 

con amor.

Eva



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