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CAPÍTULO 83

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173 motivos.

Rachel.

La tarde se está tomando la ciudad y en los jardines reposan los restos de nieve que dejó la tormenta de ayer. Es el día, el olor a loción y fijador invaden la alcoba mientras Lulú termina de prepararme.

El moño bajo con tocado permite detallar todas las facciones de mi cara y el rímel alarga más mis pestañas con un elegante maquillaje el cual me hace ver radiante.

—Terminado —Lulú deja de lado las brochas girando la silla para que vea el vestido que reposa en el maniquí. Un diseño exclusivo mandado a hacer por Luisa el cual me deslumbra cada vez que lo veo.

Me levanto dándole un último vistazo antes de ponérmelo, es bello por donde se le mire, pero esta experiencia tiene un sabor agridulce.

No es lo mismo, tengas a los que tengas, una boda no es lo mismo sin tu madre. Siento que falta algo, aparte de que los nervios no me abandonan desde que concluyó la unión civil donde Luisa y Simón fueron mis testigos.

Christopher tampoco me ayuda estando discutiendo con Alex cada cinco segundos, el único consuelo es que logré que descansara y comiera antes de darle inicio a todo. No hemos tenido sexo y eso es algo que tampoco le agrada, desde esta mañana no lo veo ya que el coronel es la manzana de la discordia y mientras a mí me llenan de adulaciones a él de culpas.

Me coloco los tacones que me dejan nueve centímetros más alta y suelto la bata de seda que me cubre.

—Te ayudo —se ofrece Lulú.

Es más de lo que pedí, todo es más de lo que pude imaginar y es la consecuencia de que tus mejores amigas te conozcan más de lo que te conoces tú, como Luisa con el vestido, Laila con los zapatos, Brenda con la iglesia.

Entro al vestido y el blanco diamante abraza mi piel con un corset entallado de encaje y pedrería el cual suelta la tela de organza y el tul que destaca el corte princesa.

La cola de tres  metros con bordado cubre el piso y mi espalda luce un escote en U que me añade el aire sensual que nunca me abandona, resalta mis senos y las mangas caídas le dan un toque delicado.

¿Luzco como una novia bella? No, luzco como una jodida diosa la cual parece que se va a casar en el olimpo con esto.

Me vuelvo hacia el espejo y las lágrimas se me salen de inmediato, pensé que nunca me vería así, que este sueño se había sepultado con el exilio. La ausencia de mi madre me pone peor.

—Cariño mío, las potras que se casan con millonarios vergones no lloran  —me regaña Lulú— No chingues el día.

—Estoy muy hormonal —respiro hondo.

Lulu me señala el collar y no quiero hacerlo, pero es necesario ya que la atención debe estar en el vestido y no en los accesorios. Al igual Christopher siempre tiene las cosas bajo control.

Lulú se apresura a abrir con los toques en la puerta y es Harry con su traje de pajecito.

—¿Me mandaste a llamar? —entra como un hombresote con el traje de pajarita hecho a la medida.

El recuerdo de Luisa, Scott, Harry y yo jugando a que nos casábamos me encoge por dentro.

—Quiero saber si te gusta cómo me veo —le digo.

—Pareces una princesa —toca la cola del vestido maravillado — Una muy bonita.

Me agacho a su altura, Lulú me pasa lo que sabe que le voy a entregar y es la cadena que le regaló Brenda a su padre, la cual le quité a Jared en Italia.

—Me hubiese gustado mucho que tú papá estuviera aquí, lo quería mucho ¿Sabes?

Asiente.

—Mamá dice lo mismo.

Desabrocho la cadena, yo ya lo tuve por mucho tiempo y me la llevé para no sentirme sola, pero ya no lo estaré y es algo que le pertenece al niño.

—Esto era de él, pero ahora es tuyo y espero que te sirva para recordar que alguien te cuida desde el cielo.

Deja que se la coloque dedicándome la más bella sonrisa, repara como le queda demostrando lo mucho que le gusta cuando nota la letra de su inicial.

—Gracias tía —me abraza— Ahora si me disculpas, voy a practicar mi entrada con Abby.

—Anda —dejo que se vaya corriendo.

—No ha crecido y ya lo quiero como yerno —dice Lulú y vuelvo a ponerme de pie con la entrada de Stefan.

Se me hace raro que traiga el uniforme de los que servirán en el banquete y no el traje de gala.

—Perdón por colarme, pero quería verte antes de meterme a la cocina —se toma las manos como si tuviera conteniendo el impulso de abrazarme— ¡Estás preciosa, Ángel! Ahora sí estoy viendo ese brillo que tanto quería.

—Gracias soldado, pero explíqueme ya mismo porque no trae su uniforme.

—Trabajaré en el banquete, para que no anden diciendo por ahí que la teniente James no dio una buena comida...

—Stefan... —lo corto— No eres un sirviente.

Lo he dejado tirado con los últimos acontecimientos, al no estar yo aquí en la mansión se encargó de medio reorganizar mi apartamento quedándose allá.

—Quiero que vayas.

—Y que no luzcas como mesero —secunda Lulú.

—No soy bienvenido, es mejor no darte problemas.

—¡Claro que eres bienvenido! —lo regaño— Eres mi amigo, así que ya mismo te cambias que quiero verte allá...

—Ya la oíste —lo saca Lulú— Y espero que sepas mover el culo porque voy a bailar con todos los buenotes.

Cierra acomodando el velo en el maniquí antes de quitarlo, tiene terminaciones en hilos plateados. Me agacho cuando Lulú lo toma listo para ponérmelo.

—Es precioso —comenta y...

—Yo lo hago.

Me incorporo con la voz de Luciana que luce un vestido color malva viéndose más elegante que nunca iluminándome la tarde, dando el toque dulce que necesitaba este día para ser perfecto.  Se acerca y vuelvo a acomodarme para que coloque el velo, ¡Maldito sentimentalismo! Que me hace apretar los labios.

Vuelvo a enderezarme mientras ella lo acomoda sobre mis hombros.

—Lo odio a él, pero te adoro a ti —confiesa— Casada o no seguimos siendo madre e hija.

Trago grueso cuando me abraza como cuando era pequeña y creía que la solución a todo era que ella me dijera que todo iba a estar bien.

—Te quiero mucho —le digo— Te cuesta estar aquí, pero.. 

—Yo también te quiero, lo otro dejemoslo de lado —saca un broche para el cabello— Algo azul y viejo —me lo coloca— Yo lo usé en mi día.

—Evitemos los retoques ya que estos polvos son caros —se queja Lulú. 

Hace lo suyo antes de echarme el perfume mientras mis amigas y mis hermanas llegan también avasallándome con halagos. Alexa está estresada otra vez y Mariano vuelve a explicarme el protocolo.

Hay seguridad por todos lados con los hombres de confianza, excepto Tyler, Dalton e Iván que irán como invitados. Le pedí a Alex que les diera el día libre.

Salgo al pasillo en medio de la algarabía de todos y la cara de papá remueve mi pecho otra vez. Trae su uniforme de gala luciendo las medallas obtenidas a lo largo de su vida, sujeta mis manos besándome en la frente.

—La avioneta está encendida, aún estamos a tiempo y es tu última oportunidad —susurra— ¿Quieres huir?

—No.

—Te puedo llevar a la playa —insiste.

—Ya no soy una niña para que me compres con eso.

—Pero quiero que lo seas —confiesa— Sinceramente no puedo hacer esto...

—¡No se ande con gallinadas ahora! —lo regaña Lulú— Ándele afuera que nos va a hacer llegar tarde.

Los Morgan ya están en la iglesia, aseguran el área y vuelven a revisar la limusina que abordo con mi familia. Sam y Emma resaltan lo deslumbrante de todos y mis papás se esfuerzan por sonreír mientras nos abrimos pasos dentro de la ciudad.

—Hay que planear un itinerario en los días que estaremos aquí —sugiere Sam— Ya vi varios lugares.

—Yo ya quiero comprar ropa para los bebés.

—Es demasiado pronto —aclara mi mamá.

—Si, como también es demasiado pronto para casarse —empieza papá— Mejor vámonos a Arizona y le compro un gato a cada una. 

—Por cosas como estas es que no tengo vida sexual ni pareja—refunfuña Emma — Espantas a todo el mundo. 

—Vuelves a decir vida sexual y en tu conciencia quedará mi muerte —se exaspera Rick— ¡No me interesa imaginarme a mis hijas follando!

Luciana lo tranquiliza dándole un beso mientras mis hermanas hacen planes, quieren pasarse la licencia conmigo ya que Alex puso High Garden a su disposición queriendo recomponer lo que pasó en Phoenix y no quiere que viajemos en mi estado. 

—Estamos llegando —se emociona Emma.

Por seguridad hay varias calles cerradas antes de llegar a la iglesia. Las bodas en nuestro ejército son diferentes a una ceremonia común manejando un protocolo que se rige a los estándares católicos.

Las campanas suenan, los periodistas le toman foto a la limusina, el sol ya se está escondiendo y la enorme iglesia se cierne sobre mí cuando bajo. Mariano me guía a la otra entrada estipulada donde ya están los que harán la entrada conmigo.

—Abuelo, ven que te presento a mi papá —le dice Harry a Rick— Es el capitán Dominick Parker.

—Harry —lo regaña Brenda.

—¡Genial, ya perdí a Harry también con otro zoquete! —Mi papá en modo drama es de lo peor — ¡Y miren a quien tenemos aquí, al padrino que casi no reconozco sin las strippers!

—¿Cuáles Strippers? —pregunta mi mamá.

—Cuéntele ya que anda de digno... —alega Patrick

—¡Calla que estás hablando con un superior! 

—¡No empecemos! —trata de conciliar Sam. 

Unos se quedan abajo mientras yo subo a la segunda planta que me permite contemplar la iglesia que está llena. Olimpia, el consejo, el equipo electoral de cada candidato, soldados con sus parejas, colegas que tenía años que no veía.

Cho no pudo venir, pero ella y todos los de la isla me enviaron los mejores deseos con una postal grupal. Terminan de preparar lo poco que falta, las luces de la prensa no dejan de parpadear y los músicos organizan los instrumentos en uno de los palcos.

—¿Que tal todo? —me pregunta Laila— ¿Si te gusta?

—Obviamente si. 

Una ola de murmullo se desencadena abajo y muevo la cabeza nerviosa, pero los nervios se convierten en rabia cuando veo a Gema en la entrada atrayendo toda la atención luciendo un vestido marfil, suelto, de punto y tirantes delgados.

Su madre la acompaña pegada de su brazo con un traje de falda y ambas caminan con lentitud por todo el centro saludando a varios.

—Esas entradas solo son para la novia y su séquito —regaña Mariano en el teléfono— Y el blanco estaba prohibido para todos los invitados.

La gente se ríe en tono jovial saludándola con besos.

—Pensábamos que era la novia.

—Christopher no tiene tanta suerte —bromea ella.

Alcanzo a captar varios comentarios, "¿Qué pasó con las campanas?" "¿Ya no hay marcha nupcial?" "Se ve hermosa teniente Lancaster". Reluce a Marie mostrándose amable mientras mamá la mira mal.

—Londres alberga gente que me da pena ajena —comenta. 

Se ubica con mi papá para darme la bendición mientras las campanas siguen sonando, los nervios me toman, el collar me hace falta y de la nada empiezo a preguntarme el porqué de todo tan perfecto si para mí nunca lo es.

Si a mi cada vez que me dan a probar algo me lo quitan abruptamente... La promesa de Antoni se repite en mi cabeza al igual que la imagen del Boss de la mafia rusa.

"Respiras porque eres la mujer del diablo, estás marcada fichada y escrita en el testamento."  La amenaza me encoge. 

¿Y si vienen por mí? Mis padres me abrazan al tiempo cerrando los ojos mientras le piden a Dios que me bendiga, pero sigo nerviosa.

—¿Qué tienes? —pregunta Luciana— ¿Llamo a Sam?  

—Necesito hablar con Christopher —le pido.

—Cariño no...

—¡Por favor! —insisto— ¿Cuándo todo había ido tan bien? En cualquier momento...

—Rachel —me calma—No tengas miedo, todos estamos aquí para protegerte.

—Damos inicio  —avisa Mariano. 

Cuatro trompetas militares resuenan en los cuatro palcos de la iglesia agigantando todo, forjandome mil nudos en la garganta. 

El público se pone de pie al ver las dos filas de soldados perfectamente alineadas que se toman la iglesia con fusiles en el hombro, marchando hasta formar dos líneas que van desde el altar hasta la entrada siendo encabezados por Gauna.

—¡Bajen armas! —ordena logrando que obedezcan de forma masiva— ¡La milicia le rinde respeto al máximo jerarca Alex Morgan Davis, su ex esposa Sara Harts y a su hijo el coronel Christopher Morgan Harts!

Entran, pero a ninguno de los tres les puedo ver la cara.

—Es hora —indica Mariano.

Mis nervios no se apagan y termino concentrada en el ramo que me entregan «Nada malo va a pasar» Me digo mientras bajo esperando a que Maggie, Abby y Harry hagan su entrada arrastrando a Peyton en un carrito en tanto reparten pétalos hasta llegar al final.

Alexa sujeta el brazo de Patrick, Luisa el de Simón, Brenda el de Parker, Laila el de Stefan y Emma el de Tyler. Sam lo hace con mi madre sujetando un pequeño ramo entre sus manos.

Avanzan hasta el altar y me tomo un par de minutos antes de mi momento, antes de posarme en el inicio de la alfombra con el corazón galopando, son las seis de la tarde y varios faroles cuelgan a lo largo de iglesia como si estuvieran desafiando la gravedad estando quietos.

—La milicia le rinde sus respetos al ex general Rick James Long y a la teniente Rachel James Mitchels.

Los soldados se posan firmes, el violonchelo inicia la melodía y sujeto con fuerza el brazo de mi padre cuando se da inicio a la primera estrofa de la canción con la que caminaré al altar. 

È troppo tempo che Non siamo soli io e te Non chiedo luce ormai Quindi il mio sole sarai.

Doy el primer paso sintiendo el peso de todos mis órganos mientras papá avanza volviéndose un mar de llanto, temblamos los dos y yo trato de contenerlo, pero sé que mis ojos están brillando presos de las lágrimas, por él, por mí, por todo. 

—Siempre serás mi niña y una de las mejores medallas que me ha dado la vida —me dice— Si te falla, recuerda que papá te esperará con los brazos abiertos listo para llevarte a la playa.

Asiento con los pulmones ardiendo, todas mis amigas están llorando incluyendo mi madre y mis hermanas. El espacio se va acabando mientras la presencia del coronel va quitando el peso de mis miedos, la angustia merma, mi corazón paso de galopar a correr envuelto en una nube de fuego. Alex está a su lado portando también el uniforme de gala.

Christopher me detalla bajando cuando papá se detiene, su loción me avasalla mientras se pone firme dedicando un saludo militar a Rick por tener un cargo más alto, pero a papá no le importa otra cosa que no sea quitar las lágrimas que le cubren el rostro. 

—Dale todo el amor que le he dado yo desde que nació —le dice— No me la dañes, no me la lastimes porque te juro que no dudaré ni un segundo en venir por ella.

Dejo de temblar cuando el coronel me ofrece la mano enguantada que sujetó con firmeza. 

—Una nueva familia nace a partir de hoy —habla el sacerdote— Y frente a este altar bendecimos esta unión ante los ojos de Dios.

Alza la cadena con la placa de la milicia que en nuestra entidad representa la unión de dos familias, el padre se acerca mostrando el grabado Morgan - James. Alex y Sara respaldan a Christopher mientras Rick y Luciana hacen lo mismo conmigo.

Sujeto la cadena con el coronel con la mano de mis padres sobre mi espalda.

—Padres, bendigan a sus hijos —empieza el sacerdote— Sean ejemplo, consejeros y un apoyo en lo que viene de aquí en adelante.

El sacerdote toca la placa.

—Que su primogénito porte esto con orgullo sintiéndose dichoso de venir de ustedes —termina.

Mamá recibe mi ramo y Sara la cadena para que podamos continuar. Una leve melodía suena de fondo mientras él y yo subimos al altar.

—Queridos hermanos...

—¿Dónde está el collar? —murmura el coronel serio— Te dije que...

—No es momento para reclamos, yo no te estoy reclamando el que no estés desnudo como lo prometiste.

El padre se calla cuando se lleva las manos a la chaqueta como si fuera a soltarse los botones, se las bajo y el sacerdote procede con la ceremonia llevando a cabo todos los rituales. Siento los ojos de Gema y Marie sobre mi espalda ya que están en primera fila sacudiendo la cabeza a cada nada.

Pasamos por las oraciones, bendiciones y no me amargo pensando en terceros, ya de por sí cometí el error en los minutos que sentí miedo. Ahora en lo único que me puedo concentrar es en lo que me ha traído aquí, en porque Christopher pese a ser todo lo malo, para mí es todo lo que quiero.

Reparo el uniforme y el perfecto rostro que se mantiene serio e inmediatamente mi mente trae esos instantes donde he sido feliz con míseros minutos. Tuve una relación de años en donde nunca sentí las cosas que al coronel le tomaron instantes.

Me devuelvo a ese viaje en avioneta al atardecer, a ese baile frente a la chimenea... A ese te amo mientras yo estaba vuelta mierda.

La piel se me eriza con los besos dados en secreto, con su cuerpo sudoroso sobre el mío, los orgasmos cargados de pecado, las indignidades que me han llevado a su boca.

Mi corazón se estremece con frenesí y cierro los ojos saboreando los susurros en medio del éxtasis, la sensación de seguridad que estoy sintiendo ahora y que nunca he sentido con nadie. 

Noto que me está reparando el escote del vestido con los ojos oscurecidos. Acomodo el borde de encaje y se mueve acercándose más soltando un suspiro largo que lo hace cambiar el peso de un pie a otro.

—Que el mundo sepa lo que son —dice el padre— Ya que, si a ustedes se les olvida, él tendrá la obligación de recordárselos —continúa— Esta iglesia será testigo de lo que son para sí mismo y de las promesas que nunca podrán romper.

Damos media vuelta al mismo tiempo quedando frente a frente, su mano se une a la mía mientras todos esperan las palabras dulces impuestas por la mayoría de las parejas.

Nuestros ojos se encuentran, el deseo emerge y...

—Somos lascivia, somos lujuria y somos deseo —mi voz se acompasa con la suya hablando al mismo tiempo— Somos los malos que no le envidian nada a lo bueno. El ejemplo de lo que no se debe ser, pero sí de lo que vale la pena disfrutar.

Reparo el movimiento de su preciosa boca.

—Somos lo inmoral, lo insano y lo incorrecto —continuamos — Pero no importa, ya que cada segundo en los labios del otro lo vale. Cada montada, cada embestida es un pacto que nos reitera y afirma que como nosotros ninguno.

Sujeto su mano con fuerza dando inicio a las promesas.

—Prometo arrebatarte de los brazos del que sea con tal de que siempre seas mía —empieza él.

—Prometo ser la única mujer que amarás siempre —respondo.

—Prometo ser la bestia que hará todo por tenerte —continúa.

—Prometo amarte en todas tus facetas.

—Prometo buscarte en el mismísimo infierno si es necesario —sujeta mi cuello calentando mis labios con su aliento— Prometo que mientras viva nunca dejarás de desearme. Prometo follarte todos los días, ser tu escudo, amante y marido como también prometo ser el único que te hará temblar como lo haces ahora.

Entierro los dedos en la manga de la chaqueta lidiando con las ganas que me están matando.

—Prometo darte mil y un motivos para que siempre quieras encontrarme, ser el oxígeno que necesitas para vivir, marchar a tu lado hasta el fin de los tiempos  —muero por besarlo— Ser la madre de todos tus hijos y la mujer caliente que nunca se cansará de cabalgarte.

—¡Dilo, maldita sea!

Un leve tirón en mi cuello me acerca más a su boca.

—¡Te amo! —exclamo. 

Su lengua entra a mi boca con un beso caliente que me hace abrazarlo mientras devoro sus labios, siento como si me echaran aceite caliente a lo largo del cuerpo.

—Hija... —trata de decir el padre, pero yo no quiero soltar sus labios ni alejarme de su calor.

—¡Será que pueden proceder con los anillos! —se enoja mi papá y detengo el beso mordiéndome los labios.

«Dios, estoy que quemo» Él se pasa las manos por el cabello mientras Harry y Abby acercan los anillos, hacemos el intercambio y yo ya no puedo dejar de mirarlo en lo que continúa.

Bien se dice que lo siniestro usa lo hermoso para esconderse y Christopher es el vivo ejemplo de eso. Siniestramente caliente, siniestramente sexy. 

Se humecta los labios una y otra vez, juraría que el padre siente el desespero de ambos porque no le da tantas vueltas a las cosas llegando a la pregunta final.

—Todos los aquí presentes somos testigos de la unión de estos dos seres que han decidido amarse —dice— Y para tener la certeza ante los ojos de Dios pregunto...

El coronel se impacienta.

—Christopher Morgan Harts, ¿Aceptas a Rachel James Mitchell como tu esposa para amarla, respetarla —empieza— Cuidarla y protegerla en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza hasta que la muerte los separe?

— Joder, si —se vuelve a pasar las manos por el cabello.

—Rachel James Mitchell, ¿Aceptas a Christopher Morgan Harts como tu esposo para amarlo, respetarlo—prosigue— Cuidarlo y protegerlo en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza hasta que la muerte los separe?

—Si.

—Lo une Dios que el hombre no lo separe. Los declaro marido y mujer...

No ha terminado de decir la oración cuando Christopher ya está besándome otra vez mientras la iglesia rompe en aplausos. Está peor que el día que me visitó en la isla y tal cosa queda demostrado en el que quiera arrancarme el vestido.

Separo nuestras bocas haciéndole frente al público que está de pie, Emma me entrega el ramo y entrelazo mis dedos con Christopher mientras los soldados se alinean de nuevo.

—¡Firmes todos! —ordena Gauna.

Los periodistas no paran con las fotos.

—¡Sables listos y...! —continúa— ¡Arco!

Juntan los sables como lo demanda la tradición.

—La milicia da por concluida la unión del coronel Christopher Morgan y la teniente Rachel James—continúa Gauna.

—¡Enhorabuena! —contesta al unísono— ¡Y buena fortuna para los Morgan James!

Hacen sonar el fusil tres veces y avanzamos juntos a la salida seguidos de la familia de ambos, los padrinos, las damas de honor y los aplausos que no cesan. Me alegra que el destino no me haya pateado esta vez y pueda caminar de la mano del hombre que amo.

Atravesamos el arco formado por soldados que ahora han salido de la iglesia como lo demanda la tradición. Los dos últimos soldados bajan sables para el típico beso y la mirada del coronel los hace subir de nuevo cuando reafirma que no va a hacer tal cursilería.

Sara me felicita y Alex sujeta mi cuello besándome la frente antes de abrazarme.

—Con o sin él sigues teniendo mi apoyo —me dice— Para lo que sea, en todo momento.

Estos hombres emanan calor todo el tiempo. El coronel me aleja con un gesto para nada sutil llevándome a la limusina.

Las fotos no paran y Christopher se niega a dar declaraciones metiéndome al vehículo.

—¿Qué espera? —regaña al conductor cuando no arranca y este baja la ventana mostrando lo que hay adelante. 

Un montón de solteras. 

—¡Queremos el maldito ramo! —grita Laila. 

—Atropéllelas —ordena el coronel.

Le doy en el brazo antes de mover los controles de arriba saliendo por el techo de la limusina preparándome para el lanzamiento.

—¡1...2...3! —cuentan y lo arrojo. 

Me volteo rápido para ver quien lo atrapó y es Gema la que lo tiene entre las manos aún estando más lejos que las demás.

—Ahora solo tengo que esperar el divorcio —comenta sonriente.

Varios de los presentes enderezan los hombros con los comentarios.

— ¡Ve a regocijarte con la fortuna de tu puto marido! —grita Lulú— ¡Vivan los novios!

Le tiro un beso a mis amigas cuando la limusina arranca. Vuelvo adentro a besar a mi marido, la ventanilla de privacidad esta arriba y él se deja abrazar mientras busca la manera de meter las manos bajo mi vestido, pero la falda no es que le dé mucho acceso.

—¿Vas a estar con eso toda la noche? —pregunta molesto.

—Si —miento— ¿No te gusta?

—Que estemos a solas es lo único que quiero —se aferra al escote de mis senos y echo el cuerpo hacia atrás recogiendo la tela de vestido.

—Mira esto.

Lentamente subo la falda mostrando mis piernas embelesándolo con la vista en el proceso.

—¿Qué esperas? —dejo expuestas las bragas de encaje— Las escogí para ti...

—Joder, Rachel... 

Sus nudillos rozan mi sexo antes de bajarlas con una sonrisa pícara en los labios, estoy tan dispuesta que mi sexo ha de demostrarle las ganas que le tengo ya que con besarlo tengo para mojarme, siente la humedad de la tela tocándose los labios con ella.

«Maldita sea» Pierde la vista en mi sexo y bajo el vestido cuando le veo las intenciones logrando que la molestia llegue de inmediato.

—Te estoy dando todo lo que tú quieres —reparte mordisco pequeños por mi cuello— Se considerada y ayúdame con esto que quiero follar a mi mujer.

Pone mi mano en su entrepierna uniendo su boca con la mía.

—Yo también quiero follar a mi marido —soy yo la que lo besa ahora.

Me da gracia verlo enojarse con el velo debido a que le dificulta el acceso al corset, toca las cintas y...

Los periodistas le cierran el paso a la limusina. Para su desgracia, la recepción solo está a dos calles y el vehículo solo dio la vuelta para darle tiempo a los invitados de llegar antes.

—Créeme que complacerte es lo que más quiero —juego con los botones de su chaqueta— Y te juro que lo haré —le acaricio el cuello con la nariz— Serás tú el que me pidas que pare y notarás lo caliente que me tiene el embarazo...

—Recuérdame de quién es que estás preñada —toca mi abdomen deslizando la mano a mi cadera.

—De usted, coronel Morgan.

Abren la puerta dándole paso al montón de felicitaciones por parte de la prensa que no se cansa, los escoltas nos rodean y entramos juntos al emblemático salón que alberga una lujosa decoración.

El techo abovedado tiene ilustrado a varias obras de Leonardo da Vinci, hay lámparas de cristal las cuales aportan elegancia, las mesas son largas y albergan familias y grupos que tienen amistades en común.

El blanco, negro y dorado denota opulencia con grandes floreros y centros de mesa. Los camareros parecen ejecutivos con trajes pulcros, el pastel es gigante, pero más que ostentoso es sutil combinando con todo. 

La tarima es grande al igual que la pista de baile con reflectores y la escalera real es lo mejor ya que te permite dar la mejor de las entradas.

—¡Démosle la bienvenida a los novios! —pide Mariano.

Al coronel le asquea el término "Novios". Demasiado cursi para quien plantarse en un altar ya es un milagro.

Me ayudan a quitarme el velo para que pueda saludar con comodidad, trato de que mi sonrisa distraiga la seriedad del coronel a quien no le gusta este tipo de cosas. El que no le cae bien lo deja con la mano estirada (A la mayoría de la gente si somos más exactos). Para él es más importante estar prendido de mi boca que responder las preguntas que le hacen.

—Teniente Lancaster, ¿Qué regalo trajo? —pregunta Leonel de la nada al ver la pequeña caja que tiene en las manos.

—No es un regalo de bodas como tal, es de viceministra a futuros mandatarios —se acerca— Perdón si no estaba estipulado, pero me pareció un buen gesto representativo.

Me lo entrega.

—¡Que lo abran! —empiezan — ¡Que lo abran!

Hay demasiada gente para obviarlo. Rasgo el papel con las luces de las cámaras encima, abro la caja y las amígdalas me duelen cuando trago asumiendo lo que acaba de hacer esta perra ardida.

—Me dio curiosidad verle al coronel dos M tatuadas en la espalda —empieza— Analicé y lo supe cuando me enteré de la buena noticia, por eso lo mandé a grabar en dos sonajeros de plata.

El murmullo de sorpresa no se hace esperar, al igual que los vistazos de arriba abajo. 

—Los Mellizos Morgan —concluye — La cadena que acaba de afianzar los lazos de mami y papi.

Expone mi embarazo ante más de mil personas sabiendo las consecuencias que trae a mi reputación y los líos que tiene Christopher con la mafia. Todo me pica con las ganas de enterrarle las uñas en los ojos. 

—La cadena que nos ha traído felicidad después de haber pasado por una tragedia —expresa Alex quitándome los sonajeros— Te lo agradecemos Gema, pero conociéndonos es obvio que la plata es un material demasiado pobre para un Morgan.

Desencadena la risa de todos.

—Perdón por querer regalar un toque de humildad —responde ella en modo de broma.

—Tranquila, lo importante es que el secreto de la juventud ya tiene herederos —sigue Alex hablando para todos— Agradezcamos que Reece haya usado todas sus herramientas para que contáramos con la dicha de procrearnos. 

—Tienes mucha razón — sigue Gema — Pero dinos qué te parece a ti Christopher ¿Te tomo o no por sorpresa?

Se encoge de hombros antes de abrazarme la cintura llevándome contra su pecho.

—Me sorprende que se hagan los pendejos como si no fuera normal siendo mi mujer hace tiempo —contesta con soltura— ¿A quién le iba a parir si no es a mí que la monto a cada nada?

Su crudeza me sorprende y acalora al mismo tiempo.

—Gracias Gema —le agradezco— Esperemos que el primer cumpleaños sea tan grande como la boda.

Me acerco a darle un beso en la mejilla para que le arda más y los aplausos no se hacen esperar al igual que las felicitaciones.

—Se iba a saber, gracias por ahorrarme el anuncio —le susurro disimulando la rabia que me consume.

Alex está alardeando con Sara y sé que se iba a saber cuándo se me notara, pero no quería preocuparme hoy por la mafia y por el juramento "Muerte a ti y a los hijos de tus hijos".

Vuelvo a los brazos de Christopher que en vez de preocuparse por las pendejadas de esa perra ardida lo único que quiere es irse. Solo se deja tomar dos fotos antes de posarnos en el sitio impuesto para los saludos.

Si, lo correcto es ir a saludar mesa por mesa, pero con los Morgan no, son los invitados los que se acercan a saludarte a ti ya que creen que su apellido está por encima de la faz de la tierra.

Mi familia se une junto con Sara.

—Uno cree que al fin se va acabar la línea y vienen estos otra vez con sus pestes generacionales —bromea un embajador.

— Dos varones —contesta Alex deslizando las manos por mi vientre— Que soportaron ya dos atentados, así que hazte una idea de lo grande que serán... Como todo lo de nuestro apellido. 

El coronel se impacienta quitando la mano de Alex, por suerte el embajador no lo nota despidiéndose antes de que Alex le lance una mirada asesina a su hijo que sujeta mi cara mordisqueándome los labios.

—Anda, que te voy a mostrar el uso que le doy a las bragas —musita solo para los dos.

Se nota que está cansado, tenso y cargado.

—¡Legión, buen amigo! —llaman a Christopher y el término me pone los pelos de punta.

—¡Death! —grita Emma yéndosele encima.

Los invitados se miran entre ellos cuando la sujeta de la cintura como si fuera una muñeca alzándola mientras Emma se ríe gritándole que no la deje caer.

—¡Emma! —la regaña mi mamá.

El grandulón la deja en el suelo. Pese a que trae traje, él y sus doce colegas siguen dando miedo con la barba y los aretes grandes. 

—Rick, Luciana... —les da la mano — Sam, qué elegante vestido.

Alex no deja que toque a Sara y que tampoco lo toque a él.

—Teniente, está usted hermosa...

—¿Qué es esto? —reclama Alex mientras la encargada se acerca con una lista.

—Disculpen —dice la mujer— Pero revisé dos veces y no veo el nombre de ninguno...

—Nos fuimos invitados —contesta Death— Pero Legión...

—No le digas así —se molesta Alex— Su nombre es Christopher Morgan.

—No siempre ministro —se defiende Death.

—Fuera de aquí —lo echa. 

—Alex, no amarguemos la fiesta —intervengo — Son bienvenidos. Arregle una mesa para ellos por favor.

Death es el organizador del Mortal Cage en américa, lo mejor es evitar pelea con él y su gente que se encierra a matar gente por diversión. La encargada obedece mientras Emma se pega al brazo del grandulón como si fuera algún amigo de preparatoria.

—¿Viste los videos? —le pregunta mi hermana— Quiero ir a la pista que me comentaste.

—Cuando quieras —se van juntos. 

—Christopher, ven conmigo —se lo lleva su papá mientras que Sara se va a ver el banquete pidiéndole a mi papá que la acompañe.

Sigo saludando, recibiendo los buenos deseos al lado de Sam y mi madre. Angela trajo a Santiago el cual me da sus mejores deseos al igual que Alan, Scott, Gauna, Olimpia. Marie se acerca con Cristal y Gema. La rubia se lanza a saludarme con un beso que no correspondo.

—Hermoso todo —me felicita— Estoy maravillada con todo este esplendor.

—Hasta que lo lograste —me dice Marie— Nunca creí que Christopher se casara con la puta que fue ebria a buscarlo siendo todavía la novia de su mejor amigo. Regina ha de estar revolcándose en su tumba al ver que ahora tienes su apellido.

Mamá se atusa el moño con elegancia.

—Usted no me agrada, sin embargo, le diré que aquí no estamos reluciendo nosotros. —contesta amablemente— Déjeme decirle que los que han de sentirse orgullosos son ellos. Cualquiera no se da el lujo de tener a una Mitchels como mujer.

—Queremos saludar al director del hospital militar —termina mi hermana— Les agradeceríamos que se hicieran a un lado.

Los saludos terminan con el director del hospital mientras Mariano indica que es hora de servir la cena. El coronel vuelve a mi lado besándome en el hombro, no le veo la argolla en la mano y me giro furiosa.

—No han pasado ni...

Me callo cuando noto que la tiene en la otra mano y fui yo la que me equivoqué.

—Vámonos ya —aprieta la tela del vestido — En verdad estoy hastiado.

—No la hostigues que es su fiesta —lo regaña— ¿Cuál es el afán de irse a encerrar a High Garden?

El coronel se pellizca el puente de la nariz mientras froto el brazo de Alex pidiéndole que se tranquilice.

—¿Ese corset no está muy apretado? —lo toca y Christopher vuelve a quitar la mano a las malas.

—No vuelvas a hacer eso —advierte.

—Son mis nietos.

—Pues no me gusta que lo hagas —lo cabrea más al punto de hacerlo respirar hondo.

—No la estreses Christopher —pide mi hermana con sutileza mientras mi mamá prefiere irse.

—Novios, vayan a la mesa por favor...

Todo esto pone al coronel en conteo regresivo, asi que lo encaro pidiendo que nos den un momento.

—Oye es normal que Alex quiera ser amoroso...

—Ya dije que no me gusta, se cree el papá y no es asi —me reclama— Y lo cree porque le diste esa potestad al refugiarte con él cuando tenía que ser conmigo.

—No voy a pelear contigo hoy —le doy un beso en la comisura de la boca— Quiero disfrutar mi fiesta.

—Yo quiero irme.

—¡Novio! —lo abraza Patrick con la mano vendada— ¿Si te gustó todo? ¿Necesitas algo?

—Dime novio otra vez y te parto la cabeza...

Le quita la mano yéndose furioso.

—Todo está perfecto, gracias —le acaricio la mejilla a mi padrino de bodas— Lamento mucho lo de la mano.

—Todo está arreglado, no te preocupes.

—¡Patrick! —lo llama Alexa con un tono para nada amable.

Tomamos asiento en la misma mesa donde están mi familia, Alexa, Brenda, Parker, Luisa y Simon. Laila por motivos personales esta en la mesa de Angela, Gauna, Dalton, Ivan, Tyler y Santiago. Hay una persona encargada de los niños que les tiene menú y cuidados aparte en un salón solo para ellos.

Emma se acerca con Death pidiendo que le unan una silla, Alex parece que se quiere morir mientras que mis padres fingen que no conocen a mi hermana.

Le dan inicio al banquete que está siendo coordinado por Sara quien se tomó la molestia de que fuera de mi agrado y del ministro. El coronel detiene el tenedor que quiero llevarme a la boca.

—Rachel, no puedo seguir aquí sabiendo que no tienes nada por debajo, entiendeme —susurra en mi oído— Si solo me dejaras comerte ese coño....

—Será que el novio puede comer —habla Patrick— No vaya a ser que te desmayes en el baile...

—No voy a bailar nada —corta el tema sin derecho a disputas.

Sara se une a la mesa y me da cierto pesar ver a Stefan de aquí para allá asegurándose de que todo esté bien. Noto que el menú tiene la salsa que probé por primera vez en París y en una mesa está explicando cómo se hace.

—Gelcem es un soldado que se merece muchas cosas —le dice papá a Alex— No está de más apoyarlo para que emerja.

—No tiene la madera que se requiere para ser un soldado de alto rango —se opone el coronel—Así que olvídalo porque en mi mandato no lo seguirá siendo.

—Lo que quiere decir el coronel es que tendrá que "Demostrar" —se mete Patrick— que si puede avanzar...

—Ya demostró que no sirve para nada —sigue el coronel que nunca se preocupa por agradarle a nadie — Si quieren darle apoyo, pues cómprenle un bastón.

Luciana mira a Alex a la espera de que diga algo, pero no consigue nada, se la pasa peleando con Christopher, pero en si es otro ególatra el cual cree que solo ellos hacen las cosas bien.

De Stefan me encargo después, el pesar se me pasa al ver la sonrisa que tiene mientras lo felicitan. No es que sea mal soldado, es que su pasión está enfocada en otra cosa y en la FEMF debemos amar más a la milicia que el hobby.

Si eres bailarina y te gusta más bailar que disparar, entonces persigue lo primero porque de lo contrario no brillas en ninguno de los lados. Aparte de que es muy noble para soportar la mano dura de Christopher.

El coronel es poco lo que come, todos acaban y Mariano empieza a organizar las palabras antes del baile. Sara es la que sube a dedicarnos unas bonitas palabras dándome la bienvenida a la familia.

Sam es quien dará el discurso familiar. Así que ajusta el micrófono antes de empezar.

—Mis hermanas, mi madre y yo venimos de una línea de mujeres a las cuales se les señala la belleza como algo para triunfar y papá nos demostró que es un mito falso al enamorarse de la inteligencia de mamá —empieza— Por eso le pedimos coronel que no se enfoque en lo exterior, que no vea la cara bonita. Nos gustaría que amara la forma que Rachel tiene de aferrarse a sus sueños, a la que con méritos ha llegado donde está y a la que siempre busca la manera de que todos seamos felices —termina — Es todo, gracias.

La aplauden mientras baja.

—Te seguimos detestando —le aclara mi mamá a Christopher.

—Me importa una mierda —contesta el coronel.

Una mujer camina entre las mesas luciendo un vestido de satén color uva, luce el cabello en ondas que le cae en un solo hombro y no me es difícil reconocer su cara cuando mira a mi mesa fijando los ojos en Christopher.

Es la misma que auxilió a Alex en la cabaña, la misma que parecía no tener lengua, pero hizo un muy buen trabajo con el ministro. Toma asiento mientras Patrick sube a la tarima a decir sus palabras.

—¡Conserva los pantalones! —le grita Simón ganándose un codazo de mi amiga— Lo siento, no lo supero todavía.

Le vuelve el ataque de risa contagiando a Luisa, a Parker, a Brenda y enojando a Alexa. Patrick empieza mientras los músicos se van preparando.

—Si ven a una pareja cenando en Hawái a la que ustedes le preguntan si son pareja y responden los dos al mismo tiempo que no, no le crean —empieza.

Hace reír a todo el mundo con sus indirectas que me dan vergüenza una que otra vez mientras el coronel recuesta el brazo en el espaldar de mi silla escondiendo la cara en mi cuello. Quiero saber qué hace esa mujer aquí, sin embargo, los reclamos no están bien con tanta gente en la mesa.

Patrick da las palabras finales pidiendo que alcemos la copa en señal de brindis y Alexa alcanza mi mano cuando Patrick termina.

—Espero que les guste el artista, no es la gran cosa, pero esperamos que puedan disfrutar su primer baile.

—No sé bailar —le miente el coronel a toda la mesa — Tampoco sé hacer pendejadas.

—Tiene razón, no sabe bailar —le sigo la corriente — Pero no voy a quitarte la intención Alexa, lo haré con Patrick o con el ministro y luego con papá.

Ella asiente un poco decepcionada.

—Alex, ¿Me esperas al pie de la escalera, por favor? —le pido— Luego bailaré contigo, papá

Ambos asienten y el coronel emite un largo suspiro cuando me levanto a buscar a Lulú.

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Christopher.

Miro el reloj, este tipo de ambiente me harta y lo único que quiero es dejar de verle la cara a Rick, Alex y a Luciana. Están preparando la pista de baile y sigo preguntándome el porqué de tanta estupidez si ya estamos liados.

Reconozco la figura femenina que me saluda con un leve asentimiento con la cabeza y hago lo mismo con sutileza, de seguro no se siente lo suficientemente cómoda como para acercarse ya que ella siempre busca la manera de pasar desapercibida.

—Le pedimos a todos que nos acompañen a la pista —pide no sé quién — La novia hará su primer baile.

El término se me hace tan ridículo como el acto. La gente empieza a moverse y busco a Rachel para decirle que esto ya estuvo bueno, pero mis intenciones quedan a medias cuando el público gira la cabeza hacia un mismo punto.

Hago lo mismo recibiendo la molesta punzada que desencadena esa maldita.

La misma punzada que recibí el día de la cena hace tres años.

La misma punzada que recibí el día que la vi desnuda en Brasil.

La misma punzada que recibí el día que la vi bailando como una nórdica.

Mi sistema hace cortocircuito en cuestión de segundos con la imagen de ella que reemplazó el blanco por el rojo, como si hace unos minutos fuera la Rachel que ama a todo el mundo y ahora es la Rachel que me gusta a mí, luciendo el diamante azul.

Mis labios se secan y mis celos se encienden al ver la mirada que le dedican todos los hombres. Y como no, si la tela con encaje se le ciñe resaltando toda su figura demostrando que no necesita ponerse un puto sostén para decir que tiene las tetas perfectas, el escote y la abertura en el muslo me hacen tragar grueso.

Camino por inercia mientras ella empieza a bajar, desbarató el moño dejándose el cabello suelto y su boca me grita "Bésame" con el rojo que trae. El escote profundo del pecho convierte la prenda en mi nueva cosa favorita.

Alex la está esperando y me adelanto subiendo la escalera tomándole la mano, demostrando que por mucha hambre que le tengan otros es mía y nunca dejará de serlo.

—Pero quiero bailar con el ministro —me dice cuando tocamos el mismo escalón.

—Con ese atuendo solo te toco yo —joder, el desespero me está ganando volviéndome la respiración pesada. Tengo que salir de esto rápido o vamos a acabar mal.

Nos abren el paso y las luces se van tornando tenues cuando entramos a la pista quedando frente a frente. Es inevitable no besarla y no tocar el escote que tiene atrás.

Su mano se posa en el centro de mi espalda, mis dedos se enlazan con los suyos y la guitarra suelta las primeras notas dando inicio a la primera estrofa de la canción.

Would you dance if I asked you to dance? Or would you run and never look back? Would you cry if you saw me crying? And would you save my soul tonight?

—Con ustedes, el señor y la señora Morgan —avisan mientras se mueve conmigo.

Está a punto de llorar y yo estoy a punto de romperle la ropa. El balanceo de ambos se acompasa como en todo. En el sexo, en el trabajo...

—Esto es romántico —me dice sonriente.

—Nada puede ser romántico con ese vestido y con lo que me estoy imaginando en este momento.

Paseo las manos por su nuca besándola de nuevo y esta vez sí se le salen las lágrimas que aparto apoyando mi frente contra la suya mientras seguimos bailando dejando que me abrace con fuerza.

—Mi estado me pone sentimental...

—Aja.

Se aparta luciendo el vestido dejando que le dé la vuelta, su espalda queda contra mi pecho en tanto mi nariz recorre el vértice de su hombro. Ruedo los ojos cuando los ridículos y ella cantan el coro con emoción:

I can be your hero baby, I can kiss away the pain, I will stand by you forever You can take my breath away.

—Soy melómana, recuérdalo —aclara volteándose y recostando la cabeza nuevamente en mi pecho.

Las fotos siguen y siguen mientras yo no dejo de besarla en los labios, en las mejillas y en los hombros. Quiero tenerla desnuda y besarle otras cosas también. El público rompe en aplausos en la última estrofa que sella nuestros labios nuevamente.

—Vámonos —digo contra su boca.

—Mi turno — Me la quita Rick empujándome sin sutilezas.

La pista empieza a llenarse mientras avanzo en busca de un trago que me tranquilice. Sé que me están siguiendo y quito el whisky que reparten en una de las mesas subiendo la escalera a la segunda planta que da una mejor vista del salón.

—Legión —el acento es algo que nunca persuade.

Apoya los labios en mi mejilla cuando me vuelvo hacia ella.

—¿Me has extrañado?

Se ríe con la mirada que le dedico.

—A lo que vinimos —busco privacidad dejando que haga su trabajo tomando las muestras de sangre.

Revisa mi estado en general. Sabe lo que hace y no es la primera vez que lidiamos con esto.

—Te enviaré los resultados en cuanto los tenga —avisa— Lo segundo eres tú siendo tú, lo primero es lo que me preocupa, pero ya te daré una respuesta. Al igual, te aconsejo que descanses unos días como lo tienes planeado.

—¿Y lo otro? —rebusca en su bolso entregándome el paquete.

—Amo esto de ti —me dice —Cuando te sumerges en el lado malo.

—¿Y cuando no he estado de ese lado?

Me muestra una sonrisa perfecta cuando sonríe. Es de las pocas mujeres que me impresionan con habilidades, cerebro y belleza.

—Estaré alerta todo el tiempo, asi que tu solo disfruta y descansa, que no quiero que te pase nada malo.

—Supérame —le digo.

—Jamás.

Le doy un beso en la mejilla dejando que se vaya. Vuelvo abajo, la música está a todo timbal con la gente bailando y bebiendo, Rachel sigue en la pista con Rick mientras que su hermana está alocada con Death.

Marie se sienta a mi lado mientras Gema está en la pista bailando con Iván, en tanto Tyler lo hace con Cristal. En una mesa aparte está la otra hermana de Rachel con Dalton.

Las horas pasan, Marie se va cuando nota que me valen mierda los consejos y Rachel solo vuelve a besuquearme eufórica antes de volver a la pista sintiéndose la reina de la noche. «Sin dejar de lado el pastel al que le mete el dedo una y otra vez»

«Me quiero ir» Me acomodo la tela del pantalón cuando me incomoda y Alex me entrega un trago.

—Estoy en esa etapa donde me enerva tu existencia —empieza.

—¿Y esa etapa empezó desde que nací? —indago.

—Llevemos la fiesta en paz —me dice — Las cosas de ambos están en High Garden y el pent-house estará sin protección hasta nueva orden. Está embarazada, cuidémosla entre los dos que es algo nuestro, que ya que es parte de la familia.

Me reservo las palabras tomando otro trago. Espero en la mesa detallando como me coquetea desde lejos, ese vestido rojo definitivamente es la mejor puta prenda que ha podido comprar y ya quiero follarla con él puesto.

Nota que la estoy mirando y me sonríe desde lejos antes de venir a mis piernas.

—Mujer para que es peligroso —la regaña Alex.

—¿Bailar es peligroso?

—En tu estado lo es —exagera— ¿Y cómo puedes estar cómoda con ese vestido?

Los James no tardan en aparecer y agradezco que la gente empiece a irse poco a poco.

—Cariño ¿Me das un recorrido por la mansión cuando lleguemos? —le pide Rick — Extraño las caminatas hasta al amanecer.

—Pero son casi las tres de la mañana.

—¿Y? Cuando me muera lamentarás el no haber paseado a tu padre.

—Papá, solo di que no quieres que duerma con el marido y ya está —comenta Emma.

—Rachel va a cuidar eso por los mellizos —se mete el ministro — Es un embarazo que puede entrar a ser de alto riesgo y hay que prevenir...

—Díselo a tu hijo —le dice Luciana.

—Si en verdad deja de estresarla —empiezan todos— Y de llevar una vida tan...

Me levanto dando un claro mensaje de que me tienen harto.

—Nos vamos a la mansión —indica Alex.

Death está mirando las botellas, los últimos invitados se despiden y al fin canto victoria cuando en el micrófono dan la reunión por concluida.

Cada quien recoge lo que trajo y Patrick me da la mano sana.

—Espero que esto compense lo de ayer —me abraza antes de irse con Alexa que lo espera en la puerta — ¡Familia, buenas noches!

Se va, los pocos que quedaban tambien, Death me dedica un leve gesto de lejos y la guardia de Alex nos guía a la salida estipulada por el protocolo de seguridad,

—Estamos a tres minutos... —Rob sacude el radio cuando se apaga y detiene el paso de todos.

—¿Qué pasa? —pregunta Rick a la defensiva.

A Rob le pasan otro radio y tampoco funciona.

Se oyen pasos arriba, las luces parpadean, el ministro y Rick llevan la mano a su arma mientras yo hago lo mismo y...

—¿Death? —pregunta Emma cuando aparece apuntando con una Kk62 acompañado de sus doce acompañantes.

—Lo siento pequeñuela.

La guardia se prepara para disparar, pero se detiene cuando pongo mi cañón en la cabeza del ministro.

—No me jodas Christopher—me dice

—No sería yo si no lo hiciera —contesto sin dejar de apuntarle — Armas al piso.

Ordeno mientras Death se acerca dejando caer un maletín en mis pies. Con la mirada le indico a Rachel que lo tome dejando que los del Mortal Cage los terminen de rodear.

Es Death el que le apunta al ministro ahora, así que guardo mi arma y sujeto el brazo de Rachel huyendo con ella tal cual lo planeamos esta mañana.

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Los hechos narrados aqui son propios, por eso la boda de la FEMF es diferente a una ceremonia común. 

Por otro lado, debo una disculpa del tamaño de Colombia, pero tuve una visita que me ocupó todo el día y me retraso, venía de otra ciudad y hablaba tanto, en verdad muero de vergüenza. Chicas perdónenme. Por quedar mal, las voy a compensar, lo juro.

¡Son el mejor fandom del mundo entero y las adoro con mi corazón de pollo! He llorado con todas esas cosas bellas que hacen.

La verdad me quiero morir por lo que pasó, no las merezcoooooooooo.

¡Pero lo voy a compensar! 

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