CAPITULO 78
Metástasis.
Rachel.
Un dolor punzante se extiende a lo largo de mis pecho y costillas, me arden los pezones al igual que la piel de los senos. Las órdenes de Christopher truenan a lo largo de la casa mientras me mantengo en el baño, ya llevo dos dias con este malestar insoportable.
—Rachel apresúrate —entra a mi alcoba afanándome la tarea de empacar.
Recibió un mensaje al amanecer que lo saco de la cama, no solo a él a mí que tuve que levantarme a despertar a todo el mundo.
Echo tres cosas y me termina quitando la maleta dejando casi todo por fuera.
—¿Cuál es el afán? —no me quiero ir— ¿Quién llamo?
—¡Muévete al jet!
Me saca sin darme derecho a refutar y tampoco gasto tiempo en eso, gritos matutinos no me apetecen. Camino rápido al jet siguiendo a Alex que ha logrado una buena recuperación en los últimos días.
—¿Qué sucede? —le pregunto al ministro que camina lo más rápido que puede.
—Alerta de atentado en Castlebar —contesta— Anda rápido, por órdenes mías Christopher debe hacerse cargo.
Obedezco, los escoltas se preparan, Christopher toma el mando de la cabina elevándose en los cielos y se mantiene ahí en las horas siguientes con la vista al frente.
Al calvario otra vez, lo observo desde la mesa, los días anteriores no hicieron más que derribar mis cimientos. Noches durmiendo juntos, no supe lo que fue madrugar o levantarme temprano ya que el calor de sus brazos me dejaba por horas en la cama.
«Lejos de todo es donde deberíamos vivir siempre»
—Come —Alex deja un plato en mi mesa y el aspecto no se ve para nada apetitoso.
—¿Cocinaste? Alex, tienes que reposar.
—Los escoltas no cocinan nada saludable, así que come.
No logro descifrar si es pure o papas maltratadas.
—¿Qué esperas? —me regaña— Note que estas teniendo preferencia por el pollo.
Pero frito no pasado por agua, la seriedad me hace tomar la cuchara llevándomela a la boca. La garganta se me contrae, esta pastoso y salado, trago e inmediatamente mi estomago trata de devolverlo.
—La proteína —insiste.
No me gusta la comida que no tiene color y este pollo parece un papel, le doy un mordisco y sabe cómo se ve.
—Tu alimentación es un asco ¿Tu madre no te enseñó a cocinar?
«A usted tampoco, señor» Me reservo la respuesta tomando otra cucharada.
«No lo vomites, no lo vomites»
—¿Cómo ves mis planes? —busco la manera de distraer mi cerebro en otra cosa— ¿Crees que es factible?
—Eres una mejor herramienta que Thomson —aclara— A diferencia de él tu eres protagonista en muchos titulares, quitarlo no me costará nada.
Entre ser capitana o viceministra es que con el primero debo mantenerme en Europa y con el segundo puedo irme América. Lo siento por mi antiguo capitán, pero debo ser egoísta y obtener lo que quiero, aquí nadie está jugando limpio.
—Vas a estar a mi lado ¿Cierto? En cada paso, en cada decisión.
—Si estaré ahí, mi mandato estará presente a través de tus ojos.
Eso me tranquiliza, de sistemas administrativos sé lo básico, soy buena peleando en estrategias de defensa, para las grandes ligas necesito a un experto.
Sigo comiendo esforzándome por no devolver nada, Alex se asegura que me trague hasta el último bocado antes de irse a recostar.
Aunque este delicado todavía los acontecimientos exigen su labor como ministro.
—¿Póker? —pide Tyler— Nos quedan horas todavía.
Asiento dejando que se siente frente a mí el término "Nos quedan horas" Queda flotando en mi cerebro, Londres se ha ido convirtiendo en la ciudad que más detesto.
Christopher sigue en la cabina y no nos hemos separado y ya lo estoy extrañando, lo tengo a metros, sin embargo, la ansiedad me pone a vivir en el futuro abriendo vacíos.
Por esto es que trato de alejarme, porque no soporto la puta realidad y la realidad es que, así como yo soy oxígeno para sus pulmones él es la sangre que le da vida a mi corazón.
Le echo un vistazo mientras mueve los controles, mis labios lo ansían y no solo en términos amorosos, voy perdiendo concentración tornándome como cuando al alcohólico le quitan la botella.
Este es el jodido dilema cuando se pasa demasiado tiempo juntos o cuando estamos demasiado cerca uno del otro.
—¿Me das un segundo? —le digo a Tyler.
—Si mi teniente —revuelve la baraja.
Me pongo en pie, Iván está dormido en uno de los sofás y Dalton permanece con Rob en otra mesa, busco una bebida en la mini nevera queriendo apagar la sed que emerge de la nada.
¿Si me toco en el baño?
Mi cerebro rechaza la idea, yo quiero otra cosa y la quiero en la boca.
«¿No puedo tener antojos como una embarazada normal?»
Ya hay caprichos recurrentes y es estar prendida de la polla del padre de mis hijos y que me llenen de mimos como cuando me quedaba sobre su pecho a lo largo de la madrugada.
«Malditas hormonas que en vez de rechazarlo me apegan más»
—¿Estas muy ocupado? —pregunto en la entrada.
—Algo —no se molesta en mirarme.
Ya, el "nena" "Mi mujer" Las agarradas de mano son mientras sacia sus malditas ganas, pero de mis necesidades tienen que llenarse con otras cosas.
Le hablan en el radio y se pega a él pidiendo los permisos que se requieren para entrar al reino unido.
—¿Que necesitas? —indaga enojado— Me estas distrayendo.
—Nada, perdona por incomodarte.
Señales divinas le llaman, me abarca la melancolía «No quiero aterrizar en Londres» Aseguro el cinturón cuando llega el momento de descender en la pista del comando.
—Christopher —sale Alex— Bajas y partes enseguida, la alerta amarilla se convirtió en un 1433 contra Ilenko Romanov.
«1433: En el código de la FEMF es un ataque directo el cual espera respuesta a modo de guerra» Usual en los rusos.
La nave aterriza, el coronel abre la puerta de inmediato y nadie se pone a dar vueltas, el comando está preparando aviones militares.
—¡Necesito a toda la elite en combate! —grita Gauna— Partimos en veinte minutos.
—Rachel esta fuera —le indica Alex a Gauna sujetándose la herida.
Gema se acerca corriendo con el overol de combate.
—Es Ilenko —avisa— Se alió con un grupo terrorista que reunió a todas las pandillas de irlanda.
Da informe de la situación mientras caminamos por la pista, no demuestra ningún tipo de empatía se dirige a Christopher como su superior.
El coronel se adelanta a la sala de preparación.
—Necesitamos soldados preparados —pide Gema mirándome— ¿Armas de que calibre necesitas?
—Esta fuera.
—Pero...
—¡Que esta fuera, dije! —impone el ministro llevándome con él.
—¡Apresúrense que estamos con el tiempo exacto! —se queda gritando Gema haciéndome sentir como una inútil.
A Sabrina nunca le desee tanto mal como a esta cucaracha.
—¡Concéntrate! —me sacude Alex— ¡Tu atención tiene que estar en otras cosas!
—Ayudare con el armamento.
Pone mala cara sin embargo me deja ir.
—No hemos contraatacado ya que se están escudando con los adolescentes que patrullan en las pandillas —Patrick esta con el coronel poniéndolo al tanto de la situación.
Brenda, Laila y Alexa se están preparando para la batalla, saludan desde lejos, Brenda es la que más me inquieta, la hija de Patrick tiene a sus padres, pero mi mini Harry solo la tiene ella a mi familia también, sin embargo, no quiero que tenga otra perdida.
—¡Quiero a todos los aviones con explosivos de alto calibre! —entra Gema— ¡Lleven todas las municiones que puedan!
—¡Si mi teniente! —a excepción de los capitanes todos contestan unisonó.
Entrego armamento e inspecciono los equipos despachando a los aviones.
—¿Qué pasa con el armamento del coronel? —se altera Parker— Tenía que estar listo ya.
Las armas de Christopher siempre son del calibre más alto, no todo soldado tiene derecho a manejarlas por lo pesadas y peligrosas. Socorro al sargento que las tiene armando todo en segundos.
—Rachel vas conmigo como copiloto —me dice Patrick ofreciéndome un uniforme.
—Mi capitán estoy fuera de juego —sigo con lo mío— Los combates están prohibidos para mí.
Se queda con la mano estirada, Patrick no acepta respuestas sencillas.
—¿Por? Eres de la guardia y yo voy a cubrir a Christopher.
—Sigo estropeada por lo de Philippe —miento.
Me repara la pierna que ya está más que sana.
—¡El armamento! —el coronel empieza a presionar dándome la excusa perfecta para irme.
Christopher está terminando de ponerse el overol y le ayudo con el chaleco, conecto el sistema de comunicación mientras se reparte los explosivos, dejo cada cosa en su lugar y me agacho a acomodar los dispositivos de las piernas.
Todo tiene que ser en nano segundos, aprieto las correas y aseguro el chaleco.
—Lancaster va de copiloto con el coronel —ordena Gauna.
—Como ordene mi general —dice ella.
Entrego las armas, ella se termina de preparar mientras mis ojos no dejan de repararla. Christopher se va y ella lo sigue logrando que un siniestro escalofrío me recorra la piel.
—Ella no tiene la culpa de que te sientas y te veas como una reverenda perra —me hace frente Liz— Me da risa lo mucho que te crees y lo poco que eres...
—¡Habló la maldita pandillera sin hogar! —el empellón que le suelto llama la atención de todos— ¡Ofenderme no te va a poner de nuevo en la elite, ni te va a devolver las medallas que perdiste, rata!
La detesto igual que a Gema.
—¡Rachel! —me reprende Alex.
—¡Perdón es que no tolero que una lameculos me hable como si estuviera a mi nivel! —vuelvo a empujar.
—¡Basta! —se mete Alex— ¡Espérame afuera!
Bratt me mira como si fuera una desconocida.
«La altivez no es algo de los James » Suele decir mi papá «¿Que tanto te voy a fallar Rick james?»
Espero a Alex en el auto, surgen las ganas de llamar a casa, pero me las reservo escuchar una voz familiar solo me recordara lo sola que me siento.
Tengo a muchas personas que me quieren, pero los brazos de mamá y papá son irremplazables. El dolor en los senos empeora, creo que tengo algo de fiebre y el mero roce del sostén resulta molesto.
—Perdón por eso —le digo a Alex cuando sube.
—¿Me lo pides a mí? A mí no me afecta, al desarrollo de tus hijos sí —contesta.
Asfixio el sollozo que surge en mis cuerdas vocales.
—No la tolero, por más que lo intento me es imposible verla cerca de tu hijo —confieso.
Repara el puño que forma mi mano.
—El viernes se anunciarán las fórmulas electorales —avisa— Le pedí a Olimpia que nos apoyara y cuando Gauna vuelva se lo pediré a él también.
—Gracias.
Respira hondo.
—También se hará público el compromiso de Christopher con Gema —continua y eso si me vuelve pedazos— Ya Cristal se lo informó a la prensa.
Los dientes me castañean cuando la barbilla me tiembla, le he tenido tanto miedo y asco a este momento y va a pasar en tres días, en 72 malditas horas.
—Por mis nietos se fuerte en lo que queda, nos iremos a Washington como quieres —no capto más que murmullos— Allí nos espera una nueva vida, Rachel solo resiste.
¿Cuántas putas flechas tengo en la espalda ya? El amor por Christopher, la dependencia es otra y la que más me atraviesa es la maldita necesidad que no me deja verlo con otra.
Sara y Cho nos esperan afuera de la mansión, le abren la puerta al ministro y se apresura encontrándose con Alex a la mitad de la escalera.
Él le toma el rostro besándola a lo Hollywood y ella lo abraza con tanta fuerza que hasta yo siento su amor.
—Cuidado con la herida —le dice él.
—Perdón, perdón —se limpia los ojos— Te hirieron estaba en un evento y Christopher es un egoísta que se negó a que fuera al hospital.
—Todo está bien, ya pasó.
Sara se vuelve hacia a mi abrazándome también, provocando que el contacto empeore el dolor.
—Cariño ¿Cómo estás? —me besa la frente— ¿Los bebés?
—Bien, gracias.
Saludo a Cho, Alex y Sara se van a la alcoba y yo también me encierro en la mía, la cabeza me duele cada vez más «Necesito descansar» Tomo una ducha antes de ponerme la pijama.
—Es normal, se están desarrollando las glándulas mamarias —explica Cho— Duerme para que sea más llevadera.
Es absurdo el dolor continua a tal modo que no bajo a cenar. Como en mi alcoba, siento que la temperatura me sube cada hora. Stefan llega a preguntarme detalles del viaje, pero estoy tan mal que no le pongo mucha atención.
—El capitán Lewis me tiene en el área investiga —me informa— Por eso no entre al combate.
—Entiendo.
—Estaré en la habitación de al lado, llámame si necesitas algo.
Lo dejo ir y enciendo la tele tratando de persuadir las punzadas que surgen en mis pechos.
"71 estudiantes fallecieron en el ataque que derrumbo la universidad estatal provocando que la central londinense responda con fuego"
"Los religiosos piden bandera blanca por el bien de la comunidad, pero ninguna de las dos partes quiere darse por vencida demostrando que se acaba cuando uno de los dos caiga"
"—Piedad —suplican muchos"
El dolor de los senos llega a niveles extremos sacándome de la cama haciéndome vomitar, Tengo las mejillas encendidas y una terrible quemazón me está haciendo arder los pulmones.
Alzo la playera revisándome los senos en el espejo. Están rojos, duros e inflamados.
—¿Rachel? —me llama el ministro afuera— ¿Comiste todo? ¿El dolor cesó?
El malestar mezclado con debilidad me quita las fuerzas, medio logro abrir la puerta y el ministro es rápido a la hora de sostenerme llevándome la cama.
—¡Mujer porque mierda no me llamas! —se preocupa— ¡Cho!
La coreana llega con Stefan.
—No, definitivamente no es normal que se ponga así con tan pocas semanas y de una forma tan repentina —aclara— Hay que llevarla al hospital.
Sara empaca ropa asustada.
—No es necesario que vayan —me da pena andar joda que joda— Cho y Stefan me pueden acompañar.
—De eso nada, no voy a dejar a mis nietos solos.
Stefan me saca en brazos, mi respiración es irregular devolviéndome a la etapa de la niñez donde el asma me avasallaba todo el tiempo.
Las piernas de Alex sostienen mi cabeza en la camioneta, cierro los ojos mientras le grita a Rob que se apresure.
—La temperatura aumentó —informa Cho—Esto no me está gustando nada.
No aparto las manos de mi vientre orando porque sea algo leve, la fiebre me hace delirar y veo a Melania, la mujer embarazada que conocí en el centro.
«Mi bebé es especial y tiene un 70% de probabilidad de morir en mi vientre»
«Yo no puedo perder a los mellizos» Debo ser un roble, me convenzo sintiendo que me falta algo.
«—Nena» Christopher aparece en mis alucinaciones «Conmigo estas a salvo»
El recuerdo se vuelve trizas cuando lo veo casado con Gema.
Es Dalton quien me carga ahora adentrándome en el hospital, no me hacen esperar, rápidamente habilitan una camilla tomándome los signos.
—Hay que bajar la fiebre o causara convulsiones.
Alex no se me separa y en medio de la debilidad le pido que salga cuando el especialista intenta alzarme la playera.
—Extraño —confirma el experto.
—¿Qué es? —pregunto.
—Hare análisis para poderlo deducir.
Las agujas van y vienen, la fiebre cesa, el malestar se vuelve tolerable mientras me hacen todo tipo de pruebas mientras mi obstetra supervisa todo.
—Ojalá todas las madres se aferraran a sus hijos como tú —comenta.
—Son mi pase a la felicidad —fuerzo una sonrisa.
Alex está hablando por teléfono en el pasillo.
—Mi trabajo es hablarte con claridad y por ello te pido que tengas la mente abierta siempre, a veces los sueños no vienen tal cual los pedimos —agrega— Y así como los amas ahora te pido que los ames como vengan, ellos no tienen la culpa.
Eso no tiene que decirlo, hasta imaginando los peores escenarios los amo por igual.
—Debes cuidarte tus pulmones están débiles por el asma, es nerviosa y las emociones la alteran. No sueltes nunca el inhalador.
Me trasladan a un sofá donde espero con Sara, Alex y Stefan, Cho se encarga de estar presente en los análisis informándole a los especialistas de la isla para un mejor diagnóstico.
—Tengo suscripción con 18 revistas de maternidad —comenta Sara— No soy la embarazada, pero quiero saberlo todo, hasta la tendencia en moda tipo baby.
Sara es la mujer mayor que todas queremos ser. Sin arrugas, elegante, con estilo y prestigio, parece de treinta con el cabello castaño y la ropa a la moda. Adoro a mi amiga Laila, pero Sara Harts y Alex Morgan son una pareja que vale la pena ver.
—En la web ves sin pagar —sugiere Stefan— Creí que ya no se vendían suscripciones de ese tipo.
—Yo adoro cargar revistas en el bolso —contesta Sara— Así como amare cargar a mis nietos, ya lo decidí y voy a tomarme un año para ayudarle a Rachel con el cuidado ¿Te gustaría? No quiero hacer planes sin que estés de acuerdo.
—Claro que sí.
Me frota el vientre, si es así sin nada no me quiero imaginar cuando me crezca la panza.
—Ya pueden pasar —nos avisa Cho.
Como la última vez los médicos están reunidos alrededor de la mesa.
—Mente abierta, recuérdalo —Cho aprieta mi hombro besándome la coronilla.
—Teniente James los fetos están bien —empieza— Las medidas siguen normales, en desarrollo todo marcha como debe ser.
Respiro tranquila.
—Usted no —continua— Las secuelas que dejó el HACOC han malformado las glándulas mamarias. Su organismo es inestable y defectuoso.
Las palabras empiezan a golpear.
—Está segregando una extraña sustancia la cual desconocemos el origen, pero amenaza con contaminar órganos importantes.
No muevo un músculo.
—Es peligroso para los embriones...
—¿Pero por qué si ya la droga no está en mi cuerpo? —la voz me sale rota— En la isla me ocupe de que...
—Teniente el HACOC deja enemigos, agentes tóxicos que a mediano o largo plazo se manifiestan y lo siento mucho, pero tendré que recetar más medicamento para que pueda resistir el embarazo —hace una pausa— E impedir el desarrollo de las glándulas mamarias, desde ya debe asimilar que no va a poder amamantar, su sistema es demasiado nocivo.
Se me desinfla el corazón, ni esto logró hacer bien y cada que veo un rayo de luz el destino se encarga de aplastarlo.
—¿Y si...? —no sé qué pedir ni qué solución dar— ¿Qué puedo hacer yo para que mi cuerpo funcione como se debe?
Sacude la cabeza.
—Nada, es irreversible.
El asma, ahora esto qué más...
—¿Le va a doler? —pregunta Stefan.
—Se insertan agujas en distintas áreas, pero no es doloroso —expresa— No para ella que está acostumbrada.
Lo único que pienso es en las desventajas que esto les trae a mis bebés, aparte de que tienen un montón de contras no se van a alimentar como se debe y eso los vuelves susceptibles. Los hombros me suben y bajan rápido.
«No soy más que basura» No quiero que nadie me lastime, pero yo si me lastimo a mí misma.
El peligro para mis hijos soy yo, su propia madre los pone en línea roja.
—Los bebés están bien y es lo importante —me anima Alex— Estos solo son imprevistos ¿Vale? Podemos con ello.
Me trasladan a la sala de procedimientos donde la enfermera le pide a Sara que espere afuera. Las agujas entran en mi piel al igual que la desilusión.
Adiós sueño de ponerlos contra mi pecho, adiós conexión única madre e hijos y adiós a mi única forma de fortalecerlos fuera del vientre.
—Fue a tiempo, en unas horas estarás del todo bien.
Me dan de alta con un centenar de pastillas y el dolor va mermando poco a poco.
—¿Chocolates? —me ofrece Sara— ¿O prefieres otra cosa? Cuando lleguemos a casa puedo prepararte...
—Con que no me tengas lastima es suficiente, gracias —es lo único que contesto.
Observo a las transeúntes que caminan por la acera. Envidiamos riquezas, lujos sin notar que eso no es nada si no eres una puta persona normal.
Yo renunciaría a todo por ello. Le vendería mi alma al diablo con tal de que mis hijos estén bien y no tengan una maldita madre defectuosa.
Entro a la mansión con las manos metidas en la sudadera.
—Rachel —me llama Alex cuando piso la escalera— Recuérdate lo que eres.
Doy la vuelta buscando su cara.
—¿La amante de tu hijo? —respondo— ¿La maldita esclava condenada por la mafia? ¿La perra adicta que se vomitó encima en una maldita sobredosis? ¿O la jodida defectuosa que ni para ser madre sirve? —continuo— ¡La miserable que debe vivir de tu lástima porque ni para vivir como se debe tengo ya!
El llanto me ahoga cuando trato de contenerlo.
—¡Basta de decirme que soy fuerte, que soy importante ¡No lo soy, soy un maldito espejismo! —increpo— ¡Soy la zorra de un hombre que nunca le va a ofrecer más que cama, soy el desecho que dejo el HACOC y soy una imbécil que vive engañada aferrándose a lo imposible!
Endurece la mandíbula apretando la baranda.
—Vivo de ilusiones y no tengo que recordarlo, cada que me levanto es lo primero que trae mi cabeza.
Lo dejo al pie de la escalera apresurándome a la alcoba, mis sentimientos chocaron de nuevo y temo a que me digan algo peor, a que mañana sea:
"Sus hijos murieron"
Entierro la cara en la almohada dejando que la tela absorba las lágrimas, los pulmones empiezan arderme volviendo a esos días cargados extrema soledad donde lloraba por todo y a la vez por nada.
«¡No lo estoy haciendo bien!»
El vacío que causa Christopher me pone peor, la jodida necesidad de que me abrace, mis emociones dependen tanto de él que hasta siendo un tempano de hielo logra reconfortarme con su mera presencia.
Abren la puerta despacio y no me muevo, dejo que Alex se siente en el borde de la cama viendo como lloro, duda, pero se atreve a acariciarme la espalda con ternura.
—¿Qué hago? —pregunta— ¿Que te busco? ¿Qué necesitas?
Aumenta la avalancha de emociones, lo sola que me siento sin el calor que necesito.
—Extraño a mis padres, mi hogar —declaro— No me hace falta nada contigo, pero sigo sintiendo que todo es por lastima...
Deja la mano en el centro de mi espalda.
—Los Morgan no sentimos lastima, Regina nos quitó esa cualidad.
Contesta tomando aire.
—Meses atrás le exigí al coronel que dejara de dar vueltas y se comprometiera de una vez —habla de un tema totalmente diferente— Y te lo iba a pedir a ti y tal decisión la tomó antes de que recayeras.
Calla tensándome todo.
—Pero tú te fuiste tras Stefan y lo más grande de Christopher no es el ego, es el orgullo —continua— Yo comparto su idea de que tu estas donde quieres estar por terca y testaruda —agrega— Dices que temes a que te lastimen y fuiste tú la que te hiciste daño con tanto miedo.
Cuánta razón en sus palabras, cuanta decepción mezclada con melancolía.
—No me mientas ahora, por favor —me tiembla la voz cuando hablo— No me lo entierres más adentro. No ahora que debo odiarlo.
—Si tienes que odiarlo, eso no lo discuto en ese entonces Christopher estaba calmado y ahora se ha vuelto a transformar como en años atrás.
Toma una bocanada de aire.
—El coronel evoluciona para mal y si desaprovechamos el momento en el que se veía más humano no tenemos ningún derecho de quejarnos ahora —musita— No queda más alternativa que alejarnos dejando que haga su vida con quien siempre está para él.
Giro sentándome en la cama, lo último me abre el pecho con dolor.
—Aunque te moleste Gema está más que tú, más que yo. Tú antepones tu mundo antes que él y ella lo ama sin miedo, sin arandelas, sin pensar en otros, simplemente lo quiere y ya —continua— Y a ti te quedó grande eso.
Sus pulgares limpian mis lágrimas.
—No deseo seguir en Londres —digo— Irme es lo mejor porque no puedo vivir viéndolo con ella, lo amo como no tienes idea y es demasiado para mí y para mi embarazo...
Asiente dándome la razón.
—Lo sé y me estoy encargando de eso.
Me arrojo a sus brazos.
—No quiero guerra para los bebés, necesito que vivan lejos del sadismo de su padre, lejos de mis errores, ya estoy harta de este entorno de mierda.
—Así será, necesitamos más Reece y menos Thomas y Christopher.
Apoyo la barbilla en su hombro viendo la pantalla del televisor.
"Desmanes y ataques despiadados"
—Usemos todas las herramientas que se necesitan para ganar después del posicionamiento nos iremos.
Se pone en pie «Eso es después de la boda» Casado demostrara que va en serio, besa mi mejilla antes de marcharse.
—Pediré que te sirvan algo para merendar.
La soledad vuelve a envolverme, el noticiero no deja de trasmitir y yo me quedo en la cama viendo el fuego cruzado sin querer prender el móvil.
"Heridos y muertos llenos de cenizas"
"La contraparte armó un escudo humano haciendo uso de las pandillas, jóvenes que en vez de estar en la universidad portan un fusil"
"—¡Pedimos bandera blanca! —suplican personas en las transmisiones— Son jóvenes que solo han tomado un mal camino muchos no tienen más de veinte años"
"—Con compasión no se ganan guerras"
Me arropo los hombros, las cámaras están captando todo, los revolucionarios dispuestos a atacar con la cara encapuchada, una calle completa que queda hecha pedazos con el contraataque del avión militar que pasa a la velocidad de un misil.
Apago la pantalla con las alarmas gritos y llantos. Lleno mis pulmones de aire con los ojos cerrados «El cansancio no vence al soldado» Y yo también soy parte de esto.
A la mañana siguiente me preparo para ir al comando «Te lo iba a pedir antes de que recayeras» La confesión de Alex sigue estrujando «¿Cuantas cosas se hubiesen evitado con eso?»
«¿Cuanta maldita basura me tire yo misma?»
La imagen de ella de blanco termina con mi espejo roto, observo mi reflejo en el espejo quebrado viendo como la hija que Rick y Luciana va perdiendo brillo dejándose envolver por algo escalofriantemente siniestro.
«¿Dónde estás dejando los consejos de papá, Rachel?»
—Las tropas están volviendo, el coronel tuvo que ponerle un cese al fuego —avisa Stefan cuando salgo— Ilenko y Phillippe acabaron con las tropas de apoyo ofreció Alemania.
Desayuno, la rabia no ha querido mermar y no sé ni porque estoy enojada.
—Enviaron esto —Iván entra con una caja aburrido— ¿Qué hago?
La cabeza peluda sale de la caja.
—La chica dijo que es la cuota que le corresponde a los Morgan, murieron dos y quedaron dos —explica.
Lo saco, es un lobo siberiano del mismo color de Zeus «Precioso» Parece de juguete.
—Yo se lo recibo —lo toma la empleada— Le daré leche.
—Afortunadamente no falleció ningún cercano, pero al igual esta un tanto oscuro el asunto —sigue informando Stefan mientras esperamos a Alex— Gema llegó en la madrugada, el resto de la élite está aterrizando y el coronel está rindiendo cuentas.
Leo de camino a la central mientras Alex se mantiene al teléfono.
—Me iré de un todo en un par de semanas —informa— High Garden quedará a manos de Christopher.
«Más ardor» Llegamos y Stefan se despide yéndose a sus labores, se están desarmando aviones y el ministro camina conmigo a lo largo de los pasillos logrando que los soldados se pongan firmes con su mera presencia.
—Quiero que Make quede a cargo de la guardia —me pide colgando el teléfono— Como viceministra también tendrás escoltas, así que escoge los que partirán con nosotros.
—Hablas como si ganar ya fuera un hecho.e
—Lo es —responde con la espalda recta— La fórmula electoral y el matrimonio con Gema nos pondrán varios escalones arriba. La política es así teniente, así que empiece a empatizar con todos desde ya.
No estoy de genio para eso. La sala de juntas esta lista con Gema a la cabeza dando órdenes de no sé qué.
¿Qué se cree? Es una simple teniente todavía.
—Ministro buenos días —trae el uniforme de entrenamiento— Bienvenido de nuevo a la central.
Alex adopta el porte serio y ella recoge sus cosas tomando la silla que tiene a la izquierda «El puesto de Christopher que no está presente»
Olimpia también hace presencia tomando asiento en la otra cabeza de la mesa.
—Teniente James —me habla Simón— ¿Que Dios se acordó de nosotros como para que nos honres con su presencia?
—¡Calla Miller! —Simón salta con el grito de Gauna— ¡¿Tu que esperas para sentarte?!
Con Gauna no se puede ser sociable, saludo a mis amigas con una leve inclinación, a Laila la presencia de Alex la ponen a mirar las carpetas de la mesa y es la que más estropeada esta con varios moretones en la cara.
Tomo asiento frente a ellas, Thompson provoca cierto pesar, fue mi capitán durante años y le he quitado la posibilidad de ser viceministro.
Angela, Dominick, Alan, Bratt también están ubicados a lo largo de la mesa y Patrick es el último en llegar apresurándose a la silla que tengo al lado.
«¿A qué huele?»
—Teniente —me da la mano al estilo colega ahogándome con la arcada que provoca su fragancia.
—¿Que te echaste? —indago— Es demasiado fuerte...
Se huele la playera.
—Eh ¿Mi loción de siempre?
Arrugo la nariz.
—Fue un enfrentamiento sangriento —Bratt empieza hablar— Nos derrumbaron cuatro tropas y por ello se dio cese al fuego.
El olor de Patrick me marea, siguen hablando de todo lo que pasó y la frente me empieza a sudar con las náuseas
«Que olor más desagradable»
—Las familias están asustadas, los hijos no pueden ver a sus padres —habla Gema dándome más ganas de vomitar— Había programado un día para la familia el cual sería esta tarde y a mi parecer no es prudente reprogramarlo.
—Comparto la idea, los reclutas necesitan compartir con sus seres queridos —secunda Olimpia.
— En Thorpe Park tendremos actividades para grandes y niños, Stefan me dio la idea.
—Muy bien —le dice el ministro— Pasando al siguiente punto tome algunas decisiones teniendo en cuenta lo poco que falta para entregar el cargo.
Procuro acomodarme en el asiento presionando los dedos contra mi boca las ganas de vomitar aumentan cada vez más.
—Sargento Franco, Gauna y yo coincidimos en que tomara el lugar de Gema como teniente de la tropa Alpha —dispone Alex.
«Un ascenso» Que orgullo, mi amiga se pone de pie.
—Ministro muchas gracias —le dedica el debido saludo— Cuente con mi total compromiso.
—Alan tomara el lugar de Rachel al lado de Parker como teniente y es decisión de los capitanes decidir a quién le darán el puesto de sargento.
Alan se levanta a dar las gracias y empiezo a sentirme incomoda con Patrick que no deja de mirarme, no disimula y me da cierta vergüenza con Alexandra que esta frente a nosotros.
Corre la silla acercándose más.
«Mierda, no» La loción impacta con más fuerza.
—¿Sigues estropeada por lo de Phillippe? —pregunta en voz baja.
—Un poco —murmuro— Aléjate ¿Sí? Mi asma exige mucho oxígeno.
Mi petición le vale un reverendo rábano, apoya el brazo en la mesa y yo debo recostarme en la silla.
—Angela se vincula hoy acompañando al capitán Lewis —continua Alex— Por último, informo que Rachel se postulara como la formula electoral de Christopher y es algo que Olimpia, Gauna y yo apoyaremos.
Thompson me mira decepcionado mientras mis amigas arrugan las cejas con cara de ¿Por qué no nos contaste?
—Hemos tomado la decisión de instalarnos en los Estados Unidos y por ende tanto ella como yo dejaremos la central de Londres.
Laila me apena, la noticia la obliga a levantar la cara y reconozco el brillo de las lágrimas en sus ojos.
—De ganar, que debe ser así —sigue Alex— Christopher seguirá teniendo Londres como sede y la sede de Rachel estará en el comando de Washington.
Hago la manera de levantarme, el viento se filtra intensificando la loción de Patrick y el desequilibro me devuelve a la silla, la arcada deja el desayuno al inicio de mi garganta y a duras penas tengo tiempo de voltearme a tomar la caneca.
Vomito bajo el silencio absoluto que se forma entre mis compañeros
«¡Joder!»
Me llevo la mano a la boca buscando la puerta, esto no va a cesar. El pasillo se me hace eterno, me aferro a la perilla del baño y pateo la gaveta vomitando otra vez.
Siento que se me van a salir los intestinos, me apoyo en el váter.
—Calma —Alex pasa la mano por mi espalda— Suelta todo y te llevo a comer.
—¡No quiero comer...! —el vómito me corta las palabras.
Oh no, cuando no es por alcohol se siente mucho peor, se repite tres veces más.
Sudo frío, cesa y Alex baja la palanca guiándome fuera de la gaveta.
—Hola —saluda Patrick en la puerta—Olimpia concluyó la reunión y quise saber si estas bien.
El olor vuelve a ponerme mal.
—¡Linguini es el baño de damas ¿Por qué entras?! —lo regaña Alex.
—Por el mismo motivo que entro usted.
—¿Perdón? —se molesta Alex— ¿Cómo me estás hablando?
—Solo me callo mal el desayuno —evito una discusión— Estoy bien Patrick, Gracias.
Me apoyo en el lavado y se acerca dejando la tableta de vitaminas prenatales que cargo en el bolsillo.
—Se te cayeron cuando te levantaste —me dice.
«Vaya cosa» Repara mi aspecto buscando no sé qué.
—Me las recetaron por el HACOC —las recibo— Debo tomar vitamínicos de por vida.
—Claro.
—Lárgate Linguini —lo echa Alex.
Obedece. Alex se va a su despacho no sin antes dejarme en la cafetería para que almuerce. Me acerco a ordenar en la barra, tengo el apetito en el suelo, sin embargo, lo necesito.
—Pollo, patatas y ensalada, por favor.
Según oí Luisa no esta y Stefan partido a Londres. No veo a ninguna de mis amigas.
—¿Has visto a Laila o a Brenda? —le pregunto a Lucas que está almorzando en la barra.
—Las vi hace cinco minutos en las mesas de afuera.
—Gracias.
El aire fresco me sienta bien. Mis amigas están aglomeradas alrededor de una mesa con... Gema. Laila está en el medio botando sangre por la nariz con un paño frío en la cabeza.
—¿Qué pasó? —pregunto preocupada.
—Consecuencias del combate se me vino la sangre sin más —contesta Laila.
—Conseguí esto para las raspaduras —dice Gema— Te va ayudar con el ardor.
—Gracias —le dice Laila.
Me choca que ande metida en todo lado.
—Es mejor ir a la enfermería —le quito la banda— No estamos en campo abierto para tomar este tipo de medidas.
—La enfermería está llena de heridos —dice Brenda.
—Hablaremos para que la atiendan rápido...
—Me haré cargo —se entromete Gema— Con el botiquín...
—¡Ya dije que voy a llevarla a la enfermería! —me es inevitable levantarle la voz— Es una teniente y la atenderán rápido.
Laila se opone cuando intento levantarla
—Eso solo funciona contigo —replica molesta— Deja que Gema continúe, que a mí los privilegios con los Morgan ya se me acabaron y tampoco soy tú.
El comentario es ofensivo, vuelvo a sujetarla ignorando lo que dijo.
—Que la dejes, ¿No la estás oyendo? —vuelve a meterse Gema.
—Ya estuvo bien —dice Alexa— Me hago cargo yo y fin de la discusión.
—¿Qué diablos te pasa? —le reclamo a Laila.
—Partes a América y no lo compartes, cada vez vas más y más ambiciosa sin ver que cabezas estas cortando.
—Eso no es cierto...
—¿No? ¿Qué hiciste con Thompson? ¿Tienes idea del tiempo que llevaba ganándose a los soldados para pertenecer a la formula electoral? —me reprocha— Pasaste por encima de eso...
—Quedamos en hablarlo cuando estuviéramos calmadas —se mete Brenda— Siempre hay una explicación lógica para todo.
—Claro que la hay —Gema abre la boca— Ya es un secreto a voces, andas metida en la cama del ministro aprovechándote de tu papel de víctima.
Los ojos me arden al igual que la nariz, yo no hago esto porque quiera lo hago porque lo necesito, una persona con mis problemas debe buscar la forma de escalar alto o me van aplastar.
—¿Creen que me estoy acostando con Alex?
—Raichil, ninguna cree eso — Alexa me acaricia el brazo a modo de apoyo.
Miro a Laila buscando la misma mirada que veo en Brenda, pero no la hallo.
—¿Vas a creer lo que esta estúpida dice? —pregunto— ¡Somos colegas desde los 16!
Siento que sobro cuando no me contesta, ¿Eso es lo que creen la mayoría?
—Como bien lo dijo mamá, mueres por treparte de alguno y como Reece murió vas por el mayor ¿Qué tienes en la cabeza? —me enfrenta Gema— ¿Tan urgida y caliente estas?
El aire me sale pesado.
—No metas las manos al fuego si no sabes arder —contesto— ¡No te midas conmigo...!
—¿Qué harás? ¿Matarme como a Meredith? —susurra— No te temo, Rachel las cosas cambiarán en unos meses y por muy viceministra mi puesto me dejara un escalón por encima de ti y ahí arreglaremos cuentas.
La reparo perpetuando mi odio.
—Yo no soy Sabrina —agrega
Percibo la otra línea de quiebre ¿Cuántas se necesitan para que estalle el cristal? Gema se me queda atascada el resto de la tarde.
—Nos vamos a casa y luego al parque, estará la prensa así que ya sabes —Alex entra a mi oficina— ¿Tienes todo claro?
—Si.
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El olor a palomitas es delicioso, payasos, acróbatas y bailarines predominan a lo largo del parque resguardando por un montón de soldados. Los soldados de la guardia me miran con disimulo mientras camino.
«Si no puedes ponerte, mala, ponte sexy» El cabello negro cubre mis hombros cayendo suelto a lo largo de mi espalda, las zapatillas converse me dan un aire relajado y el vestido corto ajustado un aire sensual.
—Esperaba más de esta ciudad —Stefan camina a mi lado— America ahi te voy, con nuevos sueños y mi fabuloso auto.
Se ríe cuando lo miro seria.
—Es broma, andas muy dura últimamente.
Se agacha a acariciar el perro hijo de Zeus.
Gema está pavoneándose con Cristal y la prensa.
—Iván los globos —pido.
El escolta se acerca con un ramo gigante atrayendo la atención de los niños con los globos y el perro.
—Oye no te limpies en mi —se queja Iván cuando se limpian las manos en él.
—¿Cuantos de aquí serán capitanes? —me agacho a saludar— Que mascada tan bonita ¿Me la presta?
Me toman varias fotos mientras continúo saludando y sonriendo. La gente no me desagrada, pero estoy tan cargada que hasta eso me cuesta.
—¿Cómo están? —soy empática— ¿Ya subieron a las atracciones?
Busco grupos grandes los cadetes también están disfrutando, siento que la mayoría de aquí teme a las guerras que se avecinan.
—No teman ni crean que todo será balas y sangre —les digo mientras algunos periodistas me graban— Muchos seremos el lado humano, velaremos porque se respeten sus derechos y tengan el impulso de dejar todo en la batalla para que asi puedan volver con sus familiares.
—¿Qué rol tomará en la campaña Morgan? —me preguntan— ¿En qué rama la veremos?
No puedo revelar esa información.
—Estaré donde ellos me quieran poner —extiendo una amplia sonrisa— Siempre podrán contar con mi colaboración.
—Genial, es usted una figura que se conoce en todo el mundo.
Cargo al perro posando en distintos ángulos, invitando a los niños que se tomen fotos conmigo. Hoy es para verse como un algodón de azúcar.
—La única mujer de la alta guardia —siguen tomando fotos.
—No fue fácil, pero se hizo lo que se pudo.
Piden una foto y me siento diminuta con hombres tan grandes, Iván se posa a mi espalda y disparan el flash.
—Gracias teniente —se va el fotógrafo y empujo a Iván.
—¿Tenías que ponerme el puto pito en la espalda? —reclamo.
La mayoría se termina burlando, Stefan llega con los caramelos y recorremos el parque interactuando con todos.
Gema sigue siendo la protagonista con la mitad de la cara pintada y la guitarra y un escuadrón de niñas atrás, las cámaras no la desenfocan ni un solo segundo y los padres les confían a sus hijos entreteniéndose en otras cosas.
—¿Boto los globos que quedan? —indaga Iván.
—¿Cómo que los boto? —lo regaño— ¡No seas quejica y ve a interactuar con los niños, hoy no estas siendo una buena perra!
Alex resalta la labor de Gema públicamente dejando que lo tome del brazo «Paciencia Dios»
—¡Oh miren quien llego! —exclama Gema de la nada— ¡El coronel dedíquenle un saludo militar al hombre que velará por nuestro bienestar!
Las niñas obedecen, para nada porque a Christopher le da igual, esta escoltado por Dalton y Make que volvió a sus tareas, la prensa no tarda en acapararlo y Gema se abre paso entre ellos explicando los motivos del evento.
—¿Quieres subir a un juego mecánico? —se me acerca Patrick comiendo palomitas— La montaña rusa se ve divertida.
—Me dan miedo —miento sujetando al perro.
—No me digas.
—Si te digo.
Christopher se aparta a fumar con Dominic acompañándolo, logra verme entre el gentío y suelta el humo respirando hondo.
Avanzo hallando a Luisa, Simón, Brenda y Alexa viendo los animales con los niños por un momento dudo en acercarme, quizás tienen el mismo concepto de Laila y ser señalada no me apetece ahora.
—¡Tía! —Harry viene a mi cuando me ve— Estamos viendo los cerdos ¿Quieres saber cuál es mi favorito?
Se parece tanto a mi difunto amigo.
—Muéstrame —dejo que tome mi mano y todos me acogen cuando me integro.
—¿Me prestas el perro? —sujeta la correa.
Todos me saludan con un beso, Peyton me sonríe en los brazos de Simón y Luisa me abraza junto con Brenda.
—Laila anda algo estresada, discúlpala.
No digo nada, en algún momento todas llegamos a tener un mal día. Peyton revienta en carcajadas cuando Christopher se acerca con Dominick y Patrick, mueve las manos con desespero.
—¿A quién le gusta el coronel? —Luisa le habla mimado— ¿A quién?
—A Rachel —contesta Simón poniéndome como un tomate.
Esta lo suficiente cerca como para escuchar, la sombra de su altura me cubre quedando a centímetros de mi espalda encendiéndome la piel «No lo hagas, no lo hagas» Perooo...
Me agacho a recoger el juguete que dejo caer Peyton rozándole la entrepierna con el culo.
—Ten hermosa —se lo entrego y el hombre de atrás respira hondo.
—Christopher ven conmigo —lo llama Cristal.
Se lo lleva devolviendo el frío que provoca su lejanía, Stefan me entrega una bebida y todos se mueven a ver el desfile que acaba de empezar y Christopher queda al otro lado con Alex y Cristal.
—¡Todos con las palmas que la música es vida! —anima Gema en el centro del desfile— ¡Niños ustedes también!
Liz la sigue a pocos pasos repartiendo golosinas.
—¡Cantando todos! —sigue Gema y la mayoría le sigue la corriente—¡Demostremos que somos la mejor central!
Los bailarines y acróbatas salen de todos lados rodeando a Gema haciéndola parte del show, hay saltos, palmas, tambores ovaciones y en medio del espectáculo una malabarista llama mi atención.
—¡¿Quién es la mejor?! —grita la mujer disfrazada.
—¡La teniente Lancaster! —gritan los niños.
—¡Que el cielo nos escuche! —sigue— ¡¿Quién es la mejor?!
—¡que viva la teniente Lancaster!
Reparo a la malabarista del alboroto «Menuda...» Tiene un tutu de colores, las medias rotas, peluca y maquillaje de payaso, tira las pelotas en el aire atrapándolas todas en vuelo mientras ondea un hula hula. Mis ojos se niegan a dejar de observarla y de un momento a otro su mirada choca con la mía enderezándome en el acto.
Ensancha los labios despacio causando escalofríos, pese al maquillaje soy incapaz de no reconocer ese gesto porque lo he visto antes y más de una vez, arroja las pelotas dando una voltereta «Dalila» Ubica a Gema en su radar y vuelve a mirarme apoyando el índice contra sus labios.
Salta buscando cercanía «La va a matar» Distracción, multitud, ruido.
—Ángel ¿Que ves?
Dalila es tan peligrosa como su padre y tan letal como su tío, mis ojos viajan al sitio de Gema que se agacha a abrazar a los niños. «—Te admiro mucho, Rachel» Recuerdo sus palabras y miro a Christopher
«¿Lo que siento da para tanto?» Mi mirada se une con la suya dejándome detallar el rostro que esconde uno de los seres más sádicos que he conocido.
—¿Ángel qué pasa?
—Nada —le doy un sorbo a mi bebida.
Me alejo arrojando el vaso a la basura, el coronel me sigue con los ojos, la prensa está concentrada en el desfile y una leve seña hace que los escoltas se dispersen, la gente va desapareciendo y quedo sola cuando cruzo las puertas del establo lleno de heno.
Su mano toca mi hombro y me vuelvo hacia él pasando las manos por el torso de acero, sé lo que quiero y es jugar con el diablo.
—Toca —hago que su mano toque mi sexo, pero no lo hace por encima del vestido como pido, sube la tela apartando las bragas untándose los dedos directamente.
Impido que se los lleve a la boca sujetándolo de la muñeca mientras le saboreo los dedos con la lengua «Sucia y desmedida» Como nos gusta, le acaricio el miembro por encima del pantalón consciente de que lo que hago y es abrir las puertas a lo que ni yo misma puedo contener.
Ofrecerle heroína a un drogadicto que cuando se desata no para, chupo el dedo del medio, se le oscurecen los ojos con el pecho agitado, su violencia me lleva contra su pecho y lo que sigue no es más que la bienvenida al infierno que somos juntos.
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LIZ.
La prensa adora a Gema, es como un mesías en medio de la conflagración.
Me llena de orgullo porque se lo merece, a diferencia mía, ella tiene la dulzura que necesita el mundo.
Ha creído en mi cuando nadie más lo hace, tenemos una alianza de amistad que nos convierte en hermanas. Sigo sus pasos evadiendo los comentarios de la prensa, pase a ser de la elite a la mal juzgada que lían con la mafia sin ser así.
—No es necesario que me sigan —le advierte Gema a los escoltas— Quiero empaparme de la gente y la zona está asegurada.
—Señorita...
—Vayan a cuidar a Christopher...
Toma mi mano llevándome con ella, los periodistas siguen preguntando y yo sigo evadiendo guardándome las malas palabras.
—Ya se demostró que no tuvo participación —aclara mi amiga — Es un soldado ejemplar como todos los de Londres.
—Pero la teniente James, uno de los soldados más destacados manifestó que no la quiere en la Elite ¿Como se siente con eso? —empiezan— Su carrera está en tela de juicio...
Gema evade la respuesta diciendo que le apetece seguir compartiendo con los niños.
—Casos internos acabo con mi prestigio —replico— En New York era de una las mejores y ahora soy la que todos señalan.
—Es solo un rumor, cuando pase la etapa electoral como primera dama te pondré en tu puesto de nuevo —me anima— Yo no te voy a dejar ¿Vale?
Nos abrazamos, Cuando se nace en medio de balas adoptas una personalidad evasiva, vi tantas mujeres violadas, forzadas que le tomé un asco innato a los hombres, por Gema fue que volví a confiar en los seres humanos.
—Vamos a la última función —me invita.
El coronel no está a la vista y el parque es tan grande que no se sabe dónde permanece cada quien.
El show final es en el ala oeste, la mayor concentración de gente está ahí viendo como los magos realizan actos majestuosos. Harry y la hija de Patrick están jugando con un perro mientras Stefan los supervisa.
Comparto miradas con Tatiana que me guiña un ojo a modo de provocación, nos hemos encamado varias veces y le gusto tanto como para visitarme tres veces en prisión.
Asiento cuando disimuladamente me pide que la llame.
—Ya estás de zorra —me codea Gema— Anda con confianza quiero a mi amiga de vuelta.
Eso pasara cuando mi nombre este limpio, cuando el sapo que se vendió salga a la luz ya que eso es lo que nos tiene así, la ventana que tiene la mafia les permite deducir como hundirnos.
—Para el acto final vamos a necesitar un voluntario —pide el mago— ¿Quien se anima?
El público retrocede con pena y alguien grita "La teniente Lancaster"
—"La teniente" "La teniente"
Una payasa con tutu tomo la mano de Gema y alcanzo a sujetarla del codo.
—No es conveniente —advierto— Serás la primera dama, no puedes exponerte.
—Es un truco para divertir a los niños —explica la mujer con tutu— ¡La convertiremos en una sirena!
Señale el tanque de cristal lleno de agua.
—La teniente, la teniente —empieza a cantar— ¿Quién quiere que la teniente sea una sirena?
—Gema no...
El público ejerce presión y mi amiga se lleva la mano al pecho sacándose los zapatos.
—¡Bravo!
La terquedad alejo a los escoltas, la ayudan a subir al tanque ubicándola en una pequeña base de madera.
—¡Al agua! —pide el público— ¡Al agua!
La tabla cae sumergiéndola por completo, sabe nadar y empieza a saludar a los niños a través del vidrio.
—Vamos a convertirla en una hermosa sirena.
El mago chasquea los dedos provocando un efecto de colores que le pone una cola con escamas alegrando a los niños. Me impaciento que dure tanto.
Ella emerge apoyándose en el borde mientras los infantes la saludan.
—Ahora la vamos a desaparecer a la cuenta de tres y ese será el acto final.
Vuelve a sumergirse dejando que las cortinas caigan
—¡Uno! ¡Dos! ¡Tres!
Vuelven abrir el telón y no hay nadie, todos aplauden e inmediatamente empiezan los fuegos artificiales a modo de despedidas.
—Muchas gracias, señores.
Las personas empiezan arrollarme y no veo a mi amiga por ningún lado, los artistas recogen todo rápido mezclándose con los otros.
—¿Y Gema? —alcanzo al mago.
—Espérala aquí, mi asistente la traerá.
Se va, los quioscos empiezan apagarse mientras el cielo se sigue iluminando con el espectáculo de arriba. Miro a todos lados a la defensiva no veo a Gema ni a ninguna asistente.
—¡Gema! —llamo.
—¿Qué pasa? —pregunta Tatiana.
—¡No encuentro a Gema!
—Debe estar por ahí, relájate.
—¡No, es peligroso con la mafia tras ella! —me desespero— Busca el mago mientras inspecciono.
—Vale.
Hay mucha gente como para ponerme a buscar a los escoltas, corro arrollando personas, la guardia del ministro está saliendo protegiendo a Alex.
—¡Gema!
«¡Coño!» Corro yéndome a la parte de atrás del toldo por donde vi salir a los del espectáculo.
No hay personas, pero si una puerta de madera estilo sótano, está cerrada en la parte de adentro y termino pateándola volviendo nada la madera.
Bajo la escalera sacando el arma, hay un montón de telarañas, toldos y estructuras de acero, la luz no me ayuda sin embargo camino lo más rápido que puedo.
Estoy en la parte de abajo del acto, escucho un ruido el cual me hace aminorar el paso, asomo la cabeza viendo el halo de luz que cubre el tanque subterráneo de cristal.
El tórax me arde con Gema flotando como un cadáver mientras que la payasa de hace unos segundos se ríe a carcajadas con las manos apoyadas en el vidrio, tiene una ballesta cruzada en la espalda y no hay tiempo para planear nada.
Apunto soltando la tanda de balas que revientan el cristal, el agua me toca los pies y la mujer disfraza me hace una reverencia con ballesta en mano.
—Las armas son tan corrientes —se ríe de forma escandalosa soltando las flechas que logro esquivar.
Las balas se me fueron en el cristal y me las apaño para atacar mientras no deja de reír, forcejeamos en medio de golpes, su ataque me impide sacar la navaja, la ballesta cae y de un momento a otro la tengo colgada en mi espalda.
—¡Tengo hambre! —su diente atrapa mi oreja mordiendo con fuerza al punto que siento que me arrancara la oreja— Que sangre tan dulce.
Tomo un trozo de vidrio buscando su cara, pero me evade muerte de la risa mientras caigo con ella con la cara aplastada entre vidrios rotos
Una bala impacta a pocos centímetros dándole paso a Tatiana que apunta con firmeza, mi atacante retrocede huyendo mientras la rubia no deja de dispararle.
—¡Para! —le pido— ¡Gema es lo único que importa ahora!
No me importa que esa loca huya, corro al sitio de mi amiga, no se mueve y me apresuro hacer reanimación cardiopulmonar. No respira y empiezan a saltarme las lágrimas.
—Cariño por favor —le doy respiración boca a boca— Vuelve conmigo.
Repito la maniobra, ella es fuerte, ella no se deja vencer tan fácilmente.
—¡Gema! —suplico— ¡Tatis, ayúdame!
No me doy por vencida, repito y repito dándole respiración boca a boca logrando que se arquee escupiendo el agua.
—Bebé.
Le aparto los mechones húmedos de la cara está temblando.
—¿Me reconoces? Bebé soy yo.
La conmoción la tiene aturdida «Es la segunda vez que casi la pierdo» De haber tardado un poco más...
—Christopher... —es lo único que dice.
Con Tatiana la pongo de pie, el parque ya está desierto.
—¡Hay que alertar esto!
—No, causaremos terror y dañaremos la noche —jadea Gema— Fue mi culpa, no quise escoltas que me protegieran.
—¿Cómo paso esto? Alguien tuvo que darse cuenta.
La dejo en el césped para que tome fuerza.
—Te juro que encontraré al culpable de esto y lo matare —prometo— Yo por Gema hago lo que sea.
Se lleva las rodillas contra el pecho, da mal aspecto que alguien la vea en tal estado, así que me voy por la parte trasera sacándola al estacionamiento con Tatiana.
—Necesito a Christopher —pide Gema— Ve y búscalo, es la única solución ahora.
—Gema...
—¡Ve!
—Yo la cuido, no te preocupes —se ofrece Tatiana— Ve a buscar al coronel.
Me devuelvo, no veo al coronel por ningún lado, sin embargo sé que sigue aquí, hay camionetas de la alta guardia en el estacionamiento.
Make y Tyler se pasean por distintas áreas con actitud sospechosa.
¿Dónde tienen al que cuidan? Sigo buscando, las atracciones mecánicas están apagadas y las tiendas cerradas.
Me escondo cuando veo a Dalton mirando el reloj a pocos metros del establo, se acomoda el traje avisando algo en el intercomunicador antes de alejarse.
Corro al sitio a ver que sucede, de frente soy demasiado evidente así que me doy la vuelta hallando la puerta trasera, no está asegurada y medio cede cuando la empujo.
—Si, así...
«Ramera sacaleches» Lo evidente en vivo y en directo, Christopher Morgan con Rachel encima cabalgándolo como la zorra que es, él está sentado con la tela de camisa pegada a la piel y ella abierta de piernas con las copas del vestido abajo.
Se comen con una furia animal besándose como fieras deseosas las cuales se compenetran de manera perfecta, ella salta una y otra vez bamboleando lo senos frente a él sin una pizca de romanticismo, sin el más mínimo atisbo de ternura.
El gruñe, ella gimotea arrancando los botones de la camisa cuando la abre tal gata necesitada dispuesta a lamer a su amo. Mis oídos captan el choque de su palma contra su glúteo provocando más gemidos.
—¡Más! —pide ella mordiéndose los labios.
Le mete un pecho a la boca el cual chupa mientras ella se saborea mientras alza la vista, su mirada se encuentra con la mía como si la furia que emano me pusiera en evidencia y la muy colla en vez de taparse o parar, pasa la lengua por la mejilla del coronel dedicándome una sonrisa llena de descaro, resoplo, tal cosa es la gota que derrama el vaso.
«Mientras Gema casi muere...»
Llevo la mano a la chaqueta sacando la sagrada navaja que nunca suelto, un simple clic dispara la hoja.
«Va a morir a lo cerdo, a lo barrio» La rabia me pone demente mientras corro hacia ellos con la hoja brillando en mi mano.
Creo sentir el filo contra su carne, su sangre en el piso, velozmente baja de las piernas del coronel provocando que él se vuelva hacia mí pateando la silla donde yacía, mi amago queda en el aire y mi espalda contra su pecho cuando me voltea dejando el filo a centímetros de mi garganta.
La brutalidad fría entra en duelo con mi fuerza demostrando que está dispuesto a rebanarme, meto la mano que tengo libre queriendo empujar la hoja y no se detiene mueve mi muñeca cortando las capas de piel que tengo en la palma, el dolor me consume sacándome el llanto con la agonizante tortura.
—¡Para! —suplico— ¡Ya!
Es cruel hasta para el peor de los animales, la sangre caliente se desliza a lo largo de mi pecho y la imagen de Rachel aparece frente mí sin un rastro de piedad detallando como me corta.
—¡Basta! —lloro en medio de la súplica— ¡Basta!
Temo a perder la movilidad de la mano y el llanto me arrolla de tal manera que no puedo ni inmutar palabra.
—¡Me iré, te juro que me iré! —articulo— Pero detenlo, ya.
Los dedos de ella tocan la hoja incitándola a que la baje, pero él no escucha y...
—Christopher mírame —le habla— Sabes que no vale la pena.
Las venas se le marcan en el brazo cuando su fuerza reitera que me va aniquilar.
—Seguir en lo que estábamos es más importante que sacar un puto cadáver —desliza la mano libre por su pecho logrando que se ría— ¿No es más importante prenderse de aquí, coronel?
Afloja y me empuja dejándome en el piso uniéndose a ella con un beso salvaje. «Escoria los dos» La sangre de mi mano empapa el piso y no soy capaz de seguir viendo, débil por el dolor me levanto buscando la salida.
—Liz —me habla él por primera vez en la noche— Hablas y te mato.
La amenaza es un puño a la mandíbula, Christopher Morgan no advierte en vano y los hechos lo demuestran. Me doy la oportunidad de sacar todo cuando salgo mientras rompo la blusa tratando de contener la sangre. Duele demasiado y vuelvo a sentirme como la niña que rogaba por un mendrugo de pan en las calles petare.
La herida no duele tanto como Gema ya que mi amiga no se lo merece, es demasiado ángel para ese monstruo y algo me dice que entre los dos la van a destruir.
—¿Lo encontraste? —musita cuando llega al auto.
—No.
Abordo el asiento del piloto.
—¿Qué te pasó? —pregunta Tatiana preocupada— Vete y en un par de minutos llego a tu edificio.
—Pero...
—¡Ve!
Gema se asusta con la sangre, trata de encender la luz, pero no se lo permito.
—Quise abrir una de las láminas y me corté —tomo su cara— Gema, Christopher es peligroso tienes que cuidarte de él.
—Lo conozco de niños...
—Pero es peligroso y tú tienes que tomar el poder ¿Me oyes? —advierto— La inocencia debe quedar de lado.
Sollozo.
—Mientras viva no dejare que te lastimen y no pararé hasta que estés a su nivel, porque la primera dama es una mujer con riendas, una mujer que puede disponer y tú tienes que meterte eso en la cabeza —la centro— Dale hijos, haz que lo que tienen contigo nunca lo iguale otra, párele una puta debilidad.
Asiente y tomo la carretera de dónde vengo hay muchas como Rachel, mujeres rodeadas de fuerzas oscuras las cuales provocan lo que presencie.
Se me ponen los vellos en punta de solo recordarlo.
La mirada de él, «Virgen» Oscura, la de ella tan turbia regidos por algo no humano, no natural, son como seres infernales, ella es un demonio la cual lo tiene bajo su yugo y eso es algo que no se logra con simple atracción y personalidad.
Gema recuesta la cabeza en el asiento. Soy un simple mortal frente a ellos, pero mi amiga no, ella tiene poder, ella es quien puede ponerle límites y en pocas horas pasara lo inevitable.
Detengo el auto frente a la casa, saco a Gema y me aseguro de dejarla en la cama, esta tan débil que cierra los ojos enseguida, reviso que Marie este en su alcoba y le envió un mensaje a la guardia pidiendo escoltas que vengan a protegerla.
Vuelvo al auto la mano se me está durmiendo apaciguando el dolor que solo mermará cuando llegue a mi destino.
—Conejita —saluda Tatiana en pijama.
Me hace seguir apresurándose por el botiquín, no vengo por ella, vengo por Paul. Vivía aquí y algo tiene que haber dejado. Alguna pista la cual me diga a quién está utilizando la mafia para así poder limpiar mi nombre.
Le cuento todo mientras atiende mi mano.
—Liz, esto es demandable.
—Me mataría, ahora solo debo limpiar mi nombre, hundir a quien está echando todo mi esfuerzo a la basura.
—Conejita, no me gusta verte así ya tu pagaste el martirio estando tantos días en la cárcel.
Acepto su beso cuando se acerca dejando que sus labios sean terciopelo contra mi boca, la atracción surgió poco y por ello termino con Paul.
—Gracias por apoyarme.
—Por mi chica, todo —acaricia mi cara.
—Déjame buscar en la habitación de Paul a lo mejor encuentro algo que me sirva.
—Alex Morgan mando a recoger todo.
—Algo debió quedar suelto.
—¿Te sentirás mejor si te dejo?
Afirmo, es ella quien mueve los pocos papeles que hay, rebusco en medio del dolor dejando la alcoba al revés, lo que vi hace poco me sigue carcomiendo el cerebro. Busco y busco debajo de la cama, en el closet, paso al estudio a lo mejor dejo algo.
Algo tiene que darme una pista vacío las cajoneras hallando un cajón con doble espacio, rompo encontrando una carpeta amarilla.
—¿Qué es?
Extiendo las hojas en el piso leyendo la carta de casos internos.
Sargento Paul Alberts, está usted a cargo del operativo 628 el cual conlleva desmantelar e investigar a los soldados mencionados a continuación y tal tarea la llevará con la teniente Rachel James quien ya ha aceptado la labor...
—¿Cuál es el castigo por traición? —pregunto lo que ya sé.
—Cárcel y expulsión —la respuesta es un coro celestial.
Paso los dedos por la caligrafía estampada con la firma de Rachel. Ni capitana, ni viceministra.
Convicta al igual que Antoni Mascherano, por rata porque esta Christopher no se la va a perdonar.
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