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CAPITULO 73

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Lágrimas de Azufre.

A la mañana siguiente.

Rachel.

—¿Cómo entraron al edificio? —le pregunto a Dalton.

—Se hicieron pasar por el personal de seguridad, violentaron la cerradura e infiltraron un mercenario.

Me mantengo sentada en la cama escuchando la versión de los hechos.

—La teniente tuvo buenos reflejos, de no actuar a tiempo la hubiese matado en mientras dormía con su madre —extiende la nota que dejaron para Christopher.

"Morgan a la tumba, muerte a ti, tu mujer a tus hijos y a los hijos de tus hijos"

Esta escrito con sangre y como si no fuera suficiente se tomaron la molestia de dejar el corazón de no sé quién con un puñal enterrado en la mitad.

—Ningún sitio es seguro ahora mi teniente, si pide mi opinión diría que solo me confió de esta casa y el comando.

Asiento soltando el aire. Gema tiene un par de centinelas alrededor de la casa y tal cosa no basta ahora que el mundo la ve como la futura prometida. No se anuncia todavía sin embargo la mayoría ya lo presiente.

—En la tarde me reuniré con el ministro y sabremos como proceder —contesto — Al igual debo hablarle de otro tema.

— Si mi teniente.

Viendo cómo van las cosas tome la decisión de ponerlo al tanto de lo que pasa con Phillippe, al igual el sospecha de casos internos desde que estuvo en París y lo mejor es que unamos fuerzas para esto. Alex puede ser lo que sea, pero se deja hablar de vez en cuando.

Dejo que se lleven el paquete y me encamino a buscar a Gema. Miranda me indica que está en la habitación del coronel y procuro centrar las ideas antes de avanzar. Se supone que fui entrenada para no mezclar lo personal con lo laboral, pero ahora la rabia no me deja pensar.

Antes lo tenía todo claro, ahora no sé nada. Siento que, aunque me esfuerce y sea la mejor no estaré completa

Bratt tenía misiones donde había contacto, acercamientos y lo asimilaba, lo tomaba bien porque posesiva no era y ahora... Ahora solo quiero eliminar a Gema de mi camino.

Detengo el paso cuando la oigo llorando en la alcoba, la puerta está entreabierta y él está sentado en la cama mientras ella se pasea de aquí para allá con lágrimas en los ojos.

—Por poco y no vuelvo abrir los ojos, estuve a nada de ser víctima de una tragedia —solloza— Y mi madre también, porque si me mataban a mí también la iban a matar a ella.

—Pero no pasó —contesta Christopher.

—¡Pero ¿Qué tal sí?! —se altera— Tengo miedo de esto y ya no estoy segura de querer continuar...

Se levanto tomándola de los hombros.

—Primero que todo tranquilízate —le dice— Porque si no ganamos de igual forma nos van a matar...

—No me voy a perdonar que le pase algo a mi madre por culpa de esto... Si ella me pierde a mí se va a quedar sola porque es lo único que tiene y ella siempre ha sido una mujer sin apoyo de nadie.

Se pasa las manos por la cara

—Yo tengo mucho miedo —se arroja sobre su pecho— ¿Qué tal te pase algo a ti? Eso es algo que tampoco no voy a soportar.

La abraza moviéndome el puñal cuando ella se aferra a sus brazos, empinándose a darle un beso en la boca. Recuesto la espalda en la pared cuando una arcada me invade la garganta, el móvil me vibra y termino alejándome de la puerta.

—¿Sí? —contesto.

—teniente James, le hablamos de Irons Walls, queremos confirmar la cita que tiene con el reo...

Cuelgo, ahora no estoy para lidiar con Antoni. Alisto mis armas metiéndolas en el chaleco que cargo dentro de la chaqueta, tomo la placa y empaco cargadores.

—Cúbreme en lo que queda de la mañana —le ordeno a Dalton— Debo ir a casa, te veré en el evento al medio día.

—Sí mi teniente.

Reviso que todo esté en regla, no puedo descuidar las cosas con Naomi ya que si doy con Phillippe me quito un peso de encima. Todo está en orden, bajo rápido y le pido a uno de los escoltas que me lleve a casa. En 35 minutos estoy frente a mi edificio, el clima húmedo y gris me avisa que no es mi mejor día. 

—Vete —le ordeno al soldado— Los veré en el club.

—Como ordene.

Monitoreo todo desde el auricular y mantengo el radio encendido escuchando lo que hablan los escoltas entre sí.

Stefan está trabajando en la sala cuando entro.

—¿Como amaneces? —se acerca a darme un beso en la mejilla.

—No también como me gustaría —contesto— ¿Lograste algo con Naomi?

Niega.

—No para de pedir que la deje volver y paso toda la noche llorando.

Reviso el teléfono y no tengo llamadas de Paolo.

—¿Algo de Damon? ¿Paolo te ha informado algo?

—No Ángel, la única llamada que recibí fue de Irons Walls. Antoni quiere reunirse contigo.

—Ni me lo menciones —tomo las hojas de ayer y me voy a buscar a Naomi.

Esta en la habitación de huéspedes sentada en la cama sin tocar el desayuno. Se baño, pero trae la misma ropa sucia de ayer, no se ha recogido el cabello y este le cae desordenado por toda la cara.

—¿Como estas? —me acerco— ¿Dormiste bien?

Asiente entrelazando los dedos sobre su regazo, tiene la contextura y el perfil de las italianas, el cabello rubio le llega más abajo de los hombros y aparenta signos de desnutrición. Poso la carpeta en mis piernas sentándome a su lado y ella pone la debida distancia.

—Tienes un cabello muy bonito —me trago el vació que surge cuando le toco la cabeza, tiene contusiones que se sienten con el mero toque — ¿Te gusta la alcoba? Si te apetece podemos darle... No sé unos toques según tu gusto... A tu edad a mi hermana menor le encantaba todo lo gótico...

Le reparo las manos arañadas y los labios secos.

—Naomi, entiendo que estés asustada porque yo también lo estuve sin embargo debes entender que ya eres libre.

Se pone a llorar y me empaña los ojos a mí también, a Fiorella no le hubiese gustado saber que su hija está viviendo el mismo infierno que ella, la misma tortura que  soportó durante años.

—Oye —centro su rostro— Conmigo estas a salvo.

—Usted no los conoce —solloza en su idioma natal— A usted no la han lastimado.

—Si lo han hecho, cariño —le digo— Yo fui una víctima más, como tú, como Fiorella y para acabar con esta cadena debo saber quién es Phillippe...

—¿Para qué? —se aparta— Él es el único que me tendrá piedad cuando le ruegue.

—No tienes por qué rogarle...

—Es el único bueno —se lleva las rodillas contra el pecho— Él es el único que no me golpea, él y Lucían...

—Por favor —busco las fotos desplegándolas en la cama— Solo señálame, dime si uno de estos rostros se te hace conocido.

—Él no es malo, la señorita Dalila si —susurra— El amo no golpea, el amo me pregunta si comí y el amo dejaba que me acercara a los niños.

Vuelve a encerrarse y me causa tanto remordimiento que prefiero dejarla, más que una herramienta es una persona y duele que siendo tan niña haya pasado, por tanto. La dejo sola, no soy quién para presionarla.

—Laurens me llamo —me informa Stefan cuando vuelvo a la cocina— Le darán salida en dos horas.

—Avísale desde ya que no se puede quedar aquí —indico— Busca la manera de que se aloje en otro sitio, pero aquí no...

—Ángel...

—Stefan, no podemos confiar en nadie y tengo a la hija de Fiorella aquí —apoyo las manos en la mesa— En estos momentos hasta estoy considerando la idea de mudarnos o poner explosivos alrededor de la casa.

Me voy a la estufa embutiéndome la comida de los sartenes, no puedo estar falta de energía ya que mi cuerpo se debilita con cualquier cosa y es uno de esos días donde quiero llenar mis espacios vacíos con comida. Acabo con el tocino y espero que Luisa llegue a quedarse con Naomi. Peyton es quien me alegra el día soltándome una sonrisa preciosa, sonrisa que también me recuerda que falta poco para la cirugía.

—¿Puedes creer que está enamorada de Parker? —bromea Luisa— Cada que lo ve le extiende las manitas y Simón ya se puso celoso.

Me siento en la orilla del sofá viendo cómo la cambia

—¿A quién le gustan los alemanes? —le hago caras y suelta la risotada.

Luisa le consiente la pancita y de un momento a otro se me nublan los ojos con las lágrimas, al ver a mi amiga tan feliz. No quiero decir que es envidia porque yo nunca podré hacer eso.

Stefan le acerca el biberón y la muy coqueta también le sonríe a él, es como Simón que a toda hora esta alegre.

—¿Puedo dárselo yo? —me ofrezco.

Me la da y la acomodo en mi regazo mientras Luisa me hace un resumen de todo mientras Stefan se arregla, ira al evento de hoy ya que anda trabajando de la mano con Bratt.

—Hace poco estaba leyendo el perfil psicológico del coronel, el que hacen anualmente

—¿Y? Encontraste la cura a su alto nivel de egocentrismo. 

—No, pero descubrí que no está dispuesto a adoptar bajo ninguna circunstancia, supongo que es algo que debes saber.

—Da igual —me enfoco en Peyton — Cada vez lo veo más lejos y lo peor es que entre más obstáculos más lo quiero, estoy realmente jodida. A veces hasta se me cruza la idea de anhelar un amor estilo Stefan y Bratt.

—Se desciende del cielo al infierno y una vez envuelto en llamas no se sube, Rachel —se ríe — Los demonios no entran al reino de los cielos, no porque no puedan es porque para ellos nunca será suficiente.

Me arranca una sonrisa.

—¿Me estás diciendo demonio?

— Y de los peores —recuesta la cabeza en mi hombro — Nunca dejaras de ser mi mejor amiga.

La abrazo cuando Peyton suelta el biberón, le encomiendo a Naomy antes de irme con Stefan y opto por la moto ya que el auto está bajo de combustible.

Esta vez las medidas son más altas, hay francotiradores por todos lados y toca hacer fila para entrar y salir ya que a todo el mundo lo revisan con sumo cuidado.

—Teniente, ¿cómo va el trabajo con los Morgan? —me aborda la prensa— ¿En que se basó el ministro para ponerla a la cabeza de algo tan importante?

Ignoro los micrófonos abriéndome paso entre la gente. Los Morgan permanecen en su mesa, Gema está dando una entrevista y Liz le está dando vueltas a la hija de Kazuki.

—El perímetro no presenta novedades ni alteraciones, mi teniente —me avisan por el auricular.

Me encuentro con la mirada de Alex, tiene a Christopher a la derecha y Regina está bebiendo champagne hablando con Sara mientras Reece alza la mano para saludarme.

Brenda, Parker, Laila, Bratt, Alan. Alexa Patrick y varios soldados más están en su propia mesa. Joset está rondando con Sabrina colgada del brazo quien viste de luto, las gemelas también están.

Carter y Wolfgang también están con el consejo y los familiares de Meredith.

—Tengo un mal presentimiento —me dice Stefan.

Bratt se levanta cuando me ve, sus primas lo notan y se vienen con él.

—Nos alegra saber que todo terminó bien —saluda Zoe con los ojos llorosos— Para nosotros no tanto, pero para ti si y te lo mereces...

Su hermana la toma de los hombros.

—Nos golpeó duro la muerte de la tía Martha —me dice Mía— Pero poco a poco nos vamos reponiendo.

—¿Como esta Joset? —pregunto.

—Concentrado en la recuperación de mi hermana —contesta Bratt— La muerte de mi madre fue un golpe a la realidad y está mostrando mejoría por increíble que parezca.

Me pasa los nudillos por la cara.

—Lamento mucho lo que pasó —me dice— Fue duro tanto para ti, como para mí.

No me gusta su comentario, aunque haya perdido a su madre no se compara con lo mío porque yo viví dos veces el mismo infierno. Si, perdió un hijo y aunque se oiga tonto mi pensar él puede volver a engendrar, pero yo no.

—No es igual Bratt...

—Sé que no es igual, pero tengo fe en que me perdones —toma aire— Yo no creí que esto llegaría tan lejos.

—Pero llegó y las consecuencias me salpicaron a Angela y a mí —le reclamo— Y lo que más rabia me da es que me juzgaste con lo de Christopher...

—No puedes comparar —me calla— Yo con Meredith no llevaba el tiempo que llevaba contigo y con Milla no me descare como lo hiciste tú. Milla no era la mejor amiga de Meredith.

Los traumas se me empiezan a acumular en el pecho.

—Yo te ame de verdad ¿Sabes? Pese a que falle, te quise, pero yo esto no te lo voy a perdonar nunca —me arden los ojos— En el primer exilio batalle tanto por sacar esa porquería de mi cuerpo... Creo que mi mente anhelaba una familia en algún momento y ahora murió todo tipo de esperanza.

—Hay otras opciones...

—Si claro, Rachel siempre tiene que tomar el plan B, porque nunca le puedan dar el plan A.

Stefan me aprieta los hombros dándome ánimos.

—Ambos merecemos ser felices, Rachel. Ambos nos lastimamos y debes entender que yo no te lo inyecte, yo no te condene a Antoni la primera vez y yo no le dije a Meredith que te hiciera recaer —sigue Bratt— Te mereces lo mejor y solo vengo a decirte que de corazón espero que encuentres esa persona que te llene y te merezca —posa la mano en mi mejilla— Stefan puede ser esa persona o pueda que todavía no la conozcas, pero créeme cuando te digo que ruego y deseo verte llena de alegría.

—¿Qué pasa aquí? —llega Reece— ¿Estas llorando cariño?

—No —tomo una bocanada de aire dándole un beso a las gemelas— Solo me puse algo nostálgica.

Me alejo dejando que los hombres reporten novedades.

—Sol —mi médico me frena— ¿Qué tienes? Me dices que todo está sellado y a cada nada veo sangrar la herida.

Nos aleja del gentío.

—Cuéntale a daddy.

—Todo está bien, solo tengo que aprender asimilar que soy una defectuosa —respiro hondo abanicándome la cara— Es cuestión de hacerse a la idea y ya está.

—Me preocupa algo ¿Sabes? —baja las manos a mis hombros —¿Estando en la isla tú...?

Un periodista nos aborda con cámara en mano y terminamos volviendo al sitio, Alex va hablar.

—Debo volver al trabajo —me disculpo dejándolo con la reportera.

El evento es un almuerzo en honor a los candidatos y antiguos mandatarios.

—¿Todo bien? —me pregunta Stefan.

Asiento. El ministro da su discurso, Wolfgang no deja de mirarme, esta con Carter y Paul que le está entregando documentos para que firme.

—Quiere un puesto en esa área —me explica Stefan— Lo llame ayer y esa fue la explicación que me dio.

Algo se me entierra en el pecho descomponiéndome el equilibrio de un momento a otro. Enfoco la mirada en Alex y...

—Todo lo que está viviendo mi hijo me convence de que a mi edad ya no me asusta la oscuridad, el complot ni el poder —dice en su discurso — Me asustan aquellos que me sonríen y dan la mano sopesando la idea de enterrarme el puñal.

—¿Novedades? —pregunto en el auricular.

—Ninguna mi teniente —informa Iván.

—Date una vuelta por el lugar —ordeno.

Leonel se acerca a saludar a los de casos internos con un apretón de manos, anda con una mujer que no conozco. Cruzo la mirada con Carter, tiene a Wolfgang al lado y este le está hablando al oído. La punzada sigue y de la nada siento que capto los murmullos de todo el mundo. Las risas de la hija de Kazuki que está comiendo postre con Liz, el tintineo de las copas, los susurros de la gente.

—Ese hombre tiene una oratoria increíble —se me acerca Kazuki dándome la mano— No he tenido tiempo de saludarla, teniente.

Correspondo el saludo sin perder de vista a Carter que se levanta esperando su turno para el discurso, los de audiovisuales preparan su presentación y el público rompe en aplausos cuando Alex acaba.

Carter sube a la tarima con Wolfgang a la espalda. Apoya las manos en el atril y Angela se acerca a saludarme mientras Stefan se mantiene a mi lado.

—Buenas tardes —empieza Carter— Hoy es nuestro día, el concejo, Kazuki, Leonel y el coronel Morgan están a la espera de nuestra respuesta; Quieren saber a quién vamos apoyar.

El corazón me late rápido con la mirada de Wolfgang sobre mi

—Seré breve; Leonel y Christopher llevan la delantera, uno tiene el apoyo del consejo, el otro apoyo de los grandes cabecillas y yo sinceramente tengo mi decisión más que tomada —las cámaras lo apuntan— El propósito de mi entidad es velar porque la FEMF haga bien su trabajo, asegurar que no se comentan actos infames ni que se rompa el debido protocolo de las cosas.

Se inclina el vaso de agua que hay en el atril y aprieto la mano de Stefan presintiendo lo que se viene.

—Por eso mi voto no es para usted coronel Morgan —continua— Se ha codeado y vanagloriado de ser el mejor apunta de mentiras. Se ha lucrado de las misiones que desmantela ensanchando la riqueza de su ejército y aquí están las pruebas...

La pantalla muestra las imágenes del primer expediente que me dio. Parker, Patrick, Simón, Gema, Laila, Angela, Brenda... Aprieto los dientes hasta que me duele la mandíbula.

—El ejército élite de Londres no es más que una falsa y una pantalla para volverse millonario con dinero ilícito, los Morgan siempre han estado hambrientos de poder y para la muestra el caso Fersi, Alex desenmascaró a Salim y ahora yo le quito la máscara a ustedes —Continua— No son más que hienas y son tan traicioneros que esto que ven aquí —muestra la pantalla— Me lo entregó un soldado de su propio escuadrón... Se venden por cualquier mendrugo de pan y por ello mi voto es para Leonel Waters.

—Organicen operativo de salida, ya —alejo a Angela cuando los periodistas le caen como buitres— ¡Ella no va a dar declaraciones, ahora...!

—Información falsa en periodo electoral —se levanta Cristal — Un truco ruin y bajo para robarle puntos al contrincante, eso ya lo sabemos todos.

Carter me echa una última mirada antes de bajar y yo lo en lo único que pienso es en cómo mierda le voy a arrancar la lengua. El piso se me vuelve a mover y...

—Papi —la hija de Kazuki se acerca con las manos en el estómago— Papi...

Tose vomitando una oleada de sangre y Stefan me suelta yéndose tras Kazuki.

—¡Sun hee!

—¡Llévatelos! —le vuelvo a ordenar Dalton en el auricular— No los saques del comando hasta nuevo aviso.

—Sí mi teniente.

Empiezan los gritos, el caos, el terror. Gema intenta ayudar e Iván la toma del brazo llevándosela con los Morgan.

—¡Un médico! —grita Stefan y Liz se acerca ayudar.

—¡Ayuda, por favor! —exclama Kazuki tratando de contener el vómito de su hija.

—¡Necesitamos un jodido médico! —exclamo y un hombre de traje se abre paso.

El vestido blanco queda manchado de rojo carmesí y la niña empieza a convulsionar de un momento a otro, las sacudidas no paran, Stefan trata de dar apoyo, el médico habla y me llevo la mano a la boca cuando tuerce los ojos contrayendo las extremidades. El silencio vuelve y lo único que hace eco es el llanto de Kazuki.

—¡Sun hee! —exclama el candidato— ¡No dejen morir a mi hija, por favor!

El médico sacude la cabeza y Kazuki se descontrola. Intenta darle respiración boca a boca, pero no lo dejan busca la manera de reanimarla y lo tomo de los hombros...

—Ayúdame, por favor!

Me ruega y no hago más que bajar la cara.

—¡Asesina! —señala a Liz con las manos ensangrentadas— ¡Asesina!

La morena resopla devolviendo la amenaza y dos soldados la toman de los brazos.

—¿De qué hablas? Yo solo estaba...

—¡Asesina! —sigue gritando y todo es demasiado confuso. Era ella la que tenía a la niña y...

—¡Suéltame maldito maricón! —se zafa.

—¿Qué le diste Liz? —pregunta Stefan — ¿Qué comió o que paso mientras la tenías?

—¡Partida de imbéciles! —exclama— Es la pregunta más estúpida que has podido formular.

—¡Pónganle las esposas! —ordeno.

Suelta a reír cuando la vuelven a tomar y otra mujer grita al otro lado, la gente se abre paso y veo a la morena que acompañaba a Leonel caer con un cuchillo en la garganta. El candidato intenta arrojarse sobre ella, pero los escoltas no se lo permiten.

No tengo idea de qué diablos pasa, no sé quién es quién. Siento que las paredes me acorralan, el ruido, el impacto, el dolor del candidato que llora con su hija en brazos, los gritos de Leonel que aclama el nombre de la mujer que lo acompañaba. Las piernas se me congelan por un momento y el shock se acaba con el aliento de Wolfgang sobre mi cuello.

—Ojo, por ojo, teniente —dice oscureciéndome el mundo— Morgan a la tumba, él su mujer y los hijos de sus hijos.

Lo encuello, me sonríe y caigo en cuenta de lo que realmente pasa.

—Tus días están contados —es lo único que le suelto antes de salir corriendo.

Atropello a todo el mundo buscando la salida, le echo mano a las llaves y abordo la moto con el peso del miedo en la espalda.

—Dalton —me pego al auricular— Pisa el acelerador y mete las putas camionetas al comando.

—Como ordene mi teniente.

Salgo disparada, la salida me demora y termino pitando hasta que me abren paso. Siento que el corazón me va a fallar, que mi sistema va a colapsar, serpenteo entre el tráfico rogándole a Dios, que no me haga esto.

—Necesito refuerzos —me comunico con el comando— Un bloque de seguridad...

La comunicación empieza a fallar.

—¿teniente James?

—¡Necesito refuerzos! —exclamo soltando las coordenadas— ¡Los Morgan están en peligro!

—La conexión con el comando ha sido interrumpida —avisa el sistema. 

—Vehículos sospechoso a siete kilómetros —informa una de los soldados en el auricular— Iniciamos maniobra de descarte.

Saco el móvil llamando a Patrick.

—¡Patrick necesito refuerzos urgentes, los Morgan están en peligro...!

—¡Calma!

Las lágrimas me empapan el rostro, algo empieza a quemarme, a comerme, el tórax me duele como si me enterraran una daga de acero.

—¡Patrick...!

—¡Cuenta conmigo y con que ya van en camino!

Empiezo a temblar cuando el dolor incrementa y en vez de parar me aferro al manubrio de la moto alcanzando la máxima velocidad montándome por el andén ya que el embotellamiento no me deja avanzar.

—Más rápido —le ordeno a Dalton— ¡Necesito que los entres al comando!

—Mi teniente...

La lluvia de disparos ensordece la línea y sigo aferrada al manubrio con los ojos llorosos, todo me tiembla, todo me duele.

—¡Desplieguen camionetas! —vuelvo a captar la voz de Dalton y...

—¡Ya voy a llegar! ¡Ya van a llegar los refuerzos! —exclamo— Ya les voy a dar el respaldo ¡Solo resiste, joder!

La lluvia de disparos recae nuevamente, los gritos me tapan los oídos "Emboscada" "Helicóptero sospechoso" "Camioneta caída" "ministro"

Todo se me oscurece.

—Camioneta caída... Camioneta caída —repiten y la línea se queda en silencio para siempre.

Freno en seco cuando veo el embotellamiento que se cierne frente a mí, no puedo pasar por ningún lado y lo único que hago es soltar la moto antes de empezar a correr.

Correr entre el tráfico mientras vivo los minutos más desesperantes de mi vida, mis compañeros no me contestan y sigo hasta que las piernas no me dan más. Atravieso el túnel con las lágrimas en la cara, las colinas de la salida de la ciudad se ciernen sobre mí, una patrulla tiene el paso tapado y no me importa la orden de "Aléjese" La carretera esta agujereada por las balas y tomo la curva que muestra el verdadero desastre.

Cintas amarillas, un helicóptero de la FEMF atravesado y soldados haciéndose cargo de la situación. La punzada me carcome todo con cada paso, me hablan y no escucho, solo tengo miedo, hay fragmentos de vidrios por todo lado y aprieto los ojos negándome a ver.

—Mi teniente —se me atraviesa Dalton.

Capto el llanto desconsolado.

—¿Que camioneta fue? —pregunto conteniendo las lágrimas.

No me contesta.

—¿Qué camioneta fue?

Baja la mirada haciéndose un lado y es ahí cuando recibo el impacto de la bala que vuelve a quebrarme. Los dos cuerpos yacen en el suelo al igual que Alex llorando con su madre en brazos.

—Reece y Regina Morgan.

El estómago se me comprime con Alex acunando el cuerpo de su madre contra su pecho, Reece yace a su lado y el ministro no deja de abrazar a Regina mientras besa la mano de su hermano envuelto en un mar de lágrimas.

—¡Abran los ojos, por favor! —exclama— ¡Mamá abre los ojos!

El dolor me dobla y solo logro dar cuatro pasos cayendo de rodillas frente al cuerpo de mi médico, la barbilla me tiembla y el pecho me vibra al verlo así, en el suelo lleno de tiros, sin sonreír, sin bromear sin vida, sin luz.

—Lo siento —le susurro en medio del llanto— Lo siento daddy.

El llanto me avasalla de tal manera que lo único que hago es abrazarlo con fuerza, reclamando y odiando a este cochino mundo de mierda que no hace otra cosa que arrebatarme lo que quiero poniéndome a experimentar las mismas punzadas dolorosas y el mismo vacío que sentí años atrás.

—¡No estoy preparado! —sigue exclamando Alex— ¡Nunca voy a estar preparado para una vida sin ellos!

Arrastra a su hermano llevándoselo contra él resistiéndose a que se los quiten.

—No lo toques —me dice entre sollozos— ¡No les tengas pesar porque ninguno de los dos va a partir de este mundo sin mí!

—Alex yo...

—¡Los Morgan no se abandonan, los Morgan no se dan la espalda! —entierra la cara en el cuello de su madre— ¡Somos de acero y se necesita más que una bala para derrotarte, madre!

Es demasiado para mí y para él que llora como un pequeño escondiendo toda la autoridad que denota mientras yo me niego a aceptar que me han vuelto a joder de la misma manera.

No es solo su ausencia eterna, es el ardor que me provoca recordar los días que viví a su lado. La sonrisa que me esperaba cada amanecer, los regaños, el ánimo y los susurros en medio de la mierda diciéndome:

"Vas bien, pero puedes hacerlo menor"

"Eres más que esto" "Tu no naciste para estar en el suelo"

Es verme cenando en medio de risas, bailando en la playa mientras él tocaba el tambor. Somos él y yo en la entrada de la cabaña hablando de lo bella que se ve la vida cuando te da segundas oportunidades y son seis jodidos meses al lado de una persona que sin conocerme me quiso como si me conociera de toda la vida.

Miro al cielo dejando que la lluvia arrase con las lágrimas mientras lo llevo contra mi pecho.

—¡Tu ausencia siempre le va a pesar al mundo, daddy! —el llanto me vuelve abarcar y no hago más que llorar sobre su pecho.


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Christopher.

Elijah Morgan siempre decía que llorar era de cobardes y lo repitió tanto que Regina se lo creyó, 28 años y nunca la vi derramar una lagrima, ni cuando su marido murió, solo la vi apretar los puños de la chaqueta escondiendo el rostro bajo el sombrero negro que traía.

Nadie derramo lloro, Eliajh se hubiese revolcado en la tumba si alguien lo hacía y supongo que estará repudiando a Alex por verlo como está ahora ante tanta gente.

«Un Morgan nunca se derrite, nunca cae, muchacho» Puede tener el puñal, la espada o el tiro en el pecho, pero no se quiebra. Los quiebres solo dejan ver los miedos que tenemos adentro.

Regina tenía la misma filosofía «Mentón en alto, espalda recta, mirada altiva y mascara de hielo» Si no saben lo que sientes, nunca hallaran la manera de como joderte.

Alex toma la toalla húmeda limpiando la sangre pegada en la cara de su hermano, hay un círculo de personas a su alrededor reparando la decadente escena. El ministro de la FEMF destrozado por perder la poca familia que le quedaba, fragmentos de un hombre que nunca se ha quebrado en público.

—Alex —Sara intenta tocarlo y este se aparta— Tienes que ir a descansar.

Niega, es lo que lleva haciendo toda la noche. No quiere que nadie se acerque, que nadie lo toque. Ella insiste tomándole el rostro obligándolo a que la mire.

—Escúchame, no tienes que vivir esto solo...

Él sacude la cabeza.

—Deja que te ayude a sobrellevar ese dolor.

La vuelve a apartar echándose sobre el cuerpo de su hermano, rompiendo en llanto mientras se aferra al traje ensangrentado.

—¿Donde esta Christopher? —pregunta en medio de lágrimas.

Sara me busca y el resto de los asistentes hacen lo mismo abriéndome paso para que entre de un todo, Gema está en los brazos de su madre y el consejo está presente al igual que casos internos. La chimenea de la morgue arde iluminando los cuerpos que yacen en la camilla de metal y Alex pasa al cuerpo de su madre.

—¡Despierta! —le suplica— ¡Me prometiste estar siempre para mí!

Lo alejo del cadáver y esta tan deshecho que ni siquiera pone resistencia cuando lo saco del sitio lleno de gente que no vino más que a cotillar.

Vinieron a ver cómo nos revolcamos en la mierda. La prensa nos cae como buitres y los escoltas hacen su mayor esfuerzo para alejarlos.

Alex flaquea mientras atravesamos los pasillos y no lo suelto, lo sostengo hasta que cruzamos la sala privada que alberga a los familiares y amigos de la víctima la cual estaría llena si todos no estuvieran deleitándose con el morbo de los cadáveres.

—Ya basta —lo siento.

Se pasa las manos temblorosas por la cara, no hay nada del ministro autoritario con el que convivo todos los días. Vuelve a romperse y lo tomo de los hombros centrándolo para que me mire.

—¡Basta, Alex! —lo encaro—¡¿Crees que ella quiere verte así?! ¡Roto y destruido!

Los ojos grises están llenos de lágrimas y le vibran tal chiquillo roto formándome un cumulo de ira en el pecho. ¡Detesto a esos hijos de puta!

—Me he quedado solo, coronel —me dice— Mamá no esta y Reece tampoco.

—Siempre has estado solo...

—¡Pero ahora más! —se aferra a la manga de mi traje— Ahora ella no me llamara, él no me enviara un vino en navidad...

El llanto no lo deja hablar y termina poniéndose de pie pateando todo.

—¡No quiero, no quiero una vida sin mi madre! —se rompe— ¡No quiero un mundo sin mi hermano!

Cae al piso y termina aferrado al sofá.

—¡Me dieron donde más dolía, donde más me quema por que la madre de un ser humano es sagrada, es intocable...!

El pecho se me estremece con el recuerdo de ambos. La sangre quema, el nudo en la garganta me impide respirar, no por nostalgia, por rabia porque no tienen la maldita inteligencia para darme directamente a mí y empiezan a arrojar granadas causando daños colaterales.

—Tu eres lo único que tengo ahora —me dice Alex— Mi padre no está, Thomas no va a venir y ellos me acaban de dejar.

Me quedo frente al ventanal viendo como la lluvia azota el pasto.

—Creo que no voy a poder con esto, coronel —sigue y me voy contra él.

—Claro que vas a poder —lo encuello — ¿Me escuchas? ¿Lo entiendes? Se necesita más que esto para derrumbarnos.

—Solo somos los dos y tú eres de piedra...

—Porque tú me lo enseñaste.

Gema entra con Sara y Marie una se va al lado de Alex que no hace más que lamentarse y yo me vuelvo a levantar.

—Nos están hundiendo, Chris—me dice Gema.

—Habla por ti —contesto— Yo aunque tenga el agua hasta el cuello seguiré soltando tiros.

—Nos han vendido —me dice con los dientes apretados— Liz esta presa y nuestro ejército está en boca de todos.

—Solo hay que averiguar quién es y ya está —me alejo— Sea quien sea tendrá que asumir el castigo que se les da a las ratas traicioneras.

—Pero las pruebas.

—Son falsas y el que las entregó que se atenga a las consecuencias.

—Acaban de matar a tu abuela y a tu tío —me dice Marie— Y tu solo piensas en cómo vengarte, en cómo lastimar. Por el amor de Dios Christopher no te das cuenta que toda esa soberbia es la que te tiene como te tiene.

—Entonces resignate a que me lleve a la tumba.

Gema me encara.

—Pero tú no te das cuenta que es la mafia rusa...

—Me importa una jodida mierda —espeto— Si es la rusa, la italiana. No me importa ¿Sabes por qué? Porque estamos a la par, siempre hemos estado al mismo nivel y eso es lo que me tiene donde me tiene —aclaro— Por eso es que tienen tanto miedo porque una vez arriba sabre a quienes matar derribando las principales cabezas, ¡Ese es su puto miedo! Que gane y acabe con todo lo que creen seguro.

Salgo con la rabia atascada en las arterias, tengo que improvisar, pero no me importa. Nadie va a derramar mi sangre y vivir para contarlo, así tarde días, semanas o meses ¡Me las voy a cobrar!

Tomo el camino a los dormitorios con cuatro escoltas atrás la lluvia se me cala por la ropa y con pasos firmes me apresuro a la torre.

El agua no da mucho panorama sin embargo reconozco a la persona que yace sentada en una de las bancas del sendero, tiene los codos apoyados en las rodillas y se pone en pie esperándome en el centro del camino.

—Mi teniente —la saludan los soldados.

Escurre agua por todo lado y no es capaz de mirarme.

—Yo me hago cargo de él esta noche —dice— Pueden retirarse.

Los hombres se van y alza la cara mostrándome los ojos azules que están hinchados de tanto llorar, no sé si vino en busca de consuelo, pero de mí no puede obtener nada de eso en estos momentos porque ni yo mismo sé cómo estoy. Con rabia no pienso, no sopeso, no razono.

—¿Viste el vídeo de cómo fue? —me pregunta.

—Si.

Se me repite cada cinco segundos. Nos emboscaron la guardia realizó distintas maniobras no sabían en cuál iba yo y emboscaron una al azar, atacando con todo, abriendo puertas y los metiendo rifles que mataron a Reece y Regina. El protocolo no me dejo bajar, pero el ministro si lo hizo y no le importó el riesgo, se quedó con los cuerpos. Si el refuerzo hubiese llegado segundos antes...

—Lo organizo una banda delictiva llamada "Los soviéticos" —se limpia las lágrimas— Tienen gente en varios lados y conseguí la imagen de los tres que dispararon.

Se lleva las manos a la chaqueta sacando varios papeles.

—¿Cuánto tiempo llevas buscando eso? —le pregunto.

—No lo sé —se encoge de hombros— El tiempo se detuvo cuando supe que murió.

Respira hondo mostrándome un último papel.

—Ya sabes lo que sigue —me entrega la hoja— No tardes.

Cada uno toma su propia dirección y cada quien sabe lo que tiene que hacer. Entro a mi alcoba, me quito la ropa mojada y en la penumbra de la noche busco la salida como en años pasados cuando estaba recluido y me revelaba contra el ministro elaborando mis propios métodos.

Termino en la parte sur de la central detrás de los muros de concreto y bajo por el camino lleno de maleza hasta llegar a la carretera donde ella me espera recostada en la moto con la mirada perdida.

—Puedo solo —le digo y sacude la cabeza.

Conecta los manos libres al celular

— ¿Estás segura?

Asiente entregándome el casco antes de apartarse para que suba, me pongo los guantes y ella los suyos, me cierra la chaqueta y ella se coloca el casco dejando que me aferre al manubrio, sube sujetándose de mi cintura y acelero por la carretera vacía con ella atrás.

Durante una hora no oigo más que el ronroneo de la moto hasta que llegamos a la ciudad donde empezamos a perdernos y confundirnos con el tráfico. Nos detenemos un par de minutos, me da un par de indicaciones y volvemos arrancar.

Grabe la dirección en mi mente y no me es fácil encontrarla ya que esta entre laberintos de callejones desolados los cuales no son más que ruinas.

—Cuatro minutos —habla atrás y entiendo que está hablando por el móvil.

Nos hundimos en zona criminal donde si entras y no sales lo suficientemente rápido te vuelven mierda, yo ya sé cómo son las cosas aquí hace mucho tiempo. Me pide que acelere y nos adentramos más alcanzando el límite de la moto mientras nos invade la adrenalina.

Voy captando todo; El agua salpicando, los latidos que emite mi pecho, las voces de las personas que yacen en la acera.

Tomamos una curva, tres hombres salen de un hotel caminando hacia una camioneta, un cojo suelta una colilla de cigarro y Rachel desfunda el arma desactivando el seguro. Gira, apunta y suelta la oleada de disparos certeros que derriban a dos sujetos en el piso.

La respuesta del vehículo no sé hace esperar contrarrestando mientras el único sobreviviente emprende la huida, pero yo no hago nada a medias. Los disparos no me alcanzan cuando doy la vuelta dejando que el auto arranque y mientras ellos avanzan calle arriba voy calculando el tiempo, los segundos y kilómetros.

Rachel vuelve a cargar el arma mientras llevo la mano a mi espalda desfundando la Beretta. Mi mente cuenta los segundos acelerando y cerrando al vehículo que intenta tomar la carretera. Las llantas rechinan y sin darles tiempo de reaccionar apuntamos juntos acabando con el vidrio, piloto y copiloto.

El de atrás logra salir soltando disparos antes de huir callejón abajo. El auto tapo la calle y no queda más alternativa que bajar y emprender la persecución corriendo, es escurridizo y oigo los pasos de Rachel siguiéndome de cerca,

Le disparo, pero el malnacido sabe escabullirse en uno de los callejones, logro apartar a la mujer que me acompaña cuando empieza a disparar detrás de un conteiner.

La única salida da al rio y si el mal nacido sabe nadar encontrara una vía de escape. Subo a Rachel a la pared para que pueda atacarlo por el otro lado y vuelvo a cargar el arma acabando con el container obligándolo a salir, intenta correr al rio, pero Rachel cae en el asfalto esperándolo con el arma arriba.

Se viene contra mí con arma en mano, pero ya no hay balas como tampoco hay salida.

El pobre guarda la esperanza de salir corriendo, por un lado, pero no pasa.

Alcanzo a encuellarlo mientras Rachel se acerca, tengo el arma en la mano y los dedos me pican por apretar el gatillo, pero no. Lo suelto arrojándoselo a Rachel en los pies.

—Levántalo —pide y lo vuelvo a sujetar tomándolo del cuello mientras las lágrimas empañan el azul de sus ojos.

—Hola puta —habla el kilo de estiércol.

— Era mi amigo ¿Sabes?

Le dice en medio de lágrimas.

—¡Amigo que estuvo cuando el mundo se me caía a los pies y lo mataste, hijo de perra! —solloza— ¡Lo mataron y ahora me pesa no reiterarle que fue mi héroe en un momento donde solo me vi rodeada de villanos!

Se retuerce y lo tomo del cabello para que la mire y sepa quien lo va a matar.

Empieza a moverse y lo voy colocando de rodillas ignorando los gritos que surgen cuando ella le entierra el arma en la boca. Clava el cañón hasta al fondo soltando cuatro disparos y no le basta, acaba con todo lo que hay en el cargador.

Desde la muerte de Harry no la había visto llorando así.

—¡Nunca deja de doler! —solloza— ¡Por más que conozcas el ardor de la herida arrasa contigo de la misma forma!

Se rehúsa cuando intento tomarla y termino obligándola dejándola contra mi pecho.

—¿No te duele?

—Siempre he estado solo y aunque pese, puedo vivir con ello.

—¿Con que te rompes? —inquiere — Tiene que haber más Christopher...

La llevo conmigo y ninguno de los dos dice nada a la hora de volver a la moto, echo andar en silencio volviendo al mismo punto de partida. Bajo entregándole las llaves y se queda mirando el manubrio

—¿Y si te vas? —me dice de la nada— Si tomas a Alex y a mí y nos llevas lejos donde la sangre ya no nos salpique.

—¿Huir?

—Sobrevivir. Mataron a la prima de Leonel y a la hija de Kazuki, no se sabe quién es quién —susurra— Tienes los medios suficientes para desaparecer y ponerte a salvo sin arriesgarte tanto. ¿Por qué no irte y cambiar? Empezar de cero...

—Porque no soy ningún cobarde como para vivir con miedo a que me encuentren ¿Que te pasa? —inquiero— Tanto tiempo poniendo el pecho como para dejar todo botado y en manos de otros, en otros que no hacen más que querer pisotearme.

—¡Te aseguro que ninguno de ellos te subestima! —espeta.

—Y por ello siempre seré una amenaza, siempre van a buscar la manera joderme porque ellos nunca se quedan con nada —increpo— No me veo cambiando de sitio ni negando mi nombre solo porque una manada de mafiosos me persigue... Son ellos o yo.

No me mira.

—Sacrificas la felicidad de todos menos la tuya —me suelta cuando le doy la espalda— Tu egoísmo no cambia aun queriéndome como me quieres, tu ego siempre será más grande que cualquier cosa al igual que tu maldito orgullo.

—Yo no tengo miedo de morir Rachel, porque mi muerte le da igual a muchos.

—¡A mí no y a tu papá, menos!

—Lo superaran, tanto él como tú. Si muero es dando la pelea hasta el último momento —le suelto— Al igual es un descanso porque estando vivo solo eres víctima de mis cadenas.


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Al día siguiente.

El funeral es en la tarde los pocos civiles que asisten lo hacen de negro y el resto del ejercito porta el uniforme oficial. Thomas no vino, lo único que hizo fue llamar a Alex echándole la culpa aclarando que todo lo que está sintiendo ahora no es nada comparado con lo que se merece.

Regina era un soldado de alto rango y por ello el ejército le rinde honores como tal. Hay una foto de ella y Reece frente a cada ataúd al igual que una bandera rusa y una inglesa ondeando en el aire.

Las trompetas entonan el toque y camino junto a Alex con la chaqueta doblada de Reece en las manos mientras el ministro hace lo mismo con la de Regina.

Hay una tropa en cada lado, todos de gala, con un rifle al lado, una mano en la espalda y la otra al frente.

Sara, Cho y Marie esperan a un lado y no sé cuál de las tres llora más. La melodía de la trompeta me acompaña, las campanas resuenan y los soldados suben y bajan armas al tiempo con el comienzo.

Llego con Alex al féretro, el sacerdote se posa en el atril dando inicio y por mi parte recuerdo a mi tío por última vez. Poso la mano en el cajón conteniendo todo cuando abren la tapa para que deje la chaqueta.

Navidades, cumpleaños, pascuas y reuniones familiares con el tío Reece. Siempre poniendo apodos pendejos e inculcándome que dejara de poner en ridículo el apellido.

"Ve a hablarle a esa chica que te está mirando"

"Siéntate bien, estudia que el verdadero poder está en la inteligencia no en las estupideces que haces"

"Papi no vino, pero tío Reece quiere apagar esa vela contigo"

Miro a Sara vuelta un mar de lágrimas.

"Ella te adora, Chris, como todos nosotros. Solo se cansó y agotados no tomamos buenas decisiones"

¿Y qué decir de Regina? Tantos regaños y discursos de disciplina para luego entrar a mi alcoba y sentarse a la orilla de la cama revolviéndome el cabello creyendo que estaba dormido. Tanto decirle a Alex que era una vergüenza y en el fondo insistir porque me dejaran vivir con ella en Rusia.

Tantos "Lo estas malcriando" Y luego "Te voy a dar uno, pero que sea nuestro secreto y ya sabes, los Morgan no revelamos secretos ni rompemos promesas"

—Hoy presentamos nuestros respetos a dos soldados que marcharon con honor en la milicia —habla Olimpia en el atril— Nuestra General Regina Morgan y nuestro coronel Reece Morgan, madre e hijo que portaron el rifle con orgullo.

Apoya las manos en la madera dejando que los soldados pongan las banderas encima de cada ataúd.

—La milicia le rinde honores a Reece y Regina Morgan, por poner el pecho —empieza— Por luchar con valentía peleando y dando lo mejor de sí en cada batalla. La FEMF perdió dos guerreros, pero el cielo se ha ganado dos soldados los cuales son sinónimo de fuerza, honor y resistencia.

Todos se alinean con el rifle arriba

—¡Se van, pero no se olvidan! —dicen todos al tiempo— ¡La milicia siempre recuerda y quedan en nuestro corazón como la medalla en el uniforme, como la herida de la guerra! ¡No murieron, solo se fueron a pelear mejores batallas!

Se lanzan los disparos.

—¡Buen viaje Regina, buen viaje Reece! —se llevan la mano a la frente— ¡Gracias por ser un militante aguerrido!

Marchan los que ayudaran a cargar el féretro. Parker, Simón y Patrick me ayudan a cargar a Reece, mientras Gauna, Bratt, Joset y Alex cargan el de Regina.

Ubican todo y el descenso a la tumba es lento, el padre arroja el agua bendita y mientras yo me mantengo firme conservando la debida distancia Alex está cinco pasos más adelante llorando como un niño. No dejo que Sara se acerque y tampoco Marie, si así quiere soltar lo que le ahoga está bien, detenerlo solo lo pone peor.

Logro detener a las dos mujeres, pero no a la que sale de las filas vestida de gala y con el cabello recogido, camina con el mentón erguido pese a que las lágrimas le recorren el rostro quedándose a un paso de Alex, no habla solo posa la mano en el hombro del ministro y acto seguido da un paso adelante abrazándolo por atrás y recostando la mejilla en su espalda, llora con él en esa posición sin soltarlo y él sin alejarla.

Rachel. 

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Oh Dios, esto me dolió más que la muerte de Harry. Duele quema y lastima.

Mis amores, las adoro un montón, espero que estén bien y les voy a pedir el favor de que no coloquen corazones rotos ni hagan spoiler en capítulos anteriores como con HARRY. No quiero que en Lascivia se sepa lo de Lujuria y por ello borro comentarios que tengan ese tipo de contenidos.

NO DAÑEMOS LA LECTURA DE LOS NUEVOS.

Las quiero un montón.

Besitos.

Eva.




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