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CAPÍTULO 64

Venom.

Philippe.

Las lágrimas me caen sobre el diario de mi hermana, ese pequeño cuaderno lleno de confesiones llenas de dolor sobre un incesto, un embarazo, un hijo y un suicidio. Nadie le creyó, nadie confió y eso acabó con su vida.

—El ruso no mentía —me dice Dalila—. Antoni mató a papá y violó a Emily.

El que el coronel manipulara Antoni con Lucían enterró la daga de la duda y esto me lo confirma ¿Qué más quiero? Ivana no dice nada y su esposo tampoco, el silencio es absoluto, el dolor es de todos. Una quemazón que se siente como si todos tus huesos fueran de cristal.

Con Lucían en la central tuvimos que salir del comando para que no nos reconociera.

—¿Quieres ver a tu hermano? —me pregunta el marido de Ivana.

Asiento y saca su teléfono. Habla un par de minutos y me avisa que me esperan en la prisión. Me apoyo en Dalila a la hora de salir con el diario en la mano y abordamos el auto juntos.

El recorrido se me hace eterno con la radio de la central encendida. No paran de hablar del enfrentamiento entre clanes y los padres de Meredith le envían mensajes suplicándole que se entregue, que la FEMF quiere implementar la ley del perdón por su estado e impulsos acelerados. Vengaría a la mujer de mi hermano, pero nada de eso tiene caso ahora. No después de todo lo que acabo de leer.

Irons walls se cierne sobre mí, las puertas se abren y el chofer aparca el auto en un lado poco visible. Mis contactos saben el protocolo que debe seguirse cada vez que llego aquí y para cuando piso la torre ya tienen todo preparado.

Subo rápido al piso donde permanece la sala de interrogatorios. Doy cada paso con las manos sudorosas, con el corazón retumbándome en el pecho y un dolor en el centro del alma. Abren la puerta y mi cuerpo duele como si de la nada me enfermara.

—Fratello —saluda Antoni en nuestro idioma natal.

«Fratello; Hermano»

Sello los labios para que no me tiemblen y arrojo el diario en la mesa que nos separa.

—Explícame eso —exijo.

No se inmuta en mirarlo. De seguro ya lo conoce o lo ha visto. A lo mejor se percató de como Emily lo escribía en medio de lágrimas.

—Es mentira, difamaciones...

—¿Rachel también difama?

—Si fueras ella ¿Qué harías? —indaga.

—No intentes confundirme, ahí dice que... —me cuesta decirlo— ¡Violaste a nuestra hermana y Lucían es tu hijo! ¡Tu sobrino es tu hijo!

No logro mantenerme sentado.

—¿Cómo alegas eso?

Junta los dedos como si el problema fuera algo banal e insignificantes.

—Difamaciones, Fratello.

—¿Te burlas de mí?

Sonríe.

Mi cabeza recopila la imagen de mi hermana y lo veo a él sobre ella. A ella sobre ese risco donde acabó con su vida, a Brando que por muy hijo de puta era de la familia y a la familia nunca se le da la espalda.

—Maledetto chi versa il sangue di suo fratello perché nove maledizioni cadranno sul suo tetto—le recuerdo el viejo proverbio italiano.

«Maledetto chi versa il sangue di suo fratello perché nove maledizioni cadranno sul suo tetto: Maldito sea el que derrama la sangre de su hermano porque nueve maldiciones caerán sobre su techo»

No se inmuta.

—Tu mataste a dos de nuestros hermanos y me engañaste a mí quien estaba dispuesto a darte el poder que siempre quiso darte papá —lo encaro—.Y te mataría, pero no quiero esas nueve maldiciones en mí porque yo no soy como tú.

—Analiza muy bien lo que dirás a continuación —advierte—. Mide cada palabra y sopésala, porque puedes desencadenar el temblor previo a un tsunami.

—Se acabó —ignoro su amenaza—. Los privilegios, la ayuda; Todo Antoni Mascherano. Derramaste la sangre que fluye por tus venas y dale gracias a Dios que para mí la muerte no es castigo suficiente y por eso te dejo vivir en los muros de esta prisión pagando tu condena de cadena perpetua.

Curva los labios y acto seguido suelta una sonora carcajada. Carcajada que hace eco en toda la sala. Centra los ojos oscuros en mí, con una sonrisa que me comprime las entrañas.

—Te volveré cenizas —aseguro.

Vuelve a reírse.

Siendo de la familia puedo quitarle todo, aislarlo y dejar que sea un prisionero cualquiera. No estoy donde estoy por falta de poder. Es solo que no lo he querido utilizar.

—Tu cabeza se ve bien sobre tu cuello —me amenaza—. Evita que la arranque y la cuelgue en el mismo gancho donde colgué a Brandon por necio.

Alzo la mano para abofetearlo, pero cierro el puño volviéndola a bajar.

—Maledetto

«Maledetto: Maldito»

—A mí no me cuesta nada saquear tus provisiones y dejar de ser un líder temporal a uno permanente y así será —aseguro—. El puesto se lo gano la familia y yo era la segunda opción, pero a partir de hoy seré la primera.

Sella los labios tratando de contener la risa.

—Te dejare jugar, solo porque estoy aburrido.

—¡Vamos a ver si te ríes igual cuando te quedes sin nada!

—Suerte con ello—se levanta yéndose a la puerta—. Te deseo toda la suerte del mundo, sé que la vas a necesitar, hermanito.

Se endereza arreglándose el esmoquin y le ofrece las manos al hombre que tiene las esposas que pedí. Lo atan y se queda frente a mí por un momento.

—Larga vida al líder —capto su cinismo a la hora de hacerme una casta reverencia.

El cambio es desde este momento. A partir de ahora pasa de una prisión de lujo a una celda cualquiera. Me asusta la sonrisa que no desdibuja, pero pese a eso me mantengo en mi punto con el alivio de que a mi hermana le hubiese gustado esto.

—¡Ah! —dice antes de marcharse— Juega todo lo que quieras, pero Lucían y Damon son intocables.

Lo ignoro cuando salgo de ahí, lo mío no es rabia es resentimiento por no ayudar a la única hermana que tuve. Respiro hondo apresurándome a abrazar a Dalila, nos besamos como dos amantes cautivos que se ven después de mucho tiempo. Al principio no le creí, pero el que viajara a Italia por el diario de Emily concluyo esta maraña de mentiras.

—Los clanes te esperan.

Asiento dejándome llevar y juntos nos dirigimos a mi club. Dalila ya tiene todo preparado, algunos clanes están furiosos con Antoni, así que no creo que me sea difícil posesionarme. Con Dante e Ilenko no hay problema con el trono siempre y cuando se quede con la familia que se lo gano.

De camino ordeno que saqueen los sitios donde yacen el oro de Antoni y los contenedores que guarda con dinero. No puedo abrirle el cráneo para sacarle la formula del HACOC, pero si puedo alargar el tiempo que tengo en las bodegas vendiéndolo más caro.

A mis putas las puedo controlar con otro tipo de droga mientras contacto a químicos más experimentados para que estudien el alucinógeno. Quisiera dejar la FEMF y dedicarme solo a esto, pero tengo asuntos pendientes todavía. Sobre todo, uno que no tenía estipulado y ahora no quiero dejar así por que sí.

Mi cerebro organiza todo, asume que ahora el puesto es nuestro. La FEMF será nuestra y que muchos deben caer en esta nueva era. Es cuestión de meses para que la bomba llegue a cero y con ello el control de una fase nunca antes vista.

El telón de Antoni se cayó; Bajo con Dalila, ya tiene todo preparado. El bar cerro y solo tengo a los clanes y apellidos mafiosos, de Asia, América y Europa. Organizaron la imagen que le da cabida a todos y la mayoría están sorprendidos con el pequeño que esté encadenado en una de las vigas «Damon» Tiene el pecho descubierto con heridas de cigarro a lo largo del tórax.

—¿Qué es esto? —pregunta Ilenko.

—Esto es mi posicionamiento como líder, Antoni no va más.

El hombre que permanece a mi izquierda intenta reírse y Dalila le entierra una navaja en el pecho.

—¡No vinimos a jugar! —grita— ¡Y la sabandija que esta encadenada lo demuestra!

El marido de Ivana se levanta.

—La pirámide apoyara al nuevo líder —reitera el candidato e Ilenko no sabe qué decir.

—¿No te gusta la idea? —le pregunto al ruso que se encoje de hombros.

—Solo diré que fue un gusto conocerte —contesta tranquilo y tomo el brazo de Dalila para que no lo apuñale también.

Los clanes se miran entre sí, el puesto es de la familia, sin Ángelo presente y con los últimos acontecimientos no les queda más alternativa que aceptarlo. Se ponen de pie con las copas en mano.

—Por el líder definitivo —dice Ivana.

—¡Por el líder! —brindan y me vuelvo a sentar. Antoni me cree incapaz, pero no, yo sé cómo sacarlo de esto definitivamente.

—¿Cuál será el primer paso en tu nuevo puesto? —me pregunta Ilenko— ¿Qué planeas hacer con el poco tiempo que tendrás?

—¡Basta de burlas! —se queja Ivana y yo lo ignoro.

—¿Qué harás? —insiste el ruso.

No tengo que pensarlo, lo sé desde que decidí dar este paso. Le doy un sorbo a mi copa.

—Vamos a cazar halcones, quiero que mueran todos esos malditos —ordeno. Tengo que aniquilar el arma con la que Antoni me puede matar.

Les ofrezco mujeres y licor a todos, Ivana me apoya y Dalila no cabe de la dicha. Dejo que gocen y me voy donde el niño que está amarrado. Sobrino o no ya tiene la sangre podrida.

—Los dos tienen que pagar —me dice Dalila.

—Mata a esté, pero a Lucían no le toques un pelo —. A Emiliy no le hubiese gustado.

—Damon no va a morir, se ira a las cloacas rusas, lo criaremos para ser un asesino y será quien le cubra la espalda a nuestros hijos —me abraza por detrás—. Es su destino, su madre y los Rinaldi siempre fueron unos malditos psicópatas.

***

Christopher.

Recorro el borde del vaso que yace sobre mi mesa, el humo del cigarro tiene el despacho cubierto con una nube de nicotina. Dos paquetes en un día y media botella de vodka es lo único que hay en mi organismo. Rachel está en su casa, pero yo no tengo cabeza para pensar en ella ahora.

El aparato frente a mí está en altavoz permitiéndome escuchar las llamadas que entran al mismo móvil y así ha sido todo el día. Llamadas de Martha, Joset, Frederic, Simón, Patrick Milla, dando apoyo reiterándole a Bratt que no fue su culpa y que tenga fe. Que su hijo estará bien, que Meredith saldrá de esta.

Por primera vez estoy siendo paciente esperando lo que sé que tarde o temprano pasará.

Cuatro horas más y sigo en la misma posición, entra una nueva llamada y es Joset insistiéndole a Bratt que lo visite, este se niega. Cuelga y una hora después me enderezo cuando entra una llamada con numero de origen desconocido.

—Hola —contesta Bratt.

Silencio total al otro lado.

—Hola —vuelve a decir y nada.

El reloj avanza treinta segundos y la otra línea no responde.

—¿Meth? ¿Eres tú?

Respiran hondo antes de soltar un leve sollozo.

—Lo siento tanto... —lloran y muevo los dedos en el teclado— .Me equivoqué, tan estúpidamente y ahora... No sé cómo componerlo.

—Esto también es mi culpa —capto la voz quebrada de Bratt— .Si no hubiese actuado de mala manera... Cielo perdóname y vuelve a mí.

Meredith suelta a llorar sin poder hablar.

—Meth —le habla Bratt—. Tienes que entregarte, te juro que juntos encontraremos la manera.

—Tengo miedo.

—Yo también lo tengo, pero ahora es la única solución que tenemos.

La escucho suspirar.

—No creo poder y yo... —le tiembla la voz—. No puedo verlas, las dañe demasiado.

—Te perdonaran, Rachel y Angela son mujeres fuertes, valientes y bondadosas.

No contesta.

—Deja que vaya por ti, hablemos frente a frente e ideemos la forma de solucionarlo —insiste—¿Dónde estás?

Sigue llorando y es poco lo que se le entiende.

—¡Meredith! —se desespera Bratt—. Vas a dañar al bebé, tienes que calmarte y decirme donde estas.

—Plaistow —le da las coordenadas—. Trae al abuelo estoy a nada de desfallecer y lo necesito. Necesito que me perdone.

—Tranquila, ya te veo ¿Vale? Iré por tu abuelo y le diré a mamá que se adelante para que te vaya haciendo compañía —asegura— No te muevas de donde estas.

—Ok.

Apago el aparato e inmediatamente el intercomunicador de la FEMF se enciende con la voz de Olimpia.

—Atención a todas las unidades —anuncia—. Tenemos el objetivo, así que alístense para el operativo.

Me levanto sincronizando el reloj, abro la cajonera preparando todo lo que necesito. Me coloco la chaqueta y me cuelgo la mochila en el hombro. Make está en su noche de descanso y Tyler está dormido en el sofá. Salgo rápido evadiendo a los escoltas de afuera yéndome por la escalera de emergencia.

Conecto todo, me coloco el casco, los guantes y abordo mi motocicleta alejándome del edificio.

Es una carrera contra el tiempo, donde tomo ventaja acelerando en plena avenida hasta llegar a mi destino. Es uno de los peores barrios de Londres, un área metropolitana predominada por indigentes. Estaciono en la parte de atrás, aseguro el casco antes de bajarme y me apresuro a entrar escalando los barandales llenos de moho. El sitio es un asco y termino aterrizando en la cuarta planta.

Las luces no sirven y la madera rechina bajo mis pies cuando tomo el pasillo en busca de la habitación. El pecho me salta cuando mis venas absorben la adrenalina del momento. Llevo la mano a la parte baja de mi espalda desenfundado el arma con silenciador.

No me molesto en tocar, pateo la puerta que cede sin problema. Mis ojos analizan el panorama encontrándome con Meredith junto a la ventana, temblando y con las manos en alto, el bolso que trataba de sacar cae desparramando todo lo que trae dentro.

—Coronel —fija la mirada en mi arma—. Calmese, por favor.

—De rodillas —pido abriendo el tambor de la pistola.

—Deje que le explique...

Sacudo la cabeza.

—Yo no quería hacerlo....

—De rodillas —repito.

—Déjeme hablar...—suplica juntando las manos mientras cargo la Beretta que escogí para la tarea.

« Pistola de servicio utilizada por fuerzas militares y policiales de todo el mundo, incluyendo el Cuerpo de Marines de los EEUU. La Guardia Civil Española, Carabinieri Italianos y la armada Italiana»

Acabar con la vida de tantos te da tanta práctica como para saber que el truco no es que la bala te atraviese el cráneo, es ver como tu victimario prepara el arma con la que te matara.

—¡Piedad! —solloza—. Acabe conmigo, pero no ahora. ¡No con un bebé en mi vientre!

—Cállate —cierro el tambor.

—Por favor... —me lo voy encima tomándola del cabello.

—¡Me jodiste zorra de mierda! —la estrello contra el piso— ¡No gastes saliva, porque sencillamente a mi me resbala tu vida y la de la de tu maldito bastardo!

— 8 meses, solo eso le pido —ruega.

Me le voy encima aferrándome a su cuello, guardo el arma echándole mano a la navaja que cargo en el bolsillo. Con un clic la hoja brillante salta ante sus ojos complaciéndome con el miedo que tanto anhelaba.

—¡Abre! —niega y le tomo el mentón con fuerza— Era fácil tener el pico cerrado —le abro la boca a la fuerza, chilla, llora y patalea mientras el filo de mi navaja busca el maldito órgano que siempre le sobró y debió tener quieto.

Lo disfruto, disfruto la sangre caliente que se cola por mis dedos enguatados mientras la navaja taja capa por capa.

—Trabajas con la mafia, pues torturemos como lo hace la mafia —sigo cortando hasta que la carne se desprende y no me quedo con esa porquería. Se la entierro en la boca clavando la navaja en su vientre, remuevo la hoja antes de levantarme con el tórax desbocado.

Ella se lleva las manos a la boca tratando de contener la sangre que le emerge de los labios, alejándose con la poca fuerza que le queda. La miro grabando su asquerosa imagen en mi mente. desenfundando la Beretta y enterrándole una oleada de disparos en el pecho que van subiendo hasta fulminarla con un tiro en la cabeza.

Tiros a quema ropa con silenciador donde nada me basta, donde creo que nada es suficiente y termino llenando el tambor otra vez, arremetiendo contra en el cuerpo inerte. Le disparo en la cara, le vuelvo mierda el pecho para que no queda nada de su maldita existencia, quiero que la familia sepa lo que pasa cuando se joden al equivocado.

—¡¿Qué hiciste maldito...?! —pregunta Martha Lewis en la puerta, de forma mecánica le apunto con el cañón y ella y palidece dando un paso atrás cuando jalo el gatillo soltando las balas que la derriban en el piso.

¿Qué puedo decir? No sé a cuál de las dos detestaba más. Cierro los ojos volviendo a la libertad. Arrojando ese peso que tanto me estorbaba. Me despabilo con el sonido de las sirenas que se oyen a lo lejos, saco la navaja del cuerpo de Meredith y le arrojo la bandera roja que usaban los rusos en el brazo atribuyéndole el homicidio a la mafia rusa. Por inercia mis ojos captan el diamante azul que brilla bajo la luz de la luna, lo tomo y salgo corriendo escabulléndome por una de las habitaciones vacías.

Bajo, abordo la moto, acelero y segundos después, las camionetas negras se toman la calle que deje atrás.

Ando y ando sin mirar atrás, queriendo estar lo suficientemente lejos. Apago el motor en una de las playas de Tamesí y me apresuro a quitarme los guantes mojados y la playera blanca que se alcanzo a salpicar. Me quedo con la camiseta de repuesto. Limpio el collar, y el manubrio de la moto, el arma y la navaja con el antiséptico que cargo en la mochila.

Utilizo el mismo líquido para quemar la playera y los guantes.

Espero que todo se consuma antes de esparcir arena encima borrando la evidencia. Entregarla era una buena estrategia política, lástima que a mí eso no me satisfacía y yo a medias no vivo.

Vuelvo a la moto encaminandome al centro de la ciudad, no le pongo atención a nada, me falta algo para sentirme pleno e iré por ello ahora mismo. Estaciono de nuevo, me quito el casco y con grandes zancadas atravieso el umbral de vidrio con el pulso a mil.

No hay reproches a la hora de avanzar. Subo las escaleras y le y doy dos golpes a la puerta de acero. Stefan me abre y Laurens se pone en pie alisándose la falda.

—Esta dormida y no despertara hasta mañana —habla Stefan apartándose cuando entro.

Paso de largo ignorándolo como siempre.

—Coronel —me llama—. Ella tiene que descansar.

Vuelvo a ignorarlo apresurándome a la alcoba y la enfermera me mira confundida con la llegada repentina.

—Fuera —le ordeno soltando lo que cargo.

Se apresura a salir cuando empiezo a quitarme la ropa. Empuño el collar antes de abrirlo y colgarlo en su cuello.

No se mueve ni se inmuta cuando poso mi cara a centímetros de la suya mirándola dormir. Ya puedo verla, encararla y hacerla mía. La aprieto contra mí abrazándola con fuerza, inhalando su aroma. La única fragancia capaz de borrar la peste que dejo la sangre de esa perra mal nacida.

Enredo las manos en su cabello mientras mi mente grita lo que tanto me quema y cierro los ojos recordando todas las veces que he gritado lo mismo en silencio. Perpetuo todo convirtiéndolo en una coraza, es un escudo no sólo para mí, para los dos porque después de esto seremos indestructible.

No despierta a lo largo de la noche ni a la mañana siguiente cuando me levanto y me preparo para irme.

Boletín especial.

Londres/ Inglaterra.

La FEMF se enfrenta a uno de los escándalos más controversiales de los últimos tres años.

El ejército inglés a cargo del coronel Christopher Morgan Harts, único hijo de Alex Morgan y candidato al puesto de su padre, acaba de enfrentarse a una traición que no tiene perdón; Ya que la sargento Meredith Lyons, vendió a sus compañeras la teniente Angela Klein quien se encuentra en estado delicado de salud y al mismo tiempo a la teniente Rachel James Mitchels, que según dictamen médico tuvo una recaída de la que probablemente no pueda salir.

Lo siniestro del asunto es el asesinato de Meredith Lyons. La nieta menor del Frédéric Lyons quien fue tortuosamente asesinada. Por el momento no hay pistas del homicida intelectual, pero según los detectives se presentó en su escondite cortándole la lengua y propinándole 17 tiros en el rostro y el abdomen. Hasta ahora se le atribuye el siniestro a la mafia, ya que al parecer la sargento se declaró miembro de la famosa "Pirámide"

Del mismo hecho fue víctima Martha Lewis Frey, madre del capitán Bratt Lewis. La miembro del consejo no fue torturada, pero murió a causa de los cuatro disparos que le propinaron en el tórax.

Por otra parte, tres candidatos vuelven al trabajo con las sospechas de que entre uno de ellos, se esconde una de las peores amenazas para la FEMF.

Kazuki Shima coronel de la central de Vietnam, Leonel Waters coronel de la central de los Ángeles y Christopher Morgan, coronel de la central inglesa deben enfrentarse en una competencia que cada día se torna más escandalosa.

No estamos ni a la mitad de proceso; Pero desde ya se presume que veremos una de las candidaturas más reñidas de la historia. Nuevas alianzas empiezan a crearse. Unos temen, otros apoyan, algunos se dispersan y otros usan nuevas estrategias.

Nos queda la duda de que hará el coronel Christopher Morgan ahora que sus soldados están en tela de juicio con la traición de Meredith Lyons. Según expertos debe de hacerse de nuevas alianzas e intentar que se crea del todo en él.

La mafia nos está pisando los talones. Leonel ha dado declaraciones recalcando que uno de sus pilares más importante es acabar con las conspiraciones. Mientras que Kazuki reitera que cualquiera de los tres hará una excelente labor.

Christopher Morgan no se manifiesta todavía, sin embargo, la prensa está a la expectativa sobre quién será la mujer que gobierne a su lado en caso de ganar.

A los soldados no se les puede mentir y lo mínimo que esperamos es que el coronel cumpla su promesa de darnos una buena alianza, ya que Kazuki Shima cuenta con el apoyo de su esposa y el caso de Leonel es entendible al tener una esposa que al sol de hoy no haya cura para su leucemia.

Gema Lancaster nos concedió una entrevista donde recalco que sigue al lado del coronel dándole todo su apoyo, le envió fuerzas a sus colegas Rachel James y Angela Klein que enfrentan un duro proceso de recuperación.

No logramos hablar con los familiares de la teniente Klein, solo obtuvimos una simple declaración del capitán Dominic Parker, quien aseguró que son tiempos difíciles para la teniente; Pero con esfuerzo logrará salir de esta dura etapa.

Por otra parte, Rachel James nos tiene a la expectativa. Para nadie es un secreto que la teniente ya fue dependiente y Hong Kong no es una opción para este tipo de casos.

La bomba está en conteo regresivo desde inicios de una campaña electoral, que aún no llega a la mitad y lo único que nos queda por decir es:

Fuerza teniente Klein.

Fuerza teniente James.

Nuestro sentido pésame para usted, capitán Lewis.

*

Llantos, lamentaciones y sollozos abarcan la sala que contiene los cuerpos de Martha Lewis y Meredith Lyons. Observo los cadáveres y la gente que me rodea. Yo ya había dicho que querían retrasar lo inevitable. Alex está a mi izquierda y Regina a mi derecha, uno estresado y la otra reparándose las uñas.

—Es un insulto que mi nieta termine de tal manera —reclama Frederic el abuelo de Meredith.

—Las reglas son para todos —contesto—. Nos traiciono y por muy nieta tuya no puedo dejar que la entierren en el mausoleo ni que se la lleven a irlanda.

La mamá se refugia en los brazos del padre llorando desconsolada.

—Estás desafiando a una de las familias más importantes de este ejército —dice Frederic—. Tengo entendido que aquí los apellidos se respetan.

—El de esa cucaracha no —me encojo de hombros.

—¡No te refieras a ella así! —me grita escupiendo saliva por todo lado— ¡Maldito hijo de puta! ¡Tarde o temprano tendrás que tragarte todas tus palabras!

Se me viene encima y Regina se interpone

—¡A mi nieto no lo amenazas! —espeta— ¡Y mide bien las palabras que por muy miembro del consejo los Morgan son los que más poder tienen aquí!

—Tú no eres más que una perra sin escrúpulo.

—Esta perra tiene más medallas que tú, así que mejor calla.

El anciano se limpia los ojos dando un paso atrás y yo avanzo dejando que los pelirrojos lloren su asqueroso cadáver. Alex dice que se quedara un par de minutos y Regina se viene conmigo. El ministro está enojado, sus planes volvieron a truncarse por el enemigo que yace bajo su mismo techo. No deja de mirarme con rabia y creo que en el fondo sabe y se hace el idiota.

Le doy la espalda a la familia que yace destrozada, me abren la puerta e inmediatamente los periodistas se aglomeran a mi alrededor.

—¿coronel como toma la tragedia que acaba de pasar?

—Un hecho lamentable que solo nos reitera lo que pasa cuando se juega con fuego —me coloco los lentes oscuros—. No nos queda más que dar el sentido pésame.

—¿Qué piensa de los sucesos en los que se vio involucrado Antoni Mascherano? —indagan— El que se rumoree que los clanes tienen otro líder ¿Cree que le afecte en algo?

Ahora no me interesa la pelea con Antoni. Tolero los periodistas respondiendo mientras nos acercamos a los Lewis, Joset es el único que parece estar consciente abrazando a su hija mientras Bratt esta echado en una de las sillas del pasillo con las gemelas a cada lado.

—La FEMF lamenta su pérdida, capitán —digo delante de las cámaras. No me mira, le palmeo el hombro y le doy la mano a Joset. Agradezco que Sabrina mantenga el rostro escondido en el pecho del papá.

Salgo del edificio y hay más reporteros asediando, pero esta vez se enfocan en Alex que se asoma en la puerta.

—Ministro ¿Qué le espera a Angela Klein y Rachel James?

—Angela Klein se recuperará con la ayuda física y psicológica que le brindará la FEMF y Rachel James partirá Phoenix lo más pronto posible —me mira— Los soldados necesitan espacio y es lo que le daremos.

Regina se pega a mi brazo acompañándome a la camioneta. La radio comenta la tragedia sin entender que yo no estoy para juegos ni vueltas al mismo punto. La gente tiende a subestimar y he aquí el resultado.

Le temen a Antoni, pero no sopesan que él y yo nos dimos la mano años atrás y aunque seamos diferentes nos entendimos aquella vez por el mero hecho de cargar la misma marca. Se sabe que la vida es difícil para quien se mete con un mafioso, pero se torna cruel cuando jodes a un asesino.



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