CAPÍTULO 55
Rachel.
Tres días después.
El trabajo no da tregua, el óculos volvió a abrir y Dalila Mascherano está al mando cosa que tiene a la mafia en la cima distribuyendo HACOC a diestra y siniestra.
Y el peso lo hemos llevado todos ya que la FEMF tiene la lupa en todos los puertos aduaneros controlando la trata de blancas. Nadie ha tenido tiempo de nada y Luisa pospuso un par de días su celebración porque Simón no para en casa.
El capitán Thompson está remplazando al coronel, ahora que está de lleno en la campaña electoral no se le ve mucho en la central, de hecho. Permanece con su equipo político (Que incluye a Regina, Sara y Alex) y los otros candidatos visitando los comandos temporales que están a lo largo de Inglaterra.
Yo como cosa rara estoy más colada que nunca. Sí, sé que lo he dicho mil veces, pero me tiene el libido por los cielos después del suplicio que me hizo pasar con lo del "Castigo" Es que lo amo tanto como lo odio.
No es cómodo lidiar con los celos que desencadena Gema, confieso que me hierve la sangre cada que la prensa postea foto de ellos juntos y ella hace su mega papel de agente político maravilla, yo ni siquiera sé que somos Christopher y yo, por lo tanto, me estoy tragando todo en silencio. Cosa que solo funciona cuando está lejos ya que cuando la veo me da un no sé qué. Que me transforma en una perra rabiosa.
—Alisten armas y preparen perímetro —avisan en el intercomunicador— Entraremos en tres minutos.
Me agacho a armar la ametralladora Heckler que cargo en el maletín. El sol mañanero se está asomando a lo lejos y estamos tras la pista de Drew y Maricarmen. La policía reportó haberlos visto en el mercado londinense.
—Es orden de captura, así que no se les puede dar de baja a menos que sea en defensa propia —le advierto a los dos soldados que me acompañan.
Alan da las órdenes finales y nos quedamos a la espera de las demandas de Thompson.
—No veo nada —avisa Simón desde el otro edificio.
Enfoco el lente de la ametralladora intentando ubicar el objetivo, los rayos solares me quitan visibilidad y la brisa feroz se confunde con las órdenes que me dan en el auricular.
—Ni yo —responde Parker que esta al otro lado del mercado.
—No estamos cubriendo toda el área —se queja Bratt.
—¡No están desplegados como debe ser! —chilla Patrick.
—¡Son órdenes de Thompson! —alega Parker y empiezan a pelearse entre sí.
—¡Alerta por el flanco sur! —avisa Alan.
Un pelotón se mueve adentrándose en la zona comercial mientras atropellan los puestos de comida que surten los mercados de la ciudad. Reconozco a Angela y Alexandra desde mi punto y me quedo en mi puesto con la fe puesta en que Drew intente huir por aquí.
Pasos retumban en la escalera y miro el reloj acatando lo acordado.
—¡Armas arriba! —ordeno. Mis soldados se ponen en posición y yo pongo el dedo en el gatillo lista para derribar los escoltas de Drew. Ya no trotan si no que corren, la puerta se abre de golpe y las armas se alzan apuntándonos unos a los otros.
—¡Pero que...! —casi le pegó un tiro a Brenda que viene con Laila y Liz.
—¿Y Drew? —pregunta Laila.
—¡Ándate abajo! —replico— se cruzaron las tropas.
Esto es un error garrafal en un operativo y no he dado cuatro pasos apresurándome a la puerta cuando empiezan a disparar desde la torre vecina. El bullicio de mis compañeros me ensordece y los superiores están peor de desorientado.
Todo el mundo se apresura escalera abajo y debo saltarme dos barandas tratando de salir lo más rápido posible cuando los vidrios caen uno por uno con lo que parecen ser piedras.
Una me cae a los pies forzándome a detener la marcha. Tomo el dispositivo en mis manos prediciendo la tragedia que se avecina. No son piedras son detonadores y van a volar el edificio. Este tipo de artefacto es un circuito que se conecta con un detonador y explota piso por piso. Laila queda igual de estupefacta que yo.
—¡Evacuen la zona! —ordena
—Hay que desactivarlo —alego— No hay tiempo para que tanta gente huya.
Volar un edificio absorbe un sinfín de vidas humanas y el mercado está demasiado lleno como para idear un plan de escape.
—Yo evacuo, tu desactivas —me dice Laila antes de seguir escalera abajo.
—¡Despliéguense y busquen el detonador! —ordeno.
Con suerte encontramos el corazón de la bomba en el piso de abajo. Entre Alan y yo tratamos de desactivarla, pero como su superior él se confía de mis habilidades
—No reconozco este tipo de circuito —la presión me desespera en lo repasado no decía nada de esto.
—¡Sal de ahí, James que esto ya se fue al carajo! —me ordena Thompson en medio de un tiroteo.
—Déjelo estar —Alan intenta quitarme— Ninguno de los dos reconoce el circuito.
—¡Esta mierda no puede estallar con tantas personas afuera!
Vuelvo al aparato y el desarme me tarda demasiado. Patrick no me contesta, Parker no me da señales y el circuito rechaza mis intentos mientras el reloj va descontando minutos.
—Cuatro minutos y treinta segundos mi teniente —advierte Alan.
Nos va a matar porque ya no hay tiempo para huir, así que tomo medidas desesperadas y saco mi navaja usando la maniobra antigua de cortar cable. Pueda que sea un suicidio, pero procuro mostrarme segura ya que en la milicia la debilidad del líder desfavorece a los subalternos.
—¡Váyanse! —ordeno, sin embargo, todos se mueven a recoger los dispositivos que están cerca de las paredes que dan a la calle y otros tratan de dar soluciones que no contribuyen a nada.
—Somos todos o ninguno mi teniente y usted puede desactivarla —el pobre cadete que me anima tiene los ojos cargados de esperanza.
Corto cables y destornillo aquí y allá en tiempo récord. Percibo la angustia de los que me rodean y logro captar el olor a sudor de Alan que tiene la frente perlada y no deja de respirar por la boca.
Empiezan a retroceder al notar que no está funcionando, sin embargo, no pierdo las ganas a la hora de seguir con lo mío y sigo desarmando logrando que el reloj se detenga a los ocho segundos.
Tomo una bocanada de aire «Estuvo demasiado cerca» Me incorporo, los soldados se enrumban a la salida, pero a punto de salir capto el leve pitido de la bomba reiniciándose, me vuelvo hacia ella y el corazón me queda en la mano con la luz roja que se dispara de los cables.
—Teniente —se congela una de las cadetes viendo como la luz va directo al detonador que tiene en los pies.
—¡Muévete! —ordeno, pero está en shock y el instinto solo me da para correr a patearlo antes de que la luz lo toque.
Explota en el aire mandándome a volar varios metros afuera mientras tres paredes caen poniendo a vibrar el edificio.
El choque contra el pavimento me deja aturdida, el pitido en los oídos es insoportable al igual que el dolor en el pecho, espalda y costillas. Las piernas es lo primero que me miro y quedo perdida con el dolor de cabeza y se me hace difícil levantarme con tanto mareo. Me toco la parte de la cabeza que más me duele y los dedos me quedan empapados de sangre.
Me reviso una y otra vez las piernas «Joder» Casi me quedo sin una.
—Mi teniente —la chica del detonador trata de levantarme revisando que este bien— Lo siento... Lo siento, yo....
—Somos todos o ninguno —cito las palabras de su compañero y asiente dedicándome un saludo militar.
Si algo me inculco mi padre es que a un compañero no se le abandona y menos cuando la presión del momento lo posee. Los nervios a veces nos traicionan y nunca se está del todo preparado para esto.
La gente nos atropella huyéndole a la alerta, pero si la bomba no explotó de un todo hace unos segundos no pasará ahora. Los bomberos se toman la zona, al igual que la policía y la defensa civil.
El operativo es un fracaso total, a duras penas tengo fuerza para recoger mi arma porque el dolor y el mareo me tienen aturdida.
—Esa maniobra por poco le quita la vida —me dice Alan.
Está preocupado por la maniobra suicida y yo estoy pensando en el maldito regaño que me acarrea no seguir las órdenes de Thompson y aparte de que desobedecí no desactivé la bomba como se debía.
—¡Muévanse al punto de encuentro! —ordeno.
Los capitanes están en medio de una acalorada discusión, me llevo un montón de regaños por parte de Parker y no hago más que asentir reconociendo el error mientras me paso el dolor que me está taladrando los huesos.
—El coronel está llegando al comando—avisa Angela y la ola de quejas no se hace esperar— Cancelo el viaje a Liverpool.
—Antes de partir rifemos quien va a explicar este desastre —propone Patrick.
—Yo lo haría con gusto, pero me necesitan vivo en el baby shower —se defiende Simón.
—Fue mi culpa, así que yo asumo la responsabilidad —habla Thompson
—El que lo asuma no nos va a salvar de la represalia por culpa de tu pésima estrategia —se molesta Parker encaminándose a la camioneta.
—¡Tampoco les va a gustar que te hayas quedado encerrado como un maldito novato! —le grita Thompson.
—¡Paso por tu plan de mierda! —espeta furioso.
Prefiero irme detrás de Parker para no empeorar la cosa. La tropa me sigue y nos distribuimos en la camioneta que nos lleva de vuelta a la central.
Las puertas del comando se abren y todo el mundo empieza a bajar, la tropa de Bratt viene más atrás y Stefan es quien recibe el armamento de todos. La herida del brazo no sana de un todo y no le permitieron operar.
—El coronel los requiere en su oficina —avisa Lucas y Parker empieza a maldecir por lo bajo.
—No evitare sanciones para nadie —le advierte a la tropa— Cada quien apáñesela como pueda.
Aquí a nadie le importa el que estuvimos expuesto a una bomba y aunque la culpa sea de uno solo por equivocarse al trazar el plan. El error también recae en los capitanes que no refutaron la idea, aunque no hayan tenido el tiempo de estudiarla. Porque fue lo que paso. Todo fue a las carreras y estas son las consecuencias de un equipo mal organizado.
—Que sea la última vez que desacatas la orden de un superior —me regaña Parker en el pasillo— Expusiste la tropa y casi pierdo a todos mis hombres
—El edificio iba arrasar con todo y ellos quisieron quedarse...
—Porque tus delirios de heroína los ponen contra la espada y la pared —espeta— Si quieres morir hazlo tu sola, pero no arrastres a mis soldados contigo.
El problema radica en que pensaban que no lograría desactivarla, de seguro ya estaban dando la tropa como muerta.
—Nuestro pilar es capturar al que nos ordenan, metete eso en la cabeza —advierte— Los héroes son los bomberos, los policías y las entidades que interponen su vida por la de los demás ¡Nosotros solo perseguimos y matamos las pestes mundiales que se esconden bajo el escudo de criminal! ¿Entendido?
—¡Sí mi capitán! —me poso firme.
Stefan entra al despacho primero y yo me quedo atrás evitando que me vean la frente ensangrentada, Gema también está en el despacho luciendo su traje de oficial pulcramente arreglado y en momentos así me reprocho no tener ropa limpia y aunque sea un poco de brillo labial.
¿Para qué mentir? Se ve fabulosa y como ya dije mis celos enfermizos se descontrolan cada que la veo cerca de él, simplemente me amarga el día, la semana y la existencia.
Christopher se mantiene en silencio con el móvil pegado en la oreja. Esta molesto. La espalda recta, la mandíbula tensa y la mirada asesina lo dicen todo. Luce el uniforme de gala de coronel, las medallas le adornan el pecho y la gorra militar descansa en la mesa del despacho.
Gauna también está presente, por estrategia política hace parte de la campaña y permanece detrás del coronel esperando que termine de hablar por teléfono.
Por mi parte procuro reprimir mi adoración hacia el único Morgan que yace en la oficina. En estos tres putos días lo eche de menos y ahora todo me esta babeando otra vez, pero eso tampoco importa. A nadie le importa que, aunque siga aturdida mi cerebro divague en el limbo feliz de volverlo a ver.
«Aquí no, por favor» No quiero soltar suspiros enamorados. De hecho, no quiero ni que me vea. Me escondo tras la espalda de Alan procurando mantener la compostura.
—Un muerto, veinte heridos y ningún capturado —el coronel cuelga la llamada— Tres zonas arrasadas y daños que implican millones de euros.
Nadie abre la boca.
—¿Alguien quiere explicarme lo que pasó?
El silencio se torna sepulcral y más de uno no sabe ni cómo pararse.
—¡No sabía que trabajaba con una bola de imbéciles! —trona furioso— ¡Era una puta captura! —empieza a gritar poniéndose de pie— ¡Drew no tiene a más de treinta hombres como respaldo y se les escapó!
Apoya las manos en la mesa paseando la vista por todos.
—¡Las cosas no pueden funcionar solo cuando estoy al frente! —advierte— Harán que el ejército caiga en picada y créanme que prefiero cortar cargos y cabezas antes de quedar en ridículo siendo señalado como el coronel al que los soldados no le sirven para una mierda.
No deja de hablar a Thompson.
—No sé cómo van hacer —Gauna toma la palabra—Pero necesito que capturen a Drew y a Maricarmen en los próximos días.
—Ya los estamos rastreando por todo el territorio inglés —se defiende Thompson.
—A mí no me interesa lo que estás haciendo —habla Christopher— Me interesa verlos en prisión y si les queda grande la tarea avisen desde ya para ir renovando el equipo.
Empieza a despotricar enfurecido reiterando que no servimos para nada y arrasa con Thompson insultándolo una y otra vez.
—Sobra decir que cada uno se ha ganado una motivadora sanción —Gauna suelta la oleada de sarcasmo— Así que a lo largo del día serán llamados tropa por tropa para definirlo en tanto tengamos el informe general de las consecuencias causadas por su síndrome de soldados que no sirven ni para limpiarse el culo.
Genial, más regaños y no por parte de cualquiera.
—¡Largo todo el mundo! —exige Christopher y en cierta parte me alegra no haber quedado a la vista— Me harta ver el grupo "Elite" Convertido en una bola de mierda donde no sé sabe cuál es peor...
—Anda a la enfermería a curarte la cabeza —me ordena Parker antes de encerrarse en su oficina— Y no tardes, porque la represalia de la bomba no la va a evitar nadie.
«Qué bonita forma de empezar el día» Me apresuro a la enfermería y es Tatiana la que me ayuda con las curaciones y los exámenes médicos de rutina que se toman este tipo de casos. La chica es un sargento de planta, pero aquí todos debemos pulirnos en oficios alternos y ella eligió la enfermería y le gusta ejercer ambos roles ganando puntos para ascender.
Me informa que estoy bien, me inyecta medicamento para el dolor y solo tuvo que coser cuatro puntos para cerrar la herida que tengo en el borde de la frente.
—Acuéstese e intente descansar para que se le pase el dolor de cabeza.
—Gracias —me recuesto en la camilla.
Cierro los ojos quedándome dormida. Es ese tipo de sueño que quieres controlar, pero el cansancio no te lo permite y terminas abriendo los ojos una y otra vez luchando en vano. A lo lejos escucho a Stefan preguntando por mí y poco tiempo después a Gauna atropellando a todo el mundo gritando mi nombre como un maniático.
Las separaciones no lo dejan verme, así que salto de la camilla y para cuando quiere llegar ya estoy de pie fingiendo que estoy lista para irme.
—¿Perdiendo el tiempo? —se cruza de brazos.
—Para nada señor. Ya me iba a trabajar.
—Que bien —me dedica una sonrisa forzada— Ya que estas tan dispuesta vete a la sala de investigaciones. Lancaster, Johnson y Milla te están esperando para que contribuyas con la investigación que tienen en mano.
Al que no quiere uno se le dan dos y es lo que está haciendo Gauna justo ahora.
—Quiero estrategias que sirvan —me advierte— En pocos días partiremos a los Ángeles y todo debe quedar aprobado...
—¿A los Ángeles? —los celos me poseen forzándome a no cerrar el pico.
Maldito error que devuelve a Gauna.
—¿Qué clase de soldado no sabe del intercambio que se realiza con los candidatos en cada central?
—Lo olvide —me apresuro lejos de él— Cuente con la investigación lo antes posible.
En el periodo electoral los candidatos visitan y conviven con otras centrales empapándose del método administrativo del otro, por eso Leonel y Kazuki se mantienen con Christopher.
La rabia vuelve en mayor cantidad «Más Christopher y Gema juntos» Y no solo en los Ángeles, también en Vietnam.
Llego con el genio descompuesto, Luisa está ultimando detalles con Milla, tengo entendido que juntas llevan una investigación sobre los efectos psicológicos del HACOC. Alexandra está sirviéndose café y Gema está leyendo concentrada.
—Milla tiene indicios de que el club que le hace competencia al Óculos anda traficando altas dosis de HACOC —me explica Alexa— No se sabe de dónde sale tanta droga, hay sospechas que están recreando la fórmula de Antoni.
—Imposible —me siento abriendo la laptop— Esa fórmula solo la distribuyen los Mascherano y dudo de que puedan copiar algo creado por un bioquímico como Antoni.
Sé todo de esa maldita cosa, es una droga que miles han intentado imitar, pero nadie ha logrado la hazaña. Por eso Antoni tiene el poder que tiene sobre la mafia, proporciona uno de las armas más potentes de la trata de blancas.
—Me voy —se despide Luisa— Mi turno acabo y tengo cosas que hacer en casa.
—Tratare de irme temprano para ayudarte —le dice Alexa.
—No se apuren —dice mi amiga— Stefan y Lulú me ayudaran, ya se los pedí.
Se va, solo quedamos las cuatro y procuro no mirar al unicornio que tengo al lado.
—Sospecho de una imitación muy parecida al HACOC —habla Milla— No tan fuerte, pero si más agresiva ya que se hallaron un montón de cuerpos muertos por intoxicación.
Gema empieza a explicar y los ojos se me ruedan solos a cada nada. Me estorba demasiado y juro por Dios que en verdad nunca nadie me ha caído tan mal.
Me habla y no le respondo, solo me concentro en leer el informe de la computadora fingiendo que no la escuche. ¡Joder es tonto! Pero no la soporto.
Alexa interviene tratando de que la cosa no se vea tan fea, pero yo solo estoy pensando en Gema pegada como un chicle con Christopher a miles de kilómetros. Me molesta la dolora punzada que me atraviesa el pecho. Es que aparte de que estará con Gema serán un montón de días sin verlo.
Más frustración sexual, porque sus estúpidos castigos me tienen tocándome a cada nada, ya estoy considerando la idea de aceptar que soy una ninfómana y voy a tener que usar ropa anti radiactiva con lo toxica que me estoy volviendo.
—¿Qué piensas tú? —pregunta Milla y no sé de qué habla.
Miro las hojas y el informe tratando de disimular.
—Rachel, estas desconcentrada —me dice.
—Perdón —clavo la vista en el portátil.
—Oye no tenemos que lidiar con tu mala cara y tu pésima actitud —Gema me cierra la laptop de golpe— Esto es importante y nos dará paso para capturar a uno de los grandes.
—Si no te gusta como trabajo lárgate a ensayar tu repertorio de primera dama —le suelto.
—A mí tampoco me agradas, pero resulta y pasa que no somos Christopher y Bratt como para estar peleando por todo —dice tranquila— Eres una profesional, compórtate como tal y deja de actuar como niña mimada.
—¿Quieren que me retire? —pregunta Milla.
—No es necesario, bella —contesta Gema— La teniente James le va a bajar a los celos y va concentrarse como debe ser.
Vuelve a su puesto.
—Christopher y yo somos como hermanos, la candidatura es importante para los Morgan y por eso estoy contribuyendo siendo la cara femenina...
—Me da igual lo que hagas —aunque este ardiendo de celos no se lo voy a reconocer— Alla tu si quieres seguir cogiendo con tu hermano.
—Rachel parala ya —me dice Alexa.
—Las nórdicas rompieron contrato con el Óculos después de lo que pasó en el puerto y fuentes confiables confirmaron que les ofrecieron trabajo en el Hipnosis —Milla trata de cambiar el tema.
Según el informe el Hipnosis es el club que le hace competencia al negocio de Phillippe, Con un gran número de clientes, pero menos sofisticados.
—Tengo entendido que solo serán tres nórdicas —explica Gema— Hay que llamarlas y convencerlas de que nos dejen entrar con su papel e indagar como y quien esta clonando la droga.
—Ya mismo me pongo en eso —Alexandra busca su teléfono.
Gema se muestra ágil y procuro mantener el paso mientras nos ponemos en la tarea de contactar a las diosas. Logramos hablar con la líder e informa que el cliente solo requiere tres de ellas en un contrato de cuatro semanas donde las mujeres estarán recluidas y disponibles en el club.
Quieren a Freya (Ángela) Frey (Meredith) y Hela (yo). Cuatro semanas siendo la nórdica las 24 horas del día. Obviamente la idea es desmantelar eso antes y no recluirse tanto tiempo.
—No será fácil, pero es justo y necesario —concluye Milla— El contrato empieza el martes en la noche.
Se le rinde informe a Gauna, acordamos detalles con las nórdicas y cada quien se larga almorzar. Yo trato de terminar lo más rápido que puedo y me apresuro a visitar a Scott y a hablar con Elliot que ya tiene la defensa de Laila y Brenda lista.
Su ayuda es un peso para mi bolsillo, pero calma total para mi alma. El trabajo está valiendo cada centavo. Simón ya no está en la lista y los otros van por el mismo camino.
No he recibido amenazas de Antoni, pedí el vídeo del día que me dejaron el cuervo, pero resulta que esta manipulado ya que tiene una secuencia repetida de cinco minutos. Ahora más que nunca necesito que Christopher gane y corte esto de raíz.
Con Eliot tenemos a Leonel y Kazuki bajo el radar, uno de los dos es el representante de la pirámide y sospecho más de uno que de otro. Hasta ahora la campaña está tranquila, pero se sabe que al sentirse presionado tomaran medidas.
Parker viene por mí a la sala de tenientes avisando que el coronel nos necesita. Alan nos está esperando afuera. En una tropa siempre hay tres cabecillas importantes; Capitán, teniente y sargento.
Subimos a la tercera planta, nos encaminamos al pasillo y la puerta retumba cuando Bratt sale de la oficina de Christopher con Angela y Meredith.
—Te desearía suerte, pero ni eso creo que los salve —murmura Angela cuando pasa por mi lado.
Laurens se apresura abrir la puerta, entramos y Christopher esta fuera de su escritorio frente a un holograma que muestra los daños y perdidas.
—Nos mandó a llamar mi coronel —habla Parker.
Se aparta del holograma viniendo directo a nosotros y su mera cercanía me taladra el pecho. El olor a loción masculina llega a mis fosas nasales atontándome en el acto y es como si mi estúpido enamoramiento se mezclara con mi dependencia sexual conjugándose con el vacío que siento al echarlo de menos.
—¿Qué diablos te pasa, Parker? —lo encara— ¡Como dejas que se lleve a cabo un plan tan absurdo si supone que eres uno de los mejores capitanes de aquí!
—No se supone, lo soy...
—¡No eres nada! —lo corta— ¡Alguien con tu rango no se puede quedar encerrado y no puede dejarse llevar por las órdenes de un imbécil que no sabe planear una estrategia! —le grita— ¡No sé cuál de todos es peor porque ni en tu respaldo puedo confiar ya que comete errores peores!
Se vuelve hacia mí ardiendo de ira y las dos personas que tengo al lado dan un paso atrás dejándome como el foco.
—¡Un par de segundos más y estuviera recogiendo los restos de tu cadáver! —espeta— Y todo por bajar el nivel andando de aquí y allá evadiendo entrenamientos que te enseñan a desarmar las cosas como se debe —me regaña— ¡No eres un soldado novato, eres una teniente y lo mínimo que espero es que te comportes como tal!
Bajo la cara para no refutar.
—¡Arriesgaste la tropa, desobedeciste la orden de evacuar y como si no fuera poco te expones con un explosivo de alto calibre por un soldado que no es capaz de hacer uso de su instinto de supervivencia! —espeta— Tal vez actuaría de la forma correcta si tuviera una teniente que le brinde el entrenamiento que se necesita, pero como nunca estas.
No soy capaz de levantar la cara, es como una granada y yo no quiero recibir el impacto.
—¡No seas niñata y mírame a la cara cuando te hablo!
Obedezco concentrándome en el gris de sus ojos. Dios... Las ganas, la rabia, los celos, todo es un cúmulo de sensaciones que me ponen el corazón en un hilo.
—¡La explosión casi te quita las piernas! —me toma la barbilla señalando el golpe que tengo en el borde de la frente— ¡Y un poco más y te hubieses partido la cabeza también!
Percibo el leve tinte de preocupación, esa mezcla de ira y frustración por no poder tener el control de todo.
—Defiéndete —insiste— Alegame y refútame tu falta de coherencia...
—Sé que me equivoque mi amor, pero es que...
Me callo de golpe, «Mierda, Mierda, Mierda» ¿Le dije mi amor? ¿O solo lo pensé? Siento como el color me abandona la cara cuando se yergue dando un paso atrás.
«¡Si lo dijiste maldita estúpida!» Procuro aclararme la garganta tratando de arreglarlo.
—Soy consciente del error mi coronel —«Rachel, por favor matate»— Asumo la responsabilidad y el castigo que quiere imponer.
Miro a Parker de reojo y se está pellizcando el puente de la nariz, ¡Joder, que vergüenza! Me van a trasladar a Groenlandia por idiota.
—Tú y tú fuera de aquí —ordena el coronel y mis compañeros salen sin titubear.
La puerta se cierra y a mí la pendejez no me deja pensar ¿Qué hago? ¿Finjo demencia? ¿Me desmayo? Acorta el espacio que nos separa y ya está... Mi delirio sexoso se enciende como una chimenea.
—Lamento lo de la misión, no pensé bien lo reconozco.
—¿Y lo otro?
—Es lo que eres —me encojo de hombros asumiendo las cosas como son— A veces se me pierde el filtro entre el cerebro y la boca.
—Mientras yo te regaño tu fantaseas —dice serio y solo me prende más. Es que rabioso se ve tan candente.
Percibo mis pezones endurecidos rozando la tela del sostén y la humedad que gotea en mis bragas inundándome más y más con la oleada de excitación que acabo de soltar. Posa una mano en mi cuello y por inercia alzo la cara lista para el beso, pero obtengo algo totalmente diferente.
—Detesto que te quedes callada —su aliento roza mis labios.
—Yo no quiero hablar —aferro las manos a su traje— Solo quiero que me cojas como nunca antes.
Tira de mi cabello con violencia pasando la lengua por mis labios mientras yo arrastro las manos por su torso definido y musculado. Es él quien toma la iniciativa atrapando mi boca con la suya. Mi lengua nada en su boca saboreando el candente momento que erradica cualquier tipo de control.
Los besos de Christopher son de película, pero de cine porno. Siento la polla gorda y dura que guarda en los pantalones e inmediatamente mi cerebro se imagina lo rico que sería tenerla en mi boca.
—¡Señor! —corta el beso cuando Laurens tocan la puerta— La señorita Milla y el capitán Keller están a la espera de la reunión que tiene pendiente.
Vuelve a tensarse adoptando la misma actitud airada y furiosa de hace unos minutos. Parece que toda la ira se le hubiese multiplicado por mil.
—Me preocupas —digo cuando me da la espalda— Si no le bajas los niveles de ira desmedida vas a terminar en un infarto sin necesidad que te lo induzcan.
—Estoy cansado —se queja yéndose al holograma— No he dormido una mierda, me la paso de reunión en reunión y eso me tiene harto. Ni siquiera tengo tiempo para respirar.
No está ni a mitad de camino y siendo sincera se le ve agotado.
—No puedo replantear el itinerario de la candidatura —digo— Pero ya que tengo unas horas libres dormiré por los dos, no sirve de mucho, sin embargo, espero que te haga sentir mejor.
—No me causa gracia —dice sin voltear.
—Entonces ven a dormir conmigo y hacemos la tarea bien —lo tiento haciéndolo voltear— Una reunión más una reunión menos ¿Qué más da?
Yo necesito que este hombre me folle o moriré por combustión espontanea.
—Necesito que te quites la ropa apenas crucemos el umbral de mi alcoba.
—Como ordene mi coronel.
Se adelanta y solo miro al techo agradeciendo al Dios del sexo por quitarme este peso.
Abre la puerta e inmediatamente Milla y Kevin se levantan de sus asientos listos para entrar, pero él no los determina.
—Cancela mis reuniones de la tarde —le ordena a Laurens antes de encaminarse al ascensor.
Entramos juntos, dos capitanes entran con nosotros y yo solo estoy fantaseando con todo lo que quiero hacer. Lo llaman al teléfono y se pega al aparato mientras nos encaminamos a la torre de dormitorios masculinos.
Me abre las puertas de su alcoba, sigue hablando por el móvil y yo empiezo a quitarme todo.
La habitación es gigante y como todo lo Morgan alberga los lujos que le permiten su cargo y apellido. La cama es el doble que la mía, igual que la tele. También tiene más espacio e iluminación.
Sigue hablando sentado en el borde la cama y por mi parte me voy al espejo de cuerpo completo que está al lado de la ventana con cortinas cerradas.
Me suelto el cabello sintiéndome sexy. No niego mi atractivo de hecho soy netamente consciente de lo bendecida que fui en cuanto atributos y por ello siempre me ha gustado la terapia del espejo.
Luisa dice que si quieres sentirte sensual pósate ante tu reflejo resaltando y tocando las partes que más amas de tu cuerpo.
A mí me gusta todo, pero tengo cierta fascinación por mis labios. Paso los dedos por ellos mordiéndolos de vez en vez recordando las estrategias que uso a la hora de coquetear con el enemigo.
El diamante azul reluce en mi cuello y me atrevo a tocarlo antes de bajar las manos a la segunda cosa que más me gusta; Mis pechos. En cierta parte de mi vida pase a no tener nada a desarrollarlos grandes, redondos y rosados. Es la zona más erógena que tengo y me gusta masajearlos cada que quiero auto estimularme.
Las tomo echando la cabeza hacia atrás dejando que las puntas del cabello me toquen la espalda en tanto las masajeo con fiereza y mi cuerpo reacciona al estímulo mojando la única que prenda que luzco
Mis pezones son dos perlas duras que cosquillean y ansían atención, quieren mordiscos y lametones desesperados con el único fin de apagar las oleadas de jugo que está soltando mi entrepierna y todo aquello empeora con la presencia de Christopher a mi espalda.
Nuestros ojos se encuentran en el espejo y por mi parte me niego apartar las manos de mis tetas. Sé el efecto que tienen en él y el cuerpo se me estremece con aquello. Las repara con ojos perversos y acto seguido se saca la chaqueta y la camisa quedando desnudo de la cintura para arriba.
—Me gusta —me aparta el cabello de los hombros.
—¿Que?
—Que te toques y juegues con lo mío.
—¿Tuyo? —posa las manos en mi cintura y ladeo la cabeza dejando que se prenda de mi cuello con un chupetón.
—Mías —me magrea las tetas antes de bajar por mi abdomen mandándome la mano al coño— Y esto —estrella la mano libre contra mis glúteos en una sonora nalgada— Y esto también.
Volteo cuando da un paso atrás reparándome toda, su morbo me prende y me lanzo a su boca devorando sus labios con un beso húmedo y candente. Me lo devuelve con la misma intensidad y nuestras lenguas se tocan en una batalla caliente y hambrienta, no quiero soltarlo, ni ahora ni nunca y es literalmente cierto.
Lo nota y tira de mi cabello apartándome de su boca.
—Anda a la cama que voy a follarte esas tetas.
A mí que me folle lo que quiera. Retrocede conmigo y vuelve a besarme antes de sentarme en el borde de la cama.
La boca se me vuelve agua cuando noto la verga que aprisiona en los pantalones oscuros, la saca como si le doliera quitándose los pantalones de un todo dejándome en el limbo con la virilidad que emana. Tan putamente gruesa y erguida que me señala sin necesidad de sujetarla.
—Todo esto recibes cada que colisionamos y nos fundimos como uno—la sacude antes de acariciarse los testículos.
Creo que esta cosa va a matarme algún día porque todavía me pregunto cómo mi canal soporta tanta potencia. El largo es estupendo al igual que el grosor y la punta rosada esta húmeda por el líquido preseminal.
Sus manos viajan a mis tetas y no sé si quiero que me penetre, mamársela, que me las mame o todo al mismo tiempo.
Toca mis montículos de carne con autentico morbo sin dejar ese aire perverso y pasional que tanto lo caracteriza, baja a besarme y tales caricias se extienden a lo largo de mi cuello. Medio me acuesto para darle más acceso dejando que le de atención a mis pezones. Los lame antes chuparlos como si fueran la cosa más deliciosa del mundo estrujándome las tetas, separándolas, pasando la lengua una y otra vez por el canal que las separa.
Vuelve a incorporarse y por instinto propio arrastró el culo de nuevo al borde de la cama y ahora soy yo la que me sujeto los pechos invitándolo a que ubique la polla en la mitad.
Nunca he hecho una rusa, pero he visto y espero que al igual de las mamadas salga de maravilla. El falo tibio se recuesta sobre mi pecho y acto seguido lo aprisiono entre mis tetas en tanto empieza a moverse masturbándose con mis senos. El tamaño es una ventaja para los dos y por inercia abro la boca lamiendo la punta cada que el glande emerge.
Sincronizamos, no sé de dónde viene la conexión, pero siempre coincidimos de forma perfecta y mientras el balancea las caderas de arriba abajo yo ejerzo presión tratando de mantenerle el ritmo sin perder la vista el jugoso glande que azoto con mi lengua cada que llega a mi boca.
—Tus tetas son una jodida maravilla —gruñe.
Mi clítoris muere por cualquier tipo de contacto, el coño me está palpitando como si estuviera en alerta roja y el desespero me abarca con las oleadas de humedad que se descarga en el satén de mí tanga.
Le refriego las tetas con más ansias repitiendo el patrón de los lametones sobre la cabeza hinchada que no deja de destilar jugos salados que yo saboreo con placer.
De un momento a otro me empuja a la cama viniéndose contra mí besándome con lengüetazos salvajes y vehementes. Mis bragas salen a volar y yo me abro de piernas dejando que se refriegue contra los pliegues de mi coño húmedo y caliente.
El glande hace contacto con mi clítoris sensible mientras su boca muerde mi mentón y mis manos se hunden en el cabello que se me escapa de las manos. Estoy lista, mi cuerpo está aclamando sus embestidas, pero él está en un juego tortuosamente largo refregándome la erección sin llegar a nada.
—¡Por favor! —le suplico, necesito esas penetraciones o voy a morir de un paro.
—Todavía tengo rabia —puntea mi entrada con el glande— Y mis castigos son así.
«Maldita sea» De saber que iba a seguir así,me hubiese ido a tocar con los consoladores que compre, la frustración quiere tornarse en lloriqueo, no se puede tener semejante semental encima y no pretender que arremeta como si no hubiera un mañana.
Sus dientes atrapan mis labios con mordiscos calienten que van bajando por mi barbilla y mi cuello mientras la cabeza empapada sigue resbalándose en el borde de mi canal masturbándome con su polla.
La siento tan dura y caliente y lo único que me ronda es, ¿Como hace para tener tanto autocontrol? O sea, me tiene desnuda y se da el privilegio de tocarme, de chuparme y lamerme lo que quiera sin quedar al borde de la locura como estoy yo.
Creo que tengo fiebre «¡No soporto esto!» Baja por mi abdomen abriéndome de piernas antes de empezar a lamer la humedad que he soltado por su culpa, deleitándose tanto que da la impresión de estar disfrutando su néctar favorito. Su lengua lame mi clítoris hinchándolo más de lo que ya está y empeora la cosa mordiéndome los labios inferiores con suavidad.
Vuelve a subir y me besa poniéndome a probar el sabor de mi propia excitación encendiendo un rayo de esperanza cuando se sujeta el miembro y me ordena que separe las piernas.
Hago caso a la velocidad de la luz, creo que me voy a correr con la mera invasión.
—Abre los pliegues —ordena escondiendo la cara en mi cuello, obedezco y me quedo a la espera de la invasión ya que con un par de movimientos en su falo descarga la eyaculación larga y caliente que baña mi clítoris y los bordes de mi sexo.
La rabia me corroe hasta la última neurona cuando al muy descarado no le basta con derramarse si no que también se asegura de untar mi canal esparciendo su leche con los dedos.
—¡Quítate! —suelta a reír cuando lo empujo.
—En ningún momento dije que íbamos a follar —se deja caer a mi lado.
Me toma con fuerza cuando intento levantarme.
—¡Suéltame! —forcejeo, pero me aprisiona con brazos y piernas.
—Esto era con el fin de dormir y es lo que vamos hacer.
—Eres tan jodidamente odioso —aprieto las sabanas conteniendo las ganas de partirle la cabeza— ¡No me interesa nada contigo si vas andar con juegos pendejos!
Se sigue burlando.
—Suplícame y con mucho gusto lo hacemos.
—Ni que fueras un Dios.
—No lo soy, pero me veneras como tal.
Maldito impulso que me hizo decirle mi amor. Me estresa, pero no voy andar rogando nada subiéndole el ego.
—¿Ya estás ideando el discurso?
Me volteo entre sus brazos mirándolo a los ojos.
—¿Vamos a jugar así? Si nos vamos a poner en esa tónica, creo que será otro el que terminará suplicando por sexo.
—Yo no le ruego a nadie y lo sabes...
—Permíteme dudar —lo desafío dándole rienda suelta a la idea que acaba de surgir.
—No lo dudes, es así.
—Si estas tan confiado te apuesto lo que sea a que si se me da la gana hago que tu termines suplicándome a mí.
—Si quieres jugar con eso ve pidiéndole a Stefan que se largue de tu casa, porque es lo que quiero en recompensa.
Me deja sin habla.
—¿ves? Desde ya sabes que deberá largarse y ahora te preocupas porque no sabes cómo decírselo...¿Tanto te importa?
—Déjalo estar, solo ten claro que no pediré cualquier idiotez.
Trato de apartarlo y termina abrazándome con más fuerza.
—Te quedas aquí, sin pataletas, ni rabietas —impone metiendo las piernas entre las mias.
Que dormir ni que mierdas, durante dos horas me la paso mirando la mesita de noche con la neura a mil. Llevo días esperando esto y este imbécil solo me pone peor. Juro que quiero llorar, sinceramente no sé cómo lidiar con este tipo de crisis.
Pero no voy suplicar nada «Respiro hondo» Él y yo estamos en igual de condiciones.
Una hora después aparto las extremidades y empiezo a vestirme renegando por lo bajo.
—¿Vas amargarte el día de una forma tan estúpida? —inquieren a mi espalda mientras me pongo los zapatos.
—He tenido periodos más largos de abstinencia.
Volteo a verlo y parece que mis hormonas transportaran llamas de fuego. Esta semi desnudo con las sabanas encima y la espalda pegada al cabezal de la cama.
—¿Segura que no quieres cabalgar aquí? —pasa las manos por su miembro al tiempo que se pasa la lengua por los labios.
—No —contengo el impulso de hacerle caso— Terminare con lo que tengo pendiente, me iré a casa y me meteré a la bañera con agua caliente.
Me le acerco e inclino apoyando las manos en la cama.
—Mañana me pondré bonita e iré al baby shower de mi amiga... Quería convencerte, pero con una agenda tan ocupada no quiero entorpecer tu trabajo —rozo nuestros labios— Al igual no creo que me hagas mucha falta habrá un montón de cadetes y soldados con los que puedo...
Sujeta un puñado de mi cabello apretando con fuerza antes de llevarme hasta sus labios.
—¿Puedes qué?
—Reírme un rato —me le burlo y esta vez soy yo la que lo besa enterrándole las uñas en el cuello.
Me aparto y me meto las manos en el bolsillo dejando caer la tanga de seda azul en las sábanas blancas.
—Que no se pierda la bonita costumbre.
Me largo a tomar una ducha en mi alcoba y vuelvo a la sala de tenientes, Stefan me está esperando frente a mi escritorio.
—Hola —saluda un poco incómodo.
—¿Cómo está el brazo? —a mí no me apetece tener mal ambiente con él.
—Mejorando. Eliott te mandó a decir que lo de Laila y Brenda esta casi concluido, pero necesita un adelanto para pagarle a los contactos —habla en voz baja. Mi escolta ya me había comentado algo sobre eso, pero no creí que fuera tan pronto.
—Lo llamaré cuando pueda —último los detalles que tengo pendiente.
—¿Si Elliot esta de lleno en la investigación quien te está cuidando?
—Llegamos al acuerdo de que lo mejor es que se concentre en la investigación, cuando tiene tiempo libre toma las medidas de seguridad que necesito... Digamos que está presente, pero no siempre.
—No me parece seguro, pero supongo que tampoco quieres que lo discutamos —respira hondo— Con la crisis económica que tenemos, se me ocurrió sacarle jugo a lo de la repostería... La chica de la cafetería me informó que son muy aclamados y ya me propuse vender, aunque sea una o dos veces por semana.
—No estamos tan mal...
—Si lo estamos. Todo se ha ido en lo de Elliot y la cirugía de Ernesto —me dice— No tienes auto, hay cuentas por pagar y yo debo enviar dinero para sustentar el orfanato.
—Oye por mí no te preocupes, puedo reponerme poco a poco solo tengo que mermarle a los gastos.
—Eso no es fácil para una persona que lo ha tenido todo.
—Solo es un par de meses ¿Vale? En la vida siempre hay altos y bajos.
Se levanta con el mismo semblante.
—Step, no te estreses...
—Me sentiré mejor si aceptas esto —me ofrece las llaves de su auto— Dejaste la moto en casa y está mal que le estés pidiendo aventón a todo el mundo.
Su auto no me motiva, no me gusta menospreciar lo de nadie, pero es que ese auto tiene más daños que repuestos.
—Pronto empezará el invierno y te vas a ganar un resfriado, también ten en cuenta que en moto eres el blanco perfecto de cualquiera.
Las recibo, tiene razón y en términos de comodidad el auto es mucho mejor.
—Vale, al igual sólo las estoy guardando porque nos iremos juntos.
—En teoría sí.
Se marcha y termino lo pendiente con una jaqueca de pesadilla. No sé porque tengo calor y mi cerebro no para de recordar lo mismo alimentando mi cerebro con fantasías.
Anochece, recojo a Stefan y nos encaminamos al auto mientras me comenta los avances de Miriam. Cayetana la está ayudando y entre las dos se están encargando de los niños.
Hay una buena cantidad de gente saliendo y entre esos Gema que saluda a Stefan antes de abordar su Cámaro blanco. Yo tuviera el mío si no me lo hubiesen dañado y aunque Gema cumplió con abonar los daños a mi cuenta al igual tuve que usarlo en los gastos de la última semana.
Abordo el vehículo de Stefan, llegamos a ciudad y me acompaña a comprarle el regalo a Luisa. Es algo sencillo, espero darle algo mejor cuando haya mejor flujo financiero.
En casa trato de relajarme un poco. Lo de Philippe trata de agobiarme, pero mato la ansiedad con la esperanza de que si Christopher gana el menor de los Mascherano tendrá que retirarse por voluntad propia.
Reviso los periódicos y va bien en las encuestas. De hecho, todos tienen oportunidades y se dice que es la candidatura más reñida del año. Christopher no tiene pareja como Kazuki, pero se comenta que Gema le ayuda a ganar puntos.
«Necesito que gane»
Le doy un sorbo a la bebida caliente que me preparo Stefan y saco el consolador que tengo guardado en la cajonera. Apago las luces lista para usarlo, pero detengo las manos cuando oigo los jadeos que sueltan en la pared de al lado.
¿WTF? Es la habitación de Laurens y lleva rato encerrada con Derek. No sé como sentirme y la idea del consolador queda de lado cuando el morbo voyerista me obliga a quedarme en silencio captando todo.
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La mañana inicia con el desayuno que dejo preparado Stefan ya que se fue ayudarle a Luisa con la comida. Derek sale despidiéndose como si no hubiese escuchado los polvos que le tiro a Laurens anoche.
Ahora todo el mundo anda emparejado a los serio excepto Laila y yo. La niñera viene por Maggie , Laurens sale más radiante que nunca y yo recibo a Elliot. Trabajamos en la mañana y al medio día lo despido y empiezo arreglarme para el baby shower.
Me visto con una falda drapeada, blusa ajustada, un abrigo sencillo y me recojo el cabello no sin antes guardar mi as bajo la manga. Me miro en el espejo, estoy cómoda y sencilla sin dejar de ser llamativa.
Me enrumbo a Chelsea en el auto de Stefan y joder... No me adapto, es pequeño, lento, se atasca y el humo les incomoda a los otros conductores.
—¿Qué haces en ese cacharro? —me recibe Luisa.
—Es temporal —contesto cerrando las ventanas con la palanca manual.
La verdad es que da un poco de pesar con la magnitud de los autos que hay en la acera. Salgo y una punzada de emoción me azota el tórax cuando Tyler alza la mano para saludarme desde lejos.
—Ay por Dios, que no sea tan notorio que te emociona —me dice mi amiga.
—Perdón —me empuja quitándome el regalo.
El jardín está decorado con colores neutros y hay un montón de gente charlando. Brenda, esta con Parker y Harry. Laila y Alexa están ayudando a repartir con Stefan y Lulú mientras Simón está grabando a todo el mundo.
Meredith esta con Bratt y Angela. Harry, Maggi y la hija de Patrick están jugando con Alan. Laurens y Derek.
—Gema vino, pero se fue —me avisa mi amiga— Simón la invitó y no se sintió muy cómoda sin Liz.
Esa estúpida me da igual y entre más lejos, mejor.
—Noticias que alegran el día —digo sonriente cuando me percato de la ubicación de Christopher quien está hablando con Patrick sentados en las tumbonas de la piscina.
Cruzamos miradas por un par de segundos y prefiero romper la conexión, para no darle largas al asunto.
—Ayúdame a repartir las bebidas —me dice Lou.
Empiezo con la tarea, pero no me acerco al coronel. Solo dejo que me observe desde lejos con una cerveza en la mano.
—El tinieblo me tiene acalorada —me dice Lulú mientras acomodamos la comida en la bandeja— En México sería como ese perro de raza que tienes solo para sacar crías ya que la belleza lo expone a todo tipo de perra y tal cosa no da estabilidad.
—Hay perros que se alinean con la perra correcta —dice Alexandra— Patrick también era mujeriego cuando lo conocí.
—Esos son casos de casos —Lulú le resta importancia.
—Cierto —secunda Laila.
—Imagínense un hijo de ese hombre —continúa mirando a Christopher desde lejos— Otro delicioso clon y caray...Otra gran verga para el mundo.
Es inevitable no sonreír con el comentario. Charlo un par de minutos con Laila quien me cuenta que las cosas son un ir y venir. Por suerte ella toma todo bien y solo deja que pase lo que tenga que pasar y ya dudo si es porque está enamorada o en verdad le da igual si son o no.
La fiesta avanza y me empeño en ayudarle a Luisa en todo lo que necesita. Gauna se hace presente con Milla y el comandante Keller, por lo que mi amiga comento se la lleva bien con la portuguesa.
Stefan está a cargo de la cocina y Tatiana le está ayudando adentro.
Sigo repartiendo muffin, sándwich y bizcochos en la bandeja tratando de que los invitados se sientan a gusto mientras Laila, Alexa y Brenda animan la tarde con Karaoke y concursos para que la gente se anime.
—Patrick quiere de lo que estas repartiendo —me avisa Simón.
Me acerco con la bandeja mientras Simón no deja de grabar como si estuviéramos en un films de actividad paranormal. Patrick recibe lo que le brindo mientras me enfoco el adonis que esta como quiere vestido de civil y con un aire mucho más relajado que ayer.
—Bizcocho, coronel —le ofrezco la bandeja— ¿O prefiere un sándwich? Están calientes y a los muffins les puede pasar la lengua por la crema pastelera.
Les sonrió con picardía mientras deja caer una pervertida mirada sobre mis tetas.
—Gracias, pero prefiero lamer otras cosas.
Alexa se acerca a Patrick con la hija de ambos pidiéndole que se haga cargo un rato y yo me alejo con la bandeja sintiendo la mirada del coronel en el culo.
Maldito él por estar como Dios manda y maldita yo por suspirar por él.
Es que ni por mi ex estuve así de colada. Quise a Bratt, pero joder no tenía este instinto sexoso, compulsivo, obsesivo que me vuelve los ojos corazones.
Me gusta verlo en todo momento y en todo lugar y reconozco que es mejor coquetear que pelear.
La fiesta continua entre risas y halagos para Lou, extrañaba este tipo de momentos. Esos pequeños paréntesis en medio de toda la problemática que nos persigue. Termino con la bandeja de muffin y me voy a la cocina a dejar la charola.
—Todo el mundo se está relamiendo los dedos —le digo a Stefan.
—Procuro hacer publicidad para mi próximo negocio.
Se sacude las manos en el delantal y me sirve una rebanada del pastel que tiene sobre la estufa.
—Prueba el postre, es una receta que invente.
Me meto dos cucharadas de golpe y... Esta delicioso, Stefan hace magia con la comida, tres sabores explotan en mi boca deshaciéndose con la suave sensación de la crema pastelera.
—Combine, moras, toronjas y...
Calla de golpe justo cuando percibo la sombra de Christopher sobre mí, el aroma y la altura son inconfundibles y solo suelto una plegaria rogando porque el encuentro no vuelva a terminar en golpes.
—¿Qué comes? —recuesta el codo en la barra de la cocina.
—Postre — sigo tratando de fingir que todo está bien, pero con el coronel nunca nada está bien.
Gira el banquillo dejándome de cara contra él, su perfume impacta en mis sentidos y en menos de nada tengo sus manos en mi nuca y su boca contra mis labios en un beso que me toma desprevenida.
Christopher no es el tipo de hombre que se pueda rechazar sin desafiar el montón de demonios que carga encima. Temo, pero también me incomoda lastimar a Stefan. El coronel empieza a tornarse posesivo y siento la ira que emana cuando corto el beso.
—¿Que miras? —le pregunta a Stefan que no deja de mirarnos— ¿Supervisas que no la vaya a golpear o..?
El soldado se queda en silencio.
—Está ayudándole a Luisa.
—¡Piérdete! —exige haciéndole caso omiso a mi comentario y lo demanda con tanta prepotencia que Stefan prefiere salir si refutar.
Me apena, solo estaba ayudando.
—En que estábamos — Christopher intenta besarme otra vez.
—Tu toxicidad está llegando a niveles extremos —aparto la cara— Si no te están haciendo nada ¿Cuál es el afán de pelear?
Atrapa mi barbilla obligándome a que lo mire.
—No defiendas a ese pedazo de mierda, porque solo me cabreas más de lo que ya estoy —espeta— Y no intentes disimular esto porque yo no voy andar ocultando lo obvio con ese idiota.
Esto es un tira que afloja. Tengo las mismas necesidades que tiene él, yo también quiero exhibirlo, pero la candidatura sigue presente y no quiero imaginarme la cara de mis padres cuando se enteren que volví a meterme con Christopher Morgan.
—Lo analizas y lo analizas como si no supieras que soy la peor decisión que se te ha podido cruzar —me dice.
—Déjame tener la esperanza de que al menos se puede mejorar —tiro de su playera acortando el espacio que nos separa.
—No va a mejorar porque no somos ningún cliché, de hecho, creo que puede tornarse peor... Porque quiero...—se aferra a mis muslos y alcanza mi labio inferior con la punta de los dientes— Ya ni sé qué es lo que quiero, pero no me gusta que Stefan te ronde y te lo digo de frente para que no se te haga raro el día que le pegue un tiro ¡No soporto esa tira de estiércol!
—No se te ocurra lastimarlo —advierto temiendo a sus alcances.
Se enfurece y debo tomarlo del brazo para que no se marche.
—Quítate los guantes y deja de pelear —le beso la comisura de la boca.
—No son peleas, es que me jode que ande inculcando estupideces que nos generan problemas absurdos.
—Ya calla ¿Sí? —lo beso— Mejor compensa las miradas de lejos con besos calientes.
No discute, toma mi cuello apoderándose de mi boca mientras lo abrazo y disfruto de estos pequeños instantes que me suben al infinito en un dos por tres.
Surgen las ganas de desnudarlo y me voy aferrando a su playera mientras él desliza las manos por mis muslos. Sube y sonrió a mitad del beso cuando llega donde quiere y no encuentra lo que siempre busca.
—Hoy no hay nada para su colección, coronel —le digo mandando la mano al culo enfundado en los vaqueros.
—Si van andar de tórtolos que no se en la cocina, por favor —irrumpe Simón— No quiero que asqueen a los invitados.
Saca cuatro cervezas de la nevera.
—Rachel ¿Puedes llevar a Harry a la habitación de huéspedes? —Luisa entra con el niño de la mano— Está cansado y quiere ver televisión.
—Claro —bajo del banquillo tomando a Harry de la mano— ¿Vienes?
Le pregunto al coronel.
—No tardes, empezaremos abrir los regalos —advierte Luisa.
Subo al niño a la segunda planta y le quito los zapatos, lo arropo y le doy un beso en la frente antes de encenderle el televisor. Christopher se queda apoyado en el umbral mientras gano tiempo ajustando la calefacción y cerrando las cortinas.
Siento su ansiedad en la penetrante mirada que me recorre todo el cuerpo.
Se aparta del umbral cuando salgo y se me viene encima cuando cierro la puerta atrapando mi boca con la suya.
—Oye...
Debo luchar con sus manos cuando intenta alzarme la falda.
—Christopher no voy a faltarle el respeto a la casa de mi amiga —lo aparto y me apresuro bajando las escaleras. Volteo tomando el camino que lleva al jardín, pero atrapan mi cintura empujándome a la separación que hay bajo la escalera.
Vuelve a besarme recostando la erección contra mi ombligo y esta tan dura que me maltrata. La cosa empieza aponerse fea y no sé ni que me da más miedo; Si perder o que nos vean.
—No puedes andar con el coño al aire y creer que tendré la polla quieta.
—Suplica y hacemos lo que quieras —yo necesito ganar esto sea como sea.
Le toco la verga por encima del pantalón con autentico descaro, pero el maldito imbécil me pone contra la pared cortando mis intenciones.
—En mi casa veremos quien le suplica a quien.
—¿Rachel? —se aparta cuando me llama Luisa— Anda afuera que vamos abrir los regalos.
Se abren los detalles y Christopher no le pone atención a nada, tiene los ojos en mí incluso cuando acabamos, la mayoría se va y quedan pocos tomando cerveza en el jardín. (Simón, las chicas y Patrick) Stefan se fue con Laurens, Derek y Tatiana.
—Oye si te vas con ese hombre no creo que tus piernas vuelvan a funcionar jamás —me dice Lulú— Creo que hasta a mí me embarazó con las miradas que te está tirando.
Esta en una mesa aparte tomándose una cerveza con Simón y Patrick mientras yo doblo las servilletas sentada en la mesa que esta frente a él.
Simón y Patrick se levantan ayudarle a las chicas con la caja de regalos y aprovecho cuando Lulú esta distraída para cruzar las piernas de una forma muy poco decente.
Se levanta justo cuando Luisa se me acerca a quitarme la caja de las servilletas.
—Nos vamos ya —demanda.
—Perdona —digo con un poco de drama— Se me olvido avisarte que me quedare con las chicas. Hay muchas cosas que recoger todavía.
Tensa la mandíbula, lleva un buen rato esperándome y quiero irme, pero si piso su casa debo echar a Stefan de la mía.
—Llámame cuando tengas tiempo —me levanto a darle un beso en la mejilla— Gracias por venir.
—Y por el cheque —concluye Luisa.
No le contesta a ninguna de las dos, solo se marcha dejándome con una pizca de felicidad mezclada con frustración.
Le comento a Luisa en busca de ayuda, o sea yo insinué el juego con el fin de pedir lo que yo quisiera más no contemple las demandas de él y como me sacaría a Stefan a las buenas o a las malas.
—Es sencillo, solo busca su debilidad en el ámbito sexual, aférrate a ello y lo tendrás comiendo de tu mano —explico— El usa esa táctica y por eso siempre caes primero que él.
Le echo cabeza por largo rato «Debilidad sexual» Tiene una debilidad por las bragas, pero no creo que eso funcione a estas alturas. Tengo que tomar medidas más drásticas.
—Analiza sus actitudes —me dice mi amiga— Eso está muy ligado a la parte sexual de los seres humanos.
Sigo matándome la cabeza ideando algo que sirva. Nos vamos a la cocina las chicas bromean a mi alrededor y el mega plan llega como el impacto de un misil.
—¡Chicas! —las callo de golpe— ¿Qué tan fuerte son nuestros lazos de amistad?
—No lo sé —dice Laila.
—¿A quién tenemos que matar? —inquiere Brenda— Esa pregunta siempre se hace cuando hay un muerto de por medio.
—Matar... No —dudo— Es algo más fuerte...
Todas alzan las cejas expectantes, incluso Lulú.
—¿De uno a diez cuánto?
—1000, nos puede costar en la FEMF y con eso lo digo todo.
—No pertenezco al grupo de los ángeles de Charlie, pero le entro sin miedo —dice Lulú.
Todas sueltan a reír secundando a Lulú y celebro para mis adentros con una sonrisa en los labios, lo mejor es que en el grupo está a la que más necesito.
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