CAPÍTULO 53
Garras, verdades y consecuencias.
Rachel.
Me apresuro por los pasillos de la penitenciaría maldiciendo a Carter y a mí por no verlo venir. Stefan me sigue y los guardias me abren paso cuando me pego a los barrotes de la celda.
—Scott —llamo a mi amigo.
—Raichil —se levanta con los ojos rojos— Que alegría verte.
Tengo tanta rabia, se supone que esto era lo que tenía que prevenir, mi amigo es una mierda como padre, pero joder, delincuente no es. Fuimos a la primaria juntos y llegamos aquí juntos.
—¿Hablaste con mi abogado? Irina está muy alterada y así no me da muchas soluciones.
—No me dejaron, pero prometió sacarme tiempo mañana temprano.
Se pasa las manos por el cabello desesperado.
—¿Lo hiciste? ¿Tienes algo que ver con lo que dicen? —pregunto, no está de más asegurarse.
—Sabes que no —espeta— ¡No tengo ni puta idea de adonde salieron las propiedades con las que me quieren inculpar!
—Tuviste que haber firmado algo —interviene Stefan— Documentos, tal vez Irina hizo compras sin tu consentimiento.
Sacude la cabeza.
—¡A ella también la van a investigar! —se aferra a los barrotes— No sé las razones de esto, soy muy cuidadoso con la compra de mis propiedades y no tengo necesidad de recurrir a negocios ilícitos, mi sueldo me da lo suficiente para vivir bien.
—Lo siento teniente, pero no puede quedarse mucho tiempo —me dice el guardia de turno— Son órdenes de arriba.
—No me vayas a dar la espalda, por favor —me pide mi amigo.
Meto la mano entre las rejas para alcanzarle el rostro.
—Claro que no.
El guardia insiste en que debo irme, así que le reitero que haré todo lo posible por esclarecer el asunto.
Salgo de la penitenciaría directo a la oficina de Carter acompañado de Stefan y ni siquiera espero que la secretaria del director me anuncie, entro a las malas. Esta gente no merece respeto.
Carter no se mueve de su silla cuando me ve.
—Teníamos un acuerdo —grazno rabiosa— Prometió darme tiempo para aclarar todo.
—Tiempo que usaste en irte de vacaciones jodiendo aquí y allá.
—Sabes que solo te estas basando en acusaciones falsas y eso es un delito.
—No creo, el expediente está completo y lastimosamente no es el único de la lista.
Extiende una hoja sobre la mesa y alcanzo a ver el nombre de Simón como el siguiente seguido de Brenda y Laila.
—Asuntos internos no está jugando teniente James, hay complot en los muros de la FEMF, desfalcos, asesinatos, nexos con la mafia y todo es por la candidatura.
No sé qué argumento dar, me desconcentre y aquí están las consecuencias.
—Como en todo juego de poder primero caen los peones antes que los reyes, así que no se le haga raro cuando apresemos al coronel, es el que más untado esta y si no me cree...
Saca una carpeta del cajón.
—Compruébelo por usted misma.
—Christopher no tiene necesidad de matar a nadie para ganar —apoyo las manos en la mesa — Yo solo espero que tenga un buen escudo que le proteja el culo, porque apenas pruebe la falsedad de todo esto sera el primero que levantaran a tiros.
—¿Me amenaza?
—Si —lo señalo— Y no se le ocurra ponerle un dedo a Simón encima o le juro que yo misma le vuelo los sesos.
Stefan me pone la mano en el hombro para que me calme.
—Demuéstreme las cosas con hechos —se defiende Carter— O tendrá que visitar a todos sus amigos en Iron Walls.
Me llevo la carpeta de Christopher inmediatamente pongo a Eliot al tanto de todo, promete recogerme en una hora y le voy enviando las pruebas que tiene Carter.
Irina esta histérica y es difícil hablarle sin irse a los gritos.
—Al menos ya Parker está limpio —habla Stefan— Eso dice aquí —muestra la carpeta— Se comprobó que el video de la subasta era falso.
—Y aun así imbécil de Carter se atreve a dudar de lo que digo.
—Tranquilízate, con cabeza la caliente lo empeoras solo hay que volver al plan inicial.
—El marido de mi mejor amiga tiene un pie en prisión —señalo los papeles— Es lo que dice aquí y otro escándalo dejará a Christopher por el suelo...
—Rachel, no creo que el sentimentalismo sea conveniente ahora.
—No es sentimentalismo. Con el coronel por fuera otro tomara el poder los nexos con la mafia son reales, Ilenko me lo dijo y ¿Qué crees que harán apenas se tomen el poder?
Se queda en silencio.
—¡Van a sacar a Antoni!
No sé ni que me da eso, la promesa me sigue haciendo eco en los oídos convenciéndome de que Christopher es el único capaz de protegerme de ese loco, como ministro o coronel tengo la certeza de que no dejará que nadie me ponga las manos encima, por eso no puedo dejar que lo apresen.
—Te pusiste pálida... —trata de tomarme.
Claro que me puse cada que me imagino los alcances de ese engendro me pongo así.
—Déjame sola, por favor.
Sopeso las consecuencias de todo esto y empiezo a sudar frío, no puedo confiar en nadie de aquí ya Elliot me demostró que la información de Paul no es confiable, no sé si trabaja para Carter o si está del lado de los malos, pero no puedo darme el beneficio de la duda ahora.
Me meto la carpeta bajo el brazo encaminándome a mi habitación, Christopher sigue ignorándome y la central no está muy movida.
Es a mí a la que más le conviene llegar al fondo de todo esto o terminare siendo la esclava otra vez.
Me aventuro escalera arriba, abro la puerta de mi alcoba e inmediatamente la ráfaga de viento me eriza la piel y las ventanas chocan contra la pared presas de la corriente de aire.
Enciendo la luz y parece que me sacaran el aire con un puño seco en el estómago. Todo está tal cual como lo deje a excepción de la caja que yace en el centro de mi cama.
Del pasado, presente y futuro no se huye y algo me dice que ese detalle no es de Bratt ni del coronel. Dejo la carpeta en la mesita acercándome con cuidado a la caja.
Levanto la tapa con dedos tembloroso y coacciono llevándome la mano a la boca cuando noto lo que hay en el interior «Maldito»
El olor a sangre llega a mis fosas nasales junto con el miedo de tener que ver un cuervo degollado entre pétalos negros.
La caja vibra en mi mano presa de mis propios nervios mientras reparo el animal que tiene una nota amarrada en la pata.
Trato de contener la oleada de vomito que me invade mientras arranco la nota y desenvuelvo el papel. Es una carta.
"La noche aguarda, la oscuridad te atrae, el lento pero inexorable crecimiento de las sombras te envuelve, no eres luz, eres tinieblas, te resguardas bajo un telón, un sutil escenario que aviva la pasión o, bien podría esconder más de un crimen.
Un pequeño cuervo me visitó una madrugada, me contó una historia. Era la historia de una bella ninfa que fue raptada por un perverso y oscuro dios, quien la obligó a desposarlo, y luego acudiendo a engaños, le tendió una trampa a la hermosa muchacha. Dándole de comer las semillas de una granada, sin la inocente joven saber que era el alimento sagrado del averno, consiguió tenerla durante la mitad de cada año.
No puedo evitar compararnos con tan cautivadora pareja, tú, mi bella ninfa, ya has probado el alimento sagrado de mi infierno, contemplaste de primera mano su exquisitez. A veces me pregunto qué sucedería si volviera a incluirlo en tu sistema, tal como Perséfone, volverías a mí, no durante cierto tiempo. Esta vez seria para siempre.
Te rodea un reino cubierto en tinieblas. Ya lo sabes, hay promesas que estamos obligados a cumplir y solo soy un pobre mortal que anhela sumergirse en el calor de la diosa que roba sus sueños, un pobre mortal que aguarda el momento indicado para arrebatar con creces todo cuanto le ha sido quitado, y cuando el momento sea oportuno, este pobre mortal espera que su diosa bajé por sí misma de la montaña de los dioses a hacerle compañía en la oscuridad.
Este es un pobre mortal enardecido en pasión, una pasión que aclama por la sangre de su amada, una pasión capaz de encender la llama que haga arder el mundo si su amor se negase a acompañarlo a las sombras que tanto aguardan por devorarlos.
El tiempo se agota principessa y mis pistas te lo están recalcando, espero que tu pequeña cabecita se esté preparando, que tu cuerpo se vaya doblegando y acostumbrando al hecho de que mis manos muy pronto lo recorrerán. El tártaro espera por mí y no llegare solo, iré contigo amore.
A.M.
Me atraganto con mi saliva. ¿Qué más pruebas quiero? Ese maldito enfermo me quiere llevar y cómo va alcanzará su cometido.
Tapo la caja, guardo la carta, alisto mi mochila y boto el cuervo en la basura cuando salgo.
Abordo el auto de mi escolta que me espera en la orilla de la carretera y dejo que arranque mientras lo pongo al tanto de todo, no es que lo conozca como la palma de mi mano, pero me inspira confianza y siempre tiene soluciones.
—Deje que me ocupe de todo —me dice— Para mí concepto Carter esta liado con la mafia ¿Porque meterse tanto con la FEMF ahora? Es obvio que también está sacando partido de los nexos que tiene.
—Pienso igual.
—También es raro que no la hayan involucrado a usted, si hace parte del ejército elite lo lógico es que también esté siendo investigada y no es así, lo cual nos lleva a la conclusión de que no quieren meterse con usted porque es la mujer de Antoni.
—No uses ese término, por favor.
—Lo siento —sigue con las manos en el volante— Hagamos algo, es obvio que usted sola no podrá, así que déjeme a mí. Tengo contactos en todo el mundo con entidades y personas muy influyentes, puedo demostrar la inocencia de sus amigos si me da tiempo. También tengo aliados en el bajo mundo, gente que me debe favores y no quería comentárselo, pero hace muchos años Ilenko pago por mis servicios.
Detiene el auto.
—Tengo un precio alto claro está.
«Mierda» Ese alto suena a que dejara mi cuenta en ceros.
—Quiero expandir mi agencia de investigación y si usted desmantela esto tendrá medalla y compensación económica —explica— Ambos ganamos usted más que nadie ya que estará fuera del alcance de Antoni.
Me muestra una nota con la suma y se me paralizan los ojos con tantos cero. Dios, entrare en crisis económica, pero el estar alejada de Antoni lo vale.
—Hecho.
Saca un sobre de la guantera.
—Damon Mascherano es el hijo menor de Antoni, tiene tres años y lo tuvo con Isabel Rinaldi —¿Qué? ¿Como?
Reviso la información y es veraz hasta hay fotos del pequeño. Y yo pensando que era algún otro loco, primo o hermano de la familia.
—Está a cargo de su tío y asisten a una escuela privada al norte de la ciudad, sobra decir que él y Lucían tienen un anillo de seguridad de diez hombres y ya el nombre de Damon se oye en el bajo mundo lo nombran como el próximo "Líder"
—¿Está aquí? ¿En Londres? —no me lo creo.
—Si, con su tío y dos primas —respira hondo— Y eso no es lo grave, el problema radica en que Philippe no controla agentes desde lejos, él es un agente.
—Oye —lo detengo— Vas demasiado rápido.
—Por eso no dan con su paradero. Esta infiltrado en el ejército hace años —confirma— No sabe lo mucho que me costó saber esto, pero estoy netamente confiado de la fuente que me lo dio.
—O sea ¿Que puede ser cualquiera de mis compañeros?
Asiente «Dios»
—La pirámide es la candidatura, la mafia se jugó todo por el todo metiendo a los grandes para que ganen y así tener dominio total.
Me deja muda ¿Que carajo? Esto se está yendo a la mierda en las narices de todos.
—Escúcheme —advierte— Si revelamos esto solo los pondremos en sobre aviso. Los Mascherano no son los únicos involucrado; los Romanov, Petrova y las grandes mafias están apoyando todo y pueden matarla si se ven en riesgo —explica— Si saben que usted tiene conocimiento buscarán la forma de reemplazar las pruebas o pueden atentar sacar al coronel con otros métodos. Estoy tratando de descifrar el patrón de todo esto y por ahora es mejor que crean que no sabe nada mientras tanto iré evitando que metan a sus amigos en prisión.
Estoy en shock y me cuesta asimilar todo de golpe.
—Lo lograremos poco a poco ya verá, ahora solo tranquilícese y en pocas horas le enviare las pruebas que detendrán la captura del capitán Miller.
—¿Cómo lo harás?
—Estamos sobre el tiempo y en lo poco que indagué no hay señales de esa tal Corinna, así que por el momento diremos que es su amante, lo estuve siguiendo y tienen fotos cenando y con el niño en parques de diversiones.
¿Y si la información resulta ser cierta? Me quiero morir, joder.
—Narrare un informe que lleve a dicha conclusión y adjuntaremos pruebas para que lo saquen de la lista.
Asiento, es mejor difamado que preso.
—Iré investigando a Brenda y a Laila y pondré al mejor equipo a que investigue al coronel con las pruebas que me dio, es obvio que están buscando la manera de enviarlo a una condena cadena perpetua.
—Necesite que me asegures que puedo confiar en ti.
Es tonto que pida tal cosa a estas alturas.
—Si no fuera de entera confianza ya su padre le hubiese aconsejado que se consiga otro guardaespaldas —se defiende— Necesito el dinero, así que estese tranquila no voy a dejar que se hunda en esto.
—¿Y Scott?
—Ya a él lo señalaron, ahora hay que tener paciencia y dejar que la ley tome su curso lo que podemos evitar es que los otros caigan en lo mismo.
Asiento.
—Le iré diciendo que hacer, hay que descubrir quién es Philippe y le iré dando las indicaciones... Trampillas para que caiga por sus propios medios.
Difícil, se infiltró debe tener una buena coartada son millones de soldados y aun así no sé porque Paul es el único que me ronda en la cabeza, él y Leonel que se ve tan seguro con todo lo que hace. Kazuki, solo parece ser una futura víctima de todo esto.
—Gracias por todo —agradezco cuando me deja frente a mi edificio.
—La estaré vigilando de lejos.
Stefan está en casa cuando llego.
Laurens también esta y en parte me alegra que me salude normal y hasta me pregunte por el proceso de Scott.
—Hice la cena —me avisa Step cuando cruzo el umbral de mi habitación.
—Lo lamento, pero no puedo acompañarlos.
—¿Saldrás otra vez?
—Voy a ver a Christopher —soy sincera.
—Ángel, no me parece buena idea.
—Necesito hablar con él.
—Sabes que esta cabreado y va a tratarte a las patadas, es mejor que esperes.
—¿A qué? Si me pongo a esperar a que se le pase la rabia me volveré vieja.
Se quita el delantal.
—Entonces iré contigo.
—Suficiente funerales por este mes.
—Voy a ir de todas formas, pelearon por mi culpa y si es necesario explicar con mis propias palabras estoy dispuesto hacerlo.
—Puedo manejarlo.
—Dije que voy —insiste— No estaré tranquilo sabiendo que puede tornarse violento y lastimarte.
—Oye el que sea violento con otros no quiere decir que lo sea conmigo.
—Rachel, eso decía mi abuela y años después de muerta me enteré que mi abuelo la golpeaba y aunque quieras ocultarlo ambos sabemos que Christopher no mide la ira, en cualquier momento va a pasar y... No quiero que pase...
—Calla ¿Sí?
No me gusta imaginarlo de esa manera.
—Voy a ir de todas formas.
Tomo una ducha antes de cambiarme, necesito verlo y olvidarme de este día de mierdas que solo me ha traído dolores de cabeza.
Stefan insiste en querer ir y sinceramente me preocupa el que deba amanecer en un hospital.
—Oye en verdad no es necesario —trato de hacerlo entrar en razón.
—Si lo es y no me contradigas, ya dije que iba —se adelanta molesto.
Abordamos su auto y en el trayecto mi cerebro no para de recalcular e insistir en que es una pésima idea.
—Oye prométeme que no abrirás la boca.
—Solo vengo a supervisar que no termines como las víctimas de sus peleas callejeras.
—Él no es así.
—Estás hablando como una víctima de maltrato, a veces pienso que le tienes miedo.
—Ni soy víctima y tampoco debo tenerle miedo, empezando porque el entrenamiento necesario para no dejarme golpear de ningún hombre.
—¿Del tipo que ha molido gente a golpe?
—Déjalo estar —acaba con mi paciencia— Solo no digas nada ¿Vale?
A Stefan se le quieren ir los ojos en el vecindario y creo que hubiese preferido venir en taxi al ver la magnitud de los vehículos aparcados afuera.
—No puedo anunciarme —bajo del auto— Es obvio que no me autorizara el ingreso.
—¿Plan B?
—Traje la placa para usarla con el portero, con los escoltas me las puedo apañar siempre y cuando no esté Make —entramos juntos al edificio— Ese hombre no rompe las reglas por nada del mundo.
Logro subir después de intimidar al portero, al principio los escoltas se muestran reacios, Tyler está descansando y Make viene en camino, pero al final los de turno se dejan convencer dejándome pasar.
Miranda me abre, la cara de sorpresa es inmediata al igual que la desazón que causa la mal mirada de Marie que está en la sala.
—Necesito hablar con Christopher —le pido a Miranda.
Gema se apresura al vestíbulo cuando me escucha, viene descalza y tiene pinta de estar cocinando.
—Con Stefan ¿Es enserio?
—Miranda puedes llamar a Christopher, por favor —insisto ignorando a la maldita perra que me cae como una patada en el hígado. Me descompone el genio en segundos.
—Está ocupado...—detiene a Miranda.
—Entonces espero.
—¡Venga! No seas tan descarada y lárgate.
—¡¿Descarada yo?!—me es inevitable no alzarle la voz— Eres tú la que anda mendigando sabiendo que se fue de viaje conmigo.
—¡No puedes venir a gritar a mi hija en mi propia casa!
—¡Esto no es asunto tuyo Marie y como madre en vez de defenderla deberías pedirle que tenga amor propio!
—¡Vete! —me exige tornándose pálida mientras su hija corre a socorrerla.
—¡No!
—¡Mamá no puede alterarse! —informa Gema sentándola en el sofá.
—Entonces que no se meta.
—Ya hasta asco me das...
Se calla cuando el coronel aparece en el vestíbulo. No me mira a mí, fija los ojos en Stefan transformándose en un dos por tres.
—¡Largo los dos!
—¡No! —me paro firme— Vine a que me escuches y no me voy a ir hasta que hablemos.
—¡Miranda ayúdame a subir a mamá! —pide Gema— ¡No esta para tolerar este tipo de escándalos!
La empleada se apresura hacerle caso y me jode que ya esté dando órdenes como si fuera su mujer.
—Te voy a dar tres segundos para que huyas o te saco a punta de tiros —le advierte a Stefan que cumple la promesa de quedarse callado.
—Christopher —se aparta evitando que lo toque— Hablemos en privado.
Sacude la cabeza.
—No me obligues a llamar al personal de seguridad —intenta irse.
—¡Solo escúchala, tío! —interviene Stefan.
—¡Fuera!
— Cuantas veces la has pisoteado y ahora te das el lujo de ofenderte sólo porque le preocupa la gente que le importa.
—¿Ahora eres mediador? De mendigo a abogado, que sorprendente evolución y sabes que no te vayas —se encamina a la puerta— Disfrutare viendo como mis hombres te sacan a patadas.
Stefan se le atraviesa y no sé cuál es el puto afán de morir.
—Escúchala —lo empuja— No te cuesta nada maldita sea, ella solo me estaba ayudando porque tiene el corazón que jamás tendrás tú.
—Stefan, déjalo...
Christopher es una granada, cierra los puños y ya estoy viendo la cara destrozada de soldado chef.
—¡Nos vamos! —me atravieso evitando la pelea— Déjalo así.
Tomo a Stefan de la chaqueta, pero se me zafa volviéndolo a empujar.
—¡Ojalá se hubiese dejado llevar por mis besos cuando intente hacerle el amor!
La confesión es un balde de agua fría y solo tengo que percatarme de los gestos del coronel para saber que Miriam tendrá dos muertos en un mismo mes.
—Aprecia a la mujer que tienes...
Lo toma por el cuello estrellándolo contra el piso, los golpes son inminentes y en menos de nada le rompe la nariz.
—¡Christopher! —su violencia me deja en shock y no sé por dónde tomarlo.
Stefan lo empuja para que lo suelte y este se le viene encima con más fuerza volviéndolo a derrumbar con un puño. Gelcem se levanta, lo atropella y logra patearlo en el suelo.
—Mientras tú la haces sufrir yo quiero amarla como se merece —trato de separarlos y los intentos son inútiles.
Las provocaciones de Stefan solo lo tornan más violento, el soldado se ve apurado con los golpes y logro atravesarme en un vil intento de contener la furia del coronel.
—¡Basta! —le exijo.
Stefan se levanta con la cara ensangrentada.
—Terminemos de una vez, tú o yo —me sorprendo de sus palabras, como dice tal estupidez sabiendo que lo estaba moliendo a golpes en el piso.
—Ándate afuera... —trato de decir, pero Christopher no controla el arranque, todo pasa demasiado rápido, el coronel yéndose contra él y retrocediendo de un momento a otro cuando Stefan le roza la camisa con el filo de una navaja.
¿De adonde saco esa mierda? Atina el cuello y Christopher sigue retrocediendo, lo desarma retorciéndola la muñeca y lo empuja dejándolo en el piso.
—¡Stefan, basta! —esto es una pelea inútil y si sigue no va a vivir para contarlo.
—¡Ven! —lo desafía el coronel con una sonrisa en el rostro y por primera vez quiero que Stefan sea un cobarde y salga huyendo como una persona coherente, pero no lo hace.
Christopher blande la hoja y le atina al corazón, Stefan se mueve logrando que la hoja se le entierre en el brazo y acto seguido Christopher se le sube encima queriendo desterrar la hoja mientras le da puños que están a nada de dejarlo inconsciente.
—¡Chris ya!
Logro quitárselo de encima y retrocedo cuando se vuelve hacia mí con la ropa manchada de sangre, empuña las manos y no sé porque me veo tres años atrás en la pelea con Bratt. Mi mente recopila la mano de mi ex impactando contra mi rostro tirándome al suelo y mi cuerpo se pone a la defensiva. Los ojos se me cierran y me llevo las manos a la cara cautiva del pánico que me invade mientras espero el golpe que nunca llega.
No sé si pasan minutos, horas o segundos, pero para cuando quiero abrir los ojos él sigue frente a mí.
—¿Crees que soy capaz de ponerte un dedo encima? —la pregunta duele tanto que mi garganta no da para contestarla.
—¡Contéstame! —ruge— ¿Si me crees capaz de golpearte para qué diablos me buscas?
Lo dice con un aire tan amargo y lleno de decepción.
—No...
—Estate tranquila —susurra— Puedo ser el mayor hijo de puta, pero jamás me atrevería a tocarte... ¡Yo no soy tan cobarde como Bratt!
Las lágrimas me humedecen los ojos, no pienso eso es solo que el cerebro me hizo una mala jugada, pese a que varias veces lo he visto transformado a mí nunca me ha levantado la mano.
—No amor —da un paso atrás cuando quiero tocarlo— Sé que no eres capaz... Es que...
Sacude la cabeza para que no siga y prefiero quedarme callada, solo termine de empeorar las cosas.
—Stefan te necesita —Gema lo toma del brazo apartándolo de mí— A ese puedes ayudarlo sin miedo a que te golpee.
Los escoltas entran respaldando a Gema y ni siquiera me percate de cuando bajo y abrió la puerta.
—Saca tu mierda de mi casa —me advierte Christopher antes de irse.
Me quedo callada dejando que vaya, Stefan se está levantando y no quiero ni verlo. Solo salgo limpiándome las lágrimas ¿Cómo carajos voy a compararlo con Bratt?
No sé qué me paso, sí. Varias veces le he tenido miedo, pero a que me lastime en el ámbito sentimental. No a que me golpee, por el contrario, siempre lo he visto como el escudo que no dejara que nada me pase. A su lado me siento segura no con miedo a que me maltrate.
—¿Ves? No vale la pena, una vez más demostró lo bestia que es —dice Stefan cuando salimos del edificio.
Se saco la navaja y está tratando de contener la sangre haciendo presión en la herida.
—Lo provocaste... le soltaste todo, ¿Como se te ocurre?
—¿Es el único que puede decir las verdades en la cara?
—Puedes decir las verdades que quieras, pero si lo haces tienes que atenerte a las consecuencias —espeto— Tú y Bratt lo subestiman a toda hora creyendo que solo serán golpes —lo encaro— Te odia Stefan ¿Que esperabas sacándole una navaja? ¿Que se la dejara enterrar?
—¡Eso no le quita los delirios de asesino!
—Todos tenemos un poco de eso y si no mírame a los ojos y atrévete a decirme que lo del arpón fue un accidente.
No lo hace.
—Anda, desmiente mi teoría demostrándome lo bueno y santo que eres.
Se queda en silencio.
—Viniste a provocarlo —lo empujo con los ojos llorosos— Fue tu maldito plan desde que supiste que venía.
—En sus manos vas a terminar muerta, Rachel date cuenta a él no le importa matar al que se le atraviese porque es un asesino. Si solo vieras los cuerpos de las victimas que desencadeno...
Echo andar en un busca de un taxi, no me importan sus golpes ni que se esté desangrando.
—¡Que más toxico quieres que sea esto! —me grita— ¡Dios, mujer ya no sé qué hacer por ti!
—Solo te voy a pedir que no intentes suicidarte otra vez —me vuelvo hacia él— No pierdas el tiempo queriendo probar idioteces, porque las cosas siempre vienen de quien menos lo esperas —lo encaro—¡A mí ya me golpeo un hombre!
—Sabía que...
—Y no fue Christopher —no puedo contener las lágrimas— Fue Bratt, el novio que tuve durante cinco años y todos veían como el perfecto caballero y no termino con una navaja como tú, pero sin con tres costillas rotas por el mero hecho de haberme tocado —continuo— Lo había engañado, sí. Pero Christopher no acepta que nadie atente contra mí.
El pecho me duele.
—La misma bestia que señalas ahora movió cielo y tierra para encontrarme e hizo lo imposible para revivirme cuando todo el mundo se rindió y si es toxico tiene mil cosas malas, de hecho, creo que es una mierda como persona, pero es el único capaz de darme lo que jamás podrás darme tú y todos los que intentan salvarme —me limpio las mejillas empapadas por las lágrimas— Seguridad Stefan, me apena decírtelo, pero tú no puedes con mis enemigos, como tampoco puede Bratt, sus ganas de tenerme como una princesa no va a salvarme de la demencia de Antoni. A él no la puedo combatir con palabra hermosas y gestos bonitos. Esto es bestia con bestia y Christopher es el único que puede con ese maldito desquiciado.
—Rachel, entre esos dos no se sabe cuál es peor.
—Oye yo te quiero y no sabes lo que daría por corresponder todo lo que me quieres dar, pero el problema radica en que yo soy la más toxica de todos. Yo no necesito que nadie me salve, Step —digo— Solo deja de lanzarme salvavidas que en uno de esos intentos el único muerto serás tú.
Lo dejo sobre la acera sacándole la mano al primer taxi. Ya me estoy hartando de que quieran tratarme como damisela, no sé porque no mierda entienden que a veces estrellándose también se aprende.
Me encierro en mi alcoba cuando llego a casa y doy vueltas en la cama preguntándome a qué diablos estoy jugando. Se supone que ya pacté acuerdos conmigo misma, yo ya tomé una decisión y no quiero cambiarla.
Antoni, las predicciones de Cayetana, la candidatura, Gema y el miedo a lo que se avecina me quitan el sueño, pero no puedo ahogarme en la ansiedad. Tengo que buscar soluciones en vez de lamentarme con lo que ya no puedo cambiar.
Amanece y mi día inicia con un conteo regresivo, tengo que estar desocupada antes de mediodía, Stefan evita hablarme y en parte se lo agradezco. Lo escuche llegar en la madrugada y supongo que paso por el hospital a curarse las heridas, tiene un espadrapo en la nariz y una venda alrededor del brazo.
—No olvide comprarle el regalo a la señorita Luisa —Laurens me ofrece una taza de café— Faltan pocos días para el baby shower.
Lo tengo presente —empaco todo lo que necesito y solo espero que lo poco que queda en mi cuenta alcance para comprarle el regalo que se merece.
Casi todos mis ahorros se me fueron en París y en la cirugía, lo que queda es para adelantarle algo a Elliot, mi caja fuerte solo quedara con la jadeíta Mascherano.
—Infórmeme si sabe algo sobre Scott.
—Si —me despido de Maggie que está jugando en la sala.
Elliot me recoge y me muestra dos copias de las pruebas que esclarecen el caso de Simón. Me entrega una y la otra promete dejarla en mi apartamento en dado caso de que se llegue a necesitar.
Recogemos a los padres de Scott que acaban de llegar de Phoenix, nos reunimos con el abogado y lo visitamos en prisión. Irina se dedica a pelear con todo el mundo y está tratando de hablar con el consejo para que la ayude.
Ya Luisa vino a verlo, al igual que Laila y Brenda. Le pido a Dios que esto se esclarezca lo antes posible, visito a Carter y le estrello las pruebas de Simón en la cara.
Con un peso menos y dejando el caso de Scott en manos de Elliot y sus padres, me encamino a encontrarme con una de mis amigas.
—Yo no sé qué tan buena idea sea esto —dice mientras nos encaminamos por los pasillos del estacionamiento— Podemos quedar en ridículo.
—Todas tenemos un poco de ese don —digo entre dientes mientras nos acercamos a la camioneta de Parker.
Está metiendo su equipaje en el vehículo y trae atuendo de civil con vaqueros y playera de manga larga.
—Hola —lo saluda Brenda aferrándose a su maleta. Parker nos mira a ambas sonriéndole a mi amiga y desbaratando el gesto cuando me ve a mí.
—¿Estas lista? —se fija en mi maleta.
—Si y no sé si te moleste, pero me gustaría que Rachel nos acompañara...
Necesito ir al evento de Gales, no estoy en la lista de invitados, pero si puedo llegar como acompañante.
—¿Te incomodo venir sola?
—¡Para nada! —Brenda mete su maleta en el auto— Es solo que me parece divertido ir con mi amiga.
—Si te sientes cómoda no tengo problema.
—Gracias —meto mi maleta también.
Parto con ellos en la camioneta BMW y ambos se mantienen callados en el trayecto. Se me hace raro de Brenda que es tan parlanchina y le gusta estar haciendo bromas y chistes a cada nada.
Parker se estaciona a proveerse de combustible y aprovecho para averiguar bien el chisme.
—¿Volvieron a coger? Si es así exijo detalles.
—No —Brenda aprovecha para retocarse el labial
—¿Que son? ¿Novios, amigos, amantes?
—Nos estamos conociendo.
—Durmiendo juntos en hoteles, que buena forma de romper el hielo.
—Es un caballero y alquilo dos habitaciones. No quiere presionarme, al menos eso quiero creer, a veces es un poco bipolar —se asegura que no esté cerca— ¿Sabías que era amigo de Christopher?
—No.
—Se fue con el la noche que acabo el lanzamiento de su candidatura...
Eso es demasiado raro, por lo poco que he visto apenas cruzan palabra.
—Tenemos que ponernos al día, tengo muchas cosas que contarte —guarda el labial— Pero no aquí, puede tener micrófonos o algo así.
—¿Puedo quedarme en tu alcoba? —la idea le da esperanzas a mi bolsillo—Estoy baja de presupuesto y me da pena pedirle dinero a papá.
—Claro —no pone problema.
—Te amo —la beso— Pero seré sincera al pedir que me dejes la cama para mi sola y te vayas a coger con Parker...
Guardamos silencio cuando vuelve al auto.
—Traje soda —dice cerrando la puerta.
—Que amable —recibo la mía.
Es raro no verlo en el papel de gritón.
—Había esto en el mostrador —saca una caja de chocolates ofreciéndosela a Brenda— Supuse que te gustaría...
—Ay que tierno...—me es imposible no andar en el papel de amiga metiche. Amo esta pareja— Mi amiga ama el chocolate.
Ella se suelta el cinturón agradeciéndole con un beso en la mejilla y robándome un suspiro de fan enloquecida.
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El evento es el club campestre Fine Arts. Ofrece hospedaje con hotel cinco estrellas y todo es con el fin de recaudar fondos para los soldados víctimas de la guerra, (Soldados de todas las entidades) Es un evento anual y aquí los candidatos se miden las billeteras en época electoral.
—Teniente James—me aborda uno de los periodistas— Que alegría verla, la extrañamos en el lanzamiento del coronel.
Saludo la cámara con la mejor de las sonrisas.
—Tuve un pequeño percance, pero sigo comprometida con la campaña de los Morgan.
—Me imagino que se lucirá en las actividades preparadas...
—Claro, siempre hay que demostrar quiénes son los mejores.
Gema no es ningún elemento especial, si saco mis dotes puedo ganarme la prensa como y cuando quiera.
Subo con Brenda, nuestra habitación está en la penúltima planta, por lo que ya me averiguó Laila el coronel está en las suites preferenciales al igual que el ministro, Sara, su abuela y los otros candidatos.
Al menos Gema está en una habitación corriente con Liz. Patrick y Alexandra no pudieron viajar, así que Cristal le ofreció el puesto a Alan y Lucas para que aporten un aire juvenil y diferente a la campaña.
Todo empieza con un bingo e inician los corajes cuando Gema aparece saludando a todo el mundo, está en la misma con los Morgan y Liz se mantiene en otro grupo. Alan, Lucas y Parker vienen con nosotros.
Me harta y me jode que Christopher ni se inmute en mirarme, solo se mantiene ocupado en sus asuntos y se niega a compartir en nuestra mesa cuando Cristal se lo pide, Alex es otro que ni me saluda. De hecho, no saluda a nadie.
—Usted cada que viaja viene más sexy —me dice Alan en aire coqueto— ¿No ha considerado tener uno de esos amores de película? De esos que duran pocos días como este viaje.
—Eso son de verano y aquí apenas estamos acabando la primavera.
—A lo mejor somos ese cliché de aventura de mujer madura con hombre menor.
Me hace reír, si supiera mi nivel de inmadurez no diría tal cosa. Terminamos con la actividad y el coronel es el primero en largarse. Esto no va a estar para nada fácil, Gema no se le despega y me veo obligada a subir a su piso para poder hablar.
Se niega, Make trata de decirlo de la forma más amable posible y sin embargo no evita que duela. Si Christopher es orgulloso estando pleno, furioso es un verdadero hijo de la mierda.
Respiro hondo tratando de hacer uso de mi paciencia y me voy a mi alcoba a mirar el techo mientras vuelvo a esas sensaciones de furia intensa que no me dejan dormir.
Brenda llega a tarde y a la mañana siguiente me pone al tanto de lo que está viviendo con Parker, ayer fueron por una copa de vino y hablaron por largo rato, pero no pasaron de primera base y es raro teniendo en cuenta que sexo ya hubo.
Mi amiga dice que a lo mejor es el tipo de hombre que le gusta conocer a fondo antes de aventurarse en una relación, insiste que es un poco bipolar y por vergüenza y respeto no me cuenta lo que paso un día antes del lanzamiento del coronel.
Bajamos a las actividades con fines lúdicos, partidos de futbol donde vamos a ver a Parker, Alan y los candidatos en pantaloneta. Integración o no muchos parecen que irán a posar a la portada de alguna revista. Entre esos Christopher.
Como dije es imposible no resaltarle los atributos, como también es imposible no ponerse cachonda, pese a estar furiosa con la idiota que no deja de aplaudir y dar ánimos al lado de las mujeres de los que juegan. Es que no sé porque carajos no sé muere.
Los reporteros la persiguen a todo lado como si fuera alguna celebridad y se la pasa aquí y allá con Sara. Quiero arrojarle un zapato.
Parker mete un gol y Brenda no oculta la emoción levantándose golpe.
—¡Bravo! —celebra— ¿si lo viste? Que tiro tan bueno —se muerde los labios murmurando entre dientes— Ich werde nass, Mr. German.
Ich werde nass, Mr. German: Me moja señor aleman.
—Escuché eso y dejame decirte que entiendo el idioma.
El voltea a su dirección mientras Alan lo abraza celebrando y ella vuelve a sentarse apenada.
—En cosas como estas es cuando evitas que haga el ridículo —dice molesta— ¡No dejes que me altere! Gracias a Dios ninguno escucho.
—Fue un gol no tiene nada de malo alardearlo.
El partido acaba y pasamos a un concurso de talentos donde le insisten a Gema que cante, pero ella se niega ya que le duele la garganta. A lo mejor la verga de Christopher se la arruino.
No me soporto, me duele la cabeza y estoy cansada de sonreírle a todo el mundo tratando de ser amable. Al medio día subimos a cambiarnos para el almuerzo. Volvemos a bajar con vestidos floreados y sombreros al estilo inglés siguiendo las indicaciones de la invitación.
Cristal esta alterada pegada al teléfono y corro hacia nosotras apenas nos ve.
—Niñas, nos urge su ayuda. Gema tuvo un percance con su estilista, se está tardando y hay que dar el discurso para las viudas, se inscribió esta mañana y es la que sigue.
—Yo lo hago —no titubeo. No me molesta quitarle méritos.
—¿Quieres que te prepare unas cuantas líneas?
—Prefiero improvisar.
Corre a entregarle mi nombre al anfitrión y subo a la tarima atrayendo la atención de todos. Empiezo el discurso resaltando lo especial que somos por el mero hecho de ser mujer. Pienso en mi madre, amigas, superiores y heroínas que veo cada día.
Christopher llega con Alex, Regina, Sara y Parker y en otro grupo vienen Alan, Liz y Lucas.
Ofrezco un minuto de silencio por los caídos, doy mis condolencias recalcando que en la guerra siempre se muere con honor y le agradezco a las madres por traer héroes al mundo y me pongo en el papel de las que perdieron esposos, hijos y amigos. El discurso es corto, pero profundo y logro sacarle lagrimas a varias incluyendo a mi amiga.
Bajo en medio de aplausos.
—Me recuerdas mucho a Luciana —Sara me recibe con un abrazo— También era buena hablándole al publico.
Mi momento eufórico dura poco, vuelve Gema en modo sanguijuela pegándose al coronel. Nos ubicamos en mesas apartes, dándole paso a la comida y a las presentaciones.
Esta vez el cabreo se perpetua aumentando una línea cada hora, me molesta verla feliz, sonriente y respirando. Que de vez en cuando se ría con ella, que se pare a cada nada y se preocupe porque a ninguno le falte nada.
Regina de Morgan también esta con Alex «Artillería pesada» Tres Morgan al mismo tiempo es demasiada dinamita como para cometer tonterías.
Me empino la tercera copa de champagne, a lo mejor el alcohol me da la valentía que necesito.
—Nada de embriagarse —Parker me quita la copa— Vinimos a destacar, así que anda a participar en las actividades.
No sé porque quiero lloriquear al ver a Gema tan atractiva con el sombrero y el vestido. No estoy fuera de foco, pero los celos suicidas no son algo típico de mí y tal cosa se empeora cuando Christopher actúa como si fuera un cero a la izquierda.
El evento me asfixia, la perfecta postura, participar en pendejadas y hablar con todo el mundo. Al menos en el lanzamiento de Leonel tenía algo medio improvisado, pero ahora. Ahora no tengo ni puta idea de cómo romper el tempano de hielo.
El que el champagne este delicioso tampoco me ayuda, voy desocupando copa tras copa, hace calor y vivo fingiendo que no me afecta ver a ese maldito
No para de llevarle copas a Regina como si no tuviera un maldito mayordomo atrás. El cabreo y el alcohol me dan dolor de cabeza y en últimas me canso de tanta mierda, al igual ¿Qué? Yo he tenido que escucharlo cada que él ha querido.
—Deja esa cara y vamos a participar en el baile grupal —me pide Brenda.
Sacudo la cabeza, lo único que quiero es escupirle lava a Gema.
—Vayan ustedes —me levanto con la copa de champagne en la mano.
—Rachel —dejo a Parker con la palabra en la boca.
Christopher está hablando con Kazuki y ya estoy harta de mirarlo de lejos. Me acerco con disimulo tratando que el encuentro se vea casual.
—Kazuki —saludo al candidato con un beso en la mejilla.
—Teniente James, está usted muy radiante.
—Gracias.
—Muy buen discurso.
Le sonrío.
—¿Te molestaría si me robo al coronel un segundo?
—Estoy ocupado —me corta Christopher.
—Prometo no tardarte...
—Los dejo solo —se despide Kazuki e inmediatamente Christopher me da la espalda listo para irse.
—¿Que tanto me jodes? —reclama cuando me le atravieso.
—Necesito que hablemos.
—¿Hablar o probar si soy capaz de romperte la cara a punta de golpes? —espeta—¿Trajiste cámara o micrófono que te ayuden a patentar la teoría?
—¡Deja de despotricar incoherencias!
Me le vuelvo atravesar cuando intenta marcharse.
—¿Volviste con Gema? —inquiero rabiosa— Me voy un par de días y te refugias en los brazos de otra ¿A qué jugamos?
—Lo dice quien se revuelca con pordioseros.
—¡Yo no tengo nada con Stefan! —me callo cuando noto que alce la voz— Siempre buscas la forma de encararme exigiendo que te diga las verdades —busco sus ojos— Espero el mismo trato ahora... Que tengas los cojones de decirme las cosas de frente.
—Ay nena —dice en tono de burla— Es tonto que me preguntes tonterías sabiendo que yo no le soy fiel a nadie y mucho menos a ti que te gusta eso de andar con el uno y con el otro.
—¡A otra con esa mierda! —aprieto la copa— Tu papel y aire de pito suelto era con Gema no conmigo.
Me acerco cuando veo que una reportera se acerca entrevistando a todo el mundo.
—Cuidado con lo que haces Christopher Morgan, bastante mierda he pasado contigo como para tener que soportar tus delirios de hombre con orgullo herido.
—¿Quién te crees? —espeta incrédulo.
—¡Tú sabes lo que soy, cariño! —lo encaro— Y no me hagas recordártelo por las malas porque el único con delirios de posesivo aquí no eres tú...
—A mí no me amenaces... —resopla molesto.
—Y a mí no me tientes...
—¿Que tenemos por aquí? —pregunta la reportera— ¿Afianzando lazos tenientes/coronel? ¿Planeado estrategias electorales?
—Ambas —contesto— El ejército inglés es muy unido.
—Eso vi, estaban hablando muy de "Cerca"
Suelto a reír.
—Pero con este hombre ¿Quién no? —hablo a la cámara— Es como un imán.
La periodista se ríe y él se mantiene serio.
—No lo discuto mi cámara quiere grabarlo a toda hora.
—Te lo presto por un rato —aprovecho para pasarle las manos por el tensándolo en menos de nada— Lo veo más tarde, coronel.
Recibo otra copa de champagne, y me rio para mis adentros cuando veo a Gema mirándome desde lejos, pero la muy tonta se levanta a darle apoyo a Christopher.
Otra vez empiezan los murmullos y comentarios de lo bien que se ven juntos. Parecen una pareja de verdad y me da rabia que le tenga cariño y no la aleje como lo hace con muchas ¿Y si es una Stefan en su vida?
Yo estuve a nada de enamorarme de soldado chef y hasta plantee un futuro con él y el que Christopher llegue a pensar lo mismo... Siento clavos en el pecho mientras me devuelvo a la mesa.
—¿Más champagne? —Alan me ofrece otra copa— Deje esa cara y déjese contagiar del ambiente.
Se sienta con Lucas que empieza distraerme con las críticas sobre los atuendos de cada uno. Alan se une al repertorio sacándome una que otra carcajada mientras que las copas se acumulan en la mesa.
Evito mirarlo, sé que soy un explosivo que está a nada de estallar y me falta poco para llegar a cero.
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Christopher.
Hay gente que nace en la sociedad equivocada, asesinos contenidos en entidades del estado y yo que me maldigo todos los días por haber nacido bajo el régimen de la FMEF. Como me hubiese gustado seguir en ese ambiente lleno de sangre, dolor y violencia.
Era lo que quería y quiero todavía. Desafortunadamente tengo otro tipo de poder, mato al que debo y no al que quiero. Aunque no descarto la idea de cortarle el cuello a todos los que tengo en mi lista.
Stefan Gelcem es el primero, respiro hondo. Sueño con apuñalarle el corazón, sacarlo y luego echárselo a los carroñeros.
Nadie se imagina el sinfín de muertes que he ideado para él y todos los que odio. El mundo tiene que prepararse porque apenas disfrute de las mieles del poder y sea libre voy a echarme a más de uno.
El gen asesino ni se esconde ni se evita, surge y yo maté a varios a puño y puñal cuando me largué de la FEMF.
No tengo nada que decir en mi defensa, eran peleas a muerte y yo... Disfrutaba el título de invicto, regocijarme con las mujeres que me llovían y siendo el malandro que todo mafioso quería poseer.
Stefan es hombre muerto al igual que Antoni, el que me busca me encuentra y así pasé años en la cárcel no voy compartir oxigeno con inútiles. «Preso si me atrapan»
—Felicitaciones —Gema me aprieta la mano— Has destacado sobre todos.
No le contesto, estoy más hastiado que contento, mi cabreo se mantiene hace días por la misma mierda de siempre y empeoró con el pordiosero.
Si sigo así voy a terminar muerto por auto envenenamiento.
No quiero ver a Rachel, quiero detestarla ponerla en la lista de las personas que quiero matar. Quiero ser la bestia a la que tanto le teme, pero al mismo tiempo quiero...
Echarla en mi cama y tomarla a la fuerza para que tenga claro quién es el único que puede poseerla y que en el sexo; Sí que me gusta maltratarla.... Lamerla, morderla, marcarla, azotarla y penetrarla hasta que me suplique que pare, pero no lo haré, quiero ser ese animal que se imagina.
Me tiene mal, ya ni el alcohol me la arranca de la cabeza y su mera existencia activa este instinto agresivo que solo piensa en coger tornándome celoso y posesivo.
Me jode que otros puedan tocarla y me jode alejarme y que tampoco pueda hacerlo yo, no puedo sacármela de la cabeza ni por las buenas ni por las malas.
Ella tampoco me ayuda, venir, insistir y mirarme como si quisiera matarme solo me pone más cachondo y por muy inteligente que quiera ser estoy pensando con el orgullo y con el pito prendiéndome cada que me mira con esos ojos azules que se tornan oscuros cada que me ve con Gema.
—Comete todo —sugiere Gema— El menú esta delicioso.
Como quisiera ser de gustos sencillos y no complicarme la vida con lo difícil teniendo lo fácil a la mano.
Gema ha estado conmigo desde que llegue, se ha metido en esto como me hubiese gustado que se involucraran otras. Me acompañó a lo que otras se perdieron por andar besuqueando con limosneros.
—No tengo champagne —Regina alza la copa queriendo llamar la atención del mesero.
—Deja que te traiga champagne del que ofrecen en el bufet —se ofrece Gema— Me acabaron de dar una muestra y esta delicioso.
Regina no se inmuta, esta tan acostumbrada a que le rindan pleitesía que ya le da lo mismo.
—Yo también quiero —le pide Sara.
— Claro —se marcha sonriendo.
—Tengo la duda de si la hija de Marie caga estiércol de colores —me dice Regina— ¿Su sueño frustrado era ser lacayo como su madre? De ser así Alex echo a la basura la ayuda que le dio.
—Siempre te enteras de todo ¿No? —contesto— Debes saber que hizo un muy buen trabajo en New York y tal merito la convirtió en teniente.
—Si, pero el que quiera ser el trapo de todos no le da puntos conmigo conoces mi filosofía.
Para Regina una mujer sin carácter es deshonra total.
—Mírame —me toma el mentón—Y mira a tu madre, es una mujer con los cojones escondidos y se ha quedado ahí, con miedo de darle una buena enseñanza a tu padre sabiendo que todavía bota la baba por él y él por ella—dice— En esta familia no hay espacio para débiles cariño, son vilmente pisoteados por el carácter que te corre en las venas. Sin cojones no son más que burla y basura.
Me suelta y agradezco que no empiece con el discurso de cómo fue su relación con mi abuelo.
De cómo le bajo los humos volviéndose leyenda al ser la primera mujer en casarse con un Morgan. Si, mi descendencia viene de relaciones disfuncionales donde los hombres preñaban sin querer adquirir compromisos, descendencia de varones porque aún no tenemos a una hembra que porten en apellido de nacimiento y hasta el día de hoy mi abuela es la única que lo porta.
—Champagne rosado para las heroínas —vuelve Gema.
Trajo a Liz que se sienta a metros de mí sin atreverse a mirarme.
—Chris había de ese vino que le robabas a Alex siendo adolescente —se ríe— Te traje una copa.
Se le resbala de las manos y termina echándomela en la camisa.
—¡Que idiota! —trata de limpiarme.
—Déjalo estar —me levanto— Al igual tengo que cambiarme para el próximo evento.
—Te ayudo.
Me sigue pegándose a mi brazo, no soy meloso, pero tengo conocimiento de las reacciones que causa su cercanía.
—Se me ocurrió una idea —entra conmigo a la alcoba— Sería muy bueno que dones algo al refugio de ancianos, nadie le ha apostado a eso y son personas vulnerables al igual que los niños.
—Aja.
—Déjame ayudarte con eso.
—Puedo solo.
—No seas terco y déjate consentir, mira que hoy hemos sido el equipo perfecto.
Me ayuda con la camisa y se queda mirándome con ojos brillantes. Gema aparenta ser del tipo de mujer que sería la esposa perfecta, de esa que te esperara con una cena caliente y están pendiente de ti todo el tiempo.
Posa las manos en mi cintura. Sin saber que yo no necesito empleada, para mí lo primordial es que me esperen abierta de piernas y satisfagan el apetito sexual que cargo siempre. Lo segundo es alguien que esté a mi lado sin tanto ruegos y complicaciones.
—Últimamente he pensado mucho en el término "Amigos con derechos" —se empina a besarme la comisura de la boca— Dicen que terminan siendo el mejor tipo de amantes.
Le aparto las manos tratando de que no se sienta mal, se ha portado bien y en el fondo le tengo cariño por ser quien es y por el esmero que ha puesto a la hora de ayudarme.
—Christopher somos adultos del siglo 21, podemos lidiar con el sexo por placer y sin líos sentimentales —vuelve a rodearme la cintura— Al menos que te enamores como Justin de Mila Kunis.
Reparte besos húmedos por mi cuello.
—Las mujeres también queremos cama así porque sí.
—No voy a responder por líos y sentimientos destrozados. Todas dicen lo mismo y luego andan jodiéndome pidiendo cosas que no puedo dar.
No responde, me tienta dando un paso atrás sacándose las tiras del vestido, baja las copas y deja al descubierto los pechos morenos que posee.
—No me culpes, eres una tentación en la cual es imposible no caer.
Se acerca a besarme, pero sus labios no me saben a nada. Me rodea el cuello con los brazos metiendo la lengua en mi boca y no sé porque mierda pienso en Rachel haciendo lo mismo con Stefan, me encabrono y termino apartando a Gema, ella no va a soportar la potencia de un polvo cargado de rabia, así que ni para que pierdo el tiempo.
—Habrá más cuando volvamos —se acomoda el vestido cuando me alejo— A menos que...
—Hay que salir, no estoy para soportar los regaños de Alex.
—Me voy adelantando mientras te cambias—se despide— No vaya hacer que los otros piensen que la hija de Marie no es decente tardando demasiado en habitaciones ajenas.
Se marcha con una sonrisa en los labios.
Salgo y ya el evento cambio de ambiente con una banda de música irlandesa, Cristal se animó a bailar con uno de los reporteros al igual que Sara. Regina sigue en la mesa con Alex, la guardia y los mayordomos.
Todo el mundo está aplaudiendo y trato de verme sociable (En esta mierda toca sonreír todo el tiempo) Recibo las copas que me brindan junto a Leonel y Kazuki, Gema vuelve y sigue a mi lado entablando temas de conversación.
Rachel está conversando con varios y desde mi punto noto que ya se pasó de tragos, la mayoría de los no candidatos está en la misma tónica.
Habla con un vegete que parece querer respirar su propio oxígeno y Brenda va a rescatarla hablándole al oído.
No tiene cuidado al caminar y termina con un tacón enterrado en el césped «Te vas a partir el cuello en el piso, inepta» Me dan ganas de arrebatarle la copa, sacudirla y ...
—Va a terminar como cenicienta —Alan sale a socorrerla, Brenda no es que este muy sobria que digamos.
Esto es lo que me encabrona. El montón de carroñeros jodiendo a toda ahora y el que ella no asimile que sus mierdas terminaran llenando el cementerio.
—El cristal es frágil —Gema me quita la copa que tengo en la mano— Deja esa cara.
Me aburro cuando anochece, tanto ruido me hostiga y quiero largarme a fumar al balcón de mi habitación.
Rachel sigue bebiendo y no sé porque me preocupo por pendejadas. Trato de respirar hondo, pero mi cerebro recopila las veces que he tenido que verla ebria. En Hawái, en mi pent-house, Plymouth, en su cumpleaños. Se descontrola como cría y...
Me voy al baño, ya me entro la agonía de querer tocarla y follarla y no quiero, no puedo abofetear mi orgullo de semejante manera. Mi lado posesivo sigue proclamándola como mía, pero al tiempo no quiero caer ni ponérsela fácil y que crea que puede besuquearse con el que se le antoja.
«Maldita» Me lavo las manos antes de salir mientras trato de tragarme el enojo. Vuelvo con los candidatos y Gema me entrega un trago.
—El ejército inglés es muy alegre —comenta Kazuki señalando la pista.
Volteo y la ira vuelve de golpe, como cuando te atropella un jodido tren. Rachel esta con Alan participando en la danza colectiva, descalza y sudando como todos los que bailan al ritmo de la gaita y los tambores.
—¿A dónde vas? —me pregunta cuando me encamino a la pista.
Rachel parece que está a nada del colapso por el contrario Alan se ve más despierto que nunca animándola a beber y a que sigan bailando. La gente me pisa cuando entro apartando la multitud.
Todo el mundo está saltando y Rachel callo en manos de un veterano miembro del concejo, es irlandés y se ponen hacer pasos como profesionales mientras las personas aplauden «Esa mujer es loca »
—¡Desármelo teniente! —la anima Alan y disimuladamente lo tome del cuello.
—Ándate a dormir —le gruño con dientes apretados— No sea que te entierre un somnífero que no te hará despertar jamás.
Pasa saliva.
—¡Lárgate!
—Como ordene mi coronel.
La tanda acaba y Rachel sale de la pista yéndose a la mesa llena de copas y botellas de licor.
—Sería vergonzoso que saquen a uno de mis soldados en camilla —le reclamo— No te conviertas en la primera...
—Coronel ¿me está hablando a mí? —mira a todos lados— ¿Se derritió la ley del hielo? ¿El polo sur?
—Vete a dormir...
—Chris —la voz de Gema me chilla en los oídos— Te están preguntando en el grupo.
Rachel rueda los ojos cogiendo una copa de la mesa.
—Quieren saber si... —retrocedo cuando Rachel le tira el champagne encima.
—¿Pero ¿Qué mierda te pasa?
—Como andas de sapa en todo lado pensé que te faltaba agua.
—Aparte de ebria inmadura...
Le saca el dedo del medio.
—Ya ni vale la pena pelear —se va Gema— No tardes y llámame si me necesitas. Voy a cambiarme el vestido.
—¿Me decías? —Rachel se vuelve hacia mí— Así ya lo recordé, lo de estar "Ebria" Pues que te digo es la única forma de no romperte la cabeza contra el mármol del hotel, me vale si te gusta o no...
—Busca otros métodos para captar mi atención... No sé denúnciame por maltratador y así tendrás motivos para verme en el juicio.
—Deja de ser tan imbécil —se abre paso a la fuerza.
La ira me quema las venas cada que recuerdo su reacción. O sea como putas cree que soy capaz de golpearla sabiendo que cobarde no soy. No ando agrediendo mujeres por gusto, eso es de pendejos sin cojones.
Recoge su cartera y el atisbo de la victoria creyendo que me hará caso desaparece cuando se dirige a la recepción y no a la torre donde están las habitaciones.
Me da jaqueca, ¿A dónde pretende ir ebria? Me lleno de paciencia tomando su mismo camino mientras mis escoltas me siguen a la debida distancia.
Sale de las instalaciones del hotel y debo tragarme los arranques de ira cuando los autos le pitan y los motociclistas le gritan guarradas que ella parece no captar. Sigue caminando y quince minutos después se detiene en un puesto de hot dog.
—Uno con mostaza —pide sentándose en una mesa plegable.
No tardan en dárselo. Me acerco, no pienso quedarme a oscuras como un puto acusador. Se atiborra la boca con comida mientras jalo la silla sentándome frente a ella.
—¿Siguiéndome? —habla con la boca llena— Que romántico te has puesto.
—¿Si sabes que cualquiera puede secuestrarte?
—No contigo acechándome —sigue atiborrándose con el hot dog— Prefieres cortarte las bolas antes de dejar que me pongan un dedo encima —mastica— Y sabes ¿Qué? Te voy a invitar un hot dog, por ello.
Alza la mano llamando la atención del encargado.
—¡Amigo! —le grita al encargado— Tráigale uno de estos al hijo de puta que tengo enfrente.
—No quiero nada —respondo tajante.
—Me lo como yo entonces —recibe el otro gustosa y empieza a comer como si llevara días de hambruna.
—Deja de mirarme, te ves como un ridículo enamorado.
—Ya quisieras —me burlo.
—Ya quisieras —me mofa— Ya quisiera no. Es así, te las pasa reclamando que le doy prioridad a otros, ¿Y qué haces tú? Ni siquiera has tenido los cojones de decirme que me amas.
—Yo no estoy enamorado de ti.
—Si claro, estás aquí por el mero hecho de querer proteger a tus soldados —se levanta a pagar cuando termina.
Empieza a rebuscar en el bolso sacando el móvil, documentos y un montón de facturas, todo menos dinero mientras el encargado espera impaciente.
—Juro que eche unos billetes aquí...
Me desespera esperar, así que la aparto y dejo un par de libras en el mostrador.
—Te lo pagare.
Se encamina a la acera en busca de no sé qué y me siento patético alcahueteando esto.
—No me sigas, ahora soy yo la que no quiero verte.
Tiro de su brazo obligándola a que me encare.
—Ándate a dormir —advierto.
—¿Estás preocupado? —hace un puchero—Si que eres terco negando lo obvio. —busca mis ojos— Dime que me amas y con mucho gusto te hago caso.
La suelto no voy hacer tal cosa.
—No sé ni para que perdemos el tiempo si somos infieles por naturaleza, valemos mierda, Christopher.
—No quieras victimizarte ahora —espeto— No te escudes bajo "Valemos mierda" Porque solo es la patética excusa que usas cada que te queda grande afrontar lo que sientes por mí.
La rabia me consume.
—Te encanta lo fácil y lo mediocre.
— No es eso —se defiende— Es que, Stefan es mi amigo y estuvo cuando más lo necesité.
—Excusas y excusas.
—El que lo ayude no cambia lo que siento por ti —se acerca a mis labios.
El cabreo no me deja besarla y termino apartando la cara.
—Ándate a la mierda que no te voy a rogar.
Me empuja atravesando la calle y no sé si dejarla, torcerle el cuello o ahorcarme yo para acabar con esta tertulia de una vez por todas.
—¿Les pago para que se me queden viendo como viejas cotillas? —regaño a mis escoltas— ¡Ándense a traerla antes de que la atropelle un carro!
—Si señor.
La llevan de vuelta al hotel y debo escabullirme en las escaleras de emergencia cuidándome de los periodistas. Rebusco en su bolso y saco la tarjeta de la alcoba.
Tyler en Make la dejan sentada en la cama y ahora es ella la que se las da de furiosa mirándome como si me fuera a enterrar un tacón en la cabeza.
Los escoltas salen y quisiera dejar de ponerme duro con su mera presencia, verla así me recuerda la noche que tuvimos Plymouth. Si que disfruté el alcohol que le corría por las venas, me la cogí como quise y ella se corrió a chorros.
—Stefan solo me beso —dice mirándose los zapatos— Intento algo más y no quise —respira hondo— Ahora dime tú si ya te acostaste con Gema.
—No es asunto tuyo.
—Si lo es, así que contesta antes de que te patee las bolas —me mira con rabia.
—Me beso —me encojo de hombros.
—¿Y le correspondiste? ¿Volviste a darle alas?
—No voy a entrar en detalles ¿Vale?
Me voy a la ventana cortando la conversación, su reflejo se proyecta en el vidrio cuando se mete bajo las sábanas con todo y tacones.
La veo dormir con la respiración acompasada e instintivamente la descubro reparándole las piernas desnudas, puedo oír el pulso acelerado que emite mi pecho, siento como la sangre se concentra en mi miembro y como la boca se me seca ansioso de montarla.
No sé cómo combatir la satiriasis que me consume, este deseo exagerado lleno de morbo y perversión.
Le quito los zapatos de mala gana, los arrojo en el piso y por más que intento evitarlo me es imposible no levantar el vestido fijándome en el coño que me ofrece e invita a hundirme en sus pliegues.
Siempre tengo sed de el, siempre quiero penetrarla, siempre quiero que me cabalgue. La ira no me quita las ganas encerrarla en una caverna para cogérmela una y otra vez hasta que muera.
Nunca dejo de verla como la mujer más bella y sensual que he podido tener y no es algo de una sola vez, todos los días me prende, todos los días causa el mismo impacto y cada vez la deseo más.
Tenso la mandíbula deslizando las manos por los muslos desnudos, rozo su coño alcanzando el elástico de las bragas y tiro de ellas hasta bajo. Las usa como me gustan; Pequeñas, de esas que solo cubren lo necesario.
Las meto en mi bolsillo tratando de conservar la compostura y la vuelvo a cubrir levantándome de la cama.
Me marcho a mi alcoba empuñando la seda en mi bolsillo, agradezco que Gema no esté en la suite y me encierro a descargarme como en todas las noches que no la tengo.
Si, se oye pervertido, pero sus bragas recogen los fluidos de mi eyaculación y no voy ni en la mitad de la colección que tendré.
Sigue siendo mía y lo será siempre, aunque esto sea insano no lo voy a soltar. Solo voy a dejar que la rabia pase y me la seguiré cogiendo como y cuando quiera sin importar que se me venga encima, esa mujer estará en mi cama hasta el final de sus días.
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