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CAPÍTULO 5

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Rachel. 

Soldado chef

Al día siguiente.

Espero en la sala de investigaciones ya que ayer me mantuve en mi alcoba mirando al techo. Nadie dijo nada y hasta esta mañana un cadete vino por mí. 

Wolfgang Cibulkova «El de casos internos» Entra con un traje a la medida ocupando uno de los asientos vacíos 

—¿Como la pasaste ayer? —pregunta. 

—Encerrada. —Me encojo de hombros.

—Lo siento —emana un aire sombrío—. Quise presentarte ayer en la tarde, pero se me presentó un contratiempo.

Asiento suplicando que el contratiempo, sea una represaría por sacarme del exilio. 

—No te traje para que te quedes encerrada en una habitación, por eso quiero que retomes tu antiguo cargo a partir de ya.

Sigue sin agradarme la idea, si tome la decisión de irme es porque no quiero saber nada de esta vida.

—Agradezco el gesto de querer devolverme lo que cree que extraño, pero le ruego que reconsidere las cosas y me devuelva a mi aislamiento. Si no pedí un reintegro es porque no lo quiero.

—Esto no depende de mí Selene —acentúa mi nombre — No soy de los que le gusta forzar las cosas, solo cumplo órdenes de arriba.

—¿De qué habla? No entenderé nada si no me da respuestas claras.

—Nadie las tiene pequeña. Solo limítate a obedecer y todo estará bajo control. Para todos eres la teniente Selene Kane —me dice— Tienes veinticinco años, eres de Carolina del Norte y vienes transferida de la central austriaca. Soltera, sin hijos, no tienes parientes vivos.

Detesto el tener que ceder. 

—Ok. 

—Tienes prohibido entablar contacto con otras centrales, nada de comunicarse con familiares o con personas allegadas. No mentimos al decir que el exilio continua, desacatar las leyes que lo rigen es catalogado como rebelión y es castigado con cárcel.

Abren la puerta dándole paso a tres soldados que se ubican a lo largo de la mesa. 

—Tenemos una misión especial para ti —explica Wolfgang— Un tema delicado que esta a cargo de casos internos y sumamente confidencial. Cuatro soldados te ayudaran con la tarea. 

Miro a los reclutas que acaban de entrar. 

—teniente Kane —inicia Wolfgang— Le presento a los sargentos Paul Alberts, Tatiana Meyers y Lucas Presley.

Me dedican el debido saludo. 

—Señores —continua— Ella es Selene Kane, la teniente a cargo del caso.

—Creí que eran cuatro —digo y la puerta se abre de golpe. 

Todos se quedan en silencio con la aparición del soldado que me encontré ayer en la cafetería. 

—¡Perdón! —entran corriendo— ¡No me avisaron que...!

Deja la oración a medias ya que los tres soldados miran a soldado chef haciéndole señas de que se calle.

Me mira, se posa firme y me dedica un saludo militar.

—Mi teniente —dice con cara de horror. Tiene el pantalón sucio de harina.

—No empezamos con pie derecho Gelcem —le reprende Wolfgang.

—No fue mi intención...

—Calla —ordena y el chico baja la cabeza— Que sea la primera y última vez.

—Si señor.

—No hagas que me retracte y te deje por fuera —advierte— Selene él es el cabo Stefan Gelcem.

Asiento y señalo la silla indicándole que se siente. 

—Los soldados están enterados de todo —habla Wolfgang —El caso que tendrás lo llamamos "La gran carrera"

Recuesto el peso en el espaldar de la silla. Las ganas de largarme incrementan a cada segundo.

—Lee esto y me entenderás —me ofrece un periódico.

El enunciado es:

"Europa repite ministro por tercera vez"

Alex Morgan repite mandato como máximo ministro de la FEMF; El ex general de cincuenta años volvió a posesionarse por decisión unánime, sus oponentes sacaron una votación del 2%, mientras Morgan arrasó con las urnas llevándose un porcentaje del 98%.

El ministro manifestó el privilegio que siente al dirigir la entidad por tres períodos consecutivos, pero anunció que este será su último ciclo de mandato.

" Quiero abrirle espacio a nuevas ideas"

Fueron las declaraciones del aclamado jerarca.

La afirmación les dio esperanza a los aspirantes al cargo, ya que en cuatro años podrán postularse sin el reto de derrocar a semejante leyenda.

Miro la fecha, es de hace tres años.

—Veras —me ofrecen una lista, con edad, nombres, central y foto— Estos eran los generales favoritos en dicha fecha.

Reconozco a la mayoría.

—¿Y qué hay de raro en todo esto? Llevan siglos con los mismos métodos de elección.

Faltando poco para las nuevas elecciones sacan una lista con los aspirantes más opcionados, dichas personas relucen lo mejor de sí para agradarle al concejo y a los comandos. Se hacen ver y oír con tal de conseguir todo el apoyo posible.

—Todos pensábamos lo mismo, hasta que murieron los cuatro primeros de la lista —explica— Son hombres mayores, quisimos tomarlo como algo normal. Lo extraño es que dichas muertes fueron después de la ley que se entabló hace un mes.

—¿Hay una nueva ley?

—Si, ya no hay que ser un general ni tener más de treinta para ascender al puesto de máximo jerarca. Cualquier coronel que demuestre tener las capacidades exigidas puede aspirar al puesto—explica—. Claro está que deben cumplir con una serie de parámetros especiales: Como misiones invictas, un gran número de medallas, recomendaciones, apoya de la prensa y del concejo nacional e internacional. Los veteranos no apoyan la decisión, se sienten atropellados, es obvio que los aspirantes jóvenes son más prácticos a la hora de conseguir apoyo.

—¿Y hay a alguien que quiera asumir semejante reto? Los generales son soldados experimentados, les llevan mucha ventaja.

—Los coroneles no se inscriben, son postulados por terceros y para que la postulación sea aceptada debe tener apoyo por áreas del nivel cuatro y seis. Solo pueden postularse tres.

—¿De qué se quejan los veteranos? Es casi imposible postularse y cumplir con lo que exigen.

—Tienes toda la razón, hasta ahora solo hay dos coroneles en la lista, Kazuki Shima, coronel de la central de Vietnam y Leonel Waters, coronel de la central de los Ángeles. Es raro que los veteranos mueran justo cuando se abre una segunda opción.

—Entiendo.

—Los apoyos son por parte de los generales destacados o el mismo ministro, a los primeros no les conviene que pasen por encima de ellos así por qué sí y los segundos no son tan fáciles de convencer —aclara—hasta el momento Kazuki y Leonel son los únicos que cumplen con el perfil, los que quieren escalar están haciendo lo imposible por conseguir el apoyo de Alex ya que su voto los pone en la lista de candidatos.

—¿Alguna pista que levante sospechas?

Se pone de pie explicando mientras camina a lo largo de la sala. 

—Si, los cuatro que murieron eran los que encabezaban la lista de favoritos Dos murieron de un infarto, otro murió por un derrame y el último se ahogó mientras nadaba en la piscina de su casa —informa— Los forenses dicen que fue un paro cardíaco, pero, ¿hay pandemia de infartos en las filas de la FEMF? Es algo que no podemos dejar pasar por alto ya que no sabemos si es simple coincidencia o si hay manos criminales en medio.

Tiene lógica, pueda que alguien esté acortando la lista para ganar ventaja.

—¿Quién ocupará el tercer puesto? —Repaso el perfil de los coroneles.

—Nadie lo sabe, hay siete en la lista de espera, pero Alex no ha dado declaraciones sobre su candidato.

—¿Algún preferido?

—Dos, no de Alex, pero sí del concejo. Son el coronel de la central de Nigeria y el de la central de Perú —explica— Es una misión de pocos, por eso elegí a los más discretos. No podemos dejar que se esparza el rumor y crear ideas equivocadas, lo ideal es estar seguros y que las elecciones se den de forma justa.

—Ok —apilo los papeles cuando se sienta en el borde de la mesa— En resumidas cuentas quieres que investigue y determine si es o no un acto criminal lo que esta pasando. 

—Exacto. Puedes salir y entrar las veces que quieras —me habla en voz baja— Siempre y cuando no incumplas las reglas de tu exilio.

Se aleja. 

—Espero un informe detallado todos los días, traten de no demorarse, necesitamos respuestas rápidas.

—Como ordenes. 

«A lo mejor si acabo rápido me dejan ir»

—Los dejo en buenas manos —les dice a los soldados— Harán un buen equipo juntos.

Comenta antes de irse. 

—¿Que ordena mi teniente? —pregunta la chica.

—Debemos empezar desde la raíz, así que necesito los expedientes de cada uno de los candidatos, también la conclusión detallada de la nueva ley, debo saber que normas la rigen.

—¡Stefan! —habla Paul— Encárgate.

—Enseguida —se levanta obediente. 

Estudio el perfil de los generales, como siempre son dóciles y predecibles, veteranos de guerra con infinidad de medallas y condecoraciones.

Por el contrario, los coroneles son un poco más destapados, Kazuki tiene treinta y cuatro años, Leonel treinta y uno. Los posibles candidatos de Nigeria y Perú tienen treinta y ocho y cuarenta.

Los cuatro cuentan con carreras ejemplares, amados por el concejo y la comunidad militar. De curriculum perfectos, llenos de luchas delincuenciales, obras benéficas y demás.

Detallo la nueva ley.

"El consejo internacional dictamina que se abrirán tres opciones más a la candidatura de ministro general, dando cabalidad a la fomentación del nuevo talento.

La ley 11100 decreta que a partir de la fecha los coroneles tendrán la posibilidad de aspirar a dicho cargo, la lista de generales se reduce a dieciocho y los tres campos libres serán para los coroneles que deseen la candidatura.

Los jóvenes aspirantes deben cumplir con seis parámetros indispensables:

1: No contar con antecedentes disciplinarios por faltas y o conductas.

2: Un mínimo de quince medallas y quince misiones invictas.

3: Apoyo del concejo nacional e internacional o del máximo jerarca.

4: Deben ser personas honorables, de ejemplo a seguir que demuestre e imponga liderazgo, confianza y sabiduría.

5: Tener mínimo cuatro años en el cargo de coronel.

6: La central que lo rige debe estar de acuerdo con la candidatura.

Las cosas funcionan así:

Los candidatos que eligen son del área "Elite" de la FEMF, figuras destacas por logros y misiones.

Dichas personas son elegidas primero por el concejo nacional o el ministro general. Claro que las normas no se negociaran, el candidato si o si debe cumplir con los parámetros establecidos. 

Me imagino que todos quieren apoyo de Alex ya que es como una catapulta, aparte de ser leyenda en la FEMF tiene un montón de seguidores los cuales hacen lo que el dice. 

La ley alborota el enjambre dándole paso a los nuevos. De por si las elecciones son bastante reñidas,  ¿Quien no quiere ser la máxima autoridad del mundo? Es el sueño de la mayoría. 

La mañana se resume en reportes y expedientes, repaso los detalle de la vida de cada uno, y sacó una lista de los posibles involucrados (tres solamente)

—Mi teniente —soldado chef se aclara la garganta antes de hablar— Solicitó permiso para retirarme.

—No hemos terminado.

—Si, pero debo cumplir con las órdenes del mediodía —mira su reloj.

—Las mesas pueden esperar —se burla Lucas— Relájate.

«¿Mesas?»

Se mueve incomodo cruzando las manos sobre la madera, me fijo en sus dedos y los tiene llenos de banditas adhesivas.

—No puedo incumplir las órdenes de arriba mi teniente —explica— Pueden sancionarme.

Me imagino que con órdenes de arriba se refiere al coronel o general al mando.

—Adelante —vuelvo a los papeles— Te pondremos al tanto de lo que adelantemos.

—Gracias —se me acerca y vuelvo a fijarme en sus ojos color caramelo— Le repondré el tiempo con trabajo.

—Descuida.

Se marcha corriendo y me quedo mirando a la puerta.

—¡Guárdanos una mesa! —le grita Paul.

Trazamos rutas con un mapa improvisado, mañana haremos un recorrido por la morgue y medicina forense.

Dos horas después los soldados no paran de bostezar, no desayune así que hago un receso y les doy una hora para almorzar.

La cafetería esta igual que ayer, casi no se puede caminar de lo llena que esta. Deambulo en busca de un espacio libre, me siento como en el primer día de escuela donde no tenía amigos y me avergonzaba hablarle a medio mundo.

El sonido del televisor está demasiado alto y el tono elevado de las voces me da jaqueca. 

—¡Teniente Kane! —gritan—¡Teniente!

Stefan agita las manos al otro lado de la sala, señala una mesa mientras sacude una toalla en el aire.

Sigo con la duda del porque hace cosas del personal de servicio.

Atravieso la cafetería tropezando a varios. Estoy a nada de llegar a la mesa cuando suben el volumen del televisor que anuncia una noticia de ultima hora. 

Se me congelan los pies al ver el enunciado.

"Christopher Morgan sale ileso del atentado realizado por Antoni Mascherano"

El ministro Morgan aseguró que su hijo no sufrió ningún tipo de herida en la pelea, por el contrario, está más concentrado que nunca en atrapar al líder de la mafia.

El pecho se me remueve al ver las imágenes que lo enfocan, intento retroceder, pero choco con la espalda de alguien provocando que se le caiga la bandeja. 

—¡Lo siento! —intento ayudar, pero no tengo ideas claras y no quiero perder de vista al televisor.

—Descuide teniente —dice el desconocido— ¡Mesero! —grita.

No ha sido un buen mes para el coronel —continúa la reportera— No olvidemos que acaba de divorciarse de Sabrina Lewis, después de un duro proceso de separación por su invalidez mental.

«Invalidez ¿no fue temporal? ¿se quedó así?» Se me arma un nudo en la garganta, esta así por mi culpa.

Me agacho a recoger la loza destruida.

—Yo lo recojo —Stefan me aparta las manos— Tome asiento, le serviré la comida.

Le hago caso, la pantalla gigante queda frente a mí mostrando fotos de Londres y un bar destruido en la quinta avenida.

—Antoni Mascherano no desfallece en la lucha, sigue en pie y se le atribuyen más de diez mil víctimas en la batalla por el poder.

Me falta el aire cuando muestran su foto y luego la de Christopher. Las manos me tiemblan con los recuerdos que tanto he querido borrar «Son parte del pasado» Me digo, pero... 

—La guerra continúa y todos tenemos la duda ¿De quién ganará?

—EL coronel obviamente —Stefan me entrega una bandeja con comida— Los Morgan son una leyenda, es casi imposible derrotarlos.

—Los Mascherano también —digo entre dientes. La cien me palpita.

—Mujer de poca fe —me ofrece el plato— Ración extra como lo prometí.

Huele delicioso, pero tengo un nudo en el estómago.

—¿Se siente bien? —pregunta preocupado— No se ve de buen color.

—¿Podrías bajarle el volumen a la tele? No puedo comer con tanto ruido.

—Si señora.

Se va y vuelve con un vaso de limonada en una mano y un plato de sopa en la otra.

—Puedo —señala la silla del a frente con la cabeza— La cocina es un caos y...

—Adelante.

No oigo lo que dice la pantalla, pero siguen mostrando imágenes que recopilan los enfrentamientos de los últimos años.

Muestran cifras las cuales demuestran que Christopher lleva la delantera casi en todo. 

"El coronel Morgan es un fenómeno el cual arrasa con todo haciendo alusión a su apellido"  Su foto se toma toda la pantalla con la entrevista en vivo y eso si es una patada dura y concisa. 

Suelto el tenedor, el pulso se me dispara. En pantalla o no tengo tres años sin verlo. Tres años en los que he tratado de convencerme de que ya lo superé.

Se peina el cabello con las manos y este le cae sobre las cejas, tiene el ceño fruncido e intenta escuchar la pregunta de la reportera. Se me va el apetito, cuando veo a Bratt a pocos pasos. 

Contengo las lágrimas, esta serio con los brazos cruzados sobre el pecho, tiene barba y el cabello un poco más largo. Me devuelvo al día de mi partida, cuando le hice jurar que me olvidaría.

«Espero que haya cumplido la promesa»

Solo habrá un perdedor —dice Christopher al micrófono— Y no seré yo.

—¡Es el puto amo! —Stefan estrella la palma contra la mesa.

Vuelvo a mi plato, el pollo esta delicioso, pero no me pasa.

—¡Es el mejor ejercito del mundo! —sonríe inclinándose sobre la mesa— Es él quien merece estar en la lista de aspirantes, ¿No cree?

—No lo conozco.

—Todos saben quién es el coronel Christopher Morgan.

—Australia es muy poco informativo y es otro continente.

—No —se levanta— No puede andar ignorante por el mundo.

Deja el almuerzo a la mitad.

«Golpe bajo» Las devoluciones al pasado siempre lo son.

—La central inglesa —Stefan vuelve con una carpeta— Es el ejército más temido a nivel internacional.

Abre la carpeta llena con recortes de periódicos y revistas.

«No me ayudas chico»

—Tiene a los mejores capitanes y tenientes del mundo, ¿Ha oído hablar del capitán Dominick Parker?

«Si, me hizo una obra maestra»

—No.

—Su escuadrón ha liberado a un sinfín de mujeres victimas de la trata de blancas. 

Señala la columna de una noticia.

—¿Y del capitán Bratt Lewis?

Paso saliva, sabía que esto iba a pasar, pero no pensé que fuera de una forma tan detallada.

—Ha librado batallas épicas con el coronel, juntos son dinamita. Derrumbaron la sede central del tráfico de mujeres en México, dieron un golpe mortal rescatando al agente que los Mascherano querían como dama.

Se me devuelven los recuerdos de la tortura que tuve estando en cautiverio. Isabel, Fiorella, Brandon, el Hacoc.

Sudo, me llevo las manos a la sien cuando la migraña me taladra los sentidos.

—Y ni hablar de capitanes como Patrick Linguini —continúa emocionado — O como Simón Miller, o las maestras en el oficio del camuflaje Laila Linpcor y Angela Klein...

—Creo que ya me quedo claro —me levanto, no soporto el dolor de cabeza.

—¿La incomode? —pregunta avergonzado— Perdone...

—Necesito aire, es todo.

—No probo la comida —baja la mirada al plato.

Me zumban los oídos, la tensión arterial se eleva con cada latido.

No le contesto, me encamino a la salida apresurándome a mi alcoba. 

Me vuelvo un ovillo en la cama, los recuerdos se mantienen, las pesadillas que viví, la transformación que tuve, los golpes, azotes y torturas...

Estoy sana y me declare victoriosa en la batalla, pero hay secuelas que nunca se borran. Por eso quise mantenerme al margen de todo, me aislé del mundo porque no quería meter el dedo en la herida y mi vieja vida es eso, un puñal que sangra cada que lo muevo.

Antoni es mi peor verdugo, me marcó y por mucho que quiera borrarlo no puedo. La marca que me impuso se llama HACOC, no solo me dejó tambaleando al borde del abismo, sino que intenta empujarme cada que quiere.

No lo tengo en mis venas, pero la tortura de saber lo que pasé y viví es una catapulta a un mar de desespero, es difícil cerrar los ojos y ver lo que fui. Aquellas noches llenas de delirios, pesadillas y depresión. Las veces donde me sentí tan triste que llegué a pararme en el borde de una ventana y pensar en saltar.

Tuve un tiempo lleno de rabia y desconsuelo, lastimaba a las personas que me rodeaban, intentaba escapar, quería matar a medio mundo con tal de conseguir la droga que tanto odio.

Si me hubiesen puesto a elegir, hubiese preferido que me pegara un tiro en la sien y cobrara su venganza como un verdadero mafioso.

Si tuviera la opción de elegir, hubiese preferido morir antes de pasar por tanta mierda.

No vuelvo a levantarme el resto de la tarde, me meto bajo las sábanas y me convenzo de que es tiempo pasado, de que estoy bien y no puede lastimarme.

Termino llorando como los primeros días.

Sé que debo darle la cara a las cosas, pero a decir verdad no estoy preparada para esto.

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