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CAPÍTULO 49

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¡Cúmplelos feliz, Gema!

Rachel.

La sangre se me acumula en los oídos mientras que las grandes zancadas aumentan en dolor de mis costillas, pruebo el sabor de mi labio partido mientras camino al baño.

El puño, la patada, los insultos... Su cara, todo me hace creer que voy a estallar en un millón de fragmentos.

Mi cabeza devuelve y repite el momento transformándome en alguien que no conozco, no soy violenta, pero ahora lo único que quiero es ahogarla en el inodoro por no tener la valentía de golpearme de frente.

«Perra maldita» Me encierro en el baño quitándome la playera queriendo revisar el golpe que me propino. Y ahí esta la marca de su bota en mi piel.

No voy a llorar, aprieto los labios maldiciendo a Parker por atravesarse.

«Tenía que dejarme y ahora quede como una estúpida»

Las manos me tiemblan cuando las meto en el lavado «Calma Rachel» Trato de amedrantar el enojo y no salirme de control.

«Un soldado no mezcla lo laboral con lo personal» Me repito, pero el dardo que me lanzó me está cortando el paso del aire y la mención del matrimonio me da vueltas comprimiéndome por dentro.

«¿Qué diablos me importa?» Si hace meses que lo sé. Dejo que el agua fría calme el ardor cuando me empapo el labio.

Ahora me importa porque mis jodidos momentos con él me lo entierran tan adentro que solo me cuelgo más de lo que ya estoy. Basta un instante, para recordarlo a lo largo de la semana, para declinar planes, romper promesas e ilusionarme con cosas que tal vez nunca van a pasar.

La ira no le da paso a las lágrimas, no lo vale, ella no me va hacer llorar. Me digo, solo tengo que calmarme y reponerme como siempre lo hago.

Me seco la boca acomodándome el uniforme, no tengo tiempo para pendejadas hay obligaciones que cumplir y no quiero darle más importancia de la que se merece.

Salgo apretando el paso a través de los pasillos, andando como si nada me doliera y rogando al cielo que esa perra no me ande buscando revancha porque juro por Dios que no voy a medir consecuencias a la hora de pegarle un tiro.

—Mi teniente —Alan me está esperando con la tropa en las canchas de entrenamiento—. Estamos a la espera de sus órdenes.

—Quince vueltas a la pista —ordeno— Sin pausas y el que falle repite desde el inicio.

—Como mande —se posa firme poniendo todo el mundo a marchar.

Me quedo observando mientras cumplen con el ejercicio, en verdad me estoy reprochando no haberle partido los dientes a esa ridícula; he sido una auténtica estúpida exponiendo mi integridad frente al psicópata ganándome más líos de los que ya tengo ¿Para qué? ¿Para qué putas pierdo el tiempo en gente que no merece que ni la escupa?

—¡Pelotón D2509! —grita Parker a mi espalda— ¡Suspendan práctica y fórmense en siete hileras de presentación!

Alan se apresura a mover los soldados y yo solo ruego que no diga lo que presiento.

—¡¿Que esperas, James?! —espeta molesto— ¿Invitación formal?

Me pongo en posición.

—Nada de quejas, relatos o lágrimas de amante sufrida —advierte solo para los dos—. Tus problemas los resuelves afuera.

—Si señor.

Se pone a la cabeza cuando Christopher llega con dos personas y entre esas la ex novicia que ahora es un agente de la OMDH, la cual viene acompañada de un cuarentón alto que mis ojos no se molestan en detallar ya que están fijos en el hombre que se acerca ordenándole a todo el mundo que se pose firme.

Nombra a Parker y los invitados se presentan como Kevin Keller y Milla Goluvet, les dan paso para que expliquen quienes son y a que vienen mientras Christopher se pasea por las filas. La brisa mezclada con su loción me calcina los sentidos cuando lo siento demasiado cerca.

Juego con los dedos que tengo cruzados en la espalda cuando se posa a mi lado y no sé porque coacciono bajando la cara reparándome las botas.

El comandante está explicando el propósito de su rama y yo solo quiero que Christopher ponga atención y deje de merodear como un dictador.

Me pone nerviosa el saber que tengo sus ojos sobre mí, siento como me detalla, pero no doy para levantar la cabeza cuando lo único que quiero es darle rienda suelta a mi lado sensible, tenerlo sin tener que compartirlo y demostrarle a Gema lo equivocada que esta.

—Firme y con mentón arriba —ordena.

Tengo a más de cincuenta hombres atrás y es desacato no obedecer a la velocidad de la luz,

—¿Qué manda mi coronel? —contesto sin titubear.

Me repara el labio poniéndose más serio de lo que ya estaba.

—¿Es la última tropa? —pregunta el comandante Keller sacándome del incómodo momento.

—Sí —responde Christopher sin quitarme los ojos de encima—. Rompan filas y sigan con el entrenamiento.

—Me gustaría comentarle varios puntos al capitán Parker —habla Milla—. Anotaciones de mi rama que van con las funciones de su tropa.

—Adelante.

Dice y doy un paso atrás para marcharme con mis compañeros.

—La orden no es para usted teniente.

—Lo lamento señor —me quedo en mi puesto.

La gente empieza a moverse y me incomoda que no deje de mirarme el labio.

—¿Qué te paso en la cara? —dispara la pregunta tomándome el mentón y debo apartarlo cuando noto la molestia de Parker.

—Gajes del oficio mi coronel.

—¿Sí? —indaga como si no me creyera— Ayer no lo tenías y tampoco esta mañana.

—Fue en el entrenamiento.... —intenta hablar mi capitán.

—¿Sigues aquí? —lo corta el coronel—. Vete a tus funciones que aquí ya no me sirves.

Que falte todo menos odio, la cara de advertencia de Parker lo dice todo y si antes no quería hablar ahora menos.

—¿Puedo irme?

—No.

Se aventura por la pista obligándome a que lo siga de mala gana, no quiero pasar tiempo con él estando vulnerable, necesito tiempo para reponerme ya que con cabeza fría no cometo tantas estupideces.

Salimos del área de entrenamiento adentrándonos en la torre de dormitorios femeninos y la encargada sale del mostrador cuando nos ve.

—Buenos días, coronel —saluda la señora.

—¿Está listo lo que pedí?

—Lo están desalojando.

—Que sea rápido, no tengo todo el día.

—Si quieren pueden ir subiendo.

—Creí que no había habitaciones desocupadas —comento en voz baja.

—Ocupadas para quienes no tienen un cargo como el mío —contesta tajante.

—¿A quién están desalojando? —lo sigo escalera arriba.

—Las preguntas me hartan —rueda los ojos—. Estabas buscando una habitación y ya la tienes, así que lo menos importante es a quién pertenece.

—Es la de Liz ¿Cierto?

—Si.

Sus demandas no aceptan protestas.

—Las llaves —le exige a la encargada.

La mujer se apresura a sacarlas y ni siquiera le da las gracias.

—No creo que a tu novia y a su amiguita les agrade esto.

—Tiene que aguantarse o aguantarse, porque yo no retracto órdenes.

Me corta pegándose al teléfono cuando le vibra "Capto el alisten las camionetas que ya voy para allá" Y se marcha mencionando algo sobre que no quiere que lo molesten.

No me quedo a esperar que llegue Liz armando un espectáculo, solo me devuelvo a mi puesto, le pido a Alan que termine con el entrenamiento de los soldados y me encamino a la sala de tenientes.

Error, porque lo que encuentro solo me termina de revolver la bilis.

—¡Hoy 10pm! —Gema está repartiendo invitaciones con Liz, Tatiana y Laurens—. Lleven el hígado preparado y el estómago vacío, porque habrá trago y comida de sobra para todos.

Todo el mundo se aglomera a ponerle atención como si estuviéramos en la preparatoria y trato, enserio trato de hacerme la sorda.

—Es un cofre divino —dice en tono exagerado rodeada de otras tenientes—; No sé a qué horas me lo pedirá, pero ya tengo preparada la cara de sorpresa.

Tecleo en mi laptop conteniendo las ganas de lanzarle una granada, detesto oírla, que respire, que se vaya a casar y lo que más odio es que todo el mundo no la deteste como la detesto yo.

Ella no está sola como Sabrina, tiene gente que la aprecia, soldados que la siguen y gente entusiasmada con ir a su patética fiesta.

—Cualquiera no tiene la dicha de llegar a un evento con un Morgan —sigue Gema.

— Y la que lo logra se convierte en leyenda —añade Laurens.

—Nos ayudas con esto, por favor —Alexandra y Angela se me sientan al lado mientras finjo trabajar.

Atrás no hay más que carcajadas.

—Mi si, será en ruso —continua Gema—. El abuelo de Chris es de Pskov y mi gesto le rendiría tributo.

Angela me mira de vez en cuando, Alexa me evita para no echarle fuego a la cosa, Tatiana se acerca a darles invitación y Laurens se ve bastante animada hablando de lo que se pondrá.

Media hora pasa y siguen con la misma pendejada, risitas, indirectas y planes que me valen tres pepinos.

—Chicas las espero esta noche —Gema se apoya en el respaldo de la silla donde están sentadas mis compañeras.

—Gracias —contesta Angela— ;Pero tengo asuntos pendientes con el padre Santiago.

—Te vas a perder la propuesta de la historia.

—Si que lastima —se levanta justo cuando mi teléfono suena mostrándome el número de Cristal.

—Rachel, linda como que declinas la invitación de Leonel —me regaña la rubia cuando contesto— .Creí ser clara cuando dije que debemos estar todos.

¿Decline?

—No sé de qué hablas.

—Te veo en la noche —Alexa se despide llevándose su laptop.

—Rachel, no me gusta la falta de compromiso —continua Cristal—. Y por favor no me vengan con sorpresas a última hora, esto es importante y...

—Te llamo luego —cuelgo cuando veo que Gema se queda frente a mí puesto.

—No te quiero en el lanzamiento —dice—. Así que no te molestes en aparecer.

En verdad no me creo que sea tan idiota.

—Es mi momento, con mi familia, mis amigos y he pasado por tanto que quiero disfrutarlo lo máximo posible y verte me lo arruina.

Laurens, Tatiana y Liz se quedan a un lado mirándonos expectantes.

—Bebé —habla Liz y la cercanía empieza a llamar la atención—. No te estreses, es tu día.

—No me estreso, solo quiero dejar claro que de ahora en adelante todo tendrá consecuencias...

—¿Y crees que te tengo miedo?

Se cruza de brazos rodeando mi escritorio.

—Ya estamos grandecitas para esto, Rachel —se inclina hablarme— .Más golpes demuestra falta de madures y yo no estoy para espectáculos.

—Lárgate —trato de hacer uso de la poca cordura que me queda—. Y deja de hacer el ridículo, por favor.

—El ridículo lo estás haciendo tú al no aceptar que eres la otra y lo seguirás siendo por lo siglos de los siglos —dice—. Lo he dicho varias veces, pero enserio basta, no te quiero en el lanzamiento, ni al lado de Chris; Por tu bien y paz mental hazme caso, porque te reitero que no me voy apartar sabiendo lo que él siente por mí y lo dañina que eres.

Sale airosa dejando a Liz con una sonrisa en el rostro.

—Como crecen —suspira y me mira—. Y como decaen.

Entiendo la indirecta.

—¡Los espero hoy! —vuelve a decir Gema antes de cruzar el umbral.

Lo peor de la ira es tenerla mezclada con el trago amargo de la decepción. No me quedo, solo le aviso a Edgar que me voy a casa, me cambio, me subo a la moto y me dirijo a la ciudad.

Me convenzo de que solo es cuestión de soportar, ya que en algún momento me iré, pero ya ni eso quiero, porque partir conlleva a despedirme y lidiar con el mismo desamor que tuve años atrás.

Estaciono frente a mi edificio, subo y me encuentro con Luisa comiendo helado en mi sofá.

—Mi casa está llena de taladros y polvo, así que vine por un poco de paz—se mete una cucharada de helado en la boca—. Pero tu cara me dice que no la tendré.

Avanzo a mi alcoba y dejo que me siga mientras trato de resumir todo.

—Esta situación me hará parir antes de tiempo —comenta sentada en mi cama—. Y no sé qué me da más rabia, si el que te golpeara o que no hicieras nada para defenderte.

—No vale la pena romperle la cara cuando puedo hacer cosas que le duelan más.

Alza una sola ceja.

—¿Quién eres y qué hiciste con mi amiga?

—Tu amiga ahora solo tiene instintos asesinos.

—¿Ya no eres un ser de luz?

—No con esa perra —me levanto a buscar el vestido que me pondré.

—¿Puedo saber qué harás?

—No preguntes, porque ni yo misma lo sé.

—Quisiera darte un buen consejo, pero a decir verdad quiero que le masacres los sentimientos —me ayuda a buscar—. Perdona por no ser la amiga que necesitas ahora.

Estoy actuando con la cabeza caliente y me da miedo fallar con esta improvisación que puede dejarme tendida en la lona. Papá dice que cuando tienes rabia las cosas nunca salen bien, pero yo me voy a envenenar si me quedo de brazos cruzados.

—No te veo bien —me dice Luisa —. Te veo muy decidida buscando vestido, pintándote las uñas, curándote el labio, pero tus ojos me dicen otra cosa.

—Se va a casar es obvio que me jode la idea.

—Se va a casar porque tú quieres que se case, una vez le dijiste a Gema que estaba con ella porque a ti se te daba la gana, pero no te veo muy convencida de eso.

—Con Christopher no se tiene nada seguro, le compro un puto anillo —ignoro la punzada de dolor que me causa eso—. Y ese tipo de detalles me ponen al filo, porque no sé qué diablos siente por Gema.

—Lo que siente por Gema no es nada comparado con lo que siente por ti.

—¡Y de que me sirve si se va a casar con ella no conmigo! —se me salen las lágrimas.

—Raichil...

—¡No estoy preparada para esto!

Termino arrojando el esmalte

—No quiero dejarme pisotear esta vez —me limpio las mejillas—. Ya me dañaron el auto, ahora viene y me golpea a la próxima ¿Qué hará?

—A ti no te duele eso, lo que te molesta es su próximo papel de señora y si estas así por el mero hecho de haberlo mencionado no quiero imaginar cómo te vas a poner cuando lo haga públicamente.

Eso va a ser un golpe bajo y directo.

—Raichil, si vas a ponerte mal, prefiero que el bebé se me revuelque en el vientre aconsejándote que te quedes aquí.

—¡Yo no soy menos que nadie y ella no me da órdenes!

—No te desquites conmigo, si quieres ser una hija de puta pues entonces selo —me señala el baño—. Todos estallamos en algún momento y tú te estas tardando demasiado.

Me baño, Lulú está saturada de trabajo, no puede venir a mi rescate y es Luisa quien me peina mientras me maquillo.

—Dime que vas a lucir esta belleza, por favor —saca el brazalete de diamantes que me dio Christopher y le ofrezco la mano para que me lo abroche.

Me levanto contemplando el resultado final, el cabello me cae suelto por toda la espalda y solo lo tengo semirecogido en el lado izquierdo mostrando uno de mis pendientes, el vestido rojo no me dejara pasar desapercibida y me encanta el escote que luzco en el pecho.

El brazalete de diamantes brilla en mi mano derecha y la manga roja tapa el que porto en la izquierda (el de semillas de girasol)

—Te veo allá ¿Vale? —Lou se despide con un beso en la mejilla.

Agrego detalles simples, me aplico perfume y espero que Elliot venga por mí.

El lanzamiento de la campaña de Leonel Waters, no es en cualquier ratonera, al ser uno de los candidatos con más peso se dará el lujo de celebrar en el Waldorf Hilton, el hotel alberga uno de los salones más emblemáticos de la ciudad.

Hay limusinas por todo el sector, este tipo de evento en la FEMF muestra lo más pulcro de los candidatos e invitan a su equipo con el fin de mostrar la artillería y así relucir quienes los apoyan. Aquí te encuentras presidentes, senadores, congresistas y hasta la misma reina de Gales.

La FEMF es secreta para las personas comunes, pero no para la fuerza pública y las entidades como la policía, fuerza área y naval. Aporta su grano de arena dando opiniones y por eso los candidatos dan lo mejor de sí en su lanzamiento.

—Mi auto se pierde entre tanta elegancia —dice Elliot al volante—. De haber sabido con más antelación hubiese conseguido algo más acorde.

No le veo nada de malo al jaguar, aunque si vemos los vehículos de los otros nos quedamos varios puntos por debajo.

—No importa cómo llegué sino como voy a entrar —digo sin apartar la vista del hotel.

Una limusina se estaciona y el valet le abre la puerta a Gema, Sara y Liz; Ellas salen sonrientes saludando a la prensa y a los invitados que están entrando, Gema da un par de vueltas buscando a alguien, Sara le insiste que avancen y se pierden en la puerta mientras Elliot tamborilea los dedos en el volante.

—¿Ya?

—No.

Brenda aparece llamando la atención de varios con un vestido blanco bastante escotado demostrando que luce mejor que cualquier mujer sin hijos.

La entrada se llena de autos; Gauna, Bratt, Laila, Brenda, Simón, Luisa, Patrick, Alexa. Dejo que entren y me fijo en mi objetivo cuando le abren la puerta de la limusina.

—Quédate cerca —le pido a Elliot cuando bajo.

Les sonrió a los reporteros mientras cruzo la entrada y tal como lo dije, mi vestido no me deja pasar desapercibida, captando la mirada de varios hombres cuando me acerco con mi cartera bajo el brazo.

—Sara ya entro —dice Cristal acomodando las solapas del traje del ministro—. Así que supongo que entraras como lobo solitario...

Esta realizando los toques previos en el vestíbulo.

—¿El invitado especial entrando solo? —sacudo la cabeza atrayendo la atención de los escoltas— Ese brazo se vería mejor con una bonita chica.

Se ríe e ignoro el impacto que causa eso «Malditos y sensuales Morgan»

—¿Qué dice? —me acerco— ¿Me concede el honor de entrar colgada de su brazo señor ministro?

Me mira de arriba abajo sin borrar la sonrisa pícara.

—Pondría en duda mi hombría si le digo que no a una mujer con semejante vestido—me ofrece el brazo que recibo gustosa—. El rojo es kriptonita para los Morgan, teniente James.

Celebro para mis adentros dejando que me guié, bien dicen que luces mejor con oro envejecido y Alex Morgan es como una celebridad, todo el mundo se le viene encima. Ministros de otras centrales, candidatos, reporteros y lo que más me satisface es que me mantiene sujeta mientras le toman fotos y saluda a todo el mundo.

Los halagos no tardan en llegar y él no se los lleva solo ;Yo también soy parte de ellos y todos los respondo con una sonrisa radiante mientras me saluda gente que no tenía ni idea que conocían mi nombre.

—Acostúmbrate —me dice Alex alardeando por todos lados—. Gente como tú y como yo brillan vayan donde vayan.

—Me gusta la atención.

—Me alegra, algo me dice que tus luces apenas se están encendiendo.

—¿Es una promesa?

—No, es la consecuencia de juntarte con apellidos tan poderosos como el mío.

Saluda a varias mujeres de beso y veo a Liz codear a Gema obligándola a que nos mire, se fija en mí en el momento justo y sonrío para mis adentros cuando el mismísimo presidente de Alemania se acerca con Leonel Waters a saludarnos.

—Alex Morgan —habla el presidente—. Definitivamente no pierdes el buen gusto.

—No se lleve ideas equivocadas  señor —interviene Leonel—. La teniente James es solo una buena compañía.

El candidato me saluda con un beso en la mejilla presentándome al hombre mayor.

—Una de las heroínas del ejército inglés —continúa Leonel— Felicitaciones por el rescate y no está de más decir que la central de los ángeles tiene las puertas abiertas para ti.

—Gracias...

—Pero no le interesa —habla Alex—. Ella pertenece al escuadrón inglés.

Leonel se ríe tratando de cambiar el tema.

—¿Dónde está el coronel? ¿No nos ha honrado con su presencia?

Alex se pone serio y me da cierto alivio que no haya llegado «La perra estúpida entro sola»

—Supongo que no tardara — Alex mira su reloj—. Lo bueno siempre se hace esperar.

—No cuando eres invitado en una campaña electoral ajena —la risa de Leonel no sale natural—. Se supone que el bueno soy yo...

—Tus suposiciones están mal —Alex le palmea el hombro cuando pasa por su lado—. Suerte en el discurso.

Siento un poco de pena cuando veo a Laila y trato de pedirle perdón haciendo un puchero, pero ella alza los pulgares dándome a entender que no pasa nada.

—Alex —se nos atraviesa Sara en medio de los saludos formales, viene con Gema y Liz—. Sabes algo de ¿Chris? —me da un beso en la mejilla— Todos están preguntando por él.

—No vayas regañarlo, por favor —le suplica Gema.

—No es un crio, pero por su bien que aparezca o tendré que romperle las piernas.

—¿Nos acompaña a la mesa? —Gema le toma el brazo libre.

—Luego —la aparta de forma educada—. Ahora estoy dejando que la mujer de rojo me presuma.

Suelto a reír.

—Que tengas una buena noche, Sara —echo andar con el ministro—. Usted también señora Morgan.

Me aniquila con los ojos mientras yo disfruto de la velada llena de propuestas, zalamerías y proyectos de gobierno.

Leonel no es el único que me ofrece trabajo y a todos debo responder con la mejor de las sonrisas tratando se ser educada, creo que Alex me mataría si llego a decir "Lo voy a considerar"

Los murmullos no se hacen esperar ¿La novia de Alex? ¿Tienen algún vínculo fuera de lo laboral? ¿Los James y los Morgan juntaran apellidos? ¿Por qué la está alardeando?

—Ese brazo no te luce —Stefan se me acerca por un lado mientras Alex charla con uno de los miembros de la corte—. Demasiado aristócrata para tu gusto.

—Hay que probar todo tipo de ambiente.

Asiente un poco decepcionado.

—Hablamos más tarde ¿Vale? —sigo con lo mío.

—Mejor ven con las chicas —dice—. No te has acercado a saludarlas.

—Las saludo todos los días, Step —contesto sonriente—. Están con sus parejas no me necesitan.

—Brenda y Laila...

—A Brenda y a Laila no les importa, así que relájate.

Bratt está en la misma tónica mirándome desde lejos fingiendo que le pone atención a Patrick, a muchos les molesta, pero hoy no estoy para satisfacer a nadie, así que me despido de Stefan y vuelvo al lado de Alex.

—Ministro, teniente James —nos saluda Kazuki, él vino acompañado de su hija y esposa—. Que honor verlos por aquí.

Entre todos los candidatos es el único que realmente me agrada, bueno del otro estoy enamorada así que después de Christopher va él.

—Leonel si que sabe lanzarse con todo —nos presenta a su esposa que no habla ya que no maneja el inglés—. Ahora todos debemos igualarlos.

—Eso no es problema para Christopher —contesta Alex.

—Obvio no, es su hijo le sobra apoyo y talento —se despide—. Disfruten la velada.

—Vamos a la mesa —nos dice Cristal—, El evento va a empezar.

—¿Y Christopher?

—No me contesta el móvil, pero hable con Make y dijo que ya viene en camino.

Me sientan a la derecha del ministro, Sara se hace a su derecha y Gema se sienta una silla después dejándole espacio libre al coronel para que tome asiento al lado de su madre.

—¿Ya te cansaste de actuar como cabaretera de alto nivel? —Bratt se siente a mi lado—. Cual es la meta ahora ¿Tirarte a otro porque con el primero no te basto?

Lo miro, no es tan caballero después de todo.

—¿Qué?

—Hable claro —se inclina su capa de champagne—.  Así que no te hagas la ignorante.

«A palabras necias oídos sordos» Esta ebrio, no tiene caso ponerme a perder el tiempo.

—Christopher Morgan es un cólico menstrual —comenta Cristal—. Se supone que tenía que entrar con su novia y míralo, los reporteros lo preguntan cada medio minuto.

Leonel da inicio dando la bienvenida presentando a los cabecillas que lo apoyan y soltando un discurso con sus ideales y propuestas.

Me interesa poco lo que dice, la verdad estoy más concentrada en odiar a la mujer que tengo frente a mí y que no para de reír junto a Liz, levantándose a cada rato tomándose fotos con todos los de la mesa.

No es que sea una zorra envidiosa, pero agradezco que mis amigas no se dejen llevar y de forma amable inventan excusas para evitarla y concentrarse en sus parejas, o en Parker en el caso de Brenda.

Leonel continua y la aparición de Christopher interrumpe el discurso del candidato;  El coronel comete el atrevimiento de no esperar y se atreve a cruzar el salón como si nada, mientras Leonel se queda en silencio aparentando que no le molesta.

Se me tensa todo y me pregunto cuándo será el jodido día que dejare de cegarme con su presencia y el que venga vestido como para comérselo tampoco me ayuda.

Luce un traje Versace azul marino hecho a la medida y está arreglado en todo su esplendor con el cabello peinado, reloj de oro y gemelos plateados.

Con el nunca dejo escapar detalles, Tyler se acerca a quitarle el gabán que trae por encima y es un momento incómodo para todos ya que le quita más tiempo al candidato que espera impaciente frente al atril.

—Puedes continuar —dice con una sonrisa mal fingida antes de sentarse.

Gema y Liz se van poniendo a la defensiva reparando si lo miro o no. Sara le da un beso en la mejilla y supongo que Alex prefiere ignorarlo para no matarlo.

El salón se queda a oscuras cuando el candidato presenta en video sobre su plan de gobierno y Gema le saca provecho a eso abrazando a Christopher mientras él se concentra en el móvil

«Control» Respiro hondo cuando empieza hablarle contándole pendejadas y este es el tipo de cosa que me jode. No ver que la mande a la mierda.

Los celos florecen y la ira me invade cuando Leonel acaba y Christopher debe cumplir con el protocolo de saludos al lado de Sara, Gema y su papá.

—¿Nos acompañan para la foto de equipo?

—Posas, sonríes y te preparas para que te lleve a tu casa —Bratt se me atraviesas—. Ya que no cumples promesas me va a tocar obligarte...

—¡Ahora no estoy para tus delirios de posesivo! —me voy por un lado.

Me reúno con mis compañeros y el periodista nos empieza acomodar.

—Creo que me veo mejor aquí —dice Brenda tratándose de acomodar al lado de Patrick.

—La altura no te sienta bien ahí —dice Cristal—. Acá luces mejor...

—Me gusta más acá —la arrastro dejándola de espaldas contra Parker, quiero que al menos mi amiga sea feliz.

Brenda me come con los ojos mientras me poso al lado de los dos y él le ubica la mano alrededor de la cintura.

—Sonrían —nos pide Cristal.

Gente que no conozco me acapara con preguntas y después del discurso todo se vuelve un concurso de quien da la mejor referencia, habla del mejor mandato y ha participado en las mejores misiones.

Llueven propuestas entrevistas y me gustaría que todo eso bastara para entretenerme, pero por el contrario debo lidiar con las constantes indirectas de Bratt y el ver a Gema colgada del brazo del coronel sonriendo y presumiendo mientras el enojo hace estragos sacándome de casillas.

Presentan a la cantante invitada que da inicio a su presentación en medio de aplausos.

Siento que el tiempo me persigue al notar que las horas corren, la fiesta se acerca y con eso la propuesta que tal vez me deje tendida en el suelo por un buen tiempo, la ansiedad me crece en el pecho de solo imaginarlo, ver ese puto anillo en su dedo... Ya no me creo tan capaz de soportarlo.

Sigue con Alex rodando los ojos cada que vez que le habla y medio le pone interés cuando se acercan a hablarle.

La tregua, el momento en el auto y el chat son momentos que solo disparan mis hormonas de enamoramiento y hace que arman un remolino de sentimientos difusos. ¿En verdad quiero herirlo y dejarlo? ¿Por qué no darme la oportunidad de quererlo, aunque sea por una vez?

«No» Tengo planes, pero esos planes me están destrozando en estos momentos

—Disculpen —me alejo del grupo de personas que me rodea.

Tengo que hablarle, sin peleas, con el corazón en la mano tengo que mirarlo y decirle que si hace esto va a destrozarme para siempre.

Si no le importa sabre que nada de esto vale la pena, pero si me sigue estoy dispuesta a cerrar los ojos y replantear un futuro donde no tenga que huir ni conformarme con otros.

Evado a todo el mundo, el ruido, la gente, las notas musicales y mi propia desesperación me tienen el pulso a mil. Veo a Tyler acercarse y a Christopher inclinarse mientras el escolta le entrega algo de forma disimulada.

«El puto cofre»

Aprieto los ojos «En el fondo tenía la esperanza de que fuera mentira y por un segundo quiero que se me detenga el corazón, pero el impulso no me da cabida para detenerme, yo ... Tengo que hablarle, para que esto reviva o termine de morir, pero tengo que hablarle.

—Christopher —tomo su mano.

—Cariño ahora no —interviene Cristal—. Estamos con el director del periódico de la FMEF.

—Solo será un segundo... —digo cuando se vuelve hacia mí.

—Luego... —insiste Cristal.

—Calla —le ordena el coronel— ¿Qué pasa?

Se enfoca en mí y...

—Oh por Dios —dice la rubia— ¿Gema?

Mira a la tarima y quedo peor de boquiabierta que ella cuando la veo compartiendo escenario con la artista, cantando una canción que a todo el mundo toma por sorpresa y no sé porque doy un paso atrás sintiéndome diminuta.

Mis compañeros se aglomeran a nuestro alrededor incluyendo a Bratt y Stefan que me quitan el ánimo de hablar.

—Bueno, con el debido respeto que se merece la invitada quiero compartir con ustedes una melodía de su autoría —habla Gema cuando terminan el dueto—. Quiero demostrar que los soldados no solo nacimos para usar armas.

El público la aplaude.

— Complácenos con tu voz, linda —la anima la cantante.

—Se la voy a dedicar a mi otra mitad —acomoda el micrófono y le susurra algo al director de la banda.

El reflector ilumina a Christopher obligándome a dar otro paso atrás, Cristal se me atraviesa forzándolo a que ponga atención y no la culpo, él y Gema son el enfoque de todos.

Entonan One And Only mientras ella se aferra al micrófono «Ya está» Siento la grieta que se me está formando en el pecho mientras me devuelvo y me siento asimilando que este es el fin.

—Linda voz ¿No? —Liz se posa a mi lado— ¿Tu eres buena en algo más que no sea bailar como puta y saltar en pollas ajenas?

Asiento.

—También soy buena con los cuchillos.

Me aparta el cabello de los hombros.

—Ya está bellaquita, se acaba de demostrar que la belleza no lo es todo, hay algunos que las prefieren con dignidad y pues de nada te sirve montar teatro con el padre si no captas la atención del hijo.

—Lo que tu digas —me sirvo un trago.

—Trata de no suicidarte en la soledad de tu apartamento —me susurra en el oído antes de levantarse—. O bueno conociéndote te echas uno de los presentes, trata de que sea Stefan y no le bajes el marido a una de las casadas.

Me besa el hombro.

—Cuídate, linda, te enviare fotos de la fiesta para que no te pierdas de nada.

Me imagino todo lo que se avecina y sobrepasa la línea entre el control, la desesperación, la decepción y los celos, es como si todo me ardiera por dentro y estuviera presenciando el derrumbe de mi propio corazón

Se me salen las lágrimas, pero aun así me empino el trago, estrello el vaso en la mesa y deslizo las manos por mis piernas alcanzando el elástico de mis bragas, bajándolas con disimulo y empuñándolas mientras me vuelvo a levantar.

Camino en línea recta preparándome para la despedida, Gema sigue cantando y no me importa que el reflector me ilumine a mí también cuando me acerco al coronel posándole la mano en el pecho.

—A ese cofre le hace falta un envoltorio —le meto mis bragas en el bolsillo y me paro en puntillas dándole un beso en la mejilla—. Y a ti siempre te haré falto yo, porque ella nunca será suficiente.

Avanzo a la salida sin mirar atrás. Tenía que decirlo antes de desfallecer en la soledad.

Aprieto el paso en busca de una escapatoria que acabe con esto para siempre, No quiero derrumbarme aquí, pero las lágrimas empiezan a salir cuando cruzo el vestíbulo en busca del estacionamiento. No soporto un minuto más aquí y los dedos me tiemblan mientras llamo a mi escolta.

Una mano me detiene y por un segundo se me enciende la esperanza de que sea él, pero dicha ilusión muere tan rápido como llego.

—¡No vales nada! —me dicen con lágrimas en los ojos—. Ni una libra, Rachel y acabas de convencerme de que mis cinco años a tu lado no fueron más que una pérdida de tiempo.

Es Bratt, que sube a la mano a mi brazo clavándome el índice en la sien.

—Falto que te clavara la verga para volver a perder la cabeza —me reclama.

—Suéltame... —trato de zafarme.

—¡Claro, yo no puedo tocarte, pero él sí! —me grita— ¡Y te atreves a ponerlo por encima de mí sabiendo que él no ha perdido ni la mitad de lo que he perdido yo! No ha sufrido...

—¡Tu sufres porque quieres! —lo empujo cuando me niega la huida— ¡No es mi culpa que sigas aferrado a algo que no puedo darte!

—Mírate —se aleja— Ya eres como él, una zorra ponzoñosa.

—Que no se note que estas respirando por la herida.

—Herida causada por ti y misma herida que carga mi hermana —se limpia la cara— Gracias a ustedes dos.

Sacudo la cabeza.

—¡Es tu culpa, porque si te respetaras un poco no te las pasaras lastimando a cuanta persona se te atraviesa! —espeta— ¡No pisotearas mi cariño cada que se te da la gana!

—¡Estoy harta! —estallo—. Harta de que me culpes por cosas que no te he pedido.

—Desagradecida....

—Si lo soy y ¿Qué? —lo reto—¡Vete lejos que a mí no me interesa que me ames!

No mido nada de lo que digo.

—¡No me exijas pendejadas porque impongas lo que impongas nada hará que vuelva contigo!

—¡Y que se jodan las victimas!

—¡Si! —trono—¡Tú, tu madre, hermana, jodanse todos que a mí ya me vale mierda lo que sientan porque se me sale de las manos el que no puedas superarme!

—¡Escúchate, escúchate! —me toma de los hombros sacudiéndome con fuerza—¡Esta no es la Rachel que conocí!

—¡Es la única que existe ahora! —retrocedo intenta acercarse y es Elliot el que aparece en mi defensa.

—Aléjese o tendré que tomar medidas —le muestra el arma que carga en la cintura.

—Eras todo para mí y ahora...

—Ódiame —le pido en un susurro.

Se le vuelven a salir las lágrimas y no me da la más mínima pena.

—Si tu odio hará que me dejes en paz, adelante —contesto—; Ódiame todo lo que quieras y asimila que nada de lo que me pidas hará que deje de quererlo —miro al cielo en busca de fuerza—. Si tres años no me lo arrancaron tampoco lo hará una promesa absurda.

Continuo mi camino, llega cierto punto donde tu único anhelo es que la vida deje de golpearte y la gente deje de culparte.

—¿Esta bien? —pregunta Elliot cuando abordamos el auto.

Asiento pidiéndole que arranque, el evento acabo y ya están saliendo los asistentes.

Se aventura por las calles de la ciudad y esta vez no puedo contener la tristeza, no me duele Bratt, me duele el coronel y lo que más me quema es que esta noche forjara un lazo con Gema y ese lazo él nunca lo tendrá conmigo.

Lo odio por ser el tipo de persona condenada a no amar y me odio a mí por intentar desafiar todo eso, queriéndolo de todos modos.

Llegamos a mi edificio y Elliot me abre la puerta acompañándome arriba.

—¿Quiere que llame a una de sus amigas? —pregunto cuando entramos a mi casa.

Niego y se pone a la defensiva cuando ve la sombra que se asoma en mi pasillo.

—Oh perdón —Derek alza las manos—. Estaba esperando a Laurens...

—Lo conozco —digo y Laurens sale con vestido de fiesta colocándose los tacones a medio camino.

—La estaba esperando —me saluda y trato de devolverle la sonrisa—. Es que... Me preguntaba si podía prestarme un abrigo.

—Te dije que podíamos comprar lo que te hiciera falta —le dice Derek.

—Mi armario es de puertas abiertas —le señalo mi habitación—; Escoge el que necesites.

—Gracias.

Se va y vuelve tomando a Derek del brazo.

—La veo en la mañana.

Asiento.

—Elliot puedes irte ya —le digo a mi escolta.

—¿Segura?

—Si, estaré bien —trato de que las lágrimas no se me vuelvan a escapar.

—Su padre me pidió que no la perdiera de vista —me dice—. Así que estaré cerca si me necesita.

—Gracias —cierra la puerta y el sonido de la cerradura detona todo.

No logro controlar el llanto y apenas doy para llegar a mi alcoba y encender el estéreo para no escuchar mis propios sollozos.

Ni siquiera me desvisto, me acuesto con todo y tacones soltando todo lo que tengo atascado en el pecho, debo hacerlo o me ahogara, ya mañana veré como haré y cómo lo afrontare, pero ahora tengo que desahogarme.

Sign Of The Times acompaña mis sollozos mientras abrazo mi almohada hundiendo la cara en ella, no pensé que fuera a doler así, creí que cuando recibes tantos impactos el dolor es más llevadero, pero no. Yo me estoy rompiendo pedazo a pedazo y cada fragmento se siente como mil puñaladas en el corazón.

Todo se queda en silencio y me veo obligada a alzar la cara cuando veo la sombra que se cierne sobre mí.

—Si vas a llorar por mí procura ser menos dramática y no cortarte las venas en el proceso.

Arrojan las llaves de Luisa sobre mi mesita y parpadeo asegurándome de que la tristeza no me esté haciendo una mala jugada, pero no, es real y está aquí.

Me incorporo cuando se quita el abrigo y se saca mis bragas del bolsillo.

—¿Si envuelvo el cofre? —inquiere— ¿Qué agrego yo a mi colección?

Se sienta a mi lado recorriéndome los muslos.

—¿Qué pasa? —se va acercando a mi boca— ¿Tientas al diablo y luego te da miedo jugar con él?

Me limpia las lágrimas y empiezo agonizar sin creer lo que estoy viviendo.

—Nena, no puedes hacer ese tipo de cosas y creer que no vendré por ti.

—Te odio —me tiemblan los labios.

—Me amas.

Sella nuestras bocas con un beso aferrándose a mi nuca y yo a las mangas de su camisa mientras me lleva contra él abriéndome de piernas sobre su regazo.

Le quito la corbata mientras baja las manos por mi espalda, el teléfono le vibra en el bolsillo y no le pone el más mínimo cuidado, solo deja que lo bese mientras siento que mi vida es un control remoto presionando la tecla devolutiva que va dejando mis partes como estaban.

No sé porque se me salen las lágrimas esta vez, solo soy consciente de que nunca voy a querer a alguien como lo quiero a él.

Le tomo la cara entre mis manos perdiéndome en la gris tormenta que le adornan los ojos, mientras me saca el vestido dejándome desnuda sobre él, se apodera de mi cuello y gira nuestros cuerpos dejándome en la cama y subiéndose sobre mí.

—Dilo —susurra apoyando su frente contra la mía.

Respiro su aliento captando el deje de desespero que se escapa cada vez que me pide las mismas palabras.

Pese a todo el lodo que carga encima, la mirada fría y los témpanos de hielo que tiene pegado en el corazón siento que tiene a alguien adentro y ese alguien soy yo. No sé si sea una ilusión vana, pero lo siento así e inconscientemente eso me hace caer una y otra vez.

—Dilo —insiste bajando por mi barbilla.

Rozo nuestros labios respirando su aliento.

—Te amo —ya lo sabe para qué callarlo.

Vuelve a mi boca besándome con ansias, bajando y repartiendo besos húmedos por mi cuello, clavícula y pechos. Desciende por mis costillas y se queda quieto presionando los dedos en la parte donde tengo la marca de la bota de Gema.

—Oye si Bratt fue el de esta pendejada...

—Ya dije que fue en el entrenamiento...

—Aja, y mis dientes son de leche —espeta con sarcasmo— ¡No entrenaste en todo la mañana...!

—¿Estás espiando mi rutina?

—¡No! —se molesta—. Y no cambies el tema...

—No perdamos tiempo —lo atraigo nuevamente hacia mí—. Nuestro tiempo es limitado y no tiene caso ponernos a pelear.

—¿Fue Bratt? —insiste.

—No —vuelvo a besarlo.

—¡¿Entonces quien fue?!

—¡Deja que sea feliz! —lo abrazo— ¡He tenido un día de mierda, por favor no... Lo arruines!

Vuelvo abrazarlo.

—Lo averiguare de todos modos —dice contra mi boca—. Soy el coronel, recuérdalo.

—Ahora eres mi divino dios —lo beso—. Mi amor, mi todo, así que mantente así o te cortare las bolas.

—Que romántica —le saco una sonrisa.

—Si, ahora vamos hacer el amor —enredo mis piernas con las de él.

Empiezan las caricias ardientes cuando me acomoda a altura de la almohada, dejando que le quite la ropa despacio.

Adoro los momentos como estos, porque lo siento como mío, como si fuéramos una pareja normal.

Lo despacio se va tornando candente cuando queda desnudo sobre mí y va enredando las manos en mi cabello apoderándose de mi boca mientras el corazón me late fuerte preso de sus besos vehementes y las caricias arrebatadoras.

Hay juego previo donde lo beso una y otra vez dejando que su miembro erecto se frote contra mi sexo, su mano se desliza por mi abdomen y sus dedos separan mis pliegues tocando mi humedad.

—No sé si prenderme de esto —juega con mi raja impregnándose de mis jugos y saboreándolos a la hora de llevarse los dedos a la boca—. O embestirte y llenarte como tanto me gusta.

Me abro de piernas eligiendo la segunda, boca o miembro que importa con ninguno de los dos pierdo.

Sus halagos consisten en mordiscos y palabras crudas que me van preparando para las embestidas. Sujeta el tallo de su miembro y va rozando mi entrada con el glande que se empapa con mi excitación

Sin peleas le conozco ese lado que creo que pocas conocen.

Creo, porque no sé a cuantas les sonríe mientras inhala el olor de su perfume, no sé a cuantas le llena la cara de besos o por cuantas pierde la compostura y le dedica miradas como las que me está dedicando justo ahora.

Apoya los brazos a ambos lados de mi cabeza entra sin clemencia y tal invasión desencadena la oleada de adrenalina que me invade hasta la última célula, roza sus labios con los míos entrando y saliendo con la respiración acelerada mientras le abrazó los glúteos con las piernas deleitándome con esas sensaciones maravillosas que tanto me hacen perder la cabeza.

Las caricias salvajes son compensadas con besos en la comisura de mi boca, los agarres fuertes van acompañados de susurros que me hacen saber lo mucho que lo disfruta y se siente tan bien pasar las manos por la espalda empapada de sudor y escuchar sus gruñidos varoniles mientras me entierra la mano en los glúteos, embistiéndome como un animal.

Es jodidamente placentero verlo aferrado a mis pechos, lamiendo y chupando como si fueran el mejor de los manjares.

Y la vista, joder la vista...Te hace creer que lo estás haciendo con un verdadero adonis, ese cabello negro como la noche que hace un contraste perfecto con los ojos plateados los cuales lanzan destellos salvajes con cada embestida.

Me excita su culo marcado, los músculos definidos, la piel entintada y el miembro erecto que invade hasta el último centímetro de mi canal. Muero por los labios que me recorren la piel y por ese aroma masculino que no se me va a borrar nunca.

Flexiona mis piernas abriéndolas de par en par, ejerciendo presión mientras me embate con empellones fuertes y profundos que van arrancando gemidos golpeándome una y otra vez sin perder la fascinación de ver; Lo disfruta tanto que se pierde viendo como entra y sale, relamiéndose los labios mientras me mantiene las piernas dobladas y yo también complazco mi vista detonando mi orgasmo al detallar el miembro manchado de ese color blancuzco que me avisa que se corrió como siempre, con eyaculaciones largas que se funden con los jugos de mis orgasmos desmesurados.

◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆

Soy bipolar, un día quiero destruirlo, marcarlo y abandonarlo, pero otros quiero tomarlo de la mano y unirlo a mí para siempre, quiero ser su pasado, presente y futuro.

Cerrar los ojos y disfrutar de su presencia, quiero quedarme, tener citas que luego me permitan dormir con él, amanecer a su lado y tener un sinfín de momentos como este.

La brisa mueve la tela de mis cortinas y él medio se mueve cuando el viento lo alcanza. Esta dormido y el reflejo de la luna hace que el cabello le brille.

Lo observo, así, tranquilo y con la respiración suave y no resisto las ganas de besarle los labios, abrazarlo y perpetuar este momento en mi lista de momentos favoritos.

—¿Cuándo dejare de amarte? —la pregunta se me escapa en un suspiro.

—Nunca —contesta con los ojos cerrados.

Lo maldigo mentalmente por ser un cabrón con sueño liviano y recuesto la cabeza sobre su pecho enredando mis piernas con las suyas, cierro los ojos, pero el sueño no llega, mi mente esta maquinando que paso en ese escenario después que me fui y tengo miedo, miedo de las consecuencias y dolores emocionales que vienen con este tipo de momentos.

Algo vibra a lo lejos y el sonido me obliga abrir los ojos, reparo el reloj y noto que logre conciliar el sueño por hora y media. Christopher sigue a mi lado y el sonido se vuelve insistente tornándose molesto.

Salgo de la cama despacio buscando el origen del ruido; Lo encuentro a un lado de la mesita dentro de los pantalones masculino, es el IPhone que tiene cincuenta y dos llamadas perdidas de Gema, doce de Cristal y cinco de Sara.

Se ilumina en mis manos con la foto de Gema y oprimo el botón para que se apague. Busco algún tipo de cargo de conciencia, pero no lo hay, no ahora que quiero a esa ridícula a metros.

La duda del cofre vuelve a embargarme y fijo los ojos en el blazer que yace al lado del pantalón.

«No seas masoquista, Rachel» Me digo a mí misma, si no está el cofre es porque ya le propuso matrimonio y si es así mi madrugada estará más que destrozada.

Pero como me encanta infligirme dolor tomo la prenda palpando los bolsillos, me tiemblan los dedos y siento un soplo de vida cuando percibo el estuche cuadrado. Lo saco respirando aliviada.

—El dinero está en el otro bolsillo—hablan a mi espalda— No sabía que estábamos en una de esas películas donde robas antes de matar a la víctima.

—Tu nunca serias una víctima.

—Ambos somos agentes, en cuestiones de disparos nunca se sabe.

Me vuelvo hacia él con el cofre en la mano.

—No se lo diste.

—¿No le di qué?

—El anillo —le ofrezco el estuche y arruga las cejas— No les has pedido matrimonio todavía.

Suelta a reír haciéndome sentir estúpida.

—Voy a ordenar que te hagan el examen esquizofrénico —sigue con la burla.

—¿Que hay aquí? —la burla no me parece graciosa.

—Ábrelo —se encoge de hombros.

Vuelvo los ojos al cofre, oprimo el botón que tiene bajo el broche y la tapa sale disparada hacia arriba dejándome sin habla.

No hay un anillo, pero si una reluciente "M" sobre una piedra azul colgada de una cadena de oro blanco. Y cuando menos lo creo siento su mano sobre mi muñeca llevándome de nuevo a la cama.

—¿La "M" de Morgan?

Sacude la cabeza sacándola del estuche, toma el dije y lo voltea mostrándome el nombre grabado atrás "Christopher"

—La "M" de mía —me la cuelga en el cuello—; Porque tú eres mía —hunde la nariz en mi cabello—. Siempre serás mía.

No sé qué decir, estuve amargándome toda la tarde con algo que era para mí. Toco el dije colgado en mi cuello apreciando la imagen de los dos en el espejo de mi tocador.

—No necesitas esto —me arranca el brazalete que me regalo Stefan provocando que las piedras se esparzan por la cama—. Necesitas diamantes azules que te recuerden que eres de gustos exclusivos y por eso estas enamorada de mí.

Me voltea, dejándome a horcajadas sobre él.

—No eres quien, para portar una porquería barata, ni la reliquia de un nido de locos —continua—. Tu solo estas para lucir joyas únicas como tú y como yo —acaricia la piedra—; Por eso vas a portar esto todos los días, para que todos vean que nunca nadie podrá darte lo que te doy yo.

—¿Esto es una forma de marcarme?

—Si.

Me deja en la cama.

—Que todo el mundo lo vaya asimilando —empieza a besarme—: El loco, el maricón de tu ex, el pordiosero, todos...

Me pone el índice en la boca cuando intento hablar.

—Leonel, tu papá y todos lo que intenten alejarte de mí —me abre las piernas.

—¿Eres consciente de la magnitud de tus palabras?

—Si y si un día te entra la cobardía y se te da por huir ten presente que voy encontrarte estés donde estés —me besa— Porque a mí nadie me hiere dos veces de la misma forma.

Baja por mi mentón repartiendo mordiscos suaves hasta que llega a mis tetas las cuales empieza a lamer y chupar.

—Me estas condenando.

—No huiste cuando pudiste, así que ahora te aguantas.

La invasión de su miembro llega de forma certera y arrebatadora, no me da tiempo de adaptarme y empieza a embestirme sujetándome del cabello y obligándome a echar la cabeza hacia atrás, mi cuerpo reacciona empapándome en el acto y disfrutando de los movimientos intensos que rayan a la violento.

—Ni Stefan, ni Bratt, ni Antoni —me muerde la barbilla— Yo, Rachel, siempre seré yo.

Se apodera de mi boca con besos fogosos que me ponen arder los labios mientras su miembro no le da tregua a mi canal a medida que me aprieta las caderas con fuerza.

—¡Dios! —me encanta el sexo posesivo.

—¿Dios? —me sostiene las manos por encima de la cabeza—. Parezco uno, pero no nena —no deja de arremeter—, es Christopher Morgan quien te está cogiendo duro.

Maldito egocéntrico y maldito mi yo interior que corresponde el arrebatador beso que me da.

—Me gusta follarte con esta cosa —mira el diamante que reposa en mi pecho—; Cada que la vea tendré una imagen tuya así, loca por mí —embiste—. Tienes prohibido quitártela y es una orden ¿Entendido?

—¡Si! —me arqueo presa del éxtasis que esta desencadenando.

—Si ¿Qué?

—Si mi coronel.

Sacude la cabeza aferrándose a mi cabello.

—Esa respuesta solo me gusta en la central —jadea—. Voy a darte otra oportunidad

No puedo con mi propia respiración.

—Si ¿Qué?

Vírgenes y santos va a partirme en dos y no sé de adonde diablos sale la descarga de adrenalina que me impulsa a soltarme aferrando mis manos a su nuca.

—Si mi amor —lo beso como ninfomaníaca enloquecida.

Me suelta, sale de mi interior dejándome sin el orgasmo y va tomando mis caderas dejándome de culo contra él.

—En cuatro —mete la mano bajo mi sexo tocando mi clítoris hinchado.

La caricia me va durmiendo la piel poniéndome las rodillas temblorosas y la respiración se me acompasa mientras sus dedos hacen magia obligándome a bajar la cabeza, es como si cayera en una hipnosis de éxtasis a medida que va jugando con mis pliegues.

—¡Joder! —jadeo

Me penetra con los dedos acariciándome la espalda iniciando un juego de toque, masturbación y roce con la cabeza de su miembro. La tortura inicia cuando me penetra, pero no embiste haciendo que mi sexo libere jugos en exceso, jugos que se unta en los dedos mientras me dilato con cada uno de sus toques.

Va aumentando mi desespero cuando no lo mete de un todo y solo me roza el glande quedándose en mi entrada frustrándome porque siento que tengo el orgasmo en el borde, pero no quiere dármelo.

—¡Christopher!

—¿Sí?

Saca la polla besándome el inicio de la espalda y siento que algo me recorre la columna vertebral, cuando percibo sus dedos arrastrando mis jugos a ese lugar donde ni de coña lo voy a dejar penetrarme.

—Quítate... —acalla mis palabras tomándome del cabello.

—No te tenses o será doloroso.

—Vas a partirme —siento un vacío en el centro del estómago.

—No, si te relajas.

Empieza a besarme el cuello, volviendo a mi clítoris y a mi sexo empapado en tanto me obliga a bajar la espalda preparando mi orificio para su invasión. Aprieto los ojos viéndome en silla de ruedas. Esa cosa va a matarme, ya me lo estoy imaginando.

—Nena necesito que relajes la cintura —susurra en mi oído,

—Tengo miedo —digo en vuelta en una mezcla de ansiedad y desespero.

Suelta a reír

—Vamos —busca mi boca para besarme—. Míralo como una muestra de afecto.

—¡Vete a la mierda Morgan! —espeto—El sexo anal con esa cosa es incapacidad de por vida.

—Te va a gustar —sigue arrastrando mis jugos y poco a poco voy sintiendo su dedo dentro, es incómodo, pero tolerable ya que su mano libre sigue jugando con mi clítoris logrando que la humedad no se desvanezca masturbándome con suavidad y repartiendo besos de vez en vez.

Justo cuando quiero tocar el orgasmo  me lo impide y sigue con el juego de penetrarme, pero no embestirme y cuando menos lo creo ya tengo tres de sus dedos en mi interior, siento su respiración en mi nuca cuando me baja la espalda lo máximo posible, levantándome el trasero y ubicando el glande en el orificio que para mí era intocable.

—Tranquila —me besa la cabeza dando el primer empujón que duele como una mierda—. Respira...

Atrapa mi clítoris distrayéndome del dolor.

—No puedo —quiero llorar.

—Claro que puedes —susurra en mi oído masturbándome despacio—; Solo tómalo con calma.

Vuelve a empujar compensando el dolor con caricias suaves en mis zonas erógenas.

—Muy bien, nena —su puta nena me vuelve la cabeza un lío, tanto como para dejarme llevar de por su doloroso jueguito.

Va susurrándome cosas en el oído mientras mi cuerpo libera oleadas de dolor mezcladas con placer, estoy el limbo y no sé cuánto tiempo le toma poder moverse, pero de un momento a otro lo tengo aferrado a mis hombros lanzando embestidas lentas mientras yo no me creo que en verdad mi ex virgen trasero este tolerando semejante cosa, duele, pero puedo soportarlo.

—Me mata tu estreches —se agita.

Me quedo quieta dejando que sus manos me recorran.

—Vamos acabar los dos ¿Vale?

No digo nada, solo arqueo la cabeza cuando percibo su forma de hacerme acabar. Sus dedos invaden el canal de mi sexo dejando el dolor en segundo plano mientras apoya la frente en el inicio de mi espalda moviéndose con cuidado atrás y aprovechando los fluidos que destila mi sexo, siempre he dicho que tiene dedos mágicos y tal cosa estalla orgasmo mientras siento los fluidos tibios de su eyaculación en mi trasero.

La descarga de adrenalina me deja tendida y atontada en la cama. Estoy sudada, cansada y tal vez invalida, lo siento salir y acostarse a mi lado, pero no le pongo atención tengo el culo tan adolorido que ni de coña quiero voltearme, los ojos se me cierran solos, el sueño me gana y me fundo en el propio peso de mi cansancio.

◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆

Mis sabanas huelen a sexo y a loción masculina, mi lado izquierdo está vacío y tengo el cuerpo adolorido, parece que hubiese cogido con Latrell. Me cuesta un montón levantarme de la cama y en vez de apresurarme trato de idear que excusa le inventare a Parker para que no me mate.

Después de mil vueltas, me encamino al baño y sonrío frente al espejo cuando veo el dije que me cuelga en el cuello, no sé qué viene de aquí en adelante, pero valió la pena cada maldito segundo.

Tomo un baño, me visto y me recojo el cabello en una coleta, no veo la ropa de Christopher, pero son casi las nueve y supongo que tuvo que irse a la central. No sé porque siento que destilo alegría y por tonto que parezca estoy ansiosa por volverlo a ver. Si estoy colada, ya está, ando flotando en nubes rosadas.

No dejo de sonreír mientras empaco mis cosas preparándome para irme.

Salgo colgándome el morral y creo que hiperventilo cuando veo a Tyler de pie al lado de la puerta de mi sala.

—Buenos días teniente James —me trago el grito de emoción que me provoca el saber que sigue aquí.

—Hola —saludo al escolta con una sonrisa.

Laurens se me atraviesa en el camino con la cafetera, pero no me mira, solo sigue derecho yéndose al balcón donde esta Christopher desayunando mientras habla por el móvil. Esta de espaldas y Laurens empieza a servirle el café con manos temblorosas.

—Hola Lau —la saludo soltando mi bolso.

—¿Cómo amaneció? —saluda con un leve murmullo e intenta irse sin darme la cara, pero Christopher alza la mano para que no se mueva de su puesto.

Se mantiene con las manos cruzadas en la espalda mientras yo admiro el bello semental que adorna el comedor de mi balcón.

Está dándole órdenes a Parker y corre un poco la mesa invitándome a que me siente en sus piernas, no lo dudo ni por un segundo y Laurens es lo de menos a la hora de hacerle caso y plantarle un beso en los labios bajo la mirada de su secretaria.

Sigue hablando mientras mordisqueo la fruta que tiene en el plato, Laurens agita la cabeza mirando a otro lado, pero a mí lo único que me importa es que mi noche no pudo cerrar mejor y mi mañana está empezando de maravilla.

Christopher cuelga clavando los ojos en la secretaría.

—Vete para la central —le ordena— Necesito los reportes de Parker y Simón al día, también tienes que programar en mi itinerario las reuniones con la OMDH, todas a partir del jueves.

—Si señor.

—Cuando llegue quiero todo listo voy a verme con Alex en High Garden y llegare después de mediodía.

—Voy a alistar a Maggie y...

—No pregunte que ibas hacer, solo dije que quería todo a tiempo y al día.

—Si señor...

—Largo —le ordena.

—Espero que mi capitán tenga mejor genio que tú —le doy fruta en la boca cuando Laurens se va.

—¿Y qué importa eso? Ya le dije que no vas a ir.

La idea no me agrada, anteriormente Parker pensaba que me valía de mis lazos para evadir responsabilidades.

—Puedo llegar al mediodía también.

—Caminando raro, no gracias.

—No es gracioso.

—Para mí sí, así que mejor quédate poniéndote hielo en el trasero, Tyler vendrá por ti en la noche —dice como si fuera una orden—. Empaca ropa interior sexy —mete la mano bajo mi blusa—. Estaremos dos días en Cadgwith.

—¿Estaremos?

—Como lo oíste.

—¿Y Gema?

—De Gema me encargo cuando llegue, primero tengo que hablar con Alex y... La verdad es que quiero irme a descansar primero, este lió electoral me tiene harto.

—Tengo responsabilidades, Christopher...

—No empecemos —se frota la sien—Tus responsabilidades las demando yo y ya di las ordenes que se necesitan.

«¿Qué más da?» En dos días no se va acabar el mundo.

—Ok, pero quiero tours con el anfitrión.

—Yo quiero sexo desenfrenado en mi yate.

Me besa y le correspondo hundiendo las manos en el cabello húmedo, termina y le doy otro y luego otro.

—Me voy.

Se toma el café y me levanto para darle espacio.

—Trata de no perder la compostura de aquí a que anochezca, no quiero que mi ausencia te haga perder la cordura.

—Daré mi mejor esfuerzo para que no suceda.

Contesto con sarcasmo acompañándolo a la sala, se coloca el blazer y el escolta le entrega los lentes de sol.

—Lo veo más tarde, coronel —digo pegada a la puerta.

—¿Coronel? —se arregla el blazer— Creo que ya teníamos privilegios pactados.

Suelto a reír.

—No era en serio o ¿sí?

—¿Crees que soy hombre de bromas? —se pone serio tomándome la barbilla— Dilo o tendré que nalguear ese trasero adolorido.

Se me sube el rubor a la cara de solo saber que Tyler está escuchando, creí que eran términos de cama. Me acorrala contra la puerta y abro la boca antes de pasar una vergüenza.

—Que tengas buen día divino dios —le quito la mano de mi barbilla besándole la boca.

—Mejor —se aparta colocándose los lentes y debo morderme la esquina del labio conteniendo las ganas de encerrarlo en mi habitación.

Tyler sale, él se queda en el umbral y vuelvo acercarme en busca de un último beso, me da uno, yo luego otro y el otro hasta que termino sacándolo al pasillo para que pueda irse.

—¡Vete! —lo beso por última vez.

—Lo haría si dejaras de besarme como loca obsesionada.

Suelto a reír.

— Adiós —lo empujo a la escalera.

—Trata de no hacerme un pedestal.

Lo veo perderse en la escalera y me devuelvo a mi pasillo encontrándome con mi vecina observándome desde el umbral de su puerta.

—Señora Felicia —saludo por educación antes de volverme a encerrar.

—Llevare su abrigo a la lavandería —dice Laurens con Maggie de la mano.

—Déjalo, yo lo llevo con las otra prendas que tengo pendiente.

Sigue seria y me inclino a darle un beso en la mejilla a Maggie, Laurens no deja de mirarme y la noto incomoda mientras me voy a la cocina.

—¿Algo que quieras decirme? —pregunto ante su aturdimiento.

—Ayer fue una noche pésima para la señorita Gema —dice— Lloró toda la noche, la prensa empezó a especular y yo... Tenía la esperanza de que el coronel no estuviera aquí.

Lo de Gema me resbala.

—No voy a explicarte lo obvio, Laurens...

—No tiene idea de cuánto la admiro —baja la vista— Pero hoy no vi a la teniente James, vi a la Irina que me pisoteo durante años.

Vuelve a mirarme.

—Nadie se merece tal humillación y usted sabía que... Sabía lo importante que era para ella, Stefan la ama y ni eso le basta, no tiene idea de lo que diera yo por tener un amor como el del soldado chef —aprieta la mano de su hija— Y usted lo desperdicia comportándose como alguien que no vale la pena.

—Para mí si lo vale —contesto— Y no es fácil, de hecho, es dañino, pero me guste o no estoy enamorada de Christopher y lo lamento por Gema, pero desde que llegué a la fiesta tenía claro a lo que iba.

—Se está convirtiendo en él.

—No, Lau hace mucho que soy como él. Que ustedes no quieran aceptarlo es otra cosa.

—Entonces va a masacrar los sentimientos de una persona inocente —sigue— Del joven Bratt, del soldado chef que no para de hablar de usted...

—Laurens, en verdad te aprecio y le dado tantas vueltas a esto y créeme que siempre llego a este punto —contesto—. Sé que es doloroso para muchos, tal vez lo será para mí también, pero es mejor que se vayan acostumbrando a verme con Christopher.

—Pero Gema...

—Creo que ayer quedo claro quién es la que realmente le importa y díselo si quieres, la verdad me da igual si sufre o no.

La dejo en la mitad de la sala, no va arruinarme mi momento, ni a romper la ilusión de irme a donde sea que vaya, solo quiero cerrar los ojos y disfrutar de esto, no sé si dure días, meses o años, pero dure lo que dure lo voy a vivir al máximo.

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