CAPÍTULO 47
Hiroshima y Nagasaki.
Rachel.
—Toma —Laila me da un arma— Pégate un tiro y organicemos el funeral de una vez.
—No exageres por favor —le entrego el sobre a Alan dándole las indicaciones.
—Mi teniente si me permite opinar, creo que la teniente Lincorp tiene razón.
—Es la única posibilidad que tenemos, así que ve antes de que se haga más tarde.
Se marcha dudoso y va vestido de civil.
—Se lo contaste a Alex condenándote de una vez —me regaña Laila— ¿Qué mierda tienes en la cabeza? ¿Sabes que solo hay un diez por ciento de probabilidad? Ni siquiera son diez, cinco si al caso.
—Nene —la tomo de los hombros— Es nuestra única esperanza.
—No quiero perder a mi amiga otra vez —me abraza.
También estoy temblando de miedo, ni siquiera estoy segura del paso a paso, solo sé que voy a jugar dos veces a la ruleta rusa.
—¿Vienes?
—Si —se limpia los ojos.
No puede ir mucha gente, Brenda y Alexandra ya me tacharon de demente y están echando humo por las orejas, así que dudo que vengan. No quise decirle nada a Luisa para no preocuparla y papá se quedó mudo, creo que tiene más miedo que yo y no ha querido cuestionarme porque sabe que no puedo dar marcha atrás.
Stefan se acerca con Gema, Gauna, Patrick, Simón, Parker y Bratt. No se puede mover un escuadrón, Yorkshire no tiene comando y tampoco puedo levantar sospechas, así que los que van, iran a contribuir en lo que puedan desde lejos.
Mónica corre por la pista entregándome una muda con el atuendo que me llevare, pase a casa por la jadeíta que ahora reposa en mi bolsillo.
La estilista se despide cuando llega papá, Gauna y el coronel.
—Rachel —se me acerca Bratt— Por favor no lo hagas, todos perdemos personas y es mejor que el ministro asimile la pérdida ya.
—Hay que intentarlo —le palmeo el hombro.
—Lo intentaras sola, con suerte podremos cubrirte la espalda en cierto perímetro, apenas somos diez personas.... Siete porque no confió en la puntería de Stefan ni en la inestabilidad de Gema y Christopher dijo que no contaran con él e iba solo a recoger los cadáveres que tendremos mañana al final del día.
—¡Todo el mundo a la avioneta! —ordena Alex.
—¡Ministro! —Paul llega a la pista— Tuvimos un percance en uno de los operativos y tuvimos que traerlo porque no sabemos qué hacer con él.
Todo el mundo se vuelve hacia el hombre que traen Meredith y Scott.
—Tuvimos que recogerlo en la estación de policía, lleva días buscando información en todas las estaciones de la ciudad.
—¿Qué es todo esto? —pregunta el hombre como si viniera a otro planeta— ¿Por qué me traen aquí? Están entorpeciendo mi búsqueda.
—¿Quién diablos eres? —le pregunta el ministro.
—Alexander Ferrec...
—Es el novio de su ex esposa —explica Scott.
—Alex —lo señala el hombre reparándolo de pies a cabeza.
Pobre me sentiría mal si fuera hombre y mi novia tuviera un ex como el ministro. El señor Ferrec es gordo, de cabello blanco y usa lentes redondos, no es feo, tiene los kilos que ganan los hombres de su edad, pinta entre los 50 y 55.
Mientras que Alex se ve como el hermano mayor de Christopher, solo tiene una que otra cana poco notoria, el cuerpo atlético y el estilo de un modelo de ropa para maduros sexys.
—Rick James —papá le extiende la mano para saludarlo, es como una versión añejada de Patrick socorriendo a todo el mundo en el momento correcto— Ellos son Christopher y Alex Morgan —señala a los dos hombres— Ya se están encargando de la búsqueda de Sara.
—Oh entiendo —se acerca a saludar y Alex solo le corresponde con una mirada de asco.
Me da pena ajena cuando se queda con la mano estirada pasando al lado de Christopher que no se inmuta en mirarlo.
—Christopher —le sonríe— Sara me ha hablado mucho...
—Qué lindo —habla Simón— No sabía que Christopher era el hijastro de alguien.
El hombre le extiende la mano y Alex se posa frente a su hijo como si se lo fueran a quitar.
—Christopher no es el hijastro de nadie —espeta molesto.
—Oh no crea que vengo en plan de... —titubea el hombre nervioso.
—Esto es un comando militar, señor no el centro internacional de saludos.
—Solo quiero saber cómo está mi novia, lleva días desaparecida...
—Cállese —le ordena volviéndose hacia Scott.
Mi compañero se posa firme como si presintiera la reprimenda.
—¿Para qué traes pendejos a la central? —lo regaña—¡Sabes que está prohibido!
—Iba a poner una demanda porque nadie le daba soluciones y...
Alza la mano para que se calle.
—Apártalo de mi vista —ordena yéndose a la avioneta arrastrando a Christopher con él.
—Señor Ferrec —le dice papá— Lo llevaran a una de las salas y le darán novedades cuando surjan.
—Gracias —le aprieta la mano— Es usted muy amable.
Lo dejamos en medio de la pista y abordamos la camioneta, los dos capullos mal educados están sentados uno frente al otro y Gema llega sentándose al lado de Christopher.
Me voy al sofá grande con mis compañeros, aprovecho para hablarle a papá de Stefan y me alegra que lo salude gustoso y le caiga super bien. Trato de distraerme, pero la pareja que está a unos metros no me ayuda. Gema lo tiene abrazado y él no hace nada para apartarla.
Respiro hondo cuando los celos me abarcan con pensamientos tóxicos poniéndome en la balanza con ella, será la esposa, cosa que jamás seré yo, ni siquiera he sido la novia «No la quiere» Trato de consolarme con eso, pero mi seguridad se desvanece reiterando que sí.
No está enojado con ella, pese a saber lo que hizo. El Christopher que no quería a Sabrina la hubiese mandado a volar y este se está pavoneando reiterándole al mundo el lugar que tiene y que tendrá.
Aterrizamos en Yorkshire y todo el mundo se anuncia por separado, tenemos el reloj en contra, pero no tenemos más alternativa que esperar el contacto de los Halcones.
La tarde se me va con Stefan y papá en la habitación, mientras Alex, se va con Parker, Laila, Gauna y Bratt a hacer un recorrido de reconocimiento de terreno. Christopher se queda con Gema, Simón y Patrick demostrando que le vale mierda si triunfamos en esto o no, y me jode que papá toque el tema diciendo que aparenta ser buena chica y a diferencia de Sabrina cree que hacen bonita pareja.
Llega la medianoche y no hay noticias de los Halcones, el hotel apaga las luces, Stefan se va a su cuarto y le digo a papá que se quede conmigo. Duermo como aquellos tiempos donde las tormentas de Phoenix lo obligaban a dormir conmigo.
No es mucho lo que duermo, ni él tampoco me sube té, me hace reír y me reitera una y otra vez lo valiente que soy, pero aun así me pide considerarlo porque no quiere perderme y cree que cumplí con mi labor al tratar de hablar con Antoni.
Alas 5: 00 Am salgo en busca de noticias encontrándome con Laila saliendo de la habitación del ministro.
—¿Acariciándote el corazón? —pregunta y se pone roja.
—Voy a bañarme —ignora mi pregunta yéndose a su alcoba.
Le pregunto a la recepcionista si hay algo para mí y recibo un no como respuesta. Empiezo a temer faltan siete horas y ni siquiera sé dónde es el sitio, Antoni dijo que viniera a Yokshire, pero no aseguro que el aquelarre fuera aquí y si es en otro sitio dudo que pueda llegar. Tampoco puedo presentarme sin hombres que me escolten.
Me quedo en la cafetería y Stefan aparece poco después, no interactuamos mucho en áreas comunes para no levantar sospechas, solo me sonríe mientras compra un muffin.
Muffin que le da a Gema cuando entra en la cafetería, la abraza y se sientan en una mesa, alcanzo a escuchar el feliz cumpleaños de parte de Stefan y el "gracias" de ella.
Se hacen las nueve y nada, Alex está desesperado, Patrick, Bratt y Parker se están pegando de todas las opciones.
Tocan a mi puerta y los que me acompañan se esconden cuando me apresuro abrirla.
—Le acaban de dejar esto —me entrega un sobre.
—Gracias —cierro mientras rasgo el papel que lo cubre.
Es un mapa y tengo que estar en el sitio a las 11: 30.
—Arréglate —me pide Alex— Nos adelantaremos...
—No —replico— Antoni fue claro con lo de no dejarse ver.
—Tenemos que ver el terreno —me dice papá—Buscar la manera de cubrirte, aunque sea desde lejos, cariño esos hombres pueden estar en contra de Antoni y si es así te aseguro que te mataran en el acto.
Asiento dándole la razón.
—Voy acondicionar el auto —dice Patrick antes de irse.
Laila se queda conmigo, me baño y arreglo lo más rápido que puedo.
Voy convenciéndome de que puedo hacerlo y salir victoriosa. Meto los pies en las medias veladas, meto la blusa por debajo de la falda tubo con abertura en el muslo y me coloco la jadeíta Mascherano que es la llave de todo esto.
Salgo y Laila me está esperando con un abrigo abierto. Me lo pone al tiempo que entra Patrick.
Me conecta el único aparato electrónico que usare. Un micro chip que me permitirá estar en contacto.
Los nervios me traicionan, siento que tengo el pulso demasiado acelerado, No voy a un juego de niños y mi cerebro empieza idear los peores escenarios ¿Y si me capturan y termino siendo la protagonista de otro aquelarre?
Confío en mis compañeros, pero voy a un camino lleno de minas que puede volverme pedazos si no doy el paso correcto.
—Aun estas a tiempo —me dice Laila con ojos llorosos.
—Los que te cubrirán ya están listos —añade Patrick.
Me maquillo frente al espejo, quiero preguntar si él está también, hacer caso omiso de la amenaza de Iron Walls y al comentario de Bratt, pero en especial quiero arrancármelo del pecho y dejar de desear estupideces sin sentido.
—Nos veremos en la pista si todo sale bien —me dice Patrick— El cubrimiento será por un par de horas lo más seguro es que debamos abandonar el terreno después de que te lleven los Halcones.
Asiento colocándome los lentes Dior.
—Estarás segura cuando vuelvas entrar a la ciudad —guardo la única arma que puedo infiltrar.
—Ok —recojo lo que necesito y salgo abordar la camioneta que me espera en la entrada del hotel. Sacó la hoja con las instrucciones mientras me aventuro fuera de la zona urbana.
Las casas van desapareciendo y el pulso se me va acelerando cuando entro a carretera destapada, los caminos del mapa son cada vez más confusos mientras todo se va convirtiendo en una cadena de giros en terrenos no muy apropiados para un auto y el miedo empeora cuando entro al territorio desolado predominado por casas campesinas abandonadas.
Están alrededor del camino que los autos han abierto a la fuerza. Son casi cuarenta entre graneros, molinos y caballerizas. Es como un pueblo fantasma.
Entierro el pie en el freno cuando veo siete vehículos al otro lado del pequeño puente de madera, camionetas Ssangyong con hombres trajeados y de rasgos palestinos.
Tienen armas cruzadas en el pecho mirando a todos lados, hago lo mismo y no veo a ninguno de mis compañeros.
«¡No flaquee soldado!» Me exijo apagando el motor, azoto la puerta y alzo el mentón convenciéndome de que no soy cualquiera.
La jadeíta brilla en mi pecho y como lo dijo Antoni, la mano de un líder no demuestra miedo.
Los sujetos del otro lado no me quitan los ojos de encima mientras camino en línea recta por el sendero empedrado.
Agradezco que los lentes me cubran los ojos y no puedan ver las lágrimas que surgirán si llego a entrar en pánico.
Un arma es lo que tengo y ellos tienen más de cincuenta, ando sin chaleco y a la deriva siendo el blanco perfecto.
—Repórtense —reconozco la voz de Alex en el intercomunicador.
—Capitán Lewis, a quince metros del flanco izquierdo con el objetivo en la mira —«Bratt»
—Capitán Parker a veinte metros del franco este con objetivo en la mira —«Dominick»
—Capitán Miller a 18 metros del flanco oeste con objetivo en la mira. —«Simon»
—Oficial Gelcem cubriendo al capitán Miller y con objetivo en la mira —«Stefan»
—General James 20 metros del flanco derecho con objetivo en la mira —dice Papá— El general Gauna está conmigo.
La línea se queda en silencio dejándome un vacío en el centro del estómago y un rasguño en el alma
«Necesito oírlo»
Sigo caminando mientras mi cerebro me cuestiona que no es momento para cursilerías, pero la angustia y el miedo no me ayuda porque, aunque mis compañeros me están cubriendo siento que no tengo escudo y...
—Coronel Morgan a doce metros —su voz llega como un re cargador de esperanzas — Del flanco sur con objetivo en la mira.
Mi cuello trata de girarse en busca de sus coordenadas, pero mi instinto de supervivencia advierte que es suicidio seguro. Parte del peso desaparece por el mero hecho de saber que si alguien quiere dispararme el tiro de Christopher llegara primero.
Es como si supiera que teniéndolo cerca nadie podrá tocarme.
Los tacones resuenan en la madera del puente y uno de los hombres se acerca a darme la mano para que baje.
Reconozco al cabecilla principal que me repara con el rostro inexpresivo, es Ali Mahala, la voz líder de los Halcones.
—Señora —inclina la cabeza en señal de saludo— Nos place saludarla después de tanto tiempo.
Conserva ciertos matices árabe, me abre paso señalando la camioneta que está detrás de él.
—Su próximo destino la espera.
No contesto, solo avanzo asimilando que de aquí para allá si estoy realmente desprotegida.
Dos hombres suben conmigo y Ali se sienta en el copiloto mirándome la jadeíta a través del espejo retrovisor.
El auto arranca y son treinta minutos por caminos desolados, mentalmente agradezco que no anden con preguntas y solo se limiten a obedecer como siervos enceguecidos.
Otro complejo de casas abandonadas se cierne sobre nosotros rodeado de vehículos lujosos y hombres con ametralladoras en el pecho, van rodeando los vehículos de los Halcones y los hombres salen como si no le tuvieran miedo.
Escucho que nombran Ali, la palabra señora y varios se apartan agachando la cabeza para verme.
Se me erizan los vellos cuando abren mi puerta de repente. Ali se arregla el traje cuando estamos a fuera y otro hombre me señala el camino empedrado, a este punto ya estoy que me orino del miedo.
Hay una edificación al final con pinta de iglesia y cuento más de treinta hombres alrededor del camino que me miran como si fuera algún extraterrestre. Dos gorilas escoltan las puertas de madera.
—Abre —le ordena Ali— Que la dama de la mafia está aquí.
Subo los escalones y los hombres no dudan cuando reconocen la jadeíta, doy cinco pasos posándome en el umbral y cientos de cabezas se giran al mismo tiempo.
—Buenas tardes —saludo bajando los escalones mientras todo el mundo se pone de pie al ver que los Halcones entran con las armas en alto.
El hombre que está detrás del atril de la tarima sale comiéndome con los ojos, es Ilenko Romanov y tiene a Sara y Marie desnudas y colgadas en cadenas con los ojos vendados.
Baja los escalones de dos en dos mientras saco la tarjeta del aquelarre.
—Lamento la demora —digo— La invitación me llegó tarde.
Miro al público.
—Aunque tengo entendido que esto no se puede empezar si el líder no está presente —espeto— Ni el aquelarre, ni la revolución.
—Matenla —ordena Ilenko dándome la espalda y solo la mitad se atreve a levantar armas.
—¡Vamos Ilenko! —me le burlo— Los Halcones pueden acabar con la sala en un abrir y cerrar de ojos si me tocas un pelo.
Se alzan las ametralladoras.
—Con la vida de los presentes y con la vida de Maxi y Vladimir —Ilenko se voltea— Trotski ya no es secreto ni seguro.
Se oye como desactivan un seguro y es el arma de Ilenko la que me queda entre las dos cejas cuando me apunta.
—Bájala —le apunta Ali.
Mi mente no para de citar cuánto rezo se le atraviesa, aquí o gano la partida o me vuelan la cabeza y lo peor de todo es que no puedo demostrar miedo por ningún lado.
—Te conviene que hablemos en privado —si empiezan a disparar seré la primera en morir.
Una mujer le exige que acceda hablándole en ruso mientras los presente se quedan en silencio. Trato de no mirar mucho a las mujeres que están colgadas en cadenas.
Una mujer se levanta hablando en búlgaro y lo único que entiendo es el nombre de Antoni, pero su discurso es suficiente para que el ruso baje el arma y me señale la escalera de mala gana.
los Halcones se adelantan, subo, entro y me siento en la silla que esta frente a la mesa de piedra.
Los Halcones se me ubican detrás e Ilenko no tarda en llegar con cuatro de sus hombres, la altura me da miedo, trae el cabello trenzado en la espalda y su peso recae cuando se sienta frente a mí.
Es como un león en un mundo gobernado por panteras.
— Мафия леди —se saca el puro que trae en la boca.
«Мафия леди: La dama de la mafia»
—Creí que moriría sin ver esto —me habla en su idioma natal.
—Tus rebeliones me trajeron —le contesto de la misma manera y alza una ceja al ver que podemos entendernos en el mismo idioma.
—¿La dama no se deja ver los ojos? —pregunta— Me causa inseguridad, porque no estoy seguro de estar hablando con el ser mitológico del que muy pocos hablan, pero muchos conocen.
El pálpito del miedo vuelve aparecer, no quiero que tenga una imagen fresca de mi cara y luego me ande buscando para cazarme. También temo a que me reconozca ya que hace poco me vio siendo Hela, estaba disfrazada, pero este tipo de gente tiene muy buena memoria.
—Déjame ver los ojos que tanto hechizan Rachel James.
Me hiela la sangre el que sepa mi nombre y negarme le demostraría lo que se supone que debo esconder, así que llevo la mano a los lentes mostrándome tal cual.
—No funcionan conmigo —me dice— Así que lamento decepcionarte, pero perdiste tu tiempo.
—No tengo que usar mi belleza para tomarme el poder —le sigo hablando en su idioma natal— Y lo sabes Ilenko, así que ve dando la orden de que liberen lo que vine a buscar.
—Cuantos niveles de poder hay en tu clan, porque tengo entendido que Phillippe es el líder.
—Si lo tuvieras claro no estarías armando rebeliones.
—No tengo por qué seguir las órdenes de una impostora perteneciente a un grupo de opositores.
—Esta impostora puede hacerte pagar por partida doble —señalo a los hombres que tengo al lado— Con mafia o con la FEMF.
—¿Lo reconoces con tanta frescura?
—Me gusta alardear lo que tengo —aprovecho para tomar el control— Phillippe solo es la sombra de Antoni, pero yo soy su mujer y mi mano tiene más peso que la de su hermano...
—No me gusta tu forma de negociar...
—Yo no vine a negociar, vine a exigirte que me entregues lo que vine a buscar.
Chasquea los dientes.
—¿Cómo quedaré si bajo la cabeza tan rápido?
—Como el hombre inteligente que hará trueque para mantener los lazos.
—Perdería la posibilidad de robarle el manjar de la venganza que tanto desea Phillippe —tamborilea los dedos en la mesa— ¿Sabías que esto estaba predestinado para un futuro cercano? No tiene caso devolvértelas porque tu cuñado las va matar de todas formas.
Vuelve a meterse el puro en la boca.
—¿Qué horror, no? Venganzas forjadas en mentiras —le da una calada a su puro— Los Mascherano están locos, así que vete antes de que Dalila te arranque el collar con todo y cabeza.
—Dame a las mujeres y con mucho gusto me voy.
—Tu no quieres esto, ni siquiera sabes cómo funciona este negocio.
—Pruébame —alzo el mentón en un gesto serio— La prueba puede ser el quiebre de tu negocio de tratas, al fin y al cabo, el HACOC sigue siendo mi negocio.
«Mi negocio» No tiene idea de lo que odio esa porquería.
—No empecemos batallas de sangres, que tú puedes saber mucho de mí tanto como yo sé de ti —me amenaza.
Sacudo la cabeza.
— Maxi y Vladimir son tu talón de Aquiles, Ilenko. Así que no toquemos familias porque tus dos hijos son muy jóvenes para morir.
Deja el puro a medio camino, tengo que ponerle las cartas en la mesa para que sepa lo que pasara si toca a los míos.
—No puedes romper el código de los clanes.
—Como tú no puedes armar rebeliones y siendo sincera a mí no me importa el código ya que no seguirlo me da beneficios —apoyo los codos en la mesa— ¿Tienes idea de lo que paga la FEMF por joder a un mafioso?
Me encojo de hombros.
—Puedo estar aquí y allá respirandote por ambos lados.
Sacude la cabeza.
— A ti no te importa el código, pero a mi así y si vamos a desatar masacres empecemos torciéndole el cuello al pequeño Damon Mascherano.
El nombre se me queda ¿Pequeño? ¿Damon? Finjo que me resbala el sujeto para no quedar como una ignorante.
—Tu mata a quien quieras, al igual los clanes le deben más al mío que al tuyo —inquiero— En especial a Antoni que es el eje de tu negocio y sin el HACOC no te quedará tan fácil controlar a tus putas.
—A mí no me intimidas.
—Obvio no porque no me has visto en acción —extiendo la mano— Ali préstame tu teléfono.
Me lo pasa desbloqueado y trato de que no me vean los dedos temblorosos, estoy improvisando a lo loco y solo espero que el número me salga bien o terminare con un cuchillo en la garganta.
—Con una llamada me basta para detener el flujo del HACOC, para ti y todos los que te siguen —marco un numero al azar— Vamos a ver a quien siguen tus socios cuando el negocio se caiga como hilera de domino.
No se inmuta y paso saliva llevándome el teléfono a la oreja, se me sube el estómago a la garganta cuándo dicen hola y la mano de Ilenko viaja a mi cara arrebatándomelo de golpe.
—Detén la revolución y hagamos de cuenta que no ha pasado nada —propongo al verle el impulso— Juntos trabajamos mejor.
No contesta.
—Si sigues con esto dañaras la pirámide y no tendrás que gobernar —insisto
La cosa fuera más sencilla si supiera de qué rayos estoy hablando y no fuera una grabadora ignorante que solo repite lo que le cree conveniente.
Me mira como si me quisiera descifrar.
—Te lo voy a explicar con calma para que no te queden dudas —me pongo en pie— Si matas a las mujeres de afuera tus hijos serán los que la sigan al inframundo.Nuestro trato con el HACOC se acaba porque a Antoni no le va a gustar que pasen por encima de su mano y mucho menos por encima de su apellido.
Apoyo las manos en la mesa.
—Yo no soy Phillippe y a mi si me conviene dar escarmiento ya que es el puesto de mi marido el que esta en juego —odio decirlo— Así que la revolución guárdala para después o me veré obligada a tomar cartas en el asunto matando a tus socios principales. Recuerda que Danna es quien maneja los carteles mexicanos y estando presa puede soltarme quienes son los que te siguen dandome la opcion de matarlos uno por uno.
Se tensa preso de la ira.
—No te metas conmigo —lo amenazo— Eres inteligente, sabes que puedes con Phillipe, pero no con Antoni.
—Te concedo la partida solo porque tomaste ventaja valiendote de las armas de tu marido —dice— Y la pirámide también le costó sangre a mi familia y creo que a mayor tiempo más grande se va volviendo el trono.
Trago entero, no puedo creer que lo haya logrado.
—¡Traigan a las presas!
Ordena y cuatro hombres salen a obedecerlo.
—Admiro tus cojones —se vuelve hacia mí— Pero cuídate la espalda porque si te descuidas —se mete el tabaco en la boca— Te mato.
Dos amenazas en dos días, voy a meter una moneda en mi alcancía cada que escuché eso, me volvería millonaria en menos de nada.
El hombre que tiene atrás me sonríe cuando se escuchan gritos y llantos despavoridos en el pasillo, mantengo la vista en Ilenko mientras entran a las dos mujeres que arrojan en el piso como si fueran costales de estiércol.
—No respondo por daños mentales y emocionales.
Me pongo en pie.
—Llévenlas al auto —le espeto a los hombres que me respaldan.
Ambas mujeres tienen los ojos tapados, Ali mueve la cabeza y no se dejan tocar cuando intentan llevárselas, así que las alzan a la fuerza.
—Que su viaje de vuelta sea provechoso, señora. —Ilenko me señala la puerta.
Callo y avanzo seguida de Ali.
—Salúdame a mi colega —me dice cuando cruzo el umbral— A los dos.
Están adentro y apuesto lo que sea a que la candidatura tiene mucho que ver.
Las mujeres siguen pataleando convirtiéndose en el centro de atención de las personas que esperan abajo y en sus puestos. Me pongo los lentes evitando contacto visual con todos, sé que seré el centro de caza para más de uno. «Siempre lo he sido maldita sea» Me siento como un león albino.
Suben a las mujeres a una camioneta diferente a la mía y me da cierto pánico ya que no se si los Halcones pudieron cambiar de opinión en la reunión y hayan reconsiderado las cosas.
—Suba —me pide Ali.
—Déjame en el mismo sitio —trato de oírme firme— De ahí para allá puedo sola con las dos mujeres.
Azota la puerta volviendo al puesto del copiloto y entramos otra vez en el silencio sepulcral de media hora, pongo los ojos en el espejo tratando de no perder de vista a la camioneta que trae a Sara y a Marie. Nos adelanta estacionándose primero.
Ali ordena que las metan en el auto y no me inmuto en agradecerle, aunque en el fondo le esté haciendo una ovación de rodillas ya que sin su grupo nada de esto fuera posible, tampoco es que este muy a salvo todavía.
—Los contactare si los necesito —es lo único que digo antes de cruzar el puente y ponerme al volante.
Las mujeres siguen llorando, no tengo tiempo para tranquilizar a nadie, solo meto la llave, enciendo el motor y giro el auto dejando una nube de arena cuando me devuelvo.
Los Halcones no son idiotas y obviamente los de la FEMF tenían que irse con cautela ya que revisarían el terreno al volver previniendo algún tipo de emboscada para Ali.
Acelero, los hombres pueden seguirme por mil y un motivo, al igual que Ilenko los Petrova y los clanes que estaban en el aquelarre.
Las preguntas de Sara me aturden al igual que el llanto de Marie, pero no tengo tiempo de detenerme a retirar vendas para decirles que todo estará bien, tengo un perímetro marcado y hasta que no lo pase no puedo dejar de pisar el acelerador.
Salgo a la carretera activando el GPS, Vicky se enciende y las llamadas del aparato no cesan al igual que las voces que me hablan en el micro chip, sin embargo, no doy para responder solo me concentro en los kilómetros que faltan para estar segura. 5...4...3... 2 Aprieto el volante cuando llego a uno y freno en seco cuando paso el arco que da la bienvenida a la ciudad.
—Respaldo a tres minutos.
No me lo creo, miro atrás fijándome en el camino recorrido. Sara sigue temblando y tiene a Marie entre los brazos. Les pusieron batas manchadas de sangre para cubrirles la desnudez.
—Tranquilas —me trepo en el asiento soltando las cuerdas y las vendas— Estamos a salvo.
La herida de Marie huele mal, tiene fiebre y está en medio de un ataque de pánico, Sara esta desorientada y por más que intento hablarle no quiere escucharme.
—Deja que te ayude —me manotea cuando trato de revisar la herida de Marie.
—Déjala —me regaña abriendo la puerta— Hay que buscar ayuda...
—¡Espere! —no me escucha, esta tan traumatizada que no es capaz de dar dos pasos cuando ya está al pie de las ruedas con las piernas aprisionadas contra el pecho, trato de salir, pero Marie está apunto de desfallecer.
—¿Me escucha? —trato de quitarle las vendas que le cubren las mano...
Neumáticos rechinan afuera y las camionetas no se han detenido de un todo cuando las puertas se abren y Alex salta de ella.
La escena me deja anonadada al verlo correr y a Sara levantarse, es como si fueran dos imanes que chocan y se atraen solo con verse, ella huye a sus brazos y él la recibe cuando impacta contra su pecho.
Se rompe, se desvanece sobre aquel hombre con fama de no tener sentimientos, asomo la cabeza y alcanzo a escuchar los sollozos de:
"Tuve mucho miedo" Y los susurros de "Estoy aquí" El corazón se me estremece al notar que no soy la única que ve un ególatra como su escudo.
Le besa la coronilla alzándola en brazos mientras mi papá se sube en el asiento del copiloto que tengo al lado.
—Marie... —intenta señal Sara y Alex la calla metiéndola en el auto.
Papá me abraza revisando que esté bien.
— A la pista —me ordena Alex.
—Si señor —me pongo al volante.
Enciendo el motor mientras Sara sale del shock explicando la gravedad del asunto de Marie, Alex no pone buena cara con la herida y solo quita las vendas infectadas mientras papá ordena en el radio que tengan la avioneta de primeros auxilios lista.
El camino es corto. Ya la pista está preparada recibiendo mi auto con las puertas abiertas.
Gema, Laila, Patrick, Bratt, Gauna, Simón, Parker, Stefan y Christopher... Todos están al lado de la avioneta. El primero y el último son los que más se apresuran a socorrer a Marie.
Gema desconsolada y Christopher apartándola para poder sacarla mientras Sara intenta llamar la atención de su hijo sin obtener ningún tipo de resultados, él está concentrado en Marie. No muy expresivo, pero si concentrado ordenándole a los médicos que hagan algo para quitarle el dolor.
Traen la camilla que socorre a la mujer de edad.
—Chris —Sara lo toma del brazo cuando se llevan a la nana.
La ignora, vuelve a tomarlo y hasta a mí me duele su indiferencia. Es su madre, casi la pierde y ni así deja el caparazón.
¿Con que se rompe? ¿Cuando lo veré expresando sentimientos humanos?
La mujer lo abraza mientras él mantiene los brazos colgados.
—Te quiero —llora y aparto la cara para que no me vean la nariz roja— Perdóname... Yo no quiero que sigas pensando que te abandone, cariño.
No se inmuta, por un segundo me dan ganas de acercarme a sembrarle un guantazo para que note que ella solo quiere redimirse. De seguro vio pasar la vida frente a sus ojos y en momentos así, solo queremos hacer las paces con aquellas personas que lastimamos.
—Te amo, pero estaba asustada... —se limpia los ojos— No quería fallar más de lo que había fallado y...
—Déjalo —Gema se acerca abrazarla— Él te entiende, sabe que lo amas.
Christopher me mira y caigo en cuenta que sigo pegada al auto, Sara abraza a Gema y luego a Christopher, el látigo de los celos va directo a mi pecho y prefiero alejarme del momento íntimo.
«Ellos ahora son una familia»
Me voy donde mi compañera y mi papá que me están esperando con los brazos abiertos.
—Estoy muy orgulloso greñas sueltas —papá me besa la coronilla dejando que mis otros compañeros me abracen.
—Siempre valiente, guapa —Stefan me da un beso en la mejilla.
—Vámonos —me dice mi amiga— Ya la avioneta esta lista.
Me apena el que tenga que ver la escena de Alex y Sara, ahora más que nunca agradezco que sea como es, actuando como si el mundo fuera una nube surreal donde los malditos Morgan no parten el corazón.
—Quiero todos los detalles —abordamos la aeronave.
Media hora después estoy en el vuelo de vuelta a Londres con Bratt, Parker, Simón y todos los que vinieron conmigo.
Cuento el paso a paso, las confesiones de Ilenko que Bratt asemeja de una vez con la confesión de Danna.
—Otra investigación larga y tardía —se queja Simón— Lo único positivo es que será cosa de los grandes.
—Pondré a Gauna al tanto de todo —dice Parker— A lo mejor puede dar soluciones que sirvan.
Me recuesto en el asiento sintiéndome idiota, sé que dije que no me permitiría este tipo de sensaciones, sin embargo, tengo el peso aplastante de los celos.
«Abrazos familiares» A Sara le agrada, a Alex le agrada, hasta mi papá le agrada ya que comento que el traerle de vuelta a Marie es el mejor regalo que le pudimos dar.
Stefan le regala muffins y Christopher le soporta el lado patético.
Me jode y me molesta ponerme así, empiezo a sacar el lado malcriado y no me apetece ponerme en modo perra on, con mi papá aquí.
La avioneta aterriza y hay un grupo de soldados esperando abajo, entre esos Luisa, Alan, Laurens, Brenda, Alexa y los amigos de Stefan acompañados de la prensa.
Se arma el típico teatro del mérito, Cristal no desaprovecha nada. Sara sale con Alex y la gente se viene encima mientras mi avioneta planea y abre las puertas atrayendo a la otra parte de la multitud.
Me sonrojo cuando los soldados me empiezan aplaudir y Laila me alza el brazo en señal de victoria.
—Admiren a la teniente con los cojones más grande del mundo —bromea Brenda mostrándome como trofeo— Ella contra la mafia.
Me abraza susurrándome al oído— Vuelve hacer algo como esto y te mato maldita perra.
—Autógrafos a la derecha por favor —le sigo la corriente mientras los periodistas se acercan hacer preguntas.
"Teniente la familia Morgan está en deuda con usted" "Se unen y son la sensación" "¿Que aportes le trae esto a la campaña de su coronel"
Que coronel, que Morgan ni que nada. Es mi mérito y se lo voy a dedicar a mi papá que no para de sonreír presumiendo lo orgulloso que esta y me encanta verlo así, la cara que pone ahora es la que me empuja a dar todo en cada misión.
—Lo abrazo dejando que me pasee y alardee con los miembros del consejo presente.
—Se vería muy bien como capitana ¿No crees? —le dice a Olimpia.
—¡Papá! —este año no quiero ponerme en una carrera de méritos para que me asciendan.
Olimpia me sonríe palmeándome el hombro.
—Claro que sí, Rick siempre he dicho que hiciste un muy buen trabajo con ella.
Hospitalizan a Marie en los propios muros de la FEMF, Alex mandó a traer un médico del hospital especializado.
El humor del ministro cambia cuando el novio de Sara aparece y ella abandona sus brazos para irse con él, no sin antes agradecerme a mí y papá por toda la ayuda.
Papá se va con Alex y mis amigos me arrastran a la cafetería.
—Todos se rinden ante la segunda nórdica más sexy—espeta Angela en medio del círculo que formaron.
—¿Segunda? —Alan arruga las cejas.
—Segunda porque yo soy la primera —bromea— Pero Rachel me sigue los pasos de cerca.
Me abraza.
—Tiene al líder comiendo de su mano... Lástima que la ética profesional no nos deje saber qué hizo para lograr sola semejante rescate.
A mi no me enorgullece, de hecho estoy tratando de suprimir la promesa con la esperanza de que nunca saldrá, ahora más que nunca necesito un buen mandato que le haga cumplir la condena al pie de la letra.
—Es Rachel James, de la casa James —Brenda empieza a imitar los diálogos de GOT— Khaleesi de los mafiosos, Verduga de los hombres posesivos —bromea con Bratt— Heroína de la FEMF, la nórdica sexy que no arde si no que pone arder.
Todo el mundo revienta en risas.
—Agrégale rescatadora de hombres maltratados —dice Stefan y lo abrazo dándole un beso en la mejilla.
—Muy buena la charla y todo —aparece Parker — Pero el concejo quiere detalles.
Todos lo abuchean, incluyéndome.
—Es aquí cuando dices dracarys —Brenda sigue muerta de la risa.
—¿Qué? —Parker le clava los ojos y la sonrisa se le va poniéndola como un tomate.
—Es que ... Dracarys es una...forma de prender fuego... Y —tartamudea mientras Parker la sigue mirando.
—Es una serie que no conoces —Angela le rodea los hombros a Parker con el brazo— Brend, el capitán solo ve películas de terror y justo hoy veremos una...
Todos empiezan con las insinuaciones acompañadas de chiflidos y obscenidades.
—Vamos —me bajo de la mesa.
—No me lo tardes —me advierte Angela.
Mi tarde se resume en cuatro horas rodeada de vegetes que preguntan lo mismo una y otra vez, con lo de la campaña exigen saber hasta el mínimo detalle.
Lo único bueno es que todo es a modo de reunión y no de interrogatorio.
Salgo faltando un cuarto para las nueve, empezó a llover y tengo dos mensajes de papá avisándome que se fue a beber unas copas con Alex y nos veremos en casa.
«¡Mierda!» Necesitaba irme con él, la FEMF siempre le provee un auto cuando viene de visita, yo ahora no tengo y la moto está en casa.
El estómago me ruge y me voy a la cafetería mientras me pego el móvil a la oreja en busca de hablar con Luisa. Como cosa rara no contesta, Brenda tiene el móvil apagado y Laila no tiene señal.
Intento con Alexa y tampoco ¿Dónde se supone que voy a dormir? Si mi habitación está en ruinas y según Luisa la nueva me la entregan en una semana.
Ordeno la cena mientras le envió un mensaje a Eliot pidiéndole que averigüe quién es Damon Mascherano y le marco a Simón para que me pase a Luisa.
Contesta al quinto pitido explicándome que están en la ciudad, todos se fueron a descansar ya que Gauna nos dio dos días de permiso por el esfuerzo de la última semana.
En resumen, todo el mundo se largó dejándome estancada aquí sin un refugio para dormir porque a mi amiga no se le ocurrió dejarme llaves.
«Paciencia» Respiro hondo debe haber algún sitio desocupado, me pongo a ojear las últimas noticias. Error porque la comida amenaza con devolverse cuando veo las ultimas noticias.
Un montón de párrafos y fotos relacionando a Gema con Christopher.
"El coronel supo hacer feliz a su damisela"
Por favor, estaba más preocupado por Antoni que por la nana, fotos y fotos juntos donde algunos diarios preguntan cuándo anunciarán el compromiso o si tanta cercanía se debe a sus lazos familiares ya que ninguno de los dos se ha manifestado.
Corro el plato, tanta tontería me quito el hambre. Pago y me voy a la torre de dormitorios femeninos con el pulso por los cielos, no camino si no que entierro los tacones con cada paso. ¿Qué es lo que me enoja si hace rato sé que serán marido y mujer?
«Le confeso a Gema que no sentía nada para ti» Las palabras de Stefan hacen que me duela el corazón.
—Lo siento teniente —me dice la encargada de la torre— No hay nada vacío, hasta las camas de los cadetes están copadas.
—Vamos, ¿Debe haber, aunque sea un espacio mínimo?
—Créame que estoy haciendo lo posible para conseguirle un nuevo sitio.
No insisto solo le doy las gracias, como estoy voy a terminar insultando a alguien.
Stefan tampoco es opción porque acaba de subir un estado con Paul, Derek, Laurens y Tatiana en un restaurante de la ciudad.
De igual forma no voy a molestar al mundo con mis problemas habiendo un verdadero culpable el cual debe darme solución enviándome a casa porque tengo más de veinticuatro horas sin dormir.
Ni siquiera sé si quiero verlo después de tanto contacto "Con la señora Morgan" Pero ya me duelen los pies por el uso excesivo del tacón y lo único que quiero es irme a mi casa a descansar.
Termino mojada y tullida de tanto ir y venir, ni siquiera sé dónde está y tengo que probar suerte en su oficina.
Descarto la idea de buscarlo en el hospital ya que Gema esta ahí y ahora no quiero verle la cara.
Si sabe que lo estoy buscando se me vendrá encima, así que prefiero buscarlo en el sitio dónde está casi siempre.
El centinela de turno me confirma que se encerró hace dos horas, así que abordo el ascensor y me encamino por los pasillos apagados. La luz que sale debajo de la puerta me confirma la versión del guardia y dudo un par de veces antes de tocar.
Le tengo más miedo a este que a Ilenko y Antoni.
Toco y no hay respuesta, otra vez y nada. Sinceramente no estoy para andarme por los bordes, así que tomo el pomo y lo giro con cierto pavor, cometer este tipo de imprudencia siempre trae sorpresas desagradables.
No asomo la cabeza, si no que entro de un todo ganándome la mal mirada del siglo cuando alza la cara, cierro adoptando la misma actitud, no vengo a pedir, vengo a exigir.
—¿Te di permiso de entrar? —arruga las cejas y ya sé que está en modo venenoso.
Está tendido en el sofá y todavía trae el pantalón clásico y la camisa color hueso que lucía en el papel de civil
—No —me le planto enfrente— Entre porque llevo dos horas dando vueltas en busca de un lugar donde dormir o de alguien que me lleve a la ciudad....
—Ese no es mi problema.
—Si lo es porque por tu culpa la patética de Liz me quemo todo.
—Ahora no estoy para tonterías —se pellizca el puente de la nariz— Así que lárgate.
—Yo tampoco quiero verte —contesto airosa— Pero lastimosamente la situación me obliga. Y ya que ninguno de los dos se tolera ten la amabilidad de pedirle a uno de tus escoltas que me deje en casa.
Se pone a teclear en el móvil dándome la ignorada del siglo.
—Christopher —trato de no enterrarle un tacón en la cabeza.
—Es un poco patético que la dama de la mafia venga a pedirme ayuda teniendo a todos los súbditos de Antoni a su disposición.
Le sonríe al móvil y me enerva el que esa sonrisa sea por Gema o por otra que no sea yo.
—Dile a Tyler que me lleve —insisto.
Se pone en pie y clavo los pies conteniendo el impulso de retroceder, las cosas siempre pasan por que me dejo intimidar. Me preparo para su acercamiento, pero no llega.
—Primero: Tú a mí no me das ordenes —inquiere con veneno—Segundo: Tampoco hago favores que no me aportan ni me dan beneficios...
Debo alzar la cara para poder mirarlo.
—Y tercero: Tampoco interactuó con las mujeres de incestuosos violadores, así que saca tu culo de mi oficina y tienes prohibido venir hablarme con la mierda que traes colgada en el cuello.
Toco la jadeíta.
—Estas celoso —le hago un puchero— Lindo cucarachón esta sentimental y destila veneno para que este no lo ahogue.
—¿Celoso? —pregunta tranquilo sacándome de casillas — Tengo novia y no es la mujer de ningún violador.
Me señala la puerta.
—No tengo más nada que decir así que vete.
Empieza a saltarme el cólera, detesto que le tenga título y siempre quiera echarme como si no valiera una libra.
—Te ves ridículo en el papel de novio con apodo pendejo —espeto molesta— Tanto joder y alardear con ser el mega hombre y andas como idiota detrás de una tonta que...
Logró lo que no logre yo, el subconsciente me traiciona terminando la frase en mi cabeza y la decepción me arrastra como ola de mar embravecido.
—No gastes saliva en cosas que me resbalan.
Su indiferencia y ese maldito autocontrol es lo que me pone al borde esta tan sereno que...
—Teniente —chasquea los dedos frente a mis ojos— Si termino por favor váyase.
—¡No me trates así! —siento que se me esta prendiendo el cabello.
—Ya te volviste una desquiciada —rueda los ojos y termino empujándolo.
—Dile a tu marido que te preste una camisa de fuerza.
—Al menos Antoni no es un pendejo que le anda quemando las cosas a nadie.
Se queda callado y no sé si le dolió o simplemente le valió mierda, pero no le voy a dar el gusto de salir invicto.
—Tampoco me tiene como la otra ni me trata como zorra barata —no se inmuta— ¡Y lo mejor es que no es un idiota traumado solo porque la madre lo abandono!
Las palabras salen sin medirlas y lo dejan callado por segundos que se me hacen eternos y me dejan esperando el júbilo de los celos, cosa que no llega y eso solo me demuestra que no le importa y no le importo.
—Al menos el hermano quiere sacarlo, pero tú —estoy respirando por la herida— No eres nada Christopher, ni siquiera tu padre te tolera y hasta Sara se hartó ¡No te soporto aun estando programada para quererte!
Esta tan frio y su indiferencia me está doliendo y quemándome derrumbándome por dentro.
Me da la espalda para irse y no sé de dónde sale el impulso de tomarlo del brazo.
—¡Suéltame! —se zafa.
—¡Anda! —vuelvo a empujarlo— ¡Suéltalo y lastímame como siempre lo haces!
Se me salen las lágrimas estoy perdiéndome otra vez con el desespero que me causa verlo con otra.
No deja que lo vuelvo a tomar, así que empiezo a empujarlo mientras me da la espalda.
—¡Te odio, te odio! —me siento tan ardida que...
Se gira y alcanzo a tomarlo del cuello de la camisa que se rasga con el tirón transformándole el gesto en una expresión que no puedo describir al tenerlo contra mí aferrándose a las solapas de mi abrigo.
La furia le arde en los ojos y por un momento le temo a la fuerza que ejerce mientras resopla llevándome contra su pecho.
—¡¿Qué es lo que quieres?! —me grita.
—¡Quiero que demuestres que me amas como yo te amo a ti! —le grito también y atrapa mi boca con un beso cargado de ira arrancándome la jadeíta del pecho mientras lo rodeo con los brazos para que no me suelte.
Esto es tan tóxico por Dios, me duele reconocerlo y amarlo como lo amo.
Lucha con los botones de mi abrigo, abriéndolo, quitándolo y pateándolo en el suelo rasgándome las tiras de la blusa y bajándola de golpe. No me suelta la boca y siento la necesidad de desaforar todo esto enterrándole las uñas en los brazos cuando baja por mi cuello.
Me empuja y caigo de culo en el sofá con la erección remarcada frente a mis ojos, el corazón se me quiere estallar cuando mis hormonas explotan presas de este amor lujurioso que va a terminar matándome.
Empieza a soltarse la correa del pantalón y parece que fuera su súbdita cuando se queda frente a mí con correa en mano como si fuera un amo dispuesto a castigarme con el miembro que salta ante mis ojos, tal lanza, apuntándome, firme, potente y erecta.
Algo me recorre la espina dorsal mientras paso la lengua por mis labios cosquillosos y me termina de alborotar las hormonas cuando se yergue sacudiéndose la polla, hunde la mano libre en mi cabello tomándolo por la raíz que nace en mi nuca y me lleva contra él preparándome para la mamada.
El glande me roza los labios y acto seguido abro la boca prendiéndome de la potente verga que me invade la garganta.
«¡Joder, maldita sea, es tan exquisita!» Nunca pensé que un órgano humano pudiera saber tan bien.
Creí que "Lo de mamadas deliciosas " Era algo relativo para definir lo que siente el que la recibe y no el que la da.
Pero es excitante y delicioso sentir el falo erecto en mi boca, el glande rozandome el paladar. La verga tibia que no me deja cerrar la mano sobre ella mientras mi boca hace lo posible por cubrirla lo máximo posible. en tanto su agarre me lleva la cabeza de adelante hacia atrás.
Quiero razonar, decirme que está no es la mejor forma de actuar, pero analizándolo seriamente no solo creo estar enamorada, sino que también tengo un apego sexual extremo hacia este hombre.
Puedo odiarlo, sentirme celosa y querer hacerme la difícil, pero el sexo siempre me hará débil porque somos imanes que no pueden estar uno junto al otro sin tocarse, no podemos tener las manos quietas porque simplemente ninguno de los dos tiene control cuando del otro se trata y somos tan putamente tóxicos que en vez de alejarnos buscamos la manera de desafiar el mundo con momentos como estos.
Nuestra relación nunca será un ejemplo a seguir.
La excitación me gana cuando con una mano le entierro las uñas en los muslos y con la otra le levantó el miembro dándole atención a los testículos.
¿A dónde aprendí tanta mierda? No tengo idea, solo sé que con él me gana el morbo y siempre quiero lamerle hasta el último centímetro de piel.
Los meto en mi boca saboreándolos con mi lengua y vuelvo a la polla erguida chupándola con auténtico desespero.
Soy una maldita ninfómana que toma sus jadeos como música celestial, su agarre como órdenes de que no pare y la tensión de sus músculos como una ovación que me dice que lo estoy haciendo de maravilla.
—¡Joder! —gruñe cuando por instinto apretó un poco el glande con los dientes.
Me folla la boca mientras me aferro a sus muslos lista para recibir lo que sé que se avecina.
Se hincha, me preparo, pero su agarre se intensifica arqueándome la cabeza hacia atrás alejándome de golpe y pese al tirón no aparto los ojos de su miembro.
—¡Mírame! —exige.
No puedo definir el color de sus ojos, me mantiene sujeta mientras sacude la mano sobre su falo haciendo que la erección estalle sobre mis pechos.
El líquido tibio toca mi piel con una eyaculación larga que se resbala por el canal de mis senos.
Esto ya se salió de control, joder, se salió tanto que su imponencia solo me enciende más, la rudeza y esa estúpida forma de marcar territorio.
Me levanta tomándome de los hombros como si fuera una muñeca y por fracción de segundos temo a que quiera a arrastrarme fuera para echarme, pero no pasa.
—Siempre tiene que ser así ¿cierto? —sigue furioso— A lo bruto y a lo animal porque sin batalla campal no lo disfrutas.
Yo no quiero que hable, quiero que me penetre con furia. Le entierro las uñas en el cuello de la camisa terminándola de romper. Ya está, perdí la cabeza.
Se mira la tela destrozada y vuelvo a besarlo, a mí no va a dejarme con las ganas así que le rodeo el cuello con los brazos atrapándole los labios con un mordisco suave y es ahí cuando empieza la verdadera tertulia.
Me deja sin habla tomándome del cuello arrojándome de golpe en el sofá, viniéndose contra mí, la falda cruje bajo sus manos subiéndola a la fuerza volviéndola un amasijo de tela sobre mi cintura.
Me quita las bragas y nuestras bocas chocan consumiéndose con besos calientes y húmedos que nos ponen a rodar en el suelo, él sobre mí, yo sobre él comiéndomele el cuello, lamiéndole y chupeteándole los bíceps.
Mi cordura se fue a la Conchinchina y su instinto posesivo está en la cima haciéndome a un lado y echándose sobre mí.
Está claro que no se va a dejar dominar, así que le doy lo que quiere abriéndome de piernas para que entre. No hay dolor, ni momento para adaptarse porque estoy tan húmeda y dilatada que mi entrepierna lo recibe satisfecha y con gusto mientras mis piernas enfundadas lo rodean disfrutando de las embestidas.
Lo mete todo, invadiéndome el canal mientras nuestras respiraciones se funden, nuestros labios se unen y mis extremidades lo abrazan.
Estoy eufórica, caliente y arrebatada. no creo mi nivel de excitación pueda subir una línea más. Su agarre, sus labios y mordiscos.
—Elige bien las palabras antes de insultarme —tira de mi cabello hacia atrás— Porque para herirme se necesita más.
Los jadeos no me dejan contestar.
—Alex, Sara ninguno de ellos me llega, por eso me vale mierda que me los menciones —se prende de mi cuello.
La hombría y el saber que es macho dominante en todo el sentido de la palabra, todo se mezcla aturdiéndome cuándo se pone de rodillas tomando mi pelvis y llevándola contra él.
La escena me encanta, el ver cómo los pechos me rebotan untados de él, como tengo la falda y la blusa enredada en la cintura y en cómo tiene la mandíbula tensa embistiéndome como un poseso.
Las venas se le remarcan en la piel y la manzana de Adán se le mueve cuando echa la cabeza hacia atrás preso del éxtasis. Lo siento en todos los sentidos.
Vuelve en si acariciándome el piercing, coloca las manos a ambos lados de mi cintura y...
—Mira —exige con los dientes apretados y mis ojos se desplazan abajo viendo como entra y sale. Entra y sale potente, duro y brillante por mis fluidos erizándome la piel y atascando el paso del aire.
—Vas a irte llena de mí, Rachel James —aprieta la mandíbula y dicha confesión suelta una descarga de adrenalina caliente que me baja por las venas mareándome al instante cuando siento que todo me baja de golpe y no hallo dónde enterrar las uñas cuando un sin fin de fluidos me empapan acompasándose con el orgasmo que libera mi cuerpo.
¡Carajo! Me tapo la boca acallando el gemido y disfrutando de aquel líquido caliente que no conocía.
Él se empapa los dedos untándolo en mis muslos mientras muero de vergüenza por el desastre que hice, acabo de eyacular sobre él y supongo que también termino porque nunca antes me había sentido tan húmeda.
Siento vergüenza de mí misma por correrme así con un sexo tan tóxico. No le doy tiempo de que hable, solo me giro y me levanto encerrándome en el baño.
Quiero gritar, el corazón se me quiere salir y parezco una maldita demente con el cabello desordenado, los labios hinchados y el cuello rojo.
¿Qué te está pasando Rachel James? Parece que estuviera en el video de Love The Way, me muerdo los labios temblorosos. No voy a llorar tampoco puedo caer tan bajo.
Mojo un par de toallas, las unto de jabón líquido y me las paso por el pecho y la entrepierna. Repito el acto con las secas acomodándome el sostén y echando la blusa destrozada en la basura, me coloco las bragas y trato de armar una coleta improvisada con mi cabello.
Calmada vuelvo a mirarme en el espejo.
Solo fue un orgasmo intenso, no es necesario que pierda la cabeza y me cuelgue más de lo que ya estoy. Ahora más que nunca quiero irme a casa.
Me doy dos cachetadas mentales «Ya lo dañaste ahora actúa como si nada» Me digo.
Abro la puerta despacio, está fumando en el sofá con los codos apoyados en las rodillas. Tiene la chaqueta puesta y yo parezco puta en sostén, con la ranura de la falda casi al borde de la cintura mostrando el encaje de mis medias veladas
—¿Le dirás a Tyler que me lleve a casa o...? —en parte me jode que se quede aquí consolando a Gema— ¿O tengo que salir a buscar un taxi en medio de la lluvia?
Recojo el abrigo para no sentirme tan expuesta mientras él no deja de repararme.
Su silencio me está partiendo, pero no voy a volverme loca otra vez demostrando que me está afectando. Alcanzo la jadeíta y me la meto en el bolsillo.
—Tú no eres la otra de nadie y mucho menos la mía —dice mientras me cierro el abrigo.
—¿A qué viene eso? —cambio de tema de buenas a primeras— Te estoy preguntando si me puedes ayudar o no. No que me recuerdes lo que sé.
—¡No te lo estoy diciendo en mal sentido! —se molesta.
—Como sea ¿Vas a enviarme a casa sí o no?
Vuelve a quedarse en silencio y me encamino a la puerta, pero no alcanzo a tomar el pomo cuando ya tengo su mano en mi brazo.
—¡¿Sería mucho pedir un puto momento de paz?! —me voltea.
Y los arañazos me recuerdan lo que acaba de pasar.
—Estoy harto de tanta peleadera.
—Tu las provocas...
Me pone el índice en los labios para que me calle y va bajando la mano por mi cintura hasta dejarme pegada a su torso, el índice que estaba en mis labios ahora reposa en mi barbilla preparándome para el beso.
Ladea la cabeza y como soy una idiota le correspondo dejando que me abrace, beso que para mí es ardientemente romántico. Caliente por la intensidad y la forma en que baja las manos a mi trasero apretándome los glúteos y romántico porque estoy enamorada hasta el tuétano y cualquier caricia de su parte es la mega maravilla para mi yo tonto.
El momento se extiende cuando me aferro a su chaqueta dejando que nuestras lenguas se toquen y nuestras respiraciones se fundan. Termina y pega la frente a la mía.
—Te llevo, pero si empiezas a pelear te dejo tirada a medio camino.
Ruedo los ojos y vuelve a tomarme la barbilla para darme otro beso.
—Que sea ya, por favor —me vuelvo hacia la puerta.
—Primero dame las bragas —clava la mano en la madera para que no la abra.
—¡Estas no! —me quejo— Tendría que salir con el coño al aire.
Niega cruzándose de brazos como si no aceptara reproches, así que meto las manos bajo el abrigo, las deslizo y se las entrego de mala gana.
—Adelante —señala la puerta metiéndoselas en el bolsillo.
—Depravado —murmuró por lo bajo mientras asomo la cabeza.
Las luce siguen apagadas y no quiero que me vean salir los centinelas, tuve que haber realizado algún tipo de sonido y moriría de vergüenza si saben que era yo la que andaba gimiendo como gata.
Me quito los tacones mientras el cierra la puerta.
«Que no venga nadie» Voy suplicando mientras voy saliendo, aunque tenga el abrigo siento que mi imagen tiene un letrero de recién follada.
Todo está a oscuras y debo ir a tientas para no estrellarme contra las paredes.
—¿Quieres apurarte? —espeta Christopher andando como si nada.
—Shhh —lo regaño— Cierra la boca que no quiero pasar vergüenzas a esta ahora.
Me voy por las escaleras y trato de llegar rápido a la entrada del estacionamiento, veo una de las linternas y apresuro el paso, pero la seda se me resbala dos escalones antes y caigo de bote abajo.
—Si vas a matarte que no sea conmigo, por favor —el coronel baja los escalones de dos en dos y empiezo a partirme de risa.
Ya está, quiero actuar como la puta ama y termino follada y pareciéndome a Laurens, así que prefiero partirme de risa a echarme otra tanda de lamentos.
Me levanta y debo limpiarme las lágrimas que me brotaron de los ojos.
—¿Efecto secundarios del orgasmo intenso acompañado con eyaculación femenina? —dice.
—¡Calla! —lo reprendo.
—¿Por qué? Si fue lo que pasó.
—Si, pero no es necesario que me lo recuerdes —avanzo al auto y me abre la puerta con el mando a distancia.
Se pone al volante llamando la guardia que llega en menos de nada y enciende el motor saliendo de la central.
Logro recostar la cabeza cuando tocamos carretera, no sé porqué creí que Gema saldría de cualquier lado preguntándole para donde va. Aunque en el fondo no me hubiese molestado que me viera.
—¿Puedo poner música?
—Pensé que íbamos en modo incógnito —no aparta la vista de la carretera.
—Ya no estamos en el comando.
Enciendo el estéreo dejando que Lost on You se apodere del ambiente, lo reparo mientras conduce, tal acto es tan sexy en los hombres y más en él que va concentrado y su seriedad me deja detallar las facciones su rostro.
El reloj de oro blanco le brilla en la muñeca y me atonto con los latidos acelerados que lanza mi corazón cuando se humecta los labios.
—Tómame una foto si quieres —dice tajante— Disimula un poco que te están brotando corazones en la cara.
—Ja.
—Toma la foto tranquila, así podrás fantasear conmigo en casa y no solo mientras conduzco.
Aparto la cara ocultando la sonrisa.
—Solo estoy esperando que me felicites por el trabajo de hoy, creo que se te olvido.
—No te voy a felicitar por algo que no te mande hacer.
Callo para no extender el tema tocando puntos que nos pongan en discordia.
Entramos a la ciudad y revisa el móvil cuando nos detenemos en los semáforos, lo llaman, no contesta y no es muy precavido que digamos ya que alcanzo a ver el nombre de Gema cuando deja el aparato en la guantera.
—¿Tienes hambre? —pregunta.
—No, solo quiero descansar.
Se desvía a Belgravia, el que bajemos a comer implica el despliegue de la guardia y no estoy para otro shock de fotos en mal momento.
Las dos camionetas se estacionan adelante y atrás dejando el Mclaren en la mitad. Fijo los ojos en la ventana y respiro aliviada cuando veo las luces de mi piso apagadas.
—Gracias.
Me quito el cinturón y él hace lo mismo.
—¡No vas a bajar ni mucho menos a subir!
Advierto presa del miedo, no quiero imaginarme la cara de mi papá si lo ve arriba.
—Tu papá lo sabe —se molesta— O se lo imagina...
Lo tomo de la manga cuando trata de abrir la puerta.
—¡Por favor! —lo jalo y me inclino dándole un beso en los labios— Deja que suba sola y descanse como lo tengo planeado.
—¿Es por tu papá o porque temes a que Stefan este arriba?
—Ay no empecemos con eso por favor —hace más de dos horas que no pienso en Stefan.
—¿Sigues con los planes lastimeros? —indaga con sarcasmo.
—No son planes lastimeros, Christopher... —corto las palabras en verdad no quiero cerrar con broche de oro.
—Bájate —no me mira.
—Oye no tienes por qué actuar como un capullo ¿Vale?
—Aja.
Christopher es como un nenito malcriado que se enoja por la más mínima cosa y más cuando de celos se trata.
—¿Al menos puedes despedirte? Te recuerdo que fuiste tú el que pautó que no debía haber peleas en el camino.
—El camino acabó.
Lo tomo de la chaqueta acercándolo a mi boca.
—Deja de hacer tantos corajes por tonterías y bésame para que pueda fantasear tranquila.
Le rozo los labios y pone la mano en mi cara profundizando el momento, se extiende cuando corre el asiento y desliza las manos por mi cintura subiéndome a sus piernas.
—Todo es más sencillo cuando no te pones en modo ogro —lo molesto a propósito.
—No me digas así —se enoja.
—Pensé que era tu apodo de pila —me burlo, yo detesto que lo llamen así.
Me rodea la cintura con el brazo.
—Considérate suertuda porque voy a dejar que me llames lo que soy —me muerde la barbilla— Grábatelo bien porque a partir de ahora vas a llamarme "Mi amor"
Suelto a reír.
—Ok, en definitiva, los chistes no se te dan así que evítalos, por favor.
—See —dice pensativo— Creo que divino Dios se oye mejor.
—¿Te imaginas la cara de todos? —rozo nuestros labios— Cuando me pose firme y te diga "Como ordenes mi divino Dios"
—Sería muy original de tu parte.
Me dedica la sonrisa que tanto amo y lo beso mientras desliza las manos por mis piernas reafirmando la erección que está naciendo abajo, poso las manos en su cuello saboreando aquella boca que tanto me enloquece. Es más adictiva que el HACOC, viaja por mis mejillas y mentón apoderándose de mi cuello con ansias.
—Nos vamos a ganar otra multa —aprieto las piernas.
—Vámonos a mi casa —se le agita la respiración y es tentador, pero se supone que vine a la ciudad a pasar tiempo con mi papá y si me voy con él me costara un montón levantarme mañana y él debe estar concentrado en la salud de su nana.
—No puedo —deja caer la cabeza en el asiento.
—Quiero pasar tiempo con papá —le rodeo el cuello con el brazo— No es que no quiera, porque si por mi fuera estuviera cabalgando sobre ti —le muerdo el lóbulo de la oreja—Desnuda y jadeando tu nombre silaba por silaba.
Avanza por mis piernas y me abro más para que me toque y sepa como estoy.
—Tu humedad me mata, nena —introduce los dedos remarcando la pelvis para que lo sienta.
Suelto el abrigo, saco los brazos y bajo las copas del sostén ofreciéndole mis pechos, él tiene cierta obsesión y yo amo que la tenga y la disfrute, así que lo llevó hasta ellos dejando que lama uno y tome el otro cerrando los ojos y lamiendo de vez en vez.
No me atrevo a abrirme de piernas ya que los saltos moverán el auto y hay dos camionetas que de seguro están vigilando todo.
Las muerde tirando de mi pezón mientras disfruto de los apretones que ejerce en mis caderas y piernas.
Se me escape un leve jadeo cuando desliza los dedos en mi sexo toqueteando mi clítoris con movimientos suaves saboreando mis pechos y deleitándome con el toque que se alterna entre roce y penetración con tres dedos.
—¿Te gusta? —jadea con los ojos oscuros.
—¡Si!
Me muerdo los labios cuando lo atrapa entre sus dedos y vuelve a morderme el pezón con suavidad, lo aprieto contra mí refregándome contra la erección maltratante que tengo abajo. Nos besamos y su mano me pone a ver estrellas cuando me desvanezco en sus brazos.
—Me gusta el acceso de tu falda.
Como si lo fuera, básicamente tengo un medio pedazo de tela colgado en las caderas.
—Mi ropa se vuelve desechable cada que estoy contigo —escondo la cara en su cuello— Me debes un día de compras por todos los daños y perjuicios.
—Solo si dejas que sea yo el que mida todo en el probador.
—Que conste que estás diciendo que sí.
—Si incluye desnudes y sexo en tiendas públicas, adelante —se encoge de hombros.
—Lamento dejarte así —vuelvo a mi puesto— Pero, ahora si tengo que entrar.
—No lo lamentas porque no serás la que se ira dura a casa —se queja pasándose la mano en la entrepierna.
—No empiece con el drama, coronel —me acomodo la ropa y abro la puerta— Gracias por traerme.
—Si, ve a pensar en mí mientras muerdes la almohada ocultando la emoción.
Hasta el ego se lo dieron en tamaños exagerados.
—Descansa.
Azoto la puerta avanzando a mi edificio, le pido la llave de emergencias a Julio, subo y me desprendo de la ropa. Papá no ha llegado todavía así que me meto en la bañera dándole tiempo para que lo haga.
Trato de que la espuma me aterrice, en momentos así quedo idiotizada y me toma tiempo borrar la sonrisa estúpida que se apodera de mi cara.
Cierro los ojos y lo veo sobre mí, respiro hondo y siento que aún tengo su fragancia impregnada en mis fosas nasales.
Salgo de la bañera, me empijamo y enciendo la tele.
No hay señales de papá y para empeorar mi estado de enamoramiento me pongo a mirar la foto del hombre que tanto me agobia.
«Menudo pelmazo, egocéntrico proporcionado de orgasmos cósmicos» Quiero odiarte. Le grito a la foto, pero nuestros putos momentos Chrischel me vuelven loca.
Sacudo la cabeza al asimilar lo que acabo de pensar ¿Chrischel? O sea acabo de shippear con él. No soy la puta ama si no una adolescente ridícula.
Trato de retroceder para volver al menú, pero entro en panico cuando sin querer le doy llamar.
Joder, joder, joder. EL IPhone se bloquea y suena dos veces antes de que pueda colgar.
«¡Maldita sea!» Su mensaje no tarda.
Christopher: ¿Babeando sobre mi foto? Dile a Parker que te haga un monumento en tamaño real.
Tecleo rápido.
Rachel: Se le iría mucho yeso en tu polla.
Aprieto los labios cuando veo el escribiendo.
Christopher: Deja que Tyler que te recoja y así babearas viéndome en vivo y en directo.
Ruedo los ojos y cambio el tema, como es va alardearse el ego toda la noche.
Rachel: ¿Qué estás haciendo?
Christopher: Masturbándome en la cama ¿Y tú?
Que casual.
Rachel: Acostada, pero no masturbándome, eso son cosas del diablo.
Bromeo.
Christopher: El infierno es mi sitio favorito.
Me envía una foto le doy click y se me cae el móvil cuando veo la potente verga que se cierne al otro lado de la pantalla con la descripción: "Para tu mesita de noche"
Tecleo rápido.
Rachel: Gracias, le voy a comprar un marco de plata.
Christopher: De oro se vería mejor, al fin y al cabo, la vez como tu más lindo tesoro.
—Hola cariño.
Bloqueo el móvil cuando veo a papá junto a mi puerta.
—Hola —la cara me arde.
—Traje pizza —me muestra una bolsa— ¿Tienes fiebre? Pareces un tomate.
—No solo, es que... —se me traba la lengua— Siéntate traeré un poco de soda.
Corro a la cocina y saco el galón de la nevera.
—No tengo batería —grita— Voy a llamar a tu madre desde tu móvil.
—¡No! —corro a la velocidad de la luz y para cuando llego ya lo tiene en la mano y me odio por mantener la misma clave desde que tengo 16.
Le arrebato el móvil.
—Voy a borrar de mi cabeza el hecho de que te guste ver pornografía—se pone serio y me fijo que vio la imagen mas no el remitente.
Se me cae la cara de la vergüenza.
—Lo siento...
—Trae la soda —me señala la puerta y me devuelvo llevándome el IPhone.
Vuelvo y nos acostamos a ver una película.
—Voy a dejarte un cheque para que le compres algo a Gema —comenta papá a la mitad de la película— Me invitó a la reunión que organizara en tanto Marie se recupere, pero no creo que alcance a estar. Tu madre ya está neurótica recalcándome que soy un oficial retirado.
Me quedo callada para que deje el tema pero no lo hace.
—¿Puedes? Fue muy amable al invitarme y me apena no darle algo, después de tanta cosa que paso.
—Siéndote sincera no tenemos muy buena relación.
—Deja de meterte con el hijo de Alex —me advierte sin que le diga nada— Cariño se va a casar y tú debes tomar un sendero diferente. Alex es mi amigo, pero su apellido conlleva muchas responsabilidades.
Asiento para no contradecirlo y me besa la coronilla estrechándome contra él.
—Hable con el general de la central de Washington y me recalco que le encantaría verte algún día en una de sus tropas, como teniente o capitana si en algún momento quieres ascender. La central de USA es casi igual de grande a esta —explica— A mí me encanta que estés aquí porque estás con los mejores, pero si algún día te aburres puedes volver América, en Washington estarías más de tu madre, puedo acondicionarte una propiedad como tú la quieras.
—Gracias.
La paz llega a su fin de solo imaginar que esa decisión puede estar más cerca de lo que creo y será el día que Christopher se case y se posesione como ministro, mi paciencia llega a cierto punto y no voy a soportar verlo tener una familia con otra, como lo dije una vez me iré y Stefan será quien me acompañe. Pueda que el tiempo nos una y seamos una familia también.
Habrá espacio de sobra para enamorarme, él ya me quiere y de cierto modo yo también.
Respiro hondo, mientras tanto seguiré en mi papel porque si me voy, lo haré dejando a Christopher marcado, de eso no tengo ningún tipo de duda.
Me encojo en la cama cuando la promesa de Antoni me retumba en la cabeza, necesito que los Morgan se queden con el poder porque son los únicos que me garantizan el cautiverio de Antoni, porque si llega a salir juro por Dios que me mato antes de que me busque.
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