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CAPÍTULO 45

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A lo Morgan.

Christopher.

Si hay algo que me joda la existencia es que no pueda tener el control de una situación, el que tenga mil y un opciones y aun así ninguna me sirva.

Un secuestro sin negociación es asesinato seguro y en los tres días de búsqueda no hemos recibido llamada alguna. Me cuesta darme por vencido, pero mi subconsciente ya empieza a prepararse para lo peor.

Alex esta frente a mí, en silencio y con la mirada fija en la ventana de la camioneta en movimiento. Tiene a Laila al lado, pero esta solo le habla cuando es estrictamente necesario, está metida en su papel de soldado y debe saber que el ministro se transforma cuando se coloca el uniforme.

Es el único jerarca que veo en este rol pese a que puede controlar el ejército a su antojo sin tener que exponerse ni mancharse las manos.

Lo reparo y es como si me viera en un espejo a futuro con los mismos ojos, las mismas expresiones y los mismos rasgos duros que intimidan a cualquiera. No aparenta los cincuenta, de hecho, se ve más joven que Gauna quien es cinco años menor y lleva cuatro horas a mi lado con una ametralladora cruzada en el pecho.

Miro mi teléfono preguntándome si seré como el ministro en todos los sentidos, si tendré el mismo aire y la misma actitud de solitario después de fallar en el matrimonio que todavía no empieza, pero ya estoy declarando como fracaso total.

Desbloqueo la pantalla concentrándome en la foto de la mujer con ojos celestes, su número esta abajo y no sé porque llevo toda la mañana tratando de inventar una excusa para hablarle sin verme patético.

—Necesito que desplieguen el operativo a lo largo de Rusia —ordena Alex.

Guardo el teléfono antes de que el impulso me traicione y termine cometiendo una ridiculez.

—Ya estamos en eso señor —contesta Gauna.

—¿Si? Porque nadie me ha dado avances ni resultados que sirvan.

—Haremos lo posible...

"Haremos lo posible" —repite elevando la voz— ¡Un haremos no me sirve! Quiero soluciones no intentos de ayudar.

—No es fácil...

—Cero excusas más resultados —lo calla—Sara tiene que aparecer o rodará más de una cabeza.

—Y Marie —susurro haciendo que me clave los ojos color acero.

—Mi búsqueda es por parte y parte.

—No parece y siendo realistas le debemos más a Marie que a Sara.

—¡Cada día te pones más estúpido! —me regaña— No puedes pedirme que ponga a tu nana por encima de tu madre empezando por que sin Sara ni siquiera estuvieras respirando —empieza con los gritos— ¡Pregúntate si en mi lugar serias capaz de interponer a tu empleada por encima de tu esposa...!

—Ex esposa... —le aclaro para provocarlo— Porque no están casados y que yo sepa Sara tiene una nueva pareja.

Me come con los ojos, ni siquiera se ha percatado que tiene el ligue al lado como para andar proclamando que esta o estuvo comprometido.

La central abre las puertas y Laila es la primera en saltar de la camioneta.

—Tienes tres horas para alistar soldados y cambiar el armamento —le ordena Alex— Te necesito lista junto con la tropa que marchara a Rusia.

—Si señor —le dedica un saludo militar antes de marcharse.

—El general James está por llegar —avisa Gauna— ¿Pido que lo envíen a su oficina cuando llegue o....?

—No sé —inquiere molesto— Déjame revisar la agenda donde anoto el rumbo de la gente que envió a buscar con carácter urgente para luego deducir si quiero que me visiten o no.

Gauna no contesta, simplemente pide permiso para retirarse.

Rick James fue colega del ministro y muchas de sus victorias fueron juntos y gracias a él, es uno de los mejores rastreadores y al igual que Alex no le importa reintegrarse al sistema cuando la entidad lo requiere.

—Quiero a los capitanes, sargentos y tenientes disponibles en mi oficina para una junta de reestructuración —ordena Alex antes de marcharse— Usted también, coronel.

Entrego el armamento mientras Angela me pone al tanto de las últimas novedades. El Óculos está cerrado, el centro está quieto y el único que parece tener buen avance es Parker que viene en camino con un supuesto hijo de Danna.

—La mafia está desesperada —comenta Ángela mientras nos aventuramos por el pasillo— El óculos y el centro son piezas claves que generan dinero y todo está congelado gracias a la FEMF...

Se calla cuando ve a Gema acercándose con Liz.

—Lo espero en la oficina del ministro —se adelanta sin ocultar que le incomodan ambas mujeres.

—¿Sigues con lo mismo? —le pregunta— Un error lo comete cualquiera ¿Vale?

—Los errores no están permitidos en nuestra profesión... —se suelta y Liz rueda los ojos.

—Hola —me saluda Gema— ¿Hallaste algo?

Niego, quisiera dar respuestas positivas no tanto por ella si no por mí que estoy a nada de perder la única figura materna que tuve.

—Alex está convencido de que en Londres no hay nada así que marcharemos a Rusia...

—Yo voy, no puedo seguir de brazos cruzados.

—Vas a tener la cabeza en otro lado y da igual si estás aquí o allá.

—Lo sé, pero Liz me dará apoyo.

—El ministro lo está esperando —me llama uno de los cadetes.

—Si vas necesito que te comportes como un verdadero soldado —le advierto antes de entrar— Lo menos que quiero son regaños o sanciones por parte del ministro.

—Vamos a lavarte la cara para que no noten que has estado llorando —se la lleva Liz.

Gauna, Patrick, Meredith, Simón y Angela ya están en la oficina, me quedo de pie mientras Patrick explica y resume las últimas novedades.

Calla cuando Gema interrumpe, la lavada de cara no sirvió para nada porque sigue con los ojos hinchados y parece que se desmoronara en cualquier momento tanto que Meredith se levanta a darle la silla y Liz se queda cuidandole la espalda.

—Continua —le pide Alex a Patrick.

—Decía que...

—Luisa Banner quiere verlo —avisa la secretaria.

—¡¿Es que acaso no notas que estoy ocupado?! —el ministro empieza a molestarse.

—No le quitaré mucho tiempo, señor —se asoma Luisa— Es importante...

—Estoy en un operativo de búsqueda, Banner.

Se atreve a entrar provocando que Alex se tense en la silla mientras Simón le hace señas a su esposa para que se vaya.

—No puedo recibirte, así que evita ganarte una sanción por una tontería.

—Soy una osada al contradecirlo —se posa en la mitad de la sala— Pero no puedo esperar a que vuelva de Rusia.

—Estamos en cosas importantes —se mete Liz.

—¡Calla que nadie te pidió hablar! —alega Luisa.

—Es el operativo de búsqueda de mi madre —habla Gema con un hilo de voz— Ten, aunque sea un poco de respeto.

—Tendré el mismo respeto que tuvieron ustedes a la hora de meterse con Rachel...

—¡El ministro dijo que está ocupado! —replica Liz y alzo la mano para que se calle.

—¿Qué dijiste? —le pregunto a Luisa.

—Lo que oyó.

—Tienes dos minutos —le advierte Alex exasperado— Para decir lo que tengas que decir e irte de mi oficina.

Asiente.

—Me gustaría que la charla fuera a solas.

Alex sacude la cabeza.

—Habla ya o te esperas a que vuelva.

Se endereza dejando una USB sobre el escritorio.

—Vengo a denunciar los actos vandálicos de la sargento Liz Molina hacia la teniente Rachel James.

—Ay por Dios no sabía que estábamos en el colegio —se levanta Liz— Niña, aquí no se anda acusando con el director.

—¡Se más clara! —exijo.

—Exponla —sigue Liz— Que los caballeros sepan porque hice lo que hice.

—Ya lo saben así que me da igual —Luisa sigue con la mirada fija en Alex— La amiga de su nuera, destrozó el auto de mi amiga e invadió su privacidad quemando, rompiendo y dañando sus pertenencias.

El colera me estalla en las venas.

—¡¿Qué hiciste qué?! —Simón alcanza a tomarme para que no me le vaya encima.

—Si no me creen ahí esta la prueba —señala la USB que el ministro esta conectando en su laptop.

No entiendo de donde putas me gane el imán que atrae las locas. Alex se concentra en la pantalla y no doy pie para decir nada solo siento que la rabia me consume por dentro y debo apretar los puños con el suceso de la navaja.

«Suerte» Liz tuvo suerte porque si la hubiese tocado con la hoja estuviera tres metros bajo tierra.

—Puedo explicarlo —dice Gema con voz temblorosa— Ella... Se está acostando con Christopher y lo que hicimos es poco comparado con lo que se merece.

Alex la aniquila con la mirada y sé que no tengo que decir nada ya que el ministro es mejor destructor que yo.

—La culpa no es solo de estas dos taradas —Luisa me mira— También es suya, coronel.

—Cariño —interviene Simón— Mejor vámonos a casa...

—¡No! —se le quiebra la voz— Estoy cansada de que por su culpa —me señala— Rachel viva de problema en problema.

—¡No me interesan tus regaños!

—¡Pues tendrá que escucharlos! —se acerca a encararme— Por su inmadurez esta como esta, porque no tienes los cojones de reconocer que la ama y vive perdiendo el tiempo con toda la ridícula que se le atraviesa.

—¡Mide las palabras! —Liz se le viene encima y queda congelada cuando Simón se le atraviesa.

—¡Tócala y te juro que me olvido que eres una dama!

Retrocede ante la amenaza mientras Luisa se aclara la garganta para continuar.

—Bratt no me caía ¿Sabe? Pero ahora reconozco que tiene muchos más cojones que usted...

—Haz que vuelvan...

—¿Para qué? ¿Para qué se vuelva a interponer como hace con todos? Porque aparte de terco es un egoísta que no la quiere con usted, pero tampoco con otros —espeta— ¡Si no van a estar juntos déjela en paz y deje de derrumbar lo cimientos de una persona que tuvo que librar una batalla contra una droga letal condenándose a tres años de exilio!

Simón la toma del hombro cuando el llanto le trunca las palabras.

—¡Suéltame! —le dice a su esposo— Quiero que me diga a la cara que no la quiere, que me mire a los ojos y se atreva a negar que mi discurso solo se basa en mentiras.

Callo, no voy a ponerme a la par con una embarazada en una discusión que de seguro la hará dar a luz.

—Contésteme —insiste.

—Hace mucho que sabes la respuesta —miro a Simón— Ya la escuchamos así que llévatela.

No se opone, se marcha dejando a todo el mundo en silencio.

—Mientras mis hombres se matan buscando a tu madre —Alex le habla a Gema— ¿Tú te quedas jugando a la vengadora estropeando las cosas de tu colega?

—¡Esa zorra no es colega de nadie! —habla Liz.

—¿Disculpa? —la mira Alex.

Liz se alza cruzándose de brazos a Gema le tiembla la barbilla presa del miedo y me convenzo de que el ministro es el indicado para darles el escarmiento.

—Pero ¿Quién te crees para levantarme la voz como si estuvieras hablando con un cualquiera?

—Solo me defiendo...

—¡Ni siquiera te he dado permiso para abrir tu asquerosa boca!

—¡Digo lo que pienso!

—¡Lástima que a mí me valga mierda lo que pienses o digas!

—¡La defiende porque es la zorra de su hijo!

Alex lo toma como si lo hubiesen abofeteado.

—¡Quiten este engendro de mi vista, por favor! —ordena— ¡La basura tiene que estar en las canecas no en mi oficina!

—¡Liz! —su amiga intenta calmarla cuando va abrir la boca.

—¡Que la saquen! —reitera Alex y Angela y Meredith se apresuran a tomarla de los brazos.

—¡Un momento! —se levanta Gema— Con todo el respeto que se merece señor ministro debo decir que mi reacción la hubiese tenido cualquiera de los presentes.

Le vibra la voz con cada palabra.

—Liz solo quiere protegerme, es normal querer proteger a las personas que queremos.

—¡Tus estándares de normalidad tienen muchas falencias Lancaster! —espeta el ministro— Empezando porque no puedes meterte con los bienes de una de mis mejores tenientes, que aparte de estar trabajando cosa que no estás haciendo tú. Es la hija de uno de los miembros más respetados de esta central ¡Miembro que me cubrió la espalda por más de diez años!

Ambas guardan silencio.

—¡Aquí los cargos se respetan al igual que los apellidos y el de los James se le rinde honor como lo que es! —estrella el puño en la mesa— ¡Los verdaderos soldados respetan las estrellas y cuenten cuantas medallas tiene el apellido de cada una!

Las señala.

—¡Tú no eres más que una malandra recogida! —sigue— ¡Y tu una bastarda que se atreva tachar a otra de perra sabiendo que su madre fue la zorra de otro por más de siete años!

La destruye en segundos y ninguno de los presentes sabe dónde mirar ni adonde ponerse.

—¡Está hablando de la mujer que te crió, Christopher! —me dice Gema.

—¡El que lo criara no borra las fallas de tu madre! —espeta—¡En mi ejército no se juega Lancaster y por muy hija de Marie afrontas las consecuencias de tus actos!

Se deja caer en la silla destilando ira por los poros.

—Decisiones —habla Gauna.

—Quiero cuatro días de encierro para Liz Méndez, por no respetar a un superior y cometer actos vandálicos bajos los muros del comando—ordena Alex— Que la alimentación solo sea pan y agua, así recuerda sus días en la correccional.

Apoya el peso en el espaldar de la silla.

—Y Lancaster que asuma los gastos de su amiga, en menos de cinco días la cuenta de James debe tener el pago por los daños causados —mira a Gema— Agradezcan que están entre las nórdicas, porque si no las hubiese enviado de vuelta a New York.

—Ya lo oyeron así que fuera de aquí —ordena Gauna— Lyon y Klein encárguense de guiar a Liz a los calabozos.

—¡Todos fuera! —pide Alex— Ya me dañaron el puto día con tanta estupidez.

Liz sale enardecida y Gema ahogándose en llanto. Su "todos" no me incluye así que me quedo en mi lugar esperando a que diga lo que tiene que decir.

—Banner tiene razón al decir que esto es tu culpa al no tener el pito quieto —se levanta—Si tan solo te hubieses aguantado las ganas de tirarte a Gema ahora tuviéramos una candidata coherente para el papel de esposa.

—Puedo lograr el cargo solo.

—Claro ¿Y qué explicaciones le darás a la prensa después de que te vieran infraganti a las afueras de la funeraria? ¡Esta vez no puedo pagar para que borren las fotos de cada uno de los diarios que se expandieron porque ya medio mundo está a la espera de que anuncies tu compromiso!

—Podemos pegarnos de otras opciones.

Se vuelve hacia la mesa apoyándose en la madera.

—Manipúlala para que no se deje controlar de la amiga que por lo que veo es peor que Martha Lewis —respira hondo— Te casas y luego la desechas.

Si los de afuera vieran como es realmente lo bajarían del pedestal donde tanto lo tienen.

—Uno o dos años de matrimonio es suficiente después que ganemos el puesto nos valdrá mierda a quien tengas al lado —me dice— Se que la quieres como una hermana, pero compensaremos los daños con un poco de dinero y ya está.

—Es la hija de Marie.

— ¿Y a mí que me importa? No le debo nada a esa mujer porque te crió a ti no a mí —me encara— Yo no le estoy metiendo el culo a esto para que tu falta de madurez me lo dañe, así que te vas a tragar el enojo poniendo tu mejor cara... Cógetela, llévala a pasear, cómprale un puto helado, pero saca a relucir el hijo de puta que eres y manéjala a tu antojo hasta que obtengas el puesto.

Guardo silencio cuando Sara se cruza por mi mente.

—Sabes que no soy elitista y que en el fondo le haces un favor al desecharla, porque jamás tendrá el carácter que se necesita para pertenecer a esta familia.

Alex es tan pulcro al nivel laboral, pero toda una mierda como persona y no es algo solo de él, es la maldición de todos los que llevan el apellido.

—Cuando estés arriba te darás el lujo de hacer lo que quieras porque nadie podrá quitarte lo que ya tienes.

Me aparto dándole la espalda para marcharme.

—Si quieres que todo salga bien —me detiene— Procura que se crea el cuento y para eso tienes que dejar a Rachel en paz.

Es lo que estoy intentando hacer desde que llego, pero mis planes siempre se van al carajo.

Guana esta frente a la puerta cuando la abro.

—¿Qué hacemos con el asunto de su espo... Ex esposa? —le pregunta a Alex.

—¿Cómo que ¿qué hacemos? —indaga molesto— Lo obvio esperar a Rick, marchar a Rusia e improvisar en el camino ya que esas malditas locas me quitaron el poco tiempo que tenía.

Me encamino a mi alcoba asimilando lo que me encontrare y como mi sexto sentido no falla lo halló sentado sobre mi cama.

Sigue llorando y lo único que hace es levantarse mientras entro y saco la maleta para empacar.

—Dime algo, por favor.

—No tengo nada que decir —sigo con lo mío.

Se impacienta aferrándose a mi hombro para que la mire.

—¿Cómo querías que actuará? —solloza— Si te estoy dando todo y...

—Déjalo —me trago el enojo— Ya lo hiciste y ya no puedes repararlo.

—Tienes razón, pero quiero saber cómo me repararas tu a mí después de romperme el corazón tantas veces —me dice— Entre a tu vida porque tú lo quisiste y no entiendo el afán de destruirme y luego pisotear mis fragmentos en el suelo.

Hago acopio de mi autocontrol mordiéndome la lengua, amo decir las cosas sin anestesia, pero terminarla de romper la enviara directo a los consejos de Liz y es algo que no me conviene ahora, ni por un buen tiempo.

—¿La quieres? —pregunta con un leve sollozo.

Estoy tan harto de esa pregunta, tiene los ojos cargados de miedo y me apena en cierta manera, porque no merece una ola de locura.

—Se sincero, por favor —aprieta los párpados.

Es tan ingenua y a veces pienso que toda esa inocencia se debe a que no tuvo una figura paterna que le mostrara como son realmente los hombres, se acostumbró a ver unicornios en un mundo lleno de minotauros.

—Contéstame, Chris ¿La quieres?

La pregunta no abarca nada.

—No —abre los ojos mirándome como si no me creyera.

—Ella cree que si —dice.

—Ella tampoco me conoce.

Asiente tomándome de las manos.

—Aunque no fuéramos nada no me gustaría que estuvieras con ella porque no merece tener tu lado bueno, eso lo merece alguien que te espere en casa todos los días y no quien debas tener vigilado las 24 horas —recuesta la cabeza en mi pecho— Ella no es mujer para ti, Chris y en cierto punto de la vida tienes que dejar de pensar en el sexo que te brinda y enfocarte en un futuro con hijos y una familia que compense el amor que no te dieron tus padres.

Guardo silencio.

—Puedo reiniciar esto las veces que sea, arrancar las hojas y empezar de nuevo, pero nada de esos servirá si no me prometes que harás un esfuerzo por que esto funcione... Por eso lo voy a volver a preguntar.

Respira hondo poniéndome la mano en el corazón, como si las mentiras lo fueran acelerar, sin saber que hay solo yace un témpano de hielo.

—¿La quieres?

—No.

—¿Y a mí?

Asiento y dejo que me abrace, sería la mujer perfecta si yo fuera una paloma come migajas. Pero no lo soy y en los últimos días me quedó claro que no puedo conformarme con el segundo lugar después de haber probado y tenido el premio mayor.

Rachel me hace perder los estribos hasta el punto donde llegó a desconocerme y por lo que veo voy a seguir igual hasta al fin de mis días, así que no tiene caso decir que no voy a volver a su cama.

Como tampoco tiene caso prometer que por consideración no voy a lastimar a Gema porque lo haré, no solo porque soy hijo de Alex Morgan y en mi apellido aplica el decir "De tal palo tal astilla" Es simplemente porque quiero ser ministro y si ella es un escalón para subir no tengo más alternativa que pisarlo y luego hacer de cuenta que nunca estuvo allí.

Me rodea el cuello con los brazos.

—Voy a borrar los rastros que dejo en tu piel siendo amigos, esposos, confidentes y amantes —me acaricia los labios— Voy a demostrarte que la belleza no es solo física, también se lleva aquí.

Pone mi mano sobre su pecho empujándome a la cama y desprendiéndose de la playera, se va apoderando de mi boca estirando la mano en busca de un preservativo.

—Sé que no me está viendo ni escuchando, pero que se atenga a que no pienso perderte —advierte— Voy a enfrentarla con uñas y garras, acabar con su encanto demostrándole que tienes dueña y esa dueña soy yo.

«Cada loco con su tema» La volteo dejándola bajo mi cuerpo mientras la beso a medida que va hundiendo las manos en mi cabello.

—Chris —dice cuando nuestros ojos se encuentran— Deja que te enseñe lo bien que se siente amar bonito.

Me quita la playera subiéndose a horcajadas sobre mi cintura y va deslizando las manos por mi torso hasta detenerse en la correa de mi uniforme...

—Coronel —tocan a la puerta— El ministro lo necesita en la sala de juntas.

—¡De seguro hay noticias de mamá! —Gema se viste y sale corriendo mientras hago lo mismo siguiéndola fuera del edificio.

Rick James ya llegó y está en la sala con Alex, Gauna y los soldados involucrados en la búsqueda.

—¿Qué pasa? —pregunta Gema esperanzada.

—Está entrando un paquete —avisa Patrick.

—Mi general gusto en saludarlo —Gema le dedica un saludo militar a Rick cuando se percata de su presencia — Bienvenido al comando.

—Gracias...

—Gema —Simón le recuerda el nombre y Rick le sonríe en un gesto afectuoso mientras se acerca a darme un apretón de manos— Esperemos que mi ayuda sea útil y pueda encontrar a tu madre.

—Tengo fe en que así será señor.

Alan y Scott se toman la sala entrando con cara de horror.

—Hasta ahora no parece ser ningún tipo de explosivo —explica Scott entrando con una bandeja que sostiene dos cajas— El material de adentro no permite que el escáner detecte el contenido.

—La patrulla está siguiendo el auto que lo dejo en la entrada —informa Alan.

—Ábranla —ordena Alex.

Todos se miran con todos y soy yo el que toma la iniciativa.

Me acerco a la primera caja mientras Patrick vuelve a pasar el detector asegurándose de que no tenga detonadores. Asiente y rasgo la cinta con la navaja a medida que todos se van aglomerando a mi alrededor.

Hago fuerza para abrirla y...

—¡Oh mierda! —exclama Alan cuando la tapa sale a volar.

Aparto el recipiente preso del asco tratando de contener la arcada de vomito que me recorre la garganta después de ver lo que yace en el fondo. La vista se me nubla un par de segundos al reconocer los tres dedos que hay en la caja y el anillo de plata que adorna uno de ellos.

Me doy la vuelta apoyándome en la silla mientras Gema se desploma en el piso... Son los dedos de... Los dedos de Marie.

—¡Mi mamá no! —Gema entra en pánico y Rick intenta levantarla para que entre en razón.

Miro a Alex que se apresura abrir el segundo paquete y todo el mundo prefiere alejarse a la espera de la sorpresa que no llega ya que la segunda caja solo alberga un teléfono.

Tiene una nota pegada arriba que dice, "Llamada en" Y la pantalla está iluminada con un cronómetro que va en los 9 minutos con cuenta regresiva.

—¡El rastreador y los altavoces! —ordena Patrick y los soldados salen corriendo.

La gente corre de aquí para allá conectando el teléfono al rastreador con altavoz, Derek llega con un panel y Patrick se pone al frente mientras Gema sigue tendida en el piso y ahora es Ángela la que intenta tranquilizarla.

—¡Silencio todo el mundo! —ordena Alex.

Quedan 10 segundos y está listo para contestar la llamada.

El cronómetro llega a cero, el teléfono vibra y desliza el dedo en la pantalla llevándose el móvil a la oreja. Hay silencio total en ambas líneas.

—¿Alex? —dicen con voz temblorosa y tal acto le desfigura el rostro al ministro en cuestión de segundos.

—¡Sara!

Rompe a llorar y el ministro no sabe dónde ponerse.

—¡Tranquila, tranquila! —se va al ventanal— Respira y dime si estas bien.

—Si —solloza— Pero, Marie...

Me preparo para el impacto, para el golpe contundente de haber perdido a la única madre que conozco.

—Marie se está desangrando —respiro— Y dijeron que van a matarme.

—¡No! — Alex le da la espalda a todo el mundo para que no le vean la reacción.

—Tengo mucho miedo —Sara no para de llorar.

Patrick teclea a la velocidad de la luz intentando ubicar la línea, pero el mapa se llena con más de cincuenta alertas al mismo tiempo.

—No va a pasarte nada, te lo juro.

El llanto no la deja hablar y el ministro empieza a molestarse al ver que no ubicamos el punto.

—No me dejarán viva por mucho tiempo —Sara trata de calmarse— Quieren que saques a tus hombres de su negocio y si no accedes van a matarme y te enviaran a Marie parte por parte—esta desconsolada— ¡Alex, solo tienes 8 horas!

Se corta la comunicación y el teléfono se apaga inmediatamente, Gema yace desmayada en los brazos de Angela.

—Era una línea fantasma —avisa Patrick — Se necesitan como mínimo quince minutos para rastrear la llamada.

Alex se deja caer en la silla pálido y apunto  de colapsar, ni siquiera hubo una negociación prometedora.

—Accede —le aconseja Rick—La primera caja nos advirtió que no están jugando.

—¡Que Bratt recoja a los soldados y parta ya mismo para acá!

Todo el mundo se mueve y Gema apenas está reaccionando, nos acorralaron y saben que perdemos más que ellos empezando por que Alex no va a dejar que le coloquen un dedo a Sara.

Rick planea la estrategia de distracción, las cosas se hacen en tiempo récord y en menos de nada hay una lista con todos los trabajadores del centro.

Hay que saber moverse y sería obvio si sacamos a los cuatro soldados de una vez, así que se sacarán treinta entre nuevos y antiguos para que los del centro no sospechen y tengamos, aunque sea una pequeña oportunidad de volver a entrar.

—¡Que la retirada sea inmediata! —ordena Alex.

—Podemos dejar un infiltrado —sugiere Gauna.

—No voy a tomar riesgos, sácalos y tráelos, necesito que busquemos la manera de organizar un rescate.

Solo nos dieron tiempo, no aseguraron que las devolverían.

—Parker ya llegó —avisa Paul.

—Que el interrogatorio sea a las 18:00 —ordena Gauna— Díganle a Banner que vaya preparando a la señalada y ustedes vayan arreglando el armamento por si toca ir a combate.

Salgo mientras se dictaminan las órdenes. El aire me está asfixiando y el olor a sangre me tiene con arcadas.

—Coronel —Parker me está esperando en la salida y camina conmigo poniéndome al tanto de todo lo que hizo.

Trato de olvidar el horror que acabo de experimentar. De concentrarme en lo que me dicen y no entrar en el trauma de ver los dedos cortados de la mujer que me crió.

—Me pone en duda el chico, pero es lo único medio bueno que pude encontrar y no es que sea la gran cosa —Parker me sigue hablando— Danna lo dejo botado en un orfanato cuando lo tuvo a los 16 y el chico es un maleante criado en la calle.

—Aunque sea un maleante ella sigue siendo su madre...

—Con 17 años ya se cargó a diez personas, no es que sea el tipo de hijo que inspira ternura.

Desde mi punto veo a Gelcem en el centro de tiro al aire y parece que me empujaran por detrás.

Los pies se me mueven solos y ya no es Marie la que me invade los pensamientos. Es Stefan y toda la ira que me hizo pasar, el impacto del arpón y la herida que duele cada que hago movimientos bruscos.

—Coronel —Parker me llama exasperado— ¿En verdad cree que hay tiempo para esto?

—¡Vete! —le ordeno.

Hay cosas que no dan tregua y este huele a muerto hace mucho rato, se había salvado porque no lo había visto. No me siente ni me ve ya que tiene el protector de oídos puestos.

La ira me va estallando en el pecho mientras la adrenalina sube en niveles exagerados. Los oídos me zumban y mi cerebro revuelve toda la mierda de los últimos días.

«El arponazo, las preferencias de Rachel, el secuestro, las estupideces de Liz» Desfundo mi arma, todo es una licuadora que me carcome el pecho y Gelcem va a pagar por todos.

Presiente mi llegada cuando desactivo el seguro del revolver y se va para atrás con las detonaciones que estallan en sus pies cayéndose y arrastrándose en el suelo como el gusano asqueroso que es.

—Pusiste de moda los disparos a traición.

Brinca con cada detonación y me le voy encima tomándolo por el cuello.

—No es lindo que te disparen desprevenido, ¿Cierto?

—Usted se lo busco —me gruñe.

—Si, pero cuando haces ese tipo de cosas debes asegurarte de lanzar tiros certeros que no le devuelvan la ira al contrincante.

—¡Hágalo!—me reta— Deje el acoso y máteme de una vez.

Le clavo el gatillo en la sien cuando empieza sudar.

—Agradece que estoy en medio de una candidatura, porque si no hace mucho rato tuvieras una lápida en el cementerio.

—¿Qué es lo que más le molesta? —indaga— El disparo o que le abriera los ojos a Gema.

Suelto a reír.

—Díselo a la que te apetezca. Me da igual porque a mí las relaciones sentimentales me importan un bledo.

—¡Christopher! —me grita Simón— Deja de perder el tiempo y ponte a trabajar como todos.

—¡Evítate un tiro y lárgate antes de que sea tarde! —ignoro los gritos de Simon.

—No voy a irme hasta que no abra los ojos —se defiende Gelcem.

—Pregúntale a Bratt como le fue con eso, llevaba más tiempo con él y mírala...En el mismo circulo que tanto le gusta.

—Solo necesita que...

—¡Necesita que te alejes y dejes de inspirar lástima porque es lo único que provocas! —lo encuello— ¡Lástima! Ni siquiera te ve como pareja porque ella solo quiere compensarte el que la vida te haya tomado como pendejo y no tengas ni donde caerte muerto.

Afloja el agarre convenciéndome de que no vale la pena lastimarme los nudillos con semejante basura, así que lo suelto antes de que empiece a llorar.

Me levanto dándole la espalda cuando empieza a despotricar.

—Incluso la lastima es mejor que el miedo ¿Sabe? —me grita mientras avanzo— ¡Actúa como un adefesio y llegará el día en que no querrá ni verlo presa del pánico que le causa...!

Volteo soltando tres tiros que lo dejan pálido y en silencio.

—Una palabra más y te entierro uno en la garganta.

Continuo mi camino, Patrick y Simón están esperándome en la entrada del pasillo.

—Estoy harto —a Patrick se le quiebra la voz— Voy a terminar tullido con tanto estrés ¡Ya no te soporto!

—Solo le estaba dando clases de valentía ahora que no es un soldado raso —paso derecho.

—Mejor manipulo las cámaras antes de que la prensa se entere y empiece la tertulia.

—¿Y si Gelcem pone la queja?

—Que la ponga y verá como no llega a navidad —me vuelvo hacia ellos— ¡Y les recuerdo que él empezó enterrándome el arpón, así que estaba en mi derecho!

—¡Pero que pinche descarado eres! —se desespera Patrick— ¡Te lo enterró porque lo golpeaste primero... O sea agradece que no te lo enterró en la cabeza!

—¡Ve a consolarlo y no me jodas!

—Deja a esa pobre alma en paz...

—No te las des de buen samaritano solo porque le lance unos cuantos tiros porque créeme que Gauna te vuelve valiente con métodos mucho peores.

Me apresuro a la oficina seguido de Simón. Laurens esta frente a su escritorio con el asistente de Patrick que le está ayudando a organizar documentos.

Ambos se posan firmes cuando me ven, en especial Derek que me dedica el debido saludo.

—Mi coronel —dice— Capitán.

No contesto y me voy directo a mi puerta, entramos y Simón se queda junto a la persiana que da al cubículo de mi secretaria.

Sigo preguntándome de donde Laurens saco dinero para un cambio tan repentino ¿Rachel? 

La ropa se ve de buena calidad y me hace ruido el que haya en uno de los días que tuvo en poder mi tarjeta.

"No se habrá sentenciado a un despido seguro" ¿O si?

Saco el móvil e intento ver los movimientos de mi cuenta, pero la plataforma me da un instructivo con el debido protocolo.

Es una cuenta de millones, para ver lo que quiero debo acercarme a un punto de atención.

No sé por qué, pero huelo a despido.

—Mira —Simon me indica que mire a la ventana.

Derek se está acercando a Laurens alzando el mentón, ambos miran a todos lados y se dan un beso de niños que los pone nervioso ambos. «Que estupidez»

Ni siquiera vale la pena sancionarlos por semejante tontería y la verdad con lo de Marie no tengo tiempo para ocuparme con pendejos.

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Las horas pasan y la tarde se me va en la búsqueda de pistas junto a Simón y Patrick que llega a las dos horas. Alex accedió a la demanda, pero eso solo nos da tiempo y sea como sea debo organizar un rescate.

Nos vamos a los niveles jerárquicos de la mafia que actualmente tiene tres círculos importantes. La Búlgara (Los Petrova) La rusa (Los Romanov) Y la que tiene la batuta del poder que son los Mascherano (La italiana), El resto son grupos que le lamben al que mejor les convenga.

Conozco esto al pie de la letra y sé que el líder principal manda y dispone mientras que por respeto los círculos callan y obedecen.

Ser líder da ciertos privilegios como hacer lo que se le antoje, la palabra de un líder es como las órdenes de Alex aquí y nadie mueve un dedo sin que el líder lo sepa o lo autorice y eso es lo que me pone en duda.

No ver el estilo italiano en esto, porque, aunque parece estúpido cada familia mafiosa tiene su forma de maniobrar con detalles mínimos, como actuar torturando cabezas (Los Mascheranos) Ellos juegan con la mente del que está afuera y quieren suprimir.

los Romanov son más de tortura física hacia la víctima, los Mascherano son pacientes y los Romanov no, ellos muy poco se valen de acuerdos.

—Los carteles mexicanos se están preparando para una alianza que muy pocos comentan —explica Patrick— El general del comando de nuevo México le informo a Parker, pero aún no está seguro de que tan veraz sea la información.

Asiento.

—Los Mascherano siguen siendo los líderes e Ilenko está obligado a hacer lo que disponga su líder —comenta Simón— A mi parecer tenemos que encontrar a Phillippe y obligarlo a que le ordene liberar a las secuestradas.

—Sería otro operativo de búsqueda.

—Sería uno, si dejamos de perder tiempo y energía buscando algo que no aparecerá sin ayuda.

—Tiene razón —lo apoya Patrick— Para la muestra está todo lo que tardamos buscando a Rachel.

Trato de buscar algo que me diga dónde carajos está el menor de los hermanos, el Óculos no es opción por que a raíz del operativo se mantiene cerrado y tampoco tiene sentido entrevistar un montón de prostitutas que nunca lo han visto.

Intento poner los pensamientos en orden.... Ellas no, pero Danna si, todo lo que ideo me lleva a una sola solución y tal cosa me obliga a que la mujer abra la boca.

Salimos cuando se llegan las 18:000. Alex, Rick y Gauna me están esperando en la zona de descargue mientras esperan la llegada de los soldados.

Gema me alcanza antes de que llegue y todos se enfocan en la camioneta que se estaciona pasos más atrás. Los cadetes corren a bajar los individuos que traen la cabeza tapada «Las personas que sacaron del centro»

Azotan la puerta de la camioneta y mis ojos viajan a la mujer que se acerca vacilando como si no creyera lo que está viendo, tres personas más le siguen «Brenda, Alexandra y Bratt»

Gema endereza la espalda a la defensiva, no me toca, pero trata de marcar territorio cuando Rachel se va acercando.

La sonrisa se le ensancha estando a pocos pasos y se abanica la cara queriendo calmar el calor que le invade las mejillas, Rick se adelanta quedando frente a su hija que se posa firme saludándolo como si fuera un general cualquiera.

—Mi general —le dedica un saludo militar— Que gusto tenerlo en el comando.

Le está temblando el labio y debe mirarse los pies para no parecer débil.

—¡Mentón arriba! —le ordena y ella obedece mientras la rodea reparándole la ropa— ¿Y ese cabello?

Trata de peinarse «Como si eso importara con su atractivo»

—El viento del auto, mi general.

Rick asiente frotándose la barbilla mientras ella lo mira con los ojos cargados de ilusión cuando él le abre los brazos.

—Dele un abrazo a su padre, teniente.

Le salta encima rodeándole la cintura con las piernas mientras él empieza a llenarla de besos.

—Como te echo de menos, greñas sueltas.

Nadie los cuestiona, Rick es un general y aunque este tipo de sitios tenga prohibido las muestras de afecto Alex no va a decir nada por el mero hecho de que su amigo está arriesgando el pellejo solo por venir ayudarlo.

—¿Porque no me avisaste que venías? —le reclama.

—Los soldados no deben tener distracciones.

—De igual forma no te lo voy a perdonar —la deja en el suelo y la vuelve a estrechar contra él.

—Ya después arreglamos cuentas, ahora ve y cámbiate que tenemos mucho trabajo por hacer.

—Si señor —vuelve a ponerse firme— Con el permiso de todos me retiro.

Gema me clava los ojos cuando pasa por mi lado y hago acopio de todo mi esfuerzo para no girar el cuello al verla pasar.

Brenda también abraza a Rick, al igual que Alexandra y Bratt que es el último en acercarse a saludar con un apretón de manos.

—General James —dice Bratt— Bienvenido, no sabe lo mucho que nos complace tenerlo por aquí

—Gracias capitán.

Se dan un breve abrazo y prefiero adelantarme sintiendo pena ajena por tanta zalamería.

—Que Lewis y Miller se vayan al sitio pactado —ordena Gauna— El coronel y Linguini vienen con nosotros... Lancaster que se vaya a descansar la llamaremos si es necesario.

—Si señor —Gema se devuelve rozándome el brazo antes de marcharse— Te quiero —susurra antes de irse.

Me ubico detrás del espejo junto con Patrick y Gauna mientras Alex y Rick entra en la sala de interrogatorios esperando a la señalada.

Entra con el uniforme de presidiaria y la atan a una silla de metal, esta furiosa y las dos primeras horas se pasan entre discusiones y negativas de ella alegando que no sabe nada mientras reclama una y otra vez la muerte del marido que le mataron.

Lo obvio sería ir al grano, pero parte de la psicología que se empeña en este tipo de casos es cansar al señalado primero.

—Ok, ok guárdate las respuestas —habla Rick— entiendo tu negativa, sin embargo, voy a tratar de ponerte un poco de motivación.

Hace señas con la mano y Patrick enciende la pantalla de la sala con el mando a distancia. La imagen que proyecta parece de algún laboratorio siniestro con el primogénito de Danna amarrado en una camilla con Simón y Bratt a la cabeza.

La mujer repara la escena y es cuando más firme se pone.

—¿Lo conoces? En México es conocido bajo el seudónimo de pitbull —comenta Alex— Aquí en la FMEF lo conocemos como Gregorio Santamaría el nombre y el apellido que le pusieron en el orfanato.

—No sé quién es —responde segura.

—Vale, entonces no te importará que le coloquemos la inyección letal para que deje de delinquir y ser un estorbo en la sociedad.

—Me da igual.

Rick hace señas para empezar con el procedimiento y Bratt le suelta una descarga eléctrica al chico que lo pone a vibrar en la silla.

—No seas mala madre —le dice Alex— Que aparte de que lo dejaste en un baño público no es injusto que pague por tus errores por muy escoria que sea.

Rick abre una carpeta y empieza arrojarle fotos sobre la mesa.

—Dejaste a un niño de 51 cm y 3.500 gramos en un baño público después de haberlo parido en uno de los montes de Mexico —empiezan con la tortura psicológica— ¿Sabías que tardaron cinco horas en encontrarlo y estaba muerto de hambre cuando lo recogieron?

Le tiembla la barbilla cuando le señalan la pantalla.

—Es lo que es gracias a ti, con tan solo 17 años tiene diez muertes a cuestas y la primera persona que mató fue una mujer de cincuenta años que le brindaba hospedaje y tuvo que rebanarle el cuello cuando se enteró que la robaba —Rick sacude la cabeza con un gesto de desaprobación — Y todo porque llevaba más de una semana sin probar comida decente.

—¿Te parece justo Danna? —indaga Alex— ¿Que se haya convertido en un animal solo porque no pudiste darle un poco de amor?

—No conoce la historia.

—Pueda que no, pero sé que tampoco lo buscaste cuando te convertiste en lo que eres.

—Los carteles son peor que la calle.

—Seee —Alex se encoge de hombros— Para mí que no te importó y pues ya que niegas a colaborar lo mataremos cumpliéndote el sueño que tenías a los 16.

Se queda en silencio.

—Aunque puedes evitarlo si nos dices cómo encontrar a Philippe —la anima Rick

—Ya le dije que no lo sé.

—Mátalo —ordena Alex y Simón va preparando la jeringa con el suero.

—¡Es un niño...!

—Es un asesino igual que tú...

Mira la pantalla y empieza desesperarse cuando Simón vacía el contenido del suero.

—Di lo que sabes y considerare perdonarle la vida.

Aprieta los ojos evitando mirar a la pantalla, pero Patrick sube el volumen para que escuche los gritos del joven que grita y patalea.

—Es mi cabeza la que está en juego —dice Danna con voz temblorosa— Si hablo me mataran.

—Te garantizo que no.

—No sabe nada —lo desafía— Usted ni nadie puede prometerme eso teniendo el enemigo bajo sus propios muros...

—¡Se más clara! —le exige Rick y vuelve a negar.

—¿Dónde está Phillippe Mascherano? —ataca Alex.

—No lo sé —se le salen las lágrimas — Y deberían tener un poco de consideración con la mujer que dejaron viuda...

—Ya me harté—se levanta Alex— Esto es una pérdida de tiempo y de igual forma mereces ver como el suero quema las venas de tu hijo causándole una muerte lenta y dolorosa.

—Colócale el suero, Simón —ordena Rick siguiendo a Alex.

La mujer no sabe cómo ponerse y cierra los ojos antes de soltar todo.

—Pierde el tiempo buscando a Phillippe —suelta— Porque Ilenko no lo obedece y tampoco le tiene miedo.

Ambos hombres se vuelven hacia ella.

—Los clanes mafiosos lo reconocen como líder sólo porque Ángelo lo posesionó en el lugar de su hermano, pero todos sabemos que no quiere el cargo y solo está conservando el puesto para Antoni.

Los hombres se quedan de pie frente a ella.

—Aléjele el suero —pide con los ojos fijos en la pantalla.

—No hasta que me des información que realmente sirva.

—Ilenko quiere el puesto de líder ya que Philippe pasa más enfocado en sus negocios y no está cumpliendo con sus tareas —espeta sin dejar de mirar el televisor ya que Simón todavía tiene la jeringa en el brazo del chico— Por eso está haciendo alianzas con los carteles mexicanos para desbancar a los Mascherano y conociéndolo me atrevería a decir que por el mismo motivo realizó el secuestro...

Respira hondo.

—Quedaría como un héroe ante los clanes y lo verán como la mejor opción a la hora de liderar al no dejar pasar los ataques del enemigo como lo hacía Antoni.

—La información sigue siendo inútil —advierte Rick.

Empieza a tartamudear cuando Alex se niega alejar el suero.

—Ilenko no va devolver a las víctimas porque es una forma de hacerle saber a los círculos que su clan si se hace respetar.

—¿Como lo encuentro?

—No lo sé, tiene muchos escondites.

—Tiene que haber una forma...

—¡Esa forma no la tengo yo...!—vuelve a enfocarse en la pantalla— ¡Ahora respete el trato y deje ir a mi hijo!

—¡Dime cómo lo detengo! —le exige Alex.

A la mujer se le llenan los ojos de lágrimas al ver el forcejeo de su hijo en un intento inútil por zafarse de la jeringa,

—No lo sé...

—¡Lewis destrozale la cara! —ordena Rick y Bratt empieza con los golpes.

—¡Déjelo! —le exige Danna.

—¡Habla antes de que sea demasiado tarde!

—¡Malditos maricas torturadores! —empieza a brincar en la silla desesperada por soltar las cadenas mientras Bratt no detiene los puños.

—¡No pares hasta que no se esté ahogando en sangre! —ordena Alex— ¡Cuando agonice inyectale el suero para no correr riesgos...!

—¡Antoni!

La respuesta repentina nos deja a todos en silencio.

—Aunque este preso la mafia lo sigue respetando como líder e Ilenko más que nadie sabe los alcances que tiene, por eso nunca se atrevió armar una revolución cuando gobernaba.

Rick y Alex se mantienen serios.

—Es el creador del HACOC, le vale Phillippe porque sabe que no la procrea, pero Antoni... Perder lazos con Antoni sería el fin para su negocio ya que controla el tráfico de blancas con la droga —continúa la mujer— Una guerra entre los dos le da más perdidas a Ilenko que Antoni porque los clanes se irían con el italiano primeramente por la droga y segundo porque Antoni tiene el apoyo de los Halcones negros y el grupo es capaz de masacrar al que sea con tal de defenderlo.

—Phillippe tiene las mismas opciones, los Halcones le sirven a la familia hace años.

Danna niega convencida de lo que dice.

—Los Halcones no conocen a Phillippe, no saben cómo es su mandato y como grupo insurgente no se aventuran a lo desconocido... Saben que no miento si han estudiado a Phillippe deben saber que no tiene tratados con el grupo insurgente y eso se debe a que sólo le son fiel a Antoni...

Vuelve a fijar los ojos en la pantalla.

—Si quieres que Ilenko libere a las víctimas tienes que pedirle a Antoni que las libere, de lo contrario te las devolverá picadas en una bolsa.

Me quedo congelado frente al espejo mientras Alex exige que se lleven a la reclusa.

—Devuelve a mi hijo a México —pide Danna antes de marcharse.

—Tu colaboración no termina todavía —le dice Rick.

Espero que la saquen y entro en silencio listo para romperle la cara Alex cuando diga lo que sé que dirá.

—Sabes que no puedo darle la espalda a Sara —le dice a Rick como si sólo estuvieran los dos.

—No lo digas —le advierto— Ni siquiera lo pienses.

—¿Que? Que Rachel es la única solución en estos momentos —se molesta— Lastima porque lo pensé desde que mencionó el nombre de Antoni...

Me le voy encima estrellándolo contra la pared mientras Rick intenta alcanzarme, pero no es lo suficientemente veloz.

—¡Déjalo! —Alex alza la mano cuando lo encuello y todo el mundo retrocede.

—No la puedes meter en la jaula del maniático que casi la mata.

—Es solo estrategia, Christopher obviamente no voy a dejar que le pase nada.

Se aferra a mi brazo.

—¡Dije que no!

No me intimida, puede tener el poder de quitarme el cargo, pero sabe que yo nunca le he tenido miedo a la hora de enfrentarlo. El mundo entero le debe respeto, pero no yo.

—Te entiendo, hijo —habla solo para los dos— Pero el mismo desespero que tienes tú lo tengo yo por tu madre en estos momentos.

Me frustra y me da asco cuando me hace este tipo de jugadas.

—Calma —Rick apoya la mano en mi hombro— Que al igual la decisión no depende de ti ni de él, depende de Rachel.

Eso solo incrementa la ira.

Suelto a Alex en busca del autocontrol que desaparece cuando los celos se presentan haciendo estragos en mi sistema, me arden las venas de solo saber que la conozco tanto como para deducir desde ya que su respuesta será un rotundo sí.  

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