CAPITULO 42
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Combate.
Rachel.
Abotono la chaqueta del traje y me coloco los tacones altos, el vestido entallado me marcas las curva resaltándome los pechos y la cintura.
Acomodo el moño y arreglo la boina de medio lado. La temática es, oficial de la marina, el maquillaje me transformo las facciones de la cara, y los lentes negros esconden mis ojos azules.
Lentes oscuros para un modo más incógnito.
—¿Me ayudas con el pañuelo? —se me acerca Gema—No sé hacer el nudo.
Lo anudo en su cuello, ella va en un modo un poco más dinámico con un traje azul cielo de sombrerin acorde a la personalidad de la nórdica que interpreta «Nanna: Inocente e ingenua» Tampoco es que sea muy diferente en la vida real.
—Nos esperan afuera —anuncia Angela— Hay que tener precaución con los micrófonos, es lo único que nos puede poner en evidencia.
Vamos a un cara a cara con el representante de la mafia rusa, los líderes de los carteles mexicanos, Drew el congresista y un montón de socios involucrados en el caso Petrova.
Nada de armas, solo micrófonos y auriculares secretos para hallar la información faltante y no convertir el operativo en una masacre.
Salimos, hay una camioneta estacionada a las afueras del hotel. Las nórdicas fueron claras con el cuidado de su identidad y estuvieron toda la mañana hablando sobre lo que se tenía que hacer.
Las ordenes son precisas, nada de salirse de papel. Vamos a modo de distracción y no podemos exponer la reputación de las prostitutas, si alguien se llega a enterar de que están trabajando para la FEMF rodará más de una cabeza.
No he dormido nada, cuando salí del bar tuve que venir a ensayar con las nórdicas, me dieron un par de horas para ir a casa y aproveche para verme con Elliot «mi antiguo guardaespaldas» Que para mí fortuna tiene una pequeña agencia de detectives conformada por ex miembros de la FEMF y no se negó a ayudarme con la investigación y a servirme de escolta cuando se requiera.
La noticia de Bratt me tiene cardiaca y haré lo que sea para que no se hunda.
Con Elliot tengo otra voz, como bien dijo Wolfgang hay cosas turbias en esto y no puedo confiarme de la gente que me asigno Carter, aunque Derek, Paul y Stefan sean de confianza debo aferrarme a otras opciones.
La FEMF va a matarme por esto, pero le pase la carpeta de investigación para que se hiciera cargo en lo que más pueda. En el centro tengo las manos atadas, y mis ayudantes no tienen la experiencia que tiene mi escolta.
Me pego el móvil en la oreja cuando vibra, es Elliot.
—Hola —Liz me mira expectante.
—¿Código?
—Rojo.
Tenemos santo y seña para saber si puedo hablar o no.
—Vale, solo escucha —ordena— Un colega me ayudó a entrar a las bases de la OMDH y efectivamente hay una investigación hacia el capitán Lewis, pero no han procedido como se debe porque la persona que lo denunció retiró los cargos.
Liz no me quita los ojos de encima
— Se llama Mila Golubev el archivo no me dejo ver los cargos ya que fueron retirados. Seguiré investigando.
«Mila» No me suena ese nombre, en el centro no hay nadie que se llame así.
—Respecto al capitán Dominic Parker logre averiguar que tu agente asistente Paul Alberts se llevó los videos de la subasta donde se supone que participo el capitán. Se me hace raro que te haya dicho que había poca definición logre revisar varias cintas del mismo establecimiento y están en perfecto estado. Lo que me hace creer que manipulo la cinta con el fin de dañar la definición.
—Entiendo.
«Que idiota eres Rachel»
—No me creo de lo que dijo, me comentaste que Carter no te daba confianza y los asistentes te los asignó él ¿no? ¿Qué te hace creer que la información que dan es veraz?
Guardo silencio.
—No les digas nada por ahora, tampoco es seguro lo que te digo.Solo deja que haga una investigación a fondo, de igual forma no nos conviene que Carter sepa que sospechas de ellos déjalos que investiguen y yo me encargare de decirte si la información es cierta o no.
—Ok.
—Te envié el video al correo, está más que claro que Parker no es el de la cinta.
—Gracias.
Siento que me quito un peso y otro recae con la sospecha de que mis propios compañeros pueden estar trabajando para Carter. ¿De qué me sorprendo? Era algo que tenía que prever después de que mis colegas intentaran secuestrarme en el juicio.
Guardo el móvil cuando nos vamos acercando al puerto y saco el IPad que trae la información de los principales cabecillas.
Ilenko Romanov es el objetivo principal al igual que Danna y Mauricio Casillas.
La camioneta se estaciona en el edificio que esta frente al puerto, una moderna estructura con vidrios polarizados.
—Por aquí —nos guía una mujer mientras llamamos la atención de los empleados que trasladan cajas y limpian la cubierta de los barcos.
No tenemos armas, es cuestión de suerte o hacerse la víctima porque los hombres de arriba están armados hasta los dientes.
La mujer que nos guía marca el último piso del ascensor, la ansiedad hace estragos y solo se le puede pedir al cielo que todo salga bien.
Los pisos van aumentando y nos vamos quitando los abrigos, la guía termina siendo un perchero humano cuando cada una le arroja todo lo que sobra.
Las puertas se abren y Angela es la primera en dar un paso afuera, es la Diosa líder en el protocolo de las nórdicas.
—De Phillippe para ustedes —anuncian— Con ustedes las nórdicas, señores.
Avanzamos a paso seguro, la vista es estupenda y el cielo azul ilumina la estancia a través de la cúpula de cristal que hay como techo.
Veinte hombres y cuatro mujeres, entre esos Stefan que esta a un lado con un maletín mirándome con ojos afligidos.
—Buenas tardes marineros —saluda Angela.
Los altavoces retumban y empieza el show, tal cual como se ensayó con las nórdicas. Pasos sexys en las mesas toqueteando, besando y coqueteando con los presentes. Ni Danna se salva porque Liz la pone a dudar de su sexualidad montándosele en las piernas y manoseándole las tetas.
La asistente de Drew no se ve muy cómoda, no para de poner los ojos en blanco y moverse de un lado para el otro cuando nos acercamos a su jefe.
Los hombres aclaman nuestros nombres cuando nos posamos en línea dando una pequeña pasarela mientras nos ofrecen como cabezas bovinas.
—Solo díganme que diosa quieren los grandes cabecillas —indaga Angela magreandonos una por una.
—Ilenko —habla Mauricio el mexicano— Como el principal eliges primero.
Se levanta paseando la vista por todas mientras se frota el mentón pensativo, es tremendamente alto y tiene una mirada leonada un tanto siniestra. El cabello rubio le cuelga a la espalda en una coleta.
Contengo la respiración cuando fija los ojos en mí pasando las manos por mi nuca, «Pasa de largo» Suplico.
Estudie su perfil y tiene casi tanto poder como Antoni, tanto que es uno de sus más grandes aliados.
—¿Te gusta? —pregunta Angela.
Asiente.
—Pero tú me gustas más —respiro cuando tira de la mano de Angela.
«Bien» Mauricio es el siguiente en pasar, no duda va directamente donde esta Meredith y se la entrega al puberto de su sobrino.
El mayor de los Petrova se lleva a Gema, su hijo toma a Liz y Drew viene por mí.
—Mira Emilio —«es el nombre que tiene Stefan como infiltrado»— Como no me acuerdo de lo último voy a repetir.
—Siempre he dicho que Hela es la más sexy —Stefan le sigue la corriente
Está al lado de Maricarmen la asistente, una pequeña rubia de cabello ensortijado.
Drew tira de mi mano al tiempo que abren una botella de champagne y Stefan se acerca con una bolsa de coca.
La gente grita y festeja, yo solo reparo el aspecto decepcionado de soldado chef, se ve más afligido que ayer.
La cosa se va descontrolando.
—Por más pactos millonarios —Mauricio alza su copa en señal de brindis.
Música alcohol y drogas. Pasa una hora y nadie tiene información que sirva, los hombres están tan distraídos y no se enfocan en la mercancía que van a pasar.
—¿Quieres diosa? —Drew me ofrece una línea de coca— Es coca de primera.
—Quiero estar consiente para ya sabes que —le mordisqueo el lóbulo de la oreja.
El ambiente va pasando de castaño a oscuro cuando los clientes empiezan a quitar ropa, a Angela es la primera que abren de piernas arrancándole el vestido.
Ilenko no se anda con preámbulos a la hora de subirla sobre una mesa y penetrarla con los dedos dando un espectáculo que deja todo el mundo anonadado.
—¿Que estamos celebrando? —atraigo la atención de Drew.
—La llegada del dinero, preciosa —reparte besos por mi cuello— Cuatro navíos zarpan con mercancía de primera.
Me abro de piernas sobre su regazo.
—Me gustan los hombres de negocio —susurro en su oído— Y por tonto que se oiga siempre he querido explorar el mar como toda una marinera.
—Si—deja que me refriegue contra su entrepierna.
—Si —ronroneo— Solo espera que los navíos vuelvan y daremos un paseo a donde quieras.
—Eres un marinero, que afortunada soy.
—Tengo dos —me voltea la cara al ventanal— Vela azul y Mar infinito.
«Suelta la lengua maldito»
—Se los compre a Ilenko, aunque él se quedó con los mejores barba roja y sirena encantada.
Ilenko se saca la verga y se está cogiendo a Angela mientras todos aplauden y magrean a las mujeres que tienen en las piernas.
Drew esta tan drogado que temo a que convulsione por sobredosis, cuando se pone a inhalar coca como loco.
—Te estas pasando tío —se acerca su asistente— Si sigues tendré que sacarte en una ambulancia.
—No dañes la diversión.
—¡¿Quien sigue?! —pregunta Ilenko alzándose el pantalón.
«¡Mierda!» Ruego por que la FEMF llegue rápido, ya Drew dijo el nombre de los barcos, pero dudo que alguien pueda sacar el nombre de las bodegas.
—¡Yo!
Dice el cabecilla de los Petrova jalando a Gema, tira la chica sobre la mesa y empieza a levantarle la falda.
—Vean como me como este culo.
Gema palidece cuando se baja los pantalones, me fijo en el reloj y poso los ojos en la ventana y no veo señales de nada. El tipo que tiene Gema es un ordinario que se mete los dedos a lo boca, los saca y guía a la entrada de su recto.
La reacción de la chica es inmediata volviéndose hacia él y empujándolo para que se aparte.
Al hombre se le desvanece la sonrisa cuando trata de acercarse y lo vuelvo a empujar
—¡на колене кучко!
«на колене кучко: De rodillas, perra»
Vuelve a rehusarse y le voltea la cara con un bofetón, Liz tiene la cara roja de ira y temo que la misión se vaya a la mierda.
Se supone que no nos podemos salir del papel, corremos el riesgo de perder la entrada al Óculos o que nos maten.
Sujetan a Gema del cabello estrellándola contra la mesa.
Nos miramos entre sí, interferir es exponerse, pero abandonar a una colega es el acto más deshonesto que se puede hacer en un ejército.
Le pega la cara al escritorio sacando un miembro erecto que empieza a rozarle en la entrepierna, Stefan no sabe a dónde mirar cuando le abre los glúteos y...
—¡Emboscada! —algo estalla afuera y Maricarmen corre arrastrar a Drew tirándome al piso.
Ilenko es el primero en sacar una ametralladora de alto calibre.
—Detonen las bodegas —ordena.
—¡Es mucha mercancía! —reputa Mauricio.
—¡Me importa una mierda! No voy a darles evidencia.
Activan la puerta de emergencia sacando a los cabecillas los escoltas sacan ametralladoras, la multitud me atropella y no sé de adonde carajo estalla una nube de humo que pone el lugar en tinieblas.
No reconozco a las personas que me atropellan solo busco la salida de emergencia cuando escucho las detonaciones en la cúpula de arriba, el vidrio empieza a fragmentarse y me levanto en busca de la salida.
Liz se hace cargo de Gema que está llorando.
Trato de ubicar a Stefan, soldados entran cuando estalla la cúpula y no le permiten el paso a la gente que intenta huir.
Lo busco en la gente que trata de abordar el ascensor y lo veo corriendo hacia el aparato, pero Maricarmen le cierra las puertas en la cara susurrando un "Lo siento" Mientras los soldados van hacia ellos.
—¡Stefan —lo llamo, me sigue y me aventuro escalera abajo acompañada de Meredith, atropellando a todos los que quieren salir.
—No tenemos el nombre de las bodegas.
—Maricarmen dejó su maletín —dice Stefan cuando llegamos a la planta de abajo.
—Esta mañana recogió nuevos documentos —extiende los papeles en el piso — Deben tener algún número que nos ayude.
Nos escondemos cuando Danna y Mauricio corren escalera abajo gritando:
—¡Hay que quemar los lotes!
El edificio tiembla con cada una de las detonaciones que hay afuera con el cruce de balas.
Mafiosos/La FEMF.
Los papeles no tienen información, y no queda más alternativa que seguir a los líderes del cartel mexicano.
—¡No veo el fuego! —grita Danna.
—¡No sirven los móviles, ni los radios! —dice el sobrino de Mauricio.
Eso es obra de Patrick su tecnología interfiere en los dispositivos de comunicación y solo le da paso a los de la FEMF.
Bajamos a la primera planta y corremos tras Stefan evadiendo balas de todo el mundo, Danna, Mauricio y su sobrino van adelante disparándole a todos los soldados que se les atraviesan.
Es difícil correr con la precaución de que no nos vean, lo bueno es que todo el mundo está ocupado disparando y la FEMF tienes bombas de humo por todos lados.
Los vendedores, trabajadores y turistas huyen en medio del cruce de balas.
Danna y Mauricio corren varios metros y entran a las bodegas del fondo.
—Es la bodega 147 —hablo en el intercomunicador— Repito, es la bodega 147.
—¡Auxilio! —el grito de las mujeres y niños me encoge el corazón.
—¡Quémenlos! —ordena Danna.
—No pueden verlas —susurra Stefan cuando nos escondemos tras los containeres de madera.
Es tonto que vaya primero sabiendo que soy más práctica teniendo en cuenta que hay hombres armados por todos lados con canes adiestrados. Creo que hay más perros que gente, animales que ladran arrinconando a las víctimas.
Los hombres empiezan a esparcir gasolina.
—Quema el container de los niños —le ordena Mauricio a su sobrino.
El hombre se escabulle en un pasillo lleno de cajas y Stefan hace lo mismo.
—¡No! —se va a ganar un tiro.
—La FEMF no va alcanzar a llegar —advierte zafándose de mi agarre.
El sobrino de Mauricio enciende una antorcha y Stefan se le va encima evitando que la caja arda. No veo a Meredith y trato de ayudarle a Stefan, pero Danna aparece y debo empujar un lineal de cajas para taparle el paso.
Me sorprenden los reflejos de Stefan cuando se enfrenta al sobrino de Mauricio sin ningún tipo de arma. Logra derribarlo pateándolo en el suelo.
Danna grita pidiendo refuerzos y el corazón me queda en la boca cuando Mauricio sale por el otro lado de los pasillos apuntándole a Stefan con un arma.
Me apuntan en la cabeza por detrás y debo girarme a desarmar al hombre que intenta dispararme.
—¡Stefan! —le grito para que se percate de Mauricio que suelta un tiro que el soldado logra esquivar. Mauricio suelta otro disparo y Stefan retrocede, lo veo muerto cuando...
Un tiro atraviesa la cabeza de Mauricio dejándolo de rodillas en el piso. Busco el francotirador y veo a Meredith en una esquina con un arma en la mano y un hombre muerto a sus pies.
El lamento desgarrador de Danna hace eco en la sala cuando arremete contra Meredith, esta logra escabullirse y la mexicana cae de rodillas soltando tiros al aire con lágrimas en los ojos.
Cuatro soldados vienen por ella y Stefan aprovecha para arrebatarle las llaves al cadáver que dejo en el piso.
La tropa de Simón se toma el lugar, pero no es suficiente hay demasiada gente por soltar y hombres armados que se defienden con fuego.
Los tiros resuenan por todos lados la tapa de la caja cae y con Meredith logramos sacar a los niños que liberó Stefan, hay cinco del centro religioso y seis no sé de adonde. Llegan los refuerzos del a FEMF incrementando el cruce de disparos.
Los niños están tan nerviosos que toca llevarlos cargados, Stefan se encarama cuatro los lleva a la salida y sube al camión blindado que maneja Alan y acoge a las víctimas que libera la tropa de Simón.
—Bien hecho soldado —lo felicito.
—Adentro necesitan refuerzos —lo tomo del brazo cuando intenta devolverse.
—El coronel y el ministro se encargaran —me fijo en el helicóptero que sobrevuela la zona— Es mejor que me acompañes a tranquilizar a las víctimas.
Niega y le arrebata el arma a Tatiana que está ayudando a subir a los niños al camión blindado.
—Soy un soldado no un niñero.
Corre de vuelta a la bodega.
—Step, no... —intento seguirlo, pero los disparos del área me obligan a retroceder. Esquivo unos cuantos, pero para cuando llego a la entrada algo estalla, la puerta se derrumba y Stefan es el único que logra pasar.
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Christopher.
Puente Tibulby.
Las luces del tablero digital se encienden y apagan bajo los dedos de Patrick, la concentración es absoluta y está rastreando el área con un dron que muestra la zona cien metros a la redonda, los monitores están encendidos y desde aquí estamos siguiendo todos los pasos de las nórdicas.
Está al mando del sistema digital con su asistente y juntos controlan todos los paneles y circuitos que están en el interior del helicóptero.
Llevamos media hora en esto y las nórdicas no han dado información relevante.
—Los botes se están moviendo —informa el asistente de Patrick.
—Cinco minutos más —Alex mira su reloj.
—Hay demasiados turistas —se reporta Simón — No podemos entrar sin arrasar con la gente.
—Son más de 150 barcos, no podemos explorar uno por uno.
—Necesitamos la ubicación exacta o tendremos que enfocarnos solo en las capturas —añade Gauna.
Roger Gauna tiene el chip de la milicia del 80, a él le importan más los criminales que las víctimas, va a enfocado en acabar con el crimen sin importar quien muera.
—¡Silencio todo el mundo! —grita Alex— Enfocándose en la conversación de Rachel y Drew.
—Tengo dos —dice— Vela azul y Mar infinito.
Todos se ponen alerta.
—Se los compre a Ilenko, aunque él se quedó con los mejores barba roja y sirena encantada.
Patrick mueve los dedos en el teclado trasladando el dron a la zona de los navíos y efectivamente los cuatro barcos están preparándose para el cargue, pero apenas están yendo a la orilla.
—Lo tenemos.
—¿Y las bodegas? —pregunta Patrick.
—No hay tiempo para eso, toca actuar y mirar en el camino —habla Gauna.
— Que avance la primera tropa— ordeno, el tiempo corre en mi contra y si sigo aquí lo único que haré será levantar sospechas y poner a los criminales alerta.
Me pego al intercomunicador enviando al primer escuadrón, Bratt y Simón entraran en la zona.
—Tomen el edificio, los cubriremos desde aquí —ordena Alex poniéndose al mando del helicóptero que reposa en la azotea de un edificio— Que los escuadrones vayan incautando las primeras bodegas.
Preparo mi equipo mientras el ministro inicia el ascenso sobrevolando la zona portuaria. Abajo mis hombres salen tomándose el área
Los grupos se separan y la gente empieza a gritar cuando ve a los hombres equipados con pasamontañas negros. Arrasando con cajas, trabajadores y todo el que se atraviesa.
Tomo mi sitio, Gauna acompaña a Alex en los mandos del helicóptero y Patrick hace los suyo frente a los tableros. Pego el ojo al visor de la minigun (la minigun es una ametralladora multicañón con una elevada cadencia de fuego miles de balas por minuto) enfoco el área que toman mis hombres y empiezo a dispararle a todos los que le hacen frente abriéndole paso para que se tomen el edificio.
El helicóptero de Parker llega por otro lado reventando la cúpula del edificio principal, minutos de fuego cruzado donde mi único enfoque es disparar cubriendo la espalda de mis hombres. Las detonaciones son ensordecedoras y todo el mundo huye y se arroja al agua en medio del atentado.
—Es la bodega 147 —reconozco la voz de Rachel en uno de los monitores— Repito, es la bodega 147.
Alex mueve el helicóptero y Patrick guía el dron para que la cámara infrarroja muestre cuantas personas hay.
—248 personas y más de 300 canes —avisa Patrick— La bodega tiene cuatro pisos con dos ascensores de carga y siete puentes colgantes.
La tropa de Simón trota abajo seguido por la tropa de Bratt, mientras trato de despejarles el camino.
—Hay demasiadas víctimas —avisa Simón— Y tienen detonadores en todas las paredes.
—Evacuen a las víctimas —ordena Alex— No quiero que los inocentes mueran.
—Hay material... —avisa un soldado— Cintas marcadas con fotos de pornografía infantil.
Me miro con Alex, esto es un plus que no esperábamos.
Se escucha un disparo.
—Cayó —avisa Patrick moviendo el dron— Le dispararon.
—No se puede perder la evidencia —Alex se levanta dejando que Gauna tome el mando— Les daremos refuerzo.
Necesitamos las cintas para que nos den pistas de dónde y cómo graban a los niños del centro.
Suelto la ametralladora preparándome para el descenso, el ministro prepara el uniforme y desde arriba veo a Rachel, Stefan y Meredith sacando niños. Ya Laila está en la azotea de la bodega con Brenda y Alexandra.
—Necesito refuerzos —pide Simón— Todos los de la banda criminal se están concentrando en un solo punto y falta gente por evacuar.
Gauna sobrevuela la zona y me arrojo al vacío junto con Alex, aterrizo y ya Laila tiene las cuerdas listas, los soldados están preparados cada quien se va al borde, me engancho la argolla de la cuerda en el arnés y vuelvo arrojarme al vacío. Me balanceo derribando los vidrios de la bodega.
Hay balas por todos lados, acabo cartucho tras cartucho arriba mientras Bratt, Simón y Parker se enfrentan abajo, Alex está a mi derecha, bloquearon las entradas y la banda delincuencial está dispuesta a todo menos a rendirse.
Prenden fuego, las llamas se propagan y el calor empieza a sofocarnos.
—¡Necesito los vídeos! —exige Alex corriendo escalera abajo.
Los canes están atacando y los hombres armados están disparando de todos los lados. No sé en qué momento me quedo solo arriba y los criminales están distribuidos en todos los pisos. Les conviene que se queme la mercancía y por eso ganan tiempo extendiendo las llamas.
Minutos donde no paro de disparar abriéndome paso, cierran las salidas y el fuego va absorbiendo el oxígeno. Cada tropa tiene 20 hombres y la banda nos triplica en número, aparte de que tienen perros y están escondidos en los pasillos formados por conteiner de madera.
Una cinta, aunque sea eso necesitamos para que las marranadas del centro salgan a la luz. La mafia lo sabe y no le importa perder a los hombres que sea con tal de que no queden al descubierto.
Los soldados empiezan a caer y a Alex si le importa la vida de sus hombres, empieza arrastrarlos para que no los consuman las llamas mientras yo le cubro la espalda desde arriba.
—Puerta siete, piso tres—ordena Alex en el segundo piso— Está despejada vayan por una de las cajas.
Bratt logra abrirse paso con Stefan pegado en la espalda.
—Trae aunque sea una puta cinta —le ordena Alex.
Sube con Gelcem y logran escabullirse e ir por una de las cintas, no tienen suerte en la salida ya que atacan a Bratt en la escalera y esta tan sofocado que se tarda en quitárselos de encima, no puedo ayudarlo. Alex tiene a demasiados hombres disparándole y Bratt comete el error de subirse al puente colgante con Stefan en un intento por huir y poner la cinta a salvo.
—Me quedan pocas municiones —avisa Bratt disparando a los hombres que lo atacan.
Las llamas estan a nada de consumir las cuerdas del puente y el traje no les evitara la muerte o que queden paralíticos. Los criminales no se arriesgan con el estado del puente y sueltan una jauría de perros que se les va encima.
Bratt dispara al igual que Stefan, derriban cinco canes y las pistolas se quedan sin balas.
—¡NO TENGO MUNICIONES! —grita Bratt.
Se oye desesperado y Alex esta tan distraído que no oye las aclamaciones.
Lewis me mira, sabe que estoy cubriéndole la espalda a los que están abajo y las llamas no se han propagado hasta mi punto.
—¡No tengo municiones! —reitera.
Clava la mirada en mi punto y aprieto los ojos tratando de ignorarlo cuando los perros se le vienen encima.
Ser un delincuente me enseñó que cualquier oportunidad es buena para deshacerse de los enemigos.
—¡AYUDA! —aclama Gelcem en el suelo.
Los ladridos de los perros me ensordecen los oídos «Que se jodan» Bratt sigue clamando por ayuda «No me importa» Me repito, pero...Joder, merece ver cómo me le sigo burlando a la cara tirándome las mujeres que le gustan.
Giro el arma por inercia y empiezo a disparar a los canes que caen al vacío, Bratt queda libre y dejo que Gelcem se lleve un par de mordiscos más antes de volver a disparar.
Reacciona rápido levantándose mientras las cuerdas consumidas por las llamas empiezan a venirse abajo, cae y Bratt lo levanta «¡En vez de arrojarlo al vacío!» Siguen corriendo y empiezo a bajar cuando veo lo que se avecina. La bota de Bratt se atasca en uno de los paneles de madera que tiene en el puente, Gelcem intenta jalarlo, pero no hay tiempo Bratt le grita que avance que puede solo, pero obviamente no lo lograra Stefan corre mientras el puente empieza a venirse abajo y lo único que hago es correr.
No sé porque mierdas, pero corro saltándome las barandas de la escalera a la misma velocidad que Bratt se saca el pie a la fuerza y lucha por ponerse a salvo, el puente es como una hilera de fichas de dominó que van cayendo una por una, Gelcem logra llegar a las barandas, pero la madera del piso se hunde por las llamas que consumen el piso de abajo, logra sujetarse a una de las barandas con una sola mano y empieza a pedir ayuda.
—¡Coronel! —aclama mi nombre cuando paso por su lado, pero para su desgracia solo puedo salvar a uno y a mí me vale más mierda de lo que me vale Bratt.
Paso de largo no sé si cae o no, solo doy todo por el todo lanzando una cuerda a las barandas de hierro que sostienen el cuarto piso que no ha sido tocado por las llamas «Si caigo quedare colgado del arnés» Para mi suerte la madera se mantiene con cada paso y logro alcanzar el brazo de Bratt antes de que caiga al vacío.
Empujo el cuerpo atrás y logro subirlo, la madera cruje, Bratt reacciona primero que yo y sale corriendo a auxiliar Stefan que está a nada de caer.
—Gracias —agradece horrorizado, me mira como lo he mirado yo desde que lo conoci; Con odio puro daña personas.
Les tiro dos cartuchos y avanzo a lo mio, seguido de Bratt quien no le da mucha importancia al soldado que lo sigue.
«¿Quería que muriera el que solía querer como un hermano!?»
See. No soy un hipócrita al decir que la muerte no se le desea a nadie, porque para desgracia de algunos yo se la deseo a todo el que me estorba.
Bratt me entrega la cinta y Stefan me atropella bajando la escalera primero que yo, llega al lado de Parker quien está disparando tras un mural de cajas llenas de material navío.
—Necesito un arma —le pide Stefan.
Derribo a los hombres que nos disparan.
—No trajimos armas de juguetes —me le burlo.
—Capitán... —insiste Gelcem y lo mando a callar.
—Las damiselas cargan faldas no armas —me pego al intercomunicador—Tenemos la cinta, necesito que derriben una de las paredes para poder salir —ordeno.
Gelcem no vuelve a insistir, solo toma un arpón de la caja que cubría a Parker.
—¡La pared de la entrada sur! —ordena Alex— Derriben la pared de la entrada sur.
Se viene la verdadera acción cuando estallan la pared y los soldados huyen buscando la salida, Alex arrastra a los desmayados mientras cubro la espalda de los que están saliendo, Bratt y Parker me siguen y los soldados están lentos por la falta de oxígeno.
—¡Quítate Gelcem! —lo empujo cuando se las quiere dar de héroe disparándole a un perro con el arpón.
Cae con el empujón y no me molesto en alzar los pies solo le piso la mano cuando paso por su lado.
El área se despeja, avanzo con Bratt y Parker a la espalda.
—Ayuda —aclama un soldado en el piso y me devuelvo a sacarlo, me lo engancho en el hombro y...
—¡Christopher! —Alex exclama mi nombre en la entrada.
Me empujan al piso y vuelven alzarme tomándome del chaleco, un hombre de dos metros rebusca en mi uniforme exigiendo la cinta, logro patearlo y empiezan a disparar no sé de dónde solo veo a Parker y a Bratt cubriéndose tras las cajas.
Cuatro hombres se me vienen encima, mi cartucho se acaba y no hay más cuando me llevo las manos al pantalón, los golpeó con el arma defendiéndome en un duelo de puños, el soldado que quise rescatar intenta darme apoyo y termina con un tiro en la cabeza.
—¡Gelcem! —grita Alex corriendo en mi ayuda— Dispara.
Dos más vienen por mí y mi atacante me gana en peso y altura, veo a Alex en cámara lenta cuando se le resbala el cartucho de las manos mientras el gorila alza la mano para golpearme, entierra el puño en mi cara, logro desarmarlo y saca un cuchillo que me roza el chaleco mientras retrocedo evadiendo las puñaladas.
Stefan levanta el arpón preso de los gritos de Alex, enfoca y no me sorprende que la lanza salga disparada hacia mí y no a mi atacante. Trato de evadirla, pero solo logro que se me clave en el hombro y no en el corazón.
El dolor me atraviesa y la fuerza de la lanza me empuja tirándome al piso en medio de un charco de sangre, la reacción de Alex es inmediata se vuelve loco atacando a los hombres que intentan rematarme y en medio del cruce de balas hieren a Stefan en la pierna y Alex termina matando a todo el mundo.
Todos quedan en shock y en silencio, todos menos el ministro que suelta el arma y se va en contra de Stefan.
—¡¿Qué Diablos te pasa maldito hijo de puta?! —el soldado retrocede sujetándose la pierna herida por el proyectil.
—El buen Stefan se descarrilo —me burlo conteniendo la sangre que me emana del hombro— La máscara de santo no le duró.
Alex se detiene al verle la cara de terror.
—¡Aprovecha! —no dejo que nadie me toque— Remátame de una vez ya que tienes el arpón cerca.
Patea el artefacto con la pierna sana.
—No era mi intención, señor —jadea en medio del dolor causado por la herida— Le juro que solo quería ayudar y falle...
—Si porque me callo en el pecho y no en el corazón —El dolor me está dejando sin habla.
Alex se queda quieto.
—Esto me pasa por no matarte ayer —continuo— Debí partirte las costillas para que se te enterraran en los pulmones.
Miro al que se hace llamar mi padre, en cómo aprieta los puños y se vuelve hacia mí con los ojos cargados de furia y solo tengo que ver su expresion para saber lo que me espera y no le aparto la mirada cuando viene en línea recta hacia mí.
Nunca le he tenido miedo, aunque tenga un rango mayor, sea más viejo y tenga más autoridad, jamás le daré el gusto a él ni a nadie de agachar la cara.
Alza el puño impactándolo contra mi rostro.
—¡Vamos! —escupo la sangre que me empapa la boca— Más fuerte, ministro. Solo tiene 50 y esta golpeando como uno de cien.
Lanza otro golpe que me derriba en el suelo.
—¡Estoy harto de tu actitud de mierda! —sus gritos son un sonido sordo a lo lejos—¡Harto de que des créditos para que te maten!
Se hace silencio total, silencio que se rompe con el correr de Rachel que llega a socorrer a Stefan cosa que me jode más que el golpe y la herida.
—¡Aléjate! —le grito a Gema cuando intenta ayudarme.
Rachel no me determina como tampoco lo hace Alex que es experto castigando con el látigo de la indiferencia.
Empiezo a marearme y caigo, alguien me toma con cuidado ayudándome a levantar y sentándome en una camilla, los paramédicos me arrastran a la ambulancia donde una enfermera espera por mí.
—¡Anestesia! —pide al verme el hombro.
—¡No! —Alex aparece en mi campo de visión— Nada de analgésicos, que se aguante el dolor.
—Pero señor...
—Déjenlo —jadeo— Ya estoy acostumbrado a los métodos del señor ministro.
Quiero reír, pero el dolor no me deja.
Suben la camilla a la ambulancia y Gema es la única que me acompaña y logro ver a Alex abordando con Rachel la ambulancia que lleva a Gelcem.
Gema no habla solo llora en silencio mientras mi conciencia es un ir y venir, pierdo fuerzas y termino desmayándome.
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Abro los ojos, el dolor es insoportable y la luz del hospital nubla mi campo de visión, estoy desnudo de la cintura para arriba y todavía tengo la lanza enterrada en el hombro. Intento moverme y un médico me indica que no lo haga.
—Estate quieto, cariño —me dice Sara al pie de la camilla.
«¿Cuándo llegó?»
Alex esta frente a mí con una radiografía en la mano.
—Afortunadamente no hay órganos vitales comprometidos —habla el médico.
Dos enfermeras entran con gasas y jeringas.
—¿Que harán? —pregunta Alex.
—Hay que anestesiarlo —indica una de las mujeres.
—Di una orden —se acerca el ministro— Nada de medicamento que alivien el dolor.
—Alex, no estamos en la época medieval —se molesta Sara.
—Díselo a tu hijo que actúa peor que un cavernícola.
Callo, que haga lo que se le dé la gana.
Los médicos se acercan y Sara se sale con los ojos llorosos.
Dos me toman de los brazos, no hay necesidad de tenerme, sé tragarme el dolor.
Alex me mira y le devuelvo el gesto cuando se aferran al artefacto, lo mueven y el dolor me invade el pecho y la espalda, es un puto martirio cuando la jalan despacio.
Aprieto la mandíbula, el médico se esfuerza porque sea rápido, pero esta tan adentro que los músculos se me contraen con los movimientos, se me escapa un leve quejido y aprieto las sábanas preso de la angustia.
—Ya está —termina el médico dándole paso a una doctora para que suture la herida.
Otro dolor al sentir el ir venir de la aguja en mi piel, trata de ser rápida y susurra varias veces que lo lamenta, pero eso no lo hace menos doloroso.
Acaba me colocan antibiótico en el suero y vuelven a marcharse.
—Gelcem ya no es un soldado raso ahora es un oficial —habla Álex —Dialogue con él en la ambulancia y me contó todo lo que le hiciste.
«Salió peor de quejica que Bratt»
—¿Y lo asciendes para joderme? —increpo— Si quieres lucirte dale mi placa y quedas en paz.
—No lo asciendo por joderte, lo asciendo porque gracias a él los niños están a salvo... Por eso y porque no dudo de sus capacidades.
—Aja.
—Tiene buenas habilidades, solo le falta suerte.
—Adoptalo...
—No tengo por qué adoptar a otro teniéndote a ti —se posa frente a mí— Se que he dicho esto infinidad de veces, pero basta ya con las idioteces y ataques de descontrol, Stefan falló por inexperto, pero Bratt, Antoni, todos a los que pasas provocando pueden darte un golpe contundente del cual no podrás levantarte.
—No empieces...
—No, no empieces tú con lo mismo de años pasados, toma decisiones y deja actuar como el maldito bravucón que se aprovecha de los inocentes —me regaña— Eso no es la conducta de un Morgan y mucho menos la de un coronel.
Sale dando un portazo y dejó caer la cabeza en la almohada, la herida sigue doliendo.
Me obligo a dormir estoy cansado, quiero cerrar los ojos y olvidarme de este día de mierda. Tengo más que líos que antes «el centro» Debo pensar en que carajos inventare para no asistir en los próximos días.
Dejo que el sueño me venza, no soy de vigilia pesada y logro escuchar a las enfermeras que entran y salen, a Marie, Sara y Gema que hablan a mi alrededor.
—Chris —Sara me pone la mano en la frente— ¿Tienes hambre?
Niego, hay una sombra al pie de mi cama, sombra que me enciende el pecho. Me incorporo, la vista se me aclara y la decepción llega cuando no veo lo que quiero.
—Hola —me saluda Gema— ¿Como te sientes?
—¿No tienen nada que hacer? —espeto— Quiero descansar y no me gusta que me merodeen.
—Somos tu familia —se queja Marie— Es normal que nos preocupemos.
—Sara se unió a la campaña —comenta Gema como si fuera la mejor de las noticias— Ya la prensa la entrevistó.
—Estoy muy orgullosa de ti —Sara me besa la frente— Los otros candidatos no son mejores que tú.
—Quiero estar solo —algo me dice que si se van veré lo que en verdad me interesa.
—Iremos a la cafetería —Sara se pega del brazo de Marie.
Gema abre la puerta y escucho las voces que vienen del pasillo (Laila, Rachel y Brenda) me dejan solo y vuelvo acomodarme en la cama, enciendo la tele para no quedarme solo con mis propios pensamientos.
No llega nadie, pasan dos horas y sigo solo, ¿Que hace Rachel en los pasillos? ¿Perdiendo el tiempo? ¿La FEMF le paga para no hacer nada?
La enfermera llega con una charola yéndose directo a la bolsa de suero. Deja la puerta abierta y las risas continúan y sigo reconociendo las mismas voces.
—¡Hola! —Patrick y Simón llegan con un oso rosado que no me causa gracia.
—¿Cómo se siente coronel? —preguntan— Trajimos esté presente.
Me arrojan el oso en la cara.
—Más cuidado, por favor —los regaña la enfermera antes de marcharse.
Siguen las risas afuera.
—¿Quién está en la habitación de al lado? —pregunto.
Se quedan callados.
—¡¿Quién está en la habitación de al lado?!
—Stefan —contesta Simón revolviéndome la bilis.
—¿En mí mismo piso? —se supone que este sitio es para la atención de primera y normalmente lo usan los rangos de cuatro para arriba.
—Rachel pago para que lo subieran —explica Patrick— Pero no te sulfures está sufriendo al igual que tú por la herida que tiene en la pierna.
—No —interviene Simón.
—Si —contradice Patrick.
—Stefan tiene anestesia y Christopher no.
— Cierren la puerta cuando salgan —ordeno.
—Pero no nos vamos todavía —se queja Simón.
—No los quiero aquí.
—Pero...
—¡Fuera!
—Déjalo —Patrick empuja a Simón.
Apago el televisor «Gelcem, Gelcem» ¿Porque no le da una maldita gangrena?
La idea me da vueltas en la cabeza «¿Habrá alguna forma de provocar que le dé?» ¿Una inyección o una bacteria que se le pueda dar en la comida...? Pero ¿que estupideces estoy pensando? Mejor le quito la pierna yo mismo y ya.
La herida duele cuando me muevo. Me desconozco, joder. No tengo porque estar sintiéndome como un estúpido mientras otros son felices.
«Soy al que todo le vale mierda»
El sueño no llega, me quedo mirando al techo preguntándome en qué momento deje que esto llegara tan lejos, tanto como para sentir la necesidad de verla, aunque sea pegada en la ventana
La puerta vuelve abrirse.
—Volví ogro gruñón —entra Gema— Sara y mamá se fueron con Alex cuando Patrick dijo que te pusiste en modo Shrek.
Se sienta en la cama tiene la nariz roja y los ojos hinchados.
—Te traje un sándwich —lo saca de la bolsa e intenta dármelo en la boca.
Se lo quito, es algo demasiado cursi para mi gusto.
—¿Te duele?
Asiento probando la comida.
—No fuiste el único que tuvo un mal día —suspira y los ojos se le llenan de lágrimas— Casi daño el rol y Angela esta furiosa conmigo...
—¿Como que casi dañas el rol? —mi falta de paciencia hace estragos, saben que no pueden salirse del papel o dañaran todo el operativo.
—Lo tenía todo claro...Lo tengo claro... Pero es que...
—Gema si no te sientes preparada para esto es mejor que te vayas...
—Si me siento, pero me acojoné cuando ese asqueroso quiso tomarme por detrás —rompe a llorar— Tuve mucho miedo y...
—¿Qué pasó?
—Casi me violan —solloza.
Tiembla y la estrecho contra mí, independientemente de nuestros problemas es una de las pocas personas que aprecio.
—Perdón —gimotea contra mi pecho.
Se acuesta a mi lado abrazándome con fuerza.
No la muevo, acepto que no me molesta su cariño y tampoco quiero pensar en pendejadas. Cada quien esta donde quiere, Gema da todo por mí y por eso está aquí y...No voy a decir su nombre esta con quien cree querer.
Me relajo en la cama con el calor de Gema sobre la mitad de mi cuerpo y por primera vez en la vida debo admitir que estoy quedándome con el premio de consolación.
Joder, porque no soy un conformista «¿Estoy dejando de serlo todo?» Ya no se enfrenta a medio mundo por mí, no hay besos en medio de fiebres que te hacen delirar.
Ahora solo hay lastima hacia el que le pone todo fácil y la odio porque prefiere el disfraz para ser aceptada y no la originalidad que te da ser sincero y único.
◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆
A la mañana siguiente.
—Te vas a tu pantano Shrek —Gema entra con mi boleta de salida— La guardia te está esperando abajo y Sara te quiere recibir con un delicioso desayuno continental.
Empaca la pocas que me trajo Sara.
—Patrick se inventó la excusa de que se murió tu abuela y estarás ausente toda la semana, la madre superiora te manda el sentido pésame y reitera que el centro esta para lo que necesites.
¿Para qué quiero el consuelo de un centro religioso lleno de pedófilos?
—¿Quiénes están en el centro?
—Todos... Todos menos Rachel que esta con Stefan —explica— Hablo con Alex para que le permitiera llevarlo a casa ya que Paul y Tatiana tenían trabajo en la central.
Se me daña la mañana, creo que hasta la puta semana.
—El ministro no puso problema ya que nos quedan pocos días en el centro, Ilenko huyo con Drew, pero capturamos a Danna y a dos de los Petrova —continua— Con el vídeo y las confesiones resolveremos todo más rápido y daremos con los malos del centro.
No digo nada.
—Vamos —Gema me toma de la mano, andamos por el pasillo vacío que para empeorar las cosas tiene a Stefan y a Rachel esperando al pie del ascensor.
Stefan se hace el que no me ve y Rachel medio fija los ojos en como Gema me sujeta de la mano. Mantiene el gesto serio, saluda a Gema de beso en la mejilla y a mí ni siquiera me pregunta cómo me siento.
Se abren las puertas del ascensor y no soy tan patético como para irme por las escaleras, abordo el ascensor fingiendo que todo está bien. Actuando, porque mi cabeza esta imaginando lo que se sentirá patearle el culo a Stefan y dejarlo inválido de por vida.
La miro, odiándome a mí por fingirle al mundo que la detesto sabiendo que en el fondo solo detesto verla con otros. Stefan no esta tan apegado y sale primero que ella, suben a su auto y yo abordo la camioneta de Make.
Por orden de Alex me llevan a la mansión y no a mi pent-house.
La cosa empeora en casa, Sara insiste en dárselas de ama de casa cocinando para todos. Alex esta indiferente y no se despega del teléfono ignorando los regaños de Sara. Marie está más que feliz y el único premio es la ausencia de Liz.
«No sé ni porqué vine»
—Gema entiendo tu preocupación por Christopher —habla Alex— Pero tu lugar es en el centro, no aquí.
—Alex... —se molesta Sara.
—La misión no es un ir y venir, si quieren acabar hay que estar comprometidos día y noche.
—Deberías sacarla por unos días —contradice Sara— Marie se irá a Gales conmigo y estaremos toda la semana—me sirve más jugo— Será mi asistente en un concurso culinario.
—Olvídalo, con Christopher ausente necesito reforzar el área.
—Puedo cuidarme solo —me levanto— Y estoy un poco grande como para que me pongan niñeras.
—¿A dónde vas? —pregunta Marie.
— A mi casa.
—Pero no desayunaste nada...
No contesto, solo dejo que Gema me siga.
Make y Tyler están listos esperándome al pie de la camioneta.
—Te llevo hasta la avenida —le indico a Gema, ha sido paciente toda la mañana y es injusto que deba bajar caminando.
Se me es difícil verme como el perdedor, y la definición para esto no es pesar es la misma rabia que me consume cada que no consigo lo que quiero, me frustra la gente incompetente que prefiere huir a no asumir el reto.
—¿Cenamos el jueves? —propone Gema— No creo que el óculos abra después de lo que paso y las nórdicas están en el derecho de pedir un descanso.
—No sé si tenga tiempo.
—Nos están siguiendo, señor —avisa Make— Los mismos reporteros que lo fotografiaron en el hospital.
El recuerdo termina de amargarme, me desperté con el flash de una cámara cuando me tomaron una foto acostado en la camilla con Gema.
—Estuve revisando y ya somos primera plana —habla Gema— No creo que este bien contradecir a la prensa y que quedes mal al anunciar el rompimiento de una posible relación.
Siempre he pensado que Gema no es una mala opción.
Si he de tener que atarme a alguien es mejor que sea a una persona que esta cuando realmente se le necesita. Toma mi mano y no me molesto en apartarla, es como si en el fondo supiera que en un par de años estaremos haciendo lo mismo, como si mi mente se resignara a que tendré una vida a medias.
El cargo perfecto, el dinero que desee, poder absoluto, pero una pareja a medias. Porque no me llena, Gema es lo que necesito más no lo que quiero y ya me veo haciendo lo que se me dé la gana como lo hice con Sabrina.
Aquí cada quien se mueve como mejor le conviene, la vida no te da todo completo y a veces las necesidades emocionales se compensan con poder. Como ministro, tendré y haré lo que quiera y seré el que estará en la cima mientras otros viven vidas promedio.
—No me molestaría intentarlo otra vez... —continua Gema— Lo digo porque fui yo la que te termino y estoy segura de que no me pedirás que volvamos, eso sería soñar demasiado.
—Si —contesto sin preámbulos.
—Sí ¿qué?
—Sería soñar demasiado —no disimula la decepción— Pero si quieres seguir conmigo, dale, pero ten presente como soy y que no puedo prometer cosas que no puedo cumplir.
—Todo es cuestión de tiempo y sé que puedo hacerte una mejor persona.
«Claro»
—Volvemos hacer pareja —me besa los labios— Solo espero que esta vez no nos hundamos en el barro.
Correspondo el beso y el abrazo, Gema es delgada y parece que la fuera a romper cada que la estrecho contra mí, eso es una de las cosas que molesta. Tener que ir despacio cuando mi paciencia es una bomba de tiempo que en todo momento está en cero.
La veo partir cuando baja del auto. No voy a decir que no le tengo cariño, porque si lo hay.
Gema es el tipo de mujer que te espera con una sonrisa, no traerá problemas y estará dispuesta a todo lo que desees.
Una simple lluvia, de esas gotas que no alcanzan a mojar porque son tan leves que no son más que un simple viento refrescante, y para mi desgracia prefiero vivir entre tormentas. En esas que te empapan toda la piel; de las que traen, rayos, truenos y centellas. Esas que te ahogan y te hacen ver la vida como un verdadero desafío.
Pero bueno...De vez en cuando toca probar a qué sabe la calma.
Llego a casa, mi empleada está tarareando en la cocina, estoy tan hostigado que lo primero que hago es irme al minibar. Descorcho una botella con whisky y Make no tarda en aparecer.
—Señor... —carraspea— Los medicamentos no le permiten ingerir alcohol.
—Lárgate.
—No puedo...
—¡Que te largues! —espeto—Y no me pases llamadas, mensajes, ni visitas. Quiero estar solo.
Miro a Miranda que no sabe a dónde pararse.
—Tú también, —la echo— Lárgate a tu casa y no vuelvas hasta que te lo pida.
Salen en silencio por mi parte solo me aferro a la botella, tengo tantas cosas atoradas en el pecho y mi única salida es ahogarlas en alcohol.
◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆
Dos días después.
El pecho me duele, el aire se siente pesado cada que respiro y la oscuridad me nubla los ojos mientras la cabeza me cuelga en el espaldar de la silla y el whisky caliente se desliza por mi garganta con cada trago.
Mi sistema está repleto de alcohol, cuarenta y ocho horas de encierro total donde el mundo gira como si estuviera en un carrusel.
Aprieto los ojos cuando me invaden los recuerdos. Me veo tres años atrás experimentando estas mismas sensaciones de derrota, el sinsabor de la maldita angustia que me causa.
«¿Qué te pasa, Christopher?» Me pregunto ¿Dejaras que te quiten el control? Niego.
Los recuerdos me envuelven y la veo en aquella noche cuando se enfrentó a medio hospital por mí, estaba delirando y cuando abrí los ojos y la vi frente a mí, pensé que eran efectos secundarios de la fiebre, pero no, ella estaba ahí frente a mí mirándome con ojos llorosos.
No le importo Bratt, Martha ni Sabrina. Le importe yo y ahora... Prefirió irse con otro imbécil que no me llega ni a los tobillos.
El líquido se acaba y estrelló la botella contra la pared, giro como puedo pasando la mano por la mesa, alcanzo otra botella y vuelvo a empinármela.
Se ahogarán, cada maldita cosa se ahogara. Mi cerebro se niega a aceptarlo y yo me niego a dejar de beber.
No me importa la herida de mi hombro. Que Tyler y Make no dejen de tocar a mi puerta insistiendo porque coma, ni mi sistema que aclama un descanso con una noche de sueño.
Lo único que quiero es arrancármela de la cabeza.
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