CAPÍTULO 39
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Todo por la borda.
Christopher.
Bratt, Stefan, Antoni. Siempre hay un protagonista diferente y ahora resulta que esta el líder de la mafia es mejor que yo.
Un cerdo que no hace más que fabricar drogas de porquería que por poco la matan, ¿de qué me sorprendo? Si Rachel es una masoquista mojigata.
Esta es la puta mierda que me niego aceptar, andar como un imbécil detrás de una ciega, terca e inmadura que no para de dar vueltas alrededor de idiotas que no sirven para nada. Y lo que más me cabrea, es que mientras yo me muestro como soy ella se deslumbra y decide irse con espejismos que prometen ser buenos «Como quiere ser una mansa paloma»
La cabeza me duele y me maldigo por no haberme largado antes, ¿qué diablos estaba esperando? ¿Verla? Joder, estoy siendo patético actuando como no debería. La rabia me tiene temblando y me niego a reconocer que me está doliendo.
Me quedé para que me restregaran que perdí mi tiempo en nada y lo que parecía ser un sacrificio no es más que un teatro donde Rachel se hace la víctima.
Ahora todo tiene sentido.
¿Porque no tomó represalias cuando lo encarcelaron?
¿Porque no lo mato, así como mato a Brandon?
No lo hizo porque lo disfruto y sus lágrimas no son más que el reflejo de su hipocresía, quiere dar lastima para que Bratt y el pordiosero se compadezcan y le perdonen todos los errores.
Me siento estúpido, ¿por qué no lo vi venir? Debe ser porque me la paso pensando con la polla y he vuelto a dejar que me vea la cara de pendejo.
Respiro hondo, por suerte soy de los que no sabe perder y si pretende que se refugiara en los brazos de sus idiotas está muy equivocada, sé cómo acabar con cada uno y ahora voy por el primero.
«No me voy a quedar con la espina»
La central abre las puertas para recibirme, mis escoltas no traen buena cara y me jode que Patrick me esté esperando en el estacionamiento como si fuera mi mamá.
—Qué lindo —se cruza de brazos cuando bajo de la camioneta— Déjame decirte que el espectáculo te quedo genial.
No contesto, solo avanzo mientras me pego el teléfono en la oreja, necesito confirmar que hayan cumplido mi orden.
—¿Si sabes que tu novia está destrozada? —me regaña— Por suerte no sabe que Rachel fue la que contestó.
—No estoy para tus reclamos —le advierto encaminándome a mi oficina.
—¿A dónde vas?
Avanzo escalera arriba y lo dejo con la palabra en la boca, recibo la confirmación y me encierro en mi oficina preparando todo lo que necesito.
No me explico el por qué haber esperado tanto. Lleno el tambor de mi arma y saco una playera de la ropa que tenía preparada para llevar al centro.
Salgo y Patrick sigue esperándome recostado en el escritorio de Laurens.
—¿A dónde carajos vas? —vuelve a reclamarme.
—¡Lárgate a tu casa! —parece que no tuviera vida.
—¿Qué vas hacer con esa arma? —intenta quitármela.
—¡Por tu bien lárgate! —le advierto— ¡No quiero untarte de mierda!
—¡¿Vas a matar a Stefan?! —entra en pánico.
No tiene caso contestarle.
—¡Ahora si perdiste la cabeza! —me sigue— ¿Acaso no eres consciente del mierdero que vas armar?
Lo ignoro y vuelvo abordar mi camioneta, los escoltas no se atreven alegar y Patrick corre a su auto cuando me niego a que suba conmigo.
Sus ruegos no harán que dé marcha atrás, si voy a ser el villano me asegurare de serlo en todos los sentidos.
La camioneta sale de la central y empiezan las llamadas del ministro y de Cristal, Marie no para de enviarme mensajes y prefiero apagar el móvil para que dejen de joder.
Es la peor hora de mi vida, el cólera me pone a palpitar la cabeza y siento que la ira me asfixia, creo que entro en colapso cuando veo las camionetas de la prensa a las afueras de la prisión estatal.
Miro a mis escoltas y Make es el único que se atreve hablar.
—Leonel Waters está buscando votos en los soldados que resguardan la prisión —explica— No creo que sea conveniente...
—No pedí consejos —me vale un reverendo pepino su campaña.
La prisión del ejército secreto militar se conoce como Iron Walls y es una edificación conformada por siete torres, la cual alberga los criminales que han sobrepasado las líneas del FBI, no son delincuentes de poca monta. Irons Walls resguarda Hackers, caníbales, violadores y narcotraficantes.
Es famosa por tener a los grandes capós de la droga, mafia y grupos insurgentes. Aquí esta Antoni, al igual que su primo Bernardo Mascherano.
Las rejas se abren para mí. Mi mandato aquí es igual que en la central ya que está dirigida por un afamado capitán.
Alex no vino (tiene la maldita costumbre de pedir informe sobre todos mis movimientos) pero envió a su clon; Olimpia Müller, viceministra y mano derecha.
Trata de disimular la rabia cuando baja de su auto y se me viene encima caminando a grandes zancadas.
—Tu padre tuvo que viajar a Washington, no está para salvarte el culo así que date la vuelta y lárgate.
—Mejor hazle caso —Patrick se posa a mi espalda cuidando de que no arme un escándalo.
Hago caso omiso de las advertencias y continuo, nadie se atreve a tocarme. Saben que si armo el caos, Alex quedara por el suelo.
—Christopher —insiste Olimpia— Arruinaras el sacrificio de todos.
Avanzo y se me atraviesa.
—No quiero tener que devolverte a la fuerza.
—Atrévete —la desafío— Y seré noticia nacional por romper el sistema de seguridad de una de las prisiones más importantes del mundo.
Se aparta, tiene claro que no estoy jugando.
La suerte no juega a mi favor, los reporteros están en la entrada y Leonel está dando una entrevista en vivo, el público pierde el enfoque y se viene contra mí cuando nota mi presencia.
—¿También está en campaña coronel?
«Campaña de aniquilación» La relacionista de Leonel se me atraviesa con la intención de presentarme a su candidato y se gana la ignorada del siglo.
Me da igual, después de esto no creo que siga en la candidatura
Un escuadrón retiene a la prensa, hay partes que están restringidas para el personal externo.
—Mi coronel permitame acompañarlo —un soldado se ofrece como guía.
Aquí no hay hacinamiento y permiten que los presos importantes se den privilegios que solo se logran con una billetera acaudalada; como contar con pisos apartes los cuales brindan comodidades primordiales (calefacción, una buena cama, acceso a la radio y televisión).
Billeteras acaudaladas que le sobran a Antoni Mascherano. No tengo que aclararlo el que haya llenado una casa de flores y dé una jadeíta así porque sí, deja las cosas claras.
El capitán a cargo me dedica un saludo militar mirando a Patrick y a Olimpia que vienen detrás de mí.
—Quítale el arma —ordena por lo bajo, (Patrick es un chismoso).
Retrocedo para que no me toquen, pero los dos guardias insisten en revisarme (Olimpia tiene más autoridad que yo) .
—¡No vas a entrar armado! —me regaña.
Está equivocada si cree que no puedo matarlo a punta de golpes.
—¡Christopher! —Patrick trata de hacerme razonar— Pueden destituirte por esto.
Me toma de la chaqueta y lo aparto cuando el capitán me da vía libre para que entre a la sala.
El sitio no tiene muchos detalles; lo único intimidante es el espejo gigante y supongo que mi amigo y la lamebotas del ministro se ubicaran atrás con el fin de espiarme.
Hay una mesa plegable y dos sillas que se usan a modo de cara a cara.
Las puertas vuelven abrirse y me fijo en el preso que entra con las manos y los pies encadenados.
Los Mascherano se dan ciertos privilegios, pero no conmigo. Soy el hijo del ministro y la FEMF no puede permitir que me haga daño, así que no pasearse sin ataduras como lo hizo en el juicio.
Los guardias se ubican en un rincón para no hacer estorbo.
Antoni es el único que viste de traje en una maldita prisión.
—Il bambino di papá —saluda con una sonrisa.
«Il bambino di papá; el bebé de papá»
Lo sientan y no deja de sonreír, no luce como un preso, esta tal cual como lo vi el día de la condena.
—¿A qué debo el honor de tenerte aquí? —pregunta cuando tomo asiento frente a él.
La sangre se me torna pesada, le tengo tanto odio que en lo único que pienso es en apuñalarlo con las patas de las silla.
—Sabes a qué vine —enciendo un cigarro.
—Rachel —saborea el nombre y cierra los ojos como si fuera algún manjar— No era necesario que me enviara agradecimientos contigo.
Me le burlo en la cara, es tan patético.
—Viniste por eso o quieres reclamarle el porqué de no haberte enviado rosas a ti también.
—Pensé que una persona que se hace llamar estratega tendría las cosas claras.
—Yo tengo todo claro, coronel...
—No parece...
—Huelo tus celos desde aquí y déjame decirte que me molesta volverte a ver en el papel del Alpha con mi mujer.
Suelto la carcajada y le doy dos caladas a mi cigarro, ¿En qué planeta esta?
—Eres un maniático.
—Maniático que está loco por Rachel.
Me devuelve la carcajada.
— Y tu presencia me demuestra que no me es indiferente.
Aprieto los puños bajo la mesa.
—Está actuando igual que en Positano —dice airoso—Reniega de mí, pero tampoco hace nada para apartarme o detenerme y eso es lo que esta detonando tus celos.
—¿Que te hace creer que siento celos de un violador incestuoso como tú?
—Violador incestuoso que probó a la mujer por la cual estas aquí —se ríe— No te culpo amigo mío. Me pongo como tú cuando imagino que está contigo.
Se relame los labios y mi autocontrol inicia el conteo regresivo.
—Esa hembra vuelve loco a cualquiera y yo perdí la cordura cuando saboreé su sexo.
Aplasto el cigarro en la mesa.
—Es el coño más delicioso que he probado en la vida...
Pierdo la compostura, aparto la mesa y me le abalanzo encima tomándolo por el cuello.
—¿Miento? —se burla— Creo que no, es el mismo coño que te tiene igual o peor que yo...
Lo callo con un golpe, sangra y lo arrojo al piso cuando los guardias se acercan asustados.
Las cadenas tintinean en el piso cuando se arrastra. Olimpia abre la puerta y me mira como si no me reconociera.
—¡Suéltenlo! —ordeno.
—¡Coronel! —me regaña Olimpia.
—¡Que lo suelten! —le grito a los guardias—¡Es una orden!
El guardia le suelta las cadenas y retrocede aterrorizado.
No soy tan poco hombre como para atacar a alguien que no se puede defender, no voy a quedar como un cobarde y quedará para la historia el que le haya quebrado el cráneo estando suelto.
Me quito la chaqueta y lo espero con los puños cerrados.
—El próximo ministro no está dando un buen ejemplo —se ríe con la nariz llena de sangre.
—Y el líder de la mafia está quedando como un cobarde —digo al ver que se queda quieto.
—El miedoso es otro —los guardias se apartan cuando tensa las cadenas que lo ataban y la lanza contra mí, logro esquivarla y me espera con un golpe que evado al igual que los tres que arroja desesperado.
—¿Cómo eligen a los líderes? —arremeto y le lanzo dos rodillazos en el estómago.
Se levanta, ataca, me agacho y le propinó dos golpes en la mandíbula, retrocede y se me viene con más fuerza, su rodilla impacta en mi vientre y pierdo el aire por un par de minutos, tiempo que aprovecha para voltearme la cara con un codazo, pruebo el sabor de mi sangre y me voy contra él, arremeto y se aparta volviendo a tomar la cadena con la que me da dos veces en las costillas. Las tomo, lo arrastro y vuelvo a partirle la cara con un cabezazo.
Se va contra la pared y escupe la sangre que le emana de la boca, la entrada es un caos lleno de soldados que se deleitan con la pelea.
—¿Te rindes y prefieres que te mate ya o....?
Se me viene encima tomando la silla de metal, el minúsculo espacio no me da libertad de movimiento y logra clavármela dos veces en la espalda, me cubro con los brazos y me propina dos rodillazos en el abdomen, el dolor me encoge e impacta las manos cuatro veces contra mi cara.
La rabia me corroe y le barro los pies, pateó la silla y me le voy encima pateándole el dorso, no me importa que se retuerza de dolor sigo y sigo hasta que vomita sangre.
—Tu hermana hubiese pagado por esto —lo encuello— Te odiaba igual o más que yo.
Alzo el puño chocándolo contra su cara, mis nudillos se le entierran en el rostro salpicándome de sangre, no soy más que una máquina que coacciona en busca de un solo resultado, no me importa que los huesos crujan y que se esté ahogando con su propia sangre. Mi mano impacta una y otra vez ignorando el dolor que se siente con cada golpe.
Nunca he negado que soy un asesino.
—¡Christopher! —oigo los gritos de Patrick a lo lejos— ¡Christopher!
Antoni pierde el conocimiento y le sigo dando, quiero desfigurarle la cara.
—¡Basta! —se me vienen encima.
No paro, por el contrario, me levanto y le clavo la bota en el pecho aplastandole el tórax.
Cinco guardias logran apartarme y fijo la vista en el cuerpo destrozado que yace en el piso, no creo que lo haya matado, pero tampoco me molestan los resultados.
Logran sacarme y me arrastran afuera, el que me diera con la silla revivió la vieja herida que tuve el día del atentado.
Los soldados no pueden con la avalancha de periodista y Olimpia ordena que me metan a una de las salas.
En el caos me topo con Leonel que sonríe con ironía, no nos han presentado oficialmente, pero eran mi competencial al igual que Kazuki.
Me empujan a una de las salas de interrogatorios, los periodistas buscan la manera de entrar y Olimpia les estrella la puerta en la cara.
—¡Lo jodiste todo! —me grita— ¡Eres un maldito animal!
Me limpio la sangre que me emana de la boca.
—Podrías meterme en prisión si me hubieses dejado que lo matara.
—¡No eres un crío, Christopher...! —grita.
—¡Y tú no eres mi madre y no pretendas hacerme creer que te preocupa! —espeto—¡Tengo muy claro que lo único que buscas es meterte en las sabanas de Alex!
—¡Ya entiendo el miedo del ministro a la hora de querer deshacerte de ti! —escupe furiosa— Sería una deshonra darle rienda suelta a un asesino...
—¡Lárgate! —la echo— ¡Vete detrás del ministro a lo mejor se le da por cogerte antes de que te termines de enfriar a causa de la menopausia!
Alza el cuello tratando de contener las lágrimas.
—Aunque no creo, porque ahora le gustan las de veinte.
—Conmigo no cuentas más.
—Pregúntame cuanto me importa.
Se marcha dando un portazo, la sigo y me sumerjo en la avalancha de reporteros, Patrick está al lado de mi camioneta y no hace más que negar antes de devolverse a su auto.
«Como si no tuviera claro que conmigo toca acostumbrarse a las decepciones»
Que agradezca que no lo dañe antes, abordo mi vehículo y dejo que me lleven de vuelta a Londres.
Make tiene la pantalla de la camioneta encendida y soy la noticia principal, el ministro no ha llamado y me imagino que se ahorcó por tanta indignación.
A mí me da igual, no vivo para satisfacer a nadie y aunque tenga el sinsabor de no haber matado Antoni estoy un poco más tranquilo por haberme desquitado, ahora solo me queda Stefan, porque pensándolo bien Bratt es caso perdido y ya tiene suficiente con la hermana loca y la culpa absurda que lo corroe.
«Sin embargo le joderé la vida cada que tenga la oportunidad»
Fijo la vista en la noticia que presenta un reportero.
"Antoni Mascherano acaba de ser ingresado al servicio de urgencias después de que el coronel Christopher Morgan le propinara una fuerte golpiza, aún no sabemos el porqué de la disputa, pero se acaba de filtrar el video insonoro donde se demuestra que el coronel fue el primero en atacar"
«Vaya seguridad»
La camioneta entra a Hampstead, esta vez al guardia no asegura la zona y era de esperarse mis escoltas están cabreados porque posiblemente se quedaron sin empleo.
Bajo, las costillas me duelen cuando camino, la nariz me sigue sangrando y tengo el labio y la ceja partida.
Abordo el ascensor y el panorama que encuentro arriba no da muchas esperanzas.
Gema, Liz y Marie están en la sala frente al televisor. Gema es la primera en levantarse mirándome con ojos llorosos.
Avanzo como si nada. No voy a discutir, suficiente tuve con el drama de Rachel.
Liz se levanta y yergue aplaudiendo mientras señala el televisor.
—Gracias, respetado coronel —suelta el sarcasmo— El esfuerzo de todos se fue a la mierda gracias a usted.
Paso de largo, se está consolidando en la lista de personas que voy a matar.
—Tu novia está a la espera de una explicación —me toma del brazo.
—Y si paso de largo es porque no quiero dársela —sigo con mi camino, la ira no se apaga y lo único que quiero es meterme bajo la ducha y acostarme a dormir.
Entro a la alcoba, la espalda me duele y me poso frente al espejo para verme las contusiones.
El dolor se está tornando insoportable y el ver a Gema asomada en la puerta tampoco me ayuda.
Se limpia las lágrimas y no hago el más mínimo intento de esconder las marcas que me adornan el pecho y el cuello, ocultarlo no lo hará más fácil y a mí no me interesa tapar el cielo con las manos.
—Si estás aquí por un lo siento...
Niega.
—Cierta vez me dijiste qué pides perdón cuando te arrepientes y tú te ves más que satisfecho.
Me gusta que tenga las cosas claras, fija los ojos en mi pecho y aprieta los labios conteniendo el llanto.
—Vete —le pido, nunca me ha gustado este tipo de momentos.
—No merezco...
—Sabes como soy —la interrumpo.
—Y nunca te he pedido que cambies —se me acerca—Pero tenía la esperanza de que conmigo te esforzaras por mejorar.
—A mí no me interesa cambiar nada, soy feliz así.
—¿Rompiendo corazones? ¿Ilusionando?
—Eso lo hiciste tú no yo —trato de no perder la paciencia— Y no te hagas la víctima pidiéndole fidelidad a un hombre que se le para la verga a cada nada.
—¿Y no podía saciar las ganas conmigo? —me reclama— Siempre he estado dispuesta para ti...
—¡Pero no es suficiente! —me saca de casillas...
—¡¿Entonces qué más tengo que dar?!
Revienta en llanto y me molesta llegar a esto, no es una mala persona y solo está buscando amor en alguien que detesta dicho sentimiento.
—Antes que novios éramos amigos y es injusto que me pusieras a remar sabiendo que hace mucho tiempo te quieres bajar del bote —suspira— Lo dañaste todo; la campaña, lo nuestro. Todo por una zorra que de seguro no vale la pena.
«Si supiera»
—Y no voy a detenerme a preguntar por qué seria gastar mi saliva en reclamos por alguien que no lo merece —se limpia la cara.
No es desperdiciar saliva es miedo a saber el nombre que tanto se niega aceptar, sin embargo, no soy quién para meterme cada quien es feliz a su manera.
—Terminamos —dice— Te amo, pero no voy a dejar que me destroces y pises mis fragmentos en el piso, lo hago por ti, por mí y por la relación que tenemos desde pequeños.
Guardo silencio.
—Debes aprender a valorar lo que tienes y que no puedes traicionar a todo el que intenta darte su amor, la vida no es así Chris —solloza— Por mucho que quieras estar solo tarde o temprano necesitaras el hombro de alguien para apoyarte y nunca lo tendrás si apartas a todo el que intenta quererte.
Me mira.
—Alex no es eterno, Sara algún día partirá al igual que mamá y ya no serás el eje de nadie —continúa— Estarás tan solo como ahora, porque lo que logramos lo acabas de echar a la mierda y ya ni amigos tienes.
Vuelve a llorar.
—Bratt, Simón, Patrick, Liz, yo... Con ninguno vas a contar porque nos acabas de dejar en ridículo desquitándote con un criminal que planeo provocarte desde un principio.
Palmea mi hombro.
—Bravo Chris, ahora no me queda duda de que eres un experto destruyendo cosas y personas.
Me da la espalda cuando Liz se asoma en la puerta, no mira a su amiga, solo avanza conteniendo las ganas de volver a romper en llanto.
—Aparte de que vienes puyao te das el lujo de pisotearle el corazón —entra Liz— Que poca cara tienes.
—¿Y tú estás aquí por...? —le señalo la puerta— No me vengas con reclamos porque, aunque haya dañado mi candidatura sigo siendo un coronel y puedo echarte si se me da la gana.
—Gema es un arcoíris —retrocede— Lastima que no sepas de colores.
—¿Y qué te dices a ti misma? —le reclamo— Porque que yo recuerde fuiste tú la que la metió en mi cama, así que no vengas a dártelas de ofendida.
—Aparte de gordo, hinchado y con paperas.
—Las verdades duelen cuando son dardos en tu contra —la encaro...
—Ni siquiera te tapas...—me señala las marcas del pecho.
—¿Para que sí estuvo buena la faena? Ya sabían que estaba cogiendo, ¿Que ganó con ocultarlo?
Aprieta los dientes y alcanzo a tomarla del brazo cuando se da la vuelta para irse.
—Es la última vez que te opinas en mis asuntos —le advierto— Por tu bien deja de meter las narices donde te llaman o te juro que te devuelvo a Venezuela sin carrera y con las referencias por el suelo.
—No te tengo miedo...
—Deberías, no tienes idea de lo que puede hacer el hijo de un ministro.
Me clava las uñas para que la suelte y se marcha destilando irá por los poros.
Sé que Gema no es una mala persona, sin embargo, no pueden pedirme que le dé la razón sabiendo que ella fue la que quiso meterse donde no la habían llamado.
Entro a la ducha y dejo que el agua caliente me relaje los músculos adoloridos, agradezco el que Marie no entre hacer reclamos.
No se oye en los pasillos y supongo que se acostó a dormir o se fue a consolar a su hija.
Enciendo el móvil y me saltan mil mensajes de reclamo por parte de Simón, Patrick y hasta el mismo Bratt que escribió un discurso de odio recordándome que soy un hijo de puta.
El noticiero de la FEMF no deja de repetir mi noticia ya están mostrando el vídeo de la pelea.
—Seguimos sin saber el porqué de la disputa entre el coronel y el líder de la mafia, sin embargo, está claro que esto es un duro golpe a su imagen a tan pocos días de su campaña electoral —anuncia un reportero— Su equipo no se ha manifestado y no sabemos si lo apoya o le dará la espalda yéndose con otro candidato.
Cambio al otro noticiario.
—El coronel Christopher Morgan está en la mira después de haber tenido un fuerte enfrentamiento con el líder de la mafia, los candidatos están en shock y no se explican el porqué de una medida tan agresiva...
Apago el televisor ideando lo que diré cuando quieran entrevistarme. El discurso del porqué de mi retiro.
No pienso dejar que me acaben en las urnas, me agradaba la idea de un cargo superior pero ya que lo dañe no me queda más alternativa que asumir los errores y abandonar el barco para no quedar como un idiota.
Tampoco le estoy poniendo la atención que se merece, la rabia sigue invadiéndome las venas y no es por Antoni, ni por Stefan ya esos tienen su dosis de odio.
Es por Rachel y su estúpida forma de comportarse, detesto tanto su terquedad, así como detesto que sea tan bella y me saque la bestia sin control que vive en todos.
Odio que se cohíba y aparente ser lo que no es, que prefiera otros antes que a mí sabiendo que lo que tiene conmigo no lo tiene con nadie.
Mi orgullo no da para tanto, lo intente no quiso y no me deja más alternativa que desecharla.
Salir de este drama que me ahoga y no me deja vivir en paz y para eso simplemente voy a dejar que sea una del montón asegurándome de que no vuelva a joderme la vida.
Es perderla a ella o perderme a mí y primero estoy yo por sobre todas las cosas.
Cierro los ojos reafirmando mi decisión de que no la vuelvo a tocar ni a mirar, está muerta como en los años que decidió largarse al exilio.
◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆
Amanece y Marie entra con cautela asegurándose de no despertarme.
«Como si hubiese dormido algo»
Deja un vaso de zumo de naranja y dos analgésicos, con cuidado aparta las sábanas y me repara los golpes que tengo en la espalda.
—Muchacho estúpido —se sienta en la orilla de la cama.
—Te oí.
—Lo sé —me acaricia la espalda— No sabes hacerte el dormido.
Detiene la mano en los arañazos.
—No quiero reclamos —advierto antes de que empiece.
—Gema es mi hija Christopher, tú también lo eres, pero no me pidas que me haga la ciega cuando lo primero que te dije fue que no la lastimaras.
—No quiero hablar de eso.
—¿Y cuando quieres? No quiero sonar como una mamá herida, pero esa mujer no te conviene y si la pones en una balanza con Gema, mi hija es mucho mejor que ella.
Sigue acariciándome la espalda.
—Sácala de tu vida y deja de complicarte tanto.
—Tu petición llega tarde —me levanto— Para mí ya está muerta como en años pasados.
—No estaba de acuerdo con tu relación con Gema, sin embargo, la vi tan feliz que por un momento y pensé que harían bonita pareja —respira hondo— Volví a equivocarme, pero no niego que me gusto saber que se cuidaran el uno al otro.
Besa mis mejillas.
—Voy hablar con tu padre para que te ayude con la candidatura.
—No pierdas el tiempo —me encamino a la ducha, en tres horas tengo que estar en el centro religioso y no me apetece que me ponga al teléfono para que le pida perdón.
Marie enciende la tele y la deja en el noticiario antes de salir.
Me meto en la ducha y tardo media hora con la esperanza de que el agua tibia calme el dolor, la paz se acaba cuando la algarabía que se arma en la sala me obliga a salir.
Cristal y Miranda están en mi habitación, ambas con la cabeza metida en el closet.
—¿Qué haces? —pregunto.
—¡Al fin! —Cristal me tira una camisa— Vístete rápido, la prensa te está esperando.
Ruedo los ojos, pensaba posponerlo para mañana.
—Ahora no...
—No tiene discusión —advierte con la mano levantada— Solo arréglate y pon tu mejor cara.
Hasta para renunciar tengo que verme bien, le busco el lado bueno «Entre más rápido acabe, mejor»
Tengo la cara amoratada y los nudillos reventados «¿Que explicación se supone que le voy a dar a la madre superiora»
—Necesito que le digas si a todo... —Cristal vuelve por mí.
—¿Que?
—Solo hazme caso.
Salgo y mi sala está repleta de reporteros y no es eso lo que me sorprende, es Rachel la que me deja sin habla.
¿Qué carajos? La están entrevistando y Marie se la está comiendo con los ojos.
Bratt, Olimpia, Patrick, Angela, Simón, Alexandra, Brenda, Parker y Laila también están concediendo entrevistas mientras sonríen.
Viste ropa formal con una falda de tubo y una camisa que le realza el busto, no sé cómo maquillo las marcas, pero no tiene ni una sola a la vista, trae tacones y el cabello recogido.
La observo desde las escaleras, los reporteros no se han percatado de mi presencia.
—Teniente James —habla uno de los periodistas— Es uno de los miembros más significativos de la FEMF después de haber pasado por tantas cosas y para nadie es un secreto que a muchos candidatos les gustaría tenerla en su campaña, sin embargo, se mantiene firme en su decisión de apoyar al coronel Morgan.
—Me mantengo firme porque sé que es la decisión correcta, el coronel no ha dejado de defenderme —habla a la cámara, es una entrevista en vivo— Y estoy en el deber de agradecerle reiterándole mi apoyo.
—Nos queda más que claro que la agresión de ayer fue a causa de las múltiples amenazas que ha recibido por parte del líder de la mafia —indaga una reportera— ¿Segura que es solo por esto o hay motivos personales?
—Lo dudo, es un profesional y solo se está preocupando por el bienestar de sus soldados.
—Amo a esa mujer —Cristal se posa a mi lado— La cámara la adora y se tomó el trabajo de convencer a todos tus compañeros, incluyendo a Bratt que ya había echado todo por la borda.
—Es admirable que sigan dando su apoyo a una campaña que creíamos más que perdida —habla otro reportero.
—Para nada —contesta Alexandra— Ahora más que nunca estamos con él.
—Llegó el miembro más importante — anuncia Cristal.
Los reporteros se enfocan en mí formulando un sinfín de preguntas, me concentraría si no tuviera los ojos clavados en la mujer que esta al otro lado de la sala, les piden a mis compañeros que se acerquen para la foto y ella es la primera en avanzar y posarse a mi lado.
—Una solo los dos, por favor —pide uno de los reporteros más veteranos— Juntos son como el general James y el ministro Morgan.
Me asusta la punzada que me atraviesa el pecho cuando percibo el olor de su fragancia, trato de enfocarme en lo que me dije, pero me es imposible ignorar la sensualidad que denota, el cuerpo bien formado y la ropa que realza todos sus atributos.
—Héroe y sobreviviente —dice un periodista antes de tomar la foto.
—Me gusta ese término —pone la mano en mi pecho y contengo la respiración cuando me mira y sonríe — ¿Qué tal le parece mi coronel?
No contesto, solo le pongo la mano en el centro de la espalda y poso para la foto, los demás se acercan y sonríen para la sesión.
Cristal me saca del grupo y los periodistas me rodean formulando preguntas, Bratt se queda con Rachel y los demás se dispersan dando exclusivas de los últimos avances.
—Coronel —un reportero chasque los dedos frente a mí— Está un poco desconcentrado, ya hemos formulado dos veces la misma pregunta.
Estoy desconcentrado porque tengo los ojos fijos en la mujer que está coqueteando con Bratt descomponiéndome el día que acaba de empezar.
Bratt no le es indiferente y le está hablando demasiado cerca para ser un par de personas que ya no tienen nada, surge la pregunta de cómo lo convención y los celos hacen estragos taladrandome cada que respiro.
Aparto la cara y me enfoco en lo importante. No me va a afectar ella ya está muerta para mí.
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Hola lujuriosas.
Quiero aclarar algo importante que de seguro confunde.
Cuando los personajes se refieren a la prensa y a los noticieros hablan de algo que es exclusivamente de la FEMF, ellos son una sociedad anónima, pero recuerden que están por todo el mundo. Las noticias solo las ven los miembros, el periódico, las revistas y los noticiarios, todo por decirlo así.
Una central puede tener más de diez mil soldados y por eso deben mantenerse al tanto de lo que pasa.
También quiero aclarar los rangos, el ministro general es Alex (Es el puesto por el que compite Christopher) y hay un viceministro (Olimpia es un ejemplo)
Y el rango que sigue es el de general, todo ejército tiene un general y un coronel, en Londres son Gauna y Christopher.
Las campañas que realizan son como cualquier político y deben valerse de actitudes morales, comportamientos y triunfos, por eso se juntan con los mejores.
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