CAPÍTULO 25
Sueños mojados.
Christopher.
Paso las páginas de la biblia y me obligo a abrir los ojos. Me cuesta concentrarme tengo sueño, no me agrada la idea de la vigilia en la iglesia.
La calma me abruma, todos están concentrados en los suyo rezando en silencio. «Tengo mucho sueño» La iglesia está inundada con el hábito blanco de las monjas y monaguillos.
El sueño se esfuma de un momento a otro. Un punto rojo hace la diferencia. El cabello negro resalta sobre el rojo de la tela. Camina despacio con las manos en la espalda. Soy el único que la nota. El único que se deja hipnotizar por el azul de sus ojos.
—¿Qué haces? —pregunto cuando estamos frente a frente.
—¿Qué crees?
Lleva las manos a los botones del vestido soltando uno por uno. No la detengo, quiero ver lo que hay detrás de la tela. Abre el traje pasando las manos por su pecho.
—Tu turno —me dice.
Reparo mi alrededor, las monjas siguen rezando con la cara oculta.
—¿Te da miedo? —pasa las manos por mi pecho.
Me abalanzo sobre ella alcanzando su boca. El choque la desestabiliza y la arroja al suelo dejándome sobre su cuerpo, recorro sus curvas, me apodero de sus labios refregando mi polla en su coño.
Sujeta mi nuca y une nuestros labios abriéndose de piernas para que la penetre, suelto la correa liberando mi miembro antes de sujetarla de la nuca.
—Dilo —susurro sobre sus labios.
Quiero oír lo que tantas veces me dijo.
Sonríe con descaro.
—Te ...
Despierto con el sonido de la puerta, estoy empapado de sudor y la verga se me quiere estallar.
—¡Padreé! —me llama Patrick—¡El sol salió y es hora de laborar!
«¡Hija de puta»
—¡Padreé! —insiste Patrick con voz cantarina— ¡Tenemos reunión con los maestros!
No contesto solo entro en la ducha con la verga endurecida esperando que la erección baje con el agua. Puedo autosatisfacerme, pero no merece que me la jale pensando en ella.
Patrick me espera recostado en la cama, mordisquea la esquina de una tostada mientras sacude la cabeza.
—Vamos media hora tarde.
—¡No me jodas!
—Pero qué genio —se burla— ¿Quieres que le eche mantequilla al pan para que te sientas mejor?
Me señala la bandeja del desayuno.
—Rachel lo trajo, solo comete el pan y el café. Los huevos están salados y las tostadas un poco quemadas —se levanta— No es muy buena cocinando.
No tengo hambre y tampoco quiero probar nada que venga de ella «Solo haría una excepción con su entrepierna»
La aparto de mi cabeza vistiendome frente al espejo.
—¿Porque estás cabreado? —pregunta Patrick.
—Que te importa.
—Es lunes, acaba de empezar el día y ya estas con cara de troll.
—¿En qué te afecta?
—El enojo nos envejece de forma prematura. No quiero alarmarte, pero creo que ayer te vi una cana.
Se ríe cuando me paso las manos por el cabello.
—Deja la estupidez —me tapo el tatuaje y me coloco el alzacuello— Anda afuera, no quiero regaños de la madre superiora.
Salgo con la biblia bajo el brazo, el día esta soleado. Lástima que mi humor le quite el color, soy débil cuando de sexo se trata y detesto no poder saciar las ganas.
—Los obispos ya llegaron —comenta Patrick mientras caminamos— Se van en cuatro meses.
—¿Cuántos son?
—Tres, dos obispos y un cardenal recién ascendido. Gauna sospecha de ellos, uno tuvo una demanda de acoso hace seis años.
Nos encaminamos al edificio escolar.
—Hay que darles pie para que caigan, este papel me tiene harto —espeto.
— A mi parecer debemos buscar la forma de darles la misma impresión de pervertidos.
—No voy a morbosear niños.
—No estoy hablando de niños, ¿Que te pasa? Nunca propondría algo así —dice asustado— Me refiero al personal, a las monjas y madres voluntarias. A lo mejor nos pillan y entran en confianza con nosotros.
Asiento.
—Empecemos desde hoy.
—Sí —mira a todos lados— Gauna llamó y dijo que quiere vernos esta noche en el bar de Marcus. Ya le avisé a todos.
Los maestros están reunidos en la sala de profesores.
—Padre, buenos días —me saluda la madre superiora.
—Madre —saco mi mejor sonrisa— Profesores.
Todos sonríen devolviendo el resto, Gema no disimula. Se pone roja mirándome con ojos perversos.
Tres hombres entran en la sala, hombres mayores entre los cincuenta y setenta.
La madre me los presenta como los obispos Pablo y Juan y el cardenal Diógenes. Presento a Patrick y le doy paso a los profesores para que digan sus nombres.
Los maestros comentan sus propuestas. Yo tengo la cabeza en otro lado ya que el sueño se me repite una y otra vez.
Gema no deja de mirarme, Rachel se me viene a la mente y opto por seguir el juego del coqueteo. Necesito una buena cogida para dejar de pensar estupideces.
Me concentro e imagino en cómo la follare. «Un polvo rápido en el salón de útiles mientras los niños toman su descanso» La ilusión dura poco, mi sueño vuelve y me veo en la mitad de la iglesia lanzado embestidas sobre Rachel, saboreando su coño, lamiendo su cuello. Veo como me monta abalanzado las caderas de arriba abajo.
Sudo.
Los maestros se van, los obispos y el cardenal comentan lo que tienen planeado a lo largo del mes (Misas, procesiones y encuentros religiosos)
La mente se me dispersa, mi cerebro repite la misma secuencia de imágenes.
—La comunidad está muy contenta con su trabajo —me dice el cardenal— Agradecemos el empeño y la colaboración que nos brinda.
—Lo hago con gusto.
Procuro aterrizar.
—No nos queda duda —apoya el obispo Pablo— Tiene muy buenas habilidades, padre.
—Oremos dando gracias —propone el obispo Juan.
Mi ruego no es dando gracias, es porque no vean como se me pinta la verga a través del pantalón.
Inclinamos cabeza y elevamos una oración.
—Sobra decir que esta cordialmente invitado a la reunión que tenemos con la diócesis —me invita el cardenal.
—Ahí estaré —tomo mi biblia y me preparo para marcharme— Me retiro, daré la charla a los alcohólicos anónimos.
Repito la táctica de las prostitutas y me tapo con el libro sagrado.
—Que tenga buen día.
Patrick se queda resumiendo las notas que se tomaron en la reunión.
La cabeza me da vueltas y sigo pensando lo mismo. Parezco un puto loco lascivo.
«Lascivo: Que expresa o denota lascivia»
Camino rápido y detengo el paso cuando veo el monumento que limpia el ventanal montada en una silla «Necesito un baño de agua fría» «Agua fría no, hundirme en las aguas de Groenlandia es la solución»
El viento se filtra por el pasillo moviéndole la tela de la falda. Se agacha a escurrir la toalla mostrándome los muslos desnudos «La saliva se me vuelve agua» No me muevo, aprecio su culo mientras la erección crece bajo la tela de mi bóxer.
Moja la toalla y se para en la punta de los pies para alcanzar la parte alta del ventanal.
—La lujuria es pecado, padre —el obispo Pablo posa la mano en mi hombro.
—No...—intento disculparme, pero alza la mano para que me calle.
—¡Hija! —llama a Rachel.
Se acerca y le ofrece la mano para que baje.
—Buenos días, señor —lo saluda con carisma.
Me mira y se acerca.
—Padre —me da un beso en el dorso de la mano.
Me congelo en mi puesto, no quiero que me bese la mano quiero que me besa otra cosa.
—¿Eres nueva aquí? —pregunta el obispo— No te había visto antes.
—Llegue ayer, señor. Soy voluntaria.
—Ya veo, me imagino que por eso no sabes las reglas.
Arruga las cejas confundida.
—Cuándo haces ese tipo de tareas—señala el ventanal— Debes hacerlo con prendas que tapen todas tus piernas, o hacer la tarea cuando no haya personal en el pasillo.
—No era mi intención...
—No te estoy juzgando hija —la interrumpe el obispo— Solo te aconsejo que uses ropa más adecuada.
—Lo tendré en cuenta, señor.
—Cámbiate para que puedas terminar—le señala la silla.
—Si señor —se despide— Que tenga un buen día, padre Santiago.
Le dedico un leve asentimiento, quisiera ignorarla como se merece, pero no puedo dañar el papel.
Sigo al obispo, que saluda a los niños y maestros que se encuentra en el pasillo.
—No es lo que usted cree —intento justificarme.
—Pecas doblemente —me dice— Viéndola y negándolo.
«Lo que me faltaba. Represalias por echarle el ojo a la sexy mentirosa»
—Lo siento —vuelvo a disculparme— Fue una mala jugada del demonio, pero tengo la convicción de que Dios no me dejaría pecar.
Se vuelve hacia mí.
—No siempre se peca con el cuerpo, también se peca con el pensamiento. Mateo 5:28 dice: Que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón.
—Soy un hombre, señor.
—Lo sé, como también sé que la carne es débil.
Me palmea la espalda.
—Lo comprendo padre. El santismo no es para nada justo.
El cardenal nos observa desde el segundo piso.
—Ve a la reunión que tendremos en la noche, te conviene —me invita.
—Ahí estaré.
Se marcha.
La tarde se me hace eterna. No solo tengo que lidiar con un montón de adolescente exponiendo sobre los deberes de un buen católico, sino que también tengo que lidiar con Cristal, quien está lanzando campaña para limpiar mi nombre.
Saco un cigarro cuando llego a mi alcoba encerrandome a fumar en el baño. Necesito acabar con esto o terminare volviéndome loco.Saco el móvil. Tengo dos mensajes de Gema.
"¿Almorzaste? Espero que sí, porque te necesito enérgico y caliente"
"Amor, te acabo de ver en la cafetería. Es una tortura verte y no poder besarte. Te estoy echando de menos
Att: Tu Fiona"
No estaría mal un polvo para pasar las ganas.
Me fijo en la hora, no hay tiempo, Gema es de las que no le gusta irse y debo prepararme para la cena.
Mi polla aclama sexo y el no tenerlo me empeora el genio. Tengo el jodido sueño pegado en la sien, ya perdí la cuenta de las veces que mi mente lo ha recopilado, y si sigo así tendré que comprarme pantalones nuevos ya que todo me aprieta cuando se me pone dura.
Vuelvo a recordarla, la ilusión fue tan real que por poco me corro en las sabanas. La sentí como en años atrás, saboree sus labios y me impregne de su aroma. Es el mismo de siempre; Una combinación de shampoo de vainilla y perfume Chanel.
Me baño.Puedo aminorar la presión, masturbarme, eyacular y dejar de sentir estas putas ganas de metérsela, pero no voy hacerlo. No soy un puto crío y ella no merece que haga tal cosa.
Lo que necesito es un coño dispuesto y fogoso que me ayude a olvidarla por completo.
Llamo a Ángela. Gema es linda y lo hace bien, pero no necesito mimos ni besitos tiernos. Necesito un voltaje más alto, una mujer con más práctica y experiencia.
Angela nunca se rehúsa, bastan cuatro palabras para tenerla comiendo de mi mano. Estará en la reunión que tendremos esta noche y no voy a desperdiciar la oportunidad.
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A las 7 pm estoy listo para la famosa cena. Es un encuentro solo para hombres (Padres, obispos y monjes) Bratt se pasea saludando a todo el mundo.
—Hola —Patrick se me acerca por un lado.
—¿Alguna novedad?
—Si, el ministro apareció e informó que estará en la reunión de esta noche —saludamos a un par de personas— Parker se comunicó y dijo que tenía información importante.
—Al fin estan sirviendo para algo.
—Laila también apareció, me la encontré en la entrada.
«Vaya cosa»
La cena es como me la imagine, aburrición total.
Dos horas cargadas de chistes malos y oraciones cada que se levanta una cuchara. Lo único curioso es el personal que sirve, no son las chicas del servicio. Son el grupo de jóvenes en preparación y no visten ropa formal, visten los uniformes escolares.
Los padres de planta lo ven como lo más normal, ríen y se carcajean como si no notaran el detalle. Bratt, Patrick y yo somos los únicos raros con el tema.
Bratt desaparece de la nada y el obispo Juan le pide a Patrick que lo acompañe a su alcoba ya que está cansado y necesita un brazo para apoyarse.
Un chico los sigue. Nadie lo llamó. Ni le pidió que los acompañaran, el joven de quince simplemente se levanta y los sigue como si nada.
El obispo Pablo se disculpa, se levanta yéndose a la cocina. Aprovecho que el párroco de las monjas está dando un aburrido discurso y sigo al obispo de forma disimulada.
No entra a la cocina, se queda en el umbral observando a las chicas que lavan los platos frente al fregadero «Pedófilo doble moral»
Lo observo desde la penumbra.
—Sol y Rita —le habla a las chicas— Como han crecido, no hace nada que eran un crías que se meaban en los pantalones.
Las chicas no contestan.Se acerca recostandose en el borde de la mesa.
—¿Siguen sin noticias sobre su padre?
—No sabemos nada, todavía —contesta una de las chicas— ¿Usted ha sabido algo?
El obispo niega.
—No, pero podría.
Las chicas bajan la cabeza.
—Solo depende de que también se comporten conmigo.
Las adolescentes se miran entre sí, pasan saliva y se suben la falda a lo más alto de la cintura.
—No me basta con ver carne —dice el obispo— Quiero más dinamismo.
«Vejete asqueroso»
—Rita toca los pechos de Sol —les ordena.
—Pero es mi hermana, señor.
—En cristo todos somos hermanos, así que tócala.
La chica alza la mano y la vuelve a bajar.
—No puedo, señor.
EL viejo chasquea los dientes y se vuelve acercar.
—No puedo encontrar a su padre, sin ningún tipo de estímulo.
—Podríamos servirle de otra manera —responde Sol.
—Es la única forma —les acaricia el cabello— Soy un viejo consagrado a Dios.
—Los siervos no hacen este tipo de cosas —se defiende Rita.
—Te equivocas mi niña, Dios es misericordioso con sus hijos y sabe que ver es una forma de liberar el deseo de pecar —suelta la cabeza de las chicas— ¿Oh no padre Santiago?
«¡Maldición!» Salgo de mi escondite. Las chicas me miran con sorprendidas.
—Váyanse a la cama —les ordena el obispo.
Las chicas no dudan en huir.
—Ya saben las reglas ¿No? —les dice cuándo van a poca distancia.
Ambas asienten sin mirarlo.
Suprimo las ganas de ahogarlo en el fregadero.
—La lujuria es pecado —cito las palabras que me dijo esta mañana.
—Lo sé, hijo —me mira con ojos fraternales— Pero ver es la única salida que tenemos los pecadores como tú y como yo.
—Son niños —escondo las manos detrás de la espalda, temor a que el autocontrol me falle y termine tumbándole los dientes.
—Solo veía —abre la puerta que da al jardín— Como tú veías a la empleada.
—Es una mujer.
—¿Y? Al igual estabas pecando —se posa frente a mí— Te invite aquí con un objetivo.
—¿Morbosear críos?
Niega con una sonrisa mal disimulada.
—Tienes talento Santiago, eres joven, apuesto y atraes al público. No soy tonto. He visto cómo te miran las monjas y maestras ¿Cuantas se te han insinuado?
No respondo.
—Muchas me imagino y aunque pienses que no tarde o temprano terminarás cayendo —mira a la nada— Con ver no le hacemos daño a nadie —baja la voz— Aquí nadie es santo, miramos, pero desaforamos la lujuria en otros sitios. Lugares que saben lo que somos y nos ofrecen un buen servicio para que seamos felices ante los ojos del mundo.
Habla como si fuera un héroe.
—¿Me está diciendo que nadie les hace daño a los niños? ¿Que los miran, pero no los tocan?
Se ríe.
—Una cosa a la vez, padre. Por ahora te confieso solo uno de nuestros secretos depende de ti conocer las otras verdades.
Me provoca sacar el arma y volarle los sesos.
—Vi como la tenías mientras la mirabas —me dice—Entiendo cómo te sientes ahora, con la frustración sexual por los cielos y no es tu culpa hijo, yo vivo lo mismo día a día.
—Vaya al punto.
—Te liberare de la presión —me palmea el hombro— Olvídate de tu voto de celibato y prepárate para vivir el secreto mejor guardado de la iglesia.
«Me está dando lo que quiero»
—¿Cuándo?
—Cuando estés preparado.
Dejo que se marche sacando el teléfono para decirle a Make que me recoja.
—¡No vas a creer lo que me acaba de pasar! —Patrick me alcanza en el sendero.
—No creo que supere lo que vi.
Niega, se le dificulta hablar.
—Es gay —intenta tomar aire.
—¿Quien?
—El obispo Juan —me encuella— ¡Me toco la verga y me pregunto si quería que me la mamaran!
«¡Qué asco de gente!»
—Todos son unos pinches asquerosos.
—¿Que paso con el niño?
—Eso fue lo peor. Le pidió que se desnudara y que se tocara.
—¿Lo manoseo?
Sacude la cabeza.
—No, solo lo vio tocarse y le pidió que se fuera —se toma la cabeza entre las manos— Casi me le vomito encima.
—Pase por algo parecido, el obispo Pablo le pido lo mismo a un par de chicas. Creo que miran, pero no los tocan, así prevén el que no puedan denunciarlos. Sin contacto no hay pruebas de violación.
—¡Me siento sucio! —exclama a punto de estallar— Me toco, y se quitó la caja de dientes...
—¡Razona! —lo regaño.
—Iba a meter mi polla en su asquerosa boca.
—¡No pierdas la compostura! —espeto— ¡Aun no llegamos al centro de todo esto!
Bratt se nos une, esta igual que Patrick.
—¿Que? —pregunta Patrick—¿También te tocaron?
Frunce el ceño mirándolo con asco.
—No, pero vi a un sacerdote masturbando al cardenal —nos encaminamos al punto de encuentro que acordamos con Simón— Hablaron de un club, el cardenal dijo que la daría la mejor chica el viernes por la noche y el padre pidió una Nórdica.
—¿Qué es eso?
—No sé, pero el padre hizo que le prometiera.
Simón nos espera. Nos cambiamos y dispersamos para que cada quien salga por su lado.
Soy el que menos vueltas da, no me puedo exponer tanto. Tomo un taxi y me encuentro con mis escoltas. Simón y Patrick abordan mí misma camioneta mientras asegura que sus guardias estan cercas.
—No lo podemos dejar aquí solo —me dice Simón.
—Si, si podemos —le ordenó a Make que arranque.
—¿Y si le pasa algo?
—No es mucho lo que se pierde.
Lo escoltas se encaminan hacia el bar de Marcus y a mi me empieza el dolor de cabeza.
La camioneta se detiene de un momento a otro.
—¿Qué pasa? —pregunto molesto.
—El auto me pidió paso —señala.
Es el auto de Rachel que se adelante y busca donde estacionarse.No baja y mis escoltas cumplen con el debido protocolo de seguridad mientras espero.
—Área segura, señor —me avisa.
Simón es el primero en bajar.
—¡Resucitada! —se acerca al auto de Rachel.
Baja el vidrio del asiento del copiloto.
—¡Stefan! —exclama Simón metiendo la mano en la ventana para saludar.
«¡No baja porque se la está mamando adentro!» Se me revuelve la bilis.
Patrick se acerca tambien.
—¡Step! —saluda con entusiasmo.
«Step» No es más que un maldito palurdo.
—¡Hola baby! —Gema me toma del brazo— Entra, es peligroso que estés afuera.
Entro de mala gana mientras practico la reprimenda que le daré. Es una jodida reunión privada y no se pueden traer costales de estiércol que solo hacen estorbo o mejor dichos tras lavaplatos.
Brenda, Liz, Parker, Laila y Alexandra, Meredith, Travis y Angela esperan en el bar desocupado.
—¿Dónde está el ministro? —pregunto.
—No ha llegado —Scott se inclina una cerveza.
—¡¿Y qué hacen sentados?! —los regaño—¡No es un encuentro de amigos! ¡Hay que preparar el material!
Apagan la música que tenían de fondo.
—Otra vez estas de mal genio —Gema me ofrece un trago— Si sigues así te pondrás verde como Sheck.
Le arrebato la copa.
—¡Buenas noches! —saluda Rachel chocando las manos con todos menos conmigo.
Bratt se llega, se le acerca, le toma la cara y le da un beso desprevenido mientras que a mi se me comprime el estómago ya que por poco se lo da en la boca.
Alex entra seguido de Gauna y la guardia personal. No saluda, solo basta con verlo para que todos se acomoden alrededor de la mesa.
—Tenemos problemas —avisa.
—Que novedad —murmuro.
—Philippe Mascherano es el nuevo líder de la mafia —suelta Gauna— Supongo que saben lo que eso significa.
—¿No se supone que estaba desaparecido? —replica Simón— ¿Y cuantos Mascherano hay? Matamos uno y aparecen cuatro.
—Desaparecido o no, tomó el cargo de su hermano —explica Alex.
—Me imagino que tratará de sacarlo —habla Angela.
—No puede, Antoni está en una prisión de máxima seguridad. No me preocupa el que trate de sacarlo, sería un estúpido si lo hace teniendo la opción de quedarse con todo el poder.
—Se te olvida que los Mascherano son fieles a los lazos de sangre —intervengo.
—Estuvo once años por fuera. Al igual que Brandon, creó su propio negocio y dejó a sus hermanos por fuera.
—No creo que Antoni le importe el negocio de un crío que juega a ser próspero.
—Juega no. Lo es, Philippe controla los clubs de voyerismo y exhibición más importantes del mundo —despliegan un mapa en la mesa — Es el principal socio de los Petrova.
Se aleja de la mesa.
—¿Que tan grande es la cosa? —pregunta Patrick.
—¿Que parte de "Es el socio número uno de los Petrova" No es clara?
Gauna se va a el mapa.
—Los clubs de están repartidos en Europa, Asia y Latinoamérica —explica— Recibe gente de todos lados. Tienen un enfoque específico, que son los religiosos. —¿Prostituye niños?
—No prostituye niños, eso es algo exclusivo de los Petrova.
—No entiendo nada —se queja Simón.
—¡Procura usar la única neurona que tienes! —lo regaña Gauna— Los Petrova no solo prostituyen niños, también trafican con el negocio de trata de blancas de ahí vienen los lazos con Phillipe.
Las cosas van tomando sentido.
—Los clubes sirven a un público selecto —añade Parker— no solo trabajan con religiosos. También lo hacen con narcos, famosos, gente de las ramas públicas, la realeza y mafiosos de talla mundial.
Saca el material.
—Estuvimos investigando y hallamos un club en el noroccidente de la ciudad —muestra imágenes— Todos tienen el mismo nombre "Oculus" Montamos guardia y nos encontramos con esto.
Despliega fotos en la mesa, son del obispo Pablo. Reconozco la figura semi encorvada y el cabello canoso. La cara no se le ve ya que la trae cubierta con una máscara.
—Nadie se deja ver la cara. Es una regla del Club.
Es obvio que no les conviene, tienen reputaciones que mantener.
—Philippe es un conector a los Petrova si nos lleva a ellos acabaremos con los dos negocios.
—Eso mismo pensé. Podemos trabajar en ambas partes. En el club y en el centro religioso. Entre más los acosemos más posibilidades tenemos de llegar al centro de todo esto.
Asiento, trabajar con los clubes también me da vía libre para matar al menor de los Mascherano.
—¿Hay fotos de Philippe?
—Ese es el otro problema —Explica Parker— Nadie sabe cómo es, se sabe que es líder porque no los dijo una fuente confiable. No está en Rusia, no ha hecho reuniones y los pocos que los ha visto dicen que siempre usa una máscara.
—Ya valimos mierda —se queja Liz— Está peor de loco que su hermano.
—Necesito personal nuevo —le ordeno— Gente que se infiltre en el club.
—¿Cuántos necesitamos?
—Treinta o cuarenta.
—Olvídalo —interviene Alex— No vas a meter tanta gente en el caso. Te acepto máximo dos personas más.
—¿Dos? ¿Para qué se infiltren en los clubs que hay en todo el mundo?
—Solo nos concentraremos en el de Londres —explica— Es el que más se involucra con los obispos.
—El personal sigue siendo escaso. Todos estamos en el centro religioso...
—¡Apáñatelas como puedas! —me regaña— ¡No voy a autorizar que involucres más gente!
«Ahora si perdió la cordura»
—Hay mafia infiltrada en las filas de la FEMF —habla Gauna— Pensábamos que las cosas acabarían con el atentado de Antoni, pero no fue así. Ayer en la tarde mataron a la esposa de uno de los candidatos. Las centrales están bajo el radar ya que se esta filtrando información.
—De ahora tienes que elegir bien con quien trabajas —dice Alex— Y la advertencia va para todos, la misión depende cien por ciento de ustedes y no sé cómo van hacer, pero deben desmantelar a los Petrova lo más pronto posible.
Todos asienten.
—Solo es cuestión de usar la cabeza —continúa Alex— Los que se están haciendo pasar por religiosos deben conseguir algún tipo de conexión que los haga entrar al club. Adentro podemos meter cámaras y buscar caras que podamos sobornar a cambio de información —mira a las chicas— El club maneja prostitutas, pueden infiltrarse. Entrar e indagar cómo y con quien trabajan, quienes son los proxenetas y principales cabecillas.
—Un padre habló de las "Nórdicas" —avisa Bratt— Dijo que quería una mujer nórdica para pasar la noche.
Parker se aparta a investigar.
—Meteremos dos soldados más —ordena Gauna.
—Tiene que ser alguien que esté fuera del centro y se pueda de valer otros contactos —propone Patrick.
Gauna toma nota.
—Leandro está en prisión —añade Bratt— La política y la religión van de la mano, puede darnos alternativas que nos ayuden con un nuevo papel de espía.
Gauna sigue tomando nota.
—¿Sugerencias? —levanta la cara.
Rachel levanta la mano.
—La misión es para soldados del sector tres —me le adelanto.
—Con su debido respeto, me gustaría que escuchen la propuesta.
—¡No!
—¿Quién es? —pregunta Alex.
—Stephan Gelcem, ministro.
Bratt tuerce los ojos.
—¡Propongamos gente coherente! —alzo la voz— Gelcem es un principiante que no tiene experiencia, ni habilidades de espía.
—Nunca tendrá experiencia, sino se la da.
—¡Dije que no!
—No me parece mala idea —la apoya Angela— Me encargue de las pruebas de Gelcem y tiene muy buenas habilidades empáticas.
—No es sargento —interviene Bratt— Las reglas son claras.
—La idea es tener personas en la que podamos confiar —insiste Rachel— De que sirve el título de sargento si no estamos cien por ciento de su fidelidad.
Me desborda la ira.
—Stefan es de confiar —se dirige al ministro— Meto las manos al fuego por él y me responsabilizo de las fallas que pueda tener.
—No perdemos nada haciendo la prueba —secunda Laila.
—Esto no es un laboratorio de experimentos, es un operativo importante —replico.
—Una oportunidad no se le niega a nadie —Rachel me mira— Todos hemos estado en la misma situación, pidiendo por una oportunidad para sobresalir.
—Pienso igual —habla Simón— No nos cuesta nada hacer una excepción y probarlo, el chico no los agradecerá más adelante.
—Confío en cien por ciento en él, y no miento cuando digo que lo único que quiere es superarse y salir adelante —insiste Rachel— Es perseverante y estará listo en el tiempo que se requiera.
—No sé —Alex se frota la sien— Hay muchas cosas en riesgo.
—Pongámoslo a votación —propone Patrick y lo veo como una vil sabandija— Hay muchos que creemos en la habilidad del chico, si falla la responsabilidad caerá en los que voten por él.
Alex me mira.
—¿Que piensas Christopher?
—Para qué me preguntas, si harán lo que se les dé la gana.
—Eres el coronel.
—¡Solo cuando les conviene! —espeto.
—Bueno, pero no te esponjes —me dice Patrick.
—¡Cierra la puta boca! —estrello el puño en la mesa.
Alex le indica a Gauna que prosiga.
—¿Quiénes están de acuerdo con que Gelcem entre al caso?
A excepción de Bratt y Meredith todos levantan la mano, hasta Gema que le da ánimos a Rachel alzando los dos brazos.
—Que quede estipulado que si falla será su culpa —advierte Alex.
—No será así —dice Rachel emocionada— No va a decepcionarlos, lo juro.
—Tráelo —le pide Simón— Que se una a la reunión.
Se va corriendo.
—Es solo una oportunidad—Patrick me coloca la mano en el hombro— Todos hemos pasado por lo mismo y...
—Quita... la... mano —suprimo las ganas de rompérsela.
—Tengo información sobre las nórdicas —Parker coloca el MacBook en la mesa— Son un grupo de cinco strippers cotizado en el mercado negro. Hacen show y son apetecidas en los clubes de sexo. La gente paga fortunas para acostarse con ellas.
—¿Que tienen que ver con los curas? —pregunta Bratt.
—Con los curas no sé, pero me acabo de enterar que firmaron un harán presentaciones en el bar. El folleto dice que se presentarán el viernes por la noche.
—El obispo Juan comentó que tenía la agenda ocupada el viernes por la noche —habla Patrick.
—Al igual que el obispo Pablo —secunda Bratt— Dijo lo mismo cuando le preguntaron si dictaría la misa de santidad.
—No hay dudas de que estarán el viernes por la noche.
—Las mujeres manejan la misma temática de no dejarse ver el rostro —explica Parker— Podemos interceptarlas para sacarles información. Llegan mañana por la noche.
—No solo le vamos a sacarles información —dice Alex— Son cinco, podemos reemplazarlas por agentes de la FEMF. Si son tan cotizadas como dices de seguro tendrán contacto con los grandes cabecillas y es otra forma de ir directo a los grandes.
—¿Hay fotos? —pregunta Liz.
—Tratare de imprimir una que nos ayude a relacionar perfiles.
Rachel vuelve con Stefan.
—Buenas noches —saluda nervioso.
—Acércate —Rachel lo jala— Ya los conoce a todos.
Estrecha la mano de cada uno y no me inmuto en ponerle atención.
—Coronel —no trato con estiércol así que lo dejó con la mano estirada yéndome por una cerveza.
«Pobre idiota»
—Pongámonos manos a la obra —Propone Parker.
Ya sé porque a Rachel le gusta Stefan, porque es igual o peor de imbécil que Bratt. Me quedo en la barre alternando la cerveza con Vodka.
—Gema, Liz, Alexandra, Angela y Meredith son las que reemplazaran a las nórdicas —Parker me entrega una lista—¿Está de acuerdo?
—Me da igual.
—Deben conseguir una invitación al clubs para este mismo viernes—me pone al tanto de lo que no escuche— El ministro ordenó que reconozcamos el terreno y después pensemos qué hacer.
Callo.
—Gelcem se queda y el general nombrará el otro soldado.
—Es todo por hoy —anuncia Gauna— Váyanse a descansar, mañana por la noche empezaremos con la primera fase del nuevo operativo.
Recogen el material y Gema me abraza por detrás.
—¿Qué te parece si vamos a tu casa y nos acostamos un rato antes de irnos al centro?
—Vete tú.
—Chris, no te puedes embriagar hoy. Los obispos están en el centro.
Angela se despide mirándome por encima del hombro.
—Te veo después —la aparto.
—¿A dónde vas?
—No voy a darte explicaciones.
—¿Por qué no puedo saberlo?
—Porque no.
—¿Qué harás?
—¡Cosas que no te incumben! —me saca de casillas.
Todos centran la atención en nosotros, hasta a Alex que iba de camino a la puerta. Me vale mierda lo que piensen, detesto que me pongan un radar como si fuera algún crío.
—¡Angela! —la llamo encaminandome a la salida.
Ella se congela apenada.
—¿Qué pasa? —le pregunto en la puerta— ¿Te espero o te acojonaste?
Me sigue y me subo a la camioneta con ella atrás.
—No quiero dejar mi auto —avisa.
—Da la vuelta y estaciona en la parte de atrás —le ordeno a Make.
No estoy para ruegos, si quiere irse en su auto que se vaya. Solo me interesa una cosa.
Los escoltas obedecen, dan la vuelta y bajan sin necesidad de pedirlo. Apago la luz y me desabrocho los vaqueros.
—Gema va a odiarme.
—¿Y? No te da de comer ¿O si?
Le suelto la parte delantera de la blusa. Respira hondo y se abre de piernas sobre mi cintura.
—Odio que me gustes tanto —me lame el cuello y deslizo las manos por sus piernas mientras reparte besos por mi mentón.
Aprieto los ojos y me concentro en lo que haré. Basta de frustraciones y pensamientos estúpidos, voy a meterla y voy a saciar las ganas que me carcomen desde esta mañana.
Le alzo la falda mientras me concentro en su boca, dejo que me coma y devore con la lengua. Empiezo a sudar, la piel se me eriza y mi mente lanza un flashback de mi sueño. Siento que abandono el auto y vuelvo a la iglesia. Percibo la fragancia de Rachel, sus uñas rasgando mi piel mientras se mueve de arriba abajo.
—¿Quieres que baje?
Vuelvo a la realidad, no estoy respirando bien y Angela me mira con el cejo fruncido.
—¿Qué te pasa? —pregunta preocupada.
La bajo de mi regazo, esto se me está saliendo de control.
—Oye —me acaricia la espalda— Puedes contarme lo que sea, no se le diré a nadie.
Niego, no necesito clases de psicología.
—¿Tienes problemas con Gema?
Tomo su cuello y la acerco a mi boca. El beso no me sabe a nada, es como si me obligaran a comer lo que no quiero. La suelto y estrello la cabeza contra el asiento.
—No es Gema —se ríe— Es Rachel ¿Cierto? Estas celoso y eso te tiene frustrado.
—No me vengas con charlas baratas.
—No son charlas baratas, coronel —se acomoda la ropa— Mi madre lleva años en el mundo del sexo y cuenta que los celos enferman, frustran y bloquean.
—A esto le llamas bloqueo —le coloco la mano en mi polla para que sienta lo dura que esta.
—Los bloqueos no siempre son con las erecciones. Pueden desconcentrarte, subirte las expectativas y no sentir placer con otro que no sea la persona que deseas. Lo sé porque me paso con Parker.
«Hasta ahora me entero que se revolcó con Parker»
—¿Por qué no le dices lo que sientes?
—Claro —contesto con sarcasmo— ¿Con que crees que me vería mejor? ¿Con rosas o con girasoles?
—Con la verdad.
—¿Y qué te hace pensar que siento algo por ella?
—Tu actitud...
—¿O mejor que te hace pensar que puedes darme consejo como si fuéramos viejos amigos?
—No te enojes...
—Solo me quitas la calentura ¿Sí? No me vengas con charlas de amistad.
—¡Por eso es que te quiere a metros! —contesta molesta— Porque eres un patán que le da miedo mostrarse como es.
Suelto a reír.
— Así soy, linda. No es que no me quiera mostrar es que no hay nada que lucir.
—Mereces que te odie —abre la puerta— Razón tuvo cuando le dijo a Meredith que enamorarse de ti fue el peor error que pudo cometer.
—Como si ella fuera tan buena.
—Para ti si y no sabes cuánto lamento haberme prestado para tu jueguito cuando quisiste alejarla.
—Cierra la puerta y lárgate —busco mis cigarros.
—No vuelvas a llamarme —baja.
—¿Enserio? Angela Klein lanzando ese tipo de advertencia —saco mi móvil— Revisa mis contactos, tengo miles igual a ti.
—Pero ninguna de esas es Rachel.
Estrella la puerta.
«Enamorarse fue el peor error» Que agradezca el que le la haya sacado de la aburrida relación que tenía con Bratt, sino fuera por mí seguiría siendo una mojigata.
—Suerte con el bloqueo —grita cuando va a poca distancia.
«Bloqueo» No tengo ningún tipo de bloqueo.
Make se pone al volante y Tyler intenta conectar el móvil al estéreo.
—Enciéndelo —lo amenazo— Y te lo parto en la cabeza.
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