CAPÍTULO 19
https://youtu.be/1jyuFd5CXlI
Tipo de narrador: Tercera persona.
El juicio.
Londres, ciudad de sueños, lluvia y esperanzas.
El paraíso para unos, recuerdos amargos para otros y una jaula para pocos.
Tres años atrás fue testigo de un prometedor amor de adolescente, que pasó a la adultez, pero no maduro con sus protagonistas y quedó estancado en un pozo de mentiras, deseos y traición.
Testigo de una candente llama que se apagó apunta de celos, venganzas y remordimiento. Llama que dejó una cicatriz que durará para siempre.
La tarde del 13 de junio pintaba como la mayoría de los atardeceres veraniegos, con sol, pero con la brisa fría recorriéndote la piel, (en Londres no se disfruta del buen clima)
Las quejas y reproches del coronel no le apartaban mucho color a lo que según él era la tarde de los payasos. Hay que entenderlo, pasó tres años buscando a su enemigo número uno y ahora debe enfrentarlo en un absurdo juicio que terminará en disputas, fiscales y testigos comprados.
Tres jodidos años jugando al gato y el ratón y ahora Antoni Mascherano se da el lujo de victimizarse y exigir la extradición a su país natal.
Algo absurdo desde la perspectiva de todos, pero soluble desde las ramas e influencias de la mafia más temida de todas.
La semana no fue fácil, ahora que será el candidato del ministro debe tener una imagen intachable, hacer las paces con la prensa y destacar con los demás.
Los aspirantes al puesto estarán en el juicio, obviamente en busca de protagonismo.
Después de dictar la misa de mediodía y sacar patéticas excusas sobre lo mal que se ha sentido los últimos días, Christopher se cambia y se despide de la madre superiora argumentando que le preocupa su estado de salud y quiere un diagnóstico médico de primera mano.
Así ha sido toda la semana, excusas, mentiras y argumentos planeados. La captura de Antoni tiene a todo el mundo ocupado y el caso Petrova va a paso de tortuga por el poco tiempo que tienen los agentes.
Las distracciones valen la pena, si el líder de la mafia será encarcelado la FEMF perderá el tiempo que tenga que perder.
Tyler y Make estacionan la camioneta cerca de la parada del tren, suelen rotar el punto de encuentro, pero hoy no hay tiempo.
—Coronel —saluda Tyler por el espejo retrovisor.
Se lleva la ignorada del siglo, Christopher no le da los buenos días a las mujeres con la que se revuelca y mucho menos contesta el saludo de sus escoltas.
Alex se niega a quitar la guardia, así que esta más odioso y mal educado de lo normal. Quiere que se vayan. (Cosa que no pasará) Nadie renunciará al cargo de guardia de alto nivel, por muy hijo de puta que sea, si él asciende los escoltas también.
—¿Me trajiste Mclaren? —le pregunta a Make mientras se quita el alzacuello de cura.
—Si, señor.
— Muévete —ordena— Debo llegar rápido al juicio.
Las esperanzas están en Alex, es un buen estratega y no dejará que la FEMF pierda al asediado criminal.
El paseo al penthouse termina en menos de media hora y Christopher baja del encaminandose a su vivienda.
—¡Hola Shrek! —Gema asoma la cabeza en la cocina.
Marie rueda los ojos en el comedor.
Tener a Christopher como yerno es como tragar néctar de sábila. Amargo e incómodo.
Ha tenido que suprimir la ira y las ganas de estamparle unas cuantas bofetadas a su hija. Parece niñata dándole sorpresa, comprándole regalos. Aguantándose los ladridos y mordiscos de Zeus.
Al perro no le gustan los extraños, cada que ve a Gema se pone a la defensiva y la corretea por toda la casa.
Fue un caos llevarlo a la central, mordió a Liz, daño el cuero del nuevo auto de Gema y se orinó en el asiento trasero. En pocas palabras es Christopher en versión canina (Un jodido dolor de cabeza)
El ambiente esta pesado, Marie ruega a Dios que el piso de Gema esté listo lo antes posible, es incómodo escucharla gemir hasta altas horas de la noche. Se ha vuelto tan descarada que, no le importa que su madre este a dos puertas del dormitorio principal.
Y ni hablar de Liz, cada que Christopher se va invade el pent-house con desconocidas que terminan ebrias, bailando en las mesas del balcon.
Considero irse a vivir con su hija, pero la idea le provoca jaqueca, no soporta a Liz y Gema no la dejara botada por su capricho de madre. Alex tampoco dejará que se vaya del lado de Christopher, es quien vela porque llegué a dormir, coma bien y tenga las cosas al día. También es su hijo y dejarlo no le agrada de a mucho.
Christopher pasa de largo, Gema corre tras él y se encierran en la alcoba. No tardarán los gemidos, dejará de darle largas al asunto y se conseguirá unos buenos audífonos.
—¡Estoy lista! —Liz aparece en la sala.
Su atuendo es algo fuera de lo común, no trae vaqueros descaderados ni camisetas ombligueras, por el contrario, luce un pantalón gris de bota ancha y americana del mismo color, calza tacones carmín y se arregló el cabello como una persona decente.
—¿Y Gema? —pregunta frente al espejo.
—Con Christopher —se inclina la taza de café y clava los ojos en el periódico que hay en la mesa.
—¡Coño! —se asoma en el pasillo— ¡Si que le gusta el guevo! ¡De seguro ya se la está mamando!
El café de Marie sale disparado en una sonora tos. No se sabe que duele más, la imprudencia o el saber que dice la verdad.
—¡Bromeo! —Liz le ofrece una servilleta— No es para que te pongas así.
Le indica que se aparte, si siguen conviviendo terminará en el manicomio con Sabrina.
Gema es la primera en salir.
Al igual Liz optó por un look serio con un pantalón pitillo, blusa de corbatín y botines altos. Se dejó el cabello suelto y escogió un bolso pequeño para guardar el móvil, la billetera y los preservativos
«Abandonó la idea de hacerlo piel a piel» El coronel es difícil de convencer, le rogó mil veces y la respuesta siempre es: NO. Según él le gusta cuidarse y no quiere problemas a futuro.
Alex invito a Christopher a la mansión. De seguro se quedarán toda la noche y no quiere negativas a la hora de buscarlo.
Christopher sale con un traje hecho a la medida, lo compró con Gema hace unos días y gasto un pastal en lo que según él es un gasto mínimo.
Valió la pena la inversión, porque esta como para comérselo. El negro le resalta el gris de los ojos y el cabello peinado le da un aire serio, pero sexy al mismo tiempo. «Bueno él siempre se ve sexy»
Marie abandona la sala cuando empiezan a besarse, es incómodo, pero Gema prefiere ignorarla tarde o temprano tendrá que aceptar la idea de tenerlo como yerno.
—Podríamos llegar un par de minutos tarde —le pasa las manos por el pecho— Prometo no arruinar el traje.
—¡Olvídalo! —reclama Liz— Tienen toda la noche para tirar. No jodan ahora, quiero un buen asiento en el juicio.
—Tenemos puestos reservado —aclara Gema.
—El auto está listo —avisa Tyler en la puerta.
Christopher se encamina a la salida. Follar siempre está en la lista de prioridades, pero hoy hará una excepción, el juicio es en una hora y no hay tiempo para distracciones.
Liz se acomoda en el asiento trasero y Gema en el copiloto.
—¿Y Shrek? —pregunta Gema cuando enciende el motor.
«Shreck» Christopher no es hombre cursilerías, detesta lo empalagoso y le pareció una ridiculez ver el estúpido muñeco colgado en el espejo retrovisor. Invirtió millones de libras en un auto de modelo exclusivo como para tener esa horrible cosa de decoración.
Tuvieron una estúpida discusión de veinte minutos cuando lo colgó. Dejo que Gema ganara y contuvo las ganas de prenderle fuego al muñeco. Su compañera de actividad sexual es sumamente terca y estaba cansado de discutir y aguantar a los pesados del centro religioso.
Espero que Gema bajara, lo arranco y arrojó al asiento trasero para que Zeus le arrancara las ridículas antenas.
—¿Pensé que lo dejarías? —hace un puchero de niña mimada.
—Pues pensaste mal.
—Simbolizaba nuestro primer mes juntos.
«Primer mes juntos» Quien cuenta esas tonterías, lo único que Christopher cuenta son los minutos que dura en un polvo.
—Te compraré otro —Gema se cruza de brazos— Debes tener algo para que me recuerdas.
—Cuelga un par de tangas, entonces —contesta serio.
«Definitivamente no es hombre se chistes» Pero Gema no es de las que se da por vencida, colgara los muñecos necesarios para ablandarle el genio, no puede ir por ahí con genio de ogro. Necesita soltar el caparazón y empezar a querer. Si sigues así alejará a todos los que los rodean.
No le importa soportar sus rabietas ni ataques de histeria, que Marie no lo apruebe y que sea la comidilla de la central.
Visitó el comando hace un par de días y la mayoría no hace más que murmurar sobre su relación, es incómodo, pero es parte de querer a alguien como el coronel. Hay que ser consciente de su pasado y a decir verdad tienen motivos para hablar. No es el tipo de chica con el que acostumbra a salir.
Gema carece de curvas, es alta, morena y un poco plana. No tiene la llamativa belleza de Ángela, ni la elegancia de Sabrina, ni la sensualidad de Liz que pese a ser lesbiana llama más la atención. No tiene el exótico cabello de Meredith, por el contrario, tiene ese tipo cabello sin personalidad que no es crespo, ni liso, ni en hondas. Luce como se la da la gana cada que quiere.
Pero nada de eso importa, ame las novelas románticas y sabe que es el prototipo que elige el protagonista. Linda, pero sin gracia ni nada llamativo.
Hardin se quedó con Tessa, Christian con Anastasia y Nico se quedó con Makena.
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El edificio penal de londinense, es una torre de veinte pisos rodeada de vidrios blindados. Se les da paso a los últimos autos y es acordonado mil metros a la redonda.
Nadie entra, nadie sale hasta que no acabe el juicio.
Bratt cuadra su Audi en medio del jeep de Simón y el BMW de Patrick.
Parker baja de su Range Rover y Laila estaciona su convertible.
Meredith sale con disimulo, pasa desapercibida por la vista de todos, menos por la de Luisa. Es consciente que nunca le ha caído bien a la ex mejor amiga de Rachel, pero tiene la esperanza de que algún día de deje de lanzarle dagas con los ojos.
Luisa no disimula el enojo, odia el que le hagan creer a todos que no tienen nada, sabiendo que se revuelca con Bratt hace más de dos años. No es de su incumbencia, pero no soporta la hipocresía. Si se la está tirando que se la tire y ya, nadie le detendrá la verga para que no lo haga.
Se acomoda la blusa, el embarazo no la tiene de buen genio, por estúpido que se oiga le aflige la idea de sentirse hinchada, nada le queda y Simón nunca esta.
No hacen el amor. Cuando está en casa no hace más que ver televisión y el fin de semana no llego a dormir.
Las sospechas de que tiene a alguien más le tienen la ira por los cielos. Simón siempre se ha mostrado abierto. Ahora le puso clave al móvil y dura horas sentado en el retrete.
Las chicas dicen que son etapas del matrimonio, pero ese tipo de consuelo no funciona con ella, es una psicóloga especialista en mentes. A otro con ese cuento.
Christopher es el último en llegar, se estacionan y deja que Gema baje primero.
El chisme de que andan juntos los tomó a todos desprevenidos, pensaba que eran como hermanos y de un momento a otro se esparció el rumor que Gema se le había metido en la cama y como que lo hizo bien porque la prensa los ha visto infraganti más de una vez.
Se intercambian los debidos saludos.
Gema reparte una tanda de besos y toma a Luisa del brazo.
Si, lo normal sería odiarla por andar con el ex amante de tu mejor amiga, pero la chica es agradable y atenta. Y a diferencia de Meredith no intenta ocultar nada.
El grupo se dirige a la primera planta.
La sala principal está llena de policías, soldados y periodistas. Ante los ojos del mundo la FEFM es el FBI, nadie sabe que son una rama aparte y que son considerados uno de los mejores ejércitos secretos del mundo.
Patrick y Alexandra esperan en la entrada acompañados de Brenda, Alan y Angela.
Martha y Joset Lewis se mantienen estáticos al lado de la puerta, aunque ya no pertenezcan a la FEFM participan en los acontecimientos importantes.
Bratt se acerca a saludarlos.
—¿Quién es la nueva zorra? —Martha clava los ojos en Gema.
—Se llama, Gema, mamá —Bratt le resta importancia— Es la hija de Marie.
—Concubina al igual que su madre —murmura sacando un pañuelo de su bolso.
Bratt ignora el comentario, Marta odia y difama a toda la que se le acerca a su antiguo yerno. No es que le guste la pareja, Gema no se merece a Christopher, es demasiado noble e inocente para la bestia sin alma que sujeta del brazo.
La prensa les toma fotos y hace múltiples preguntas sobre su relación.
El coronel no se muestra cómodo, Gema se siente como estrella de cine y lanza uno que otro mensaje subliminal.
Abren las puertas del tribunal, público entra en busca de un buen asiento.
Los periodistas toman los puestos de la orilla.
—¡Chris! —llaman entre el gentío— ¡Christopher!
Mia y Zoé y se abren paso entre la gente. Lucen vestidos beige demasiados serios para su edad. Ambas traen sombreros que les esconden la mitad del rostro.
—¿Donde es la fiesta de disfraces? —pregunta el coronel.
—Ja,ja, ja, ja —Mia suelta una sarcástica carcajada — ¿La chica tienes seguro psiquiátrico? —mira a Gema— Si no lo tienes, cómpralo, porque el "Las vuelve loca a todas" Es literalmente cierto.
El coronel sigue su camino.
—¡Espera! —se le atraviesa Zoe— Queremos entrar.
—No tienen velas en este entierro.
—¡Pero queremos estar! —lloriquea Mía— Es nuestra única oportunidad de conocer a Antoni.
—Chicas no es una celebridad —interviene Gema— Es peligroso y...
—La conversación es con el coronel —la calla Mia.
Zoé la codea, quieren entrar no agarrarse de los pelos con la morena.
—¡Por favor! —suplican al tiempo.
—No los debes.
—No sean ridículas... —Christopher las aparta.
—Le bajaste la novia a Bratt —insiste Mia— Estas en deuda con la familia.
Liz suelta a reír, hay que reconocerlo. La chica sabe negociar.
—Nadie notará que estamos —alzan las manos en señal de juramento.
No tiene tiempo para esto y qué más da. Christopher se encoge de hombros, allá ellas si quieren ver los horrores que presentarán en el juicio.
Deja que lo sigan al tribunal, se escabullen entre el público y se sientan en los últimos asientos lejos de Joset y Martha.
El juzgado tiene capacidad para cuatrocientas cincuenta personas, las sillas están copadas de soldados, periodistas, abogados y fiscales.
Alex apartó la primera fila para los acompañantes de Christopher, la segunda es para los candidatos al puesto de ministro.
El ministro estará con los abogados y la defensa.
Todos toman asiento.
La calma dura, la prensa se levanta y dispara los flashes cuando entra Antoni Mascherano.
No hay duda de que al líder le gusta la atención, sonríe y actúa como si nada pasara. Cojea por la herida de la pierna y trae un cabestrillo alrededor del brazo izquierdo.
Los policías mantienen la debida distancia, le temen nadie quiere estar cerca.
Antoni no es un preso cualquiera. Cuando se tiene poder y dinero se es libre de rechazar el uniforme de preso e ir vestido según te convenga. Es el protagonista y optó por un traje azul oscuro, con chaleco y corbata. Se peino, afeito y perfumo.
Lo ubican frente al juez mientras el secretario le explica las reglas básicas a la audiencia.
Se concentra en el público y detiene los ojos en un punto específico. En su hermano y sobrina, escurridizos como todos los Mascherano.
Philippe le dedica una mirada de reproche e Ivana que esta cuatro puestos más abajo lo mira preocupada.
Su hermano esta cabreado por haberle llevado la contraria y no lo culpa, quería un equipo, pero las ganas de tener a Rachel no dieron pie para la espera.
Continúa el recorrido, no puede exponer a su hermano menor.
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Gema se imaginaba a Antoni como un viejo gordo, feo y panzón. Descarto esa imagen cuando lo vio en las fotos que le tomaron, obviamente las imágenes no tenían enfoquen, ni mostraban su peligroso atractivo.
No hay que negar que es muy galán. Es alto, no muy acuerpado, pero si muy elegante, parece que viniera de alguna aristocracia. Es de ojos negros, fríos y calculadores.
Tiene el encanto de la bestia. Atrae e invita a querer conocerlo.
—Es un malo que está muy bueno —Liz se muerde los labios.
Liz sabe que los hombres no son lo suyo, pero se da el lujo de admirar la belleza masculina y el comando de la FEMF es un paraíso de hombres bellos, empezando por el sexi alemán Dominic Parker, Patrick Linguini que la inteligencia lo hace lucir sexy, Simón Miller, despistado, pero con una inocencia que llama la atención.
Bratt no se queda atrás, tiene cara de socarrón fogoso. También esta Scott, Alan y Christopher... Bueno el coronel, no entra a ninguna categoría, él es de belleza nivel Dios, es el único hombre del cual se dejaría pegar unas cuantas nalgadas.
De él, y del sexy depravado que esta frente al juez a la espera de ser acusado.
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Todos murmura sobre la tranquilidad que mantiene Antoni frente a la situación, cualquiera que lo vea juraría que no está a punto de ser condenado.
Alex es precavido y no dejará que le salgan con sorpresas. Disimuladamente llama a su hombre de confianza, le ordena que pida refuerzos y que den una vuelta por el área vigilando que no se presenten inconvenientes futuros.
El escolta obedece y sale con disimulo.
—El coronel está sentando cabeza —Olimpia Müller se acerca a saludarlo.
Fija los ojos en la pareja que observa atenta en la primera fila, Gema esta aferrada al brazo de su hijo. Christopher está serio, no deja de mirar a Antoni Mascherano.
—Gema Lancaster es un soldado muy prometedor —Olimpia toma asiento a su lado— Y es una chica muy dulce.
Tan dulce que empalaga, Alex sabe que los Morgan no son hombres de mujeres dulces, Gema es linda, pero no tiene el genio que se necesita para dominar a Christopher. Conoce a su hijo y le agrada el papel que está dando frente a los demás, pero teme a que se deje llevar y vuelva a equivocarse como lo hizo con Sabrina.
Olimpia los mira y sonríe como si fueran una pareja de enamorados.
Gema se pone en puntillas y alcanza los labios de Christopher.
—Son una linda pareja.
«No durará» Conoce a Christopher, tanto como para saber cuándo miente, y el cuento de que ya no le importa Rachel no se lo cree ni él mismo. Vio cómo se puso cuando lo dejo.
La mañana del exilio empuño las medallas y se marchó, nadie lo siguió porque fingió estar bien, pero un padre conoce a su hijo.
Alex lo siguió y se quedó frente a la puerta de su oficina. Escucho las patadas y puños que lanzaba contra todo lo que se le atravesaba, aguardo que saliera y comprobó lo que ya sabía.
Partió la mesa y la biblioteca, rompió las sillas, quebró el vidrio de la ventana, destruyo el MacBook y el móvil.
Es como Christopher sale del enojo, destruyendo lo que lo rodea y no solo daña objetos. También destruye personas.
El juez hace sonar el martillo, todos guardan silencio.
La tensión se siente en el aire.
—Se declara abierta la sesión —anunció el juez— Señor secretario por favor lea los escritos de acusación y defensa.
Antoni se mueve en la silla de los acusados, el secretario lee el documento en voz alta.
—Señor, Antoni, póngase en pie —el preso obedece— Se le informa de su derecho a no declarar contra sí mismo y a no confesarse culpable. Si va usted a declarar debe responder las preguntas del Ministerio Fiscal.
El fiscal adopta su papel e inicia el primer debate entre acusado y la defensa. Momentos de tensión, como se sabía los Mascherano no juegan limpio.
Empieza el interrogatorio, se ponen las cartas sobre la mesa. Antoni no tiene abogados, tiene animales carroñeros que se pegan hasta de la mínima cosa.
Disputas, peleas y enfrentamientos, no es un juicio es una batalla de poder.
—Es ilógico que pidan rebajas y extradición —argumenta la defensa— Lo mínimo que merece Antoni Mascherano es la pena de muerte.
El líder clava los ojos en el abogado, se graba el rostro para cuando salga.
—Londres e Italia no aprueba la pena de muerte.
—Pero Somalia si, y dicho país exige que sea condenado por los crímenes que cometieron los Halcones negros, entidad que siempre trabajo con la mafia italiana.
—No hay pruebas contundentes de eso, los Halcones desaparecieron hace mucho y nunca se confirmó dicha acusación.
—No desapareció —alega a Alex— Antoni los absorbió, trabajan en sus filas.
—¡Siéntese ministro! —exige el juez— Deje que los abogados hagan su trabajo.
Alex odia perder el poder y las cosas se están saliendo de control.
—Hablemos de HACOC —se levanta Olimpia— El creador de una droga tan letal merece una condena cadena perpetua.
—El HACOC es una droga como cualquier otra —alega el abogado de Antoni— La sobrevaloran con falsas acusaciones.
—No son falsas acusaciones —se defiende la mujer— Es la pieza principal de su negocio de trata de personas, es un alucinógeno letal.
—Pruébelo —la desafía el abogado.
Encienden una pantalla frente al juez y los jurados, se proyectan imágenes de mujeres y hombres en estado deplorable. Personas destruidas físicas y emocionalmente. Algunas son tan horrendas que el jurado cierra los ojos y aparta la cara.
—No hay pruebas de que sea el HACOC el que provoque tales efectos —alega Antoni— Fácilmente pueden ser víctimas de heroína, metanfetamina o cocaína.
—No juegue con nosotros señor...
—No cree ninguna de esas drogas.
—Tomamos muestras de sangre en los pacientes y se comprobó que no es ninguna de las drogas que menciono anteriormente. La droga que les inyectaron es una aleación de alucinógenos que solo maneja su negocio.
—¿Y que nos dice que no están tomando pruebas de otros estupefacientes y las están haciendo pasar por HACOC?
Olimpia guarda silencio, no puede creer que haya tanto cinismo.
Uno de los fiscales se levanta y toma la vocería.
—Sin las pruebas suficiente, Antoni Mascherano es libre de cumplir la condena en su país natal. No se le exoneraran los crímenes, el gobierno italiano asegura que no lo dejara libre.
—Como si eso fuera cierto —se burla Alex.
—Londres exige los mismo —alega la Olimpia— Si Italia lo solicita por ser ciudadano italiano, Londres exige que pague por los daños causados en el ejército inglés.
—Es absurdo lo que pide —interviene el abogado— En ese caso tendría que pagar condena en más de cincuenta países. Son un ejército multirracial aceptan soldados de todo el mundo.
Olimpia mira a Alex, no se le puede dar más vueltas al asunto hay que sacar la última carta y jugarse todo por el todo.
—Hay quienes tienen doble nacionalidad —explica Olimpia— Somos un ejército multirracial, pero Londres otorga nacionalidad a los que se entrenan en la academia de cadetes.
—Vaya al punto abogada —exige el juez.
—Perdemos el tiempo —alega el abogado de Antoni— No tienen argumentos y se están valiendo de cosas absurdas.
—¿Absurdas? Secuestrar, torturar y volver adicto a un soldado no me parece absurdo —Olimpia se pone de pie.
—No tienen pruebas...
La mujer se pasea delante del jurado, los años no le quitan el porte de poder y elegancia.
—El señor Antoni Mascherano es un torturador nato y me pregunto a cuántos de ustedes compro, como para tener que pasar por esto —le habla al jurado— Darse el lujo de pedir una extradición después de los maltratos, asesinatos, violaciones y secuestros que ha provocado. Dos horas de juicio valiéndose de migajas y evadiendo lo que por derecho le corresponde.
—Abogada si no tiene más pruebas se procederá a dar el veredicto.
—Tengo mucho porque alegar señor juez —Olimpia se vuelva hacia él— Londres exige que Antoni Mascherano pague y cumpla su condena en territorio inglés.
—¿Bajo qué cargos?
—Se le acusa de haber secuestrado, torturado y sometido con HACOC a la teniente James.
La mención de dicho nombre arma una ola de murmullos, el secretario teclea a toda máquina.
—Tiene nacionalidad inglesa —encara a Antoni— Y fue testigo de las atrocidades de la droga, vio como inyectaban y sometían a sus víctimas. Fue nuestro conejillo de indias y es la prueba de que el HACOC no es tan inofensivo como lo pintan.
Le pasan una carpeta al juez.
—¿Hay testigos que respalden la afirmación?
—Si —los abogados se ponen de pie— Tenemos el testimonio de la víctima.
El lugar se vuelve un caos. Gema busca los ojos de Christopher, pero esta petrificado en la silla. Olimpia Müller va demasiado rápido y le cuesta procesar lo que dice.
Imposible debe tratarse de otra persona, se supone que la "teniente" está a tres metros bajo tierra.
—¡Orden! —exige el juez— Abogada culmine con la acusación.
Olimpia se vuelva hacia el público y clava los ojos en la entrada principal.
—La defensa llama a testificar a Rachel James.
Todos se ponen de pie, «no, no lo dijo» Se convence Gema, le tiemblan las rodillas y cae de golpe en la silla.
Abren las puertas y....
El capitán Linguini aplaude y suelta a reír, es increíble que esté aquí. Clava los ojos en Christopher y Bratt.
—Como dice el conocido meme —Patrick palmea el hombro de su amigo— Se prendió esta mierda, señores.
Gema lo aniquila con la mirada, saca la cabeza y...
¡Diablos! La prensa dispara los flashes sobre la hermosa mujer que baja los escalones del tribunal.
Rachel James camina con el mentón en alto y sin mirar a nadie, trae el cabello recogido en un moño alto el cual no deja escapar una sola hebra. Gema la repara de pies a cabeza, es... No tiene palabras para describir lo que es.
Trae un traje negro de falda y americana con escote en V, se detiene a medio camino y mira por encima de su hombro. Un chico la sigue a pocos pasos. Alto y de cabello castaños, le sujeta la espalda y la anima a seguir.
El desorden es incontrolable, Meredith se pone de todos los colores, Luisa no se lo cree, Brenda llora, Laila está en shock, Alexandra se queda sin habla, Parker sonríe, Angela aplaude y Bratt intenta acercarse.
Todo el mundo se sale de control, los gritos son incontrolables.
Gema vuelve a posar los ojos en Christopher, se mantiene estático, pero no le quita los ojos de encima.
Parpadea y sigue sin creerlo «¡No!» Los muertos no reviven.
El castaño se hace a un lado.
Rachel se acerca a la baranda del tribunal y le dan paso para que siga a la silla de los testigos.
—¡Orden! —exige el juez, pero nadie le hace caso.
Antoni baja y se acerca como si estuviera hipnotizado.
—¡Señor Antoni manténganse en su puesto! —le exige el juez.
Lo ignora, se inclina y sin dejar de mirarla le hace una casta reverencia.
—Principessa —le dice con una macabra sonrisa.
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Hola mis lectoras Lujuriosas, sé que muchas estan confundidas con el capítulo. Está narrado en tercera persona y es muy nuevo y raro para mí, nunca he usado ese tipo de narración, pero era justa y necesaria ya que la idea era saber los distintos puntos de vista.
No me culpen, trate de que se viera lo mejor posible, ya con el tiempo lo iremos mejorando.
No teman, jajajaja solo será en este capitulo (Me siento cómoda usando la narración en primera persona)
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