Lujuria: The Series.
Elige tu historia, por última vez porque quizá está sea nuestra última vez que nos veamos.
Estamos aquí, de nuevo.
—La última oportunidad de sus vidas como alma. Realmente no sé que vida puede ser justa para ambos.
El azabache solo suspiró cuando perdió un poco de su esperanza pero el rubio solo sonrío para él con la intención de que nunca pierda la esperanza en él.
—No tienes que sentirte mal, Jeongguk, pronto seremos felices juntos.
—Espero tener un vida bonita contigo por última vez.
—Lo lograremos.
El anciano los observó a ambos platicar y sonrió cuando podía ayudarlos en algo, tal vez. Pero todo estaba en las cartas que ellos elegían.
Aplaudió dos veces y llamó la atención de ambas almas en penas que se encontraban en su mesa esta noche de niebla, dentro de un pequeña cabaña que los reguardaba se la oscuridad del día.
—Es hora de partir hacia el cielo o el infierno, es hora de saber si pueden volver a la vida o seguir en este pequeño limbo en el que sus almas luchan por una vida digna.
El rubio tragó duro cuando solo pensó en como sería ir al infierno o al cielo sin poder volver a vivir. Solo quería volver a reencarnar en la vida y conocer a su amor en la misma línea temporal.
—Seamos directos. Deben escoger sus últimas cartas, depende de ellas que su última oportunidad de obtener una vida sea cumplida y dejen de ser almas en pena en mi cabaña, ya saben que mi cabaña, es como el mismísimo limbo. Muchas almas como ustedes han estado aquí, muchas han marchado al infierno o al cielo y otras han sido felices o infelices con su nueva vida.
—¿Es solo nuestra última oportunidad?—Preguntó el azabache.
—Solo tienen una sola. —Respondía el anciano hacia el azabache.
—Esta bien, puedo aceptar cualquier vida ahora.—Dijo en tono triste el rubio mientras aproximaba su mano al mazo de naipes de tarot. El anciano sonrío ante su valentía.
El hombre de vieja edad solo asintió cuando el rubio tomó la carta con seguridad y luego la extendió en dirección al anciano para que esté la tomara. No quería observar el significado de la carta o saber que nombre llevaba está. Solo quería que las cosas acabarán de una vez.
El anciano tomó la carta, observó al rubio por debajo de su capucha y luego observó la carta mientras asintió lentamente. Luego la colocó sobre mesa, la cual tembló y luego la carta se encendió, las llamas de la carta confirmaban que era una última decisión y no debía cambiar de opinión. Unos segundos después, la llama comenzó apagarse lentamente hasta ser una carta normal sin ninguna marca de estar quemada.
«El Loco.»
—El loco, está bien. Puedes aceptar cualquier vida por última opción pero no será cualquier vida. Se aproxima un aventura en tu vida, en la próxima historia, seras un hombre aventurero, muy bien, solo quieres ver el mundo menos de manera mental para verlo todo mayor libertad, ser libre, experimentar nuevos horizontes y ser capaz de explotar lo que nunca has explotado antes. Alguien puede ayudarte.
—¿Eso significa..
—Eres una persona de mente abierta, listo para experimentar nuevas experiencias y aventuras que sean buenas para tu vida. Es todo lo que puedo decir. Realmente puedo decirte que te deseo mucha suerte, pequeño.
El rubio asintió con una sonrisa y le dió una mirada al azabache que ahora tomaba una carta del mazo rápidamente y con la misma rapidez con la que la tomó, la extendió hacia el anciano, quien la tomó con un asentir de cabeza.
«El enamorado.»
—¡Vaya! Tengo otra historia que quizá sea mi favorita.—Sonrió ese anciano ante sus propias palabras y luego colocó la carta sobre la mesa, observando como se repetía la llama en esta carta ahora y luego se apagaba. —Sera la última vez que lea una carta para tí. Eres muy romántico pero no creo que puedas amar a cualquier persona. Eres un cofre que alguien debe abrir siendo el indicado. Nunca has amado antes pero tienes certeza de amar demasiado bien como para arrancar tu propio corazón y darle el mismo a ese amor que quieres tanto. Pero nada es de color rosa, tus celos son la parte mala del amor que puedes dar, muy celoso pero sabe lo que desea en la vida cuando sus ojos se posa en eso. Todo un Don Juan.
El azabache sonrío ladino y luego le dió una mirada rápida al rubio, quien tenía su rostro con una expresión de asombro porque esas palabras jamás creyó que existiría en esta última tirada.
—Es una bonita tirada pero ahora es viene lo que deben enfrentar. Saben que nada es de color rosa y la última carta, define quien de los dos será ese pecado. Los pecados siempre quieren existir y arruinar todo en historias bonitas tambien.
La oscuridad en la cabaña comenzó a ser más y desde la misma se oía como alguien susurraba, luego se podían oír muchos susurros hacia las almas en pena pero estás pensaron que el anciano era el responsable de aquellos susurros, pero el solo sonrío ante la mirada de ambos hombres.
—¿Que son esos susurros?—Pregunto el rubio con algo de miedo en sus ojos.
—Son los pecados desde la oscuridad. Están emocionados por ser escogidos, mueren de ganas por arruinar la historia. —El anciano señaló toda la oscuridad de la habitación y esta poco a poco consumía el lugar por culpa de los pecados que intentaban aproximarse a la mesa para ser ellos quien escogan la carta.
—¿Que es lo que quieren?—Pregunto ahora el azabache con su mano casi cerca del mazo de pecados, dispuesto a sacar una carta.
—Shh, aleja tu mano, creo que ellos quieren elegir el pecado. Es mejor alejarse y no negarle a los pecados poder escoger una carta. No puedo hacer nada para evitarlo.
Muchos ojos de colores diferentes se encontraban en la oscuridad observando a las almas y al anciano sentados cerca de la mesa donde las cartas se encontraban. Cada vez la oscuridad consumía la habitación, cada vez la oscuridad rodeaba a los tres en la mesa y cada vez más, los pecados se acercaban a esta con intención de unirse a la tirada.
—Estan hartos, están cansados de solo observar. Es su turno.—El anciano bajó su cabeza en forma de respeto y colocó cada mano en diferentes cabezas de las almas y bajo la cabeza de cada hombre a la fuerza.
El rubio y azabache solo podían observar sus propias piernas mientras que algo extraño acercó una silla por si sola al espacio vacío que exista aún en la mesa. Luego algo oscuro similar a una sombra con ojos humanos en forma de humano se sentó en esta y colocó sus manos sobre la mesa.
Estaban sentados juntos a una mezcla personificada de pecados capitales que observaba a los tres con sus ojos de color violeta, luego cambian a color rojo, negro, verde, amarillo, ect, con cada parpadeo que daba.
—Estamos ante la sombra y forma similar humana de los pecados. Todos los pecados se encuentran en él como si fueran miles de personalidades en un solo cuerpo. Cada pecado ahora puede hablarnos pero debemos tener cuidado.
El anciano elevó lentamente su mirada hacia la sombra que lo observaba fijamente y sonrió nervioso cuando esos ojos cambiaban de color con cada parpadeo, y cada color representaba un pecado observando por pocos segundos hasta que parpadeaba para cambiar de pecado.
Finalmente, aquella sombra habló con lentitud y con poco de dificultad por tener tantos pecados capitales dentro de ella.
—No...No puedo..No podemos seguir observando. Nuestro..Mi turno..
El anciano asintió ante lo que se refería. El rubio observó a la sombra de reojo como el azabache y sus pieles se erizaron cuando la sombra los observó ambos.
—Mi turno... Nuestro turno... Su turno.—La sombra parpadeó y dejo que sus ojos fueran de color rojo. La envidia se encontraba allí ahora.
—Envidia, por favor, puedes escoger una carta.
La sombra observó al anciano indicarle su acción y luego observó el mazo de naipes de pecados para luego aproximar su mano pero al parpadear se convirtió en la Gula.
—Maldita envidia, seré yo quien la tomé. Estoy seguro de que pereza no puede hacer esto...—Parpadeo, Pereza.—Realmente...no se que debo hacer...
El rubio solo miró por debajo de sus pestañas al azabache con un poco de miedo y este último solo sonrío algo cálido intentando calmarlo.
Después de tantos cambios de color como de pecados ahora la soberbia no podía evitar ocupar el lugar y sonreír cuando sus pensamientos eran solo volver a ser protagonista y obtener mucha atención en la historia de esas dos almas pero rápidamente intentó pelear por escoger la carta pero un pecado que aún no era capaz de enfrentarlo por ser algo inútil y débil debido a su poder, tuvo por alguna razón el valor está vez. Pudo sentir como se volvió fuerte está vez.
—¡Lujuria! No puedes hacer esto, no puedes entrometerte así, tu ni siquiera eres fuerte como para tener una historia. ¡Jamás serás como yo o como los demás pecados poderosos, eres débil y inútil!—Grito la sombra con todas sus fuerzas mientras su mano se extendió hacia el mazo de cartas y temblaba por escoger la carta pero la lujuria batallaba para que eso no suceda.
Por primera vez, Ira y Gula estaban de acuerdo en ayudar a Lujuria a obtener lo que le pertenecía y luchaban junto a esta en contra de Soberbia.
El anciano se asombró cuando los ojos de la sombra se cerraron, su cabeza se inclinó hacia abajo y sus brazos cayeron a cada lado de su cuerpo sombra. Unos segundos de silencio hasta que los párpados de esa sombra se abrieron y sus ojos violetas fueron bonitos a la vista.
Sus manos se movieron hacia las cartas, tomó todo el mazo y lo esparció por la mesa como un abanico de cartas. Luego buscó con su intuición su propia carta de pecado, la escogió y la alzó para que los tres contrario de la mesa puedan ver quién era su próximo pecado.
—¡Oh, por los infiernos! Eso..
El anciano sonrío asombrado y emocionado al ver el pecado más honesto y menos malvado pero jamás bueno, en su mesa por primera vez. La sombra le extendió su carta al anciano, quien la tomó con respeto y la colocó entre medio de las dos cartas.
Lujuria soltó una risa diabólica y observó a cada alma en pena de la mesa. Primero al rubio quien lo observaba con algo de miedo pero no asustado y luego al azabache, quien sonrío hacia él como si el miedo no existía en él.
Rápidamente, la sombra señaló al azabache y rendida ante la sonrisa de esa alma, decidió ser parte de él en la última historia.
—Lujuria cree que eres apuesto y muy atractivo como para ser su recipiente de pecado. Serás lujuria mientras que Jimin será la llave para descubrir que eres ese pecado. Tu única llave para ese cofre que llevaras en ti, recuerda.—Dijo el anciano hacia el azabache con emoción.
Lujuria se puso de pie con algo de dificultad y la silla detrás de ella se esfumó en humo negro para luego dejar un espacio para retroceder en sus propio pasos hacia la oscuridad, sin dejar de observar al anciano.
Este mismo hizo una pequeña reverencia sin ponerse de pie pero si con su cabeza hacia el pecado que estuvo está vez en su mesa por primera vez.
—Última historia, última oportunidad. Está vez serán tres aplausos, quizá no nos volvamos a ver. O quizás tenga planes para otras historias. Pero el futuro es el futuro y pronto el destino me podrá susurrar lo que sucederá.
Así fue, tres aplausos en alto, la mesa comenzó a encender en llamas altas y el tela roja con pentagramas que cubría la mesa comenzó a brillar gracias a los mismos pentagrama que se iluminaban.
La oscuridad los rodeo completamente, la lujuria abrazó por detrás al azabache y los demás pecados capitales rodearon a Jimin en forma de sombras mientras que el anciano con tan solo un chasquido de dedos logró convertirse en la misma oscuridad, desapareciendo y dejando su túnica negra en el suelo cuando todo fue oscuridad.
Última oportunidad.
Está es la historia.
𝐋𝐔𝐉𝐔𝐑𝐈𝐀: 𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐄𝐑𝐈𝐄𝐒
Jimin parpadeó repetidas veces cuando el sol puede molestar sus párpados cerrados. Los rayos de este solo crean molestia en un viaje en vehículo por la carretera junto a su esposo.
Buscó sus lentes de sol en la guantera del vehículo y luego se los colocó con sutileza mientras su esposo cantaba a toda fuerza su canción favorita en la radio.
Realmente deseaba llegar ya a la nueva casa en el pueblo donde su esposo le prometió una nueva etapa del matrimonio. Confía en las palabras de su prometido y se convence de que puede ser realidad. Una que desea comprobarla.
Cuando finalmente el viaje esta por terminar, Jimin baja sus lentes de sol por el puente de su nariz y observa por encima de estos un pequeño pueblo a lo lejos para luego no poder evitar sonreír.
Se voltea levemente hacia su esposo y este asiente contento ante su destino. Estaba realmente cerca con cada avance que el vehículo daba en la carretera bajo los rayos ardientes del sol en la tarde.
[...]
El vehículo se detuvo frente a una casa blanca y grande. Por su vista desde afuera, prometía ser un hogar de madera con dos pisos y un hermoso jardín detrás como patio.
No le disgustaba, de hecho aquella residencia tenía un aspecto agradable a la vista como su perfecto estado.
Sus ojos nunca se quitaron de ella aunque su esposo le dirigiera la palabra sin bajarse del vehículo aún.
—Solia ser la residencia de un matrimonio con muchos años pero según la información dicen que fallecieron hacen mucho. La casa aún tiene buen aspecto.—Su esposo lo observó con una sonrisa y Jimin se volteó a verlo.
—No me molesta, me gusta. Se ve agradable.
—Es aún más agradable por dentro, vamos ayúdame a llevar nuestras valijas dentro. Tengo las llaves.—El hombre sacó del bolsillo de sus pantalones cortos aquella llave antigua y la sacudió frente a los ojos de Jimin de manera juguetona.
El rubio sonrío y bajó del vehículo con mucha delicadeza repleta de glamour, luego cerró la puerta para estirar un poco su cuerpo luego de un largo viaje mientras sus ojos seguían a su esposo correr hasta la puerta de la gran casa para abrir la puerta y adentrarse en ella.
Ahora estaba solo afuera mientras su esposo se encontraba dentro. No pudo evitar observar a su alrededor apoyándose sobre el vehículo con una mano y solo pudo encontrase con muchas casas más al frente de la casa, y a los lados de esta. Tenían vecinos como cualquier vecindario y no le desagradaba en absoluto.
Todas las demás casas tenían la misma estructura pero lo único que las diferenciaban entre si eran los colores.
Sonrío cuando observaba a una anciana regar sus flores en su jardín mientras su pequeño perro corría de un lugar a otro en el jardín con una pequeña pelota de juguete. Ella era su vecina, su casa se encontraba a lado de su casa, en el lado derecho.
Ella jamás se percató de que Jimin la estaba observando, ya que se mantenía muy ocupada en sus plantas como si fueran su tesoro más preciado.
La voz de su esposo llamó su atención y la de la de anciana cuando este le pidió a Jimin que lo ayudara una vez más con las maletas.
La anciana miró curiosa a las nuevas personas del vecindario y sonrió alegre de ver nuevos vecinos. No podía evitar pensar que tipo de pastel les cocinaría como regalo de bienvenida al pueblo. Solo se quedó observando por unos segundos al hombre rubio asentir a ese hombre que le llamó la atención a este mismo y luego se adentró en la casa nuevamente. Jimin solo se volteó rápido hacia la anciana y sonrió en forma de saludo antes de caminar hacia el maletero del vehículo en busca de sus valijas.
Jimin resopló al abrir el maletero y encontrar las grandes valijas de su esposo ocupando gran espacio allí. Sus valijas eran pequeñas en comparación a su esposo. Solo resopló una vez más cuando no sabía cómo tomarlas para llevarlas dentro.
Hizo su mejor esfuerzo y sacó tan solo dos valijas, colocándolas sobre el suelo. Sus ojos se posaron unos segundos en estas antes de continuar bajando el resto de valijas.
Desde otra perspectiva, un hombre azabache con ojos tan preciosos de dos colores diferentes, se aproximaba hacia el vehículo por la calle del pueblo sobre su caballo blanco, que caminaba tranquilamente a la orden de su domador azabache, quien observaba todo el lugar con la misma tranquilidad que su caballo.
Apretó la riendas en sus ambas manos cuando se aproximó al vehículo con el maletero abierto y escuchó como algo caía en multitud al suelo. Jaló de las riendas en cuanto lo oyó y su caballo de detuvo junto a lado de un rubio que se encontraba de rodillas
Jimin jamás se percató de él, solo observó minutos antes que sería mejor bajar una de sus valijas, una pequeña y no tan pesada, la cual tomó entre sus manos para luego girarse para colocarla sobre el suelo pero por accidente esta se abrió y todo lo que contenía dentro.
Se arrodilló para tomar todas sus cosas antes de que alguien más las vea. Eran cosas tan privadas y vergonzosas si alguien más sabía que las utilizaba.
El hombre que montaba en caballo ladeó su cabeza hacia un lado intentando ver qué era lo que el rubio intentaba tomar entre sus manos con desesperación que sus mismos movimientos delataban y se sorprendió levemente pero luego sonrío algo juguetón.
—¿Cosas privadas?—Pregunto el azabache con un tono divertido y una sonrisa de conejo en su rostro. Pero sonrío aún más cuando Jimin se giró asustado tomando aún más sus cosas y apretandolas contra su pecho.—No tienes que avergonzarte. ¿No es normal tener un vibrador hoy en día?
El rubio lo observó aún arrodillado y aunque por más se esforzará con su visión, jamás lograba descifrar el rostro de ese hombre que le hablaba ya que sus lentes de sol oscurecen la visión junto a los rayos de sol que caen sobre el hombre, creando una sobre en su rostro.
No dijo ni una sola palabra y se bajó los lentes lentamente por el puente de su nariz para luego dejar escapar un suspiro inconsciente al ver a alguien tan atractivo frente a su ojos.
Y ese azabache dejó de sonreír cuando los ojos bellos de ese rubio fueron descubiertos de esos malditos lentes que no lo dejaban apreciar mejor su rostro completo.
Jimin podía describir en menos de cinco minutos lo preciosos eran esos ojos de ese cowboy. Dos colores diferentes, uno gris y otro azul marino. Quedaban tan perfectos con su apariencia.
Nuevamente, el azabache apretó fuerte las riendas de su caballo y apretó sus labios cuando el contacto visual jamás cesaba entre ellos.
Jimin jamás supo cuando dejó caer nuevamente sus juguetes sexuales al suelo. Sus brazos se balancearon de atrás hacia adelante cuando se quedaron inmóviles a cada lado de su torso. Aún de rodillas, no le importaba si luego su piel dolía a causa de llevar un pantalón corto de jean y camisa blanca algo abierta en su pecho que combinaba perfectamente con sus tenis del mismo color. Realmente se veía bien.
El azabache podía confirmar eso mismo. Quien luego estrechó sus ojos y observó de arriba abajo el aspecto del rubio. Lo examinó y se dió cuenta que era nuevo aquí.
—¿Te mudas aquí?—Su voz era una acaricia al alma cuando hablaba.
Jimin se puso de pie rápidamente y sacudió la suciedad de sus rodillas. No podía evitar sentirse nervioso al escucharlo y sonrió de la misma manera. Respondió honesto ante su pregunta.
—S-si, mi esposo deseaba mucho mudarse aquí. Es un bello pueblo ¿Verdad?
Pero ese hombre cowboy por sus claras pintas de uno, solo sonrió sin ganas y sin demostrar sus dientes cuando escuchó perfectamente la palabra «Esposo».
—Lo será si no te metes en problemas con las personas de aquí. Cómo sea, tu nombre...
—Jimin, Park Jimin.—Con una sonrisa, extendió su mano en dirección a ese cowboy quien observaba su mano pero no sabía si tomarla.
—Jeongguk.—Respondio cuando finalmente se rindió y tomó la mano del contrario con suavidad, evitando hacer mucha fuerza para no lastimarlo.
El rubio asintió con su sonrisa tan bella, luego alejó su mano del azabache cuando la unión se terminó cuando se asustó de sopresa al ver cómo el hermoso y blanco caballo se sacudió.
Jeongguk sonrío observando su caballo y lo acarició en su cuello con una mano mientras le decía lo tan buen chico que era. Regresó su mirada a Jimin sin dejar de acariciarlo y sonrió de un lado.
—Es la primera vez que le agrada alguien nuevo y parece que eres tú. Le agradas.
—Eso- eso es algo bueno, supongo.—Jimin intentó acercar sus manos a la cabeza del caballo pero retrocedió un poco cuando esté movió su pata delantera, simulando cavar el suelo.
Jeongguk tomó las riendas con ambas manos nuevamente y jaló un poco de ellas para darle a entender al caballo que mantuviera su lugar.
—No temas, realmente no puede hacerte daño si le agradas. Confía en ti, solo esta algo ansioso de que lo toques.
Jimin le dió una mirada rápida a Jeongguk antes se acercarse al caballo y lo acarició el cuello pero también un poco su cara a lo largo pero con miedo de que ocurra algo.
—Es muy bonito.—Dijo el rubio entre pequeñas risitas y sonriente cuando el caballo inclinó su cabeza hacia abajo para ser acariciado un poco más.
Jeongguk solo podía observar todo con una sonrisa y orgulloso de su caballo al dejarse tocar de ese modo sin ser rudo o rebelde con Jimin.
El azabache también se inclinó un poco para acariciarlo también en la parte del cuello pero su mano chocó con la de Jimin y sus rostros estuvieron cerca, tanto que sus miradas tenían mejor conexión ahora.
Jimin sonrío un poco y sus mejillas se tornaron un poco rojas pero todo fue destruido y se alejó rápido. Luego piso uno de sus juguetes en el suelo y rápido se percató de que debía continuar su desastre.
—¡Oh dios!
Se arrodilló rápido y tomó cada uno de estos para luego intentar introducirlos en la valija. Se percató de que Jeongguk bajó del caballo y se colocó de cuchillas para ayudarlo pero él no deseaba que el azabache tomara sus cosas.
—No tienes porque ayudarme, realmente lo aprecio pero es algo extraño que los tomes, ¿No crees?
Jeongguk no respondió y tomó como respuesta le extendió un vibrador para que lo tomará. La sonrisa en su rostro no desapareció hasta que Jimin lo tomó y lo guardó rápido.
—No me parece extraño. Es normal para mí, no utilizo pero si puedo comprender cuando utilizas de esos en un matrimonio.
Esas palabras dejaron demasiado que pensar para Jimin, quien se detuvo antes de cerrar la valija y observó al azabache ponerse de pie nuevamente en camino a su caballo para volver a montarlo.
—Tu..
—No necesitas preguntar cómo se, Jimin. No es algo malo tampoco en tu matrimonio pero deben ser mejor que él. —Jeongguk sonrío divertido mientras le daba una mirada rápida a la puerta abierta de la casa y luego regresó a Jimin.
Pero realmente fueron rápidos cuando el esposo de Park salió de la casa y se percató de lo que sucedía allí. Sus pequeños celos lo controlaron y lo hicieron aproximarse a Jimin junto a ese cowboy.
—¡Jimin! ¿Acaso no me ayudarás con las valijas? La casa se encuentra lista.—Dijo algo molesto cuando se aproximó a su lado y sus ojos se posaron sobre el cowboy azabache que borró su sonrisa tan rápido lo vio.
—Realmente estaba ayudando.
—No lo noto, Park.—Si se demostraba molesto y Jimin solo resopló para luego cerrar su valija.
El esposo del rubio nunca quitó su mirada del azabache, quien arqueo una ceja con duda mientras todo su rostro era serio pero luego cambió a una sonrisa falsa amabilidad y extendió su mano al hombre.
El esposo nunca la aceptó, solo se giró hacia Jimin y luego tomó sus valijas grandes para llevarlas dentro de la casa.
Jeongguk borró su sonrisa y su mirada fría siguió a ese hombre hasta que desapareció dentro de la casa. Desvío su mirada hacia Jimin quien tomó su valija y le dió una mirada rápida a Jeongguk pero antes de ir hacia la casa, su esposo regreso para luego aproximarse nuevamente a ellos rápidamente y utilizar sus palabras para nada amables en el cowboy.
—¿Que crees que haces? Acabo de verte muy cerca de mi esposo. ¿Acaso te gusta lo que tengo? No puedes tenerlo, hombre. Mejor disfruta de tu caballo.—El hombre se burló levemente de su caballo blanco y tomó del brazo a Jimin para jalarlo.
Jeongguk solo sonrío una vez más como si ese comentario nunca le hizo daño, solo le provocó gracia. Pero sus ojos si demostraron desaprobación cuando se enfocaron en la mano de ese hombre jalando fuerte del brazo del rubio hacia la casa.
Acarició un poco su caballo cuando esté se demostraba algo molesto como si comprendía todo lo que ocurría perfectamente. Dejó de acariciarlo cuando sintió una mirada muy conocida sobre y miró hacia atrás sobre su hombro como esa anciana sonreía y lo saludaba.
Jeongguk sonrío un poco y luego regresó su mirada al frente para luego jalar de las riendas de su caballo con fuerza para indicarle que puede comenzar a correr lejos de allí.
Continuará...
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